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Estudiante:
Elia Raquel Perdomo Ruano
Carné: 2353 17 24654
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I. Introducción
Analizaremos las dos formas de inicio del procedimiento como tal y concretamente la
querella iniciada por la parte perjudicada, quien reclama la violación de un bien jurídico
tutelado o protegido por nuestro ordenamiento jurídico, partiremos de la hipótesis
formulada inicialmente respecto a que la aplicación del procedimiento para delitos menos
graves genera dos consecuencias: la primera porque transgrede el precepto
constitucional de exclusividad en la persecución penal de los delitos de acción pública por
el ente estatal, en virtud de contener exclusión del Ministerio Público en los
procedimientos que den inicio por querella de la víctima o agraviado, lo que a su vez,
vulnera el derecho de defensa de la víctima o agraviado, dado que en el proceso penal
acusatorio, el Ministerio Público es quién tiene el monopolio de la investigación y la
víctima o agraviado, no tienen posibilidad de acceder a ciertos medios de investigación
que necesitan autorización estatal para ser recabados, provocando de tal manera una
desigualdad procesal insuperable que vulnera el derecho de defensa del accionante.
Para desarrollar la investigación, partiremos en el capítulo número uno de los deberes del
estado procurados para garantizar los derechos humanos en los procesos judiciales,
trasladándonos por la interacción del derecho interno e internacional para dicha
protección, las garantías constitucionales que se protegen dentro de los procedimientos y
los controles utilizados para el control de las mismas. En el siguiente apartado, se
incluyen los distintos procedimientos de juzgamiento penal, donde se localiza la
enumeración de cada uno y se desarrolla el específico de delitos menos graves.
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derecho de defensa, la búsqueda de la justicia y la legalidad, y si dentro del procedimiento
analizado, efectivamente es posible la protección del derecho de defensa del agraviado o
de la víctima y si ella puede, en el rol que tiene dentro de dicho procedimiento garantizar
el ejercicio de su acción por tener la responsabilidad de la acreditación de sus
argumentaciones a través de los medios y órganos de prueba recabados sin la
participación del Ministerio Público.
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CAPÍTULO I
1.1 Deberes Estatales para garantizar los derechos humanos en la Constitución Política
de la República de Guatemala fue promulgada posterior a los gobiernos de factos y
pretendía en su momento establecer un ordenamiento constitucional que fundamentara
las bases de una nueva sociedad camino a la democracia con orientación de protección a
las garantías individuales; y fue así como se promueve la constitución de 1985 que diera
origen a un marco político y ético fundamentado en la democracia como pilar fundamental
de la protección de la persona y organización del Estado con fines de servicio a su
población.
En este margen de ideas debemos de tomar en cuenta que los rasgos garantistas y de
construcción de un Estado de Derecho fundamentado en la declaración constitucional de
derechos Humanos fundamentales, objetivos del Estado y su organización así como
garantías constitucionales que permitan que la declaración de los derechos humanos
tuvieren un mecanismo propio de protección no es casualidad derivado a nuestra historia
tan llena de episodios colectivos e individuales de violaciones a derechos humanos.
Estas ideas fueron citadas por (Cano Jaramillo, Oralidad, Debate y Argumentación, 2005)
en la página 29, en donde se narra que hoy el derecho subsiste en un Estado Social de
derecho democrático, por esto todas sus instituciones deben estar iluminadas o influidas
por este modelo de Estado. Hay cierto paralelismo entre el modelo de proceso y el
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régimen constitucional en el cual aquel se adelantara. La función y los compromisos de
los servidores públicos son diferentes en una Constitución democrática. En el Estado
absolutista y autoritario, el proceso tenderá a ser totalitario, en el cual el juez lo puede
todo, porque concentra todas las funciones de investigación, acusación y juzgamiento.
Por el contrario, en el Estado social, democrático, participativo y liberal, se espera que el
proceso reproduzca etas características democráticas, participativas y liberales. Según lo
Explica Ferrajoli en su libro Derecho y Razón, se amplía estos conceptos en las páginas
564 y 565, en donde se analiza que los sistemas procesales van desarrollándose de
manera paralela a las cambiantes vicisitudes de los regímenes políticos unas veces
democráticos, otras despóticos, se instituye como fundamentos procesales las
declaraciones políticas contenidas en las constituciones.
Se reconoce dentro de estos nuevos conceptos que el Estado de Guatemala tiene como
obligación fundamental la administración de justicia en pro de sus poblaciones, y el
acceso a la misma de conformidad con la ley no puede generarse en paramentos
inaccesibles de procedimientos inentendibles e inalcanzables. De tal cuenta se considera
que parte de las obligaciones del acceso a la justicia, la tutela judicial efectiva y el derecho
de radican en el acceso de las poblaciones de los procedimientos para solicitar a los
órganos jurisdiccionales la solución de los conflictos en procedimientos garantistas,
simples y transparentes para la verdadera solución de los conflictos.
En ese orden de ideas (Barrientos Pellecer, 2010) relaciona que La constitución Política
de la República de Guatemala y los tratados internacionales de carácter procesal, deben
ser observados rigurosamente en la persecución, juzgamiento y sanción de delincuentes.
El sistema de justicia opera, dentro del marco de otro sistema: el de garantías, que
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establece principios básicos creados por la sociedad para regular el poder punitivo del
Estado. La ley suprema de la república contiene un catálogo de derechos fundamentales
de las personas; entre los que se encuentran las garantías procesales, cuya función es
asegurar una justicia expedita, humana, practicada en plazos razonables, con jueces
independientes e imparciales y con absoluto respeto de la dignidad humana. La fuerza
obligatoria de los derechos fundamentales es controlada por la Corte de
Constitucionalidad, pero también, en primer lugar y directamente, por los jueces en casos
concretos.
