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LA EUTANASIA A LA LUZ DE LA SENTENCIA C-239/97 DE LA CORTE

CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

Destaco a continuación las tres consideraciones de mayor relevancia de la sentencia C-239/97


de la Corte.

1. En primer lugar, dice la Corte que el homicidio por piedad (homicidio pietísico o eutanásico)
sin el consentimiento expreso del sujeto pasivo, sigue siendo una conducta antijurídica (ilegal),
que por eso mismo sigue teniendo una sanción penal de uno a tres años de cárcel.

2. En segundo lugar, dice la Corte que el homicidio por piedad (homicidio pietísico o eutanásico)
con el consentimiento expreso del sujeto pasivo no constituye una conducta antijurídica y no
tiene, por tanto, sanción penal porque “[...] los individuos […] no pueden ser forzados a
continuar viviendo cuando, por las circunstancias extremas en que se encuentran, no lo estiman
deseable ni compatible con su propia dignidad”. Y agrega la Corte que “la actuación del sujeto
activo carece de antijuricidad porque se trata de un acto solidario que no se realiza por la
decisión personal de suprimir una vida, sino por la solicitud de aquel que por sus intensos
sufrimientos, producto de una enfermedad terminal pide le ayuden a morir” [4].

En ambos casos, con o sin consentimiento del sujeto pasivo, el homicidio en cuestión solo es por
piedad cuando el sujeto pasivo se encuentra padeciendo intensos sufrimientos provenientes de
lesión corporal o de enfermedad grave o incurable.

3. En tercer lugar, son claramente explícitas y muy rigurosas las consideraciones de la Corte en
lo que se refiere al consentimiento por parte del sujeto pasivo. Dice la Corte:

a. Que el sujeto pasivo debe contar “con la capacidad intelectual suficiente para tomar la
decisión”.

b. Que el consentimiento del sujeto pasivo “debe ser libre y manifiesto inequívocamente” por el
mismo sujeto pasivo.

c. Que el sujeto pasivo debe tener la “información seria y fiable acerca de su enfermedad y de
las opciones terapéuticas y su pronóstico”.

d. Que el consentimiento debe ser “genuino y no el efecto de una depresión momentánea”.


Sugiere además la Corte que “[…] bien podría el Estado exigir que la petición sea expresada en
más de una ocasión, y luego de transcurrido un término razonable entre las mismas”.

Por otro lado en el articulo la eutanasia no es un acto médico de Jorge Merchán-Price,  Cirujano
general del Hospital Departamental, Pitalito, Huila, Colombia se exponen los argumentos por los
cuales el médico está jurídica y éticamente impedido para matar a sus pacientes. Entre otras
razones, los médicos no matan a sus pacientes porque “matar” no es un acto médico
terapéutico. No restablece la salud y tampoco preserva la vida. Si el Estado quiere la eutanasia y
el suicidio asistido, no hay ninguna razón constitucional que impida realizar el acto eutanásico a
los familiares de los pacientes enfermos. Son ellos, y no el médico, quienes deben responder
ante la sociedad y ante sus propias conciencias por ello. El artículo, además, revisa de manera
clara y precisa la sentencia C-239/97 de la Corte Constitucional, y explica por qué algunos
artículos del proyecto de Ley 05/07 del Senado no se ajustan a ella y son, por tanto,
inconstitucionales y por lo cual concluye:

“No existe, en las reflexiones de la Corte, ningún argumento constitucional que respalde la
obligatoriedad del cuerpo médico para matar a sus pacientes.
Que las personas tengan el supuesto derecho de matarse o de dejarse morir, de ninguna
manera significa que terceras personas (como el cuerpo médico) tengan la obligación de matar.}

Los médicos no matan a sus pacientes porque, aunque pueda ser muy “práctico” para el Estado,
los médicos entienden que la acción de matar es contraria a los lineamientos de la ética médica
universal y de la misión médica mundial.

Reiteramos, si el Estado colombiano quiere la eutanasia, entonces que sean los propios
familiares de sus parientes enfermos quienes la ejecuten. No es necesario ser médico para
aplicar una inyección letal ni tampoco para apagar un ventilador mecánico. Son ellos, y no el
médico, quienes deben responder ante sus propias conciencias, y ante Dios y la sociedad, por el
acto eutanásico”.

La revista medica de chile en su artículo eutanasia y acto medico concluye:  “en muchas áreas
de la atención de salud, la adaptación de nuestra profesión a circunstancias nunca
antes enfrentadas por la humanidad es todavía insuficiente, como es el cuidado de los
ancianos, los desvalidos, los moribundos o el empleo de las nuevas tecnologías
utilizadas en medicina. Buena parte de la insatisfacción colectiva con la medicina y la
salud se vuelca sobre la profesión médica, exigiendo de ella una solución pronta a sus
demandas. Uno de los requerimientos sociales, que algunos sectores solicitan y aún
exigen de los profesionales de la salud, es la incorporación de la eutanasia en su
práctica profesional.

Quienes promueven la eutanasia la justifican en razón de la autonomía de la persona:


sosteniendo que cada cuál es libre de elegir la forma en que desea vivir o morir. Sin
embargo, para otros, la autonomía personal, en principio deseable y aceptable, tiene
límites, sin los cuales su ejercicio se transformaría en un grave problema social toda
vez que hay bienes, como la vida, que poseen un valor jerárquicamente superior y
anterior al de la autonomía.

