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Para comenzar con el análisis de la propuesta es necesario mencionar que el autor Horacio
Quiroga, entre otros, pertenece a la generación del 900, una generación que surge en un
contexto histórico-social que se caracteriza por el ascenso de la clase media y por el
liberalismo político.
Es la época en que nace el Batllismo y que pone en marcha el movimiento estatista, una
época de modernización y bienestar económico. En 1909 se proclama el laicismo en la
enseñanza y en 1917 la separación de la Iglesia y el Estado.
La literatura alcanza un momento de especial plenitud. “En lo literario, su actuación es
intensa y transformadora (...)”. (El aura de los 900. Capítulo Oriental 11. Págs. 162; 163)
Esta generación tiene una gran influencia del movimiento nacido en Cuba con José Martí y
luego reafirmado por Rúben Darío en 1888 con el Modernismo. Buscan una renovación en el
lenguaje, los temas y el estilo, tratando de separarse y de eliminar la influencia de los
escritores anteriores, pertenecientes al siglo XIX, los cuales se ajustaban o a la literatura
gauchesca o a la corriente europea conocida como Romanticismo.
Ahora centraremos el parcial en el libro “Los cuentos de la selva” de Horacio Quiroga.
Trabajar un libro de cuentos es muy difícil. Cada autor tiene un criterio temático cuando elige
qué cuentos van a formar parte de esa edición.
Los cuentos de Quiroga fueron publicados unos años antes de que fuera publicado el libro de
manera individual en las revistas de la época.
Quiroga hace una selección de puntos en común que aparecen en todos los cuentos, y eso es
lo que le da la unidad al libro. Esa unidad claramente tiene que ver con qué mundo de la selva
se muestra y qué lugar ocupa en ese mundo ficcional los animales y también los seres
humanos.
También surge como un criterio general el hecho de que los animales aparecen como
protagónicos y en un segundo plano los humanos, e incluso cuando se da la “convivencia
feliz” se da la supremacía del animal sobre el hombre.
El amor por la naturaleza de Horacio Quiroga se refleja en cada uno de los cuentos, donde se
mezclan la realidad y la fantasía.
Refleja una dicotomía entre civilización (representada por el hombre) y barbarie
(representada por los animales salvajes) donde la civilización, la ciudad tiene el rol, el papel
de urbanizar como de civilizar a los salvajes (Eduardo Lolo. Cuentos de la selva de Horacio
Quiroga: la “otra” dicotomía civilización vs. barbarie).
En el análisis del cuento “La tortuga gigante” (los personajes principales son un hombre y
una tortuga que se salvan la vida mutuamente) podemos visualizar la oposición ciudad -
selva, aparece bien marcado la ciudad (Buenos Aires, ciudad donde vivía el autor) como la
representante de la civilización y respecto a la selva dice: “el hombre se va a vivir al monte
lejos, más lejos que Misiones”.
Aparece así Buenos Aires como el lugar de la civilización “que enferma el hombre, por eso
debe irse a la selva”, pero cuando se enferma en la selva “debe ir a Buenos Aires a curarse”.
Los espacios no están planteados de una manera opuesta sino que hay como una especie de
equivalencia entre ambos lugares, la ciudad tanto puede enfermarte como puede curarte y la
selva tanto te puede proteger como poner en peligro, eso está planteado con el personaje del
hombre.
Es interesante ver también cómo el narrador describe la vida del hombre en la selva, en la
lectura dice: “vivía solo en el bosque”, y ahí podemos hablar de una vida desinteresada, libre,
feliz, Quiroga explota el mito de que en el campo hay menos peligro y la gente es más feliz,
por ello aparece en los cuentos las características de que el hombre allí no tiene rutinas, no
tiene responsabilidades, no tiene una casa, vive al aire libre, solamente se hace una enramada
cuando llueve (interpretación por el mal tiempo), vive de la caza y la recolección, es como
una vida muy primitiva, muy atrás en el tiempo y ajena a toda la civilización.
Otra cosa es ver además que se idealiza a la soledad (característica que tenemos los seres
humanos), es todo lo contrario a la vida en comunidad. Quiroga está idealizando una
situación que no es normal, es decir, no es normal que en el medio de la nada, sólo, sin casa,
sin alimentos cercanos ni seguros el hombre pueda ser feliz, sin embargo, este personaje
florece, y con él la idealización de la vida de manera primitiva: “fue a ese lugar a curarse”, y
de hecho lo logra, “tenía buen color y apetito”. No se especifica qué enfermedades tenía pero
claramente lo que le dicen de “andate al aire libre, al campo, a la selva que te vas a curar”
hace referencia a las enfermedades y realmente lo favoreció.
