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E D I T O R I A L
CO M IT É CIE N T ÍFICO
D ire ct o r
Jo a q u í n G a i r í n S a l l á n
Á re a s d e p u b lic a c ió n
D id ác t ic a y o r g an iz ac ió n e sc o lar
Coo r d in ad or
J o a q u ín G a irín S a llá n
M é t o d o s d e in v e st ig ac ió n y d iag n ó st ic o en e d u cac ió n
Coo r d in ad or
J e s ú s M . J o r n e t M e liá
S a lo m ó M a r q u é s S u r e d a
C o n r a d V ila n o u T o rra n o
D id ác t ic a d e la le n gu a y la lit e r at u r a
Coo r d in ad or es
A rtu r N o g u e ro l R o d rig o
Lucí N u ss b a u m C a p d e v ila
N e u s S a n m a r tí P u ig
D id ác t ic a d e t as c ie n c ias so c iale s
Coo r d in ad or es
E rn e s to G ó m e z R o d ríg u e z
J o a n P a g é s B la n c h
D id ác t ic a d e la m at e m át ic a
Coo r d in ad or
L u is R ic o R o m e r o
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T e o ría e
H is to ria d e la
E d u c a c ió n
Octavi Fullat i Genis
SIN T ESIS
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© O c t a v i F u l la t i G e n is I m p r e s o e n E s p a ñ a - P r i n t e d in S p a i n
© E D I T O R I A L S Í N T E S I S , S. A .
V a lle h e r m o so 3 4
2 8 0 15 M a d r id
Tel 91 5 9 3 2 0 9 8
h t t p :/ / w w w . sin t e sis. co m
ISBN
84-7738-715-X
D e p ó sit o L e g a l
M -3 75-2 0 0 0
ín d ice
Introducción............................................................................................ 9
A n t o lo g ía d e t e x t o s ................................................................................ 181
B i b l i o g r a f í a ............................................................................................. 189
In t ro d u cció n
¿.A qué viene una Filosofía de la Educación?, ¿para qué sirve?; debo advertir
al pronto que la pregunta p ara qu é sirv e algo constituye un interrogante descara
damente zoológico. Las bestias andan, y sólo andan, ocupadas en cuestiones úti
les. El jabalí no da un paso como no sirva para algo. Un icamente el ser human o
dispone de la capacidad de realizar actividades inservibles, gratuitas, además de
las útiles, claro está; al fin y al cabo el h ombre también pertenece al m un do ani
mal. Veamos cóm o puede abordarse un texto de Filosofía de la educación.
La educación es una actividad y, por cierto, com pleja. En ella intervienen
acciones, ideas, sentimientos, personas, objetos, instituciones e incluso bioquí
mica. Fíablar en torno a la educación se hace particularmente problemático, tan
tas y tan enredadas son las variables que intervienen en el proceso educacional.
No considero que exista quién pueda estar seguro de la enumeración completa
de todos los factores que participan en tan fascinante astropogénesis.
Desde luego que la primera dificultad con que topamos coincide con el pro
blema de relacionar acción y pensamiento, no perdiendo, además, de vista que
se dan distintos niveles de discurso mental. La educación, como subrayó Durkheim,
es com o m ín imo la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las genera
ciones débilmente socializadas; lo grave y dificultoso reside en tener que hablar
de esta compleja actividad en vez de limitarse, uno, a señalarla con el dedo.
La razón in tervien e para h acerse con la positividad educacion al procu
ran do in teligirla y orden arla. Se h an dado en este in ten to dos orien tacion es
principales; la an alítica y la sintética. Den tro de la primera aparecen la m oda
lidad tecn ológica - bú squ ed a de m odelos teóricos region ales- y la m odalidad
científica -in dagación de modelos teóricos region ales-. En la línea de la orien
tación sin tética e in tegradora h ay escudriñ am iento de m odelos tanto teóricos
com o operativos gen erales, los cuales procuran h acerse cargo del fen óm en o
educativo en ten dido com o totalidad.
Constituye un dato el que la razón h um an a se esfuerza por conseguir visio
nes máximamente generales de su contorno y circunstancia. La educación gene
ral abraza todas las educaciones individualizadas. La distinción entre lo general y
las cosas singulares caracteriza el conocer h uman o. Tanto los saberes tecnológi
cos y científicos de la educación - o saberes regionalizados—como los saberes tota
lizadores del fenómeno educativo - Ped agogía fu n d am e n tal , Teoría de la educación
y Filosofía de la ed u cación - comprenden lo múltiple desde lo genérico.
La com plejidad de los fen óm en os educacion ales hace tan difícil su estu
dio que h a sido necesario recurrir a la creación de m odelos. En física o en quí
mica, los m odelos son más simples; no sucede parejam en te en psicología, en
sociología, en economía, en historia o en política, don de los modelos son com
plicados a la par que inexactos e in completos. Los m odelos que quieren enten
der lo educador a base de un a epistem ología in tegracion ista y globalizadora
- caso de la Teoría de la edu cación , de la Ped agogía fu n d am e n t al y de la Filosofía
d e la ed u cació n - se ven forzados a relacion ar los aspectos biopsíquicos con los
socio-culturales a fin de obtener un con ocim ien to integral del acto educan te.
El sistem a edu cador está estru ctu rado por los su bsistem as psicobiológico,
socioh istórico y axiofilosófico. Tanto los subsistem as com o el sistem a son rea
lidades m óviles que obligan a m odificar con stan tem en te los m odelos. Los
m odelos de la Filosofía de la educación se esfuerzan en abrazar globalm en te
los tres subsistem as an tropológicos.
Los saberes integradores acerca del fenómeno educacion al procuran la for
m ación de sistem as, que desde perspectivas distin tas h agan com pren sible o
bien explicable y también , según el caso, m an ipulable, el acon tecimien to edu
cativo en su globalidad.
La ték h n e que h a preten dido, sobre todo a partir del positivism o, adm i-
nistar las cosas y tam bién a los h ombres, no h a salido m uy airosa de su com e
tido, com o ha podido verse en el ya fen ecido siglo XX. La ték h n e com ien za a
m ostrarse in h ábil e in experta en su afán de resolverlo todo. N o bastarán la
Teoría de la educación y la Pedagogía fundamen tal para proporcion ar un saber
global de lo educan te; se requerirá adem ás la Filosofía de la educación.
Describir y explicar lo educacional es distinto de normarlo. Apun ta de esta
guisa un a división fun dam en tal que no con fun de el “es” con el “debe-ser”, el
in dicativo con el imperativo. Los aspectos pragm áticos de la educación tan to
presentan dificultades técnicas - d e ték h n e- com o ofrecen obstáculos teleológi-
cos, trátese de objetivos, de proyectos o de finalidades. Estas últimas andan com
prometidas con el tema insoluble de ¿q u é es lo buen o? La filosofía se ocupa más
de esto último, entre otras cosas, mientras la pedagogía trabaja en el cóm o.
El hacer educativo problem atiza en dos direcciones: en la de cóm o hacer y
en la de p ara q u é hacer. Al educar intervenimos - e l cóm o- en la con ducta de
un individuo á fin de obtener algo - el p ara q u é- . Pedagogía y Filosofía. Aparte
está la con sideración explicativa sobre el q u é se hace. Teoría de la Educación .
D efin o las tres diciplin as globalizadoras de lo edu cativo: T eoría d e la
Ed u cación es un a teoría explicativa y global de los procesos educativos en la
m edida en que éstos son aprendizaje de informaciones, de actitudes y de h abi
lidades. Los m odelos cibernéticos resultan harto esclarecedores a este particu
lar. Ped agogía Fu n d am e n t al es un a pragm ática globalizadora de los procesos
educativos, teoría que los hace m an ejables con eficacia. Teoría n orm ativa de
la con ducta de los educan dos. A partir de presupuestos an tropológicos, epis
temológicos y axiológicos - tan to del individuo com o de la sociedad-, se reco
m ien da una m etodología. La Filosofía de la edu cación es un saber globalizador
com prensivo y crítico, de los procesos educacionales, que facilita presupues
tos an tropológicos, epistem ológicos y axiológicos, amén de producir análisis
críticos.
Un conocimiento h uman o es teorético cuando va más allá de la mera cons
tatación de lo dado, aquí y ahora, más allá de la asisth esis y de la em peiria. Un a
teoría es un a especulación sistem ática que preten de describir y explicar f ac t a
sometiéndose al control de la experiencia. Un a teoría científica pretende con o
cer, sien do su fun ción prin cipal sistem atizar y aum en tar los con ocim ien tos.
Esta, y no otra, es la tarea de la T eoría de la edu cación ; ésta debe de inteligir el
aprendizaje de tal m odo que además proporcion e informacion es que lo hagan
más eficaz. Las teorías de la T eoría de la edu cación serán h ipótesis y con ven
ciones de un alto grado de abstracción.
Estim o que las teorías de las ciencias naturales y las pertenecientes a cien
cias sociales man tien en diferencias ya que en estas últimas aquel que produce
un a teoría es al propio tiem po objeto de la m ism a teoría, cosa que n o sucede,
abiertamente por lo menos, tratándose de ciencias empírico-naturales. La Teoría
de la edu cación perten ece a la segun da m odalidad, con lo cual el sujeto pro
ductor de teorías in cide sobre los resultados obten idos.
El h om bre se m uestra racion al en situacion es de em ergen cia; h abitu al
mente no es ni tan siquiera razonable. La producción filosófica tam bién res
pon de a la n ecesidad de resolver dificultades. La filosofía no solven ta tal vez
n in gún em barazo serio del m un do em pírico, pero por lo m en os deja al des
n udo que el ser h um an o se halla con stantemente enfrentado a obstáculos y a
afliccion es que n o le dejan en paz. Lo q u e h ay se le hace etern amente proble
m ático al h om bre y éste acaba en ton ces producien do irrealidades.
A la filosofía le in cum be formular interrogantes desde aquella situación de
las ciencias en que ya no es legitimable socialm en te el sen tido de la actividad
cien tífica desde esta m ism a actividad. Cuan do la legitim ación de nuevas teo
rías cien tíficas ya n o es cosa obvia, llega el m om en to de la filosofía. Cuan do
los con structos científicos se m udan en coacción , la reflexión filosófica abrirá
tam bién la posibilidad de distan ciarse de los m ism os proporcion an do sentido
a la com un icación interh umana. La Filosofía de la educación tiene com o uno
de sus cuidados el de com pletar las in suficiencias de las cien cias y tecn ologías
particulares de la educación, insuficiencias existenciales, si se quiere, pero pen u
rias y escaseces al fin y a la postre.
La actividad de la filosofía si prescin dim os, de m om en to, del an álisis f ilo
sófico se intelige m uch o mejor desde la con cien cia en cuan to ésta es in ten cio
n alid ad . El valor epistem ológico de la in ten cion alidad de la conciencia com o
m étodo especificador filosófico reside en sosten er que el Leben sw elt, o m un
do de la vida preconscien te, con stituye la base de toda experiencia. El pun to
de salida de todo análisis es el progresivo esclarecimien to de las estructuras de
sen tido que ya están inscritas en el m un do de la vida cuotidian a. Así tendre
m os que el sen tido de la realidad educativa se con stituye fun dam en talm en te
m edian te la ex p erien cia de dich a realidad, ten ien do qu e volver a esta expe
rien cia prim igen ia y autocon scien te.
Nos en con tramos ya en condiciones de proporcion ar alguna definición de
Filosofía de la educación, no analítica, a partir de la anterior consideración sobre
la conciencia. La Filosofía de la educación es un saber racional y crítico de las con
diciones de posibilidad de la realidad experimental educativa en su con junto’.
La definición recién form ulada recoge el pen sam ien to de cada época den
tro de la expresión : con dicion es de p o sib ilid ad . Al lado, y n o en con tra, de la
an terior tesis sobre Filosofía de la educación puede con struirse otra in spirada
en el T ractatu s logico-ph ilosoph icu s de W ittgen stein . Am bas defin icion es pro
pon drán actividades útiles a la Filosofía de la Educación. Escribe W ittgenstein:
1.1. Introducción
— N atu ralez a. En ten dida frente a los con ceptos de civ iliz ación y de h isto
ria, es toda realidad sensible n o específicam en te h um an a. En la n atu
raleza carece de sentido la in ten cion alidad, o aquello en vistas a lo cual
se hace algo. La H istoria, por el con trario, se defin e por la pregun ta
acerca del sen tido o p ara qu é. Los fen óm en os n aturales son universa-
les; los hechos de civilización, en cambio, se rigen por n ormas variables
y múltiples.
— Civ iliz ación : Cu ltu ra, Técnica, In stitución . La civilización, opuesta a n atu
ralez a, abarca todos los fen ómen os específicos del ser h um an o, fen óme
nos que no se descubren en el resto zoológico. En toda civilización pue
den establecerse tres áreas, imbricadas entre sí, pero separables por razones
metodológicas; se trata de la cultura, de la técnica y de la institución social.
— Gen ética. Es aquella parte de las ciencias biológicas que trata de la repro
ducción en todos los niveles en los que ésta tiene lugar, se trate de un
in dividuo, de un a célula o bien de un a m olécula. La gen ética se inte
resa por los m ecan ism os fun dam en tales que aseguran no sólo la con
servación de la vida, sino particularmen te las con dicion es bajo las cua
les se transmite la vida de una generación a la siguiente. Tanto importan
las tenden cias a reproducir idén ticam en te - n ecesid ad - com o las ten
dencias a reproducir cam bian do - m u tacion es gén icas-
— A p ren d iz aje. Es el proceso m edian te el cual se aum en ta la eficacia, bien
sea de la actividad mental, bien se trate de la actividad con ductual. No
es lo mismo apren der qu e -sim ples informaciones-, que apren der a -h abi
lidades-; no apun tan al m ismo tipo de saber: “he apren dido que el cua
drado de la h ipoten usa es igual a la sum a de los cuadrados de los cate
tos” y “he aprendido a tocar el pian o”.
Pueden establecerse cuatro m odalidades de aprendizaje:
1. 3. Naturaleza y civilización
r r
1. D e lo q u e t i e n e e n s í s u p r in c i p io d e d e s a r r o l lo
2. E n cu a n to q u e ord en a d a
1. T o ta lid a d -<
( l a n a tu r a le z a f í s i c o - q u í m i c o - b i o l ó g i c a )
3 . E n c u a n t o q u e c o g n o s c i b l e ( l a s l e y e s d e l a n a t u r a le z a )
N a t u r a le z a -X
V.
.2 . A q u e l lo q u e h a c e q u e u n a c o s a s e a lo q u e e s ( e s e n c i a )
El cíclope Polifemo de la O d isea con su único ojo frontal sim boliza el ins
tinto y la pasión con que se rigen las fuerzas oscuras de la naturaleza. Polifemo
es la elemental n egación del Otro. Ulises en cam bio es aquel que señ orea la
palabra. Ulises, el astuto, con trola la situación h acien do reír a los restan tes
cíclopes cuan do Polifemo grita: “Nadie m e m ata”. Para el bestia Polifemo la
frase es positiva ya que Ulises le h a dich o que su n om bre es: N ad ie . En cam
bio para cuan tos escuchan la frase resulta negativa. Triun fa quien dom in a el
lenguaje; es decir, el civilizado. Lo que separa al bruto Polifemo del culto Ulises
es la educación . El prim ero es sólo n aturaleza; el segun do en cam bio es un
pedazo de naturaleza civilizado.
Se lo valore com o se lo valore, el fen ómeno civilizado ofrece unas caracte
rísticas que lo distin guen n ítidam en te de los fen óm en os de la naturaleza. La
nutrición por ejemplo es un hecho natural; comen la gacela y el chimpancé sel
váticos. Ah ora bien, en el caso h um an o la com ida es cosa distinta. Cocin am os,
empleamos cubiertos, incluso comemos sin hambre por simple glotonería o bien
para acom pañ ar a unos amigos. Nuestras comidas an dan cargadas de símbolos
- cu lt u ra- , de técn icas como el arte culinario y, por último, de in stitucion es como
son las agrupaciones gastronómicas vascas; lo que sea, men os comer al estilo de
los brutos. Algo grave sucede entre la naturaleza y la civilización; ¿qué es?
Dispon em os de diversas narraciones antropogenéticas en las que lo h um a
no aparece atado al hecho civilizatorio y éste a la prohibición. Se trata de narra
ciones literarias que no expresan la ocurren cia de alguien , sin o la experiencia
colectiva de gen eraciones sucesivas. En tre tales descripcion es de lo categorial
h um an o destaca para O cciden te la n arrativa ju d ía del Gén esis. La T orah , o
Pentateuco, reúne los cinco prim eros libros de la Biblia, los cuales datan del
siglo X antes de Cristo. El Gén esis, o Beresh it, es el prim er libro de la Torah ,
ley o in strucción judía. Leem os en él (I; 1, 2, 31):
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La prohibición es un con cepto inseparable de los con ceptos de cu ltu ra, de
técn ica y de socied ad institucionalizada. El h ombre no es simple naturaleza por
que está sometido al orden que no es necesariamente ni éste ni aquél; la proh i
bición es la categoría que organ iza lo an tropológico o civilizado. Los con ten i
dos de la proh ibición son h istóricos, pero la proh ibición es categorial, h asta
tal extremo que sin tal idea no hay m odo de separar n atu ralez a y civ iliz ación .
¿Prohibición del incesto en el hontanar empírico de cada civilización? Lo segu
ro es que en el inicio del con cepto de sociedad h um an a se coloca la categoría
p roh ib ición . Cad a h om bre tiene un a fun ción y un valor den tro del sistem a
social a partir de la prohibición. Un a sociedad es com o un juego de ajedrez en
el que cada ciudadan o puede desarrollar operacion es que están proh ibidas a
otros. La proh ibición con stituye la base de la organ ización social.
Con frecuen cia se su perpon en los sign ificados de civilización y de cul
tura. Aqu í establecem os un a relación según la cual el con cepto de civiliza
ción en globa al de cultura, com o un todo y un a parte de este todo. La civi
lización es el fenómeno global humano mientras cultura, técnica e instituciones
son especificacion es con que com pren dem os la totalidad de aquélla.
Cultu ra, técn ica e in stitucion es sociales son fen óm en os h istóricos y por
consiguiente con tingentes y variables. Al educar h acemos transitar de la n atu
raleza a la civilización; es decir arrancamos a los cachorros h uman os de la esfe
ra de la necesidad y de la seguridad in troduciéndolos en el ám bito de lo cam
biable y aventurado. Pero esto es a la postre producir hombres. A pesar de ser
tan lábiles las culturas, las técnicas y las institucion es de cada civilización, sor
prende descubrir su dogm atism o y su proceder despótico. Cad a civilización
se plan ta delante de sus educan dos com o legítima y soberan a. .
N u n ca qu edam os civilizados del todo, educados un a vez por todas. El
hombre es el an im al incesan temente perfectible porque siempre resulta in su
ficiente.
A ) L a H isto ria
Los sím bolos especifican a la cultura, un a de las tres dimen sion es de toda
civilización jun tam en te con las técnicas e in stitucion es sociales. Los sím bolos
lingüísticos operan com o h ontanar y pun to de partida de la sim bólica cultural.
El lenguaje h um an o in troduce la cultura y por tan to el sím bolo y la her
men éutica. Educar o civilizar consistirá, en con secuen cia, en insertar en una
lengua de h ombres -portu gu és o acaso fin lan dés- para penetrar en len guajes
específicos - ju r ídico, m atem ático, cibern ético- a través del h abla de alguien,
que puede ser mam á, el profesor de dibujo o la locutora de televisión, con sus
enton acion es de voz, su peculiar léxico y un rictus propio en el rostro.
