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CÁNCER DE VEJIGA

El cáncer de vejiga es la 2º neoplasia geniturinaria más frecuente en el varón, luego cáncer de próstata, ocupando
el 4º lugar en cuanto a la mortalidad por cáncer en varones. En Argentina, se diagnostican 5.000 casos/año.
El pico de incidencia se ubica en 50-70 años, y 75% se desarrolla en el varón (relación 3/1 varón/mujer).
Los factores de riesgo comprenden: tabaquismo y exposición ocupacional a ciertos carcinógenos (ej: anilinas y
aminas aromáticas). Otras etiologías: ciclofosfamida, radiación pelviana e irritación crónica de la vejiga.

CLASIFICACIÓN CÁNCER DE VEJIGA


-Carcinoma transicional (90% de tumores vesicales). Tumor con agresividad biológica elevada. Pueden ser:
papilares (lesiones exofíticas, generalmente pequeñas y no invasivas), sésiles (lesiones sólidas, con base ancha,
que tienden a invadir músculo) o carcinoma in situ (lesiones aplanadas que se ven como un área eritematosa o
aterciopelada, que puede o no estar asociada con una lesión exofítica).

-Carcinoma escamoso (7-8% de tumores vesicales). Se asocian con procesos irritativos crónicos del urotelio
(ej: litiasis vesical, cuerpos extraños, esquistosomiasis, pacientes parapléjicos sondados o con cateterismo, etc).

-Adenocarcinoma (1-2% de tumores vesicales). Se asocia a infecciones crónicas, extrofia vesical, uraco permeable
o remanente en el techo vesical.

-Otros tumores vesicales. Sarcomas, melanomas, tumores carcinoides. Todos poco frecuentes.

PRESENTACIÓN CLÍNICA DEL CÁNCER DE VEJIGA


80% de tumores de vejiga se presenta con hematuria macroscópica indolora; 20% con hematuria microscópica.
10% presentan síntomas secundarios a las metástasis; 20% presentan disuria y síntomas irritativos (frecuencia y
urgencia miccional, correspondientes a pacientes con carcinoma in situ, debe diferenciarse de prostatitis crónica
o infecciones urinarias). En relación con la hematuria, en el cáncer de vejiga, el sangrado, además de ser
asintomático, suele tener coágulos y ser terminal. La hematuria es termina porque la sangre, al ser más pesada,
se acumula en el piso vesical y es eliminada al final de la micción; por el contrario, la hematuria inicial sugiere
origen prostático y la hematuria total sugiere origen renal o ureteral. 50% de los pacientes con cáncer de vejiga
avanzado presentan obstrucción del árbol urinario superior, evidenciable por uronefrosis del sistema urétero-
pielocalicial del lado afectado, que puede llegar hasta la anulación funcional del riñón homolateral (casos
avanzados). En algunos pacientes, los tumores de vejiga pueden ocasionar infecciones urinarias.

DIAGNÓSTICO CÁNCER VEJIGA


·HISTORIA CLÍNICA. Debemos descartar la presencia de factores de riesgo: tabaquismo, exposición a
carcinógenos; y evaluar las características de signos/síntomas (presencia de hematuria, tiempo de evolución,
momento de aparición en la micción). El examen físico, que incluye tacto rectal, no aporta datos relevantes.

·CITOSCOPIA. Principal herramienta diagnóstica para cáncer de vejiga. Consiste en la inspección de la mucosa
vesical. Sinónimos cistoscopia: endoscopia urinaria, cistofibroscopia flexible y uretrocistoscopia.

·BIOPSIA. Determina el diagnóstico definitivo de cáncer vesical a través del estudio anatomopatológico.
Luego de visualizada la lesión sospechosa en cistoscopia, si es posible se reseca la lesión y se envía a estudio
histopatológico; si no es posible, simplemente se toma una o varias muestras para ser estudiadas.
·ESTUDIOS POR IMÁGENES (Ecografía vesical, urograma excretor, tomografía computarizada y resonancia
magnética). Se puede observar la típica falta de relleno o el engrosamiento y rigidez de la pared vesical que
produce el tumor. El diagnóstico por imágenes es sensible y útil en tumores grandes.