Esta versión ha considerado que la aplicación de los derechos humanos debe ser regida
estrictamente por el derecho interno y que el derecho internacional en esta materia
constituye una fuente del derecho interno no vinculante hasta que no sea reconocida por
el derecho interno. Advierte la imposibilidad de conciliación o convivencia simultanea de
ambos derechos, dualidad que ha sido discutida por sus impedimentos, pero que refrenda
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totalmente la soberanía de los pueblos frente a la discusión e intromisión del derecho
internacional.
Por otra parte se encuentra la corriente que establece cierta flexibilidad en su contenido y
análisis, derivado a que consideran que los Estados, dentro de esta soberanía priorizan la
protección de la persona frente a la autonomía Estatal, y consideran la posibilidad de
establecer el Derecho Internacional como una fuente principal del derecho y admiten que
las declaraciones en materia de Derechos Humanos puedan constituir inmediatamente a
su ratificación parte del Derecho interno sin una nueva declaración interna, derivado que
los Estados con esta política se organización con una visión de protección al individuo.
En este sentido nos expone (Cancado Trindade, y otros, 1993), en su página doscientos
treinta y tres y doscientos treinta y cuatro, cuando advierte que el antagonismo
irreconciliable entre las posiciones monistas y dualistas clásicas probablemente llevo a los
juristas a abordar más recientemente la relación entre el derecho internacional y el
derecho interno desde ángulos. La distinción tradicional, enfatizando la supuesta
diferencia de las relaciones regladas por los dos ordenamientos jurídicos, difícilmente
podría proveer una respuesta satisfactoria a la cuestión de la protección internacional de
los derechos humanos: bajo el derecho interno las relaciones entre individuos o entre el
Estado y los individuos, eran consideradas bajo el espectro de “la competencia nacional
exclusiva”; y se intentaba asimismo argumentar que los derechos individuales
reconocidos por el derecho internacional no se dirigían directamente a los beneficiarios, y
por consiguiente no eran directamente aplicables. Con el paso de los años, hubo un
avance, en el sentido de, al menos, distinguir entre los países en que ciertas normas de
los instrumentos internacionales de derechos humanos pasaron a tener aplicabilidad
directa, y los países en que se necesitaban ellas ser “transformadas” en leyes o
disposiciones de derecho interno para ser aplicadas por los tribunales y autoridades
administrativas.
Nuestra propia Carta Magna establece la preeminencia del derecho internacional como
una posibilidad absoluta de protección a los derechos individuales de acuerdo a los fines
de su constitución, y esta posibilidad permite que en materia de Derechos Humanos, la
preeminencia del derecho internacional sobre el derecho interno. Reconocimiento de
igual manera de una forma amplia que el Estado mismo, en su constitución reconoce que
los derechos humanos tanto individuales como colectivos no se limitan exclusivamente a
los establecidos dentro de la parte dogmática constitucional, sino por el contrario se
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establece en su artículo cuarenta y cuatro que los derechos y garantías que otorga la
Constitución no excluyen otros que, aunque no figuren expresamente en ella, son
inherentes a la persona humana, y estos conceptos son complementados perfectamente
con la única excepción de la preeminencia del derecho Internacional en nuestra carta
magna, la cual establece taxativamente en su artículo cuarenta y seis, que se establece el
principio general de que en materia de derechos humanos, los tratados y convenciones
aceptados y ratificados por Guatemala, tienen preeminencia sobre el derecho interno.
Esto nos permite concluir que los derechos inherentes a la persona humana son de
aplicación dentro del derecho interno y por lo tanto de observancia obligatoria.
Los tratados de derechos humanos imponen deberes que implican la interacción entre sus
normas y las de derecho interno. A consagrar normas que acarrean esta interacción,
como la atinentes a la compatibilización entre sus dispositivos y los de derecho interno ( a
veces con referencia expresa a preceptos constitucionales y leyes internas) y las relativas
al derecho a recurso efectivo ante las instancias nacionales, los tratados de derechos
humanos atendieron a la necesidad de prevenir o evitar conflictos entre la jurisdicciones
internacionales y nacional y de armonizar la legislación nacional con las obligaciones
convencionales. De ahí la total improcedencia de la invocación de la soberanía estatal en
lo tocante a la interpretación y aplicación de los tratados de derechos humanos vigentes.
(Cancado Trindade, y otros, 1993, pág. 248).
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Aunado a ello, los actos internos de los Estados pueden venir a ser objeto de examen por
parte de los órganos de supervisión internaciones cuando se trata de verificar su
conformidad con las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos. Los
actos internos de los estados no se encuentran exentos de verificación en cuanto a su
valor de prueba, por canto pueden no estar conformes con las obligaciones
internacionales de los Estados. (Cancado Trindade, y otros, 1993, pág. 242).
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para todos los sujetos procesales, por el contrario es obligatoria y como consecuencia de
ello quien regula, mide y debe velar por su cumplimiento es el juez, puesto que en él esta
encomendado el guiar el procedimiento y controlar el mismo, así como la forma de los
actos procesales.