El len guaje de los h om bres supon e organ izar un m un do propio frente al
m un do que n os cae en cim a en form a de sensacion es. El len guaje estructura
no sólo la esfera de lo n atural, sin o igualm en te el m ism o ám bito h istórico
recibido. El an im al no dispon e de otro m u n do que el n aturalm en te circun
dante; el h om bre vive esta m ism a circun stan cia n atural pero la vive desde su
cultura hech a de sím bolos. La teoría de los eclipses le hace vivir al h om bre
este fen óm en o astron óm ico diferen tem en te; él no se va a dorm ir com o los
pájaros del bosque. La h um an idad se adapta al m edio de m an era distin ta a
com o lo lleva a cabo la bestia; entre el sistem a receptor de estim ulacion es y
el sistem a efector de respuestas, los h om bres colocan el sistem a sim bólico o
cultural. Los in dividuos de nuestra especie n o pueden ya ponerse en con tac
to de m an era in m ediata con la realidad de la naturaleza; siem pre lo h acen a
través de la m ediación del len guaje, posibilidad prim era de cultura. En tre el
agua de la fuen te y m i sed se in terpon en palabras, con cepcion es h igiénicas,
mentalidades religiosas y códigos morales - e.g., “no gastes de cualquier man e
ra el agua”- .
La realidad en sí no va más allá de ser un a incógn ita para el ente h um an o;
de hecho, para n osotros, lo real acaba en las formas sim bólicas con que orga
nizamos el m un do, formas científicas, míticas, artísticas, religiosas e, inexora
blemente, formas lingüísticas. El m un do es, y sólo es, para los h um an os inter
pretación socioh istórica del m un do. Los sím bolos con stituyen las figuras de
que n os servimos para hacernos con lo real.
Un a ban dera italiana no posee valor porque sea tela, sino en la m edida en
que in dica la patria de los italian os. La palabra agu a no interesa ni gráfica ni
fon éticam en te; todo su valor lo adquiere por sugerir el agua que bebem os o
con la que hervimos patatas.
El sím bolo perten ece al orden de la com un icación h um an a por con figu
rar un ám bito com ún , intersubjetivo. Clases de sím bolos:
Un in dividuo fabrica camas según el m odelo m ental que tiene de las m is
m as; el cerezo, en cambio, trae cerezas por el prin cipio gen erador que tiene en
sí. La técnica no es actividad n atural, sino artificial, o sea por artificio. El téc
nico - te k h n íte s- no se lim ita a hacer cosas - caso del curan dero-; su particu
laridad radica en saber por qué las hace así o asá - ést a con stituye ya la prácti
ca del m édico—. El curan dero, un experim en tado - e m p e iría- , sab e q u e ; el
médico adem ás sab e p o r qu é.
La h istoria de la h u m an idad coin cide con la h istoria de las técn icas.
Con siderem os los principales saltos.
Con la informática de finales del siglo XX nace un nuevo concepto de técni
ca; ahora es la sociedad la que queda informatizada. No nos encontramos con un
útil a fin de obtener algo; se modifican ahora la organización del trabajo, los esti
los de vida y las mismas maneras de pensar. Ya no se controla la técnica y da la
impresión de que ésta dom in a a los hombres. Un ordenador, o com putadora,
muy poco tiene ya que ver con el martillo o con el arado romano. Se diría que
las sociedades informatizadas avanzan bajo las órdenes de la técnica informática.
Con la cultura o esfera de lo sim bólico el h ombre ve el mun do; con la téc
nica m odifica el m un do; finalmente con las instituciones el ser h um an o se ins
tala de m an era colectiva en el m un do.
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S o c i o n a tu r a le s: la f a m il i a a la v e z n a tu r a l - s e x o -
y s o c ia l -m a tr im o n io -
r r
E s c u e la
I g l e s ia
M o d e lo s , E m p resa
a c tu a les S in d i c a t o
R e la t i v a s -<
d e in s ti t u c io n e s P a r tid o
S o c ia le s ■{ T r ib u n a le s
M e d io s d e c o m u n ic a ció n
^ E tc .
A b s o lu t a s : e l E s t a d o , q u e d ic t a in c o n d i c i o n a l m e n t e
^ co n d u c ta s
K.
Modelos receptivos
Modelos innamstas
R a c io n a li s t a s B io l o g is t a s E m p ir i s m o
P o sitiv ism o
L a m a r c k is m o
P a v lo v
D e sc a r te s G e s t a lt h e o r ie
B lo o m fie ld
L e ib n i z L orenz
S k in n e r
C h om sk y M onod
M o d e lo s d e a d a p t a c io n is m o
a c t i v o o a p r io r is ta s
K ant
P ia g e t
La circu m - stan cia - lo que está colocado en der redor- im presion a desde
fuera al bebé com o estim ula igualmente al cachorro de lobo. Bebé y lobezno
recon ocen son idos y objetos que estim ulan y exigen un a respuesta: llorar o
bien huir, sonreír o saltar de placer. Lobezn o y bebé disfrutan de sen sibilidad
y gracias a esto el con torn o se m u da en sentible. La estim ulación es espuela
para los receptores sensitivos y a través de potenciales eléctricos se puede alcan-
zar in cluso el cerebro. El psiquism o n o es sólo asun to del cerebro, m as igual
m en te dim en sión de los sen tidos y de todo el proceso n euronal. Sen tir la luz
o el frío o el dolor com pon e un transcurso psicon euron al.
El h ombre es un organismo con millones de añ os sobre su espalda. El an th -
ropos es resultado tanto filogen éticam en te —especie—que on togen éticam en te
- in d ivid u o- de in acabables transacciones. En el caso de un in dividuo y ade
más h um an o salta al pron to un tem a persistente: ¿qué pesa m ás en la form a
ción tran saccional de un adulto, lo h eredado o bien lo adquirido?; un esque
m a visualizará los tres m odelos prin cipales de respuestas:
En la cuestión de los procesos m adurativos, aun en el ám bito biológico
que es el ah ora con siderado, el m odelo con structivista o piagetian o se ofrece
com o el m ás sen sato.
P r o c e s o s p o s ib le s
d e lib era ció n
E l E tern o
e n cu a n to q u e n o -e n te
Ah ora bien, éste es un ámbito que supera la capacidad de la razón, del len
guaje. Será asun to, en todo caso, de la decisión.
Es costum bre, y m ala costum bre por cierto, reducir la moral a psicología
y a sociología, a opiniones, a actitudes y a costum bres; es decir, con stituye ya
un h ábito en estos tiem pos suprimir, de h ech o, la m oral. Sosten em os que o
hay imperativo categórico o sim plem en te no con tam os con m oral, reducién
dose en ton ces este ám bito a ocurren cias y experiencias psicosociales y a usan
zas o h ábitos.
Tan to la biografía de cada quien com o la H istoria colectiva se presen tan
enigmáticas. La in cógn ita y el secreto que encierran, un a y otra, hacen del ser
h um an o un a realidad in quieta. El ±qu é v a a ser de mP. dispara un a pregun ta
apremiante: ¿q u é voy a h acer de mP. Las respuestas diseñan la moral.
El filósofo danés Kierkegaard - 1 8 1 3 - 1 8 5 5 - con sidera que el h om bre tie
ne que vivir, en su especificidad, de la paradoja y no de la razón com o quería
Hegel. La lógica an iquila a la existencia dado que in ten ta explicar a ésta. En
su D iario - agost o de 1835- Kierkegaard grita que busca un a verdad que sea
verdad para él, y no para todo el m u n do, un a verdad por la cual vivir y morir.
Pero elegirla es asun to que se despach a a ciegas.
Leyendo el libro bíblico Jo b , sorprende en él una frase del protagonista que
dice así:
D iscu tir con D ios es querer racionalizar la vida moral; ¿acaso ésta puede ser
racional? Y Job intenta este camin o de la racion alidad; por esto se encara con
Dios, quien lo ha castigado sin tener él culpa:
Re f l e x io n e s p r á c t ic a s
2. 1. Introducción
— Sab er. En general, con siste en un a práctica men tal discursiva, pudien -
do ser tam bién in tuitiva. Lo que en la realidad se dan son m odalida
des de saber: saberes cien tíficos - axiom át icos y em pír icos- , saberes
m etafísicos -epistem ológicos, m etaem píricos y prácticos—, saberes crí
ticos - m et alen gu ajes- y saberes coloqu iales o de la cotidian idad.
El con cepto de saber no apun ta a un a sola práctica mental, sin o a
un con glom erado de prácticas que tan to pueden ser sen sitivas com o
im agin ativas com o intelectuales.
— C ien cia. Es un a m odalidad de saber. La defin ición de cien cia con sti
tuye un hecho histórico; no con tam os con el con cepto eterno de cien
cia. Se define, ésta, por ejem plo, distin tam en te en la civilización grie
ga - e p ist e m e - y en la cu lt u r a del r en acim ien to flor en tin o - n u o v a
scie n z a- .
El con cepto n orm ativo de cien cia preten de proporcion ar los cri
terios universales a partir de los cuales un saber será científico. El con
cepto, en cam bio, descriptivo de ciencia - e l aqu í p r opu esto- se lim i
ta a señ alar cuáles son los criterios con qu e se defin e cien cia en un
lugar y tiem po con cretos, n o aceptán dose n orm as absolu tas de cien-
tificidad.
Actualm en te se concibe el saber cien tífico en la línea in iciada por
Galileo. La cien cia es un saber crítico —con codificación lin güística-,
sistem ático -m atem atizable, cuando m en os en el lím ite- y autoam pli-
ficador - con criterio de decibilidad o pru eba-.
— T écn ica. Es un saber-h acer, un saber hacer otro m un do, un saber cam
biarlo. Es un a apropiación de la n aturaleza - e.g., ingen iería gen ética-
e in cluso un a apropiación de las m ism as sociedades h istóricas - e .g.,
ingeniería social-.
El saber-h acer técnico aparece con frecuencia verbalizado pero tam
bién existe el m uy poco codificado. El verbalizado puede quedar vin
culado al saber científico. Con todo es preciso reconocer que la cien
cia depende de la técnica com o, asim ism o, ésta depen de de aquélla. No
es prim era la ciencia de m an era necesaria. Las técnicas tienen una h is
toria propia que se lim ita a interferirse con la h istoria de los con oci
m ien tos científicos.
La civilización in dustrial con tem porán ea supon e un a cultura téc
n ica harto com pleja.
— Filo so fía. D esd e Platón h asta el m om en to actu al se h a u tilizado el
vocablo f ilo so f ía, au n qu e con él se h ayan design ado ám b itos h arto
diferen tes que van desde un estilo de vida, un talan te, preocu pado
por la verdad de la n aturaleza y de la h istoria, h asta la filosofía an a
lítica que le n iega al queh acer filosófico un a fun ción cogn itiva redu
cién dolo a la investigación de las estructuras lógicas del lenguaje cien
tífico.
Las bibliotecas tienen un apartado don den colocan un a produ c
ción bibliográfica que va calificada de f ilo so f a. Pues bien; a lo largo de
los siglos aquello que se ha etiquetado d e filo so fía posee en com ún dos
ám bitos de discurso: el metalingüístico - e.g., “Filosofía de la ciencia”-
y el m etafísico, o discurso m ás allá, au n que no en con tra, de la expe
riencia - e.g., “Fundamentación de los valores”- . La filosofía puede defi
nirse, en con secuen cia, en fun ción de las dos tareas que, de hecho, ha
realizado en la h istoria de la cultura.
— M etalen gu aje. Nin gún lenguaje - m atém atico, físico, jurídico, psicoló
gico...- puede con tener los medios para hablar del sen tido, ni tam po
co de la verdad, de sus propias expresiones. A lo mejor n in gún lenguaje
disfruta de la capacidad de decir la verdad sobre la verdad, pero, desde
luego, n in gun o puede h ablar de su propia coherencia. A lo sum o pue
den ejercitarla.
Un m etalen guaje es un len guaje que tiene com o objeto otro len
guaje - len gu aje-objeto- estudian do la sin taxis de este segun do y tam
bién su verdad y su sign ificado. Dado que no es posible defin ir la ver
dad de una proposición en el seno del lenguaje donde h a sido expresada,
no qu eda m ás rem edio que valerse para tal m en ester de un len guaje
exterior; este segun do es el metalenguaje. Estoy m in tien do ; ¿es esto ver
dadero o falso? La respuesta requiere otro tipo de len guaje que lo ave
rigüe.
— T eleología. En la len gua griega, té los, téleos, sign ificó fin alidad, y logos
quería decir discurso. Desde la etim ología, pues, teleología es la refle
xión que con sidera determ inan te la fin alidad en la sucesión y disposi
ción de sucesos.
Resulta pertinente referirse a fin cuan do se trata de acciones h um a
n as; éstas persiguen algún propósito, que es la an ticipación de lo per
seguido. Referirse, en cam bio, a fin alidad, o meta, en los fen óm en os
de la n aturaleza parece m ás bien un an tr opom orfism o. De h echo, la
física a partir de Galileo ha prescindido de las causas finales en sus expli
cacion es. Asim ism o la biología m odern a al servirse del m odelo ciber
n ético para inteligir los fen ómen os vivos n o h a n ecesitado del con cep
to de fin.
7. sophía ( s a b i d u r í a )
sab er
6. nous ( i n t u i c i ó n i n t e l e c t u a l )
th e o r é tic o
5. epistéme ( c i e n c i a )
'3 00
<u -o J sab er
& "o 4. phrónesis ( s a b e r d e c id ir )
8 D, p r á x ic o
« S
22 c
2 sab er
a 3. tékhne ( “ s a b e r - h a c e r ” cosa s)
GO p r o d u c tiv o
sa b er esI 2. empeiría ( e x p e r i e n c i a )
z o o ló g ic o s f 1 . aísthesis ( s e n s a c i ó n )
S a b e re s S a b e re s
m e d ia t o s in m e d ia t o s
Cuan do Aristóteles elaboró las categorías con que se organ iza el m un do,
no hizo otra cosa que establecer un as distin cion es en la realidad que se deri
vaban de las particularidades de la len gua griega. A partir del in stan te en que
n os referimos al m un do desde diversas len guas sabias, au m en ta la dificultad
de pon ern os de acuerdo sobre qu é sea la realidad, a m en os qu e aceptem os,
com o h a h echo Chomsky, L a G ram m aire Gén érale et raison n ée de Port-Royal,
aparecida en 1600, según la cual la sin taxis es fun dam en talm en te la m ism a
en todas las len guas.
Las palabras acerca del m u n do no sólo den otan lo que está presente, sino
tam bién aquello que está ausente - pasad o, futuro y lo sim plem en te posible-.
Y todo qu eda den otado a m odo de objeto y de con structo, cuan do menos en
buen a parte.
Al conocer, n o sólo se da A n sch au en , sim plem en te in form ación ; adem ás
h ay D en k en , juicio o pron un ciam ien to sobre el dato elemental. N o coinciden
estos dos en un ciados: “El cerezo p arece qu e está ah í afuera” y “El cerezo está
ahí fuera”.
in f o r m a c ió n apancion o ju ic io o
to ta l apariencia d e c is ió n
c o n o c im ie n to e x p e r ie n c ia ju ic io
in te le c c ió n
hum ano = s e n s o r ia l + + o d e c isió n
Al saber, ¿conocemos las cosas tal com o ellas son en su puridad?; nos incli
n aríamos por creer que no. A fin de cuentas - y lim itán don os de m om en to a
los con ocimien tos sensoriales-, de la cosa en cuestión - la lluvia, por ejem plo-,
sólo sabemos valiéndonos de la piel, de la vista, del oído, del olfato, y, si se nos
apura, del gusto. Quien an da mal de olfato o del gusto, o quien carece de vis
ta o de oído n ormales, sabe m uch o men os acerca de la lluvia. Un a pulga, por
ejem plo, sabe m uy distin tam en te qué sea la lluvia de cóm o lo sabe un perro
y de cóm o lo sabe un ser h um an o. Com o m ín im o, las sen sacion es n o juegan
igual en cada caso. La pruden cia m ás elemental aconseja h ablar no de con o
cimien to de las cosas - su subtancia, o ou sia en griego-, sin o tan sólo de con o
cim ien to de los “fen óm en os-de-las-cosas”. En griego p h ain óm en on sign ificó
ap arició n aquello que salta a la vista, lo que se n os mete por los sen tidos. La
cosa - si la h ay- parece que tiene que ser siem pre la m ism a - pen sem os en la
cosa “lluvia”- . Pero, de ella, sólo sabem os según la organ ización de n uestros
sentidos. Un ciego conoce la lluvia distin tam en te a com o la sabe un vidente.
Lo único in discutible, pues, resulta ser que, de la lluvia, sólo con ocem os sus
fen ómen os -in ten sidad, h um edad, frío, color-.
Por otra parte, ¿soy yo realmente quien conoce los “fenómenos-de-las-cosas”?,
no resulta tan evidente. Dejan do ah ora de lado qué sea m i y o, lo in cuestiona
ble es que lo enfrentado con los fen ómenos son mis creen cias -creen cias astro
n óm icas, políticas, biológicas, religiosas, físicas, morales, psicológicas, estéti
cas...- . An dam os poblados de creen cias; éstas n os tienen. Al querer conocer,
m iram os si nuestras creencias concuerdan o, por el contrario, se hallan en dis
cordancia con los fen ómenos de las cosas.
Si nuestras creen cias y los fen óm en os se abrazan, h ablam os en ton ces de v er
d ad . En caso con trario, es decir, si con statam os divergencia entre lo que cree
m os y lo que vem os, acostum bram os en ton ces a h ablar de error.
Al llegar a la existencia n o sólo n os h allam os con fen óm en os de las cosas,
m as tam bién recibimos creencias acerca de las m ism as. Nuestros an tepasados
nos han interpretado el m un do, y las instituciones sociales -fam ilia, escuela...-
n os com un ican tales interpretaciones. Creen cias hay que son propias de cada
quien; otras en cam bio son colectivas -fam iliares, clasistas, nacion ales, plan e
tarias...-. Todo fun cion a en nuestras biografías a las mil maravillas h asta que
llega el día en que las creencias - q u e n os tenían y sost en ían - se vuelven p ro
b lem áticas, despertán dose en nuestro in terior la d u d a. Un as creencias luchan
con otras creencias forzán don os a decidir. Lo intolerable es an dar com idos por
creencias con tradictorias. No interesa en este instante plan tear la cuestión de
por qué m u dam os de creencias. El dato, sin em bargo, es que h ay m udan za,
trastorn o, cam bio. H ay h istoria de las creencias. Dich a h istoria arrastra con
sigo, a partir del anterior esquema, un a h istoria de las verdades y de los erro
res; un a h istoria de la cultura.
Podem os establecer dos am plias áreas entre los diversos saberes: la de los
saberes cien tíficos y la de los saberes n o-cien tíficos. Precisemos todavía m ás esta
prim era clasificación .
Cu adr o 2.1. D iv isió n d e lo s sab e re s.
Cien cias for m ales Cien cias em pír icas Saberes axiológicos Sab er es cr íticos
y m et afísicos (n o p r áxicos)
H u m an as
• Sociologías
• Econ om ías
• P sicologías
• H ist or ias
D iscu r so sob r e algo (lo dich o) D iscu r so de algu ien (el decir)
Cr iter io de Cr iter io de
d ecid ibilid ad : d ecid ibilid ad : Cr iter io de d ecib ilid ad : ?
“ n o con t r ad icción ” “ver ificación ”
Las proposicion es lógicas y m atem áticas son verdaderas porque son tau
tológicas, porque afirman lo m ism o\ es decir, n ada nuevo dicen. Así sucede con
“7 + 5 = 12”; “7 + 5” es sin ón im o de “ 12”. Decir “ 12 sillas” o decir “7 + 5
sillas” es lo m ism o. El con ocim ien to no ha aum en tado. La validez in cuestio
nable de las proposicion es lógicas y m atemáticas descan sa en el hecho de que
siempre son proposiciones analíticas; es decir, proposiciones cuya validez depen
de de las definiciones de los sím bolos utilizados. Un sistem a entero de m ate
m át icas se lim it aría a en un ciar, au n qu e de m an era in dir ecta, qu e A = A.
Defin idos los sím bolos de “7 + 5 = 12”, no se afirm a con tal proposición otra
cosa que “A = A ”.
Las proposicion es lógicas y m atem áticas n o dicen n ada sobre la realidad,
ni tan siquiera se refieren a ella. Se lim itan a forzarn os a ser coh erentes con
n osotros m ism os.