·CITOLOGÍA URINARIA CON TÉCNICA PAPANICOLAU (PAP en orina). Análisis citopatológico de una muestra de
orina de micción espontánea. Sensibilidad: 30% tumores bajo grado; 90% carcinomas in situ o tumores G3-G4.

·CITOMETRÍA DE FLUJO. Análisis de ADN de células exfoliadas obtenidas en una muestra de orina común. Es más
sensible que la citología para detectar tumores de bajo grado.

·PRUEBAS URINARIAS. BTA Stat test (detección de antígeno asociado a tumor vesical mediante
inmunocromatografía), BTA trak (detección cuantitativa de antígeno asociado a tumor vesical), MNP22 (detecta
proteínas de la matriz nuclear), telomerasa (trasncriptasa reversa que reconstruye telómeras: fragmentos finales
de cada cromosoma que se pierden durante replicación ADN; que, al ir cortándose, llevan a la célula a la muerte;
en algunas células tumorales, esta actividad telomerasa es modificada, llevando a la célula a la inmortalidad).

-Diagnóstico. Generalmente, el diagnóstico se realiza a partir de un paciente que consulta porque orinó con
sangre (macrohematuria). Si bien el cáncer de vejiga no es la causa más frecuente de macrohematuria (causas
más frecuentes: sangrados prostáticos y renales), en todo paciente > 40 años que consulta por macrohematuria,
deberá considerarse seriamente la posibilidad de que el sangrado sea secundario a neoplasia vesical.
Frente a una sospecha de neoplasia vesical, se realizará un extenso interrogatorio y se indicará una cistoscopia
para descartar esta patología como causa de macrohematuria. El interrogatorio consiste en establecer: si el
sangrado se acompaña de síntomas (disuria, dolor, urgencia, polaquiuria), que sugieran un componente
infeccioso o si es asintomático (sugerente de patología tumoral del árbol urinario); momento del sangrado (inicial,
terminal o total), dato que orienta topográficamente sobre el posible origen de la pérdida (cáncer de vejiga:
sangrado terminal). Los estudios iniciales solicitados son: ecografía completa del árbol urinario (riñón, vejiga y
próstata) + sedimento urinario con urocultivo (cuantificar hematuria y descartar componente infeccioso).
La ecografía vesical es un estudio sensible para el diagnóstico de tumores de vejiga de cierto tamaño. La ecografía
vesical puede informar: lesión vesical u otra causa probable de sangrado (ej: litiasis o tumor renal), o ser negativa.
Cualquiera sea el resultado, puede indicarse una cistoscopia, que visualizará en forma directa todo el tracto
uretro-próstato-vesical y determinar presencia, ubicación, número, tamaño, implantación de la neoplasia vesical.
Mediante el sedimento urinario + urocultivo, se confirmará la presencia de hematuria y se descartará el
diagnóstico de infección urinaria (indicar tratamiento). De todas maneras, debe mantenerse la sospecha de
neoplasia vesical si hubo macrohematuria. Además, el urocultivo sirve para descartar colonización bacteriana
uretral previa a la realización de cistoscopia (necesaria para evitar infección sistémica).

Además de la macrohematuria, el diagnóstico de cáncer de vejiga puede hacerse a partir de síntomas irritativos
(sobre todo en carcinoma in situ), a partir del hallazgo de microhematuria, o bien puede surgir a partir de un
hallazgo ecográfico o endoscópico en un paciente estudiado por otro motivo (ej: obstrucción urinaria).

