Está en la página 1de 7

RESILIENCIA

La resiliencia es la entereza ante la vida expresada como la capacidad para afrontar la


adversidad y lograr adaptarse bien ante las tragedias, los traumas, las amenazas,
superarlas y, lo que es más positivo, aprender de ellas y recuperarse saliendo
fortalecido y con más recursos. En cambio, las personas no resilientes se quiebran, se
derrumban, no saben cómo enfrentarse a la adversidad y disminuyen su capacidad de
respuesta. No todos respondemos igual, pero la resiliencia no es algo que una persona
tenga o no tenga, sino que implica una serie de conductas y formas de pensar que
cualquier persona puede aprender, desarrollar y cultivar.

EL SER HUMANO
Los seres humanos funcionan en tres dimensiones que se interrelacionan entre sí, es decir,
que cada dimensión afecta a las demás en forma continua. Las dimensiones son:
● Pensamiento
● Sentimiento
● Conducta
Algunas personas están convencidas que son las situaciones o circunstancias externas las
que directamente causan la manera como nos sentimos y la forma como actuamos, pero
eso no es cierto. No son los eventos que suceden los que perturban a los seres humanos,
sino la opinión o interpretación que se hace de ellos. Se puede observar en que una
situación exactamente idéntica afecta a dos personas de forma distinta y por lo tanto, se
trata de una respuesta individualizada.

ACTITUD DEL RESILIENTE


● Identifica de manera precisa las causas de los problemas para impedir que vuelvan
a repetirse en el futuro.
● Controla sus emociones sobre todo ante la adversidad y pueden permanecer
centrados en situaciones de crisis.
● Saben modular sus impulsos y su conducta en situaciones de alta presión.
● Se consideran competentes y confían en sus propias capacidades.
● Son empáticos. Es decir, tienen una buena capacidad para leer las emociones de
los demás y conectar con ellas.
● Son capaces de buscar nuevas oportunidades, retos y relaciones para lograr más
éxito y satisfacción en su vida.
● Funcionan con optimismo realista, piensan que las cosas pueden ir bien, tienen
una visión positiva del futuro y controlan el curso de su vida, sin dejarse llevar por
la irrealidad o las fantasías.
● El pensamiento resiliente es realista, lógico y flexible.
● Cometen menos errores de pensamiento (como la exageración o sacar
conclusiones precipitadamente sin evidencias que las corroboren) e interpretan la
realidad de un modo más adecuado que las personas menos resilientes.
QUÉ HACER PARA SER RESILIENTE
● Tener en tu vida personas que te quieran y apoyen y en quien confiar es muy
importante, ya que te hace mucho más resiliente que si estás solo.
● Permitirte sentir emociones intensas sin temerlas ni huir de ellas, y al mismo
tiempo ser capaz de reconocer cuándo necesitas evitar sentir alguna emoción y
centrar tu mente en alguna distracción.

PENSAMIENTO POSITIVO Y RACIONAL


Enfocarse en mantenerlo es la mejor forma de superar la adversidad y prevenir
la enfermedad mental. Nuestros pensamientos, actitudes, interpretaciones y
creencias, en muchas ocasiones toman la forma de un diálogo interno o
autoverbalizaciones. Igual que conversamos con las demás personas, lo hacemos
con nosotros mismos transformando nuestro pensamiento en un diálogo interno.

FORMAS DE PENSAMIENTO
RACIONAL
Razonable, lógico, acertado, realista, que aumenta la autoestima. Es la forma de
pensar, sentir y actuar que ayuda a la supervivencia y felicidad humana. Cuando
actuamos y pensamos de manera racional, es cuando nos sentimos felices,
efectivos y saludables emocionalmente.

IRRACIONAL
Catastrófico, absolutista, no acertado, autoderrotista e irrealista. Es cualquier
pensamiento, emoción o conducta que lleva a consecuencias autodestructivas
que interfieren en forma significativa con la supervivencia y felicidad del individuo.
PENSAMIENTOS IRRACIONALES MAS FRECUENTES Y PEQUEÑO ANÁLISIS
Los pensamientos irracionales finalmente son aquellos que uno debe cambiar o
desechar o combatir cuando aparecen (y cuando no aparecen, también) porque
son contraproducentes o no aportan a la situación salvo con sentimientos negativos.
Tampoco es uno un animal que se limite a “solo reaccionar” ante eventos, como un
roedor que siempre siente miedo al ver la foto de un gato, pues se consta de la
capacidad de procesar los estímulos externos y uno mismo razonar las situaciones.
El roedor de este ejemplo, adolece de la capacidad de distinguir riesgo
imaginario de riesgo real, pero no nosotros. Se vuelve así, deber del que quiere
estar mejor, el encontrar estos pensamientos propios, enfrentarlos por difícil que
sea y “reprogramarlos”, porque últimamente son debilitantes para la vida. Muchos de
estos tienen que ver con negar o evadir ciertas verdades que pueden ser dolorosas,
pero el confrontarlas es necesario para poder aguantar los vientos fuertes:

1. Es absolutamente necesario para una persona obtener el amor y


aprobación de “todas” las personas significativas de su vida.

