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El trabajo autónomo del estudiante

El trabajo autónomo, en mi opinión, hace referencia al interés propio que tiene una
persona en fortalecer, ampliar o diversificar lo aprendido en relación con un
determinado tema o tópicos temáticos, ir más allá de lo visto en un espacio académico.
En este proceso, se hacen presentes aspectos como la autorregulación, el papel que
asume el docente y el desarrollo del pensamiento en el estudiante

Angie Licet Achury Ortiz

El trabajo autónomo, en mi opinión, hace referencia al interés propio que tiene una
persona en fortalecer, ampliar o diversificar lo aprendido en relación con un
determinado tema o tópicos temáticos, ir más allá de lo visto en un espacio académico.
En este proceso, se hacen presentes aspectos como la autorregulación, el papel que
asume el docente y el desarrollo del pensamiento en el estudiante.

En primer lugar, la autorregulación dentro del trabajo autónomo del estudiante, concibe
la forma como este toma conciencia y control de su propio aprendizaje, asumiendo la
labor de autogestionar lo que aprende. Para Crispín, Caudillo, Doria y Esquivel (2011),
en el aprendizaje autónomo:  

Se espera que el alumno sea independiente y que autogestione su práctica, es decir, que
sea capaz de autorregular sus acciones para aprender y alcanzar determinadas metas en
condiciones específicas, lo que implica que sea más consciente de las decisiones que
toma para aprender, de los conocimientos que pone en juego, de sus dificultades y del
modo en que las supera. (p. 50)

Por esta razón, es importante que el estudiante realice una auto-observación de las
conductas adoptadas para aprender y que pueda controlar la planificación, monitoreo y
valoración de necesidades específicas en  su aprendizaje.  Esto implica autoconocer los
procesos cognitivos y socio-afectivos que lo llevan a reflexionar sobre  qué quiere hacer
y qué desafíos puede asumir en torno a su aprendizaje, al igual que saber qué lo motiva
a aprender.

En segundo lugar, el proceso de enseñar , invita a mostrar respeto por la autonomía en el


aprendizaje del estudiante, no todos tienen los mismos intereses y necesidades al
momento de aprender. De esto deriva la importancia de fomentar el trabajo individual.
Como plantea Meirieu (2007) en entrevista realizada por Casals, “No basta con enseñar,
con dar respuestas. Hay que provocar en los alumnos el deseo de aprender y de
formularse preguntas” (p.42). Así, el rol del docente y su influencia sobre el trabajo
autónomo del estudiante radica en guiar y acompañar el proceso de aprendizaje y no
solo en estar pendiente del resultado, promover el deseo de aprender en el estudiante, y
propiciar nuevos intereses que lo lleven a buscar más aprendizajes.

El docente debe tener presente que el estudiante es un aprendiz curioso y así mismo
debe respetar las etapas de desarrollo del mismo. Tal como se enfatiza en la escuela
nueva o activa, según Dewey (s.f): “Solo el alumno podría ser autor de su propia
experiencia” (p.149), siendo la base de su educación la autoactividad decidida, la
actividad personal del estudiante.  Es diferente cuando a un niño en preescolar se le
impone dibujar algo, a cuando el niño decide por sí mismo qué objetoquiere dibujar
teniendo en cuenta sus intereses personales en esa etapa de su educación. Imponerle
algo al estudiante es limitar su capacidad de autodecisión sobre su aprendizaje y por
ende bloquear su capacidad de ser autocritico. Montessori (1979) dice:

El aprendizaje no debe ser un esfuerzo para los niños, una carga o una tediosa tarea
ejecutada para lograr la aprobación de alguien con autoridad. Por el contrario, debe
ser el resultado de un interés y dedicación personal, así como de una comprensión del
significado de las cosas. (p.131)

Si al estudiante se le impone lo que debe aprender, se acostumbrará a seguir órdenes


más no a tomar iniciativas y decisiones por sí mismo. Para él no tendrá significado lo
“aprendido” y será solo información que en algún momento tenderá a olvidar.