La cistoscopia es un procedimiento sencillo, ambulatorio, a partir del cual se hace diagnóstico de neoformación
vesical. Sin embargo, en la cistoscopia no se toma biopsia del tumor, porque son lesiones muy sangrantes.
Se cita al paciente con neoformación vesical, muy probablemente maligna, para otro día, en quirófano, donde,
bajo anestesia general o raquídea, se reseca el tumor y se manda a analizar a anatomía patológica (resección
transuretral-biopsia o RTU biopsia). La resección endoscópica comprende resección completa del tumor. En
tumores grandes o ubicación de difícil acceso se realiza resección parcial (fines de diagnóstico histopatológico).

ESTADIOS, CARACTERÍSTICAS Y PRONÓSTICO DEL CÁNCER DE VEJIGA


La estadificación del cáncer de vejiga se realiza con la clasificación TNM

El tumor de vejiga invade localmente y se extiende hacia ganglios regionales, pudiendo dar metástasis a distancia,
preferentemente en pulmones, hígado y huesos. La diferenciación tumoral se clasifica en 3 grados:
G1: anaplasia leve; G2: anaplasia moderada y G3: anaplasia grave.

-Factores pronósticos negativos (mala evolución): mayor grado tumoral, mayor profundidad de penetración de
lesión, invasión linfática, mayor tamaño tumoral (>4cm), mayor número de tumores (>4), configuración sólida y
tiempo transcurrido entre el diagnóstico primario y la recurrencia (menor tiempo, peor pronóstico).

80% de tumores de vejiga son superficiales (estadios Ta y T1) en su presentación inicial. Si bien el carcinoma in
situ es un tumor superficial con respecto a su localización, presenta potencial agresivo mucho mayor que el resto
de los tumores superficiales y tiende a convertirse en infiltrante sin pasar por los estadios intermedios.
El pronóstico de los tumores superficiales de vejiga es bueno (sobrevida 5 años: 90%). Sin embargo, presentan
alta recidiva (50-70% primer año luego del diagnóstico). Además, en 33% de estas recurrencias, el nuevo tumor
presenta un grado histológico mayor que el tumor inicial; y en 10-15%, la recurrencia presenta invasión muscular.
Afortunadamente, los tumores superficiales de peor pronóstico (T1 GIII) solo representan 10%. En este grupo, la
recidiva tumoral es cercana al 75% y la progresión (invasión de músculo vesical) es de 30-50%, determinando una
sobrevida a 5 años del 50% (si se realiza cistectomía, la sobrevida puede elevarse a 70-90%).

El carcinoma in situ es un carcinoma del epitelio transicional confinado al urotelio (no atraviesa membrana basal)
y pobremente diferenciado. Puede cursar en forma asintomática o manifestarse con síntomas graves (disuria,
polaquiuria, urgencia miccional y dolor suprapúbico). La sospecha clínica de carcinoma in situ debe surgir a partir
de la presencia de estos síntomas + hematuria microscópica y ausencia de infección urinaria. El diagnóstico se
sospecha mediante cistoscopia (placa aterciopelada de mucosa eritematosa que puede estar aislada o asociada
con un tumor papilar o sésil) y se confirma mediante biopsia. En casos de sospecha de carcinoma in situ
(antecedentes clínicos del paciente) pero con examen macroscópico de mucosa vesical normal, corresponde
realizar una biopsia aleatoria de paredes vesicales (laterales, fondo, techo y trígono) para no subdiagnosticar la
enfermedad. El carcinoma in situ vesical se asocia con pronóstico desfavorable cuando no responde o no se
realiza tratamiento adecuado, ya que la progresión a cáncer invasor es: 40% cuando está aislado y 80% cuando se
asocia con tumor papilar o sésil. El carcinoma in situ tiene 3 características: su historia natural no es predecible, la
citología urinaria miccional es bastante sensible para diagnosticarlo y suele responder a inmunoterapia con BCG.

Los tumores que invaden músculo vesical (tumores infiltrantes) son altamente malignos, tienen alto potencial
metastásico (evaluación: TAC, RMN, Rx tórax y centellograma óseo) y mal pronóstico (mortalidad 5 años: 50%).

