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FILOSOFÍA POLÍTICA

CAPITULO VII: LA LEY Y EL DERECHO


Recordemos la definición de ley que Santo Tomas nos ofrece: la ley es la ordenación de la razón al bien
común, dada por aquel que tiene a su cuidado la sociedad- por el príncipe o gobernante- y promulgada.
En otras palabras la ley es una norma de conducta, que define de manera práctica y publica la conducta
ciudadana que es positiva al bien común.
La ley se define como publica en un doble sentido:
1- Debe ser promulgada, es decir, debe ser conocida por aquellos a quienes afecta
2- Porque forma parte de lo público, de lo que los ciudadanos comparten en cuanto pueblo.
La ley es general en un doble sentido:
1- Es dada para el conjunto o para una parte del conjunto de los ciudadanos, no para un
ciudadano particular.
2- Dicta la conducta que es positiva en general; es decir, la acción que se debe realizar en las
condiciones y circunstancias ordinarias, que son las únicas que el legislador puede prever y
tener en cuenta.
Para santo Tomas la ley se dicta según lo que sucede ordinariamente.
El fin o la razón de una ley siempre será el bien común, esta es la razón de su existencia, de su contenido
y de su cumplimiento, si llega a ser contraria, no es validad en verdad como ley, y no constituye de
suyo, una obligación moral. Si en alguna circunstancia particular el cumplimiento de la ley es perjudicial
al bien común, no sería obligatorio obedecerla.
A) La ley informa y mueve
La ley que ordena los actos humanos al bien común, constituye una determinación una determinación
práctica del mismo bien común.
 La ley es un acto de la razón, pero no es solo acto de la razón. Esto no significa que se una
cuestión de pura racionalidad, una conclusión puramente lógica y apodíctica. Ciertamente es
racional porque se funda en razones, pero de una determinación, al fin al cabo de la voluntad.
 En su integridad la ley procede de la razón y de la voluntad del legislador, es la voluntad la que
quiere que, haya una pauta de conducta. Es una determinación de su modo de querer este bien y
al que desea que todos se sometan.
Dándose cuenta Santo Tomas que la ley es un acto de la razón y de la voluntad, advierte que la ley
tiránica no es ley estrictamente, pero conserva el carácter de ley al ser dictada por un superior. No es ley
por ser injusta, no está ordenada al bien común, no es racional. Pero si posee una condición de la ley que
es la voluntad y reclama obediencia.
La ley tiene la doble función de informar y de mover. Lo esencial es informar, dar forma al vivir y obrar
en común. Define la actividad común, establece con precisión en que consiste la acción colectiva.
La ley no es una simple restricción impuesta a nuestra libertad. La ley da realidad a nuestra libertad,
pues la realidad de esta es su realidad practica y social, que consiste en la efectiva posibilidad de tomar
parte, de hacernos presentes en acciones comunes, que se hacen realmente posibles al estar definidas por
la ley. La ley no se opone a la libertad, ni la restringe, pues cumplir las leyes que definen su actividad es
querer verdaderamente realizar dicha actividad.
La ley no solo da forma al obrar humano en común, sino que también mueve a actuar de esa forma, la
razón de la obligatoriedad de la ley está en hacer cumplir la ley en nuestro propio bien, sino fura así, la
ley no constituiría una obligación, sino una coacción. Una forma de violencia el mover a un ser a un fin
o bien que no es propio.
La ley prescribe el modo de obrar que corresponde a la correcta ordenación y disposición del
ciudadano respecto al bien común, es decir el modo de obrar que es propio y característico del
ciudadano virtuoso. En otras palabras es conducir al ciudadano a la virtud, para la vida ciudadana
excelente, plenamente humana, buena y feliz.
Aristóteles y Santo Tomas señalan que para alcanzar la virtud, no basta la enseñanza y persuasión, hace
falta una correcta disposición previa del sujeto, que es fruto de la buena crianza y de las buenas
costumbres.
Dice Aristóteles la virtud se alcanza mediante la repetición de actos y se empieza por realizar
repetidamente actos virtuosos, los cuales se adquieren haciéndolos. La virtud es una capacidad
adquirida, en este caso la ley es necesaria no solo como información, sino también como moción o
compulsión, la ley mueve venciendo la falta de predisposición, hasta que los hombres se acostumbren a
hacerlas, se familiaricen con ellas y progresen así hacia la adquisición de la virtud.
Recurriendo a premios y castigos, la ley mueve al hombre a actuar bien. El sentido es mover al hombre a
acción concreta, por razones externas e impropias, para que este llegue a acostumbrarse a actuar así,
desarrolle el hábito correspondiente y pase a realizar la acción con plena voluntariedad.
De esta manera la ley busca que lo mandado se vuelva costumbre, por eso la ley no debe ser cambiada
con frecuencia, de lo contrario nunca llegara a hacerse costumbre. Solo será prudente modificar la ley
cuando la mejora valga la pena al romper una costumbre.
La compulsión tiene la función de contrarrestar la compulsión de nuestras pasiones y tendencias
desordenadas, también nos protege de nuestra propia debilidad moral, nos libera de nuestras
inclinaciones actuales y deseos momentáneos, buscando al mismo tiempo, elevar el nivel de las
motivaciones que posean eficazmente para nosotros.
De este modo la ley debe ser trascendida, superada, para logra hacer las cosas no con premios y castigos
sino por convicciones al bien común. A esto hay que añadir que la virtud será el patrón interno y
