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El ayllu nace en Caral y llega a su máxima cúspide en el Imperio incaico en el siglo XV de nuestra era. Se transforma
en la comunidad campesina y llega al siglo XX para innovarse y convertirse en la comunidad urbana autogestionaria,
esa es la ruta de un viaje milenario. Villa el Salvador es el pueblo de todas las sangres, la síntesis del Perú, que en
solo los primeros quince años de su creación, pasó a ser de la barriada más grande de Lima al octavo distrito del
Perú. Y creció de manera exponencial, para pasar de 700 familias de los primeros días de su fundación a un distrito
que hoy, 50 años después, cuenta con cerca de medio millón de pobladores. Así lo confirma el líder y gestor de la
comunidad urbana autogestionaria don Antonio Aragón Gallegos, máximo dirigente comunal: Nosotros heredamos
en nuestro país el ejemplo de nuestras comunidades antiguas, el ayllu, y a partir de esas enseñanzas es que nosotros
logramos acá simplemente transmitir de familia en familia, de puerta en puerta, de grupo en grupo, de manzana en
manzana, el sentido de la unión, porque teníamos muchas cosas que resolver y a veces solo reclamando no se puede
conseguir cosas. Entonces, hubo que planificar la organización (Amigos de Villa, 16 de mayo de 2016). Muchos
investigadores sociales que estudian el fenómeno social de Villa el Salvador no comprenden cómo es que se logró
tanto en tan poco tiempo. Incluso se atreven a afirmar que todo fue obra del gobierno de Velasco y de
personalidades extranjeras. Nada más lejos de la realidad. Lo sucedido en VES solo tiene una respuesta sencilla y
concreta: se juntaron miles de años de experiencia de los habitantes, que traían ese bagaje cultural, y el capital
social como gran herencia de nuestra cultura milenaria. Partiendo de ellos, y con la solidaridad, la unión y el trabajo
de todos por todos, labraron la ruta y el destino de la ciudad. La clave de todo fue su organización