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El destino i
de las imágenes \
Editorial Politopías
Polítopías trabaja en la continuidad
y m ultiplicidad de las crisis, en la
relación entre diferentes realidades
y distintos modelos teóricos. Aspira
a ser instrumento de investigación y
enseñanza para nuevos debates y a
participar en la búsqueda de las raí
ces y emergencias de nuevos tiem
pos y espacios públicos.
Editorial Politopías
Nigrán (Pontevedra), 2011
Colección Politopias
Hanciére, Jacques
El destino de las imágenes / Jacques Randére; estudio introductorio y traducción
de Pablo Bustinduy Am ador. - ed. - Nigrán (Pontevedra) ; Politopias, 20J1. -
Í46 p . ; 21 cm. - {Po)itopías).
índice
Arte-Filosofía-S.XX
Bustinduy Amador, Pablo
Politopías (Pontevedra).
ISBN 976-84-938186-0-9
7.01 7,036
O
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cidas en las leyes, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o translórmadón total o parda!
de esta obra en cualquier soporte o medio, y por cualquier procedimiento, salvo excepción prevista por la Ley.
imagen de cubíena: Vaso de cristal de las factorías Daum, realizado en técnica «muíticouche» en los
tonos de los cristales-lava. Obra de manufactura entre 1910-1912.
ISBN: 978-84-938186-0-9
Depósito legal: M-1.694-2011
IN D IC E
E studio introductorio .
P a b l o B u s t in d u y A mador
dad y los tipos de pensamiento que, al tenderse entre unas y otras, las
hacen inteligibles. Anudando el hacer, el ver y el pensar del arte,
Ranciére interroga sin cesar el estatus que se confiere a sus objetos,
las cargas de sentido que se distribuye o se desplaza en su seno, la
genealogía de sus significaciones y las relaciones que mantiene con
otras actividades, con su público, con su crítica y pensamiento, con
su historia y su tradición.
El destino de las imágenes arranca de una cavilación sobre la rea
lidad de la imagen en el arte contemporáneo. Ocuparse del estatuto de
la imagen, de sus vínculos con la palabra y la representación, de los
trabajos de significación que admite y propone, implica necesariamen
te una actitud polémica. De hecho, la argumentación se dirige contra
una pluralidad de discursos contemporáneos que han hecho de la ima
gen el centro de una denuncia global o de una aclamación mesiánica.
Los situacionistas despreciaron la alienación de la sociedad espectacu
lar, construida sobre imágenes intransitivas que garantizaban la pasivi
dad idiota del espectador. La sociología crítica, que recogió en mayor
o menor medida el testigo de esa denuncia, se dedicó a desenmascarar
las realidades reprimidas y anuladas por el culto contemporáneo de la
imagen-fetiche. El discurso semiótico enseñaba a descodificar imáge
nes que se leían como textos, mientras una cierta fenomenología expli
caba que la imagen había dejado de ser un objeto intencional, conver
tida en pseudo-realidad sin original e imposible de vivir. Por doquier
se intentaba redimir una cierta inmediatez de la presencia, rescatándo
la del sepulcro representativo; bajo los escombros de esa realidad
suplantada, un nuevo discurso de inspiración teológica celebraba la
idea del icono para resucitar la trascendencia en una sociedad idólatra
y nihilista. Frente a todos ellos, Ranciere no hace más que plantear
una serie de preguntas sencillas acerca de los trabajos de la imagen,
de sus modos de presencia, de sus usos y funciones en el arte y la
crítica contemporánea. Antes de poner el dogma en movimiento, se
detiene y pregunta: ¿qué hace de las imágenes artel ¿Cómo entra la
imagen en un régimen de sentido determinado? ¿Y cuál es la historia
de esos sentidos? ¿Dónde se originan, cómo evolucionaron? ¿Y de qué
afluentes se nutre el pensamiento que se propone explicarlos?
En otras palabras, Ranciére busca comprender las maneras de hacer
de las imágenes, el trabajo por el que pueden dar lugar a una cierta
Estudio introductorio 11
' La noción francesa es paitage. que lefíere a la división de un todo en punes. Ranciére ha llamado
a esa repartición le parlare du sensible.
Estudio introductorio 13
‘ Jugando con la oposición del género en francés, Ranciére distingue entre le polilique, lo político
en cuanto irrumpir anárquico y espontáneo de la democracia, y la poUlique, que designa en general el
mundo de la ley, del derecho y de la razón gubernamental. Así mismo, el término que he traducido por
Afuerza» u «.orden policial» es poiiee.
14 Pablo Bustinduy Amador
tanto que actividad por la que el maestro que sabe instruye al alumno
que ignora, sólo sanciona una desigualdad, y que en realidad el apren
dizaje procede de forma contraria, que allí donde se identifica una
ignorancia siempre hay un saber anterior, que nadie tiene un «lugar»
de conocimiento asignado, que todo aprendizaje es desarrollo libre y
autónomo de una inteligencia en ejercicio, y por tanto una emancipa
ción sin contenido concreto: el único contenido del aprendizaje es el
que desarrolla libremente una inteligencia plenamente emancipada.