Es conocido ampliamente que las normas del procedimiento deben ser claras, y la forma
de llegar a la solución del conflicto debe enfatizarse en ámbitos accesibles a los
ciudadanos. Es por eso que en el ámbito más general se ha previsto la naturaleza de
gestión de los casos, siendo la corriente más avanzada la de la oralidad, puesto que se
prevé con esta forma de gestión un acceso a la justicia más inmediato y entendible a los
usuarios, sin mayores formalismos para que cualquier ciudadano no importa su nivel
académico o su estatus económico pueda acceder a solicitudes ante un juez que podrá
resolver las controversias.
Es así como nuestra legislación le da esa naturaleza a varios procedimientos como lo son:
el penal, el laboral, niñez, violencia de género, y otros. Y por otro lado la naturaleza
inminentemente escrita como lo es la civil, familia (en algunos casos), económico
coactivo, cuentas, y otros. Un sistema mixto, a su vez, es el que trae implícita actuaciones
procesales escritas y otras orales, o que su materialización procesal debe trasladarse a la
escrituración o a la oralidad.
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que actualmente ya nadie habla de un procedimiento oral o escrito cien por ciento puro;
porque como quedó establecido hace muchas décadas: “ hoy el proceso no puede ser
puramente oral o escrito. Exclusivamente oral solo puede ser un proceso primitivo… en
los pleitos de una civilización más avanzada, la escritura tiene siempre una parte. Todo
proceso es por lo tanto mixto; y será oral o escrito según la importancia que en él se dé la
oralidad y a la escritura, y, sobre todo, según el modo de verificar la oralidad.” (Mancilla,
2010, pág. 130).
Al igual este derecho ha sido desarrollado con otros derechos que traen implícito el
derecho de defensa como lo son el derecho de audiencia, el debido proceso, el debido
proceso, en este aspecto la jurisprudencia constitucional ha establecido: “los derechos de
audiencia y al debido proceso reconocidos en el artículo 12 de la ley fundamental, al
provenir de una norma general prevista en la parte dogmática, deben tener plena
observancia en todo procedimiento que se sancione, condene o afecten derechos de una
persona…” (Gaceta no. 57, expediente no 272-00, página no 121, sentencia 06-07-00).
En este aspecto Mancilla cita a otros autores como a Vasquez Rossi quien opina: el
acudir a un paradigma constitucional en materia penal resulta una exigencia insoslayable,
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ya que se encuentran en juego nada menos que los límites y condiciones del poder
estatal respecto del individuo. De ese pacto social, de esas reglas de coexistencia, deben
desprenderse las regulaciones punitivas, las que jamás pueden discrepar del modelo
básico sobre el que se asienta y del que deriva el orden jurídico. (Mancilla, 2010, pág.
247).
Luigi Ferrajoli derivado de su obra “razón y Derecho” que conlleva como subtítulo “Teoría
del Garantismo penal” afirma: Una constitución puede ser avanzadísima por los principios
y derechos que sanciona y , sin embargo, n pasar de ser un pedazo de papel si carece
de técnicas coercitivas –es decir de garantías- que permitan el control y la naturalización
del poder y del derecho ilegitimo, por lo que habrá que distinguir siempre entre un modelo
constitucional y el funcionamiento efectivo del sistema. (Mancilla, 2010, pág. 248).
Es con motivo de esta característica constitucional por virtud de la cual podemos afirmar
que los derechos y principios contenidos en la Constitución adquieren la naturaleza de
norma jurídica, específicamente de una regla, que puede ser oponible frente a todos
aquellos actos que la reten, adquiriendo firmeza inquebrantable al invalidar todos aquellos
actos que transgredan su esencia. De ser los principios dúctiles como antes lo
mencionábamos, la misma interpretación de ellos y la fijación de sus alcances, convierte a
éstos en reglas, porque, al definirse el alcance de un principio, es posible conocer con
claridad qué actos lo transgreden y, de ser así, determinar su invalidez. Dicho de otra
forma, la ductilidad del principio se convierte en una regla inquebrantable con motivo de la
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interpretación que se haga del mismo; esto, sin privársele al principio interpretado las
dimensiones del peso e importancia –características que no son propias de las reglas-
cuando éste colisiona con otro principio.
Por lo que respecta a la corriente americana, vemos que el judicial review, o el control
judicial de las normas, es la tesis de la inaplicación de la norma inferior que desconoce a
la Constitución. Este sistema es el que hoy en día conocemos como el control difuso de la
constitucionalidad de leyes, toda vez que la facultad de analizar la regularidad
constitucional de las normas generales no recae en un solo órgano, sino en la totalidad de
los tribunales que conforman el poder judicial. De esto obtenemos que dicho sistema
procura un medio de control indirecto, ya que el estudio de verificación al régimen
constitucional se efectúa mediante un acto concreto de aplicación de la norma
correspondiente; sin embargo, este medio de control, al no analizar en abstracto la norma
en cuestión, únicamente tiene el alcance de determinar que la ley no es aplicable para
ese caso en particular, desconociéndole efectos generales. Esto demuestra que esta
clase de herramientas judiciales –como el juicio de amparo- no persiguen la protección de
la totalidad la constitución, sino únicamente de los derechos individuales.
a. El amparo
b. La exhibición personal
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c. Constitucionalidad de las normas
En este ámbito se pretende que los derechos reconocidos en nuestra constitución tengan
una efectiva ponderación y vigencia positiva dentro de la vida jurídica de los ciudadanos.
Los medios de control constitucional tienen como objetivo poder invalidar, anular, o
prevenir todo acto contrario a la normativa constitucional y consecuentemente restablecer
el goce y disfrute de derechos constitucionales declarados en la carta magna.
En el caso de nuestra carta magna debemos estar ante el segundo de los casos puesto
que nuestra constitución ya tiene prevista las formas procesales o garantías
constitucionales para la ejecución y positividad de la parte dogmática de la carta magna,
lo que es conocido como la parte procedimental constitucional dentro de la carta magna.