subjetivo de nuestros actos- el carácter o forma de ser del mismo sujeto. En otras palabras al patrón
interno y subjetivo que es la virtud, le corresponde sustituir a ese patrón externo y objetivo, que es la ley.
De lo contrario cuanto menor es la virtud de los ciudadanos, más severas, numerosas y prolijas
necesitan ser las leyes, para que la vida en común se mantenga.
La clase de sociedad, habla de las clases de leyes vigentes existentes. Cuando una ley es moralmente
positiva, es cuando hace mejores ciudadanos y facilita a ellos el desarrollo de la virtud.
B) El derecho: participación en lo común
El derecho es el objeto de la justicia, mientras que la ley es el objeto de la prudencia y constituye una de
las razones o medidas del derecho. El derecho es dar al otro la misma cosa o realidad justa.
La justicia es el hábito o virtud de dar a cada uno lo suyo, y el derecho es el objeto de esta virtud, es
decir, es lo dado a otro en el acto de justicia, en el acto que consiste en dar a otro lo que es de suyo.
El derecho es lo suyo de cada uno, lo que a cada uno le corresponde, como propio, y darle esto a otro,
darle su derecho o lo suyo constituye un acto de justicia. Para que una acción sea justa, tiene que haber
un objeto que lo especifica que es el derecho.
El derecho es en principio de conocimiento, el derecho surge de la sociedad, es una realidad
esencialmente social.
El derecho surge como distribución de lo común; como atribución o asignación a cada uno de algo
relativo a lo común, como lo suyo propio. Para conocer el derecho, es necesario conocer previamente
qué es lo común y cuál es la relación de cada sujeto particular con lo común.
Para que lo común pueda ser distribuido en la forma de una asignación a cada uno de algo
verdaderamente propio, es preciso que los sujetos participantes sean verdaderamente distintos y
separables entre sí, que cada uno constituya para los demás otro.
Para reconocer el derecho de uno, para reconocer algo como lo suyo de alguien, es preciso, en primer
lugar, reconocerlo a él. Y reconocer a alguien significa conocer también en él, como uno de nosotros,
como otro en el nosotros; este reconocimiento le corresponde tener parte en lo nuestro, le corresponde
algo relativo a lo común. El derecho constituye la realización efectiva del carácter que posee el bien
común.
El derecho no es para otorgar y satisfacer intereses individuales, se otorga para hacer un bien que es
superior a lo individual, un bien que solo lo es si es de todos.
El carácter social del derecho implica que, estrictamente hablando no existen derechos individuales. El
hombre no es sujeto de derechos en cuanto individual, sino en cuanto miembro de alguna comunidad, en
cuanto participe de un bien común. El derecho es lo que se tiene por relación de los demás, ante otros y
con respecto a otros. No basta que algo sea bueno, deseable o incluso, necesario, para que sea un
derecho. Un bien no constituye un derecho por el mero derecho de ser un bien. Par que algo tenga la
condición de derecho es preciso que pueda ser tenido por uno, siendo, a la par e indisociablemente,
debido a ese uno por otros.
El derecho, lo justo es aquello que igual o ajusta a dos o más sujetos en una relación. Ejemplo, el precio
que paga el comprador, iguala a este en su relación con el vendedor.
Si el bien común es el fundamento del derecho, también lo es del castigo impuesto a quienes incumplen
la ley o vulnera el derecho. La pena justa, la pena merecida por el delincuente, es el derecho de este, es
lo que le corresponde como lo suyo o propio con respecto al bien común. El castigo por el delito no
consiste solo en la retribución o indemnización de la víctima, que es lo que exige la justicia
conmutativa, la justica entre sujetos particulares; incluye también lo que constituye propiamente a la
pena.
El delito no solo daña a la víctima particular, sino también al orden colectivo. Mediante el castigo el
orden colectivo queda restablecido reafirmando en su validez y vigencia. La reintegración social de la
víctima, implica necesariamente la reintegración social del agresor, siendo este castigado por la
sociedad, puede decirse con verdad que la finalidad de la pena es la reinserción social del delincuente.
Aristóteles afirma que la justicia perfecta, es la justicia política, y que otra clase de justicia solo es
justicia en cierto sentido o por analogía. El derecho estricto, lo justo en absoluto solo se da entre sujetos
libres e iguales y estas notas son las que caracterizan a los ciudadanos de la polis. Desarrollando esta
misma idea Santo Tomas comenta que no puede haber justicia o injustica por parte de alguien con
respecto a sus propias cosas; es el caso de los amos y los esclavos, del padre y los hijos, pues el esclavo
y el hijo son como parte del amo y del padre. Entro de ámbito doméstico, no puede hablarse
estrictamente de derechos.
La perfecta alteridad solo seda entre sujetos libres e iguales que significa estar ante el otro como otro
más, el derecho estricto y perfecto.
El contenido de la ley política no es determinar la medida de lo propio a cada uno, sino establecer la
medida de lo común a todos.
Para que exista orden jurídico, hace falta que exista primero orden político, que significa armonía y
estabilidad, lógica interna y limitación del cambio.
En definitiva, el orden jurídico que es tal perfecta y verdaderamente, solo se da en el seno de la polis.
Un orden Jurídico autentico, que contiene derechos que lo son en sentido estricto y absoluto, es
necesariamente el orden jurídico de una polis.

