Está en la página 1de 5

Culpabilidad según Carlos Creus

Objeto del juicio de reproche (el "material" de la culpabilidad)

Compresión y dirección de la acción

La actitud o situación anímica que puede ser jurídicamente reprochada,

normalmente se designa como corroboración (constatación) de un determinado

conocimiento, que importa una comprensión por parte del autor: comprensión de

lo que se hace y de la posibilidad de dirigir su acción de acuerdo con dicha

comprensión, en la concreta situación fáctica en que aquélla fue llevada a cabo.

En nuestro derecho, estas enunciaciones positivas se infieren de una disposición

negativa, la del art. 34, inc. 1°, C.P., que descarta el reconocimiento de la

culpabilidad en el autor que, en el caso, no haya podido "comprender la

criminalidad del acto" o "dirigir sus acciones".

Comprensión de la "criminalidad"

En cuanto a lo primero, llegó a ser mayoritaria la doctrina que afirma que con la

expresión "comprensión de la criminalidad" el derecho requiere que el autor haya

conocido lo que hizo en cuanto antijurídico; en este aspecto, pues, la culpabilidad

aparecería como conocimiento (comprensión) de la antijuridicidad, aunque, en su

momento, se discutió el contenido de ese conocimiento (que se violaba el

mandato, que se asumía una conducta "antisocial", que la conducta se adecuaba

a las "formas" típicas).

Últimamente parte de la doctrina considera que se trata de la comprensión o

conocimiento de la punibilidad del hecho, lo cual, sin duda, plantea mayores


exigencias, y puede producir algunas dificultades, sobre todo para distinguir el

funcionamiento de la culpabilidad en los delitos dolosos y en los delitos culposos;

sin embargo, hemos de ver más adelante que, en algunos aspectos o con relación

a determinados supuestos, la "comprensión de la criminalidad" requerirá,

indispensablemente, el concreto conocimiento de la punibilidad, pues sólo así

podremos construir coherentemente la teoría del error como negación de la

culpabilidad.

En virtud de nuestro concepto de tipo, cuando se hace referencia al conocimiento

de la antijuridicidad significa que el autor tiene que saber que lo hace dentro de los

límites determinados por el tipo (incluidos los límites de la misma antijuridicidad) o

en los complementos procedentes del ordenamiento jurídico, en los casos de

"tipos abiertos", aunque en la mayor parte de los casos no se requiere que

conozca que ese hecho es penalmente castigado (Núñez).

Trabajando con un tipo específico o sistemático, esta idea coincide con la de la

doctrina que ve en la fórmula "criminalidad del acto" una alusión "a los elementos

o circunstancias que fundamentan la caracterización de un hecho como

penalmente antijurídico", "con lo que el concepto se conecta no sólo con el tipo,

sino también con la antijuridicidad" (Núñez), o que "criminalidad" es una expresión

sintética, "que se refiere tanto al conocimiento de las circunstancias del tipo

objetivo como al conocimiento de la antijuridicidad".

Pero ya hemos hecho notar que actualmente se da una corriente que no se

conforma con esos límites del conocimiento del autor, sino que reclama el

conocimiento de la punibilidad, es decir, que haya tenido posibilidad de conocer


que se trata de un hecho amenazado con pena; por tanto, el error que recaiga

sobre tal circunstancia también funcionará como excluyente de la culpabilidad,

aunque aquél no implique el conocimiento "de la gravedad de la amenaza"

(cuantía de la pena) (Bacigalupo).

Para algunos (Zaffaroni), el término "comprensión" que emplea nuestra ley no

equivale a conocimiento; lo presupone, pero significa algo más: "introyectar" o

"internalizar" la norma, es decir haberla "hecho parte de nuestro propio equipo

psicológico".

Hay sujetos que por circunstancias personales o sociales tendrán graves

dificultades para recepcionar el mandato en su ser psicológico; en consecuencia,

"cuanto mayor sea el esfuerzo para internalizar la norma, tanto menor será la

reprochabilidad de la conducta y viceversa".

Puesto que para nosotros la culpabilidad -al menos la dolosa- requiere una prueba

positiva, como cualquier otro elemento del delito, no compartimos estrictamente la

tesis (aunque la terminología no sea inexacta para referir la regla) -evidentemente

mayoritaria en la doctrina actual- que se conforma con una posibilidad (en sentido

estricto) de conocimiento o comprensión, puesto que ella puede menoscabar

aquella garantía (no es lo mismo probar que el sujeto comprendió, que probar que

tuvo la posibilidad de comprender). El apoyo de dicha tesis en las palabras de la

ley (art. 34, inc. 1°, C.P.) no es un argumento definitivo: en primer lugar, una cosa

es lo que deducimos de la regulación y otra lo que es la regulación (en la especie

se trata de la inimputabilidad), y, en segundo lugar, cuando la ley dice "el que no

haya podido", no dice "el que no haya tenido la posibilidad". La circunstancia de


que la prueba de la concreta comprensión sea compleja y de características

especiales, nada dice contra esa conclusión. Otra cosa es que el conocimiento

sea "cierto" o "dudoso", porque este último se compagina incluso con situaciones

de dolo.

Posibilidad de dirigir las acciones

En cuanto a la posibilidad de dirigir las acciones, la exigencia toma en cuenta las

situaciones en que el autor, pese a comprender lo antijurídico de su actuar, o no

pudo actuar de otro modo por carecer de capacidad personal para hacerlo (casos

de inimputabilidad), o el derecho no lo obliga a actuar de otro modo porque ello

importaría forzarlo a adoptar una conducta excepcional para el normal actuar del

hombre en su inserción social (no exigibilidad -jurídica- de otra conducta).

Reconocemos que el pensamiento tradicional (y la tesis sigue siendo mayoritaria

en la doctrina actual) reduce la cuestión al tema de la imputabilidad, o sea,

contempla la situación sólo en aquellos casos en que hay un desfasaje entre la

comprensión del acto y el gobierno de la conducta respecto de dicha comprensión

(Núñez), en virtud de los límites de las capacidades del sujeto (ver Bacigalupo).

Nosotros contemplamos también la cuestión de la exigibilidad jurídica porque,

aunque no dependiendo de la "capacidad mental" del sujeto, también en ella

puede darse una incoordinación entre lo que el sujeto sabe que tiene que hacer y

lo que hace, que el derecho no reprocha.


Piensa Carlos Creus que sólo con esa integración queda completo el panorama

"anímico" sobre el que se formula el juicio de reproche como constituyente de la

culpabilidad.

También podría gustarte