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TEORIA HUMANISTA

La teoría humanista de la personalidad de Carl Rogers enfatiza la importancia de


la tendencia hacia la autorrealización en la formación del auto concepto. Según
Rogers el potencial del individuo humano es único, y se desarrolla de forma única
dependiendo de la personalidad de cada uno. Carl Rogers propone la idea de que
la personalidad de cada individuo puede analizarse según el modo en el que se
acerca o se aleja a un modo de ser y vivir la vida al que él pone la etiqueta de
persona altamente funcional. Las personas altamente funcionales se caracterizan
por estar en un proceso constante de auto actualización, es decir, búsqueda de un
ajuste casi perfecto con los objetivos y las metas vitales. Este proceso de
desarrollo personal se encuentra en el presente, por lo que siempre está en
funcionamiento. De este modo, la personalidad de las personas altamente
funcionales es, para Carl Rogers, un marco en el que fluye en tiempo real un
modo de vivir la vida que se adapta a las circunstancias constantemente.

Según Carl Rogers, los rasgos de la personalidad que definían a las personas
altamente funcionales están definidos según las siguientes cinco características.

-APERTURA A LA EXPERIENCIA: La personalidad de las personas


altamente funcionales, según Carl Rogers, muy abierta a la experiencia, en un
sentido amplio. No adopta una actitud defensiva por defecto ante lo desconocido,
sino que prefiere explorar nuevas posibilidades. Es por eso que este tipo de
personalidad se define por la aceptación de las emociones asociadas a lo que se
está viviendo, la no evitación de las "emociones negativas" y la adopción de
actitudes receptivas ante situaciones que no son claramente peligrosas.

-ESTILO DE VIDA EXISTENCIAL: Esta característica tiene que ver con la


tendencia a asumir que es uno mismo quien ha de otorgar sentido a las
experiencias que se viven en cada momento, a través de un proceso de creación
de significado. De este modo, se deja que el modo de vivir el día a día sea
espontáneo, creativo, sin intentar que todo lo que se percibe encaje a la fuerza en
esquemas preconcebidos. El estilo de vida asociado a este tipo de personalidad,
para Carl Rogers, se caracteriza por evitar la tendencia a prejuzgar. No se analiza
el presente como algo que debe ser explicado totalmente por las vivencias del
pasado, sino que se vive plenamente.
-CONFIANZA EN UNO MISMO: Para Carl Rogers, el hecho de abrazar una
manera libre de vivir la vida conlleva fiarse del propio criterio y la propia manera de
tomar decisiones por encima de cualquier otro referente. La idea es que, como
nadie conoce mejor que uno mismo la propia manera de vivir la vida, no se tiende
a apoyarse en códigos de comportamiento impuestos desde instancias externas.

-CREATIVIDAD: El hecho de que las personas altamente funcionales de Carl


Rogers sean enemigas de los dogmas y las convenciones hace que miren más
allá de lo considerado como "normal". Esto proporciona las bases necesarias para
que puedan desarrollar su creatividad.

-LIBERTAD DE ELECCIÓN: El modo de ser creativo e innovador de la


personalidad altamente funcional teorizada por Carl Rogers hace que estas
personas sean capaces de encontrar nuevas opciones de comportamiento allí
donde aparentemente solo hay unas pocas. Esto define el carácter inconformista
de este tipo de personalidad, que es capaz de resolver paradojas en las que hay
una aparente contradicción entre las opciones que a priori parecen disponibles.

-CARÁCTER CONSTRUCTIVO: Este tipo de personalidad muestra una gran


facilidad para dar respuesta a todas las necesidades de manera equilibrada, de
manera que las crisis son aprovechadas como oportunidades para construir
nuevas oportunidades y encontrar maneras de alcanzar niveles de bienestar.

-DESARROLLO PERSONAL: El desarrollo personal es el motor vital de las


personas altamente funcionales. Se vive como un proceso de cambio constante,
en el que nunca se alcanza una meta final definitiva sino que se va pasando de
una etapa a otra.