En cuanto al control constitucional ejercido por órganos jurisdiccionales tenemos que este
tipo de control se lleva a cabo por las personas encargadas de la función jurisdiccional,
Jueces, Magistrados o Ministros, y tiene tres vertientes importantes:
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En este tipo de control cualquier Juez, sin importar su nivel ni competencia específica,
puede analizar la constitucionalidad de las leyes que debe aplicar y en las que se basan
los actos de las autoridades.
Este tipo de control consiste en que las cuestiones de constitucionalidad deben ser
resueltas por un órgano jurisdiccional al que se le encomienda exclusivamente esa
función, y se le denomina concentrado porque esa tarea la tienen una clase específica de
Jueces, Magistrados o Ministros.'
iii. Mixto
Existe un tercer modelo de control que se denomina mixto, caracterizado, por la existencia
de una Corte Constitucional (www.juridicas.unam.mx, 2017)
CAPÍTULO II
2. Procedimientos de juzgamiento penal.
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2.1 Procedimiento común:
El derecho es un regulador externo cuya misión consiste en poner orden a la vida en
sociedad con respecto a un grupo humano determinado. Integra el elemento orgánico del
Estado en cuanto se le considere a éste como la sociedad organizada jurídicamente. En
función de ello, interesa que conforme a nuestro sistema penal vigente, se vea la
definición de Derecho Procesal Penal, desde un punto de vista del sistema acusatorio,
para lo cual se debe tener presentes, los principios filosóficos en que se inspira, su raíz
ontológica y los elementos esenciales que los componen, así como los fines que persigue.
(Par Usen, 1999, pág. 25)
Con esto se entiende que la misma normativa origina una diferenciación clara de
juzgamiento lo que responde al momento del análisis profundo a razones de naturaleza
de las causas y no una división infundada.
La estructura descrita responde, con algunas modificaciones a la distribución establecida
por el proyecto Maier-Binder. Misma que parte, en buena medida, del orden establecido
en el modelo general impuesto por el código procesal penal para la provincia de córdoba
(1939) y de la estructura procesal contemporánea.
En el libro segundo del código procesal penal quedó comprendido todo el procedimiento
común para delitos de acción púbica, dividiéndose dicho procedimiento en tres capítulos,
con el objeto de regular la manera separada la acusación del Ministerio público y las otras
solicitudes que plantea en forma conclusiva. Los procedimientos especiales por su
trascendencia y modalidad fueron tratados en un libro aparte. En los quinto y sexto, fueron
reguladas de manera separada, la ejecución de las penas, medidas de seguridad y
corrección y las costas e indemnización al imputado. (Barrientos Pellecer, 2010, pág. XII)
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2.2 Acción penal:
La acción penal se entiende como la legitimación para la persecución penal.
El maestro Coutoure, define la acción como: El poder jurídico que tiene todo sujeto de
derecho de acudir a los tribunales u órganos jurisdiccionales para reclamar la satisfacción
de una pretensión, o bien es el derecho subjetivo de los ciudadanos de recurrir ante el
Estado para poner en movimiento su jurisdicción ejercida por los órganos jurisdiccionales,
mediante el proceso legal. (Par Usen, 1999, pág. 118).
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Acción penal publica
Acción penal pública dependiente de instancia particular
Acción privada.
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Con esto se enfatiza por lo tanto que la persecución penal publica y pública dependiente
de instancia particular depende del Ministerio Publico, y se materializa con la acusación,
la cual debe entenderse como el acto formal por medio del cual el Ministerio Publico
ejecuta la persecución penal en contra de las personas que de acuerdo a las
investigaciones reflejan la gran posibilidad de ser las responsables de los hechos ilícitos
que se investigan, la cual es presentada al juez para que analice si dichas investigaciones
son lo suficientemente fuertes y fundadas para someter a una persona a juicio oral y
público.
Estamos en claro, entonces, que la función de acusar dentro del proceso penal
corresponde al Ministerio; y que es a él a quien corresponde acreditar los términos de la
acusación. Efectivamente, el artículo 108 del código procesal penal señala: “el ejercicio de
la acción penal corresponde al Ministerio Publico como órgano auxiliar de la
administración de justicia conforme las disposiciones de este Código”. (Mancilla, 2010,
pág. 272)
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trámite en beneficio del usuario, razón de ser del sistema de justicia. (Perdomo Ruano,
Cruz Toscano, & Reyes Mejia, 2014, pág. 5).
Fue acordado por la Corte Suprema de Justicia que para otorgar competencia a los
jueces de paz sería tomado en cuenta los acuerdos entre el Ministerio Publico y la
Defensa Publica Penal para que de esta forma todas las entidades del Estado tuviesen
participación y compromisos para su aplicación. Por lo que la Corte Suprema de Justicia
emite el primer acuerdo de competencia territorial a varios juzgados:
a. El juzgado primero de paz penal, del departamento de Guatemala,
b. El juzgado quinto de paz penal, del departamento de Guatemala,
c. Los juzgados de paz de turno de la ciudad de Guatemala
d. El juzgado de paz penal de turno de Mixco del departamento de Guatemala.
Esto fue conocido posteriormente como la primera fase de competencia para delitos
menos graves, la cual entro en vigencia el 1 de septiembre del 2011.
Posteriormente fue emitido el acuerdo 40-2017 de la Corte Suprema de Justicia en donde
señala la competencia de las siguientes fases a partir del 4 de julio del año 2017.