Así quedan forjadas las bases que desarrolla la obra más estricta
mente «política» de Ranciére, que irá desarrollando en Los bordes de
lo político. El desacuerdo y los más recientes La división de lo sensi
ble y El odio de la democracia. En el centro de sus intereses se sitúa
una triple enunciación. Primero, Ranciére afirma que las formas de
desigualdad y dominación no están únicamente relacionadas con una
realidad «material» de explotación en razón de la actividad que se
desempeña, sino con una determinación de lugares y de espacios, de
posiciones y de cuerpos, de derechos y de títulos para intervenir en el
mundo común de la expresión, de la acción y del pensamiento, que se
impone de forma conjunta con esa actividad. Segundo, que las prácti
cas políticas de la emancipación tienen que ver tanto con la primera
dominación (emancipación de las actividades, de los espacios y de los
tiempos impuestos) como con esa exclnsión que la acompaña (eman
cipación de la invisibilidad y del sometimiento de las voces), y por
tanto pretenden deshacerse tanto de la una como de la otra. Tercero,
que estas prácticas se fundamentan sobre la actualización de un prin
cipio de igualdad inactual que no es tanto una determinación por rea
lizar o un programa por cumplir como una hipótesis que, esgrimida,
acarrea un cierto número de efectos, de consecnencias prácticas.
Frente al uso inflacionista que las vacía y aseptiza, esta triple
asunción pretende reubicar la.s nociones de «igualdad» y «democra
cia» en toda su fuerza renovadora y disruptiva. Entre las celebracio
nes del consenso ilimitado y los pesimismos que anuncian el fin de
la política en un mundo de consumo sin palabra, Ranciére busca res
catar su primera carga disensual y conflictiva, el potencial emancipa
dor de aquello que desborda y desplaza, revierte y transforma lo asig
nado. Por debajo de los nombres y de las voces que ubican, de todos
sus efectos de orden y exclusión, Ranciére apunta a la efervescencia
20 Pablo Bustinduy Amador
E d ic io n e s o r ig in a l e s e n f r a n c é s
E d ic i o n e s en españ o l
* Questions pour un Champion es. un programíi de televisión que, desde finales de los años 80,
obtuvo un gran éxito de audienda en Francia. Siguiendo el formato clásico de concunio, el parliciputue
debe acertar sucesivas rondas de preguntas de complejidad creciente. Un buen ejemplo del rol que
juega este programa en eJ imaginario televisivo francés contemporáneo puede encontrarse en el comien
zo de Plataforma, de Michel Hoiidicbecq {traducción de Encarna Castejon, Auagrania, Panorama de
Níiirativas 2007). [N. del T.: Todas las notas marcadas con asterisco son del traductor.]
' Regis Debray, Vk et mort de Gallimard. París, 1992, p. 382 {Vida y muerte de la Imagen,
traducción de Ramón Hervás, Paidós Comunicación, 1994). [N. del T : Las referencias numeradas
corresponden siempre a las ediciones citadas poi' el autor en el original. Allá donde es posible, he refe
rido a conlinuación y entre paréntesis a las edicione.s en castellano de Jas obras citadas].
El destino de las imágenes 27
* El término usado por Rancicre es un neologisrno: ¿magéité. En los caso.s similares he intentado
permanecer siempre cerca del original calcando el término en castellano.
El destino de las imágenes 29
El ténriino original es écarí, que puede implicar también un desvío, una separación o una simple
tiifercncLa.
El destino de las imíígenes 31
* Riíiiciere hace referencia a la ■.tcontroversia del iota» d d primer Concilio de Nicea (325 d. C.)- Este
Concilio cUriniió d problema cristológico de la consustancialiüaU, estableciendo la docrrina según, la cual
d Hijo era de subsiancki bimikir (0 |JO!.ouai.Oí - ho?noiousíos), pero no igual (ouoacn<aiog - homoousiüs)
al Padre: los dos términos .sólo se distinguían por una iota. EJ Congreso terminó por excomulgar a los
arrianos, quienes sostenían que d Hijo fue creado por el Padre y, por tanto, no podía participar de su
eternidad ní de la plena identidad con Dios.
32 Jacques Ranciére
^ Roland Banhes, La chambre claire, Éditions de l’Étoile, París, 1980, p. 126 (La cámara lúcida:
nota sobre la fotografía, traducción de Joaquím Sala Sanahuja, Paidós Comunicación, 2007).
34 Jacques Ranciere
Sin embargo, una tal duplicidad está lejo.s de ser evidente. Esta
duplicidad define un régimen específico de imageidad, un régimen
particular de articulación eutre lo visible y lo decible, aquel en cuyo
seno nació la fotografía y que le permitió desarrollarse como produc
ción de semejanza y como arte. La fotografía no se convirtió en arte
al hacer funcionar un dispositivo que opondría la impronta de los
cuerpos a su copia. Se convirtió en arte al explotar una doble poética
de la imagen, a) hacer de sus imágenes, simultánea o separadamente,
dos cosas: los testimonios leíbles de una historia escrita sobre los
rostros o los objetos y puros bloques de visibilidad, impermeable.s a
toda narrativización, a toda travesía del sentido. Esta doble poética de
la imagen como cifra de una historia escrita en formas visibles y
como realidad obtusa, torcedura del sentido y de la historia, no fue
inventada por el dispositivo de la cámara oscura. Su nacimiento es
anterior: se produjo cuando la escritura novelesca redistribuyó las
El destino de las imágenes 35
Enunciada en el Arí poética de Horacio, esta máxima establece un paralelismo formal y material
entre la pintura y la poesía.
