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La corte resolvió en el fallo Olmos. El mismo era una persona que había sido
condenada en la provincia de Neuquén que justamente había llegado a la corte y la
misma le había anulado el fallo porque resulto que esa persona estaba injustamente
condenada. La causa vuelve a la instancia provincial y ahí lo condenan ahora a 3
años. La defensa recurre, llega otra vez a la corte y la misma razona por las dos vías,
la de la reformatio in peius pero también introduce el concepto de la violación al ne
bis in idem. Es importante el voto de Petracchi donde a partir del considerando 7 u 8
hace una sucesión de argumentaciones que va mezclando todos estos temas.
Siempre está presente la cuestión de que cuando anulo y vuelvo a juzgar ¿Viola o no
viola la reformatio in peius? En el caso va dando una respuesta.
En nuestro derecho interno también existen fallos que van marcando esta línea.
El leading case es el fallo Rojas Molina. El caso trataba de una persona a la cual se la
había acusado por el delito de homicidio y esta persona en su declaración indagatoria
había invocado que se encontraba en una situación de legítima defensa. Tenía un
defensor oficial y cuando le dan traslado para que haga la defensa, el mismo no
contesta nada, tampoco ofrece prueba. Rojas Molina condenado a 17 años de prisión
y el defensor oficial ni siquiera interpone un recurso. El caso es llevado a la corte a
través de otro defensor y cuando analiza la situación dice que efectivamente el señor
tuvo un abogado defensor formal pero no tuvo ninguna actividad efectiva en el
proceso. Lo que hace es anular la sentencia porque se viola la garantía de la
defensa en juicio, específicamente la de la defensa efectiva.
También hay otras cuestiones que tienen que ver con la defensa efectiva y que
pasan por la situación en donde el abogado piensa una cosa y el cliente piensa otra.
Uno debería preguntarse cuál es el criterio que se debería seguir en esos casos ¿El
técnico o el lego? La respuesta la corte la da en un fallo que se llama Mac Leod
(217:1022) en donde lo que la corte indica es que siempre la voluntad que prevalece
es la del imputado porque es el que tiene el interés directo. Vale decir, que si el
imputado quiere recurrir y el abogado le dice que no está de acuerdo, deben recurrir.
Y, si se interpone un recurso y el imputado dice que no quiere seguir adelante debe
escucharse al imputado. Hay una regla en el código procesal de que los abogados
defensores tienen una amplia capacidad de actuar de manera autónoma pero lo que
no pueden hacer nunca es desistir de un recurso si no tenemos un mandato expreso
de la persona a la cual representamos. Es decir, si yo apelo un procesamiento y veo
que voy a perder el recurso tengo que pedirle autorización a mi cliente y él me tiene
que autorizar a desistir, o firmar él el escrito.
Caso
El defensor