C) Dos concepciones del derecho natural.


Según Aristóteles y Santo Tomas lo justo político se divide en natural y positivo o legal.
Lo justo natural es justo en sentido pleno y absoluto. El derecho natural es también derecho el ciudadano
del que es miembro de la polis y participe del bien común político.
Se llama derecho natural a lo que es justo o adecuado a otro en virtud de la naturaleza misma de la cosa.
El derecho natural no deja de ser natural por encontrarse recogido en un código, aunque con frecuencia
se llama derecho positivo al derecho puesto por escrito, pero este no es su sentido objetivo.
En cambio el derecho positivo es lo justo o propio de otro en virtud de lo convenido o acordado. Pero
ambos tipos de derecho pertenecen a lo justo en la polis, entre ciudadanos y por esto son derecho en
sentido estricto.
El orden jurídico de la polis está compuesto de medidas o determinaciones de lo justo que proceden de
la naturaleza misma de las cosas, de los asuntos en los que se busca lo que corresponde a cada uno.
.
Derecho positivo es la determinación o medida de lo justo establecida por acuerdo entre los hombres,
cuando la naturaleza misma de los asuntos humanos – relaciones o instituciones, prácticas
compartidas…- no determina en ellos la medida de lo que significa en cada uno participar
efectivamente en tales asuntos.
Que el derecho es natural significa que es un derecho – algo concreto y real- que está fundado en la
naturaleza misma de los elementos -bienes, actividades, relaciones, comunidades, etc., que componen
la realidad concreta y practica del vivir humano en común; la cual a su vez, constituye la actualización,
social y práctica, de la misma naturaleza humana, el modo efectivo de ejercerla.
El derecho sea natural o positivo – siempre es algo real, concreto; y esta concreción supone la
concreción del bien común, del que el derecho es una forma de participación y la concreción del sujeto
del derecho.
Apelar al derecho natural no es invocar universalidades abstractas, sino acudir a la realidad en su más
acabada concreción. Frente a lo justo en general, el derecho natural supone un progreso en la
consideración concreta de lo justo. El derecho natural no es un derecho ideal, no es lo que desciende
como justo desde consideraciones olímpicas y absolutas a cerca del ser humano. Este derecho está
arraigado fuertemente en lo real.
Lo justo natural ha de ser considerado en concreto, porque, aunque los principios no varíen, aunque lo
justo en su razón formal sea igual siempre, lo justo natural, en su concreción natural y material si puede
variar. El derecho natural no es un conjunto o entramado de principios, axiomas y reglas; es un bien
concreto y verdaderamente existente, que un sujeto particular merece como suyo en el seno de una
comunidad real y concreta también.
Tratar de elabora un catálogo, universal y preciso de derechos naturales, supondría lo justo natural
como si fuera algo absolutamente fijo, cristalizado, dado previamente a las condiciones reales de la
existencia humana y por lo tanto perfectamente cognoscible desde una visión puramente teórica y
abstracta.
El derecho natural es la medida de lo justo que se desprende de la naturaleza de aquellas realidades
prácticas compartidas que tienen lugar dentro y en virtud de la polis y que constituyen la articulación
del bien común político que es realmente posible.

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