Debe tomarse en consideración que los delitos menores de 5 años de prisión, tienen la
posibilidad del análisis de cualquier medida desjudicializadora para promover la solución
del conflicto, lo cual hace del procedimiento un procedimiento inminentemente
conciliatorio, en donde a consideración de la promotora de este análisis, debe de ser
agotado y promovida por la vía conciliatoria, incluso de oficio para la solución del
conflicto con la mínima intervención del Estado dentro de la imposición de una sanción
que constituye la última opción.
Atendiendo a la nobleza de este procedimiento, pues no obstante haberse presentado
acusación o querella, se considera que aún son viables las soluciones alternas del
conflicto siempre y cuando mediante la intervención del juez de naturaleza conciliadora de
los conflictos, pueda instar a las partes a solucionar el conflicto. (Perdomo Ruano, Cruz
Toscano, & Reyes Mejia, 2014, pág. 12)
Debe tomarse en consideración que para la aplicación del procedimiento deben
observarse las reglas siguientes:
a. Debe tomarse en cuenta que este procedimiento es un procedimiento especial,
que se rige por reglas especiales y propias.
b. Son aplicables a este procedimiento las reglas procesales generales, en lo
aplicable.
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Como consecuencia de lo anterior este procedimiento y su interpretación debe ser
aplicado de forma original las reglas específicas para el procedimiento y posteriormente
en caso los problemas procesales no son superados y solucionados con las reglas
generales del procedimiento.
El artículo 465 ter en el primer párrafo hace relación a la observancia de las reglas del
procedimiento general bajo consideración que esto no permite la exclusión de las reglas
específicas de procedimiento.
El procedimiento para delitos menos graves inicia con dos actos introductorios
establecidos como el inicio del procedimiento:
a. Acusación fiscal o
b. Querella de la víctima o agraviado.
Debe tomarse en cuenta que la flagrancia en apariencia no ha sido contemplada dentro
de la normativa específica y para esto fue interpretado por el acuerdo 26-2011 de la Corte
Suprema de Justicia como la aplicación de las reglas del procedimiento común, por lo que
en aplicación de lo establecido en el primer párrafo del artículo 465 Ter del código
procesal penal, debe aplicarse para estos casos las reglas contenidas en los artículos 81,
82, 320, 259 del código procesal penal, obedeciendo las reglas del procedimiento común.
Otro de los parámetros no establecidos en el procedimiento para delitos menos graves,
constituye el control jurisdiccional y sus efectos, los cuales se encuentran desarrollados
en el artículo 44 del código procesal penal, como complemento de este artículo especifico.
Por lo tanto el inicio del procedimiento común no es aplicable de forma inicial para este
procedimiento, por la aplicación específica de las reglas propias de éste, y de forma
general los actos introductorios tradicionales dentro del procedimiento común no son
aplicables a este procedimiento, por lo que en caso algún juez de paz con esta
competencia que conozca de algún acto introductorio que no sean los expuestos
anteriormente (acusación, querella o prevención policial) debe remitirlos al Ministerio
público para su investigación, o ser encaminados a la naturaleza propia del procedimiento
para delitos menos graves.
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procedimiento, más no obstante no se excluye la posibilidad de que los sujetos narrados
en el procedimiento común puedan participar dentro del procedimiento.
2.5 Procedimiento:
El procedimiento específico para delitos menos graves contempla un proceso que no
tiene prevista una fase preparatoria como en el procedimiento común, sino por el
contrario contempla una etapa de preparación para la acusación sin actuaciones
jurisdiccionales rigurosas, por lo que se podría entender que la investigación por lo tanto
no está cerradamente sujeta a plazos, sino por el contrario estos deben ser interpretados
en el estricto cumplimiento de las garantías constitucionales y en materia de derechos
humanos de ser juzgado en un plazo razonable y garantizar el acceso a la justicia de los
sujetos procesales.
El procedimiento para delitos menos graves inicia, como se ha establecido en la
presentación de la acusación o la querella, de la cual una vez recibida el juzgado debe
señalar una audiencia dentro de los días siguientes a la presentación la cual se denomina
audiencia de conocimiento de cargos.
Uno de los fundamentos de las reformas contenidas en el Decreto 7-2011 es otorgar a la
víctima la oportunidad de participar activamente en el proceso penal, por tanto, si la
víctima está presente en la audiencia y desea expresarse, debe otorgársele la palabra
para que se manifieste (no es una petición jurídica, sino más bien la manifestación directa
de su sentir y de lo que desea del sistema de administración de justicia). Su intervención
debe ser posterior a la del Ministerio Público. (Perdomo Ruano, Cruz Toscano, & Reyes
Mejia, 2014, pág. 15)
Citadas las partes a la audiencia el juez agota el protocolo contenido en el artículo 465 ter
inciso 2.a. siguiente:
1. Juez inicia la audiencia y verifica la comparecencia de las partes, informando del
motivo y forma de la audiencia y orden con el que esta se llevará a cabo.
2. Juez concede la palabra en su orden para que argumenten y fundamenten su
requerimiento a:
A. Ministerio Publico (si es acusación) o
B. Agraviado (si es querella)
3. Juez concede la palabra para que ejerzan control sobre el requerimiento del
Ministerio Publico o la víctima o agraviado al Acusado y posteriormente a su defensor.
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4. el juez posteriormente de haberlos escuchado puede decidir la desestimación o
la apertura a juicio.