7 + 5 = 12 Si A >B
Si B>C
en ton ces A>C
Defin idos los sím b olos de un posible sistem a axiom ático, publicados los
ax iom as de partida -axiom as son los en un ciados no deducibles dentro del sis
tem a-, in dicadas las reglas de la d efin ición y las reglas de la dem ostración , salen
todos los en un ciados de un sistem a axiom ático.
O tro tipo de saber científico viene con stituido por las ciencias de la n atu
raleza, tales la física, la quím ica, la biología, la geología...
El sign ifican te cien cia posee un sign ificado din ám ico, depen dien do de las
investigaciones llevadas a término por las diversas com un idades científicas que
se suceden en lahistoria. No existe un a defin ición dada un a vez por todas. La
cien cia n o es m ásque un m odo de investigar, o sea de obten er respuestas a
pregun tas dadas. Los asertos de la cien cia son h istóricos y, por tan to, siempre
refutables —si prescin dim os ahora de la ciencia lógico-m atem ática, que com o
h emos con statado posee una peculiar naturaleza—. Un as afirmaciones que pre
ten den ser siem pre valederas dejan de ser cien tíficas con virtién dose en dog
m atism os. En la línea del n eopositivism o afirm arem os que las proposicion es
empíricas son proposiciones fácticas, referidas al m un do. Se apoyan en la expe
riencia y, por con siguien te, son “a posteriori”. El predicado no está conten ido
en el sujeto. Así sucede en la proposición : “La pulm on ía proviene del pneu-
m ococo”. Aquí se da información nueva, precisándose la verificación para enla
zar “pulm on ía” y “pn eum ococo”. En el m om en to actual, el m odelo suprem o
de las ciencias de la naturaleza es la física.
La psicología, la sociología, la econ om ía, la h istoria..., son ciencias em pí
ricas, experimentales, com o las an teriores; se distin guen de éstas, sin em bar
go, en que su cam po de aplicación n o es la n aturaleza sin o el h om bre y sus
obras. Este hecho in troduce algun os cam bios en el fun cion am ien to de tales
ciencias con respecto a las anteriores. Las ciencias em pírico-n aturales, cierta
mente, no se libran del todo, en su avance, de ideologías, utopías, valoracio
nes. En el caso de las ciencias em pírico-h um an as la subjetividad se deja sen
tir de form a m uch o m ás notable.
Los saberes m etafísicos y axiológicos se refieren a realidades no experi-
mentables, por ejemplo, a la d ign id ad d el h om bre. Los valores de la educación
pertenecen a este apartado de saberes.
Entre “Juan es calvo” y “Am a al prójim o” existen h asta diferencias sin tác
ticas. El primer en un ciado puede someterse a prueba; respecto al segun do, en
cambio, no se tiene idea clara de qué tipo de pruebas podrían validarlo o inva
lidarlo.
Las diferencias entre “Eulalia es bella” y “Pedro es calvo” no son tan n oto
rias o, por lo menos, tan inmediatas com o las anteriores. Por lo pron to, no se
descubren diferencias sintácticas. Las diferencias se dan, empero; residen en los
predicados. No es lo m ismo afirmar de alguien que es calvo o bien que es her
moso o malo. No se es calvo como se es hermoso. No habrá dificultad en poner
se de acuerdo en la definición de “calvo”; por el contrario, las dificultades serán
mayúsculas para coin cidir en la defin ición de h ermoso o malo. “H erm oso” y
“malo” apun tan a valores; lo de “calvo” se refiere a fenómenos observables.
La matemática, la lógica, la física, la química..., ignoran los juicios de valor,
sean estéticos o m orales o... Los elefantes no son m oralm en te n i buen os ni
malos. Los electrones no son más bon itos que los neutrones.
r
descriptivos (e.g. "Ju an es calvo")
(cien tífico)
En un ciados
prescriptivos (e.g. "Am a al prójim o")
n o-descriptivos ^
(n o-cien tíficos)
evaluativos (e.g. "Eu lalia es bella")
V.
Tanto los hombres como los restantes animales existen insertos en su medio;
ahora bien, esta inserción no siempre es idéntica. Los animales de manera inde
fectible, los h om bres m uy frecuen tem en te, un os y otros reaccion an an te las
múltiples estimulacion es que les envía la circu m -stan cia -aquello que está a su
derredor-. Pero los seres h um an os, de vez en cuan do, en lugar de respon der a
los estím ulos con reaccion es, lo h acen basán dose en proy ectos. En tre estím ulo
y reacción se da un circuito cerrado “agua, sed, bebida”; o bien “pin ch azo,
dolor, retracción”; en cambio, entre estímulos y proyecto descubrim os un hia
to, un a rotura, un vacío, un quedar en suspen so y com o pasm ado - efecto de
la con cien cia—, situación que fuerza a inventar respuestas no previstas y que no
se h allan en la realidad; es cuestión de respuestas irreales, desde las cuales diri
girse novedosamente al bulto del mundo. A la decan tación histórica de los p ro
y ectos h um an os podem os llamarla cu ltu ra.
V id a b io ló g ic a
(p r e fa b r ic a d a )
V id a b i o l ó g ic a
{
T a m b ié n v id a
b io g r á f ic a
(q u e tie n e q u e
e le g ir s e )
II M ed icin a Galen o
La filosofía nació cerca del mar, un m ar que bañ a costas recortadas y que
está repleto de islas, un piélago que facilitaba la navegación y con ello el comer
cio y asim ism o el in tercam bio de ideas. Los pueblos griegos no se asen taron
sobre un con tin en te, sin o sobre un piélago colocado en m ed io d e t ie rras
- M e d it e rrán e o - . Se hicieron cargo de las costas y de las islas, desde Jon ia, en
Asia Menor, hasta Empúries - Em porion - , en las costas catalanas, pasan do por
la Italia m eridional, por Sicilia, y por Marsella.
Ju n t o al elem en to m arin o, está el socioh istórico. En el siglo VI an tes de
Cristo, en la parte orien tal del Mediterrán eo, la produ cción artesanal h abía
alcan zado un grado de desarrollo lo suficien tem en te elevado com o para que
fuera ya posible un a reflexión teórica. El trabajo de los esclavos no sólo deja
ba libres a los señores, sino que añ adía el desdén ante las actividades produc
toras despertando, en cambio, una actitud favorable a las tareas liberales, entre
las cuales se con taban las ciencias y la filosofía. Aquellos griegos, liberados de
las urgen cias de la vida, pudieron vacar para lo innecesario.
N o obstan te, las con dicion es geográficas y socioh istóricas favorables para
el discurso teorético-filosófico no pasan de ser simples posibilitadores de dicho
discurso, pero jam ás se m udan en factores determ in an tes del m ismo. Much os
griegos disfrutaron del ocio, vivien do del trabajo de los esclavos; ah ora bien,
p oqu ísim os griegos produ jeron cien cia, técn ica o filosofía. En este sen tido
resulta correcto referirse al m ilagro griego com o elem en to de in iciativa que
in tervin o tam bién en el su rgim ien to de astron om ía, física, geografía, m ate
máticas, filosofía... Ni la situación geográfica ni la producción social —división
del trabajo, propiedad privada y lucha de clases- explican, por sí solas, por qué
Aristóteles se dedicó a la filosofía, Aristarco de Sam os a la ast r on om ía y
Arquímedes a la matemática y a la física, en vez de ocupar el tiempo de su vida,
los tres, en tom ar el sol, vivien do en un in cesan te d olce f a r n ien te , com o la
m ayoría de la gente bien situada hizo sin duda.
Un factor m uy im portan te en la creación de la filosofía griega fue el arte
de la discusión , tarea que ocupaba h oras y m ás horas de no pocos ciudadan os,
tanto en plazas y gim n asios com o en ban quetes y otras fiestas. Se dieron dos
m odalidades en tales discusion es: la d ialéctica y la retórica.
Dialéctica: d i s c u r s o s c o n tr a p u e s to s a fin d e
a l c a n z a r la s a b i d u r í a ( f i l o s o f í a )
D is c u s io n e s g r ie g a s
Retórica: d is c u r s o d e u n o s o l o a f in d e c o n v e n c e r
a o tr o s (p o lít ic a )
El pen sam ien to con tem porán eo puede definirse com o un a reflexión cen
tr ada en el len gu aje. Ferdin an d de Sau ssu re abre las in vestigacion es de
Lévi-Strauss y de Lacan ; el Círculo de Vien a posibilita los análisis de Russell
y de W ittgen stein ; H eidegger h a estim u lado labores com o las de Derrida.
Todos estos trabajos son diferentes pero coin ciden en analizar el len guaje. Así
com o con tam os con una Filosofía del derecho y con un a Filosofía del arte, de
igual suerte dispon em os de una Filosofía del len guaje.
Para saber si un problem a educativo tiene o no sen tido con vien e exam i
nar la con strucción de las proposicion es en qu e viene form ulado y a través de
las cuales se vehicula. A veces un enunciado que se form ula mal da pie al naci
m ien to de un a cuestión fan tasm ática cuya discusión no va m ás allá de azotar
el vacío.
Dado que un proceso educador es un acto de com un icación y que el len
guaje con stituye la más im portan te m ediación com un icativa, no extraña que
la Filosofía de la educación se dedique al estudio de los lenguajes tanto de edu
cadores com o de pedagogos.
La palabra de un educador - u n a m adre o un maestro—o de un pedagogo
- u n didacta o una psicóloga de la educación - presentan siempre una con ducta
com pleja que no puede representarse con un a definición analítica. Cada pala
bra posee un significado básico, o denotativo, pero su sign ificado real surge de
la m odificación del sign ificado básico a causa de factores sociales e in dividua
les que forman un contexto situacion al. Sin uso de las palabras, n o h ay sign i
ficado de las m ismas, com o ya observó W ittgen stein. Dich o de otra manera,
sin una com un icación concreta, sin usuarios de las palabras, carecemos de sig
n ificado de las mismas.
Ah ora se com pren de perfectam en te la im portan cia de la Filosofía de la
educación aplicada a los análisis de lenguaje educacional. El filósofo de la edu
cación no crea educación: se ciñe a reflexionar sobre ella, y en este caso a pen
sar los len guajes utilizados en la mism a. Filosofar es, desde luego, entre otras
cosas, averiguar q u é se dice.
¿Qué sign ifican ed u car y d em ocracia dentro del en un ciado “Edu qu em os
para la dem ocracia”?; éste es un trabajo de la Filosofía an alítica. La correcta
programación de los objetivos educacionales exige una precisión semán tica del
vocabulario harto elevada, a menos de convertirse en inoperativos. Un o de los
cometidos de la Filosofía de la educación es, en consecuencia, el análisis de los
lenguajes educacionales y pedagógicos.
O tra de las direcciones en que labora la Filosofía de la educación es en la
epistemología educativa. Quiérase o no, averiguar en torn o a los hechos edu
cacionales supon e la preten sión de con ocerlos, y no de con ocerlos, por cier
to, de cualquier manera, sino de tal forma que uno tenga la impresión de saber
los correctamente, tal com o los hechos educativos son.
La educación es un todo, a la vez, biológico, psíquico y social; esto com o
m ín im o, pues pudiera igualm en te suceder que intervinieran tam bién en ella
elem en tos m etafísicos. ¿Cóm o la m en te com ercia con este tod o?, ¿de qu é
form a organ izam os luego n uestros pen sam ien tos?, ¿hay m odo de con cebir
lo real -edu cativo en este caso- de m an era no fan tasm agórica o acaso m u ti
lada?
Lo real - ob jet o de con ocim ien to- está a m edio orden ar. Si fuera orden
total, nada nuevo aparecería en él. Si fuera, todo él, desorden, tam poco se orga
nizaría, y perm an ecería ign oto del todo. Parece que toda realidad se h alla a
medio cam in o entre el orden y el desorden . Esto n os fuerza a asaltarla desde
diversos frentes: desde la ciencia, pero también desde los discursos para y meta-
científicos. De adm itir estos presupuestos, jam ás conocerem os la realidad, de
lo que hay, de un a vez por todas. El diálogo, la aproxim ación plurifron tal y la
re-creación in acabada del discurso n os acercarán a la verdad del m un do, pero
únicamen te n os aproxim arán a ella.
La epistemología comenzó con el lord inglés Francis Bacon , el cual con su
N ov u m O rgan on - 1 6 2 0 - y con la in acabada In stau ratio M agn a in ten tó arti
cular el m étodo de la ciencia m oderna. No fue un práctico de la ciencia, sino
un especulativo de la m isma.
Puede sostenerse que algo hay que an im a la epistem ología desde siempre,
y es el recurso a la idea de verdad com o idea reguladora. Aun que no podem os
obtener de la ciencia certeza alguna, esto no quita la pretensión a la verdad de
cada concepción epistemológica. A fin de enfocar la cuestión de la Epistem ología
ed u cativ a, se hace indispensable plantear el tema de “ciencias naturales” y “cien
cias h um an as”.
L e n g u a je c o d ific a d o q u e e x p r e sa
en ciencias de la naturaleza e stad o s d e c o sa s
(sin referencial al sen tid o) A
P r u e b a o r e la c i ó n e n tr e e l le n g u a j e
Criterios de y la r e a lid a d e m p í r ic a e s t u d ia d a
cientificidad • R e c u r s o a m o d e l o s m a t e m a t i z a b le s
en ciencias humanas
(con la categoría sentido)
■R e c u r s o a m o d e l o s s e m á n t i c o s
( ¿ h e r m e n é u tic o s ? )
N o parece posible aplicar los criterios de las cien cias de la naturaleza a las
ciencias h um an as. De entrada porque estas segun das se hallan en presen cia de
la acción del h ombre. ¿Y puede tratarse de acción sin qu e in tervenga explíci
tam en te la categoría sen tid o ? La caída de graves carece de sen tido o sign ificad o ,
sien do sim plem en te lo que es; la educación escolar, en cam bio, se descubre
tran sida por el sen tido o dirección que se da a tal actividad. An te este hecho,
n o qu eda m ás remedio qu e o ren un ciar a la m ayor parte de capítu los de las
cien cias h um an as -aqu ellos apartados que n o puedan som eterse a estadísti
ca- , o bien adm itir menos criterios de cien tificidad para éstas.
Un a epistem ología de la educación explicará qué es y qué valor posee cada una
de las ciencias de la educación, averiguando asim ismo qué son, ellas, como con
jun to y si poseen, en cuanto tales, estatuto autón om o. In dagará además el gra
do de coherencia existente entre métodos científicos y m étodos pedagógicos.
Tareas de la epistem ología de la educación :
Desde que dispon emos de textos escritos, se con stata una estrecha relación
entre im agen de h om bre y p rax is ed u cativ a. Así, en Grecia, la educación h om é
rica que engendró el ám bito cultural que den om in am os Grecia Clásica y que
predomin ó entre el siglo VIII y el V antes de Cristo, con stituyó una actividad
educadora basada en el estilo caballeresco, estilo que se inspira en la visión del
hombre con ten ida en los poem as de la Ilíad a y de la O disea. La antropología,
en cam bio, espartana, fabricó una educación militar y deportiva.
Tanto la actividad educativa como el estudio pedagógico están, ambos, vin
culados a una representación del hombre. Siendo la an trop ología una doctrina
acerca del ser h um an o, salta a la vista que la pedagogía n o puede desentender
se de ella en su elaboración de normas en vistas a la educación. La relación entre
an tropología y pedagogía no es unidireccional, sino mutua; la primera se enri
quece, del m ism o m odo, con las aportacion es de la segun da. La tarea educa
dora contribuye a la comprensión histórica del ser h uman o y viceversa. ¿Cóm o
podría la educación actuar desprovista de alguna idea, en torno a la existencia
del hombre?
Fun dam en tos an tropológicos de la Pedagogía:
2 . 5. 3. T e l e o l o g í a y a x i o l o g í a d e l a e d u c ac i ó n
La T eleología ed u cativ a acabará distin guien do entre valores - fin alid ad es-
que son objetos, o cosas, sociales, y valores - fin alidades- que son objetos autó
n om os que valen por sí m ism os.
Cuan tos pedagogos rechacen, por fan tasm agórico, el segun do m odelo de
valores, n o tienen form a de referirse a valores y a fin alidades educacion ales
fun dam en tados. El im perativo - la n or m a- no se deduce del in dicativo - e l
h ech o-. El positivism o se lim ita a lo qu e h ay , carecien do de acceso a lo qu e
debe de h aber. Aquellos pedagogos, sin embargo, que aceptan los valores valio
sos en sí m ism os, se encuentran con que no pueden elaborar la lista de tales
“valores-finalidades”, al ser éstos por definición metahistóricos. Saben que obli
gan, pero ign oran cuáles son.
D a la im presión que la teleología educativa llega siempre a un im posible.
De todas formas, estas cuestiones son las que trata una Teleología de la ed u ca
ción .
Resu men
3. 1. In t r o d u cció n
3. 2. C o n c e p t o s b á sic o s
3. 3. E d u c a n d id a d d el ser h u m an o
3 . 3 . 1. I n d e f i n i c i ó n b i o l ó g i c a d e l h o m b r e
In vestigar en torn o a la educación es, para com en zar, in quirir acerca del
an th ropos, es pon erse de acuerdo sobre el m odelo de h om bre.
El ser h um an o es al pron to algo in con cluso, por tan to es cosa in determ i
nada y confusa; simplemente no es cosa, sino in interrumpido h acerse. El h om
bre se pasa la vida haciéndose, sin terminarse nunca. La muerte lo acaba, pero
por accidente, por m alch an ce.
Porque es faena an tropogenética, el ser h um an o es inexorablemente edu
can do. Lo propio y específico del h om bre es la m en esterosidad, el aprieto, el
apuro, la escasez, el ah ogo, la carestía. El h om bre jam ás se palpa suficien te
mente h ombre. No es an im al ed u cab ile - q u e puede o no ser educado—, sino
an im al edu can du m - q u e tiene que ser forzosamente educado so pen a de que
dar en sim ple bestia-. La educación, tratán dose de la especie h um an a, es una
necesidad, un menester, una exigencia. Al delfín podem os, o no, educarle; al
h ombre hay que estar educán dole siempre.
Educar por lo pron to tendrá que hacerse irremediablemen te desde la an i
m alidad h um an a, desde la sarx - m at er ia viva- o carne del h om bre. Por lo
menos porque es aquello que está ahí sin lugar a dudas.
Pero el zoon h um an o es original, raro. Los otros animales cuan do nacen ya
han terminado la carrera; es decir, nacen pre-fabricados aunque no muertos. Lo
que vayan a ser está ya programado en su código genético, concretado a través
del tiempo por el ambiente que les haya tocado en suerte o en desgracia. Herencia,
estímulo y respuesta. Determinismo. Necesidad. Los animales ya empiezan vie
jos. Los brutos están siempre hechos. El animal h um ano, por el contrario, tie
ne la sensación de que es inconcluso, que siempre está por hacer. Vamos; que
únicamente queda totalmente terminado, perfecto, cuando muere. Sólo una vez
cadáver, estamos seguros de que el hombre ya no nos causará pasmo alguno, que
ya no va a sorprendernos más. ¿Herencia?, sí. ¿Estímulo?, tam bién . Pero ante
cada estímulo parece que se ofrecen dos, tres o más respuestas posibles.
El h om bre es imprevisible porque no se h alla cerrado en el circuito “un
estímulo, un a respuesta”, sin o que vagabun dea en el juego descon certan te de
“un estímulo, varias respuestas”. El h ombre es un animal que tiene que hacer
se, tanto si quiere com o si se resiste.
La biología corrobora las anteriores sugerencias. El h om bre es un animal
n acido antes de tiempo. Si saliéramos del vientre m aterno un año más tarde,
naceríamos maduros, con un sistema nervioso anatómicamente acabado y fun
cion an do casi com o el adulto. Pero no sucede así. Nuestros 14.000 millones
de neuronas ofrecen m uch o más juego gracias a la in m adurez con que ingre
san en la sociedad. Nacer in maduros nos resulta beneficioso. Som os casi nada
en con creto al venir al m un do de las gentes y esta pobreza n os con stituye en
prodigiosa plasticidad. Nuestra in definición biológica pide y facilita un pro
ceso educador. Porque biológicam en te no som os ni esto ni lo otro, n ecesita
m os la educación.