TRATAMIENTO CÁNCER DE VEJIGA


·RESECCIÓN ENDOSCÓPICA o RESECCIÓN TRANSURETRAL. Procedimiento inicial de elección para tratamiento
primario de todos los tumores vesicales. Consiste en la resección (extracción) total del tejido tumoral, tanto con
fines terapéuticos como para su estudio histopatológico. En tumores voluminosos, es aconsejable resecar primero
la parte más periférica del tumor para, finalmente, resecar su base; de esta forma, se envían las 2 muestras a
estudio histopatológico en diferentes frascos. Es importante efectuar hemostasia para evitar sangrados post-
operatorios. Si la resección ha sido grande, es conveniente dejar un lavado vesical durante las primeras horas. En
todos los casos, se deja una sonda vesical luego del procedimiento, que se retira entre 48-72 horas post-
operatorias (externación del paciente). En caso de tumores muy pequeño, es posible realizar el procedimiento en
quirófano ambulatorio y el requerimiento anestésico puede ser menor.

·TERAPIA ENDOVESICAL. El tratamiento adyuvante local se implementa una vez realizada la resección endoscópica
tumoral y cuando ya se conoce el resultado anatomopatológico. Mediante instilación (aplicación de solución con
la droga activa mediante una sonda k-30). Esta solución se deja durante 2 horas dentro de la vejiga y luego se
indica al paciente que orine, con lo que elimina, de esta forma, la solución instilada. El tratamiento adyuvante
disminuye la tasa de recurrencias y prolonga el intervalo entre una recurrencia y otra, mejorando la calidad de
vida de los pacientes, sin aumentar la sobrevida significativamente. Los tratamientos adyuvantes locales más
utilizados son: quimioterapia intravesical, inmunoterapia intravesical con BCG, inmunocianina e interferón.

·QUIMIOTERAPIA INTRAVESICAL. Dañan las células tumorales y afectan la síntesis de ADN. Los agentes más
utilizados son: mitomicina C, tiotepa y doxorrubicina. Tratamiento indicado frecuentemente.

·INMUNOTERAPIA INTRAVESICAL CON BCG (preaparado liofilizado de la cepa atenuada de Mycobacterium bovis).
El mecanismo de acción se basa en la producción de reacción inflamatoria aguda, asociada con una respuesta
inmunológica con la aparición de interleuquina 1 y 2, factor de necrosis tisular e interferón gamma en orina.
En la pared vesical se presenta un pronunciado aumento de mononucleares (linfocitos y macrófagos), a diferencia
de otras drogas citostáticas que inducen una cistitis caracterizada por incremento de polimorfonucleares.
La respuesta es particularmente buena en tumores superficiales más agresivos (T1 G3) y en carcinoma in situ.
La preparación de la instilación consiste en: 120 mg de BCG + 60 mL de solución fisiológica.
Efectos adversos más comunes de la BCG: irritación vesical (80%) y vestigios de sangre en orina (40%); ambos
duran 24-48 horas. En 30% de los casos se presentan efectos adversos sistémicos leves y autolimitados: fiebre (<
38,5ºC) y dolores musculares; ambos pueden tratarse con paracetamol, AINEs o antiespasmódicos y no deben
implicar la suspensión del tratamiento. Los efectos adversos locales y regionales graves incluyen: prostatitis
granulomatosa (1-3%), donde al tacto se palpa una próstata indurada, con PSA elevado y epididimitis
granulomatosa (0,2%). El tratamiento de estas entidades comprende: isoniacida (300 mg/día) + rifampicina
(600 mg/día), durante 3 meses. Una complicación del tratamiento con BCG es tuberculosis renal, que puede
ocasionarse por reflujo vésico-ureteral o por vía hematógena. El tratamiento se realiza mediante 3 drogas
antituberculosas por 6 meses. Existe una complicación sistémica, “becegeítis”, que consiste en: fiebre elevada
(>38.5ºC) y prolongada, alteración del estado general, falla hepática e infiltrados pulmonares. Ante este cuadro,
se debe hospitalizar el paciente y tratarlo con 3 drogas antituberculosas, antibióticos que cubran gramnegativos y
altas dosis de corticoides. En casos extremos, el paciente puede sufrir síndrome séptico con falla multiorgánica,
distrés respiratorio, colapso circulatorio y coagulación intravascular diseminada. La inmunoterapia está
contraindicada en pacientes inmunocomprometidos, con antecedentes de tuberculosis o en quienes la colocación
del catéter uretral para la instilación es muy dificultosa o traumática (aumenta riesgo de reacciones sistémicas por
pasaje de BCG a circulación general a través de lesiones producidas en mucosa uretral). La instilación con BCG no
debe comenzarse hasta 15 días de resección endoscópica del tumor (riesgo de absorción sistémica).

