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La acción: Como los tipos penales describen conductas humanas, es apenas normal
que en todos ellos aparezca este elemento, con mayor razón si se trata de un derecho
penal de comisión. El tipo doloso de comisión describe acciones en sentido estricto,
para lo que se suele valer de una inflexión verbal, de un verbo encargado de regir la
acción o verbo rector, que es concreción de una prohibición; ahora bien, como para
redactar las descripciones típicas el legislador acude a categorías lingüísticas, el verbo
forma parte de una oración –que se supone correcta desde la perspectiva gramatical–
que expresa un proceso o un fenómeno en sus nociones de acción, suceso o estado. Lo
normal es encontrar en todo tipo penal un verbo rector, pero puede haber más de uno.
Este verbo rector puede ir acompañado de otros accesorios que se refieran a
circunstancias modales de la acción.
Teoría del delito
El resultado: Todo comportamiento humano
se manifiesta en el mundo exterior y genera
efectos de tipo físico e, incluso, psíquico,
por lo que no hay conducta humana sin
efectos, sin resultado. No obstante, no todas
las consecuencias producidas por la acción
son tenidas en cuenta por el codificador, que
se limita a valorar de forma negativa la
producción de un determinado resultado
solo en parte de la gran variedad de tipos
penales. Es por este motivo que se entiende
Art. 295 del CP: El que
como “resultado” el efecto que produzca la voluntariamente mata a otro, se hace
conducta típica. Estos pueden o no ser los reo de homicidio
resultados esperados por el agente infractor,
dando lugar a la aparición de figuras
jurídicas como el aberratio ictus o el delito
preterintencional.
Teoría del delito
El nexo de causalidad y la imputación objetiva: Para poder atribuir un resultado a
una persona como producto de su acción, es necesario determinar si aquél aparece
ligado a ésta por una conexión o enlace, de tal manera que se pueda predicar la
existencia de un vínculo de imputación entre uno y otra, no solo desde un punto
de vista lógico sino también jurídico. En otras palabras, se requiere la
comprobación de una doble exigencia: una, lógica o naturalística, o sea la
causalidad; y, otra, consistente en un vínculo de naturaleza normativa, que gira en
torno a la idea de riesgo desaprobado y realizado, esto es, la imputación objetiva.
Respecto a este, se han ideado diversas teorías cuyo empleo puede contribuir a
esclarecer el hecho, en el sentido de permitirnos comprobar si realmente existe
vínculo entre la acción manifestada por el agente y el resultado producido.
Teoría del delito
Dentro de las diversas teorías, podemos mencionar la de “equivalencia de
condiciones”, según la cual todas las condiciones del resultado tienen idéntica y
equivalente calidad causal; de esta manera, en el homicidio serían causas del
resultado no solo la acción de disparar realizada por el agresor, sino las conductas de
fabricar el arma y el proyectil, las de venderlos y, por supuesto, las realizadas por los
padres que han engendrado al homicida, etc. y, así, hasta el infinito, pues todos esos
comportamientos son trascendentes para la producción del resultado muerte, son
condición para su realización. De igual forma, en unas lesiones imprudentes causadas
con un camión, serían causas del resultado las conductas de conducir el vehículo,
venderlo, construirlo, etc. Esta, obviamente, no puede ser aplicada en toda su
extensión si atendemos a los postulados de las normas penales, que están redactados
pensando solo en la persona que desencadena la conducta final y no en toda esa serie
de seres humanos que intervienen en su producción.
Teoría del delito
Ahora bien, según esta teoría, ¿cómo se puede saber si un
comportamiento realizado por una persona ha sido determinante para la
producción del resultado? Para responder a esa pregunta se han acuñado
dos fórmulas: la de la “teoría de la condición” [conditio sine qua non] y
la de “la condición adecuada a las leyes”, con las que se pretende evitar
la extensión de la cadena causal hasta el infinito y asegurar la aplicación
práctica de esta concepción en el ámbito del derecho penal.
Así mismo, en relación con la segunda, esto es, la fórmula de la condición adecuada de las leyes, es
necesario además investigar si las modificaciones en el mundo exterior, consecutivas a una acción y
conectadas con ella de manera temporal, aparecen como consecuencias que estuvieron vinculadas a la
acción de modo necesario según las leyes de la naturaleza que nos son conocidas; para decirlo de otra
forma: aquí se debe preguntar no si el resultado, según el estado de cosas, también habría acaecido sin la
acción cuya causalidad se examina, sino si esa acción ha producido de verdad el resultado sobre la base de
una ley causal determinada, de conformidad con el conocimiento experimental que se posee. Por ejemplo:
si se expende al público un producto que utiliza preservativos cancerígenos, ya prohibidos en otro país por
esa razón y, con posterioridad, se comprueba que varias muertes se han producido por esa causa, no
quedará ninguna duda en el sentido de que ha sido esa conducta la que, acorde con el conocimiento
científico imperante, desencadena el resultado muerte.