La in defenición biológica del h om bre exige que la con creta defin ición de
éste proven ga forzosamen te de algo exterior a la biología. La sociedad se con
vierte en fuerza defin idora propia. Cad a quien es el resultado de un a tram a
- h er en cia- y de un a urdimbre - m ed ios físico y cultural—, para utilizar la ter
m in ología de Ro f Carballo. La tram a som etida a la urdimbre produce un ser
socializado, culturalizado, o sea educado.
3 . 3 . 2. F i n i t u d d e lo r e al y n e c e s i d a d d e lo i r r e al
3 . 3. 3 . O e d u c ac i ó n o z o o l o g í a
A n t r o p o lo g ía b i o l ó g i c a A n t r o p o l o g ía c u ltu r a l
3 . 4 . 1. E v o l u c i ó n y g e n é t i c a
El edu cador labora sin falta sobre un a realidad h u m an a que origin aria
mente es el resultado de la evolución de las especies biológicas y resultado igual
mente de la gen ética parental, de la bioqu ím ica del cerebro y, por últim o, de
los procesos en docrin os. Este con stitu ye el pu n to cero de n o im porta qué
m odalidad educativa.
La especie h um an a es resultado de filogénesis, o evolución, así com o cada
in dividuo h um an o se explica desde su ontogén esis, o em briogénesis, o proce
so que va desde un a célula germinal h asta este varón o esta h em bra h um an os.
La ontogén esis arran ca de un a situación con creta de la filogénesis.
N o resulta cóm odo precisar el sign ificado de ev olución . El biólogo francés
Jean Rostan d publicó, en 1940, el libro L ’h om m e, en el que sostiene que el ser
h um an o es un producto de la naturaleza a través de la evolución. Pero ¿qué es
la evolución ? Parece sen sato defin ir actualm en te la evolución com o el con
jun to de transformaciones que han con ducido a la aparición y posterior diver
sificación de las especies, por filiación , a partir de un a m ism a form a de vida
primitiva.
M u ta c ió n g é n ic a
In tr ín se c o s
C o m b in a c ió n g é n ic a
M e c a n is m o s
d e la e v o lu c ió n
C lim a
R e lie v e
E x t r ín s e c o s <
E c o lo g ía
V „ L u c h a p o r la v id a
3 . 4 . 2. N e u r o lo g ía y e n d o c rin o lo gía
D e n o m in a c io n e s F u n c io n e s
C ereb ros
fu n c io n a le s ^
M eso c órtex L u g a r d o n d e s e in s ta la n
(1 0 0 m illo n e s d e a ñ o s) l o s c o m p o r t a m ie n t o s
a d q u ir id o s
N e o c ó r te x L u g a r d o n d e s e in s ta la n
( 1 0 0 .0 0 0 a ñ o s ) . C o n cie n cia
. I m a g in a c ió n c r e a d o r a
. L ib e r ta d
El cuerpo animal, el zoé, se lim ita a sobrevivir, a ir tiran do; en cam bio el
cuerpo h um an o, la sarx , tiende a situarn os de otra m an era en la realidad. El
cuerpo del h om bre no es ún icam ente recepción sensible de la circun stancia,
ni tam poco recon ocim ien to por experien cia, sin o que es lo que posibilita la
experiencia de lo real. El cuerpo del lactante le permite a éste estar en el m un
do, o tom ar posesión de él, m am an do, es decir, oralmente. En el adulto este
tom ar posesión pasa a ser con scien te com o m ín im o en form a de posibilidad
ya in mediata.
Algo es cosa u objeto cuan do puede ser tocado por la m an o o bien visto
con los ojos. La existen cia de los objetos en el m u n do depen de de m i pers
pectiva, de mi rostro que ve. Este rostro, en cuan to ve objetos, es u -topos: se
coloca fuera del espacio. La visión h um an a del m un do posibilita el ám bito de
cosas reales. Estas pueden ser tocadas con la mano.
Jean -Paul Sartre nació en París en 1905, y m urió en la m ism a ciudad en
1980. En 1943 publicó, en Gallim ard, E l ser y la n ad a , obra en la que expo
ne su on tología. En ella tr ata el tem a del cuerpo. D ist in gu e en tre
“cuerpo-para-sí” y “cuerpo-para-otro”, el cuerpo en cuan to ten go con cien cia
de él y el cuerpo en cuan to experimentable por otro.
Frente al plan team iento dualista sartriano, Merleau-Ponty, que falleció en
París en 1961, se refiere a un cu erpo-v iv ido , fun cion al, anterior al cuerpo an a
tóm ico, que con sidera com o un a abstracción del prim ero. En el añ o 1945
publicó Fen om en ología de la percepción , en Gallimard, don de se refiere al y o-cor-
p o ral y al cu erpo-en -el-m u n do.
Con ocem os las cosas del m un do porque éstas son la prolon gación de mi
carne. El m un do es mi cuerpo exterior, que sólo artificiosam en te puede pen
sarse com o objeto. Con todo, som os m un do, pero no som os el m un do; com
prender algo es acogerlo en nuestra carne. Som os exterioridad, pero igualmente
interioridad. La carne o cuerpo es el lugar del en tron que entre ambas.
El cuerpo-propio design a a mi cuerpo com o centro de mi existencia, com o
fuerza vivida de percibir y de actuar, es decir, com o m edio de que dispon e el
su jeto para in sertarse en el m u n do. M i dolor de m uelas es asu n to del cu er
p o-p rop io. Éste pasa a ser el aq u í absoluto sobre el cual carezco precisamente
de perspectiva. Con tam os con m un do percibido porque h ay un pun to cero
que lo permite; y éste no es otro que el cu erpo-propio.
Siem pre estam os exten didos en el espacio y desarrollados en el tiem po,
pero lo estam os en nuestro cuerpo.
3. 5. A n im al civ ilizad o
El cach orro de h om bre llega a la existen cia prem atu ro, tiern o, in capaz,
tem pran o. Un lobezn o disfr u ta de m ayor com peten cia qu e un bebé.
Descen dem os de los prim ates no h um an os; tam bién provien en de éstos los
grandes sim ios an tropoides actuales com o los chim pan cés, los oran gutan es y
los gorilas. Pero n uestros pequeñ in es se m uestran m uch o m ás desvalidos e
in defen sos qu e los de n uestros prim os, los gran des sim ios. Tal vez desde el
H om o h ab ilis, o a partir del H om o erectus, las crías llegaron ya más inermes que
las de los restantes brutos.
Estos predecesores del H om o sap ien s sap ien s fueron capaces de adaptar
se a las m últiples con dicion es n aturales en con tra de sus con gén eres regidos
por con ductas m uch o m ás especializadas. Precisamente la no-especialización
h a perm itido al p h y lu m h um an o acom odarse a los m ás variados géneros de
vida.
Entre los seres vivos, el h om bre es el que nace m ás in m aduro. Su desarro
llo físico y mental no se cierra h asta los quin ce años. Este dato le perm ite ser
m uch o más permeable respecto al ambien te.
Se educa siempre desde este zoon que el ser h um an o es. La socialización es
siempre h istórica y se lleva a cabo internalizando en los procesos cerebrales los
variopin tos m ecan ism os socioculturales. Apren dem os cosas depen dien do de
lo que ya som os cuan do llegamos a la existencia. El nacer an tes de tiem po faci
lita el aprendizaje. En cam bio la bestia por n acer a su debido tiem po biológi
co nace ya program ada; sólo le queda madurar. No, así, el h om bre; éste tiene
que hacerse con y entre las cosas que le rodean. Cada in dividuo se verá obli
gado a recon quistar la herencia cultural.
La educación hace al ser h um an o. La biología h um an a es el soporte bási
co del proceso educante, pero n ada más. Un m ism o código genético perm ite
la form ación de un a gam a am plia de seres h um an os h arto diversos entre sí.
No se n ace h om bre; éste se h ace. El len guaje, el arte, la m oral, la cien cia...,
hay que aprenderlas.
El an imal se h alla totalm en te inserto en el m u n do; el h om bre en cam bio
se sitúa, en parte, frente al m un do natural y a causa de esto tiene que hacerse
un m un do civilizado.
La falta de especialización orgán ica deja el cachorro h um an o aban don ado
en el desam paro y desvalimien to. Este hecho, no obstante, le hace dispon ible
para la totalidad de lo real. La cultura, h istórica, tan to en vistas a la especie
com o para cada sujeto, constituye el m odo com o el an th ropos se h a salvado de
la derelicción zoológica.
En el libro II de la R epú blica, Platón hace observar cómo no con tamos con
ser h um an o sin socialización . El in dividuo no se basta a sí m ism o para alcan
zar el estatuto an tropológico; por tal razón se asocia. Sin ingreso en la p o lis ,
en la Historia, el h om bre no pasaría de ser una bestia.
l e n g u a ( c a s t e l l a n o , c a t a l á n , f r a n c é s .. .. )
p a la b r a (c u a n d o h a b la n E n r iq u e o M o n ts e r r a t)
L e n gu aje : con ju n t o de sign os ar bitr ar ios qu e sign ifican el pen sam ien
to y p erm iten com u n icar lo.
L e n gu a: el len gu aje en cu an t o éste es u n fen óm en o social con creto.
P alab ra: acto in dividu al de fon ación .
Cuen tan que los an imales tam bién h ablan . ¿Coin ciden el h abla h um an a
y el h abla de las restantes bestias? Se h a estu diado con detalle el len guaje de
las abejas que sirve para in dicar dón de h ay flores a base del vuelo de un a de
ellas sin moverse de lugar. Este vuelo no puede descom pon erse en elementos
integradores, en m orfem as, de suerte que cada uno de los m orfem as se corres
pon da con un elemento del enunciado. El caso h um an o es distinto; cada enun
ciado apun ta a elementos que pueden combinarse libremente según reglas defi
n idas, de m an era que con un n úm ero reducido de m orfem as es posible un
número elevado de com binacion es. Los m orfem as, que son los elementos más
sim ples de sign ificación , están form ados a su vez por fonemas, que son ya ele
m en tos desprovistos de sign ificación y con stituyen las letras del alfabeto. Las
abejas carecen de lenguaje.
Los h om bres organ izam os el m un do basán don os en palabras, con firién
dole así orden y también sentido.
Piaget publicó en 1950 su libro Ln trodu ction a l ’épistem ologie gén étiqu e. Su
teoría al respecto puede resumirse con esta frase: “Con ocer es adaptarse acti
vamente al medio”. A ctiv am en te quiere decir según esquemas del conocimiento
con los cuales abordar el con torn o. Piaget es kan tian o. El len guaje desem pe
ñ a este papel apriorístico al que se refiere Piaget.
Cu an do el griego Aristóteles (384-322 an tes de Cristo) cree dar con las
categorías de la realidad no hace otra cosa qu e descubrir las estructuras lin
güísticas de su len gua griega, en la cual el verbo ser puede aislarse disfrutan do
además de m uch os usos.
Aquello que no puede ser narrado se nos escapa. El tiem po es n arración ,
es lectura. Calificam os de enfermo mental a aquel que no puede ofrecer un a
narración de su vida que resulte aceptable para los demás. La psicoterapia no
hace m ás que obtener la iden tidad entre el y o y la n arración de este yo.
El ser h um an o, con el habla, bautiza el m un do y lo vuelve inteligible. No
podem os escapar de la cárcel del lenguaje. Avisa el Génesis (II, 20):
Culturas y subculturas con figuran con ocimien tos lingüísticos del m un do,
tan to del m un do n atural com o del m un do civilizado. El len guaje, com o ha
m ostrado el francés Ben ven iste (1902- 1976), con stituye la con dición de la
subjetividad; al h ablar nos pon em os com o u n y o delante de un tú . Las cultu
ras no son reflejos n eutros del m u n do, sino construccion es subjetivas.
Len guaje: actividad por la cual alquien dice algo, a alguien, sobre algo.
El lenguaje no es fin para él mismo. Un speech -act con stata o da una orden
o promete... Alguien constata, alguien da la orden, alguien promete. Lo dicho,
asim ism o, apun ta a un posible interlocutor. Y, adem ás, lo d ich o , lo en un cia
do, supon e el sen tido de lo dich o, sen tido que le viene de la referencia a algo
en torn o a lo cual se está h ablan do. Por otra parte el len guaje se vuelve estí
mulo al que es preciso respon der y es también referencia que hay que com en
tar; el len guaje es in strum en to de com un icación y sobre todo es creador de
sujetos que dialogan .
3. 5. 3. V id a e n s o c i e d a d
C u a d r o 3 .1 . T i p o s d e a u t o r i d a d .
con t r at o la r egla en el t r am p a
(la regla) ju ego de ajed r ez
Autoridad por...
Las in stitucion es sociales son las form as com o se agrupan los h om bres y
com o éstos fun cion an colectivamente. Un sistem a de normas asegura la estruc
turación del gru po y su fun cion am ien to. N o existe in stitución sin objetivos,
queden éstos explicitados o bien actúen im plícitam en te. Cuan to m ás evolu
cion ada es una sociedad, de más in stitucion es dispon e. En la h orda del Paleo
lítico, las in stitucion es fueron mín im as.
En tre las m últiples in stitucion es de un a sociedad desarrollada destacan
particularm en te dos por su poder sobre el con jun to; se trata del Estado y de
los grupos econ óm icam en te dom in an tes, poder político y poder económ ico.
Un o y otro disfrutan de fuerza sobre los procesos educativos.
3. 6. R e sp o n sa b ilid a d ét ica
3. 6. 1. R a z ó n y m it o
¿Q ué fuerza señala la línea divisoria entre “lo racion al” y “lo irracion al”?,
¿no será la m ism a Razón?, ¿no resulta incorrecto que uno sea juez y parte inte
resada en el m ism o asunto? La aporía se resuelve h abitualm en te describien do
las condiciones del discurso racional e in dican do a con tin uación que aquellos
discursos que no las cum plen son discursos “i-racionales”. Actuan do, no obs
tante, de esta form a se ha escamoteado aquello que de hecho instaura la racio
nalidad en cada sociedad histórica, que no es otra cosa, por cierto, que el reco
n ocim ien to social de un determ inado valor. La frontera entre lo racional y lo
irracional la indican los valores y no precisamen te la Razón. Esta posee h isto
ria en su semán tica; la historia de los valores reconocidos socialmen te. Es cosa
fácil por ejem plo con feccion ar el listado de características de la razón cien tí
fica; ya no resulta tan obvio en cam bio in qu irir por el valor fun dan te de la
racion alidad.
La Razón es un a capacidad de con ocer distin ta del con ocer an imal; ade
m ás es un a capacidad d elim itada por la volu n tad y por el sen tim ien to.
Realidades hay además con las cuales la Razón no puede - así se lo parece cuan
do m en os a m u ch os-; por ejem plo con Dios. Este no es objeto, se afirma, de
un pen sar racional; tam poco puede con el deseo, con la pasión, con el in cons
ciente. ¿H abrá cosas indecibles por parte de la Razón? ¿Cóm o asegurarn os de
que lo in decible no coincide precisamente con lo sim plem en te n o dicho?
H ay palabras porque en tien do; es decir porque en su radicalidad el ser
h uman o no sabe en contra del animal que sabe siempre. Lo específico del h om
bre es saber que él no sabe, com o gritaba Sócrates. A este “sabio no-saber” tan
to Agustín de Tagaste com o Nicolás de Cusa le llam aron docta ign oran tia. Si
no fuera por esto no existiría la pregun ta. La ign oran cia sapien cial perm ite
rebasar con stan tem en te los límites del saber actual pen etran do en horizontes
ulteriores.
El im agin ario colectivo de los h om bres no solam en te ha fabricado ideo
logías; tam bién ha producido utopías. La fantasía h um an a posee un a fun ción
conservadora de cuan to hay - id eología- y una función productora de lo posi
ble —utopía—. ¿Cóm o le nace la utopía al proceso educador? Podem os sospe
char que se debe a la insatisfacción causada por la violen cia estructuran te de
dicho proceso. Unicamente los educadores y educan dos sinvergüenzas y pica
ros están a sus an ch as en la violen cia. Los restan tes se sien ten in cóm odos.
Algunos se instalan en la insatisfacción y los tales o bien se desesperan —no fal
ta, e.g., el profesor y el alumn o que in cluso se su icid an - , o bien se vuelven
cínicos e insolentes. Otros, por el con trario, em piezan a vivir de la esperanza
abrién dose a la utopía de la com un idad fraternal. Resulta necesario el M y th os
para esta faena agobiadoramente transhumante; el Logos n o sirve en vista a los
valores.
Los valores se hallan al final del “no-sé” porque la volun tad los h a puesto
y sólo podría, por cierto, situarlos en el extremo, allí, precisamen te, don de no
alcanzan la em peiría ni la ciencia ni tam poco la tecn ología.
3 . 6. 3 . D i o s e n e l h o r i z o n t e
J u d a is m o
D e D io s p erso n a l C a t ó li c o s
y tr a sc e n d e n te C r is t ia n is m o O rto d o x o s
(“ D io s -tú ” P r o te s t a n te s
d e l S in a í)
I s la m C h iít a s
S u n n ita s
R e lig io n e s
P e r s o n a l e in c lu y e n t e P o l it e í s m o g r ie g o
( “ D io s - tú
grecorrom an o) P o l it e í s m o r o m a n o
D e D io s
in m a n e n te R e l ig i o n e s H i d u is m o
Im p e r so n a l m ística s B u d is m o
y e x c lu y e n t e
(“ D io s - e llo ”
R e li g i o n e s J C o n f u c io n i s m o
d e A s ia )
^ s a p i e n c ia l e s "j^ T a o ís m o
Resu men
Ref l e x io n e s p r á c t ic a s
4. 1. In t r o d u cció n
— Con cien cia. “Veo este cerezo”; se trata de una percepción visual. Además
puede suceder que “M e doy cu en ta de: veo este cerezo”. El acto de con
cien cia con siste, ni más ni m enos, en m e doy cu en ta de. El con cepto de
con cien cia viene precisado por tres elementos:
— Proy ecto. En este manual se usa el con cepto de proy ecto en el sen tido de
categoría an tropológica. El ser h um an o n o es un objeto m ás del m un
do, objeto que pueden estudiar las cien cias; lo propio del h om bre no
es ser esto o aquello, sino tener que ser. El ser h um an o es tener que pro
yectarse sin desm ayo; el h om bre, por tan to, es proyectil. Existim os a
m odo de posibilidad in acabable; se busca lo in con dicion ado desde las
con dicion es n aturales e h istóricas en las qu e se está in m erso. El ser
human o se sabe inacabado y, entonces, engendra proyectos a fin de rea
lizarse. Nin gún proyecto, em pero, lo term in a y realiza de un a vez por
todas. El proyecto es la m an era de fabricar m un do h um an o.
— V alor. Pueden distin guirse tres tipos de enun ciados en el lenguaje:
4 . 3. H o m b r e y p r o y e ct o
4 . 3. 1. E l s e r h u m an o e s p r o b l e m a
Hombre O b jetivid ad c o n d ic io n a n t e S u b j e t iv id a d tr a s c e n d e n t e
+
i s ------------- "\
- lo b io fís ic o (c ie n c ia s n a tu r a le s )
e n la in m a n e n c ia
- lo e x is te n c ia l
(S a rtre )
(j • , ■
- lo p s í q u i c o I s o c ia l (M a rx )
+ (sa b e re s
h e rm e n é u tic o s e n la tra sc e n d e n c ia
( c ie n c ia s s o c ia le s ) | in d iv id u a l (F re u d )
(Ja sp e rs)
4. 3.3. D u d a , i r o n í a y d e c isió n
Cuan do m e quem o el dedo, lo retiro del fuego sin pen sarlo más. Pero no
faltan ocasiones en que uno no sabe qué hacer an te un estímulo.
Tan tas son las respuestas an te un solo estím u lo qu e el ser h u m an o se
descubre pasm ado y se pon e a dudar, lo cual le fuerza a h acerse cargo de la
realidad. El com portam ien to característico de los h om bres es un com por
tamiento abierto e in específico que obliga a optar y a elegir, dada la in con -
clusión de los impulsos recibidos y a la n ecesidad de no quedarse m an o sobre
mano.