En estos casos debe tomarse en consideración que la desestimación del procedimiento
para delitos menos graves debe tomarse en cuenta que la desestimación se encuentra
prevista cuando no se puede proceder, cuando no constituya delito o cuando no se tenga
la probabilidades de participación del imputado en el mismo, caso contrario se debe
otorgar la apertura a juicio.
5. Si dentro del procedimiento se ordenó la apertura a juicio en esa misma
audiencia se ofrece la prueba por parte del ministerio Público si es una acusación la
que se conoce, o bien, a la víctima o agraviada si es una querella. Posteriormente a la
admisión o rechazo de la prueba, se señala la audiencia del debate, mismo que se realiza
ante el mismo juez que apertura a juicio.
CAPÍTULO III
3. El derecho de defensa y la tutela judicial efectiva en la querella del procedimiento
para delitos menos graves.
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fundamentalmente dentro de determinado grupo o campo y que la sociedad está
constituida para las comunidades estatales, supra estatales, orientadas a la realización de
sus propios fines.
De esto se puede establecer entonces que la defensa de un orden constitucional, va
totalmente orientado con el cumplimiento de un estado democrático y como consecuencia
debe tomarse en consideración, que la responsabilidad del juez dentro de un estado
constitucional, es el primero de los puntos, la protección de esta orden constitucional; por
lo tanto la responsabilidad del estado, es consecuencia de sus altas finalidades relativas a
la creación y fomento de las condiciones indispensables para el bienestar en general, que
incluyen las mejores condiciones de vida para las personas humanas que integran este
mismo estado, este es un elemento esencial dentro de su organización concretamente e
individualizadas, pues ese ser humano es el único fin de la sociedad y del estado mismo.
Por lo cual uno de los principales objetivos de toda organización estatal, debe ser la
protección de sus integrantes, esto el refrendado en nuestra Constitución Política, en su
artículo segundo que establece los “Fines del Estado” que ya fueron abarcados en
capítulos anteriores; estableciéndose que nuevamente debe puntualizarse que el objetivo
del estado es específicamente el declarado en el artículo segundo, de ahí desprende la
idea de la Tutela Judicial efectiva, como uno de los objetivos del estado, es obligación del
estado la protección de la persona, los bienes, la familia y otros bienes jurídicos tutelares
como tales, que dan una orientación al estado para el cumplimiento de sus fines. Por otra
parte debe analizarse que el estado y el derecho son dos entidades de distinta naturaleza,
que la primera responde al estado, como la comunidad orientada en la realización de los
fines sociales fundamentales dentro de determinado campo y el fin de ésta es la
realización del bien común y de todos los habitantes y no de uno en particular; por otro
lado se define como derecho, como el orden de las competencias que permite actuar de
forma autónoma, el derecho garantiza unas competencias que facultan para hacer, tener
o exigir algo, es decir para actuar de forma autónoma, defendida frente a las intromisiones
de los demás y por lo tanto, el derecho es en esencia fundamental, el poder o facultad
para poder actuar, esto es definido dentro del libro (RECASENS SICHER, 1963) página
doscientos cuarenta y siete, como consecuencia de ello debe entenderse que el anhelar
un estado de derecho, implica la incorporación de dos conceptos, la definición de Estado
aunado a la definición de Derecho, conjugados puede definirse entonces, que el Estado
de derecho constituye todos aquellos elementos que tienen como objetivo garantizar a los
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ciudadanos, el poder o facultad de actuar con las garantías orientadas al cumplimiento de
los fines del estado y que este es la realización del bien común.
Las declaraciones contenidas dentro de la Constitución Política de la República de
Guatemala, deben ser estas aunadas a las garantías Constitucionales incorporadas a
través de Convenciones en materia de Derechos Humanos, que es conocido en la
práctica como el Control de Convencionalidad Sobre las Actuaciones Jurisdiccionales o
Actuaciones Administrativas, en ésta línea de ideas debemos de entender que la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, establece al juez como el control y el
garante de tales declaraciones, por lo tanto debe de ser de conocimiento general y
especifico, la obligación del juez de garantizar dentro de los procesos puestos a su
conocimiento, el estado constitucional y convencional de los actos sometidos de los
ciudadanos en particular. En forma similar ALFREDO ROCO, expone que el ejercicio de
la jurisdicción no es solo un derecho, sino también un deber del estado, por dos razones;
la primera, porque los fines del estado son sociales y públicos y hacen de su consecución,
sea una obligación estatal y la segunda, porque el derecho de jurisdicción tiene por
objeto, la satisfacción de intereses individuales, lo que implica en general que a los
particulares les deje libertad de consentir o no consentir dicha satisfacción. (CIVIL, 1944).
Esto nos hace tomar conciencia como se ha establecido, que la función jurisdiccional, es
también un deber del estado y esta función jurisdiccional debe ser ejecutada con
responsabilidad y bajo el estricto cumplimiento y observancias de garantías
Constitucionales y en Materias de Derechos Humanos, que puedan hacer viable al
particular la protección frente a un órgano estatal que pretende la solución de un conflicto
en cumplimiento de las garantías Constitucionales. De aquí deviene las ideas principales
en cuanto que el Juez, no puede ser parte, ni ejecutar acciones que corresponden a los
sujetos procesales, el Juez dentro de un estado Constitucional es el árbitro encargado de
vela por el cumplimiento del debido proceso en garantías de ambos sujetos procesales,
no debe por lo tanto ejecutar acciones que corresponden a la defensa o al Ministerio
Público, en el caso de los asuntos penales y por lo tanto su imparcialidad, debe ser
demostrada en todos los actos; la imparcialidad del Juez es uno de los deberes
Constitucionales y estatales más importantes dentro de los estados democráticos
derivado que los ciudadanos deben de tener la garantía de poder acudir ante el juez
imparcial tal y como lo establece la Convención Americana de Derechos Humanos, en el
artículo octavo.
