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Universidad de los Andes-Táchira

“Dr. Pedro Rincón Gutiérrez”


Programa de profesionalización Docente-CEFADET
Psicología.-

Teorías de la Personalidad:
Rogers y la teoría centrada
en la persona

Abg. MSc. Georgy Sanchez


C.I.: 16.123.691
0414-0777462
solojuridicos@hotmail.com

Georgy G. Sánchez G.
C.I. V-16.123.691
INTRODUCCIÓN

Durante el presente trabajo se abordara de una forma teórica, el resultado


de la indagación relacionada con la teoría de Rogers sobre la personalidad,
quien trata de justificar nuestra forma de ser, según el trazo que tenga la
persona en el andar de su vida. Rogers, utilizo herramientas como el
autoconcepto, al desarrollar la congruencia que tiene el individuo de sí
mismo y su experiencia de vida, además de la autorrealización para dar su
enfoque a lo que llegó a conocerse como la tercera fuerza, valoro la
motivación positiva, para él la fuerza de vida o tendencia actualizante, que no
es otra cosa sino el impulso al crecimiento y el desarrollo de cada individuo.

Ciertamente, para éste estudioso norteamericano, la forma en que las


personas digerían los hechos que ocurrían en su entorno, iban a formar su
personalidad, junto con la necesidad constante de superarse, de esforzarse
por ser y estar mejor.

Entonces, para abordar a Carl Rogers se procurará realizar una perspectiva


general de lo que es su teoría la cual está centrada en la persona, dejando
sentado que su propuesta fue pionera, junto con la de Abraham Maslow
(aquel de la pirámide de las necesidades), en desarrollar un enfoque
terapéutico humanista, por eso se clasifican dentro de las teorías humanistas
de la personalidad. Dichas teorías surgieron como una respuesta al entorno
que se venía desarrollando a nivel mundial, llamando la atención y resaltando
la importancia que tiene el ser humano en el aspecto social.

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De igual modo, se desarrollarán los supuestos básicos de su teoría, tratando
de plasmar el sí mismo y su autorrealización, la conciencia, la conversión en
persona y sus obstáculos para la salud psicológica, estos como elementos
fundacionales o básicos de su teoría. Además se hará referencia a la
psicoterapia, a lo que él denominó la persona del mañana, la filosofía de la
ciencia, abordando los estudios de chicago.

Finalmente, se revisarán las críticas a su teoría, para dar espacio a las


conclusiones de la presente investigación.

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DESARROLLO

Se debe partir afirmando que la teoría de Carl Rogers se puede definir como
clínica en vista de que está basada en múltiples años de experiencia con
pacientes. Rogers comparte esta característica con Freud, por ejemplo,
además de ser una teoría particularmente rica y madura (bien pensada) y
lógicamente construida, con una aplicación amplia. Sin embargo, no tiene
nada que ver con Freud en el hecho de que Rogers considera a las personas
como básicamente buenas o saludables, o por lo menos no malas ni
enfermas. En otras palabras, considera la salud mental como la progresión
normal de la vida, y entiende la enfermedad mental, la criminalidad y otros
problemas humanos, como distorsiones de la tendencia natural. Además,
tampoco tiene que ver con Freud en que la teoría de Rogers es en principio
simple.

En toda su extensión, la teoría de Rogers está construida a partir de una sola


"fuerza de vida" que llama la tendencia actualizante. Esto puede definirse
como una motivación innata presente en toda forma de vida dirigida a
desarrollar sus potenciales hasta el mayor límite posible. No estamos
hablando aquí solamente de sobrevivencia: Rogers entendía que todas las
criaturas persiguen hacer lo mejor de su existencia, y si fallan en su
propósito, no será por falta de deseo.

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La teoría centrada en la persona.
Rogers resume en esta gran única necesidad o motivo, todos los otros
motivos que los demás teóricos mencionan. Nos pregunta, ¿por qué
necesitamos agua, comida y aire?; ¿por qué buscamos amor, seguridad y un
sentido de la competencia? ¿Por qué, de hecho, buscamos descubrir nuevos
medicamentos, inventar nuevas fuentes de energía o hacer nuevas obras
artísticas?. Rogers responde: porque es propio de nuestra naturaleza como
seres vivos hacer lo mejor que podamos. Es importante en este punto tener
en cuenta que a diferencia de cómo Abraham Maslow usa el término, Rogers
aplica la fuerza de vida o tendencia actualizante a todas las criaturas
vivientes. De hecho, algunos de sus ejemplos más tempranos ¡incluyen algas
y hongos!