Un h ombre flagelado por el dolor de un a qu em adura n otable puede tam
bién gritar y gemir com o un a alim añ a m ás; no es de extrañar puesto que está
igualmente organizado por su sistema nervioso y su sistema fonador. Pero, gri
ta y gime desde algo que se h alla por en cim a de estos sistem as cerrados; el ser
humano está por en cim a de sus actividades n eurofisiológicas. Porque no me
palpo forzado a dar un a ún ica respuesta - gr itar y gem ir-, me veo obligado a
dar sen tido a la realidad y a crear posibilidades n uevas para crear m i vida.
Debido a esto, la vida del h ombre en vez de ser ún icam en te biológica es tam
bién b iografía. La vida h um an a en lo que posee de específico e intran sferible
es resultado de decisión en vez de explicarse totalmen te desde el circuito cerra
do “estím ulo-respuesta”. El h om bre no vive pegado a las cosas, sin o fre n t e a
ellas; por esto su vida no son reaccion es, sin o proy ectos, proyectiles que arroja
sobre las cosas y los sucesos. La situación del an im al es la de hallarse inmerso
en las cosas; la situación del ser h um an o, en cambio, se caracteriza por pon er
se a distan cia de ellas, aun que sin perderlas de vista. La con cien cia del h om
bre está referida al m un do, pero, por otro lado, no coincide con las cosas por
que se d a cuen ta de las mismas. Contacto, pues, y resquicio; por un lado decimos
lo qu e h ay en las cosas - e l lado con dicion an te- y por otro lado afirm am os lo
qu e son las cosas - el lado trascen den te-.
N os causa la im presión que el h om bre está disparado h acia lo utópico,
h acia el tod av ía- n o\ su elem en to es el perpetuo porven ir; lo suyo es el statu s
v iato ris, el ser cam in an te incan sable sin saber a ciencia cierta h acia dón de se
en cam in a. El destin o in fau sto del A n th rop os es cam in ar sin llegar a parte
algun a; el h om bre no tiene lugar fijo, es n óm ada por esencia; es ex -sisten cia.
Lo propio de él es ir de fracaso en fracaso sin saber si al final le aguarda un
Fracaso Defin itivo o bien un Exito Total. El Ser rebasa el en te y el h om bre
es un ente en búsqueda del Ser; pero, ¿y si únicamente hubiera entes? El sím
bolo griego de Ulises volvien do a su patria no con stituye un a bu en a alego
ría an tropológica; es excesivamente platón ica y propia de alguien que avan
za seguro de su final. Resulta m ás sign ificativa la figura del ju dío Abrah am ,
el cual deja su tierra de Ur, en Caldea, y parte h acia la aven tura de lo des
con ocido. El ser h um an o se en cuen tra entre las cosas esbozan do posibilida
des y proyectos a fin de existir. La realidad h um an a no está realizada; es rea-
lizan da. N o es p e rfe ct a - totalm en te h ech a-, sin o im p erfecta - in acab ad a- ,
sien do, por tan to, un a tarea, un a ocupación , un a faen a, un cuidado, un tra
bajo y un queh acer. Esta dim en sión an tr opológica de la tarea, por falta de
coincidencia de la conciencia con el m un do, inicia la cuestión moral, el tener
que decidir.
La con cien cia es distan cia con respecto a aquello de lo que se tiene con
ciencia. Cuan do m e doy cuen ta de que veo m is dedos escribien do , el m e doy cuen
t a estriba, al pron to, en n o-ser “veo mis dedos escribien do”; es n ada, precisa
mente, de esto; es n ad a d e . El acto de conciencia es un mirar lo m irado, y por
tanto, no serlo. La conciencia subsiste com o intersticio, hendedura, resquicio,
alejamien to, disparidad, discrepancia, separación. El día en que un pedazo de
naturaleza d ijo la naturaleza aconteció algo insólito. Lo de menos, para el filó
sofo, es la cron ología de este prim er decir con scien te; lo grave para él es el
acon tecim ien to. Decir la n aturaleza, apercibirse de ella, es no serla. L a con
cien cia de la n atu rale z a es, para comenzar, n ad a de n atu rale z a. La conciencia
se n os con vierte en extravagancia y excen tricidad con respecto a lo n atural y
com pacto. No sólo esto; la con cien cia puede ser tanbién con cien cia de los p ro
du ctos cu ltu rales, n o coin cidien do jam ás con ellos. La con cien cia an da siem
pre sola; es huérfana de n acimien to, es retraída, in com un icada, recoleta y h as
ta h urañ a.
N o h ay color azul sin ojo que lo con tem ple; tam poco tiene sen tido refe
rirse a objetos de la n atu raleza y a objetos de la cultura sin un a con cien cia
organ izadora. ¿Q ué son los valores de la cultura griega o de la cultura cris
tian a o de la cultura m arxista sin relación a un a con cien cia que los valore?
Ten er con cien cia de algo, e.g. de la m ateria física - d e un át o m o - o de la
m ateria social - d e la luch a de clases-, es con ferir sen tid o a dich o algo; h asta
el extremo parece esto así qu e podría defin irse la con cien cia com o el órgan o
d e l se n tid o , com o la capacidad de h erm en éutica o in terpretación . La con
cien cia se n os tran sform a en protofen óm en o en vez de ser un vulgar epife
n óm en o.
La conciencia acom pañ a nuestras representaciones y las unifica. Tener con
ciencia, n o sólo es tener con cien cia de m i vida, m as tam bién tener con cien cia
de m í m ismo.
4.4. 1. Se ed u ca p ara
Pero existe la posibilidad de con cebir el acto educativo desde otro pun to
de vista distin to al an terior y que n os servirá m uch o m ejor para lo qu e n os
h em os propuesto. Nu estro an teceden te es Sócrates o, si se quiere, el “Platón
socrático”, o la “interpretación platónica de Sócrates”. Acerquém on os a lo que
a nuestro juicio con stituye el núcleo del corpus platón ico: el m ito de la cav er
n a , libro VII de L a R ep ú b lica.
El filósofo aten ien se n os in vita a im agin arn os un a cavern a subterrán ea,
que sólo dispon e de un a entrada de luz; en dich a caverna se en cuen tran unos
h ombres, desde su más tierna infancia, atados de pies y m an os y del cuello, de
tal m odo que están obligados a m irar siem pre h acia el fon do de la gruta, de
espaldas a la luz. Detrás de ellos se levanta un m uro; al otro lado de éste unos
sujetos pasan llevan do toda clase de objetos que sobresalen por en cim a de la
pared. H ay tam bién un fuego detrás de los tran seún tes, el cual proyecta las
som bras de los objetos, que sobresalen por en cim a del tabique, sobre el fon
do de la caverna.
Los prisioneros, advierte Platón , sólo han podido ver a lo largo de toda su
vida las som b ras de los objetos, pero jam ás los objetos verdaderos.
Nuestr o filósofo im agin a, a con tin uación , la posibilidad de qu e un o de
estos prisioneros lograra desatarse, volver la vista atrás, e incluso escalar la difí
cil subida de la gruta h acia el exterior, h acia la luz.
El proceso sería extrem adam en te doloroso puesto que sus ojos n o están
en absoluto acostu m brados a la claridad. Pero, cuan do se acom odase a ella
descubriría el terrible error en el que se h abía en con trado a lo largo de toda
su existencia; quedaría extrem adam en te sorpren dido y volvería, sin lugar a
dudas, a com un icárselo a los otros prision eros. Estos, sin em bargo, lejos de
h acerle caso, le tom ar ían por loco y, si estu viera en sus m an os, in clu so le
m atarían.
In terpretemos socráticamente -lejos de la dogm ática platón ica, queremos
decir—el mito de la caverna. Leer socráticamente el m ito de la cav ern a de Platón
significa no perder en n ingún m omen to de vista la m áxim a “conócete a ti mis
m o”. Educar socráticam en te sign ifica invitar a la verdad, invitar a la aléth ia,
al autodescubrim ien to. En efecto, cabe tener siempre presente que no se tra
ta aquí de que el educador llegue a la verdad, descubra el ser y lo tran sm ita a
los h abitantes de la caverna - lo s educan dos en nuestro caso-, sin o de invitar
los a que, de la man o del educador pero por su propio pie, por ellos m ism os,
inicien la subida h acia la luz.
Esto n o sign ifica caer en un subjetivism o o en un relativismo an tropoló
gico. El educan do deberá desvelar su “ser-común” a todos los dem ás mortales
y no un sim ple ser particular.
El h om bre está on tológicam en te tan atravesado por la n ih ilidad que sin
cosas -n at u r ales o físicas, unas; h istóricas o civilizadas, las o t r as- no puede
hacerse. El ser h um an o existe en la m edida en que hay cosas y en la m edida
en que hace algo con ellas. Sus tran saccion es con las cosas cultas o históricas
-m aterial social- constituyen el con jun to de procesos educacionales, mientras
sus tran sacciones con las cosas de la naturaleza -m ateria físico-quím ico-bio-
lógica- forman los procesos madurativos h um an os. No hay h ombre, pues, sin
educación . El ser h um an o no es desde sí; es con cosas y desde cosas. Ah ora
bien, tam poco qu eda n ecesariamente reducido a m ateria n atural y a materia
histórica; al fin y al cabo, el A n th ropos sólo recibe, de las cosas, estimulacion es
y posibilidades para tirar adelante con la vida. Pero él tiene que hacerse la vida.
Su vida no es ún icam ente biológica, com o les sucede a las m ariposas y al jil
guero; tam bién es biografía, es decir ex -sisten cia, proyecto. Y esto resulta difí
cil de im agin ar sin otro pun to de apoyo sobre el cual lanzarse al futuro; nos
referim os a la con cien cia. Desde ésta, y sólo desde ésta, con tam os con otros
posibles procesos educativos: los liberadores.
La conciencia del h om bre no es sólo con cien cia cogn oscen te, tam bién es
con cien cia moral. Los preceptos y n ormas morales han sido m uy variables en
el curso de la historia, pero todos h an sido “preceptos m orales”. Kan t se pre
gun tó por aquello en virtud de lo cual los preceptos son morales. El sentimiento
moral no es moral, es sentimien to; algo psicológico y, por tan to, algo em píri
co. A Kan t le interesaba el sentido objetivo de este sentimien to, pero no el sen
tim ien to m ismo. Halló en el d eber ú sen tido objetivo de “lo m oral”. El deber
no es un “ser”, es un “deber-ser”. El deber m oral no depen de de las leyes de la
naturaleza; no pen de de con dición alguna. El imperativo categórico, el deber,
no es un dato, no nos com un ica lo que algo es, sin o lo que algo “debe-ser”.
El h om bre es un ente que n un ca h a cum plido del todo. H állase en con s
tante tensión de cumplimiento hasta alcanzar la muerte. Si el hombre es “deber-
ser” se debe a que antes es “poder-ser”, es perfectibilidad, es libertad. Cuan do
el educador se vierte a su tarea no puede, por tan to, perderse en proporcion ar
un acopio instructivo de noticias al educan do; tiene que despertarle el “deber-
ser”, la libertad.
Si den om in am os n atu rale z a d el h om bre a lo que se con serva con stan te en
él, observaremos que tal constan cia, aun en el plan o n eurológico, con siste en
h allarse en situ ación crísica. El h om bre se h alla disten dido entre “lo lógico” y
“lo afectivo”, siendo su constante una apertura a la esquizofrenia. Vivir en con
flicto pasa a ser algo n atural - “con tin u o”- den tro de la especie h um an a. La
moral, desde esta perspectiva, viene solicitada por la m ism a n aturaleza crísica
del h ombre. La m oral incluso viene en ayuda de la n aturaleza n eurofisiológi-
ca procuran do superar el con stan te con flicto. La m oral com o ob ligación , sin
em bargo, - y no ya com o fár m aco- va m ás allá de esta con sideración para-
científica; apun ta a la “libertad del espíritu”.
El discurso moral no es científico pues no describe dato alguno. Tam poco
es n ecesariamente fideísta descan san do en un Absoluto trascendente —caso de
las religion es- o en un Absoluto inmanente -sociedad com un ista term in al- El
preten dido discurso moral “filosófico-analítico”, por su parte, pierde lo especí
fico de la moral. Don de la reflexión moral cobra mayor sentido, en cuanto moral,
es en la fen omenología. Lo s ju icio s de v ab r —“esto está bien, aquello m al”- , el
sen tim ien to d e l d eber ser y el hecho de arrepentirse con stituyen tres elementos
de la peripecia moral que carecen absolutamente de sentido como en el ser huma
no no haya algo irreductible a la actividad científica. La ciencia entiende acer
ca del “ser” pero no acerca del “deber-ser”. Este se encara con la libertad recha
zando de plano la necesidad y el mecanismo. El hecho moral nos invita a reco
nocernos com o “personas”, com o “libertades”, además de ser biologías com pli
cadas, zaran deadas por la h istoria social. Si no som os algo más que materia y
resultado de materia, carece de sign ificado la obligación moral. Podrá ser cien
tíficam en te cierto, por ejem plo, que sólo una determ in ada revolución h aga
dichosos a m is con ciudadan os; de aqu í nunca se desprenderá el d eber de hacer
tal revolución. Los datos son datos; n unca obligaciones morales.
La codificación genética del hombre, m oldeada por la circun stancia n atu
ral, no prescribe los com portam ien tos de manera con tun dente. Se palpa inse
guro el ser h uman o entre las cosas y ante lo que tenga que hacer con ellas. Esta
n o-fijación le puede llevar a la an arquía y tam bién a que sea m an ipulado por
congéneres, pero asim ism o le posibilita el que sea él, precisamente, quien se
haga cargo de su vida tran sform án dola en biografía.
La figura 4.3 resume las principales categorías del A n th ropos.
Anthropos
“ a n im a l
ed u can d o”
F ig u r a 4 .3 . E st r u c t u r a g lo b a liz a n t e d e l A n t h r o p o s .
La pregun ta por la educación remite a la interrogación acerca del hombre.
Puesto que no dispon emos de una única respuesta an tropológica sino de varias,
al pretender trazar las líneas de un a pedagogía n os vemos abocados a tener que
elegir un a an tropología filosófica - m ás allá de lo sim plem en te experim en ta
d o- , que desempeñ e el papel de an tropología fun dam en tal. Nos orien tam os
particularm en te h acia aquellas an tropologías que con sideran com o an tropo
lógicam en te decisivo el que el ser h um an o pu eda pregun tar y, adem ás, pre
gunte por sí m ism o. ¿Para qué educar?
Se profieren actualm en te m uch os discursos en torn o a la educación de la
libertad; sospech am os, em pero, que se trata de h abladurías en la m ayoría de
casos, por la sen cilla razón de que m uch os que h ablan y escriben así no creen
en la libertad, sin o exclusivamente en la n ecesid ad —dialéctica o m ecán ica- de
la materia. Así la noción de libertad de que hace gala Skinner no permite hablar
seriamen te de educación de la libertad. Tam poco tiene interés el con cepto de
libertad form al, carente de con ten ido, in spirado en un a corrien te de pen sa
m ien to que va desde Kan t a Benedetto Croce por m uy extendido que se halle
dich o con cepto. La libertad apun ta a con ten idos aun que h aya que rechazar
siempre los con ven cion alismos com o acon sejó Pablo de Tarso: “¿Por qué, cual
si vivieseis en el m u n do, os dejáis im pon er leyes? N o tom es, n o gustes, n o
toques”.
Se r h om bre es un in desm ayable qu erer serlo. No n acem os h om bres; qu e
rem os ser h om bres. Tom ás de Aqu in o lo propu so brevem en te así: Ego su m
h om o m ea v olú n tate , - “soy h om bre gracias a la volun tad de serlo”- . N o resul
ta fácil esta faen a y m en os todavía a los apren dices; la m en talidad en volven
te n os con dicion a h asta tal pun to que fácilm en te n os con vertimos en fan áti
cos de algú n sector de dich a m en t alid ad o, p or el con tr ario, en rebeldes
gratuitos. La liberación se in icia cuan do objetivam os y an alizamos la m en ta
lidad am bien tal.
4 . 4 . 2. L a d i f i c u l t a d d e l o s v al o r e s
N a tu r a le z a S o c ia liz a c ió n S o c ie d a d
m e d ia d o r a
4.4.3. E l q u e r e r p o r e n c im a d e l d e c ir
Al encararn os con los con ten idos educacion ales, o fin es educativos, no
apun tamos a fines propiam en te estratégicos, o casi in strum en tales, sin o que
nos referimos a los grandes m odelos h um an ísticos - o in h um an ísticos, según
el caso-, m odelos que se en cuen tran siem pre in crustados en un a concepción
más am plia todavía, ya que preten de h acerse cargo de la totalidad au n que
no alcance plen a con cien cia de ello. Estos fines últim os im plicados en todo
proceso educador con stituyen propiam en te diversas W eltan sch au u n gen \ los
fines men ores e in m ediatos de la educación cobran in teligibilidad a partir
de dichos m acrom odelos an tr opológico-on tológicos. El discurso que n iega
esta elem en talídad es tan ideológico com o el qu e fabrica dich as cosm ovi-
siones.
Dado que nos h emos situado expresamente en la esfera de la reflexión filo
sófica, con todo lo que ésta acusa de fragilidad, n o causará mayor pasm o saber
que nos circun scribim os al an álisis de relaciones superestructurales prescin
diendo del estu dio in fraestructural del tema. N os lim itam os a presen tar los
vectores que señalan la din ám ica ideológica inesquivable - p o r lo m en os supe-
restructuralmente in esquivable- que va de las an tropologías filosóficas h acia
las teorías educativas. Cuan do un escritor o un m aestro defien den determ i
nada concepción pedagógica están propon ien do, aun que no se enteren, m uy
concretas visiones m etafísicas del h om bre. Toda praxis educadora —familiar,
escolar u otra- está inserta en una an tropología filosófica desde la cual se vuel
ve coherente e inteligible, lo cual, sin embargo, no quiere decir que quede ju s
tificada. En esto no hay justificación cien tífica posible quedan do siem pre el
último reducto en manos de la libertad de cada quien, la cual decidirá —si deci
sión h ay- en última instancia. Cuan do no interviene la libertad, tam poco hay
elección an tropológica reducién dose entonces la práctica educativa a un con
jun to de m ecan ism os n euro-psico-sociológicos.
El h om bre está escin dido, partido en dos, entre la in m ediatez y el por
venir. Su vida in m ediata es com o la del jabalí y la del ciervo; pero su in m e
diatez resulta estar m ediada por la n ecesidad de realizar la existencia por uno
m ism o. En un m arco físico-biológico y socio-h istórico, todo él objetivo o
cosista, el h om bre se autoin terpretará tran sform an do la vida en h istoria y en
biografía.
Porque el hombre está dado a sí m ismo, a través de la conciencia, se m uda
tam bién en queh acer para él. El ser h um an o, por existir h istóricam en te, no
recibe orien tación segura en su trabajo de construirse; n o cuenta con criterios
que le vinculen de form a universal e in cuestionada. Lo tran scen dente h um a
no aparece com o in seguridad, trance, aventura, arrisco.
Con tam os con cien cias n aturales y con cien cias h istóricas; las prim eras
en focan la realidad com o universal y n ecesaria m ien tras que las segun das la
apun tan a manera de algo particular y contingente. Las naturales disfrutan de
racionalidad total - o así se lo im agin an -, en cambio las históricas trabajan con
una racionalidad incompleta y mezquina. Las primeras son objetivas; las segun
das, subjetivas.
La sola descripción del tiem po no confiere explicación al m ism o y men os
aún lo com prende. La con cien cia proporcion a explicaciones al tiem po h um a
no desde lo que no hay todavía, desde el porvenir. Lo importan te es, pues, que
la tem poralidad no asesine la conciencia.
La concien cia fuerza el futuro - la cultura de después—valién dose del len
guaje. La educación transmite cultura a través del lenguaje puesto que la cul
tura no se lega espon tán eam en te; es necesario un m ecan ism o social, algun a
in stitución por ru dim en taria que sea, que perm ita a los adultos in struidos
entregar sus con ocim ien tos y sus h abilidades a los niños.