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La obligación fundamental del juez respecto al hecho de impartir justicia, puede exigir en
casos concretos la aplicación de principios supra legales, sin olvidar que dichos principios
jurídicos no son aquellos aceptados por la autonomía de la consciencia particular del
juez, sino los que la consciencia jurídica de la comunidad, esto se trata de principios
jurídicos, aceptados y reconocidos conscientemente por la comunidad jurídica,
precisamente en los sistemas de la democracia moderna la labor legislativa conduce a la
producción de derecho positivo con el influjo de la consciencia jurídica de la comunidad,
tampoco debemos de olvidar que respecto al ejercicio de la función jurisdiccional, se
reconoce el derecho esencial a la libertad de consciencia que es fundamentalmente ético,
si el juez ha de actuar de modo independiente e imparcial; esto está contenido en el libro
(Cancado Trindade, y otros, 1993)EL JUEZ Y LA DEFENSA DE LADEMOCRACIA, en la
página número treinta y ocho.
En este orden de ideas al establecer las obligaciones del Estado se encuentra la solución
de conflictos que está prevista originalmente, en lo posible, a los ciudadanos mismos, y de
ahí renace las corrientes que fortalecen el poder ciudadano para la solución de los
conflictos, y que apoyan a que toda persona puede colaborar con la solución armónica de
los conflictos dentro de su comunidad, más no obstante se debe de tomar en
consideración que muchas veces los conflictos son tan graves que no pueden ser
solucionados directamente por las poblaciones y esto infiere la obligación de someterlos
ante un tercero para la atención del conflicto. Este sometimiento de los conflictos es lo
que se la denominado “impartir justicia”. Que según la autora implica el conocimiento del
conflicto y sus interioridades y restablecer el orden social alterado por el mismo conflicto.
Este restablecimiento de los órdenes sociales implica un conjunto de garantías que
establezcan que quien soluciona el conflicto obedecerá las reglas preestablecidas para la
solución del mismo y que no estarán sujeto a nuevos conflictos que impliquen nuevas
reglas.
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3.3 El juez en búsqueda de la justicia y la legalidad.
3.4 Tutela judicial efectiva en la querella del procedimiento para delitos menos graves.
El procedimiento para delitos menos graves pretende el descongestionamiento de los
órganos jurisdiccionales de justicia, garantizando el acceso a a justicia de las víctimas en
todos los delitos cuya pena no sea mayor de 5 años de prisión, esto a consideración de la
autora, implica un agravio directo a los intereses púbicos derivado a la indiscriminación
con que el procedimiento específico de delitos menos graves atiende generalizadamente
todos los hechos que puedan ser constitutivos de estos delitos menos graves.
El articulo cuatrocientos sesenta y cinco ter del código procesal penal, establece, por el
contrario que el procedimiento inicia con la acusación del Ministerio Publico en respaldo a
la obligación constitucional o con la querella de la víctima o agraviado, y en este momento
el procedimiento específico no hace una distinción de la acción pública o la acción
pública dependiente de instancia particular en estos dos tipos de inicio del procedimiento,
y por lo tanto generaliza que todo delito cuya pena no exceda de cinco años de prisión
pueden ser iniciados bajo persecución del ente encargado de la persecución pena
publica, o por la víctima o agraviado en exclusión de las obligaciones estatales de
persecución penal, y por lo tanto generaliza que todos estos delitos como delitos que el
Estado considera como de vagatela o como delitos que no ameritan una atención
específica por parte del órgano encargado de la persecución penal.
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El problema de esta premisa procesal es que ha generalizado todos los hechos que
puedan ser constitutivos de delitos menos graves como delitos de poca trascendencia
social y como consecuencia genera la probabilidad procesal de que sea la víctima,
agraviado, ciudadano o particular el encargado de ejecutar la acción penal publica en
delegación del estado, puesto que el articulo cuatrocientos sesenta y cinco ter se rige por
su normas específicas de acuerdo a la naturaleza del procedimiento y como
consecuencia de ello inicia el procedimiento de delitos menos graves inicia con la
presentación de la querella o acusación, obligando al Juez a señalar una audiencia de
conocimiento de cargos en la cual se conozca los fundamentos de dicha solicitud, dando
intervención al Ministerio Publico o a la víctima para que fundamente su requerimiento y
no de forma simultaneo.
Por ejemplo en los delitos de homicidio culposo, y la pena para el responsable es menor a
los cinco años de prisión. Por lo que debemos de tomar en cuenta que si bien es cierto la
naturaleza del delito culposo implica la falta de dolo y la ejecución de acciones licitas,
dentro de este tipo penal, el bien jurídico tutelar es la vida; como consecuencia de ello el
Estado al momento de su promoción como tipo penal pretende la protección de la vida y
cualquier persona bajo las circunstancias de la culpa que vulnere la vida, puede ser
responsable de este delito.
En el supuesto anterior, debemos de tomar en consideración que la victima de este delito
puede ser cualquier persona, no importando que sea mujer u hombre, adulto o niño, joven
o anciano, con capacidades especiales o cualquier otro grupo de vulnerabilidad dentro de
una sociedad. Cuyo tratamiento estatal es el mismo derivado a que este tipo de ilícitos
penales son de mera actividad y no juzgan el resultado.