LA TEORIA DE C.R. Rogers

La obra de Rogers se encuentra suficientemente representada en dos obras


fundamentales, “Psicoterapia centrada en el cliente” (1952) y “El proceso de
convenirse en persona” (1961). La teoría de Rogers es de las clínicas, basada en
años de experiencia con pacientes. Rogers comparte esto con Freud, por ejemplo,
además de ser una teoría particularmente rica y madura (bien pensada) y
lógicamente construida, con una aplicación amplia. Sin embargo, no tiene nada
que ver con Freud en el hecho de que Rogers considera a las personas como
básicamente buenas o saludables, o por lo menos no malas ni enfermas. En otras
palabras, considera la salud mental como la progresión normal de la vida, y
entiende la enfermedad mental, la criminalidad y otros problemas humanos, como
distorsiones de la tendencia natural. Además, tampoco tiene que ver con Freud en
que la teoría de Rogers es en principio simple.

En este sentido, no es solo simple, sino incluso ¡elegante! En toda su extensión, la


teoría de Rogers está construida a partir de una sola "fuerza de vida" que llama
la tendencia actualizaste. Esto puede definirse como una motivación innata
presente en toda forma de vida dirigida a desarrollar sus potenciales hasta el
mayor límite posible. No estamos hablando aquí solamente de sobrevivencia:
Rogers entendía que todas las criaturas persiguen hacer lo mejor de su existencia,
y si fallan en su propósito, no será por falta de deseo.

Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros motivos
que los demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué necesitamos agua,
comida y aire?; ¿por qué buscamos amor, seguridad y un sentido de la
competencia? ¿por qué, de hecho, buscamos descubrir nuevos medicamentos,
inventar nuevas fuentes de energía o hacer nuevas obras artísticas?. Rogers
responde: porque es propio de nuestra naturaleza como seres vivos hacer lo mejor
que podamos. Es importante en este punto tener en cuenta que a diferencia de
cómo Marlow usa el término, Rogers lo aplica a todas las criaturas vivientes. De
hecho, algunos de sus ejemplos más tempranos ¡incluyen algas y hongos!
Piénsese detenidamente. ¿No nos sorprende ver cómo las enredaderas se buscan
la vida para meterse entre las piedras, rompiendo todo a su paso; o cómo
sobreviven los animales en el desierto o en el gélido polo norte, o cómo crece la
hierba entre las piedras que pisamos?

También, el autor aplica la idea a los ecosistemas, diciendo que un ecosistema


como un bosque, con toda su complejidad, tiene mucho mayor potencial de
actualización que otro simple como un campo de maíz. Si un simple bichito se
extinguiese en un bosque, surgirán otras criaturas que se adaptarán para intentar
llenar el espacio; por otro lado, una epidemia que ataque a la plantación de maíz,
nos dejará un campo desierto. Lo mismo es aplicable a nosotros como individuos:
si vivimos como deberíamos, nos iremos volviendo cada vez más complejos, como
el bosque y por tanto más flexiblemente adaptables a cualquier desastre, sea
pequeño o grande. No obstante, las personas, en el curso de la actualización de
sus potenciales, crearon la sociedad y la cultura. En sí mismo esto no parece un
problema: somos criaturas sociales; está en nuestra naturaleza. Pero, al crear la
cultura, se desarrolló una vida propia. En vez de mantenerse cercana a otros
aspectos de nuestras naturalezas, la cultura puede tornarse en una fuerza con
derecho propio. Incluso, si a largo plazo, una cultura que interfiere con nuestra
actualización muere, de la misma manera moriremos con ella.

Entendámonos, la cultura y la sociedad no son intrínsecamente malas. Es un poco


como los pájaros del paraíso de Papúa en Nueva Guinea. El llamativo y colorido
plumaje de los machos aparentemente distrae a los depredadores de las hembras
y pequeños. La selección natural ha llevado a estos pájaros a cada vez más y más
elaboradas alas y colas, de forma tal que en algunas especies no pueden ni
siquiera alzar el vuelo de la tierra. En este sentido y hasta este punto, no parece
que ser muy colorido sea tan bueno para el macho, ¿no? De la misma forma,
nuestras elaboradas sociedades, nuestras complejas culturas, las increíbles
tecnologías; esas que nos han ayudado a prosperar y sobrevivir, puede al mismo
tiempo servirnos para hacernos daño e incluso probablemente a destruirnos.