Educar es pon er en juego el presente del educan do para que se pregunte;
¿q u é v a a ser de mP. El educan do se pon e en juego desde su propia realidad,
ciertamente, pero problem atizan do a ésta. Las educacion es fraternas, pacífi
cas, seguras, y que se proponen com o meta la dicha, no han reflexionado sobre
la con figuración crísica de la con cien cia h um an a. El h om bre es un problem a
constante; las pedagogías que pien san haberlo resuelto deshumanizan a aquél.
La realidad del ser h um an o es únicamente realidad realizándose; el h ombre es
sien do y este gerun dio no in dica sólo el curso tem poral - p ar a el que sobra la
con cien cia-, sino la dim en sión futurizadora de lo h um an o.
Estam os refirién don os con stan tem en te al tran scen d er de la con cien cia,
m edian te el cual el educador y el educan do se rebasan y superan a sí m ism os.
Esto acontece porque el hombre busca perpetuamen te realidad. Pero, cabe pre
gun tarse: ¿qué es la trascen d en cia que tan tos riesgos promete? La con ciencia,
inteligida com o ap ercib irse de algo, in troduce distan cia on tológica entre ella y
aquello de lo que se da cuenta. Con tal hacer, la actividad de la que m e aper
cibo pasa a ser insuficiente puesto que no me avasalla com o, en cambio, sí ava
salla al perro, el cual no se apercibe de nada.
Tan to el con ocer com o el actuar, forzados por la con cien cia, superan lo
dado y en el primer caso le dan sen tido y, en el segun do, se com prom eten con
algun a em presa que exceda la actu alidad. La tran scen den cia fun da tan to el
con ocim ien to com o la acción. Con ocer ya n o es, com o en el bruto, dejarse
im presion ar por los objetos que se n os ech an en cim a, sin o hacerse cargo de
ellos y entenderlos en una dirección, dándoles significado. Actuar ya no es sim
plem en te reaccionar ante un estímulo, sin o com prom eterse con la sociedad a
fin de rejuvenecerla y acrecentarla. El sen tido del m un do y el valor de la acti
vidad no provienen ni del uno ni de la otra, sin o de la con cien cia. Aquí radi
ca la dim en sión aventurera de ésta.
La conciencia an da desalm ada y sin entrañas. Se n ecesita la com pañ ía de
la esperan za para enfrentarse con el riesgo inevitable de todo acto educante o
an tr opogen ético. El tiem po educacion al del edu cador desesperad o se llam a
infierno y en él el riesgo de la actividad educativa se h a trocado en el fracaso
defin itivo.
La duda y la ironía no son para instalarse en ellas, que tales instalaciones
con stituyen con ductas enfermizas que piden terapia; sirven un a y otra com o
tram polin es que n os lanzan al vacío ten ien do en ton ces qu e decidir - crít ic a ,
vocablo que proviene del verbo griego K rin o , que sign ificó y o decido— sobre
qué plataform a colocamos las seguridades intelectuales provisionalmente deci
didas. La duda y la ironía acerca de n uestros saberes n os decodifican , en par
te cuan do m en os. Lo im portan te es no dejarse codificar a con tin uación , otra
vez, por otros, sino esforzarse en la autocodificación .
El in dividuo siempre seguro de sus con viccion es no es propiam en te h om
bre, sin o león o tigre o leopardo, extrem adam en te peligroso para sus con gé
neres. El tener problem as y, por tan to, dudas, perten ece estructuralmen te a la
esencia m ism a del ser humano. No es que el h ombre tenga problemas y dudas,
com o quien tiene din ero en el ban co, sin o que aquéllos le asaltan necesaria
men te por el hecho de ser h ombre. El h om bre es un a realidad problem ática
que forzosamen te dispara dudas sobre sí y sobre su circun stancia.
El poder-ser del hombre, que nace de la conciencia de éste, se orienta hacia
el deber-ser. Se pueden ser m uchas cosas, pero quizá no todas valgan la pen a
igual. Nadie en la h istoria puede asegurarn os sin men tir o sin delirar cuál es
el deber-ser que mejor nos cuadra. De aquí la duda, la ironía y la crítica o deci
sión. Sólo h um ildem en te, y con diálogo entre iguales, podem os orien tarn os
h acia el ser, no en el sen tido, ahora, de aqu ello qu e h ay , sino en el sign ificado
de lo qu e tal vez n os espera o, cuan do m en os, de aquello a lo qu e ten em os
derecho de esperar. La esperanza no puede program arse; de aqu í la m on ta y
el peso del dubio, de la m ordacidad y de la resolución.
Puede h ablarse de desfon dam ien to de la seguridad h asta h a poco acari
ciada -pién sese, por ejem plo, en Ferry y en el m ism o Du rkh eim - de con se
guir un m ín im o de creencias com un es sobre el qu é del h om bre. La un an im i
dad h a desaparecido aun lim itada a un reducto m ín im o. N o h ay con sen so
acerca del qu é, del p ar a q u é y, con siguien tem en te, del cóm o del ser h um an o.
Se han derrum bado los mitos de la unidad ideológica que muchos hasta prin
cipios del siglo XX consideraron posibles si se reducía la buscada unidad a unos
pocos elementos.
Un libro del etn ólogo fran cés Godelier cuen ta que los Baruyas, un a tri
bu de dos mil individuos, más o menos, perdida en un valle de Nueva Guin ea
- isla del O céan o Pacífico-, con stituyen un a sociedad en la que los fen óm e
n os de opresión se m uestran m asivos y fran cos. Pero, no se trata de la luch a
de clases - categoría m ental con la que M arx en ten dió la com plejidad h istó
rica—, sin o de la con tien da entre dos sexos. Los ritos de in iciación —activi
dad ed u cad or a- reproducen la an tropología de aquel gru po, según la cual
los varon es son abiertam en te superiores a las fém in as. El esperm a con stitu
ye el sím bolo y la m an ifestación de la em in en cia m asculin a; desem peñ a el
papel de las vitam in as en O cciden te. Se in giere por vía bucal en las cere
m on ias m atrim on iales y duran te los ritos de in iciación . Las prácticas edu
cativas se h allan , pues, en fun ción de la an tr opología o con cepción qu e se
tiene del ser h um an o.
Puede resultar curioso, pero es así, qu e a m edida qu e las teorías cien tífi
cas h an cobrado m ayor auge, se h a persegu ido con m ás ah ín co el sen tido
antropológico. La psicoterapia, la ciencia política y particularmente las Ciencias
de la Edu cación m uestran especial in terés en descubrirle sen tido a todo lo
h um an o. H a h abido que aguardar al siglo XX, no obstan te, para ver cóm o el
h om bre se con vertía en objeto explícito de in vestigación . Tales en sayos e
in dagatorias se han in ciado desde la fen om en ología -H u sser l, Sch eller-, des
de la Filosofía Existen cial -H eidegger, Jaspers, Sar t r e- y tam bién a partir de
la Psicoterapia - Fr an k l- , Pero, in clusive los físicos se h an desvelado por el
tem a del h om bre; así Sch ródin ger señ aló com o objetivo de la física teórica
el respon der a las pregun tas: ¿de d ón d e!, ¿a d ón d e ? y ¿p or qu é ?, la existencia
h um an a. El propio Heisen berg h a m ostrado preocupacion es parejas.
El ser h um an o h a sido objeto de cu idado y de an siedad desde tiem pos
añ ejos. El alem án M ax Scheler - 1 8 7 4 - 1 9 2 8 - se h a pregun tado: “¿Q ué es el
h om bre, qué lugar ocu pa en el ser?”, desde m uy lejos se h an proporcion ado
respuestas. Así ten em os que el libro bíblico de Job, ya en el siglo V an tes de
Cristo, da la solución siguiente:
como una flor nace y se marchita; huye como una sombra sin poder dete
nerse (14; 1,2).
N o h ay acto educan te sin valoracion es; éstas n o son posibles sin algún
m odelo de lo h um an o; dich os m odelos se in scriben a la postre en un a cos
m ovisión o man era global de inteligirlo todo.
El n apolitan o Tom ás aseguraba, en un París que con tem plaba la edifica
ción de Nótr e Dam e, que la meta de la educación es la virtud - st at u s v irtu tis,
decía él-. Este n apolitan o h abía n acido en 1227 y Tom ás de Aquin o, después
santo. La Edad Modern a, que com en zó a bailar con el Renacimiento italiano,
pen só que a lo m ejor no hay fines de la educación . Si el h ombre, com o sostu
vo Rousseau, es buen o cuan do sale de las m an os h abilidosas del Creador, ¿a
qué viene buscar fuera de él un os valores que le perfeccion en? El pen sam ien
to con tem porán eo, que da el prim er brin co con la estruen dosa Revolución
fran cesa de 1789, se m uestra m ás m u n dan o: n o h ay fin alidades que h ablen
desde lo exterior de la educación misma. Joh n Dewey, que falleció en la metró
polis americana de los especulares rascacielos en 1952, se declara partidario de
las fin alidades educativas, pero éstas no residen allá o después, sin o en el vien
tre del proceso educativo. H ablaba así:
4 . J . 2. A n t r o p o l o g í a s f i l o s ó f i c a s
Lo único que salta a la vista de form a clara es que n o im porta qué peda
gogía lleva siem pre en su seno una in quebran table referencia a un m odelo de
hombre. La pedagogía, cualquiera, cuando no es fan atism o patológico, se des
cubre siem pre tran sida de algun a fe o de algun a esperan za - n ad a cien tífica,
por cierto- con respecto al papel del ser h um an o en la existencia.
Pueden perfilarse dos prin cipales m an eras de en ten der la educación : la
man era esencial y la manera existencial. Después del Ren acim ien to aún flore
cen las “pedagogías de la esencia”, insistiendo en el in telectualismo, en el con
servadurismo, en el autoritarismo, etc. El peso de los jesuítas, de Descartes, de
Leibn iz, de Kan t..., es n otable. Pero, sin duda, han sido las “pedagogías de la
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1. P e d a go gía t r a d ic io n a l.
2 . P e d a go gía m ar xist a.
3 . P e d a go gía lib e r t ar ia.
4 . P e d a go gía a n t ia u t o r it a r ia .
5. P e d a go gía act iv a.
6 . P e d a go gía t e cn o ló gic a.
7. P e d a go gía e xist e n cialist a p o sm o d e r n a .
8 . P e d a go gía p e r so n alist a.
Re s u m e n
Re f l e x io n e s pr á c t ic a s
5. 1. In t r o d u cció n
Los dos últim os capítulos de la obra tratan los distin tos p ara qu é , o fin a
lidades, que actualm en te y dentro del ám bito de la cultura occiden tal se pro
pon en a la actividad educadora. Poco im porta que alguna finalidad sea heren
cia de tiem pos pretéritos; lo qu e se tien e en cuen ta es la vigen cia de las
an tropologías filosóficas, an tropologías que vertebran las teorías pedagógicas.
Este capítulo qu in to se ocupa en la presen tación de tres m odelos an tro
pológicos pedagógicos que tienen en com ún un a com pren sión esencialista, o
metah istórica, del ser h um an o. Lo grave, y de bulto, de lo h um an o, desde tal
perspectiva, reposa sobre una esfera ideal. La tarea educan te consiste en obje
tivar, den tro de la Historia, la perfección que ilum in a a ésta desde el exterior
supram un dan o. El h ombre, más que ser —aquello que puede captarse por los
sen tidos-, es deber-ser, aquello que escapa al ojo, a la piel, a la costum bre, al
h ábito..., y que es exigencia a partir de la plen itud superior.
Platón para aten ción en el K alós, o Belleza - la cual es asim ism o Verdad y
Bon d ad —. Lo con sisten te y coh eren te es a la vez Ser - o n t o s- , Verdad - alé -
t h ia- , Bon dad, - ag at h ó s- y, con secuen tem en te, es proporción y equilibrio;
es decir Belleza - K aló s- . Los avatares h istóricos con ocen solam en te aspira
cion es a lo irreproch able, cum plido y con su m ado. Pedagogías de la recupe
ración de lo perfecto a través de un a m em oria in m em orial, recuperada en el
seno de la H istoria.
M arx en tien de al ser h um an o h istórico com o alien ado o en ajen ado; es
decir, com o m orboso o enfermizo. Esto ún icamen te resulta posible si se par
te de un con cepto previo de salud o de justicia, válido en sí m ism o. Marx es
básicam en te un moralista que arran ca de un a supuesta so cied ad com u n ista, la
cual encarna a la Justicia ya que en su seno n o se dan diferencias, ni tan siquie
ra entre sujeto y objeto en el m ism o acto de conocer. Tam bién en Marx pri
m a lo ideal sobre la cotidian idad. Pedagogías volun taristas, las m arxistas, que
han decidido, com o sea, hacer real al h om bre com u n ista o perfecto.
El tercer bloque que se estudia de an tropología pedagógica esen cialista se
m ueve en torn o al con cepto de p e rso n a, en tién dase a ésta com o algo ideal a
im itar o bien a m an era de proceso, el cual pretende alcan zar la plen itud de la
person a h um an a, plen itud que jam ás se en carn a del todo en la H istoria. La
pedagogía, por ejemplo, de Paulo Freire se en m arca en el interior de esta doc
trina. Su pedagogía de la liberación arranca del presupuesto ideal de que el ser
h um an o es person a. Si se h abla de proceso de person alización se debe a que
se cuenta con la esencia de persona. De no ser así, cualquier educación podría
den om in arse person alizadora.
5. 3. Pedagogías platónico-tradicionales
5. 3. 1. E l m o d e l o d e P l at ó n
Aun sin enterarnos vivimos pendientes de lo mejor. Siempre hay algo mejor
en el pensar, en el desear, en el hacer y en el decidir cotidian os. ¿No se supo
ne la existencia de un a bon dad y de un saber totales y definitivos?
H asta el m om en to actual la h u m an idad siem pre h a padecido opresión ,
dominio, sufrimiento, aconteciera esto en la vieja Asiria, en el Imperio Romano,
en el cristian o Medioevo o sucediera en la com un ista Un ión Soviética. H ay
que rom per con este m un do y con esta h istoria, fabulan do primero y trayén-
dola luego a la existencia de un a sociedad que no recuerde para n ada la deplo
rable h istoria de la h um an idad.
Nada de cuanto hay merece sobreexistir, el “h ombre viejo” debe morir para
posibilitar el advenimien to del “h om bre nuevo”. La postura es tan radical que
resulta im posible por m uch a fan tasía que se le inyecte al curso h istórico. No
se trata de arreglar lo que hay o de mejorarlo, sin o de trastorn arlo tan to que
deje de ser lo que era.
Lo que Platón llam ó m etabolé —cam bio o desplazam ien to n otable—, unos
lo traducen por “con versión ” y los otros por “revolución ”. Apollon deja paso
a Dión ysos, com o apetecía Nietzsch e. Si n o se rom pe el orden establecido no
podrá reinar la creación de un orden absoluto. Si se lee a Platón com o lo hace
Ch ristian Jam bet, también podrá descubrirse un Platón que posibilita la m ís
tica de la rebeldía; es el Platón de L a R ep ú b lica y del Parm én id es, el cual esta
blece un a total ruptura entre el m un do som etido a la perversidad y el m un do
del u n o , del bien y de la bellez a; ruptura entre lo sen sible y lo ideal.
Lo incuestionable es que los datos de cada día nos dejan m al gusto.Tan to
la “revolución” com o la “conversión” niegan este m un do nuestro llamando otro
com pletamen te diferente, inefable e incomprensible por con siguien te. El nue
vo mun do -paraíso o bien la sociedad comunista del mismo an arquism o-, hacia
el cual se en caminan los educan dos, sólo puede definirse negativamente.
Aun en la actualidad, con mayor o con menor grado de conciencia, muchos
pedagogos acusan el em brujo de Platón, soñ an do en un h om bre tan m odéli
co, com o m eta educativa, que jam ás se da totalm en te acá abajo. La vieja p ai-
d eia griega sigue entusiasmando a muchos; la areté que vertebraba a dicha “pai-
deia” con sistía en desarrollo integral, unitario y arm ón ico en con form idad con
un h om bre ideal. Según Platón , la fin alidad de la tarea educante es organizar
la in tim idad de cada ciudadan o de tal suerte que en ella predom in e la virtud
- “areté”- a base de que el alma racional sea señora de las almas con cupiscible
e irascible. El h om bre educado es el poseedor de cultura y de h um an ism o.
En el ren acim ien to, el vocablo h u m an itas tradujo la palabra griega “pai-
deia”. La educación tam bién con sistió en el proceso qu e se dirigía h acia la
“h um an itas” o desarrollo integral y arm ón ico del h om bre según un m odelo
que se con sidera acabado.
Si cada ser h um an o es el centro, no h ay form a de com un icarse un os con
otros. Sócrates, según los diálogos de Platón , atacó a los sofistas descubriendo
las contradicciones en que incurrían por ignorar de qué estaban hablando; sólo
la n ecesid ad del “logos” n os fuerza a escapar de la con tradicción . Si el h om bre
com o defen dían los sofistas era “la m edida de todas las cosas”, estaba con de
nado a no salir de las meras opiniones - d o x a- sin poder alcanzar jam ás el saber
cierto - e p isté m e- .
Distin gu ió Platón entre el ám bito de la opin ión - e l m u n do de las sen
sacion es- y el ám bito del con ocim ien to cierto - el m un do in teligible o de las
ideas-. La idea de algo, a pesar de no percibirse, es m ás real que la realidad
sen sible, ya que aquélla es el prin cipio de ésta y de toda posible in teligibi
lidad.
f \
Theoría
Ideas
m undo c o n o c im ie n t o
in t e lig ib le < d ia lé c tic a y c ie r to
o b je to s
c o n o c im ie n t o
m a t e m á tic o s
m a t e m á tic o
V y
/
o b je t o s s e n s ib le s c r e e n c ia
m undo
s e n si b l e
■l y o p in ió n
V
so m b r a s ilu s ió n
j . 3 . 2. E l p e s o d e l a f e n o m e n o l o g í a
p r im a r ia m e n t e
a lg o e .g . “ c o lo r a z u l”
(n o e v id e n c ia )
C o n c ie n c ia e s
“ c o n c ie n c ia d e ”
se c u n d a r ia m e n t e
---------------- ► sí m ism a
e .g . “ a ct o d e v e r ”
(e v id e n c ia )
¿Qué pesa más, el su jeto o bien el objeto en el acto de conocer? Las filoso
fías an teriores a Husserl - fu er an em píricas, idealistas o realistas-, su pon ían
siempre un h iato entre su jeto y objeto , entre la concien cia perceptora y el algo
percibido. El m un do en estas filosofías sólo podía existir, para un a con cien
cia, a título de represen tación ; a partir de aquí o bien se reducía el m un do a las
representaciones de la con cien cia o bien, com o hace Descartes, hay que pro
bar penosamente, discursivamente, la existencia de un m un do real más allá de
mis representaciones del mun do. Para Husserl la primera evidencia es que no
hay con ciencia sin m un do ya que la con cien cia es la m ism ísim a relación con
el m un do. El objeto del acto de con cien cia es un m odo de esta con cien cia, es
decir, un a vivencia objetiva.
La tendencia natural nos lleva, cuando tenemos conciencia de algo, a poner
este algo com o existen te. Husserl radicaliza la duda cartesian a: coloca entre
paréntesis —épok h é la llama Husserl a esta operación -, la existencia, no tom an
do postura ante el m un do com o existente. Este no pronunciarse sobre la exis
ten cia de las cosas perm ite dirigirse a las cosas m ism as com o “fen óm en os de
existencia”. Precisamente esta “epokh é” revela el carácter esen cial de la con
ciencia que no es otro que ser con cien cia d e algun a cosa.
Merced a la fen om en ología h usserlian a adquiere nuevas posibilidades la
existencia de un m odelo in tem poral de h om bre, de algo así com o un a n atu
raleza humana válida por sí misma. Se com prende que m uchos pedagogos que
han buscado an tropologías “seguras” hayan en con trado en el pen sam ien to de
Husserl una justificación de sus m odelos siem pre válidos.