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Por lo tanto bajo la problemática analizada podría la familia de la víctima iniciar el
procedimiento para delitos menos graves con una querella la cual el juez tiene la
obligación de su conocimiento en la audiencia de conocimiento de cargos.
La vulnerabilidad del procedimiento implica que el juzgamiento de este tipo penal,
utilizado como ejemplo, implicaría que la víctima sustentara su requerimiento con medios
de investigación, y podría potencialmente conocerse en un juicio contra los presuntos
responsables por el delito de homicidio culposo, y la sentencia dictada en este caso
causaría efectos de cosa juzgada sin la ejecución por el Ministerio Publico de la
persecución penal.
Otro aspecto importante de manifestación en cuanto a la problemática es que muchos de
los medios de investigación de los delitos son de carácter exclusivo del Ministerio público,
como podría ser de forma muy elemental el informe de necropsia médico legal, que
realiza el Instituto Nacional de Ciencias Forenses en todos los casos en donde el
Ministerio Publico lo requiera, medio de investigación que no es proporcionado a los
usuarios derivado a que estos fundamentan la persecución penal publica del ente estatal,
sin mencionar las deficiencias en la preparación académica de los profesionales del
derechos que asisten a las víctima. Falencia que no puede dejarse por un lado, puesto
que la víctima confía en el asesoramiento legal de quien contrata, la cual no tiene control
de calidad alguna por parte del Estado, posicionando a la víctima en una condición
vulnerable frente a la persecución penal dentro de su agravio.
Es de conocimiento dentro de la presente investigación que el Estado debe limitar su
poder punitivo frente a los ciudadanos, más no obstante existe la obligación de la tutela
judicial efectiva frente a los agravios de las víctimas, lo cual trae aparejado
obligatoriamente la diligencia dentro de las investigaciones y acciones del Estado frente a
la vulneración de los derechos humanos.
Esta debida diligencia ha sido analizada por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos como obligación de los Estados en la garantía de la protección a los derechos
Humanos.
Los agravios dentro de estos tipos de hechos son graves y comprometen las obligaciones
del Estado frente al derecho de las víctimas, y como consecuencia de ello debe tomarse
en cuenta que las victimas en su condición por si misma se encuentran vulnerables frente
al agravio y la vulneración de sus derechos humanos; la restitución de dichos derechos es
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de obligación estatal. La persecución penal constituye una parte dentro de la restitución
de dichos derechos.
La tutela judicial efectiva implica la posición del órgano jurisdicción en su representación
estatal, encomendándole la aplicación de los procedimientos para el conocimiento del
conflicto en igualdad procesal, velando por la garantía a todos los sujetos procesales de
un proceso sin vicios que permita el conocimiento y solución del conflicto, bajo las reglas
previamente estipuladas.
La obligación del juez frente al conocimiento de la causa, implica la certeza de la
objetividad del acusador, principio fundamental dentro del conocimiento de los conflictos
penales, la cual es procesalmente atribuida al Ministerio Publico, no así a la víctima a
quien por tener un agravio directo dentro del conflicto penal es ilógico requerirle
objetividad dentro de su acusación. Por lo tanto el principio de una investigación objetiva
que tenga como fin último la averiguación de la verdad es imposible de requerimiento ante
un sujeto procesal que tiene un agravio directo en el conflicto, situación que coloca a
persecución penal vulnerable y dirigida hacia la presentación al juez de una querella
orientada al señalamiento directo y bajo riesgo de ser infundado.
Nuestra Constitución Política de la Republica establece que la persecución penal publica
corresponde al Ministerio Publico con el fin primordial de crear un ente imparcial sin un
intereses en la persecución penal más alla de tomar con exclusividad la persecución
penal publica, hecho que notoriamente riñe con los aspectos relacionados.
Recordemos que dentro del procedimiento penal, la objetividad es un principio rector de la
función del ente investigador dentro de la persecución penal que implica una doble via: la
primera hacia el sindicado, que refiere que el Estado desarrollará investigaciones sin
interés dirigido específicamente hacia el sindicado, sino que por el contrario su mayor
interés es la investigación de los hechos puestos a su conocimiento y la posibles
personas que se encuentren implicadas en los mismos. Y por otra parte la respuesta a las
víctimas para el señalamiento de los posibles responsables, sin que ello implique la
dirección de una investigación bajo interés superior a la averiguación de la verdad.
Ahora bien, pese a todo lo escrito, debemos tomar en consideración que cuando se
desarrolló el procedimiento para delitos menos graves en el apartado específico se
incluyó la normativa del mismo donde se indica en la parte conducente que en la
audiencia de conocimiento y luego de que el juez otorga la palabra a las partes
procesales, debe decidir aperturar a juicio o bien desestimar la causa, debemos
diferenciar que esta desestimación es judicial y de distinta naturaleza a la desestimación
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administrativa regulada en el artículo 310 del Código Procesal Penal, la cual le
corresponde al Ministerio Público como facultad, y se realiza en la fiscalía respectiva, éste
tipo de desestimación únicamente requiere autorización judicial, es decir intervención del
órgano jurisdiccional, en dos circunstancias: cuando la víctima no se encuentre
debidamente individualizada, o bien se trate de un delito grave.
Con ello se pretende ilustrar que existe la posibilidad que cuando la querella que haya
sido iniciada por la víctima o agraviado, no se encuentra debidamente fundamentada para
habilitar la apertura a juicio, el juez puede desestimar, lo que permitiría no cerrar el
proceso de forma definitiva y que se pueda prestar posteriormente con nuevos medios de
investigación que garanticen el contradictorio en juicio, esto en ejercicio del derecho de
defensa de los sujetos procesales.
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