El derecho a la vida es universalmente reconocido, de lo que deriva la prohibición que


ésta sea quitada arbitrariamente por terceros, aún cuando se cuente con la anuencia
del interesado. La experiencia de aquellos países que han legalizado la eutanasia
muestra que esta práctica se extiende a situaciones en que ya no es el paciente quien
la pide, sino que la hace la familia o los propios profesionales de la salud, al considerar
ellos que el paciente está en una condición de vida no digna. También, se intenta
fundamentar la eutanasia con la fórmula: "el derecho a vivir con dignidad", de
controvertida interpretación. En rigor, esta expresión no ha de entenderse como una
formulación de un derecho en el sentido preciso del ordenamiento jurídico sino, más
bien, como una exigencia personal referida al universo ético. En definitiva, en la
eutanasia está en juego el principio de respeto a la vida humana que se ha incorporado
al ethos universal, refrendado por diversas declaraciones de organismos
internacionales que exhortan explícitamente a protegerla.

El examen objetivo de la naturaleza de la medicina, así como la tradición del arte


médico, excluyen la práctica de la eutanasia. Ella no puede ser considerada un acto
médico ni ser legítimamente solicitada a estos profesionales. Los médicos involucrados
en la eutanasia, en lugar de proteger a los necesitados con los cuidados que pudieran
brindarles, están realizando una práctica ajena al espíritu y tradición de la profesión,
socavando gravemente las confianzas individuales y colectivas en la medicina,
imprescindibles para una correcta y adecuada relación médico-paciente y de los
pacientes con el sistema asistencial.
El avance de los conocimientos permite hoy día a la ciencia y arte médicos contar con
recursos médicos cada vez más eficaces para combatir el dolor y otros sufrimientos de
los pacientes y ofrecerles soluciones, como son los cuidados paliativos, cuyo desarrollo
se visualiza como conveniente, ya que salvaguardan la dignidad de las personas y
mantienen el espíritu de la profesión médica.

No hacerse cargo médica y humanamente de la agonía del enfermo, acelerándola o


dando término intencionado a su vida para eliminar sufrimientos, costos económicos o
responsabilidades políticas y sociales, vulnera el propósito de la profesión. Es posible
que una generalización de la práctica de la eutanasia termine por afectar
principalmente a quienes están más necesitados de cuidados —como los desvalidos,
los ancianos, los enfermos crónicos y los moribundos— llegando incluso a dañar
gravemente los derechos básicos de las personas.

Lo cierto es que, en muchos países, los debates médicos y jurídicos ya no versan tanto
sobre el carácter lícito o ilícito de la eutanasia —el tema substantivo y de fondo— sino
más bien sobre su mayor o menor conveniencia en casos concretos, sobre las normas
que deberían regular su aplicación y sobre su mayor o menor aceptación social y
política.

Corresponde a la Medicina y a quienes la practican identificar y llevar a cabo aquellos


actos médicos que contribuyen, adecuada y eficazmente en este ámbito, a la ayuda de
los pacientes, sean ellos terminales o no. La eutanasia no se encuentra entre aquellos.

Finalmente, además de las anteriores consideraciones, no se debe olvidar que, desde


el punto de vista antropológico, la muerte no es un fenómeno mera y únicamente
biológico, sino un evento personal esencial, con dimensiones éticas, culturales y
religiosas”

También El reconocido escritor francés Michel Houellebecq (La Reunión, 1958)


considera que una sociedad o una civilización que legaliza la eutanasia "pierde todo el
derecho al respeto". Describe que "La agonía es un momento particularmente
importante en la vida de un hombre porque le ofrece una última oportunidad (...)
cualquier interrupción anticipada de la agonía es un acto francamente criminal”.

El escritor rechaza el discurso de aquellos que justifican una ley de eutanasia en


Francia sobre la idea de que está "por detrás" de los demás países, como Bélgica,
Países Bajos y Luxemburgo.

Houellebecq, uno de los autores franceses más internacionales, con numerosos


premios en literatura, sugiere que el sufrimiento moral "tiene sus encantos".

No obstante, considera que el sufrimiento físico "no es más que un infierno puro,
desprovisto de interés o significado, del que no se puede extraer ninguna lección",
para el que recomienda la morfina o la hipnosis. "La vida podría haber sido descrita
falsamente como una búsqueda de placer; es, con mucha más seguridad, una
evitación del sufrimiento; y casi todo el mundo, ante una alternativa al sufrimiento
insoportable y la muerte, elige la muerte", reflexiona.

El posicionamiento público de Houellebecq se enmarca en el debate actual sobre la


eutanasia en la agenda política del país, después de que el Senado francés, que tiene
mayoría conservadora, rechazara en marzo la iniciativa para legalizar la eutanasia y el
suicidio asistido.

Merchán-Price, J. (2008). La eutanasia no es un acto médico. Persona y


bioética, 12(1), 42-52.

Eutanasia y acto médico. Revista médica de Chile, (2011). 139(5), 642-


654. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872011000500013

SENTENCIA C-239/97 DE LA CORTE CONSTITUCIONAL DE COLOMBIA

https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/michel-houellebecq-en-contra-de-la-
eutanasia-579001

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