Es imposible ser queridos y aprobados por todas las personas importantes


en nuestra vida. El intentar conseguirlo nos vuelve inseguros, ansiosos,
frustrados y minusvalorados. A veces se cae mal o incluso, a veces se debe
caer mal, y eso hay que aceptarlo.

2. Debemos ser competentes y perfectos en todos los aspectos de nuestra


vida, para considerarnos valiosos.

Esto lleva a confundir nuestro valor intrínseco con el externo. Nos volvemos
temerosos del fracaso, irascibles, con baja autoestima y con normas de
ejecución rígidas y perfeccionistas. Nuestro valor propio depende de la
métrica interna; quién soy versus quién era, no sólo en términos de
capacidades (“antes podía hacer esta cosa externa o que me brindaba
gratificación externa y ahora no puedo”) sino que en sentido del carácter,
moral, integralidad, apertura de mente y fortaleza interna (“hoy soy una
persona que está más dispuesta a intentar cosas incómodas, que juzga
mejor el carácter, que sabe cuándo ser dura y compasiva consigo, que
entiende sus limitaciones, que espera cosas realistas”, etc). Es el único
crecimiento verdaderamente objetivo que puede tenerse pues no puede uno
compararse a la perfección con los demás dadas todas las variables que hay
de por medio. La comparación perfecta, siempre es con uno mismo.
3. Ciertas personas son malas, perversas y villanas, y deben ser
castigadas.

No existe, en el clásico sentido, lo "bueno" y lo “malo". Naturalmente el ser


humano tiene ejemplos de verdadera atrocidad, pero el ciudadano común
obra de forma cuestionable en menor escala. En estos casos, las conductas
"inmorales o incorrectas" son resultado de ignorancia, falta de inteligencia
o trastornos psicológicos, o dicho de otra forma, “no atribuyas el actuar
tuyo o de otros a la malevolencia si puede explicarse por la incompetencia o
por las limitaciones personales”. Somos seres falibles. La etiqueta de
bueno/malo pone un peso moral que busca culpar o castigar. No resolver.

4. Es horroroso que las situaciones y personas no sean de la manera que


consideramos que deberían ser.

La realidad es como es, aunque no nos guste. Siempre podemos trabajar


en mejorarla. Pero quejarnos por la manera diferente a nuestros deseos en
que son las cosas puede empeorar una situación. La gente feliz no es la que
más obtiene, sino la que menos desea. No es un llamado a la cero ambición,
sino a continuamente recalibrar las expectativas.

5. La infelicidad humana se debe siempre a causas externas y nosotros no


tenemos capacidad para controlar nuestras emociones perturbadas ni
nuestras experiencias.

Mi pensamiento genera emociones (si rememoro mis fracasos por horas, mi


tristeza será grande); a la vez, mi pensamiento no está fuera de mi
control. Son nuestras autoverbalizaciones las que nos perturban y
descontrolan. Estas ideas son la base de la desesperanza, ansiedad y
depresión. Puede que tenga ideas intrusivas, o que mis pensamientos
graviten naturalmente hacia temas desoladores, pero si nos miramos con
honestidad podemos decir que no existe una ausencia de control absoluta. Si
así fuera, no podría leer, conversar, seleccionar palabras, escribir, razonar.
Como esto lo puedo, soy por tanto capaz de forzar mis pensamientos, incluso
si requiere esfuerzo.
Es intenso escucharlo pero nuestras emociones son nuestra
responsabilidad. Mi respuesta emocional al insulto es mi propia
responsabilidad. Del mismo modo, nuestros inconvenientes y nuestras
tragedias pueden no ser nuestra culpa, pero sí son nuestra
responsabilidad;en el sentido de que son nuestra carga para llevar. No es la
del otro, es imposible que sea de otro. Es de uno. Y es de uno quién
depende hacerse cargo de ella y ponerla en su lugar.
6. *Todas las situaciones potencialmente amenazantes o desconocidas,
deben preocuparnos y debemos evitarlas a cualquier precio.

Esta idea es causa de angustia, de evitaciones innecesarias e impide el juicio


objetivo, lo que puede entonces producir precisamente lo que tememos. Las
oportunidades se toman aunque impliquen riesgos y aún sabiendo que la
calle es peligrosa, se sale a esta todos los días. Es cosa de pensar en todas
las cosas potencialmente letales que hacemos a diario con naturalidad. No
es un llamado a ser temerario, pero vivir evitando los riesgos razonables crea
una vida de claustro que difícilmente puede ser plena.

7. *Es más fácil el evitar las dificultades y responsabilidades que el


enfrentarlas.
En efecto es más fácil, pero no supone ni una buena idea ni da buenos
resultados. Esta idea es la base de una tolerancia pobre a la frustración y se
vuelve un obstáculo para lograr metas a largo plazo. El eludir las dificultades
y responsabilidades puede crear más problemas en el futuro. Porque incluso
si uno toma una decisión y se equivoca, el error da una nueva perspectiva y
la perspectiva da nuevas opciones. El regalo del error es el saber.