Otro aspecto, Carl Rogers propone la idea de que la personalidad de cada


individuo puede analizarse según el modo en el que se acerca o se aleja a un
modo de ser y vivir la vida al que él pone la etiqueta de persona altamente
funcional. Las personas altamente funcionales se caracterizan por estar en un
proceso constante de auto-actualización, es decir, búsqueda de un ajuste casi
perfecto con los objetivos y las metas vitales. Este proceso de desarrollo
personal se encuentra en el presente, por lo que siempre está en
funcionamiento. De este modo, la personalidad de las personas altamente
funcionales es, para Carl Rogers, un marco en el que fluye en tiempo real un
modo de vivir la vida que se adapta a las circunstancias constantemente.

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Para Rogers el ser humano desarrolla su personalidad al servicio de metas
positivas. Este impulso biológico de convertirnos en lo que podemos ser es
nombrado tendencia a la realización. Mientras que en la tendencia de la
autorrealización procuramos lograr la conciencia de lo que somos.

Supuestos Básicos
Los supuestos básicos de la teoría centrada en la persona presentados por
Rogers son dos: la tendencia formativa y la tendencia realizadora.

La tendencia formativa:

Según Rogers, en toda la materia, orgánica e inorgánica, existe una tendencia


a evolucionar desde formas más simples hasta formas más complejas, en
todo el universo se desarrolla un proceso creativo, más que destructivo. Es lo
que Rogers llamaría tendencia formativa, de la cual ofreció varios ejemplos
presentes en la naturaleza. Por ejemplo, las galaxias complejas se forman a
partir de una masa desordenada, los cristales de los copos de nieve surgen de
masas de vapor informe, los organismos complejos se desarrollan a partir de
células sencillas y la conciencia humana evoluciona a partir de una
inconciencia primitiva hasta convertirse en una conciencia bien organizada.

La tendencia realizadora:

Un supuesto relacionado con el anterior pero más importante es la tendencia


realizadora, una inclinación que existe en todos los humanos (y otros
animales y plantas) a desarrollar plenamente su potencial (Rogers, 1959,
1980). Esta tendencia es la única motivación que tienen las personas. La

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necesidad de satisfacer el instinto de alimentarse de expresar emociones
intensas cuando las sienten y de aceptarse a sí mismas son ejemplos de
realización. Dado que el individuo funciona como un organismo completo, en
el proceso de realización participa toda la persona, con sus aspectos
fisiológico e intelectual, racional y emocional, consciente e inconsciente.

La tendencia a la conservación y mejora del organismo forma parte de la


tendencia realizadora. La necesidad de conservación es similar a los niveles
inferiores de la jerarquía de necesidades de Maslow. Incluye necesidades
básicas como el alimento, el aire y la seguridad, pero también incluye la
tendencia a oponerse al cambio y buscar un statu quo. La naturaleza
conservadora se expresa en el deseo de los individuos de proteger el
concepto que tienen de sí mismos en un momento concreto. Las personas
luchan contra las ideas nuevas, distorsionan las experiencias que no se
adecuan a su ideal, los cambios les parecen dolorosos y el crecimiento
aterrador.

Aunque las personas tengan un fuerte deseo de mantener el statu quo,


también están dispuestas a aprender y a cambiar, a crecer y desarrollarse. Es
lo que Rogers denominó la necesidad de mejora. Esta necesidad se observa
en la voluntad de las personas de aprender cosas que no ofrecen una
gratificación inmediata. ¿Qué puede motivar a un niño a andar que no sea la
necesidad de mejorar? Gateando puede satisfacer su necesidad de movilidad
y andar se asocia con la posibilidad de caerse y sentir dolor. Según Rogers las
personas están dispuestas a enfrentarse a la amenaza y al dolor gracias a una
tendencia biológica del organismo a alcanzar su estado básico.

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Las necesidades de mejora se expresan de diversas formas, entre ellas, la
curiosidad, el humor, el autoanálisis, la amistad y la confianza en que es
posible lograr el crecimiento psicológico. Los individuos disponen de la
capacidad creativa para resolver problemas, para modificar el concepto que
tienen de sí mismos y ser cada vez más autónomos. Los individuos perciben
sus experiencias como realidad, y conocen su realidad mejor que cualquier
otra persona. No necesitan que los dirijan, controlen, ordenen o manipulen
para incitarlos a su autorrealización.

Rogers sostenía que si en una relación están presentes las condiciones de


congruencia, valoración positiva incondicional y empatía, se producirá
siempre un crecimiento psicológico; por este motivo, consideró que son
condiciones necesarias y suficientes para la autorrealización de las personas.
Aunque esta tendencia realizadora es común a los humanos, las plantas y
otros animales, solo los primeros tienen un concepto del sí mismo y por tanto
un potencial de autorrealización.