Diderot, CEuvrei' compléies. Le Club Frangais du Livre, París, 1969, t. IL pp. 554-555 y 590-601
(una selección de la obra estética de Diderot fue publicada en Siruela; Escritos sobre e¡ arte, traducción
de Elena del Amo, La biblioteca azul, 1994).
36 Jacques Ranciére
Así se tejió una solidaridad entre las operaciones del arte, las
formas del imaginario y la discursividad de los síntomas. Esta solida
ridad se hizo aún ntás compleja a medida que las viñetas de la peda
gogía, los iconos de la mercancía y los muestrarios mercantiles en
desuso fueron perdiendo su valor de uso y de cambio. Todos ellos
Fundada en 1833 por Édouard Chartoii, el Magasin Piilorcsquc fue una de las primeras revisla.s
populares que incluía iluslracioncs — por lo general retratos de los arquetipos sociales a que se refiere
Ranciere. La Joreiie, por ejemplo, designaba el tipo social de una mujer joven, elegante y de reputación
fácil. El término nació por cJ bariio parisino de Notre Dame de Loreiíe,
40 Jacques Ranciére
^ «Richard Wagner. Réveríes d’un poete frangíais», in; Diva¡^uíicfi.'j. G allim ard, París, 1976, p. 170.
42 Jacques Ranciére
^ En el original se esíabJece una distinción clara entre las piéces (obra.s de teatro) y las ccnvres
(termino más noble y general para designar la creación, como en (Euvre d'ar()\ [«un théálre qui ne
jouerait plus de pi&cc.s mais crccraii ses propres ccuvrea»].
El destino de las imágenes 43
* Tropo de la poética surrealista que, referida a la belleza, pretendía significar la labilidad de sus
formas, así como rendir cuenta de las aportas que la habitan. En el Nadja de Bretón, por ejemplo, la
«belleza convulsiva» se define como el íhjto de la contradicción interna entre la exph>saiüe-fixe y la éwti-
que-voilée (traducción de José Ignacio Velázquez, Cátedra, Letras Universales, 1997).
44 Jacques Ranciére
^ Cf. Clément Chéroux éd., Mémoire des camps. Photograpkies des camps de concentration ei
d'exterminafion nazis (I933-J945), Marval (la fotografía se encuentra en la página 123).
El destino de las imágenes 49
^ Serge Dariey. «Uarret sur image». en: Passa^es de Vimage, Centro George Pompidoii, París 1990.
y L ’exercictí a éié profitable MonyieuK P. O. L., París, 1993, p. 345.
50 Jacques Ranciére
^ Thicrr>' de Duve, Voici. cent ans d'art contemporaiu. LudioniPlammanon, 2000, pp. 13-21.
^ Cf. Jaeques Rancicrc. La fable cinémaiographiqüe. Le Seuil, Parí.s, 2001, pp. 218-222 {La fábula
cinematográfica: reflexiones sobre la ficción en e! cine, traducción de Caries Roche Suárez, Paidós
Cornunicadón, 2005).
* Ranciere usa Vd palabra mot d'esprit. El término original de Schlegel es Witz.
52 Jacques Ranciére
Las Historia(s) del cine de Godard están dictadas por dos princi
pios aparentemente contradictorios. El primero opone la vida autóno
ma de la imagen, concebida como presencia visual, a la convención
comercial de la historia y a la letra muerta del texto. Las manzanas
de Cézanne, los ramilletes de Renoir o el mechero de Extraños en un
tren dan testimonio de la potencia singular de la forma muda. Esta
forma destierra a lo no-esencial la composición de las tramas, here
dadas de la tradición novelesca y dispuestas para satisfacer los deseos
del público y los intereses de la industria. El segundo principio, a la
inversa, hace de estas presencias visibles elementos que, como ios
signos del lenguaje, valen solamente en función de las composiciones
que autorizan: combinaciones con otros elementos visuales y sonoros,
pero también frases y palabras dichas por una voz o escritas sobre
una pantalla. Extractos de novelas o de poemas, o títulos de libros y
películas, efectúan a menudo los acercamientos que dan sentido a las
imágenes, o mejor, que transforman fragmentos visuales ensamblados
en «imágenes», es decir, en relaciones entre una visibilidad y una
significación. Siegfried et le Limousin, el título de la novela de Girau-
doux, escrito en sobreimpresión sobre los tanques de la invasión ale
mana y sobre un plano de los Nibelungen de Fritz Lang, basta para
hacer de esta secuencia una imagen conjunta de la derrota de los
ejércitos franceses en 1940 y de la derrota de los artistas alemanes
frente al nazismo, de la capacidad de la literatura y del cine de pre
decir los desastres de su tiempo y de su incapacidad para prevenirlos.