·INMUNOTERAPIA INTRAVESICAL CON INMUNOCIANINA (modulador inmunológico que se obtiene de la linfa del
molusco Megathura crenulata). Opción terapéutica de tumores de vejiga en instilación intravesical. Se utiliza
como segunda opción en pacientes que no pueden recibir BCG. Esquema terapéutico: instilación semanal de 20
mg durante 6 semanas, seguido de mantenimiento de 20 mg mensuales durante un año.

·INTERFERÓN. El interferón más activo contra el cáncer vesical es el alfa-2b, que estimula las células citolíticas
espontáneas. Como terapia adyuvante de primer línea su efecto es inferior a la inmunoterapia y a la
quimioterapia con mitomicina C. Presenta respuesta >66% como terapia de segunda línea.

·CISTECTOMÍA RADICAL. Resección de vejiga, próstata y vesículas seminales = cistoprostatectomía radical.


Además de extraer todo el conjunto vésico-prostático, debe crearse una derivación urinaria que le permita
eliminar la orina al paciente. Estas derivaciones pueden ser: incontinentes (el paciente necesita bolsa externa
para colectar orina y luego vaciarla cada 3-4 horas; ej: conducto ileal u operación de Bricker, ureterostomía
cutánea) o continentes (se crea una nueva vejiga: neovejiga, a partir de la reconfiguración de un segmento
intestinal). Las derivaciones urinarias más frecuentes son las neovejigas continentes ortotópicas con intestino
delgado, procedimiento por el cual la neovejiga se anastomosa a la uretra y el paciente micciona en forma
convencional. Las neovejigas continentes no ortotópicas se crean con intestino delgado o grueso, pero se abocan
a la piel del abdomen y deben evacuarse cada 4-6 horas mediante cateterismo intermitente limpio.

·CISTECTOMÍA PARCIAL. Se desaconseja esta técnica como tratamiento del cáncer de vejiga, debido la elevada
tasa de recurrencia que acarrea. Su indicación es solo para pacientes que presentan tumores irresecables
endoscópicamente, sangrantes y que no aceptan o no están en condiciones de tolerar una cistectomía radical.
·RADIOTERAPIA y QUIMIOTERAPIA. La radioterapia es una opción terapéutica indicada en cáncer de vejiga
infiltrante. La eficacia de la radioterapia, para curar un carcinoma infiltrante de vejiga, está por debajo de la
cirugía; aunque presenta resultados similares al tratamiento quirúrgico radical cuando se la emplea asociada con
quimioterapia sistémica. La quimioterapia sistémica sola puede emplearse en pacientes con tumores avanzados.

TRATAMIENTO DE PACIENTES CON CÁNCER DE VEJIGA


·PACIENTES CON TUMORES SUPERFICIALES (Ta y T1). Se clasifican en paciente de riesgo: bajo, intermedio y alto.
-Bajo riesgo. Pacientes a quienes se les detecta por primera vez (tumor primario) un carcinoma papilar no
invasivo (Ta), único (solitario), pequeño (> 3 cm) y bien diferenciado (G1). El tratamiento consiste en resección
endoscópica del tumor y controles periódicos (no requieren tratamiento adyuvante).