Teoría del delito
Otra que se podría mencionar es la teoría de la causalidad adecuada o de la
adecuación. Según esta concepción, no toda condición es causa desde la perspectiva
penal, sino aquella que según la experiencia general de forma habitual produce el
resultado: así, verbi gratia, cuando “P” le suministra a “L” una dosis de cianuro, la
“experiencia general” indica que dicho tóxico produce graves daños orgánicos que
pueden ocasionar la muerte, por lo cual la acción de “P” es adecuada para producir el
resultado sin necesidad de extender la cadena causal, como acontecía con la primera
teoría, en su versión primigenia; por el contrario, para citar un ejemplo clásico, si “P”
le da una bofetada a “L”, que es hemofílico, a consecuencia de lo que se produce su
deceso, también la experiencia general indica que tal acción no es causa adecuada de
dicho resultado sino de lesiones personales aunque, no obstante, de conformidad con
la teoría de la equivalencia, la conducta de “P” sí sería causa de la muerte.
Teoría del delito
El bien jurídico: Consecuencia de que una
de las funciones de la norma penal es la
protección de bienes jurídicos, es la
exigencia según la cual todo tipo penal
contiene en su aspecto objetivado un
determinado objeto de protección
denominado “bien jurídico” o “bien
jurídicamente tutelado”; por eso, cuando
la ley penal describe las conductas
valoradas de manera negativa, tiene como
norte el concepto en examen. Así, por
ejemplo, no es concebible el tipo de
homicidio sin la “vida” como interés
protegido, o el hurto sin “el patrimonio
económico”, o el de contaminación
ambiental sin “el ambiente”, etc.
Teoría del delito
Medios: en algunos casos, la adecuación de la conducta a un determinado tipo penal depende de
que el autor haya empleado ciertos medios o instrumentos para la comisión del hecho, de los
contemplados en la correspondiente descripción legal; así, por ejemplo, el robo puede verse
calificado cuando el agente emplea el “escalamiento”, “llave sustraída o falsa”, “fractura”, etc.
El momento de la acción: algunos tipos prevén determinadas circunstancias de carácter temporal,
consistentes en momentos o límites pasajeros durante los que debe realizarse la acción prohibida.
Así, por ejemplo, retomando el caso del robo, la nocturnidad puede dar lugar a la configuración de
una forma agravada del mismo.
El lugar de la acción: algunas descripciones típicas exigen la realización de la conducta en
determinados lugares, trátese o no de ámbitos delimitados. Ej: robo en casa habitada, robo en
caminos públicos.
El objeto de la acción: Por tal se entiende la persona o cosa material o inmaterial sobre la cual
recae la acción del agente (verdadero sujeto pasivo de la acción), esto es, puede tratarse de un
hombre vivo o muerto, consciente o inconsciente, de una persona jurídica o entidad colectiva, de
una colectividad de personas, del organismo estatal mismo, toda cosa animada o inanimada de
carácter material o no.
Teoría del delito
Aspecto subjetivo de la conducta: el dolo
Si bien existe relativo acuerdo doctrinario en cuanto a la configuración del aspecto objetivo
del tipo, no sucede lo mismo con el subjetivo, sobre el que se expresa en toda su amplitud
la discusión en torno al concepto de acción. El dolo es predicable, en principio, a todos los
comportamientos previstos en la ley penal, que se configurarán con o sin este, pero su
presencia o ausencia siempre deberá ser evaluada a los fines de subsumir la conducta al
tipo penal correspondiente.
Para lograr una mayor compresión de lo que este implica, podemos partir de la siguiente
definición de dolo: El dolo es la conducta de realizar u omitir una acción con conocimiento
y plena voluntad de realizarlo u omitirlo, aunque sepamos que al realizar ese hecho
estamos infringiendo la ley penal. En suma, se trata de la voluntad o la intención de
materializar la acción. De lo anterior se infiere que el dolo comporta el conocimiento
(saber) y la voluntad de realización de los elementos constitutivos de la infracción penal.
Teoría del delito
Prof. Mgtr. Manuel Emilio Valenzuela
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