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La evaluación en educación
ÍNDICE
1. Introducción
2. Objetivos de aprendizaje
3. Breve historia del concepto de evaluación
4. Tipos de evaluación
4.1. Evaluación inicial o diagnóstica
4.2. Evaluación final o sumativa
4.3. Evaluación formativa
4.4. La evaluación procesual como síntesis de los
momentos de la evaluación
5. Características de la evaluación educativa
6. Modelos de evaluación
6.1. Modelos cuantitativos
6.2. Modelos cualitativos
6.3. Hacia un modelo integrador
7. Objetos de la evaluación
7.1. La evaluación del currículum
7.2. La evaluación del profesorado
7.3. La evaluación de centros
8. Síntesis
Autoevaluación
Actividades
Bibliografía
1. Introducción
En los ú ltimos tiempos, los estudios sobre evaluació n han alcanzado una no-
table expansió n en todo el mundo, desarrollá ndose nuevos modelos
evaluativos y nuevos objetos de la propia evaluació n. Y aú n siendo la
evaluació n una de las acciones má s propias de los sistemas educativos, ésta ha
sufrido importantes cambios en los ú ltimos añ os.
El primero es el creciente interés que cobra la misma en tantos otros secto-
res de la sociedad. Otra es su extensió n en el mismo á mbito educativo, pues se
generaliza la idea razonable de que no se debe circunscribir la evaluació n a los
alumnos, ya que la evaluació n ha de estar referida a todos los elementos que
in- tervienen en la acció n educativa.
Un nuevo cambio se refiere a la distribució n de responsabilidades relativas a
la elaboració n y selecció n de criterios y procedimientos y a la toma de decisio-
nes subsiguientes a la misma, todo lo cual se democratiza y se abre a la partici-
pació n.
También se han producido cambios respecto de las clá sicas funciones que
ha tenido hasta ahora la evaluació n y que colaboran en conferir a la educació n
las garantías de su bondad por parte de los sistemas sociales. Y esto no es má s
que una consecuencia negativa sobre el valor de los exá menes que se han
constitui- do desde hace tiempo en el eje crucial del sistema, cuando só lo
deberían ser un instrumento para el mejor funcionamiento del mismo.
PARTE III
C APÍTU L
Por ú ltimo, también ha ocurrido que la evaluació n ha resaltado el mito del O
mérito y ha legitimado al sistema escolar como reproductor del propio sistema
social en el que opera y en el que la evaluació n ocupa un lugar preeminente. En
8
este mismo sentido hay que entender la importancia de la evaluació n como fac-
tor determinante de la estructura de poder que condiciona toda relació n
educa- tiva. Segú n esta teoría, contraria a la «humanista», la evaluació n se
constituye en una funció n «opresora» frente a imposibles modos de relació n
personal entre iguales.
Frente a esta ú ltima consideració n, hoy se abre paso un tipo de evaluació n
ba- sada en el diá logo y la negociació n. El cará cter participativo y abierto de la
socie- dad actual está posibilitando la concepció n de la evaluació n basada en el
diá logo entre sus actores. Efectivamente, como señ alaba Freire (1998), el
diá logo es la forma de relació n humana y social y el medio de transformació n
del hombre y del mundo. Y aunque las partes implicadas en el diá logo no sean
necesariamente igua- les en autoridad, eso no debe impedir que exista una cierta
simetría porque cada una tiene algo que aprender de la otra y algo que
enseñ arle.
Aunque a lo largo del tema tratemos de otros objetos de la evaluació n, en un
manual de Didá ctica para maestros y futuros maestros hay que afirmar, de en-
trada, que la evaluació n de los procesos de enseñ anza aprendizaje, sea cual
fue- re el sistema educativo en vigor, ha de constituir un instrumento de acció n
pedagó gica que favorezca la mejora de todo el proceso educativo.
LA EVALUACIÓN
Didáctica
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2. Objetivos de aprendizaje
1) Reflexionar sobre las expansiones de campo que ha tenido la evaluació n,
así como sobre el desarrollo del propio concepto en la actualidad en el
que priman valores de diá logo y participació n.
2) Conceptuar la evaluació n como un proceso y dar un sentido global a la
misma, generando suficientes criterios para realizar prá cticas evaluadoras
coherentes en los centros educativos.
3) Distinguir entre los diferentes momentos de la evaluació n y las
funciones respectivas.
4) Presentar los principales modelos o paradigmas de evaluació n, con el fin
de que el estudiante aprecie las diferencias entre los métodos y prá cticas
evaluadoras de uno y otro modelo.