El sí mismo y la autorrealización
Según Rogers, los niños empiezan a desarrollar un vago concepto del sí
mismo cuando una parte de sus experiencias se personaliza y se distingue en
su conciencia como experiencia del “yo”. Los niños se van haciendo
conscientes de su propia identidad a medida que van distinguiendo lo que
sabe bien y lo que sabe mal, lo que les gusta y lo que no, entonces empiezan
a valorar las experiencias como positivas o negativas, usando como criterio la
tendencia realizadora. Como la alimentación es un requisito para la
realización, para los niños el alimento es algo positivo y el hambre algo

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negativo. También les parece positivo el sueño, el aire fresco, el contacto
físico y la salud, porque cada uno de estos elementos es necesario para la
realización.

Una vez que los niños han creado una identidad rudimentaria, la tendencia
realizadora del sí mismo empieza a desarrollarse. La autorrealización es una
parte de la tendencia realizadora y, por tanto, no es sinónimo de ella. La
tendencia realizadora hace referencia a experiencias organísmicas, es decir,
afecta a la totalidad de la persona, a sus partes consciente e inconsciente,
fisiológica y cognitiva, mientras que la autorrealización es la tendencia a
hacer realidad el sí mismo tal y como lo percibimos en nuestra conciencia.

Cuando el organismo y el sí mismo percibido están en armonía, las dos


tendencias realizadoras son prácticamente idénticas, pero cuando las
experiencias organísmicas de las personas no están en armonía con su idea
consciente del sí mismo, surge una discrepancia entre la tendencia
realizadora y la tendencia a la autorrealización.

El concepto de sí mismo.
El concepto del sí mismo incluye todos los aspectos de la existencia y las
experiencias propias que el individuo percibe en su conciencia (aunque no
siempre con precisión); no es idéntico al sí mismo organísmico, ya que
algunas partes de este sí mismo organísmico pueden estar fuera del alcance
de la conciencia de la persona o puede ser que la persona simplemente no
las admita. Por ejemplo, el estómago es parte del sí mismo organísmico, pero
a menos que funcione mal y nos cause preocupación, es poco probable que
lo incluyamos en nuestro concepto del sí mismo. De modo similar, las

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personas pueden negar ciertos aspectos de sí mismos, como la falta de
honradez, cuando no son coherentes con su concepto del sí mismo.

Por tanto, una vez que las personas han construido su concepto del sí mismo,
les resulta muy difícil cambiar y aprender y las experiencias que no son
coherentes con este concepto las suelen negar o aceptar solo en forma
distorsionada.

Cuando nuestro concepto del sí mismo está consolidado el cambio resulta


difícil, pero no imposible. Un ambiente de aceptación por parte de los demás
favorece este cambio, ya que permite a la persona reducir la ansiedad y la
sensación de amenaza y admitir experiencias que antes rechazaba.

La conciencia
Sin la conciencia, los conceptos del sí mismo y el sí mismo ideal no existirían.
Rogers (1959) definió la conciencia como “la representación simbólica (no
necesariamente verbal) de una cierta parte de nuestra experiencia”.
Conciencia y simbolización son, según Rogers, sinónimos.

Así el autor reconoció tres niveles de conciencia. En primer lugar, algunas


experiencias se producen por debajo del umbral de la conciencia. En tal caso
las ignoramos o las negamos. Un ejemplo de lo primero podría ser una mujer
que camina por una calle transitada, actividad que conlleva diversos
estímulos potenciales, sobre todo de tipo visual y sonoro; como no puede
prestar atención a todos ellos, ignora muchos. Un ejemplo de negación de
experiencia podría ser una madre que, en realidad, nunca deseó tener hijos y
cuyo sentimiento de culpa provoca una dedicación extrema a ellos; la ira y el

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rencor hacia los hijos podrían permanecer ocultos durante años y no llegar
nunca a la conciencia de la madre, pero aun así formarían parte de su
experiencia y afectarían al comportamiento consciente con sus hijos.

En segundo lugar, Rogers planteó la hipótesis de que ciertas experiencias se


simbolizan fielmente y se admiten libremente en la estructura del sí mismo.
Estas experiencias no suponen una amenaza y son coherentes con el
concepto del sí mismo existente. Por ejemplo, si a un pianista que confía
plenamente en su capacidad para tocar el piano un amigo le dice que toca
muy bien, el pianista podría oír estas palabras, simbolizarlas fielmente y
admitirlas sin restricciones en su concepto del sí mismo.