INTRODUCCION A LA TEORIA HUMANISTA DE C.R


ROGERS

Además del psicoanálisis, otros enfoques de orientación humanista han abordado


también el análisis de los procesos internos pero desde una óptica diferente y
discrepante con los supuestos psicoanalíticos.

Estos enfoques humanistas tienen como características comunes, (1) el énfasis en


los aspectos subjetivos (2) el influjo de filosofías relacionadas con
la fenomenología y el existencialismo, preocupadas por aspectos como el “yo”, el
“existir” o el “ser” (hasta el punto de que estas teorías son citadas con mucha
frecuencia como “fenomenológicas”); (3) el rechazo de los conceptos
motivacionales de la teoría psicoanalítica y conductista (y, así, el humanismo se
ha presentado en ocasiones como la “tercera fuerza“) por el carácter determinista
y mecanicista de ambas posiciones, así como de los supuestos de los modelos
factoriales. Desde estas posiciones se entiende que la conducta es indeterminada,
ya que, por uno de sus axiomas centrales, la persona es libre.

El concepto central de esta orientación es el del “self' o concepto de “sí mismo”,


las ideas y percepciones propias del individuo respecto a sus experiencias
personales y aspiraciones (el autoconcepto, la autoimagen). El principal autor que
representa esta postura es Carl Rogers (1902-1987), un autor eminentemente
clínico que aborda en los años 60 una formulación teórica de la personalidad en
consonancia con sus posiciones terapéuticas. Otros autores de esta orientación
serían Maslow, Mav o Frankl.

De acuerdo con esta posición humanista de la fenomenología, Rogers cree que el


individuo percibe el mundo que le rodea de un modo singular y único; estas
percepciones constituyen su realidad o mundo privado, su campo fenoménico. En
este sentido, la conducta manifiesta de la persona no responde a la realidad,
responde a su propia experiencia y a su interpretación subjetiva de la realidad
externa, en tanto la única realidad que cuenta para la persona es la suya propia.
Por tanto, si el psicólogo quiere explicar la conducta deberá tratar de comprender
los fenómenos de la experiencia subjetiva.

Esto plantea el siguiente problema: ¿es posible llegar a conocer los


acontecimientos tal como aparecen ante un (otro) determinado individuo?, ¿es
posible ver su conducta con el mismo significado psicológico que él?, en definitiva,
si cada persona vive en su propia burbuja, en su propia realidad subjetiva, ¿es
posible acceder al mundo privado de otra persona? Rogers considera que sí, que
la Psicología puede aceptar este reto, utilizando los datos que le proporciona la
relación terapéutica o interpersonal, donde es más plausible obtener información
sobre los fenómenos privados, convirtiendo a la clínica en el laboratorio
psicológico.

Así, Rogers distingue tres tipos de conocimiento que difieren fundamentalmente


en el modo de verificar hipótesis: el conocimiento subjetivo (basado en hipótesis a
partir de la experiencia interior, es un conocimiento falible), el conocimiento
objetivo (las hipótesis se confrontan y verifican con el medio externo. Este método
transforma todo lo que estudia en “objeto”, y su objetividad no es en verdad sino
una “subjetividad compartida” por una comunidad amplia; así, la objetividad no es
sino un caso particular de la subjetividad), y el conocimiento interpersonal o
fenomenológico. Este último es el conocimiento idóneo para el psicólogo. Gracias
a él tenemos acceso al mundo subjetivo de otra persona. Para validar este tipo de
conocimiento, podemos seguir varios caminos: preguntar al otro por su
experiencia, observar sus gestos y su modo de reaccionar, y, finalmente, y sobre
todo, podemos crear un clima empático entre los dos, en donde los dos mundos
se conecten y se fundan en un solo mundo (empatizar: simpatizar, identificarse,
comprender, pero no desde fuera, sino convirtiéndose en lo
comprendido), permitiendo que se revele el marco de referencia interno (el campo
fenomenológico) del otro (el psicólogo debe crear este ambiente de empatía en su
gabinete entre él y el “cliente” -no hay “pacientes “, no hay superiores, sólo hay
dos personas conociéndose). Este método es el sugerido por Rogers para hacer
una ciencia psicológica significativa.
Siguiendo este proceso, Rogers parte de sus numerosas observaciones clínicas
(grabaciones magnetofónicas, etc.) procurando eliminar todos los prejuicios
subjetivos y formula hipótesis capaces de ser sometidas a verificación en un
intento por conjugar los fenómenos subjetivos con la investigación objetiva. De
esta forma, se dedica a investigar cómo las relaciones interpersonales provocan
cambios en la gente, y qué características debe tener la relación terapéutica (que,
al fin y al cabo, no es más que una relación entre dos personas) para producir los
cambios que interesan. Rogers fue, quizás, el primer autor que intentó estudiar de
forma objetiva el tema de la eficacia terapéutica, buscando establecer
conclusiones del tipo “si se dan estas características de la relación interpersonal,
entonces ocurrirán cambios terapéuticos en esta dirección”. Así, Rogers considera
que su teoría es, en primer lugar, una teoría de la psicoterapia y del proceso de
cambio de la conducta humana a través de las relaciones interpersonales, de la
cual puede derivarse una teoría de la personalidad. Como teoría de la
Personalidad, la teoría de Rogers es parcial, restringida y, al igual que ocurría con
la de Freud, deriva de la práctica clínica (si bien más abundante y eficaz que la
de Freud). Rogers admite y previene que a medida que nos alejamos del foco
terapéutico de la teoría la posibilidad de cometer errores va en aumento.