Husserl, por otra parte, en la K risis desarrolla una tesis que tiene que resul
tar cara para cuantos pedagogos se inspiran en un modelo de h ombre que valo
re el espíritu. Husserl ve un m uy serio peligro en determ in ado racion alism o
que emborrachado por el éxito obten ido por las cien cias de la n aturaleza ha
querido trasladar los m étodos de análisis de éstas al ám bito del “espíritu”. Los
tiempos modernos han preten dido extender la cien tificidad h asta el extremo
de n atu raliz ar el espíritu.
5. 3. 3. P e d ag o g í a t r a d i c i o n a l
P la tó n
S a n A g u stín
A r is tó te le s
L lu l l
S a n to T o m á s d e A q u in o
A n tr o p o lo g ía s D e sc a r te s
N e o e s c o lá s t ic a
K ant
M a r it a in
H u sse rl
G e n t ile R u íz A m a d o
A la in M a n jó n
P e d a g o g ía s
C a la s s a n g V a l e n t í n C a b a ll e r o
Juan B o sc o G a r c ía H o z
La racion alidad com ún a todos los h ombres perm ite que éstos se eleven
desde el m un do polifacético sensitivo hasta el m un do unificador de la Verdad,
de la Bon dad y de la H erm osura eternas. Com o con secuencia, la educación
será la m ism a para todos los n iñ os y privilegiará el orden, espejo de lo racio
nal, frente al desorden causado por las tendencias instintivas.
Puesto y aceptado un m odelo definitivamente ejemplar de H om br e, a la
educación n o le in cum be otra tarea que la de desarrollar las capacidades del
educan do para que alcancen el perfeccion am iento sugerido por el paradigm a.
Esta educación com ienza con los sentidos, pero tan to si se es platón ico com o
aristotélico es necesario superar los datos de éstos a fin de abrazar, bien sea las
Id e as In co rru p t ib le s - P la t ó n - , bien las Fo rm as defin itor ias de las cosas
—Aristóteles-. N o se acepta el subjetivism o porque es posible remontarse a lo
que siem pre vale - v alo re s- . No se tolera el relativism o ni on tológico ni tam
poco axiológico. El trabajo educacional sabe adon de se dirige.
El lugar, el tiem po y las relaciones de cada quien con sus con ciudadan os
con stituyen elementos que facilitan la com pren sión de los escritos de alguien.
Karl Marx n ació en la ciudad prusian a de Tréveris. Era primavera. Lector de
Kan t y de Fichte. Fue un román tico, sobre todo en sus inicios. Se adhirió m uy
pron to a los h egelianos de izquierda. Su tesis doctoral trató un tem a filosófi
co; defendió dich a tesis en 1841.
La plu ralidad de in terpretacion es de los escritos de M arx, en ocasion es
con tradictorias, deja al descubierto la dificultad in tern a de los m ism os. Aun
en vida, el propio Marx ante algun as h ermenéuticas que se hacían de su obra
proclam ó que él no era marxista.
N o n os está ya perm itido leer las obras de M arx virgin alm en te com o si se
tratara del primer vistazo; llegamos forzosam en te con las m an os sucias: no se
da n un ca un saber objetivo de la realidad - au n qu e se trate del pen sam ien to
de M arx impreso en un os papeles-; no qu eda otra salida, pues, que, cuan do
n os pon em os a con ocer un “objeto”, éste se llegue a n osotros com o “objeto
con ocido” y no com o sim ple objeto.
Con ocer es interpretar, orden ar y de algu n a m an era crear. En el caso de
Marx, además, no sólo alcanzamos a éste interpretándolo, sin o que llegamos a
él - o él se n os vien e a n osotr os- a través de otras previas in terpretacion es. Y
com o resulta que éstas son múltiples, em pezam os con la perplejidad y la zozo
bra. No se ha dado en la historia un desarrollo lineal y único de Karl Marx, sino
plural; nos en con tramos frente a varios m arxism os y todos ellos en evolución.
La perplejidad al acercarse, uno, a la producción de Marx no proviene úni
camente de tan variada interpretación como acabamos de insinuar, sino también
de la discusión en torno a los “dos Marx”: el primero , filósofo-, el segundo, cien tí
fico . ¿Cuál de los dos sería el verdadero?, ¿tal vez los dos?, ¿no se da contradicción
entre ambos? El primer marxismo histórico se elaboró desconocien do las obras
de juventud de Marx. Sabemos que los M an u scritos económ ico-filosóficos escritos
en 1844 no se publicaron íntegramente en su lengua original hasta 1923; lo pro
pio sucedió con L a id eología alem an a. Y tuvo que aguardarse a 1927 para ver
publicada la Con tribu ción a la crítica de la filosofía de H egel. Nada debe estrañar,
pues, que tanto Rosa Luxemburg, como Kautsky, como Labriola, como Plejánov,
pon gamos por caso, vieran en Marx un científico pero jamás a un filósofo.
1818
Crítica de la Filosofía del
Derecho de Hegel 1843
M arx jo v e n
P e r ío d o i d e o l ó g ic o
A n t r o p o lo g ía f i lo s ó f i c a La Sagrada Familia 1844
( “ a li e n a c ió n ” )
Manuscritos de Economía
y Filosofía 1844
f
* La ideología alemana 1 8 4 5 -4 6
Contribución a la critica
de la economía política 1858
V
El Capital (1 .er t o m o ) 1867
1883
5. 4 . 2. A l i e n ac i ó n y m at e r i al i s m o h i st ó r i c o
j . 4 . 3. P r i m e r o s p e d a g o g o s m a r x i s t a s
5. 5 . 1. L a p e rso n a
/ P E R S O N A
= A n tig u o s = C o n te m p o r á n e o s =
(P o r fir io , B o e c io , A g u s t ín ...)
( M a x S c h e le r , H u s s e r l, S a r tr e ,
M o u n ie r )
in c o m u n ic a b ili d a d a p e r tu r a ( c o m p r o m i s o )
a u to p r o p ie d a d (“ s u i ju r is ” ) in t e n c io n a lid a d
ir r e p e tib ilid a d tr a s c e n d e n c ia
in t im id a d c o m u n ic a c ió n
j . j . 2. E l p e r s o n a l i sm o
Son varias las doctrinas personalistas para en ten der al fenóm eno h um an o;
en este texto señ alam os sólo a una. M oun ier es el person alista m ás conocido.
Nació en Grenoble en 1905, falleciendo joven , de un a crisis cardíaca, cuando
contaba 45 añ os. En 1933 fun da la revista E sp rit, órgan o de acción y com
promiso políticos. Le suspenden la revista y a él le encarcelan por atentar con
tra el gobierno. Se sien te feliz estan do preso puesto qu e un h om bre que no
conoce la en fermedad o la cárcel es un h om bre in com pleto. Los aleman es lo
capturan en 1940. Su vida fue el testim on io de su pen sam ien to person alista.
No es fácil definir la person a ya que no es una “cosa”, una substan cia, sino
un principio de imprevisibilidad. Com o no es objeto algun o, el ojo científico
no puede apoderarse de la person a. La person a se au tocon oce en el acto de
personalizarse, de ir allende la im perfección circunstan cial.
Mounier vive su an tropología personalista al m odo de un m ilitan te; al fin
y al cabo la person a no es un a evidencia cóm oda y tran quilizadora, sin o una
inseguridad difícil.
La lectura que Moun ier hace de Marx se en cuen tra en las an típodas de la
realizada por Althusser. Esta es n eocientista; la lectura de Moun ier es h um a
nista. Nuestro pen sador le con cede a Marx la “verdad física” -n ecesidades del
crecimiento, con tradiccion es- en el an álisis del m un do capitalista, pero pide
al lado de este lenguaje científico y naturalista otro lenguaje que sea ético, espi
ritual y hasta religioso. El len guaje cien tífico acerca de la sociedad desemboca
en el materialismo, y dice verdad porque la civilización h a perdido el espíritu,
la persona. Éstos tienen que ser n uevamente la con cien cia que acuse al desor
den del sistema capitalista. A la ciencia no le in cum be tal trabajo.
A Mounier le sabe mal que el marxism o sea tan optim ista con respecto a la
humanidad y que, en cambio, sea tan pesim ista acerca del h om bre de carne y
hueso. Quizá por esto integró en su pensamiento al socialismo libertario. Confió
más en el movimien to obrero que en las ideologías que dicen representarle. El
marxismo no ha captado la totalidad del h umanismo que se encierra en el movi
miento obrero; el an arquism o, com o el de Proudh on frente a Marx, en cam
bio, denuncia la fatalidad antipersonalista de no importa qué Estado; un com u
n ismo centralizador destroza los in dividuos para que la masa quede libre. Ve,
no obstante, el lado flaco del anarquismo con su revolución lírica. Prefiere una
dialéctica entre anarquismo y marxismo que alimente las esperanzas de este siglo.
Sospech ó siempre del an ticom un ism o porque en él se refugian la burgue
sía, el miedo al pueblo y el odio al futuro. Sin embargo, eran los años del triun
fo stalin ian o, y el com un ism o parecía ya abocado fatalmen te al totalitarism o.
Esto le hizo vivir en un sen tim ien to trágico de la acción y del pen sam ien to.
Es difícil no ser com un ista; pero todavía es más difícil serlo.
5. 5. 3. P a u l o F r e ir e y L o r e n z o M i l an i
Much os son los pedagogos personalistas. Aquí se para atención sólo a dos.
Freire se sitúa en un a preocupación educadora am plia que se propon e la lib e
ración de los hom bres. Tal preocupación conoce actualmente dos versiones diver
gen tes; un a preten de que las m odificacion es operadas en el cam po estricta
mente educativo regenerarán la sociedad - en esta dirección descubrim os por
ejemplo, a Tolstoi y a Neill—; la otra versión defiende que sólo el cambio socio-
político-econ óm ico afectará realmente a la sociedad, posibilitan do un a liber
tad real. Den tro de esta perspectiva, tom ada en su radicalidad, carece de sen
tido la labor escolar y educadora en general, reservándose estas cosas para la
nueva sociedad, una vez está in staurada por la revolución política.
Paulo Freire ha adoptado una actitud intermedia entre estas dos versiones.
La en señ an za puede, y debe, aum en tar el grado de con cien cia de los educan
dos h asta tal pun to que se h aga ya indispen sable la m udan za de la sociedad.
Paulo Freire nació el 19 de septiembre de 1921, en Recife, Brasil. Cuan do
el general Castelo Branco derrocó en 1964 al presidente Goulart, Paulo Freire
había program ado la fun dación de 20.000 “Círculos de Cultura” con los que
se pen saba alfabetizar a dos millones de brasileñ os en el breve espacio de tres
meses. Freire fue a parar a la cárcel y su movimien to, que estaba an im ado por
el obispo Helder Cám ara, desapareció.
En 1970 se trasladó a Gin ebra don de actuó com o con sultor especial en la
O ficin a de Educación del Con sejo de las Iglesias.
Freire con cibe la educación com o un subsistem a de las estructuras políti
cas y econ óm icas. H allán dose al servicio de éstas n o puede esperarse un cam
bio fu n dam en tal del su bsistem a si n o sufren serio tr astorn o las an tedich as
estructuras. Sin em bargo, la tarea del educador no se reduce a la expectación ,
debe “con cien tizar” a las gentes. Los dos peligros apun tados por Freire cara a
la liberación de los hombres son el id ealism o y el objetiv ism o m ecanicista-, el pri
mero con fun de la vivencia de la libertad en la con cien cia con la libertad real;
con otras palabras, cree que la reform a in terior de los h om bres es suficien te
para cambiar las estructuras sociales. Los tales con ciben la Escuela com o fuer
za tran sform adora de la sociedad. El segun do peligro, el objetivism o mecani-
cista, consiste en imagin arse que la m udan za de las relaciones de producción
es suficiente para dar n acim iento “ipso facto” a un a sociedad nueva, h abitada
por h om bres nuevos. Por m uy radical que sea el cam bio en la infraestructura,
las an tiguas ideologías tienden a seguir vigentes. Paulo Freire propon e al edu
cador el desarrollo de la con cien cia crítica, que surge de la con fron tación con
la realidad social mism a. A esto llamó “con cien tización ”.
“La vocación del h om bre es la de ser sujeto y n o objeto”, ésta es su v oca
ción on tológica, en palabras suyas.
¿Cóm o llegar a ser su jeto ?; el h om bre llega a serlo m edian te un a reflexión
sobre su situación con creta. Cu an to m ás reflexion es en torn o a ella - pap el,
aquí, coadyudante del educador-, más dispuesto se halla a intervenir en el con
texto social para transtornarlo.
Reflexionando sobre la realidad, el hombre descubre que no está únicamente
en ella, sino con ella. Está su “yo” y el “yo” de los prójimos, y otras realidades dis
tintas de él. La capacidad de discernir lo que no es propio del h ombre, le per
mite descubrir la existencia de Dios y establecer relaciones con El. Analizando
y viviendo adecuadamen te estas relaciones el h ombre llega a ser sujeto.
La “concientización”, que desemboca en ser su jeto, es un com prom iso h is
tórico y se lleva a cabo en la praxis; es decir, en el acto “acción-reflexión”. Sólo
así se tran sform a el m un do h acia la libertad person al. La “con cien tización ”,
qu e tien e qu e despertar el edu cador, está basada en la relación “con cien
cia-m un do”. Si los educan dos no tom an parte efectiva y eficaz en su educa
ción a base de una crítica liberadora, el quehacer educacional se limita a repro
ducir un a sociedad de oprim idos y de opresores.
El sacerdote Lorenzo Milan i moría de leucemia en 1967. Sólo con taba 44
años. Había sido el fun dador de la Escuela de Barbiana. Su pedagogía con stitu
ye uno de los múltiples paradigmas de una antropología personalista encarnada
en un quehacer educacional y, en última instancia, en una teoría pedagógica.
La teoría pedagógica de Milan i se instala, com o la de Freire según se ha
visto, en lo que pueden llam arse Ped agogías d e la L ib e rtad . Según Milan i, la
Escuela puede ofrecer una parcela de libertad social - q u e puede am plificarse-
a base de un esfuerzo mayúsculo en la labor docente. Se coloca en el extremo
opuesto a las pedagogías libertarias. La liberación ya no proviene del hecho de
regalarle libertades al n iñ o, sin o de ofrecerle in strum en tos de an álisis social
- el lenguaje prin cipalm en te- que le posibiliten tomar, primero, con cien cia de
la in justicia social para intervenir luego en su destrucción. El trabajo y la dis
ciplina resultan in dispensables para que la clase explotada salga de su miseria.
Las pedagogías refinadas sirven exclusivamente para los h ijos de la clase bur
guesa; los pobres no pueden disfrutar de tales lujos.
Le escribía a un am igo suyo com un ista:
En tr e tú y los ricos, siem pre serás tú, el pobre, qu ien ten drá razón . Aun
en el su pu esto qu e com etas el error de tom ar las arm as, seguir é d án d ote la
razón . Ah or a bien , el d ía en qu e gan es dejaré de estar a t u lado. Volveré a
tu casa d estar talada, m alolien te y con goteras, a rezar p or ti an te m i Señ or
cru cificado.
Tal vez la democracia occidental, afirmaba, sea el mejor sistem a de con vi
vencia, teóricam en te h ablan do; ah ora bien, en la práctica no fun cion a pues
to que la policía, por ejemplo, siempre corre cuan do se trata de defen der los
bienes del “Señ or V.” contra el obrero, pero jam ás sale en defensa del obrero
con tra el “Señ or V.”, a pesar de que éste pisotea a aquél sin tregua. Partiendo
de ese an álisis, le repu gn aba que un sacerdote defen diera a la Dem ocracia
Cristian a, en unas elecciones, que al fin y al cabo m an daban al “Señ or V.” a
fabricar leyes a favor de dich o señ or y en con tra de los pobres.
Desde tal perspectiva, la Escuela Oficial - la del Estad o- dejaba de ser váli
da porque era clasista so capa de inocencia y n eutralidad. Milan i defen dió la
revolución cultural al margen de la estructura estatal si era preciso. El m uch a
cho Gian n i llegó a la Escuela de Barbian a después de verse excluido de la
“escuela obligatoria” oficial. Se h acía imprescindible la den un cia del carácter
objetivamente clasista del sistema educativo estatal, que se presentaba, en cam
bio, com o su perador de diferencias. Les dice a los maestros de la en señanza
pública:
Re su men
Ref l e x io n e s p r á c t ic a s
1. ¿Se puede educar sin ideales que valgan en sí m ism os, trátese de la
Bondad, de la Comun idad o bien de la Persona? ¿Qué falló en la escue
la soviética? ¿Por qué falla un colegio cristiano?
2. Las ciencias -biología y psicología, por ejem plo- ¿son suficientes para
proporcionar un sistema educativo cuando van acompañadas de tec
nologías eficaces?
3. Una ley de educación ¿puede establecerse con criterios solamente téc
nicos y científicos? ¿Por qué?
6
P e d ago gías d e la e x ist en cia
6. 1. Introducción
p la n o d e la s id e a s p la n o d e l o s h e c h o s
f r a t e r n i d a d si n t e r r o r ism o d e st r u ct o r
fro n t e ra s
A con tin uación se con sideran las doctrin as de un pen sador an arquista y
las de algun os pedagogos libertarios. Un ir los dos extremos casi con tradicto
rios en que el ser h um an o con siste es la con stante preocupación de Bakun in .
La libertad sin la igualdad es puro privilegio; la igualdad, empero, sin libertad
es m on stru oso despotism o. El com un ism o despojado de libertad con duce a
la autocracia totalitaria. Escribe:
El con cepto de libertad bakun ian a está alejado del defen dido por el in di
vidualism o liberal. La libertad de Bakun in es el resultado de un trabajo social
colectivo. Lo más opuesto a la libertad es el poder, encarnado en sus raíces por
Dios y por el Estado. Si hay Dios, razona, el h om bre es un esclavo; dado que
el h om bre puede y debe ser libre, señal que no h ay Dios. La estructura m is
m a del Estado, de todo Estado, es el dominio de unos sobre los otros; el Estado
es un m atadero, un in m en so cemen terio; en él van a m orir todas las aspira
ciones del pueblo y todas las fuerzas vivas del país.
No es suficiente la lib ertad para que el hombre se realice; se necesita además
la igu ald ad entre todos los individuos; “Soy partidario de la igualdad económi
ca y social, pues sé que al margen de tal igualdad, la libertad... es sólo mentira”.
La defensa de la libertad aparta a Bakun in de Marx; dice el primero:
Visíten se las sociedades obreras, las Fratern idades Republican as, Cen tros
In stru ctivos, Aten eos O brer os... Si en el terren o escolar dirigieran sus fuer
zas cu an tos particu lares o en t id ad es desean ver d ad er am en t e la em an cipa
ción de la clase qu e su fr e..., el r esu lt ad o ser ía p osit ivo , segu r o y p r on t o;
m ien tras qu e lo qu e se ob ten ga de los gobiern os será tarde y n o servirá m ás
que para deslu m brar, par a sofisticar los p r op ósit os y p erpetu ar la d om in a
ción de u n a clase por otra.
La pedagogía, prosigue, ten dría que tener com o fin alidad prin cipal la de
combatir y retardar el proceso de socialización de los pequ eñ os ya que n ues
tra situación civilizatoria se h alla en las an típodas de cuan do com en zaron las
primeras escuelas.
Las obras de Iván Illich son más con ocidas que las de su in spirador Paul
Goodmann. El h ombre, según Goodm an n , posee tres fun cion es: la fun ción
divina o creadora, la función an imal o sexual y la fun ción social o de partici
pación en la vida colectiva. La sociedad en la que el h om bre se realizará será
autogestionaria y com un itaria. El con cepto de “con vivialidad” de Illich está
sacado de la tercera fun ción que Goodm an n atribuye al h om bre y que dará
tono a la nueva sociedad, liberada tam bién de la Escuela.
Para Illich, la salvación de la h um an idad proven drá de la destrucción de
la Escuela. Ésta con stituye un m ito, un a religión , un a absurdidad, un a abe
rración. La escuela pern iciosa se sostien e por qu e es su propia ju stificación .
Alimenta el rito del progreso de la h u m an idad; para lograr dich o progreso,
reprime los deseos de la ciudadan ía a fin de someterlos a la realidad de las exis
tencias industriales. La escolaridad con la educación perm an en te de la post
escolaridad m an tien e a toda la población en estado de depen den cia duran te
la vida entera.
