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RESUMEN
Por otra parte, se cree que la idea de que el niño se inicie en la lectura
desde temprana edad es compartida por muchos autores. Algunos insisten
en que debe comenzar muy pronto, cuando aún es un bebé. Otros afirman
que así como los niños aprenden a hablar balbuceando antes de hablar el
lenguaje adulto, esto es, de forma muy natural, así también lo hacen con la
lengua escrita. Para Moss (2019), “aprender a leer se asemeja mucho a
aprender a hablar” (p.3). Según esta autora, “los niños no aprenden a hablar
conociendo y siguiendo las reglas. Ellos aprenden a hablar hablando y si de
algún modo interiorizan las reglas esto se da después de que el niño ha
dominado el lenguaje” (p.3).
A tal efecto, el aprendizaje de la lengua escrita se asocia no sólo es producto
de situaciones reconocidas como “de lectura” (acercarlo a los libros, leerles
en voz alta, por ejemplo), sino que también juega un rol fundamental todo el
bagaje que portan los padres “sin querer”, como sujetos lectores. Se hace
referencia al vocabulario, a los juegos lingüísticos, el conocimiento de la
lengua escrita como sujetos alfabetizados, entre otros aspectos, que los
padres lectores tienen en su haber. Todo ello, además de situaciones
específicas e intencionadas de lectura, le permiten al niño apropiarse de las
palabras, de los significados del texto escrito pero además, lo ayudan a
desarrollar otras habilidades: desarrollar y enriquecer su lenguaje,
desarrollar su pensamiento y con ellos la capacidad de analizar el mundo, de
entenderlo, de apropiarse de él, ser autónomo y competente comunicándose
con los otros.
Las interacciones con los adultos utilizando el libro como mediador deben
comenzar muy pronto. La lectura de cuentos en voz alta le permitirá
entonces ir apropiándose de la textualidad, el niño comenzará a querer
expresar lo que el libro dice a través de lo que Hasson (2015, cit. en
Delahaie, 2018) ha llamado el “balbuceo de libros”. Poco a poco irá
participando de ese momento maravilloso hasta que, a la par con su
desarrollo del lenguaje oral y su desarrollo intelectual, comience a nombrar
los objetos y las cosas que ve en los libros.
Se puede afirmar que en la adquisición del lenguaje por parte del niño hay
un fuerte componente biológico, sin embargo, es el entorno el que
proporciona las oportunidades para su realización, y el ritmo de adquisición
en sí mismo está controlado por la complejidad del desarrollo del niño que lo
está adquiriendo. En este sentido, es preciso considerar la adquisición del
lenguaje conjuntamente con la adquisición de otro tipo de conocimiento y
habilidades, es decir, de aquello que implica el desarrollo biológico,
intelectual y social del ser humano. De allí que los entornos familiares y las
interacciones que en ellos se promuevan tendrán importantes repercusiones
en las competencias comunicativas de los pequeños. Según Bigas y Correig
(2019) los entornos pueden diferir de acuerdo con los siguientes factores:
Desde este cúmulo de ideas y sustentos teóricos cabe preguntarse para que
se investiga en la Universidad Bolivariana de Venezuela, la respuesta a este
planteamiento está asociada estrechamente a la calidad y pertinencia de sus
procesos académicos para responder a los intereses y necesidades del
desarrollo integral del país en sus alcances nacional, regional y local como
uno de los principales ejes estratégicos de esta Alma Mater, en cuyos
propósitos contempla el impulso hacia el desarrollo de la investigación
vinculándola a logros en el desarrollo académico de la misma.
Delahaie, P. (2018). Cómo habituar al niño a leer. Para que su hijo descubra
el placer de la lectura desde la más temprana edad. Barcelona, España:
Medici.