BIOGRAFIA
Carl Rogers nació el 8 de enero de 1902 en Oak Park, Illinois, uno de los
suburbios de la ciudad de Chicago. Era hijo de Walter Rogers, quien se dedicaba
a la ingeniería civil, y Julia Cushing, que profesaba la fe baptista y se quedó toda
la vida en casa para cuidar a sus hijos. Carl era el cuarto de seis hermanos, y sus
lazos familiares fueron muy intensos durante su infancia. Rogers destacó por su
inteligencia ya desde sus primeros años de vida. Por ejemplo, aprendió a leer por
su cuenta antes de ingresar a la guardería. Por otro lado, debido a que recibió una
educación muy estricta y basada en la religión, se convirtió en una persona muy
disciplinada e independiente, aunque también algo aislado.

La educación que recibió Carl Rogers durante sus primeros años hizo que se
interesase por el método científico y los descubrimientos prácticos que este podía
aportar. En un principio comenzó a estudiar agricultura en la universidad de
Wisconsin, aunque también recibió cursos en religión e historia. Sin embargo,
poco después Rogers comenzó a dudar de sus convicciones religiosas, y acabó
abandonando la teología y declarándose ateo. En 1928 se graduó en un máster de
educación en la facultad de enseñanza de la universidad de Columbia; y en 1931
obtuvo su doctorado en la misma escuela. Mientras obtenía este último título,
empezó a realizar estudios psicológicos con niños.
En 1930 Carl Rogers trabajó como director de la Sociedad para la Prevención de
la Crueldad con los Niños en Rochester, Nueva York. Más tarde, entre 1935 y
1940 ejerció de profesor en la universidad local; y durante este tiempo escribió el
libro El tratamiento clínico de los niños problemáticos (1939), en base a su
experiencia trabajando con niños con distintos tipos de problemas.A nivel de
terapia, en un principio se basó en el enfoque post-freudiano que propuso por
primera vez Otto Rank, y que terminó de desarrollar su alumno Jessie Taft, quien
era muy famoso en su época debido a su trabajo clínico y como profesor. Una vez
que adquirió más experiencia, en 1940 Rogers ejerció como profesor de psicólogo
clínico en la universidad de Ohio, donde escribió el libro Counseling y
psicoterapia (1942).

En esta obra, el psicólogo propuso la idea de que el cliente podría beneficiarse


mucho más de las terapias recibidas si estableciese una relación cordial y de
respeto con su terapeuta. De esta manera, mediante la aceptación y comprensión
del profesional, el paciente podría obtener los insights que necesita para cambiar
su vida a mejor. En 1945, Carl Rogers abrió un centro de consulta en la propia
universidad de Chicago; y en 1947, fue elegido presidente de la Asociación
Americana de Psicología (APA). Durante esta época, su mayor aportación fue la
realización de varias investigaciones que le permitieron demostrar la efectividad de
sus métodos terapéuticos. También escribió varias obras, entre las que
destacó Terapia centrada en el cliente (1951).