8. *Debemos depender de los demás y tener a alguien más fuerte en quien


confiar.

No se trata de rehusar la ayuda sólo para probar lo fuerte que somos, cuando
realmente esta sería beneficiosa. Pero esta idea llevada al extremo
menoscaba nuestra capacidad de independencia y autoconfianza. Piensa en
lo incómodo que sería recibir ayuda en cada tarea que realizas, como
vestirte, masticar, comer, parpadear, caminar; en lo erosivo que sería para el
concepto de valor propio, autonomía, espíritu y resolución. Parte de esto es
formar el juicio de cuándo pedir ayuda y cuándo no, porque la respuesta
en ninguno de los dos casos es “siempre”.

9. *Estamos determinados por la influencia del pasado, nunca podemos


liberarnos del pasado y tampoco nunca podemos librarnos de
influencias nocivas anteriores.

Aunque el pasado tiene influencia en nuestra vida presente, podemos


aprender a cambiar el presente por medio del esfuerzo y de la aplicación
sistemática de técnicas apropiadas que promuevan dicho cambio. Lo único
que atrapa es la estasis.
10. *Debemos preocuparnos mucho por los problemas y trastornos de
otras personas.

No es así. Pero no se trata de volvernos insensibles, tampoco. Más bien, el


mensaje es que si perdemos nuestro control igual que la persona
trastornada, ya no podríamos ayudar. Es mejor calmarnos y actuar más
objetivamente, reconociendo que todos podemos fallar pero que podemos
tolerar dicho fracaso. Esto aplica también a buscar desesperadamente
ayudar a otro cuando uno mismo está en tremenda necesidad de ayuda;
porque cualquier regalo que se haga a duras penas es un regalo
precario. Ayudar a otros sirve a veces para salir de un enfoque egoísta, salir
del interior propio y ser capaz de “ver” a los demás. Uno puede de tanto en
tanto hacer pequeños sacrificios razonables en ayuda de otra persona. No se
aboga contra ello, sino el extremo de dejar de lado las propias
necesidades por el pesar ajeno.

11. *Siempre hay una solución única y perfecta para cada problema y es
catastrófico cuando no la encontramos.

En ocasiones no hay soluciones perfectas para los problemas de la vida, y el


involucrarnos en esta búsqueda puede cegarnos ante soluciones
satisfactorias, aunque no perfectas.

12. *Cuando otras personas no nos aprueban, invariablemente quiere decir


que estamos equivocados o somos malos.

Esta creencia conduce a una ansiedad crónica en la mayoría de situaciones


interpersonales. Las personas son historias, son juicios falibles. Piensa en las
cosas que sí aprueba la persona que te desaprueba a ti, muchas de esas
serán cosas que te causen rechazo. Entonces, el juicio de tu desaprobador
es antojadizo, es no confiable… es humano. El valor propio no puede
depender de esto e incluso si tenemos momentos de ser reprobables,
nuestra vida no puede generalizarse a partir de ello, pues rápidamente
olvidamos las veces que sí acertamos y fuimos alguien de bien.
13. *Existe un amor perfecto, y una relación perfecta.

Esta noción crea inseguridad e insatisfacción de una relación a otra. Se


busca la excelencia acumulativa en otra persona; mi siguiente pareja debe
ser capaz en todas las cosas que las anteriores no hacían bien o me
molestaban. El desechar a otro por la imperfección sola es una idea
inmadura (a diferencia de terminar relaciones por obvias incompatibilidades o
incluso violencia de cualquier tipo). Pero el alto estándar al que uno somete a
otro puede ser un motivo de soledad importante y debe ser revisado de tanto
en tanto.

14. *No deberíamos sentir dolor, frustración, incomodidad, ya que estamos


destinados a la "Buena Vida".

Quien ha vivido sabe que esto es mentira. Una posición realista sería que las
incomodidades o frustraciones son partes inevitables de la vida, y con
frecuencia acompañan a las decisiones, duras pero saludables, en el proceso
de crecimiento personal.

15. “Juguemos a la seguridad". No tomemos riesgos.

Es erróneo pensar que siempre es más importante la seguridad. Grandes


logros pueden requerir tomar grandes riesgos; estos no traen solamente
problemas. Es conveniente en diversas situaciones el tomar riesgos
calculados.

16. *Evitemos al máximo cometer errores. No digas ni hagas nada donde


puedas equivocarte.

Esta creencia refleja que nos consideramos débiles o estúpidos cuando


cometemos errores. Somos imperfectos y aunque no queramos en
ocasiones nos equivocaremos. Esto puede ayudarnos a crecer en aquellas
áreas en que somos menos efectivos. El detenernos de actuar (decir o hacer)
por temor a cometer errores puede llegar a ser extremadamente paralizante y
auto‐derrotista.

También podría gustarte