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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DE EDUCACIÓN SUPERIOR

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS

UNIVERSIDAD DE FALCÓN

CARRERA: DERECHO

BENEFICIOS
PROCESALES

INTEGRANTES:

Andrés Bustillo

Dena Gammariello

Carlos Leidenz

Leonela Guanipa

Punto fijo; Agosto 2018


¿Qué son beneficios procesales?

La norma penal se limita a restringir los beneficios procesales sin detenerse a


delimitar su contenido. Beneficio, según el Diccionario de la Real Academia
Española significa “bien que se hace o se recibe”; interpretándose como una
acción o hacer de utilidad, provecho.

En realidad, jurídicamente, un derecho que compete por ley. El término beneficios


procesales es una expresión equívoca utilizada por el legislador para identificar
toda una suerte de derechos determinados por la ley para afirmar las garantías y
principios constitucionales asignados a todos los ciudadanos, y que, en el campo
de nuestra ciencia, se reconocen dentro del Derecho Penal de garantías.

Los erróneamente denominados beneficios del proceso penal son, en definitiva,


derechos y facultades otorgadas por la ley penal en función de las previsiones
constitucionales y políticas criminales determinadas por el Estado, y que
responden al criterio del Derecho penal mínimo, tratándose de resolver los
asuntos penales con prescindencia o reducción, en lo posible, del sistema penal.
Ejemplo de ello, son las Alternativas a la Prosecución del Proceso, previstas en el
Código Orgánico Procesal Penal, que otorgan al imputado la posibilidad de
obtener una rebaja en la imposición de la pena o declaratoria de extinción del
proceso, según sea el caso, a cambio de un acto retributivo, como la reparación
del daño causado.

Breves argumentos sobre la inconstitucionalidad.

Las consideraciones jurídicas sobre la inconstitucionalidad de las disposiciones


legales que excluyen los derechos y facultades otorgadas por la ley, llamados
beneficios procesales, ha sido denunciada y desarrollada por varios exponentes
de la doctrina penal venezolana no sólo en base a esta cuestión, sino también
respecto a la mayor parte de la reforma del Código Penal.

La violación del principio de presunción de inocencia, derecho al debido proceso y


a la dignidad humana, por nombrar los más importantes, resuelta de preceptuar la
restricción de los denominados beneficios procesales en el Código Penal.

Claramente, se advierte la inconstitucionalidad de la norma, pues al ser los


beneficios procesales derechos fundamentales consagrados a favor de los
ciudadanos para su protección, y como límite impuesto al Estado dentro del
proceso penal, al eliminarse dichos derechos el precepto que autoriza la exclusión
deviene contrario a los principios y garantías consagrados en la Constitución y, al
gozar la carta magna del principio de supremacía, la ley resulta nula al tener una
inferioridad jerárquica.

Por cierto, la designación de “beneficios procesales” denota, peyorativamente, una


prerrogativa o ventaja otorgada por el Estado por ser su decisión o capricho, que,
por supuesto, niega todo el desarrollo histórico del hombre en lucha del
reconocimiento de los más altos valores que son la esencia de ser humano, como
la libertad e independencia; lucha ésta que, precisamente, puso fin al Estado
absolutista en la Revolución Francesa, permitiendo la formación, posterior, del
Estado de Derecho. Lo que se quiere significar es que los beneficios procesales,
llamados así por el Código Penal, no son privilegios o concesiones asignadas por
el Estado que, por su propia derivación, él mismo puede revocar; por el contrario,
aquellos son derechos fundamentales por los cuales el hombre ha luchado a lo
largo de su existencia y que han sido reconocidos por los Estados democráticos,
con el deber o la obligación de respetarlos, no teniendo facultad ni poder legítimo
para imponer su revocación.

Hoy en día se asiste a una evidente expansión del Derecho Penal, la que tiene
diversas manifestaciones, entre las cuales cabe mencionar la criminalización de
nuevas figuras, muchas de las cuales tienen un carácter simbólico, es decir, se
crean o se modifican para evidenciar que el poder es eficiente y que responde a
las exigencias de más seguridad que hace la ciudadanía; se convierte así al
Derecho Penal en un símbolo de la autoridad estatal. El problema principal de tal
expansionismo se centra en que se sacrifican las garantías penales en procura de
una supuesta lucha eficaz contra la impunidad olvidándose de que ella sólo tienen
sentido cuando se respetan de manera escrupulosa los límites establecidos de
manera precisa en las garantías penales y procesales que emanan de la
Constitución, las cuales persiguen el respeto de la persona y su dignidad. En la
Constitución se establece diáfanamente cómo debe funcionar el papel del Estado
Democrático en relación al Derecho Penal, lo que supone que los Derechos
fundamentales de la persona no pueden ser sobrepasados para luchar por la
eficacia, utilitarismo o mero pragmatismo penal.
En consecuencia, es imposible que subsistan en un mismo tiempo y espacio dos
normas o preceptos que son excluyentes entre sí. O se mantienen las garantías y
principios de un Derecho penal liberal o volvemos al Antiguo Régimen, como
sistema político y jurídico, imperante en la Edad Moderna, donde existía un poder
ilimitado del Estado y la población estaba a su merced.

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