Durante los siguientes años de su vida, Carl Rogers siguió impartiendo clases en
diferentes universidades y realizando procesos de terapia con numerosos
pacientes. Junto con Abraham Maslow, fundó lo que más adelante se conocería
como «psicología humanista», que alcanzó una gran popularidad durante la
década de 1960. Rogers continuó dando clases en la universidad de Wisconsin
hasta 1963. En ese momento, entró a formar parte de la plantilla del Instituto
Western de Ciencias del Comportamiento (WBSI) en La Jolla, California. Allí
permaneció durante el resto de su vida, tanto impartiendo terapia como dando
charlas y escribiendo numerosas obras.

En esta época de su vida, algunos de sus libros más importantes fueron Carl


Rogers sobre el Poder Personal (1977) y Libertad para Aprender para los
80 (1983). En esta última obra, el investigador exploró cómo se podían aplicar sus
teorías a situaciones en las que existiese opresión o conflicto social, un tema al
que dedicó gran parte de los últimos años. En este sentido, Rogers actuó como
diplomático en gran cantidad de conflictos internacionales, viajando por todo el
mundo para conseguirlo. Por ejemplo, ayudó a cerrar la brecha entre los
irlandeses católicos y protestantes; y en Sudáfrica jugó un papel importante en el
conflicto entre la población blanca y la de color.Carl Rogers murió en 1987, tras
sufrir una caída en la que se fracturó la pelvis. A pesar de que pudo ser trasladado
a un hospital cercano y recibió una operación exitosa, al día siguiente sufrió un
fallo multiorgánico y perdió la vida. Sin embargo, hoy en día sigue siendo
considerado como una de las figuras más importantes de todo el campo de la
psicología clínica.

POSTULADOS INICIALES DE LA TEORIA


ROGERIANA

Rogers comienza exponiendo algunas de sus convicciones básicas, de las que la


más significativa es su defensa de la subjetividad del individuo “cada persona vive
en su mundo específico y propio, y ese mundo privado es el que interesa a la
teoría, ya que es el que determina su comportamiento”.

- Todo individuo vive en un mundo continuamente cambiante de experiencias, de


las cuales él es el centro. El individuo percibe sus experiencias como una realidad,
y reacciona a sus percepciones. Su experiencia es su realidad. En consecuencia,
la persona tiene más conciencia de su propia realidad que cualquier otro, porque
nadie mejor puede conocer su marco interno de referencia (a diferencia
del individuo ignorante de sí mismo que suponía Freud). Esto no implica que cada
persona se conozca plenamente; pueden existir zonas ocultas o no conocidas que
se revelarán en terapia, pero en ningún caso el terapeuta irá por delante del propio
cliente en el conocimiento del mismo. Nadie tiene mejor acceso al campo
fenomenológico que uno mismo.

- El individuo posee la tendencia inherente a actualizar y desarrollar su organismo


experienciante, (proceso motivacional), es decir, a desarrollar todas sus
capacidades de modo que le sirvan para mantenerse y expandirse. Según este
postulado, Rogers acepta una única fuente de motivación en la conducta humana:
la necesidad innata de autoactualización (ser, ser lo que podemos llegar a ser,
ser nosotros mismos, convertir la potencia en acto). Opina que no es relevante
para una teoría de la Personalidad elaborar una relación de motivaciones
puntuales (sexo, agresividad, poder, dinero, etc.). El hombre sólo está movido por
su tendencia a ser, que en cada persona se manifestará de forma distinta.

En la tendencia a la actualización confluyen, por un lado, la tendencia a conservar


la organización, obtener alimento y satisfacer las necesidades de déficit (aire,
agua, etc.), y por otro, la tendencia a crecer y expandirse, lo que incluye la
diferenciación de órganos y funciones, la reproducción, la socialización y el avance
desde el control externo a la autonomía. Se podría considerar que el primer
aspecto guarda relación con el concepto tradicional de “reducción de la tensión”
(equilibrio), mientras que la segunda parte implicaría otro tipo de motivaciones,
como la búsqueda de tensión o la creatividad (desequilibrio que se resuelva
posteriormente en un equilibrio más complejo y maduro).