5) Plantear los rasgos generales de otros á mbitos de la evaluació n: del
currí- culum, de los centros, y de los profesores, como á mbitos PARTE III
importantes en el á mbito educativo, junto a la evaluació n de los C APÍTU L
alumnos. O
1) La evaluació n es un proceso.
2) Evaluar no es medir o recoger informació n, sino también valorar la
infor- mació n recogida.
3) Los objetivos son un criterio de referencia para evaluar
Má s tarde Cronbach (1963), rechazando el planteamiento tyleriano de los
objetivos previamente establecidos, coloca como punto de partida de la evalua-
ció n el tipo de decisió n a la que la evaluació n pretende servir y la define como
«el proceso de recopilación y utilización de la información para tomar decisiones».
Scriven (1967) que describe la evaluació n como el «proceso por el que se de-
termina el mérito o valor de alguna cosa», reitera el valor prioritario de las deci-
siones, pero realiza otras aportaciones conceptuales interesantes distinguiendo
entre evaluació n formativa y evaluació n sumativa, conceptos que má s tarde tra-
taremos.
Cronbach y Scriven hablan ya de una evaluació n má s sistemá tica, con fines
también heurísticos y orientadores al tiempo que rechazan abiertamente la na-
turaleza crítica de la evaluació n y abogan por un planteamiento del evaluador
como «un educador cuyo éxito ha de ser juzgado por lo que los demás aprenden»
(Cronbach,1980), má s que como un juez que decide quién actú a bien o mal.
Mager (1962) la define como el «acto de comparar una medida con un es-
tándar y emitir un juicio basado en la comparación».
Otros dos prestigiosos especialistas, Stufflebeam y Shinkfield (1987), nos
proporcionan una definició n bastante comprensiva y pró xima al concepto
actual de avaluació n, como «el proceso de identificar, obtener y proporcionar
informa- ción útil y descriptiva acerca del valor y el mérito de las metas, la
planificación y la realización de un objeto determinado, con el fin de servir de
guía para la toma de decisiones, solucionar los problemas de responsabilidad y
promover la compren- sión de los fenómenos implicados».
Igualmente conocida es la de Tenbrick (1984): «proceso de obtener información
y usarla para formar juicios que a su vez se utilizarán en la toma de decisiones».
La conexió n entre la evaluació n y la toma de decisiones en educació n es un
principio ampliamente aceptado por la evaluació n moderna, siendo el principal
representante de esta propuesta Stufflebeam (1987), el cual define la
evaluació n como el proceso de delinear, obtener y proveer informació n ú til
para juzgar en- tre alternativas su decisió n. En cualquier caso, en las
definiciones que hemos aportado aparecen tres constantes: 1) obtenció n de
informació n; 2) formulació n de juicios y 3) toma de decisiones.
En una línea muy similar, Guba y Lincoln (1981) sugerían que la evaluació n
«de interés naturalista» debe ser implementada a través de un proceso que in-
cluya los siguientes cuatro estadios:
1) Iniciació n y organizació n de la evaluació n.
2) Identificació n de las cuestiones principales e interrogantes a plantear.
La evaluación en
4. Tipos de evaluación
Las mú ltiples perspectivas bajo las que puede ser considerada la evaluació n,
así como las funciones que en cada caso pueda cumplir, han dado lugar a dife-
rentes denominaciones o tipos de evaluació n:
1) En funció n del agente evaluador:
a) Interna: Es la que se realiza desde el punto de vista del protagonista
(sea un centro, los profesores o los propios alumnos).
b) Externa: Es aquella que efectú a el docente o, en su caso, el experto en
evaluació n, utilizando técnicas adecuadas, tratando de comprobar lo
encomendado.
Cuando combinamos la evaluació n externa con la interna para evaluar un
centro en su conjunto, por ejemplo, las aportaciones de mayor valor no
tie- nen por qué ser del evaluador externo ni tampoco del que se autoevalú a
(sea centro, alumno o profesor) o evaluador interno. Lo má s probable es
que como mejor aparezca la verdad sea a través del diá logo entre las
partes.
Didáctica
Tabla 8.2. Clasificación de los tipos de evaluación según sus finalidades y momentos.
tuació n en que se encuentra cada uno de los alumnos en relació n con la conse-
cució n de los objetivos propuestos. La toma de decisiones se orienta a la certi-
ficació n y o promoció n.