Por un lado, la imagen aparece entonces como potencia desvinculan
te, forma pura y puro patitos que deshace el orden clásico de la dis-
54 Jacques Rancié re
^ La exposición Sin medida común, organizada por Régis Durand, íuvo lugar de septiembre a
diciembre de 2002 en tres escenarios distintos: ei Centro Nacio?ial de Fotografía — donde este texto fue
pronunciado— , el Mu.^eo de. arte moderno de VUleneave d'Ascy y el E.studio nacional de artes crmtetn-
poráneas del Fresnoy.
El destino de las imágenes 55
con los que están acoplados. Sobre la imagen del niño del gueto se
ve sobreimpresa una figura cinematográfica misteriosa: es una joven
mujer que desciende una escalera, llevando una vela que recorta
espectaculantiente su sombra sobre la pared. En cuanto a Nosferatu,
se enfrenta de forma extraña con una sala de espectáculos donde una
pareja ordinaria, en primer plano, ríe con todas sus fuerzas, en el
anonimato de un público igualmente hilarante que se descubre por
el retroceso de la cámara.
“ Michcl Foucault, L'ordre da dis.(:ours, Gallimard, París. 1971 {E\ orden de! discurso, traducción
de Albeno González Troyano. Tusqucls, Fábula, 1999).
^ Louid Althiídsei', «Notes sur un théáíre maiérialisíc», Pour Marx, La Découvene, Pans. 1986, p. 152.
58 Jacques Ranciére
* Rancicrc usa aquí d participio presente ¡imagecmte] y a continuación el míinitivo del verbo ima-
ger: literalmente producir, ornamemar o decorar con imágenes. El verbo es de utilización poco frecuenic,
y corresponde a la acepción aicaica d d verbo imaginar: «Adornar con imágenes un sitióle- (DRAE).
El destino de las imágenes 59
Porte-viaa^e en el originíil.
El destino de las imágenes 63
^ Blaise Ceudríirs, A uiourd’hui. G¡^u\ires compiéíes; Denoel, París, 1991. t. TV, pp. 144-145 y
162-166.
^ Jcan Epstein, «Bonjour einéma», en: Gíüvres completes, Seghers; París, 1974, t. 1, pp. 85-102.
64 Jacques Ranciére
^ Cf.. cii panicular, la carta u Madcmoiselle Leroy&r lie Chantepie de 12 de diciembre de 1857 y
la cana a George Sand ele marzo de 1876-
66 Jacques Ranciére
* En d francés, R andére juega con la oposición de Gm.\, en sentido figurado y con mayúscula
(opulento, rico, importante;» y gras (grasa).
^ Sergei Eisenstein, «Los veinte pilares de sostenimiento», en; La no-indiferente naturaleza, 10/18,
París, 1976, pp. 141-213.
68 Jacques Ranciére
De nuevo, Oras.
El destino de las imá<renes 69
* EJ título de esta película ííic iraducrdo ai español como El mundo marcha (¡92H-1929). El original
«The Crowd» (la «masa» o el «gentío», traducido al francés como La Joule) se enmarca mucho mejor en
el contexto que analiza Randcrc.
El destino de ¡as imágenes 71
^ Cf. Loüis Aragón. Ld Paysan de Pans, Gallimard. París, 1966, pp. 29-33 {El campesino de París,
iraducción de Noede Boer. Brugivera, Libro amigo, 1979).
* En inglés en cí original.
74 Jacques Ranciére
Michel Fouciault, El orden del discurso, op. cit. p. 16. Comparado con Althusser sobre ei mismo
tema de la fríise ya comenzada: «Me doy la vuelta. Y de pronto me asalta la pregunta: ¿y si estas pocas
páginas, a su manera, torpe y ciega, no fueran más que esa obra desconocida de una noche de junio,
nost Milariy persiguiendo en mí su sentido inacabado, buscando en mí, una vez abolidos lodos los acto
res y lodos los discvirsos, el advenimiemo de su di.scurso mudo? Pour Marx, La Découverte, Parí.s,
19%, p. 152.
76 Jacque.í Ranciére
" Elie Faure, Hiitoire de l ’ari, Livre de poche, París. 1976. l. IV, pp. 167-183 {Hisioriti def Arle,
lrñ<Jucción de Jorge Segovia Lago, AUavjza, Libio de Bolsillo, 1990-J99'2., 3 lomo.s).
78 Jacques Ranciére
sencia, ese tejido que autoriza y borra a la vez todas las costuras;
constituir el mundo de las «imágenes» como mundo de la co-perte-
nencia y de la entre-expresión generalizadas.