El tercer nivel de conciencia incluye las experiencias que se perciben de


manera distorsionada. Cuando una experiencia no es coherente con nuestro
concepto del sí mismo, la remodelamos o distorsionamos de modo que
podamos incorporarla a este concepto del sí mismo. Si un competidor
receloso dijera al pianista que toca muy bien, este podría reaccionar de una
manera muy diferente a como lo hizo cuando escuchó las mismas palabras de
un amigo de confianza. Podría escuchar la observación y distorsionar su
significado, porque la siente como una amenaza. “¿Por qué está intentando
halagarme esta persona? No tiene sentido”.

Convertirse en persona
Rogers analizó los procesos necesarios para convertirse en persona. Primero,
un individuo debe tener un contacto, positivo o negativo, con otra persona.
Este contacto es la experiencia mínima necesaria para convertirse en
persona.

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Para poder sobrevivir, un niño debe tener algún tipo de contacto con sus
padres o su cuidador. Cuando los niños (o adultos) son conscientes de que
otra persona tiene un cierto grado de consideración hacia ellos, empiezan a
apreciar esta valoración positiva y a despreciar la negativa; es decir, la
persona desarrolla una necesidad de sentirse querida, apreciada o aceptada
por otras personas, lo que Rogers denominó necesidad de valoración
positiva. Si percibimos que otras personas, sobre todo las que son
importantes para nosotros, nos quieren y aprecian, nuestra necesidad de
valoración positiva queda satisfecha, al menos en parte.

Obstáculos para la salud psicológica


No todos los individuos llegan a ser personas psicológicamente sanas: casi
todos se encuentran con una serie de obstáculos que dificultan la salud
psicológica, como son las condiciones de valor, la incongruencia, las actitudes
defensivas y la desorganización.

Las condiciones de valor:

Las condiciones de valor se convierten en el criterio según el cual aceptamos


o rechazamos nuestras experiencias. Poco a poco incorporamos en nuestra
estructura del sí mismo las actitudes que percibimos que los demás expresan
hacia nosotros, y pronto empezamos a evaluar nuestras experiencias en
función de aquellas. Si percibimos que los demás nos aceptan
independientemente de nuestros actos, llegaremos a creer que su valoración
es incondicional. Pero si percibimos que algunos de nuestros actos son

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aprobados y otros desaprobados, advertimos que nuestro valor tiene
condiciones.

Finalmente podemos llegar a creer que esas valoraciones de los demás son
coherentes con nuestra visión negativa del sí mismo, a ignorar nuestras
propias percepciones sensoriales y viscerales, y a distanciarnos
paulatinamente de nuestro sí mismo real o sí mismo organísmico.

La incongruencia:

El desequilibrio psicológico empieza cuando no somos capaces de reconocer


nuestras experiencias organísmicas como experiencias propias; es decir,
cuando no simbolizamos correctamente las experiencias organísmicas en
nuestra conciencia porque estas parecen ser incoherentes con nuestro
concepto del sí mismo emergentes. Esta incongruencia entre nuestro
concepto del sí mismo y nuestra experiencia organísmica provoca trastornos
psicológicos. Las condiciones de valor que hemos vivido en la primera
infancia generan un concepto del sí mismo falso, basado en distorsiones y
negaciones.

El concepto del sí mismo resultante incluye percepciones vagas que no están


en armonía con nuestras experiencias organísmicas, y esta incongruencia
entre el sí mismo y la experiencia conduce a conductas discrepantes y
aparentemente incoherentes. Unas veces nuestros actos confirman o
refuerzan nuestra tendencia realizadora, y otras veces estos actos buscan
confirmar o reforzar un concepto del sí mismo basado en las expectativas y
valoraciones de los demás.

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Las actitudes defensivas:

Para evitar esta incoherencia entre nuestra experiencia organísmica y


nuestro sí mismo percibido, mostramos una actitud defensiva. Esta actitud
defensiva es la protección del concepto del sí mismo contra la ansiedad y la
amenaza, mediante la negación o distorsión de las experiencias incoherentes
con el mismo. El concepto del sí mismo es polifacético, ya que se compone
de diversas afirmaciones autodescriptivas. Cuando una de nuestras
experiencias es incoherente con alguna parte de nuestro concepto del sí
mismo, actuaremos de manera defensiva para proteger la estructura de este.