Entonces tenemos dos espacios, dos polaridades como lo llama Eduardo Lolo: ciudad y selva
que como ya dijimos no aparecen como contrapuestas si bien son lugares dicotómicos, en
tanto que el hombre se enferma y se sana en la ciudad y a la vez en la selva a través de un
elemento de ella, la tortuga, un personaje del ámbito salvaje, que más adelante en la historia
es salvada, significativamente por el representante de la civilización.
Esa idealización de la vida en la selva se termina, se muere cuando el hombre está enfermo,
es decir, esa felicidad, esa libertad no le sirve para nada porque necesita de la ayuda de
alguien para salvarse. Y ambas, la civilización y la barbarie logran un equilibrio de
convivencia en una tierra común a los dos (el zoológico).
Decimos además que “Cuentos de la Selva” es una obra de ocho relatos con los cuales
podemos hacer dos agrupamientos temáticos, por un lado aquellos que pertenecen al ámbito
doméstico como “El loro pelado”, “Historia de dos cachorros de coatí y de dos cachorros
de hombre” y “La tortuga gigante”, y por otro lado, “El paso del Yabebirí”, “La abeja
haragana”, “La gama ciega”, “La guerra de los yacarés” y “Las medias de los flamencos”,
donde hay una fuerte impronta del ámbito salvaje, si bien los animales están humanizados, no
son mascotas de nadie.
Es interesante aclarar que en el cuento “La tortuga gigante”, si bien la tortuga no es una
mascota, como en el caso de los otros dos cuentos, genera ese vínculo con el hombre y al
final de la historia se queda viviendo en el zoológico , y eso le da un carácter de
domesticación.
Sus protagonistas son animales de la selva, de manera humanizada porque hablan y razonan
como los humanos, y presenta también la intervención de los humanos, en algunas
oportunidades para el bien de esos animales y en otras para mal.
Tenemos de diversas clases de personajes: desde yacarés, como colectivo, a una gamita
tierna, una abeja vaga, una tortuga agradecida, el colectivo de las rayas que salvan al hombre,
el coatí y el loro domesticados y los flamencos tontos. El tigre suele ser el antagonista de los
cuentos, y aparece en tres de ellos: en “El loro pelado”, donde engaña al loro y quiere
matarlo; en el cuento “El paso del Yabebirí”, donde inicia una guerra para matar a un
hombre; y en el cuento de “La tortuga gigante”, donde muere abatido por el hombre, que
salva a la tortuga.
El papel del hombre cambia, y nunca proporciona sus nombres, por lo que resultan
impersonales. Aparece el hombre bueno que tiene amistad con los animales (“La gama
ciega”, “La tortuga gigante”, y “El paso del Yabebirí”), el hombre en familia que adopta al
animal como mascota (“El loro pelado” y en “Historia de dos cachorros de coatí y dos
cachorros de hombre”) y el hombre como personaje malo (“La guerra de los yacarés”),
donde culmina siendo devorado por los yacarés en su terquedad de seguir pasando con sus
barcos por el río.
La narración está construida en torno al eje de un narrador omnisciente, que alterna la
narración objetiva en tercera persona, el narrador de estos cuentos permite mostrar diferentes
perspectivas, predominando la perspectiva animal sobre la perspectiva del hombre y respecto
del ámbito doméstico y del ámbito salvaje.
Los cuentos de Quiroga también tienen esa cuestión realista sobre la selva que es muy
interesante, por ejemplo uno puede enterarse cómo son las abejas que no tienen aguijón
leyendo uno de sus cuentos, etc.
En la mayoría de los cuentos de este autor los relatos son cronológicos, hay un devenir lineal
del tiempo narrativo y no una ruptura cronológica, no hay saltos en el tiempo ni flashback
(término que en literatura se denomina “analepsis”). En algunos cuentos quizás podemos
visualizar levemente una cuestión temporal que muestra una simultaneidad, como en el caso
del cuento “Historia de dos cachorros de coatí y dos cachorros de hombre” cuando relata
“mientras el coaticito está pensando en la orilla del monte si va a o no (...)” aparece la
mirada del narrador focalizándose en la casa del colono.
2) Florencio Sánchez - El desalojo