-Riesgo intermedio. Pacientes con tumores solitarios, papilares o sésiles, que invaden el tejido conectivo
subepitelial (T1) o con tumores de la mucosa (Ta) que han recurrido, pero no han progresado ni en su grado de
anaplasia ni en su nivel de infiltración. Luego de la resección endoscópica, debe indicarse tratamiento adyuvante
con quimioterapia intravesical (para evitar recidivas). El esquema más utilizado consiste en: aplicación de
20-40 mg/semana de mitomicina C durante 6 semanas (eficacia: mitomicina C > BCG). La BCG sólo se emplea
cuando los pacientes tienen múltiples recidivas tumorales, o tumores multifocales o tumores > 5 cm de diámetro.

-Riesgo alto. Pacientes con tumores que invaden el tejido conectivo subepitelial (T1) y que son agresivos (grado
tumoral G3), o tumores de grupos menos agresivos que, al recidivar, progresan y tienden a infiltrar más
profundamente. Los pacientes deben ser controlados estrictamente (alta mortalidad). Luego de la resección
endoscópica, se debe indicar tratamiento adyuvante con BCG, semanalmente durante 6 semanas. En algunos
pacientes, se indica plan de mantenimiento (dosis de refuerzo a 3 y 6 meses; y luego cada 6 meses por 3 años).

·PACIENTES CON CARCINOMA IN SITU. El tratamiento para carcinoma in situ primario difuso es la resección
endoscópica + inmunoterapia intravesical (6 instilaciones intravesicales semanales con BCG). El paciente se sigue
con controles endoscópicos trimestrales y citología urinaria simultánea (PAP en líquido de lavado vesical).

·PACIENTES CON TUMORES INVASIVOS (T2-T3). Conducta agresiva. La resección transuretral (RTU) se limita al
diagnóstico y la estadificación local. Los tratamientos iniciales del carcinoma infiltrante de vejiga son: cistectomía
radical (1º elección) o radioterapia (reservado para pacientes no aptos a soportar la cirugía). Sin embargo, puede
implementarse la radioterapia asociada a quimioterapia sistémica como conducta terapéutica inicial.
El pronóstico de los tumores infiltrantes de vejiga es malo (mortalidad a 5 años: 50%). El uso de quimioterapia
sistémica neoadyuvante luego de cistectomía radical aumenta la sobrevida a 5 años. También, se manifiesta una
sobrevida aceptable con resección endoscópica + radioterapia + quimioterapia (con preservación vesical).
Más allá de lo complejo de la cistectomía radical (requiere derivación urinaria: neovejiga continente ortotópica),
la muerte por cáncer de vejiga es menos cruel sin la vejiga que la de aquellos pacientes que eligen no operarse. La
indicación de cistectomía con fines paliativos (cistectomía de salvataje) evita que el paciente muera por las
complicaciones locales de su neoplasia (hemorragias, perforación de recto, invasión de pared abdominal, etc).

-Indicaciones de cistectomía radical = carcinoma in situ, tumores superficiales con alto grado de anaplasia (T1 G3)
que recidivan rápidamente a pesar del tratamiento adyuvante o que no responden al tratamiento adyuvante;
tumores superficiales multicéntricos, voluminosos y que no son tratables en forma conservadora.
-Indicaciones de terapia adyuvante local = pacientes con recidivas tardías de tumores pequeños o malos
candidatos clínicamente para recibir tratamiento agresivo (cistectomía radical) pueden beneficiarse de un
segundo ciclo de inmunoterapia. La inmunoterapia se realiza semanalmente, durante 6 semanas, y se utiliza un
tercio de la dosis de BCG + interferón alfa-2b (50 millones UI). La BCG también puede indicarse como único
tratamiento para erradicar tumores superficiales residuales o inaccesibles a resección endoscópica.