Deriva y desviación son así neutralizadas, absorbidas por la con
tinuidad del fraseo. La fra.se-imagen simboli,sta ha devorado la frase-
imagen dialéctica. Lo «sin medida común» conduce ahora a la gran
fraternidad o comunidad de las metáforas. Este movimiento no es
propio únicamente de un cineasta conocido por su temperamento par
ticularmente melancólico. Eí movimiento traduce a su manera un des
plazamiento de la frase-imagen, desplazamiento del que dan testimo
nio las obras de hoy en día, aunque sigan presentándose bajo
legitimaciones tomadas del léxico dialéctico. Es el caso, por ejemplo,
de la exposición Moving Pictures que presentó recientemente en Nue
va York el Museo Gnggenheim. La retórica de la exposición pretendía
inscribir las obras de hoy en una tradición crítica de los años 60 y 70,
según la cual los medios del cineasta y del artista plástico, del fotó
grafo y dei videasta se habrían unido en una misma radicalidad para
cuestionar los estereotipo.s del discurso y de la visión dominantes. Sin
embargo, las obras presentadas hacen algo diferente. Así, el vídeo de
Vanesa Beecroft, en el que la cámara gira alrededor de cuerpos feme
ninos erguidos y desnudos en el espacio de ese mismo museo, ya no
se ocupa, pese a las similitudes formales, de denunciar el vínculo de
los estereotipos artísticos con los estereotipos femeninos. La extrañe-
za de esos cuerpos desplazados parece más bien suspender toda inter
pretación de este tipo y dejar esas presencias en su misterio, misterio
que va entonces a unirse a aquel de unas fotografías dedicadas a su
vez a recrear las fórmulas pictóricas del realismo mágico; retratos de
adolescentes de sexo, edad e identidad social ambiguos de Rineke
Dijkstra, fotografías de Gregory Crewdson que muestran extrarradios
ordinarios captados en esa indecisión entre el color apagado de lo
cotidiano y el color glauco del drama con que el cine ha jugado tan
tas veces... Entre vídeos, fotos y vídeo-in.stalaciones se ve la interro
gación, siempre invocada, de los estereotipos perceptivos desplazarse
hada un interés completamente distinto por las fronteras indecisas
entre lo familiar y lo extraño, lo real y lo simbólico. Este desplaza
miento quedaba en el Gnggenheim espectacnlarmente acentuado por
la presencia en el mismo momento, en las mismas paredes, de la
vídeo-instalación de Bill Viola, titulada Going forth by Doy: cinco
80 Jacques Rancié re
^ Clement Greenberg, «La pintura modernista», en: Charles Harrison and Paul Wood ed.. Arte en
teoría, 1900-1990, Kazan. París. 1997, p. 833.
Eí destino de las imágenes 85
Esto explica por qué Diderot puede hacerle a Greuze los repro
ches paradójicos de haber oscurecido la piel de su Septiinio Severo y
representado a Caracalla como un verdadero bandido^. Septimio
Severo es el primer emperador romano de origen africano, y su hijo
Caracalla era realmente un bandido. El cuadro en cuestión de Greuze
lo representa en el momento en que se demuestra su culpabilidad en
una tentativa de parricidio. Pero las semejanzas de la representación
no son las reproducciones de la realidad. Un emperador es emperador
antes de ser africano y un hijo de emperador es príncipe antes de ser
un crápula. Ennegrecer el rostro de uno, acusar la bajeza del otro, es
transformar el género noble del cuadro de historia en género común
del cuadro justamente dicho de género. La correspondencia entre el
orden del cuadro y el de ¡a historia es la adecuación de dos órdenes
de magnitud. Y esa correspondencia inscribe la práctica del arte, y las
ñguras que ese arte hace ver, en un orden global de relaciones entre
ei hacer, el ver y el decir.
Hay arte en general gracias a un régimen de identificación —de
disyunción— que otorga visibilidad y significación a unas prácticas
de distribución de las palabras, de esparcimiento de los colores, de
modelado de los volúmenes o de evolución de los cuerpos, que deci
de, por ejemplo, qué es una pintura, qué se hace al pintar y qué se ve
sobre una pared o una tela pintadas. Pero una decisión de estas carac
terísticas siempre supone el establecimiento de un régimen de equi
valencia de una práctica con lo que no es ella. Para saber si la músi
ca o la danza eran artes, Batteux se preguntaba si eran imitaciones,
si, como la poesía, contaban historias, acciones entrelazadas. El ut
pictura poesis/ut poesis pictura no definía sencillamente la subordi
nación de un arte —la pintura— a otro —la poesía. Definía una reía-
■ Deuis Diderot, el Sa/ón da 1769. en: CEuwes Completes, op. cit. t. VIH, p. 449.
88 Jacqiies Ranciére
üión entre el orden dd hacer, el orden del ver y el orden del decir en
qué esas artes —y eventualmente otras— eran artes. La cuestión de
la planicidad'*' en la pintura, de la imitación de la tercera dimensión
y del rechazo de esa imitación, no es en ningún caso una cuestión de
delimitación entre lo propio del arte pictórico y lo propio del arte
escultórico. La perspectiva no fue adoptada para demostrar la capa
cidad de la pintura para imitar la profundidad del espacio y el mode
lado de los cuerpos. La pintura no se habría convertido en «arte
bella» gracias a esa mera prueba de capacidad técnica. La virtuosidad
del pintor nunca ha bastado para abrirle las puertas de la visibilidad
artística. Si la perspectiva fue lineal y teatral antes de ser aérea y
escultural, es porque la pintura debía mo.strar primero su capacidad
poética —su capacidad de contar historias, de poner en escena cuer
pos que hablan y que actúan. El vínculo de la pintura con la tercera
dimensión es un vínculo de la pintura con ia potencia poética de las
palabras y de las fábulas. Para deshacer ese vínculo, para asignar a
la pintura una relación privilegiada no sólo con el uso de lo plano
sino con una afirmación de la planeidad, se necesita otro tipo de
relación entre lo que la pintura efectúa y lo que las palabras hacen
ver en su superficie.
