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Antecedentes.
El establecimiento en Cuba de programas de desarrollo comunitario comienza con el triunfo revolucionario en 1959,
cuando ante el propósito de justicia social se jerarquizó como política de Estado la desaparición de los numerosos
barrios marginales existentes entonces, labor que centralizó el recién creado Ministerio de Bienestar Social.
Sin un preciso basamento metodológico, pero urgidos por las exigencias del momento, sobre la marcha se formaron
equipos de trabajo operativo que lograron en poco tiempo, eliminar de nuestro entorno las villas miserias, junto a la
drogadicción, el abandono de menores, la mendicidad y el desempleo que convertían a su pobladores en verdaderos
marginados sociales.
En la década de los años sesenta y principios de los setenta el desarrollo de comunidades se orienta a otra dirección:
la transformación integral de territorios agrícolas y el asentamiento estable de la población rural. A esta labor se
integran como una fuerza socializadora activa estudiantes de la Universidad de la Habana, entre ellos los de la
entonces Escuela de Psicología. Durante los años 1975-1985, el trabajo comunitario y otras formas de solución de
problemas sociales, fue insuficiente y en ocasiones casi nulo; lo que se derivo de las tendencias negativas
predominantes en un modelo de desarrollo fundamentalmente economicista que no se correspondía ni con nuestras
condiciones reales ni con nuestro proyecto social.
A partir de la toma de conciencia de estos errores, comienza de nuevo la revitalización de estos programas de
desarrollo, en los que la Psicología como disciplina tiene un espacio a llenar. En este esfuerzo se introduce la
asignatura Psicología Comunitaria en el plan de estudio de la Licenciatura en Psicología, se abren temas de
investigación y se incorporan estudiantes a las labores de investigación en este ámbito.
A) Instituciones de salud
En las instituciones de salud de la comunidad, el psicólogo debe promover (directamente con su trabajo, y
asesorando a otros especialistas como parte de un trabajo interdisciplinario) empleando métodos activos y
participativos:
1. Desarrollo de campañas de educación para la salud.
2. Desarrollo de campañas de educación para la familia.
3. Entrenamiento psicológico a otros trabajadores de la salud.
B) Instituciones escolares
La Psicología debe luchar por el establecimiento de plazas de psicólogos escolares, que trabajen de manera fija en las
escuelas. Mientras tanto, los psicólogos de la esfera educacional deben vincularse lo más estrechamente posible a
las instituciones escolares de base, y realizar experiencias modelos que puedan luego multiplicarse en aplicaciones
más masivas. Las funciones fundamentales en este ámbito serían:
1. Asesorar al personal de las escuelas en la solución de los problemas específicos que se enfrentan.
2. Trabajar de modo individual o grupal con los alumnos, en función de las necesidades específicas.
3. Desarrollar diversas tareas que conduzcan a una mayor y mejor integración entre familia y escuela.
C) Instituciones culturales
La cultura artística constituye un movilizador muy potente del desarrollo humano en la medida que genera afecto y
conocimiento, desarrolla necesidades y creatividad, es un medio expresivo y lúdico, transmite ideología. La
psicología puede apoyarse en, y apoyar a las instituciones culturales de la comunidad para:
1. Emplear la actividad artística como apoyo en el trabajo terapéutico educativo ideológico.
2. Desarrollar experiencias de promoción cultural en la comunidad.
3. Entrenar el personal de estas instituciones en métodos activos y participativos.
Este objetivo debe ser cumplimentado por un equipo de Psicología, externo a la organización, con el enfoque de la
Psicología Institucional.
Cualquiera de las organizaciones de la comunidad, puede ser objeto de un estudio institucional. El resultado del
mismo será un diagnóstico institucional y un trabajo operativo de transformación institucional, en el cual el
psicólogo participa directamente. El cambio que se opere en instituciones claves de la comunidad repercutirá de
modo positivo en el desarrollo comunitario general.