Este tipo de evaluació n pretende recoger datos que nos permitan emitir jui-
cios de valor sobre la validez del proceso seguido y sobre la situació n en que se
encuentra cada uno de los alumnos en relació n con la consecució n de los obje-
tivos propuestos. Ademá s la informació n que nos proporciona la evaluació n fi-
nal nos ha de servir para reorientar y mejorar el proceso de aprendizaje y para
detectar necesidades propias de aquellos alumnos que requerirá n el diseñ o de un
tipo específico de intervenció n pedagó gica.
En nuestra opinió n, se ha de considerar estrechamente vinculada a la
forma- tiva ya que ha de permitir el aná lisis y la valoració n de todo el proceso
educati- vo. Como es ló gico, se realiza al final de etapa, ciclo, o unidad didá ctica
para comprobar el logro de los objetivos didá cticos propuestos.
4.3.Evaluación formativa
La evaluació n formativa pretende modificar y perfeccionar, durante el
mismo proceso a evaluar, todo lo que no se ajusta al plan establecido o se aleja
de las metas fijadas. En su planteamiento formativo, la evaluació n es usada
para apo- yar o reforzar el desarrollo continuado de un programa o persona
con el fin de provocar la reorientació n de la conducta de cada uno. En
PARTE III
C APÍTU L
educació n supondría evaluar el proceso completo que el alumno sigue en sus O
tareas para introducir, sobre la marcha del mismo, las modificaciones
oportunas, que podrá n referirse a la intervenció n del profesor, al ajuste de la 8
temporalizació n, a cambio de acti- vidades, etc.
Este tipo de evaluació n requiere aplicar estrategias e instrumentos diversos
que permitan determinar el punto donde se encuentra el alumno antes de
plan- tear una nueva situació n de aprendizaje. La prá ctica de esta evaluació n se
con- creta, frecuentemente, con el uso de la observació n sistemá tica con el fin
de facilitar la obtenció n de informació n que permita actuar en el proceso de
desa- rrollo de las capacidades del alumnado.
quiere, por un lado, una supervisió n constante del aprendizaje del alumno y, por
otro, la adaptació n y regulació n recurrente de la respuesta educativa a esas
con- diciones de aprendizaje que se detecten en cada momento. Ahora bien, no
to- da la evaluació n «continua» es siempre «procesual»; así como tampoco la
dimensió n «formativa» de la evaluació n deriva ú nicamente de la valoració n de
los procesos internos y propios del aprendizaje de cada alumno. En un sentido
má s restringido, la característica auténticamente distintiva del concepto de eva-
luació n procesual reside en su propio objeto: los procesos internos y las
estrate- gias de aprendizaje que posibilitan las sucesivas adquisiciones
educativas.
A partir de las aportaciones de las teorías cognitivas y constructivistas del
aprendizaje, los nuevos enfoques de la evaluació n educativa se dirigen, no solo
a comprobar si el alumno ha asimilado unos determinados contenidos, sino so-
bre todo a valorar si esos contenidos han facilitado el desarrollo de
capacidades o componentes cognitivos (procesos, conocimientos previos,
estrategias, destre- zas...) que hacen posible la adquisició n de una capacidad en
particular o la ca- pacidad general de aprender a aprender.
Es este sentido «restringido» el que nos puede mostrar el camino má s
só lido para superar la supuesta antinomia procesual-final. La evaluació n sumativa
o final está dirigida a determinar el grado de dominio del alumno en un á rea de
apren- dizaje. La evaluació n procesual puede ser, sin embargo, inicial,
progresiva o final, segú n el momento en que evaluemos los procesos,
conocimientos y estrategias de aprendizaje que requiere la asimilació n de unos
contenidos o el desarrollo de una capacidad (Blá zquez y otros, 1998b).
En cualquier caso, todos los momentos de la evaluació n se han de
considerar estrechamente vinculados; no se puede considerar la evaluació n
sumativa sin vin- cularla a la formativa, dado que esta permite el análisis y
valoració n de todo el pro- ceso educativo, ni se entiende bien la inicial sin la final
y viceversa. Del mismo modo que la procesual, como indica su denominació n,
afecta a todo el proceso.
8
Criterio del proceso de evaluación
Proceso transparente.
Utilización de fuentes de información diversas.
Evaluación contrastada por varios evaluadores y desde diversas perspectivas.
Concreción del proceso de evaluación.
6. Modelos de evaluación
Cada modelo de evaluació n parte de unos presupuestos teó ricos que
definen su concepció n sobre la enseñ anza, y debe proponer unos
procedimientos meto- doló gicos coherentes con los puntos de partida.
Bá sicamente dos son los grandes bloques de modelos en los que se ha cen-
trado la atenció n de los epistemó logos: los modelos cuantitativos y los modelos
cualitativos. Cada uno de ellos se fundamenta en paradigmas distintos que im-
plican distintas concepciones de la realidad, diversas maneras de entender la
ciencia o la naturaleza del conocimiento científico e incluso de los procedi-
mientos para comprender los fenó menos humanos.