La desorganización:

Cuando se encuentran en estado de desorganización, las personas a veces


tienen conductas incoherentes con su experiencia organísmica y acordes con
su concepto del sí mismo alterado. Un ejemplo del primer caso podría ser
una señora que antes era muy educada y remilgada y, de repente, empieza a
usar expresiones soeces o escatológicas. El segundo caso se podría ilustrar
con un hombre que empieza a comportarse de manera confusa, incoherente
y totalmente imprevisible, debido a que su concepto del sí mismo ha perdido
coherencia y unidad. En ambos casos, la conducta sigue siendo coherente
con el concepto del sí mismo de la persona, pero este concepto del sí mismo
se ha roto y por ello la conducta parece extraña y confusa.

Psicoterapia
En teoría, la terapia centrada en el cliente parece muy sencilla; pero en la
práctica resulta muy difícil. En pocas palabras, el enfoque centrado en el

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cliente sostiene que, para que las personas vulnerables o con problemas de
ansiedad puedan crecer psicológicamente, deben entrar en contacto con un
terapeuta que sea congruente y que les proporcione un entorno de
aceptación incondicional y empatía total. Y en ello, precisamente, está la
dificultad. Las cualidades de congruencia, valoración positiva incondicional y
comprensión empática en un terapeuta no son fáciles de conseguir.

Como la teoría centrada en la persona, el enfoque de la terapia centrada en


el cliente se puede formular mediante la estructura si-entonces. Si las
condiciones de congruencia, valoración positiva incondicional y empatía por
parte del terapeuta están presentes en la relación entre el cliente y el
terapeuta, entonces se podrá realizar el proceso de la terapia. Si el proceso
de la terapia se realiza, entonces se pueden esperar ciertos resultados. La
terapia rogeriana, por tanto, se puede formular en términos de condiciones,
proceso y resultados.

Los Estudios de Chicago


El objetivo de los estudios de Chicago fue investigar tanto el proceso como
los resultados de la terapia centrada en el cliente. Los terapeutas eran de
nivel “medio”. Entre ellos estaban Rogers y otros miembros del equipo
docente, pero los estudiantes universitarios también actuaron como
terapeutas. Aunque su experiencia y capacidad eran variadas, todos
aplicaron básicamente el enfoque centrado en el cliente.

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Críticas a su teoría

La idea de que el hombre es bueno por naturaleza es una importación que


hace Rogers fielmente del naturalismo de Rousseau, quien afirmaba que el
hombre nace bueno y orientado al bien. Desde luego, el hombre aspira al
bien, pero su naturaleza, dañada por el pecado original, no está inclinada en
ese sentido. No se requieren de muchas disquisiciones o argumentos para
demostrar este hecho que es más o menos evidente a simple vista. Para que
el hombre se convierta en un verdadero hombre, un hombre sano, un buen
ciudadano, un hombre de bien, requiere dominar sus inclinaciones (no
dejarse llevar por ellas), poner y aceptar límites a su comportamiento,
necesita de la disciplina (tanto impuesta desde fuera como autoimpuesta),
requiere de un sistema de valores que le den sentido a su vida y a los
conceptos mismos de "buen hombre" y "buen ciudadano". Requiere de
normas fundamentadas en el "deber ser".

Otro problema existente en esta corriente es el énfasis que se le da a las


conductas positivas, que si bien son buenos, ayudan a las personas y pueden
elevarlos a niveles más alto de autorrealización y autoestima, no se puede
dejar de lado los aspectos negativos, puesto que de ellos nacen las
patologías, y el fin sería enfocarse más en encontrar tratamientos y curas de
estas patologías por medio de ellas misma, que de un aspecto contrario., en
este caso, positivo.

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CONCLUSIONES

La teoría de la personalidad de Carl Rogers está edificada partiendo de una


sola “fuerza de vida” que él llamó la tendencia actualizante. Lo anterior no es
otra cosa que el ser humano por naturaleza siempre quiere mejorar, crecer,
actualizarse, en vista de que se intenta alcanzar el mayor límite posible.
Como se evidencio en el trabajo Rogers afirmó que la tendencia natural es la
autooactualización, y que esta los impulsa a hacer lo mejor posible para su
existencia.

Las teorías humanistas de la personalidad han sido muy criticadas por


presentar una visión muy optimista de la naturaleza humana y fomentar una
concepción del yo que propicia egocentrismo e individualismo.

Georgy G. Sánchez G.
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REFERENCIAS

https://www.psicologia-online.com/teorias-de-personalidad-en-psicologia-carl-rogers-
1091.html

https://psicologiaymente.com/psicologia/teoria-personalidad-carl-rogers

www.academia.edu/download/38884046/Teora_humanista_de_Carl_Rogers.docx

http://benselmisterios.blogspot.com/2010/05/criticas-y-comentarios.html

https://vistor2207.wordpress.com/2010/05/30/critica-a-la-corriente-humanista/

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