Esta tendencia a la autoactualización es considerada como una motivación


positiva que impele al organismo a progresar, y que va de lo simple a lo complejo;
se inicia en la concepción y continúa en la madurez. Tiene cuatro características
básicas: (1) es organísmica (natural, biológica, una predisposición innata), (2)
es activa (constante, los organismos siempre están haciendo algo, siempre están
ocupados en su crecimiento, aunque no lo parezca), (3) direccional o
propositiva (intencional, no es aleatoria ni meramente re activa), y (4)
es selectiva (no todas las potencialidades se realizan). “La meta que el individuo
ha de querer lograr, el fin que, sabiéndolo o no, persigue, es el de volverse él
mismo “. La evidencia que apoya esta motivación es la práctica clínica de Rogers,
que le muestra que, incluso en los casos de depresión aguda, se aprecia la
tendencia a continuar el desarrollo (se aprecia que “hay una persona intentando
nacer').

- El niño interactúa con su realidad en términos de esta tendencia a la


actualización. Su conducta es el intento del organismo, dirigido a un fin, para
satisfacer la necesidad de actualización (de ser) en el marco de la realidad, tal
como la persona la percibe (proceso conductual). La conducta supone una
satisfacción de las necesidades que provoca la actualización, tal como éstas son
percibidas en la realidad fenoménica, no en la realidad en sí. Es la realidad
percibida la que regula la conducta, más que el estímulo o realidad “objetiva”, (un
bebé puede ser tomado en brazos por una persona afectuosa, pero si su
percepción de esta situación constituye una experiencia extraña o aterradora, es
esta percepción la que influirá en su comportamiento). Así, la Psicología de la
Personalidad ha de ser ante todo Psicología de la Percepción, que estudie de qué
formas diferentes las personas forman su campo fenoménico.

La conducta es provocada por necesidades presentes, y no por eventos ocurridos


en el pasado. Las únicas tensiones y necesidades que la persona intenta
satisfacer son las presentes (sin negar que éstas tengan su origen en fenómenos
pasados; se trata del énfasis existencialista en el “aquí y ahora').

- Junto al sistema motivacional de autoactualización, existe un sistema valorativo o


regulador igualmente primario. Desde la infancia, la persona está desarrollando
permanentemente un proceso organísmico de autoevaluación que tiene como
criterio la necesidad de actualización (el ideal de actualización, de ser él mismo).
Las experiencias que son percibidas como satisfactorias de esta necesidad se
valorarán positivamente, y las no percibidas como satisfactorias se valorarán
negativamente (proceso valorativo). En consecuencia, el niño evitará las
experiencias valoradas negativamente y se aproximará a las positivas.

Su teoría se basa en los siguientes postulados:

 Visión holista y optimista del ser humano.


 El objetivo de la Psicología Humanista es comprender y mejorar la
personalidad.
 Todas las personas tienen un potencial de crecimiento y el fin de la persona
es el desarrollo de sus capacidades positivas.
 El eje vertebrador del comportamiento son los procesos motivacionales.

Para Roger lo que diferencia a una persona sana de otra desadaptada es la


calidad de la relación entre su yo (ideales, valores, expectativas, intereses) y su
experiencia. La personalidad madura y equilibrada es el resultado del proceso de
autorrealización, es decir del proceso de convertirse en persona. Esto supone
cultivarse, crecer y madurar en armonía. Luego, aunque pueda parecer un
proyecto a largo plazo, no es así, significa saber vivir el presente. La
autorrealización no es un fin sino un proceso: es saber disfrutar de la vida;
aceptarse sin apartar la posibilidad de cambiar; valorar lo que uno piensa y siente;
ser independiente, valorar las relaciones con los demás sin someterse a sus
expectativas, resolver adecuadamente los conflictos; y además, es aceptar la
responsabilidad de la propia vida.

ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD
La teoría de la Personalidad de Rogers no se caracteriza precisamente por
destacar los constructos estructurales, sino por su incidencia en los aspectos
dinámicos y de cambio. Sin embargo, dos constructos, los conceptos de
“organismo” y “self', tienen gran importancia en la teoría y pueden considerarse
como los pilares sobre los que se asienta toda ella.