Por último, quisiéramos hacer énfasis en que, desde nuestra comprensión del trabajo del psicólogo en la comunidad,
éste sólo puede ser abordado en una perspectiva interdisciplinaria concebida en dos niveles.
a) La necesaria relación entre las diferentes especialidades de la Psicología a través de la cual se integrará
una reflexión de la problemática comunitaria en sus especificaciones psicológicas.
b) La necesaria relación del psicólogo con otros especialistas en grupos de trabajo que, desde una análisis y
una comprensión integradora de la comunidad, puedan proponer políticas de desarrollo que sólo podrán
instrumentase con el apoyo del aparato de gobierno asociado al desarrollo de los territorios, apoyo que
en gran medida, debemos ganar con nuestro trabajo.
Los psicólogos no podemos resolver todos los problemas asociados al hombre; es evidente que otras partes de la
sociedad deberán concurrir con su presencia y esfuerzo en este empeño. Pero lo que no podemos dejar de hacer los
psicólogos es ver todos los problemas asociados con el hombre y tratar de encontrar la traducción que en el plano
de nuestra ciencia se hace posible. La Psicología Comunitaria y sus desarrollos actuales es una apuesta en esa
dirección.
2. El paradigma constructivista.
El término objeto de una ciencia define a “aquello que se estudia, sobre lo cual se desea conocer o saber algo”
(Sabino, 1986, p. 13).
Desde el paradigma de una ciencia se establece su objeto y su método, los problemas que entran en los límites de la
indagación científica y cuales quedan fuera de ella. Guba y Lincoln definen paradigma como un sistema básico de
creencias que aparece como una cosmovisión que “determina, para quien lo sostiene, la naturaleza del mundo, el
lugar del individuo en ella y la posible relación frente a ese mundo y sus componentes”.
Estos autores señalan que las creencias sustentadas por un paradigma responden a tres cuestiones básicas
interrelacionadas:
• la cuestión ontológica: ¿cuál es la forma y naturaleza de la realidad?
• la cuestión epistemológica: ¿cuál es la naturaleza de la relación entre el que conoce y lo que puede ser
conocido?
• la cuestión metodológica: ¿cómo puede el investigador encontrar aquello que cree debe ser conocido?
Maritza Montero afirma que el paradigma es un “modelo constituido por un conjunto sistemático de ideas que
presenta relaciones e interpretaciones acerca de la actividad humana, de sus productores, de su génesis, de sus
efectos sobre los seres humanos y sobre la sociedad, señalando modos preferentes de hacer para conocerlos”. Los
paradigmas son construcciones históricas que responden a diferentes modelos del hombre que le dan significado.
La perspectiva de la complejidad generó un nuevo espacio cognitivo que modificó el mapa de la modernidad y abre
la necesidad de superar los paradigmas rígidos, cerrados para intentar construir “nuevas figuras del pensar” y del
intervenir científicamente.
El paradigma constructivista es un esfuerzo por superar el objetivismo del empirismo y el relativismo de la psicología
discursiva, que llevó a distintas formas de dualismo: interioridad-exterioridad, organismo-sociedad, sujeto-objeto de
conocimiento, teoría/práctica. El énfasis está puesto en el significado. ¿Cómo responde el paradigma constructivista
a las tres preguntas centrales planteadas por Guba y Lincoln?
2.3. La cuestión metodológica: ¿cómo puede el investigador encontrar aquello que cree debe ser conocido?
Entendemos por método al camino que permite acceder al conocimiento científico, se construye conjuntamente con
la teoría. Se denomina metodología al terreno específicamente instrumental (técnicas, procedimientos,
herramientas).
Guba y Lincoln afirman que la hermenéutica y la dialéctica son los componentes básicos de una metodología
constructivista.
La hermenéutica posibilita el análisis y comprensión de los procesos intersubjetivos de producción de significados.