f^ianéiié en el original. «Planicidad» es una nueva entrada zn la vigdsima tercera edición del
Eí destino de las imágenes 89
’ Cr. G. F. W. Hegei. Curso de estética, Aubier, París. 1996, t. T, pp. 226-227, t, II pp. 212-216 y
í. Jíl, pp, 116-119 [Lecciones sobre ¡a estética, traducción de AlJredo Broíons Muñoz, Akal, 2007).
■' Maree! Prousit, A í ’ombre ¿Ies Jeunes filies en fieurs, Gailimard, París, 1954, t. 1, p. 835 (A la
sotnbra ¿Ic ¡as muchach¿is en flor, rradneción de Carlos Man7.tiTití de Fruto<t, Lumen, Palabra en el
tiempo, 2 0 0 1).
El destino de las imágenes 91
^ Edmoiítl y Jiiles de Goncourt, E\ arie del si^lo XVIIL textos reunidos y presentados por J.P. Boui-
llon. Heníiajifi. 1967, pp. 82-S4.
El deslino de las imágenes 93
^ Ib'id. p. 59.
* LinémHsaiion en el original.
94 Jacques Ranciére
«Lejos, muy lejos, sobre una fabulosa colina, cuya tierra parece de
bermellón mtilante, se da la lucha bíblica de Jacob con el Angel.
¡Ah! ¡Lo que sucede es que los pilares mohosos y verduzcos y los
muros lechosos y el pequeño vía crucis cromolitográfico y el pulpito de
pino y el viejo cura predicando, desaparecieron hace mucho tiempo,
dejaron de existir para los ojos y para las almas de esas buenas campe
sin a s bretonas!... ¿Qué acento maravillosamente conmovedor, qué lumi
nosa hipótesis, extrañamente adecuados a los bastos oídos de su tosco
auditorio, ha conseguido ese balbuceante Bossuet* de pueblo? Todas las
materialidades del ambiente se han disipado en vapores, han desapareci
do: él mismo, el evocador, ha desaparecido, y es ahora su Voz, su pobre
vieja lastimera Voz balbuceante, quien se ha hecho visible, imperiosa
mente visible, y es su Voz lo que contemplan con esa atención ingenua
y devota, esas campesinas de cofia blanca, y es su Voz, esa visión aldea
namente fantástica, surgida, allí, muy lejos, su Voz, aquella colina fabu
losa, cuya tierra es de color bennellón, ese país de sueño infantil, en que
dos g ig a n te s bíblicos, transformados en pigmeos por el alejamiento,
combaten su duro y formidable combate!...»^
Esta descripción está construida a través de la creación de un
enigma y de un juego de substituciones, ubicando así tres cuadros en
uno. Hay un primer cuadro: unas campesinas en un prado que obser
van a unos luchadores a lo lejos. Pero este aparecer se denuncia a sí
mismo como incoherente y apela a un segundo cuadro; al estar así
vestidas y tener esas actitudes, las campesinas no deben estar en un
prado. Deben estar en una iglesia. Encontramos entonces evocado lo
que normalmente sería el cuadro de esa iglesia: un cuadro de género
de decorado miserable y personajes grotesco.s. Pero este segundo cua
dro, que aportaría a los cuerpos recogidos de las campesinas un cier
to marco —el marco de una pintura de costumbres realista y regiona-
lista— no está presente. Precisamente, el cuadro que vemos es su
refutación. Necesitamos entonces, a través de esa refutación, ver un
tercer cuadro, es decir, ver el cuadro de Gauguin bajo un aspecto
nuevo. El espectáculo que se nos presenta no tiene un lugar reai. Es
puramente ideal Las cajnpesinas no ven ninguna escena realista de
prédica y de lucha. Ven —y vemos nosotros— la Voz del predicador,
es decir, la palabra del Verbo que pasa a través de esa voz. Esa pala-
Jacqiies-Bénigíie Bossuel (1627-1704) fue un clérigo y predicador francés celebre por sns sermo
nes y oraciones fúnebres.
7 G. A lbert Auricr, E l sim bolism o en pitHura, L 'Échoppe, 1991, pp. 15-16.
El destino de las imágenes 97
Producto típico de fa repostería bretona (jue se produce en ía ¡ncaíidad del mismo nombre.