El organismo se define como una totalidad gestáltica (una organización, una


forma), integrada por aspectos físicos y psíquicos que conforman la estructura
básica de la personalidad (lo que somos realmente). En este sentido, el organismo
guarda cierta similitud con el “ello” freudiano, sin que se atribuyan al organismo las
cualidades inconscientes e instintivas del ello. Para Rogers, el organismo es el
centro y lugar de toda experiencia; en él reside el campo fenoménico (realidad
subjetiva o marco de referencia individual), es decir, el conjunto total de las
experiencias (percepciones y significados), tanto simbolizadas (conscientes) como
no simbolizadas (no conscientes). Estas últimas son consideradas por Rogers
como experiencias que operan a un bajo nivel de conciencia; fenómeno que se
denomina “subcepción”. Los procesos motivacionales, conductuales y valorativo-
regulatorios vistos antes son propios del organismo.

El concepto de “self' o sí mismo es quizás más importante para el desarrollo de la


teoría que el anterior. En su definición del “self', Rogers lo describe como un todo
gestáltico y organizado de percepciones relativas a uno mismo, accesible a la
conciencia, y que alude a las propias características y capacidades, al concepto
de uno mismo en relación con los demás y al medio, a los valores, metas e
ideales, percibidos positiva o negativamente por la persona (lo que creemos
ser). En suma, el self es conceptualizado como una parte del campo fenoménico,
que funciona como una gestalt unificada, es consciente y está regido por las leyes
de la percepción.

A medida que avanza el desarrollo de la persona, una parte de la experiencia del


individuo es simbolizada como conciencia de existir y funcionar. Esta parte del
campo fenoménico se aísla y se unifica
funcionalmente (gestálticamente), constituyéndose en el self. De modo que
Rogers defiende un “self' que es una configuración de experiencias y
percepciones de uno mismo, expresadas simbólicamente como autoconcepto, y
no un agente activo, responsable de ciertas actividades como pensar, recordar o
percibir, como proponen otros autores (por ejemplo, Freud). Además del concepto
de sí mismo, tal como es percibido por el individuo en un momento determinado
(self real), Rogers tiene en cuenta el concepto de self ideal, que representa
aquello que quisiera ser y que está formado por percepciones especialmente
significativas e importantes para la persona.

DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD

De forma parecida a la referencia que hacía Freud al alma, Rogers identificó el


auto-concepto como el marco sobre el que la personalidad se desarrolla. Todas
las personas tienen el propósito de buscar congruencia (equilibrio) en tres áreas
de sus vidas. Este equilibrio se consigue con la auto-actualización. Estas tres
áreas son la autoestima, la autoimagen o imagen de ti mismo y el Yo ideal.
“Creo que la buena vida no es un estado fijo. No es, desde mi punto de vista, un
estado de virtud o satisfacción, nirvana o felicidad. No es una condición en la que
el individuo esté ajustado o actualizado. La buena vida es un proceso, no un
estado. Es una dirección, no un destino. La dirección es aquella que ha sido
seleccionada por todo el organismo, aquella en la que hay libertad psicológica
para moverse en cualquier dirección” Rogers, 1961

La auto-actualización es imposible si estas tres imágenes, especialmente la


autoimagen y el Yo ideal, no se solapan. A esto se le llama una visión
incongruente de uno mismo y, en este caso, el rol del terapeuta sería transformar
esta visión en una más congruente, ajustando la percepción que la persona tiene
de la imagen de sí mismo y su autoestima, así como construyendo un Yo ideal
más realista para que pueda conseguirse más fácilmente.

El proceso de auto-actualización llevará a un solapamiento cada vez mayor entre


estas áreas y contribuirá a la satisfacción de la persona con su vida. Según los
esquemas de Carl Rogers, cada una de las tres áreas tiene tareas específicas.
Hasta que una persona consiga la auto-actualización, las tres áreas se
mantendrán fuera del equilibrio en cuanto a cómo se relacionan con el mundo.
Rogers hizo énfasis en el hecho de que, en lo que se refiere a la auto-
actualización, la personalidad de cada persona es única; hay muy pocas
personalidades hechas con el mismo patrón. Rogers también trajo a la discusión
terapéutica la idea de una visión holística de las personas.

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