Estas metodologías permiten generar los dispositivos adecuados que den “cuenta de los diversos momentos
estructurales de la intersubjetividad” con variables en diferentes niveles jerárquicos dentro de sistemas complejos.
La dialéctica se incorpora desde una fuerte influencia de la filosofía marxista, permite trabajar con las nociones de
cambio y conflicto.
Para este paradigma las diferentes herramientas metodológicas permiten organizar los datos empíricos sobre los
cuales realizamos el recorte en totalidades que constituyen el sistema cognoscitivo. Los datos empíricos son siempre
“interpretaciones de los datos sensoriales” (García, 2002, p. 44) e involucran ya un primer nivel de construcción
hermenéutica.
El proceso metodológico requiere de diferentes momentos o niveles interpretativos, que tienen entre sí bucles y
retroalimentaciones y que generan una verdadera interacción dialéctica entre teoría y experiencia.
Los procedimientos metodológicos a utilizar ponen en juego mecanismos de abstracción, generalización,
diferenciación e integración, construcción de observables, coordinaciones, tematizaciones, etcétera.
Los sistemas complejos requieren de metodologías interdisciplinarias para su estudio. Todo estudio interdisciplinario
parte de la construcción de un marco epistémico común, sin él es muy difícil la acción coordinada. No hay
interdisciplina si no se logra construir un equipo de trabajo, que permita convergencia, complementación y
articulación de diferentes dominios disciplinares.
El trabajo interdisciplinario más que un logro es un esfuerzo de cooperación constante.
En PSC la metodología buscará la posibilidad de generar “contextos dialógicos” que posibiliten la exploración -
deconstrucción -recreación de las construcciones sociales en juego.
Se privilegian las metodologías participativas y las basadas en la investigación-acción que como su nombre lo sugiere
“condensan los métodos de investigación que reconocen expresamente un doble objetivo en el proceso de
producción de conocimiento: el de investigar y el de actuar/modificar algo de lo investigado” (Fuks, 2000, p.2). Éste
es -con frecuencia- el tipo de investigación que se desarrolla en los programas comunitarios en los que se intentan
incrementar los recursos de un sector de la población para la transformación de sus condiciones de existencia y de
esta intencionalidad es que ha surgido el énfasis en la dimensión participativa.
El encuentro dialógico entre las distintas perspectivas que emergen en el horizonte comunitario posibilita “la
producción colectiva de conocimientos, recrea al productor como co-productor”.
“En primer lugar la coproducción en sí representa un espacio discursivo, por lo tanto exige a los participantes poner
en juego sus representaciones y apropiaciones mutuas, se instaura entonces una ética discursiva que requiere un
reconocimiento de los fundamentos de la práctica y la posibilidad de los intercambios. En segundo lugar, las técnicas
se subordinan al marco epistémico, ya que lo usual en los enfoques disciplinarios, es que quedan determinados por
la utilización de los instrumentos técnicos. En tercer lugar, el descubrimiento de los niveles de intervención (macro-
meso- micro), supone la posibilidad de reflexionar sobre las instituciones como parte de un proceso social de
trabajo”. La ética es en este punto un ejercicio reflexivo constante, crítico, legitimador de la metodología.
3. El objeto de la Psicología Social Comunitaria desde el horizonte de América Latina.
La historia está encarnada en la estructura del sistema. La comunidad es analizada como un sistema complejo,
compuesta por múltiples subsistemas. Un sistema es la representación del recorte que el científico hace de la
realidad para su estudio. Es una construcción conceptual producida por el investigador, con la cual representa las
actividades más significativas que pudieron ser visualizadas en el campo de trabajo. “El conflicto es parte de la acción
humana, por lo tanto su estudio debe estar incluido en el objeto de la psicología comunitaria”. Conflicto y cambio
son parte de los sistemas complejos. La cuestión epistemológica. La realidad social es una construcción cotidiana, de
carácter simbólico, que debe ser orientadora de los estudios psicológicos. El trabajo científico no puede silenciar los
conflictos de poder que se ponen juego en su desarrollo. Los valores forman parte de la complejidad de los sistemas
humanos.