Los modelos cuantitativos se centran bá sicamente en la evaluació n de
logros de los objetivos, desde una concepció n un poco empobrecida de la
evaluació n, que solo está interesada en los rendimientos académicos, teniendo
muy poco en cuenta los procesos ocurridos para llegar a ello.
Los modelos cualitativos se dirigen a valorar los procesos má s que los resul-
tados e intenta valorar los hechos humanos tal como se viven en su propio con-
texto.
Nosotros presentaremos los rasgos esenciales de uno y otro modelo,
aunque dada la complejidad que presentan los fenó menos educativos es
necesario recu- rrir a ambos, porque bien empleados en muchos de los
problemas de la evalua- ció n, pueden complementarse.
6.1.Modelos cuantitativos
Como consecuencia del desarrollo de perspectivas cuantitativas y dentro del
paradigma «tecnoló gico», se pueden distinguir distintos modelos de
evaluació n:
1) por objetivos de comportamiento y 2) toma de decisiones. A continuació n
resumiremos las características principales de cada uno de ellos.
1) El modelo de evaluación por objetivos de comportamiento. Este ha sido el
modelo má s divulgado y utilizado por los docentes, pero a la vez el má s
criticado porque los comportamientos externos, que es su principal obje-
LA EVALUACIÓN
Se debe de llevar a cabo bajo
Condicionante
que son Característica
que son
No
Adecuarse a
se
Objetivida
Conseguir
No solo Buscar el
coinciden interés
La evaluación en
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con el fin de
opciones
individual
a través del
PARTE
255
8
Didáctica
6.2.Modelos cualitativos
Como consecuencia de la presió n de las perspectivas cualitativas, y debido a
las carencias sentidas en determinados aspectos en el paradigma cuantitativo, se
han originado distintos modelos de corte cualitativo: 1) crítica artística; 2) eva-
luació n respondiente; 3) evaluació n iluminativa; 4) el modelo del «estudio de
casos» y 5) los modelos «políticos» basados en la negociació n de «evaluació n
de- mocrá tica».
Con estas y otras acepciones o formas, segú n destaque uno u otro de los va-
riados aspectos que encierra, se presenta la evaluació n cualitativa. Así, se la de-
signa también como:
1) Interpretativa. Se interesa por los significados, que son interpretados a
partir de la observació n y la voz (narració n) de los agentes/actores.
2) Naturalista. Trata de captar las realidades y acciones en la forma en que
se presentan o suceden.
3) Fenomenológica. Intenta conocer los hechos humanos a través de la
expe- riencia humana, tal y como ha sido vivenciada.
4) Descriptiva. Pretende una representació n detallada y completa de los
hechos.
La evaluació n cualitativa se caracteriza, segú n Bolívar (1998), por:
1) Dirigirse a los procesos má s que a los resultados.
2) Comprender las acciones humanas, los valores, creencias y significados
de las personas que están inmersas en la situació n evaluada.
3) Valorar el progreso del alumno y no tanto el cumplimiento de los objeti-
vos predeterminados de antemano.
La evaluación en
2
Con las á reas y materias del currículum se pretende que todos los alumnos y las alumnas al-
cancen los objetivos educativos y, consecuentemente, las competencias básicas. No obstante, no
existe una relació n unívoca entre la enseñ anza de determinadas á reas o materias y el desarrollo de
ciertas competencias. Cada una de las áreas contribuye al desarrollo de diferentes competencias y,
a su vez, cada una de las competencias básicas se alcanzará como consecuencia del trabajo en va-
rias áreas o materias.
Didáctica
8. Síntesis
Independientemente del eco y la extensió n de la evaluació n a otros sectores
y á mbitos en la actualidad, la misma ha de concebirse hoy como un proceso sis-
temá tico de obtenció n de informació n con el fin de tomar decisiones en orden
a mejorar el objeto evaluado (sean centros, programas, profesores o alumnos).
Planeando sobre las aconsejables evaluació n inicial (diagnó stico) y final (suma-
tiva o sancionadora) debe estar siempre el sentido formativo de la evaluació n
que la entiende como proceso de mejora. O la denominada «procesual» que la
concibe como un proceso continuo e ininterrumpido. Diferentes concepciones
de lo que es evaluar, unas má s técnicas y otras más interpretativas o naturalistas
están dando paso a procesos de evaluació n democrá ticos o negociados con la
participació n de todos los agentes implicados.