El deslino de las imágenes 99
arte, que las formas no van sin las palabras que las instalan en la
visibilidad. La disposición «teatral» de las campesinas de Gauguin
sólo instaura la «planicidad» del cuadro en ia medida en que hace de
esa superficie un interfaz que desplaza las figuras hacia el texto y el
texto hacia las figuras. La superficie no existe sin las palabras, sin las
«interpretaciones» que la hacen pictórica. En cierto modo, esta ya era
la lección de Hegel y el sentido del «fin del arte». Cuando la super
ficie ya no se desdobla, cuaudo ya no es más que el lugar de proyec
ción de los pigmentos, euseñaba Hegel, ahí ya no hay arte. Es común
interpretar esta tesis hoy en día en un sentido nihilista. Hegel habría
condenado de antemano el arte por el arte al destino del «cualquier
cosa», o mostrado que, en lugar de obras, ya no hay «más que inter
pretaciones». La tesis me parece invitar a otra lectura. Es sin duda
cierto que, en lo que le concierne, Hegel pasó la página del arte, que
puso el arte en su página, la del libro que dice en pasado el modo de
su presencia. Esto no quiere decir que pasara de antemano la página
por nosotros. Hegel nos advierte más bien de lo siguiente; el presen
te del arte siempre está en pasado y en futuro. Su presencia siempre
está en dos lugares a la vez. Nos dice, en suma, que el arte está vivo
en la medida en que está fuera de sí mismo, que hace algo distinto de
sí mismo, en la medida en que se desplaza sobre una escena de visi
bilidad que es siempre una escena de desfiguración. Lo que Hegel
desalienta de antemano no es el arte, es el sueño de su pureza. Es esa
modernidad que pretende dar a cada arte su autonomía y a la pintura
su superficie propia. Ahí se dan, en efecto, razones para el resenti
miento contra los filósofos que «hablan demasiado».
IV. L A S U P E R F IC IE D E L D IS E Ñ O
‘ Los ftindacnenloí, dcj pensamiento del Werkbund y dei de Behrens son analizados en d libro de
Frederic J. Schwarlz: The Werkhund. Design Theory and .Wüsy Culture before the First World War, Ya)e
University Press, 1996.
106 Jacques Ranciére
* Sceuu en el original. l_a palabra ñaue una evidenie connotación política para el oído francés (como
en Carde des sceaux): un. térnúno que tiene su origen en la cancillcna medieval y con el que todavía hoy
se refiere al ministro de íusilcla, <.<.g,uardían» de loi selloti de la República Francesa.
E¡ destino de las imágenes 107
El Irancés dict; «üu malériei de la vie». Podría txaducírse tarobién como «de lo material de la vida».
El destino de las imágenes 109
razón por la cual la bailarina muda, que evoluciona con toda certeza
en la tercera dimensión, puede ofrecer a Mallarmé el paradigma de
una idealidad gráfica, asegurando el intercambio entre !a disposición
de las palabras y el trazado de las formas, entre el hecho de hablar y
el de diseñar un espacio. De aquí extraerá principalmente el poeta la
disposición tipográfica/coreográfica de la Tirada de dados, el mani
fiesto de una poesía devenida arte del espacio.
* Non-^ens significa en francés «contrasentido» o «sinsentido». Aquí, el prefijo non adquiere por
tanto una doble significación: la primera como pura negación del .sustantivo sens (como en otros términos
de esta argumentación.: no-visto, no-sabido, no-receptividad, no-qucrído, etc.), la segunda como pane
integrante del sustantivo /ton-iens. He preferido guardar aquí la simetría con las formas de negación
anteriores, para subrayar la pura, y bruta ausencia de sentido que entiendo que evoca el pasaje. En las
oirás apariciones del término, me ha parecido nids adecuado traducirlo como «sinsentido».
128 Jacques Ranciére
La escena se desarrolla en el lugar vacío i]ue aníes ocupaba el campo de conccníiación de Chelmno.
El destino de kis imágenes 131
a u n q u e q u e d e u n o d e v o s o t r o s p a r a c o n ta r lo , n o s e le c r e e r á , es
decir; n o p o d r á c r e e r s e e l lle n a d o d e e s te v a c ío p o r lo q u e d ir é is . S e
t o m a r á p o r u n a a l u c i n a c i ó n . A esto responde la palabra del testigo
enfocada por la cámara. Corrobora lo increíble, corrobora la alucina
ción, la imposibilidad de que las palabra.s llenen ese lugar vacío. Pero
la palabra del testigo le da la vuelta a esa lógica. Es el a q u í a h o r a
quien se tiñe de alucinación, de incredulidad; «No me creo estar
aquí», dice Simón Srebnik. Lo real del holocausto que se filma es
entonces lo real de su desaparición, lo real de su carácter increíble.
La palabra del testigo dice ese real de lo increíble en el dispositivo
de lo semejante/desemejante. La cámara le hace recorrer, minúsculo,
el claro inmenso. Le hace recorrer así el tiempo y la relación incon
mensurable entre lo que la palabra dice y aquello de que testimonia
el lugar. Pero este recorrido de lo inconmensurable y de lo increíble
no es posible a su vez sin un artificio de la cámara. Al leer a los his
toriadores del exterminio, que nos aportan sus dimensiones exactas,
se puede comprobar que el claro de Chelmno no era tan grande^. La
cámara ha debido ensancharlo subjetivamente para marcar la despro
porción, para hacer una acción a medida del acontecimiento. La
cámara debió trucar la representación del lugar para dar cuenta de lo
real del exterminio y de la desaparición de sus huellas.