Podemos decir que la PSC Latinoamericana está fundada en lo que Alipio Sánchez Vidal describe como Modelo del
Cambio Social; su objetivo es la modificación de “los sistemas normativos, relacionales y teleológicos (fijación de
metas) que lo gobiernan y que afectan a la vida y relaciones (horizontales y verticales) de sus miembros.
Martín-Baró define la liberación como horizonte de la Psicología, el deseo de cambio está motivado en él, por la
conciencia del padecimiento de las mayorías populares latinoamericanas y la causalidad sistémica de esta situación.
Subraya el carácter político de la ciencia. “La PSC en América Latina supone siempre un fondo político, no en el
sentido estrecho del partidismo, sino en el sentido de la ciudadanía”.
Para Maritza Montero el objeto de la PSC es el “estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar,
fomentar, mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social, para
solucionar problemas que los aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social”.
1.- Carácter histórico de la psicología: El objeto de estudio y las estrategias de intervención psicológicas deben ser
reconocidos en su matriz socio-histórica.
Resaltamos el concepto de memoria histórica, que permite recuperar el pasado y además analizar la forma en que
este pasado resignifica y construye el presente.
La teoría y las prácticas profesionales también se elaboran desde construcciones históricas, que incorporan
memorias y olvidos, en función de los intereses que tiene mas poder.
2.- Incorporación del conflicto: El conflicto forma parte constitutiva de la vida del hombre. Es percibido como
tensión, cuando individuos o colectivos sociales son sometidos a fuerzas que se oponen o excluyen mutuamente.
Tiene componentes subjetivos y vinculares.
Los conflictos se construyen en el interjuego de diferentes estructuras (sistemas valorativos, representaciones
sociales, sistemas de poder, etc.) y se expresan a través del lenguaje, en la interacción, en un contexto determinado.
Son un llamado a realizar cambios, son expresión de situaciones de crisis que provocan la necesidad de redefinir
relaciones. Son inevitables y suelen expresarse en tensión, sufrimiento, confrontación, competencia, violencia. Los
conflictos humanos se desarrollan en la comunicación y son relatados por cada una de las partes, a partir de su
propia experiencia, utilizando los canales y significados disponibles.
La valoración que se hace del conflicto no depende sólo de sus componentes concretos sino también del significado
que las personas le asignan a través de la construcción social del mismo. Vemos entonces que el problema no radica
en la existencia del conflicto sino en la forma de percibirlo, transitarlo e intentar resolverlo. La psicología comunitaria
incorpora el conflicto, la afronta y lo transita con estrategias diferentes.
3.- Necesidad de incluir la perspectiva de los oprimidos: Maritza Montero afirma que no podemos hacer solamente
psicología desde la perspectiva del hombre promedio, generalmente de nivel socio-económico medio o alto, no
podemos adoptar en el estudio de los fenómenos psicosociales únicamente el punto de vista de quienes tienen
poder y trabajar solo en función de sus intereses. Si no nos interrogamos acerca de la dimensión ético-política de
nuestras prácticas, solo actuaremos en función de los intereses de los que tienen más poder.
Se reconfigura así el rol del psicólogo comunitario como agente y facilitador del cambio social, lo cual supone una
toma de conciencia de nuestra inserción social y de los intereses históricos a los que servimos. La ética es aquello
que nos devuelve nuestra dignidad de seres humanos...
Conclusiones:
Los distintos autores latinoamericanos citados tienen diferentes matices en el recorte que realizan del objeto de
estudio de la Psicología Social Comunitaria; lo que los une es la noción de complejidad sistémica, la dimensión ética e
histórica de la tarea científica, el análisis de la construcción colectiva de significados, el énfasis en el análisis de
procesos, el uso de metodologías que superan la dicotomía entre teoría y práctica, el compromiso por la
construcción de una comunidad más justa.