En tercer lugar, es importante que el estudiante genere un interés por el descubrimiento


autónomo, fortaleciendo la forma cómo piensa y ve el mundo. En el modelo de
Enseñanza para la Comprensión (EpC) se plantea una cultura del pensamiento en la que
los estudiantes deben saber pensar. Perkins (2005) afirma que “La verdadera
comprensión no reside en saber acerca de los tópicos estudiados sino en ser capaz de
“patinarlos”; es decir, ser capaz de desempeñarse en ello.” (p.64). Debe haber conexión
entre lo aprendido y la vida cotidiana. Así,  el pensamiento del estudiante debe estar
fundamentado en aprender a pensar por sí solo con la información que el ambiente en el
que se encuentre le ofrezca, cuestionar e ir más allá de lo evidente con el fin de
comprender lo aprendido.

En conclusión, el trabajo autónomo permite el fortalecimiento del proceso de


aprendizaje del estudiante dentro y fuera del aula. Esto, siempre y cuando  pueda tomar
control y sea consciente de lo que está aprendiendo, pueda apropiar el conocimiento
adquirido y se cuestione sobre las posibilidades de ser utilizado en la vida cotidiana. Por
esta razón, el docente debe respetar los deseos de aprendizaje del estudiante y
acompañarlo en el proceso. La profundización voluntaria en querer saber más, debe
estar fundamentada en el desarrollo de su propio pensamiento e intereses personales.

10 iniciativas para que los estudiantes


sean más autónomos
La autonomía es la base para aprender de manera constante durante toda la vida. Está
comprobado que el estudiante que es autónomo suele tener mejores resultados
académicos, y en este sentido, la escuela es el mejor espacio para aprender esta destreza o
capacidad.

Para cumplir este objetivo, el docente debe disponer de ciertas habilidades y


herramientas que le permita inculcar al estudiante iniciativas autónomas en el
aprendizaje, para que este sea  capaz de continuar aprendiendo de manera cada vez más
eficaz y  de forma independiente desde edades tempranas.
¿Qué iniciativas, hábitos y rutinas de trabajo diario en el aula permiten inculcar
dicha autonomía? Vamos a destacar 10 que suelen tener muy buenos resultados:

1. El profesorado debe abandonar su papel tradicional de actuación, debe ceder su


posición central en la toma de decisiones dejar paso a que el alumnado tenga mayor
protagonismo en esa toma de decisiones.

2. Fomentar la  curiosidad, especialmente con juegos, porque suele ser muy motivador para el
estudiante.

3. Crear una guía bien planificada y personalizada de aquellos conceptos que tiene
que ir asimilando el estudiante a lo largo del curso. Es una gran recurso cognitivo e
ideal, pues puede ir aprendiendo según su nivel de comprensión, a su ritmo, y eso
genera una gran motivación.

4. Crear sentido de la responsabilidad, más no de obligación en los estudiantes.  No es


fácil al principio, pero si se consigue es un camino ideal para estimular la autonomía.

5. Generar proyectos creativos para utilizar lo aprendido en nuevas situaciones.

6. Trabajar la autodisciplina. Se puede lograr con pequeños hábitos, como por ejemplo:
dedicar la atención ininterrumpida a una sola cosa y acabarla, pues eso motiva; ser
crítico con nuestros razonamientos;  valorar positivamente los pequeños logros
conseguidos, el decir “bien hecho” ayuda a esa autodisciplina; tomarte los objetivos con
calma y viendo paso a paso lo que hay que hacer; etcétera.

7. Crear hojas de rutas adaptadas e inculcar capacidades, no solo intelectuales, sino


también físicas y emocionales.

8. Implementar una constante tutorización para que el estudiante sea capaz de asimilar
los errores, superándolos de forma positiva y afianzando su autoestima.

9. Establecer una fuerte motivación hacia la cooperación con los demás como medio
para desarrollar el propio aprendizaje.

10. Propiciar “momentos” para que el alumnado pueda acceder a tareas escolares de
forma espontánea, que elijan la materia que más les gusta, que accedan de forma 
individual o grupal.

La autonomía en el aprendizaje no significa hacer al individuo protagonista único


de su propio aprendizaje. Se trata de ser independiente en la labor de aprender, pero
tiene que existir una colaboración continua en el desarrollo del saber. Todas estas
acciones se centran en ese objetivo, pues provocan sobre el alumnado un aumento de
la confianza en sí mismo, y por ende, logran una motivación que supera sus  tareas y
cualquier obstáculo que se les pueda presentar, por tanto, potencia su autonomía.

Y sobre todo, permite tomar conciencia de sus propios recursos. Se siente más libre para
intercambiar ideas, para gestionar el tiempo de su aprendizaje, comprender mejor la teoría y
desarrollar actividades propias.

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