SEGUIMIENTO DE PACIENTES CON CÁNCER DE VEJIGA


Los tumores de vejiga se caracterizan por su elevado riesgo de recidiva. Debido a ello, luego del tratamiento, el
paciente debe someterse a controles cistofibroscopia cada 3 meses durante 2 años, ya que es el periodo con
mayor riesgo de recidiva. Luego de los 2 primeros años, el control pasa a ser cada 6 meses durante los siguientes
2 años, y luego anual, en principio, durante toda la vida. Dentro del plan de seguimiento, se debe incluir:
ecografía, para evaluar el árbol urinario superior (control de todo el tejido urotelial debido a las características del
tumor: carcinoma transicional); citología (PAP) en cada cistoscopia; marcadores tumorales (gen p53 por
inmunohistoquímica). La citoscopia es el método más sensible para detectar una recidiva tumoral.

El seguimiento de los pacientes que han sido tratados por carcinoma infiltrante de vejiga difiere según se haya
conservado o no la vejiga. En pacientes que conservaron su vejiga, el seguimiento incluye endoscopias
trimestrales con estudio citológico y TC o RM abdominopelviana, con contraste endovenoso y sin este, en
búsqueda de engrosamientos parietales o adenopatías. En pacientes a quienes se les ha sacado la vejiga, el
seguimiento oncológico consiste en ecografías y tomografías cada 3 meses, no solo para detectar posibles
recidivas, sino también para monitorear la evolución de la derivación urinaria efectuada. En pacientes con
tratamiento conservador o radical, el seguimiento debe incluir: análisis de laboratorio (ionograma y estado ácido-
base, sobre todo en aquellos pacientes con derivaciones continentes debido al riesgo de acidosis hiperclorémica).

CARCINOMA DE PELVIS RENAL y URETER


Representan 5% de los tumores del urotelio. La incidencia en relación varón/mujer es 2/1. El promedio de edad
de aparición es 65 años. La bilateralidad está presente en 2-4% de los pacientes. El 85% de los tumores de la
pelvis renal y el 93% de los tumores ureterales corresponden a carcinomas transicionales. La etiología es similar a
la de los tumores transicionales vesicales. El 20% de estos pacientes se presentan con múltiples implantes en el
momento del diagnóstico, el 50% desarrollará un tumor en la vejiga y el 3% un tumor en el riñón contralateral.
14% de los tumores de pelvis renal y el 5% de los ureterales corresponden a carcinomas escamosos (asociados a
procesos irritativos crónicos, que tienden a invadir y a metastatizar en forma temprana, sobrevida a 5 años: 0%).
El adenocarcinoma se manifiesta en <1% del urotelio del aparato urinario superior, es más frecuente en la mujer,
se asocia con cálculos o con pielonefritis crónicas, presentando muy mal pronóstico.

85% de estos tumores se diagnostican en estadios tempranos. El diagnóstico se sospecha a partir de la presencia
de hematuria indolora (80% de los casos). También puede presentarse con dolor, asociado o no con obstrucción
(40% de los casos). La evaluación inicial es con ecografía; para la estadificación, se emplea: tomografía computada
o resonancia magnética nuclear. En estudios contrastados, es típica la imagen de falta de relleno.
ESTADIFICACIÓN

TRATAMIENTO = Nefroureterectomía (tumores de pelvis renal o 2/3 superiores de uréter), ureterectomía distal +
reimplante ureterovesical (tumores de bajo grado del 1/3 distal de uréter), quimioterapia sistémica (metástasis).
El éxito del tratamiento depende del estadio tumoral y del grado de diferenciación. El seguimiento es igual que
para cáncer de vejiga (cistofibroscopia cada 3 meses durante los primeros 2 años; cada 6 meses durante
siguientes 2 años; anual de por vida), dado que el riesgo de recidiva en la vejiga es muy alto (50% en primeros 18
meses) y, en este caso, se realiza, además una tomografía abdominopelviana cada 3 meses.

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