^ La misma percepción se da en la película de Pascal Kunc Lc\ leoríci def fnnínsma, en que el
cineasta descubre el lugar en que dcsaparecierun varios miembro.s de familia.
132 Jacques Ranciére
* «imaginada» (¡magée en el original) debe eniendcrse aquí en d sentido de «hedía imagen» o «por
medio de imágenes».
136 Jacques Ranciére
icono, 39, 40, 45, 49, 51, 60, 81, 82, M adam e B o va ry (Flaubert), 29, 36,
102, 105-107, lio 66, 128
ideísmo, 97 M u d e in USA(dir. Godard), 76
imagen, 10, 25, 26, 29-37, 40, 43-51 Magritte, René, 108
desnuda, 44, 45 Maiakovski, Vladimir, 114
144 Indice de nombres, obras _v conceptos
(Balzac),
M a is o n d u ch a ! q u i p e l o t e necesidad interior, 97, 98, 111, 113
36, 37 neo-goticismo, 110
Maievich, Casimir, 111, 115 Newman, Barnett, 135
Malhirmé, Stéphane, 41, 74, 75. Nietzsche, Friedrich, 63
102-106, lio, 113 N ib e lu n g e ri (dir. LangJ, 53
Malraux, André, 57 N o s fe r a tu (dir. Murnau), 55, 56, 70
maoísmo, 57
Marker, Chris, 67
Odol. 107, 108
Marx, Harpo, 64, 65, 68
otredad, 26
Marx, Karl, 39, 57, 75
marxismo, 16, ¡7
matíerismo, 92, 97 Paik, Nam June, 61
Maupassant, Guy de, 63 (Milton), 112,
P a r a ís o p e r d id o , El
medio 119, 134
de expresión, 19, 36, 37, 42, 81 Parataxis, 62-64, 67, 68, 81
del arte, 56, 132 P a th o s , 21, 33, 53, 119, 120, 123
mediología, 40 125, 138
médium, 27, 28, 85, 86, 88, 90, 98, perspectiva, 88, 102, 114
99, 111, 112 P ie r r o t le F ou (dir. Godard), 76, 78
M e m o r ia d e lo s c a m p o s , 45, 48 pintura, 25, 30, 32, 35, 37, 42, 50, 60,
M e n s c h e n a m S o n n ta g , 69 73, 77, 80, 83-85, 87-91,
Merleau-Ponty, Maurice, 93 94-100, 108, 110-113, 119, 135
Meyerhold, Vsevolod Emilevich, 42 holandesa, 89
mimesis, 23, 86, 87, 93, 112, 118, y palabra, 10, 11, 18, 21, 38, 47,
120 53-55, 59, 63, 75, 82, 87, 89,
Miller, Lee, 45 94, 98
misterio, 74, 76, 78, 79, 108, 110 y planicidad, 88, 100
M i t o lo g í a s (Barthes), 33, 40 y poesía, 35, 87, 98, 112
modernidad, 35, 50, 54, 57, 59, 72, tubos de pintura, 84-86
86, 99, 100, 111, 113, 124 Piranesi, Giovanni Battisía, 29
montaje, 40, 49, 51, 57, 64-68, 70, Pistoletto, Michelangelo, 50, 81
72, 73, 76, 78, 81, 82, 136 Platón, 116, 120
dialéctico, 72 poesis, 35, 87, 91
simbólico, 70, 72 pop art, 99, 112
Morris, William, 109 presencia, 14, 16, 21, 22, 26, 31,
Moser, Koloman, 107 34, 37, 38, 40, 41, 44-46, 48,
M o v in g p ic tu r e s , 79 50, 51, 53, 54, 57, 76, 78, 79,
M u e r te d e S ie g fr íe d , L a (dir. Lang), 91-94, 100, 111, 116, 117, 121,
71 125, 127
Munch, Edvard, 80 P o é tic a (Aristóteles), 125
Murnau, Friedrich Wilhelm, 55, 70 Proust, Marcel, 90
música, 59, 61, 74, 86, 87 publicidad, 49, 73, 102, 108
Indice de nombres, obras y conceptos 145
(A p l a c e in
U n lu g a r a l s o l th e su n ,
Schelling, Friedrich Wilhelm Joseph, dir. George Stevens), 78
21, 83, 123 U n a n o c h e en C a s a b la n c a (Flerma-
Schwitters, Kurt, 62 nos Marx), 64
Secesión, 107, 111 U n a t ir a d a d e d a d o s j a m á s a b o l ir á
semejanza, 30-32, 34, 35, 39, 40, el a za r (Mailarmé), 102
43, 44, 46, 86-88, 102, 104, 112,
113, 121, 124, 125, 130 Van Gogh, Vincent, 63
S e p tim io S e v e r o (Greuze), 87 Velázquez, Diego, 77
S h o a h (dir. Lanzmann), 115, 129, 131 Vertov, Dziga, 42
146 Indice de nombres, obras y conceptos
9 7 8 -8 4 -9 3 8 1 8 6 -0 -9