Para llegar a u n exacto con ocim ien t o del pr oceso p síq u ico es co n d i
ción im prescin dible dar a la con cien cia su verdadero valor... En lo in con s
cien te ten em os qu e ver [...] la base gen eral de la vid a p síq u ica... Tod o lo
con scien te tien e un grado prelim in ar in con scien te, m ien tras qu e lo in con s
cien t e p u ed e p er m an ecer en este gr ad o y asp ir ar , sin em b ar go , al valor
com p let o de u n a fu n ción p síq u ica... Lo in con scien t e es lo p síq u ico ver
d ad er am en t e real: su n atu r aleza in t er n a n os es tan d esco n ocid a com o la
r ealid ad del m u n d o ext er ior y n os es d ad a p or el t est im o n io de n u est r a
con cien cia tan in com pletam en te com o el m u n d o exterior p or el de n u es
tros ór gan os sen soriales.
La fam ilia y la escuela [...] n o son otra cosa que talleres del or den social
b u r gu és d est in ad os a la fab r icación de su jet o s d iscr etos y ob ed ien t es. El
padr e [...] es el repr esen tan te de las au tor id ad es bu r gu esas y del p od er del
Est ad o en la fam illia.
Con t r a M arx, afirm a Reich qu e la liberación econ óm ica n o traerá la
dich a si no va acom pañ ada de un a absoluta liberación sexual. La sexualidad
es de suyo sana; cuan do se la coh ibe no sólo se deja a las masas bajo el dom i
nio de las clases explotadoras, m as tam bién se provocan perversion es sexua
les com o form as derivadas y m alsan as de dar salida a las pulsion es m ás fu n
dam en tales.
La atm ósfera con ceptu al freudian a h a facilitado el n acim ien to de u to
pías poéticas, un as; peligrosas, otras. En O cciden te vam os tom an do con
cien cia de que n os en con tram os an te un m un do que expira. Q uizá lo m ás
peligroso de esta situación resida en la dificu ltad que experim en tam os de
im agin ar otro m un do que n o sea el resultado de la pura fabu lación o de la
em otividad ciega. En tal tram pa caen cuan tos bu scan paraísos m ás allá de
las posibilidades reales de la sociedad presen te. Por falta de im agin ación y
por asco ante las instancias actuales, otros se abrazan a los m esian ism os tota
litarios de derechas o de izquierdas o disim ulados. Un a postu ra m ás h um il
de sería: dado que n o es posible llevar a buen térm in o la tarea de la U top ía
h u m an a , con vien e tr abajar en la destr u cción de los d ogm atism os y de las
seguridades, no inten tan do disim ular este par de calamidades bajo capa cien
tífica.
¿Qué podemos hacer para evitar la represión sexual de los niños?, des
de el primer momento el niño debe rener libertad completa para tocarse
cualquier parte del cuerpo... Odiad el sexo y odiaréis la vida. Odiad el sexo
y no podréis amar a vuestro prójimo.
Neill niega todo m odelo de in dividuo ideal den tro de una sociedad ideal;
se rebela contra todo sistem a com unitario.
Com o educador, Neill procura liberar al n iñ o de la im agin ació n parental
y social a fin de que ten ga acceso al propio deseo. Las clases en Su m m erh ill,
por ejem plo, serán facultativas.
Los térm in os E d u cació n N u e v a design an desde fin ales del siglo XIX un
determ in ado ideal pedagógico que se h abía in sin uado ya antes en la obra de
Montaigne - 1533- 1592- . Este en los En say os acon sejaba que los maestros tro
taran al ritm o de sus discípulos. La preten dida revolución copern ican a de la
educación no está, pues, tan con ectada en exclusiva con la “Educación Nueva”
com o se repite corrientemente. En el siglo XIX h allam os expuestas m uch as de
sus ideas, de m odo particular la que se refiere al con ocim ien to previo del edu
cando a fin de acom odarse a los ritmos de éste, convirtiéndose, de esta guisa,
la tarea educan te en un trabajo que se realiza desde el n iñ o y n o a partir del
saber establecido.
A pesar de algunos antecedentes, la “Educación Nueva” com o m ovim ien
to técn ico y práctico no irrum pe abiertam en te h asta prin cipios del siglo XX.
Dewey en 1896, Decroly en 1907, Mon tessori en 1909, Kersch en stein er en
1912..., estren an las m ás im portan tes experien cias de la Escu ela Activa o
Educación Nueva.
A pesar del peso con cedido a los m étodos —cen tros de in terés, m aterial
didáctico...-, lo que priva por encima de lo demás en la Escuela Nueva es pre
cisamente la orien tación dada al trabajo educativo. Tien e mayor bulto la edu
cación que la enseñanza. El niño es activo, no cuan do recorta papeles o fabri
ca muñ ecos, sin o cuan do actúa espon tán eamente. El saber intelectual pierde
categoría en este con texto. El esfuerzo cede el paso al in terés. Sale gan an do la
libertad del niño. El maestro ya no grita desde la tarima, sino que se pasea por
el aula. Nace la cooperación entre alumn o y maestro.
Los prin cipios de la Educación Activa son:
Los prim eros m ovim ien tos de la n atu raleza son siem pre rectos: n o h ay
perversidad origin al en el corazón h u m an o.
Com o, según el autor del Em ilio , “no hay más que locura y con tradicción
en las institucion es h um an as”, com o existe una con tradicción entre el h om bre
n at u ral y el h om bre civ il, resulta indispen sable form ar al h om bre social sobre
la base del natural. De ahí la im portan cia de com en zar la educación a través
de los sen tidos, tan naturales, ellos. Sostiene explícitamente Rousseau:
Hem os tran sitado desde unos años en que se entendía la Pedagogía como
un a especulación filosóficom oral a los añ os, en que ah ora vivim os, en que la
Pedagogía se concibe a modo, casi exclusivo, de técnica de intervención en la con
ducta del educando con ánimo de mejorarla según las pautas vigentes en la socie
dad. La Pedagogía acaba siendo un conjunto de técnicas eficaces para la modifi
cación del comportamien to -esto sí, con la finalidad de adecuarlo a conductas
calificadas socialmente de deseables-; dichas tecnologías descansan sobre las apor
taciones de concretas ciencias com o son la biología, la psicología, la sociología,
la política, etc. La pedagogía es ahora tecnociencia. Son múltiples las obras que
aparecen con el título, más o menos explícito, de Tecnología Ed u cativ a.
Debajo de esta perspectiva -particularm en te cuando es exclusiva- se escon
de tam bién una determinada con cepción del hombre. Cien tism o, estructura-
lismo, n eopositivism o y tecn icism o tienen an tropológicam en te en com ún el
hecho de reducir el ser h um an o a puro dato, hecho o fen ómen o. El h om bre
es aquello que las ciencias pueden saber de él y aquello que las tecnologías pue
den hacer con él. El ser h um an o carece de in timidad o, cuan do menos, el su je
to >o con cien cia, no cuenta.
E l “ h o m b r e c o s a ,:
P a v lo v L é v i-S t r a u s s R u s s e ll S k in n e r
M onod F o u c a u lt W it tg e n s t e in M e L uhan
Jacob L acan M oore “ I n t e lig e n c ia A r t if ic i a l’'
L oren z B a r th e s P opper P ia g e t
P e d a g o g ía s t e cn o p r o d u ct o r a s
Figura 6.2. Corrien tes con figuradoras del tecn ocien tism o pedagógico.
Unas páginas después repite la m isma idea con otras palabras: “Si no enten
dem os por qué un a person a actúa com o lo hace, en ton ces le atribuim os su
con ducta a él m ism o”. No niega Skinner un m un do interior del h ombre pero
lo con sidera de igual naturaleza que su m un do exterior:
1. Toda idea deriva de las im presiones in m ediatas de los sen tidos; cuan
do no puede saberse de qué sen sación procede un a determ in ada idea,
es preciso rechazarla. Esto y n o otra cosa es la verificación . Sólo podrá
haber, por con siguien te, ju icios an alíticos -m atem áticos y lógicos- y
ju icios em píricos u observables.
2. Un icam en te con ocem os sensacion es sien do im posible tener la sen sa
ción de la con exión entre aquéllas y los supuestos objetos externos. El
prin cipio de causalidad h a quedado suprim ido.
3. El y o o subtan cia espiritual de cada quien pierde su existencia ya que
jam ás hay sensación del ”yo”. Lo único que aparece y desaparece son
las sen saciones.
Pierce, Jam es, W ittgenstein , Einstein , Russell son otros tantos person ajes
que han in fluido en la corriente n eopositivista.
Aparte de la con cepción an tropológica que objetivam en te abraza el neo-
positivism o y con la cual apoya ideológicamen te a las pedagogías de la técnica
reproductora, dicha concepción se ha ocupado también de forma directa de los
procesos educativos. H a trabajado, por ejemplo, en la axiomatización de las lla
m adas ciencias de la educación -pién sese en el libro de Bloom , por ejem plo-.
El positivismo lógico se ha preocupado de las técnicas enseñantes y del apren
dizaje en general, impulsando el progreso en el terreno de la aplicación de la pro
gramación tecnológica a base de máquinas enseñantes, de textos programados y
de ordenadores. La investigación en el terreno educativo también le debe mucho.
Es preciso, por último, referirse al tecn icism o com o explicación de las edu
cacion es tecn ológicas. La Ilu stración eu ropea del siglo XV III así com o el
Positivism o francés del siglo XIX h an exaltado el valor an tr opológico de los
procedim ien tos tecn ológicos.
Au n qu e ya en plen o siglo XX, fin alm en te la perspectiva tecn ológica ha
pen etrado en el cam po de los procesos educativos. Educar es un a técnica capaz
de m odificar eficazmente la conducta de otros con la buena voluntad de m ejo
rarla. Tal vez el peligro para el ser h umano apunte cuando se introduce el adver
bio ex clu siv am en te ; si educar es, y sólo es, m odificación técn ica de com porta
m ientos, cabe pen sar si el destin o del h om bre no peligra.
H a h abido teóricos de esta intervención tecn ológica sobre el ser h um an o.
El canadiense McLuh an - 1 9 1 1 - 1 9 8 0 - estudió los procesos de com un icación
con cedien do un valor in depen dien te a las técn icas com un icativas, entre las
que se h allan las educadoras. El yo de los com un ican tes desaparece. Pero, sin
duda ha sido Skinner, un psicólogo norteamerican o n acido 1904, y fallecido
en 1990, quien ha proporcion ado la teoría de las técnicas del apren dizaje más
con ocida actualmente.
La tecn ología llam ada In teligen cia A rt ific ial -orden adores, o com pu tado
ras, electrón icos- abre nuevas perspectivas a la práctica de m odificar con duc
tas o educar. Un orden ador lee, conversa, razona lógicam en te, analiza im áge
nes, ordena flexiblemente una cadena de producción con robots... Los primeros
orden adores pertenecen a los añ os cincuen ta de nuestro siglo.
¿Q ué sucede en las pedagogías tecnocientíficas? El estatuto del sujeto vie
ne n egado actualmen te por el con cepto de estru ctu ra -estru ctu ralism o- com o
tam bién qu edó n egado por el em pirism o de H u m e, por el positivism o de
Com te y por los con tinuadores de uno y otro en el grado en que se haya dado
dich a herencia -cien tism o, n eopositivismo, tecn icism o-.
El “Je pen se” de Descartes se convierte en el “Qa parle” de Lacan . El yo,
el sujeto, está tan m an ipulado por las relaciones entre ios signos que ha deja
do de ser el dador de sentido.
McLuh an h a sido el teorizador de las técnicas de la com un icación , otor
gán doles un a auton om ía y un peso tal sobre los ciudadan os que éstos se con
vierten en in strum en tos pasivos del om n ipoten te in strum en tal activo de la
trasn och ada im pren ta o ya de los actuales aperos electrónicos. Los m edios de
com un icación, sin duda básicos en la faena educadora, cuan do adquieren pre
pon deran te protagon ism o con tem plan al h om bre com o un m aterial don de
reproducir esquem as, con ten idos y m ecan ism os.
El yo h a dejado de existir para McLuh an . La iden tidad de cada uno con
sigo m ism o se h a aban don ado. La tecn ología electrón ica ha perm itido estos
logros. Quien es todavía conservan su yo privado son los únicos que padecen
problem as psicológicos. En plan divertido se suelta a veces: “Fulan o de tal se
ha embarcado en el yo o en el ego”, para señalar que no es totalmen te normal.
La imprenta trajo el yo; la televisión se lo h a llevado. Las técnicas de com un i
cación, escolar o no, tran sform an los conten idos veh iculados, pero tam bién a
los m ism os in dividuos que los utilizan y fin alm en te a las m icro o m acroso-
ciedades en las que son los verdaderos protagonistas.
Este predom in io tecn ológico-reproductivo arranca del viejo supuesto que
el espíritu es com o un encerado en el que n ada h ay escrito. Locke y Herbart
ya defen dieron tal prin cipio. El m edio am bien te es un factor educativo fun
dam en tal. El h om bre es pura m aleabilidad. La técn ica reproductora resulta
decisiva en la form ación de alguien ya que éste, de en trada, es n ada. La for
m ación de la person alidad, siguien do el m odelo em pirista in glés, descan sa
sobre un a din ám ica de percepciones recibidas. Las técnicas del aprendizaje des
cansan sobre la actividad del alum n o, pero un a actividad que se lim ita a acu
sar los golpes, un a actividad m an dada dogm áticam en te. El m aestro, en este
esquem a, es quien organ iza la tarea a realizar. El con ductism o, en la actuali
dad, h a proporcion ado técnicas m uy perfectas de reproducción . La psicología
del estímulo-respuesta permite m an ipular eficazmente la con ducta de los in di
viduos. La eficacia escolar es sorprendente. Pavlov, W atson, Thorndike, Skinner
son person ajes clave en esta dirección psicológica. Las leyes y las con dicion es
del “learning” enseñan qué técnicas hay que emplear para que los escolares asi
m ilen lo que los mayores n os h emos propuesto. Un a de las cosas apren didas
es que la enseñanza individualizada facilita el éxito docen te ya que los mism os
estímulos no causan en todos idénticas respuestas. Som os los esclavos del medio
am bien te. Los esclavos m aestros operan sobre los esclavos alum n os para que
éstos alcancen el nivel de esclavos adultos.
Vale la pen a prestar aten ción al alem án H eidegger y al fran cés Sartre.
Heidegger centró su meditación filosófica en el Ser; esta meditación h abía sido
in augurada por los presocráticos.
¿Cóm o alcanzar el Ser - d as Sein - ?; el Ser está sub-puesto en todo ente, pero
él no es ente alguno. Hasta tal extremo es esto así que puede afirmarse que no
existe, que es nada; mejor: que es nada de cuanto existe. Con todo, hay un ente
privilegiado, la realidad h um an a o D asein —“ser-ahí”—, que permite la interro
gación acerca del Ser. El hombre, “ente-para-la-muerte”, queda sobrecogido por
la angustia, sentimiento que le revela la nada, permitiendo con ello la pregunta
sobre el Ser. “La n ada no es un ente... Entonces, ¿cómo nos está dada la nada?
La angustia nos hace patente la nada. ¿Qué pasa con la n ada?”
Sein u n d Z e it - “Ser y Tiem po”- es la obra en la que Heidegger form ula la
pregun ta sobre el Ser a partir del an álisis fen om en ológico del ente h um an o.
La an gustia del h om bre n os patentiza, a su modo, lo que no es ente alguno; es
decir, al m ism ísim o Ser.
La an gustia n os coloca frente a frente con lo que es nada de ente. Tras esta
n ada o “n o-en te” - en ten d id a com o pura n egatividad- se encubre el Ser. El
ente finito que es el “Dassein” no puede tener otra experiencia del Ser que esta
experiencia negativa. El Ser se entrega a través del velo encubridor de la nada.
El fran cés Sartre con oce la n otoriedad al publicar L ’É tre et le N é an t - “El
Ser y la Nada”- en 1943 cuan do los alemanes tenían ocupado el país. Es posi
ble distin guir dos etapas en la evolución del pensamiento sartriano.
En la prim era etapa de su pen sam ien to, Sartre desarrolla un análisis del
“cogito”, en ten dido com o con cien cia - o acto de apercibirme- en el sentido de
Husserl. Dich o análisis alcanza su plen itud en el E l Ser y la N ad a pero se ini
cia en L a trascen dan ce de l ’E go.
Los análisis de la conciencia son más acabados en E l Ser y la N ad a. La con
ciencia es de suyo nada, de suerte que desaparece sin aquello de lo cual es con
ciencia. El “en-sí” no es otra cosa que aquello de lo que se tiene conciencia; el
“para-sí” es el ser de la conciencia misma. Al “en-sí” ni le falta ni le sobra nada;
si falta el lápiz del escritorio es an te un a con cien cia que im agin aba poderlo
encontrar; n un ca falta en el escritorio.
La con cien cia es el ser merced al cual la n ada viene al mundo; la concien
cia pon e con stantem en te su nada. La concien cia es nada de aquello de lo cual
es conciencia. Es el “para-sí”.
Pedagogías h ay in spiradas en el existencialism o y en la posm odern idad,
corriente cercana suya. Los n iñ os existen, es decir gritan, ríen, com en , jue
gan ..., están ahí con su sin gularidad en carn ada. Al mismo tiempo, empero,
los niños poseen algo en com ún , llámesele a esto naturaleza o esen cia huma
na. Las pedagogías esencialistas apuntan preferentemente a esta segunda dimen
sión, preocupán dose seriamente de que tal h ombre modélico - sea en la línea
platónica, en la aristotélica, en la tom ista, en la cartesiana o en la h egeliana-
se encarne en los discentes. Las pedagogías existencialistas, en cambio, se des
preocupan del “deber-ser”, de lo m odélico, en sayan do educaciones de la fac-
ticidad. Com o no h ay n aturaleza h um an a, no h ay tam poco, h ablan do con
propiedad, deberes. D e entrada sólo hay n iñ os pero sin m odelos a que con
formarse; los niños son libres. La pedagogía de Rousseau, la Educación Nueva
en gen eral, son pedagogías de la existen cia, al m en os com o predom in io.
También, aun que con m enor in tensidad, acusan la exageración existencialis-
ta las teorías de la educación person alistas. Las teorías educativas an tiautori
tarias, autogestion arias y libertarias se inscriben también en el apartado de las
pedagogías de la existencia, a pesar de que en este libro se les h a dado un tra
tam iento aparte por razones m etodológicas.
Desde la An tigüedad grecorrom an a hasta el Renacimien to prevaleció casi
exclusivamente la edu cación de la esen cia, la educación enten dida com o “edu
care” -n u tr ir o alim en tar-. A partir del Ren acimien to se insin úan ya las p e d a
go gías de la ex isten cia; en las que educar se en tien de com o “educere” - sacar
de- . Aquí preferimos insistir sobre la presencia de la an tropología existencia-
lista - h ast a en su con creción de la filosofía existen cialista—en la Educación
Nueva y en las teorías tran sform adoras personalistas.
Cuan tas pedagogías supervaloran lo subjetivo y la opinión son pedagogías
que adoptan elem en tos del m odelo an tropológico existen cialista. Sartre ha
defen dido la in defin ición preestablecida del ser h um an o; m uch os pedagogos
saben de esta guisa que el alum n o puede ser no im porta qué, con tal que lo
sea sinceramente. Educar a alguien se transforma, así, en un a faena que se lle
va a cabo según las opin ion es de cada cual; lo im portan te es la tem peratura
an ímica de las convicciones subjetivas de cada educador o, llegado el caso, de
cada educan do. Nad a hay escrito sobre el h ombre, éste carece de naturaleza.
Im agin ación , in tuición , in stin to, creencia han substitu ido al discurso racio
nal. En tales con dicion es un educador es exclusivamente un poeta.
La sociedad actual con su in greso en la p o sm o d e rn id ad vuelve en cierta
manera al talan te existencialista y practica un a educación - ed u cación posm o-
d em a— que traduce en buena parte los escritos existencialistas en una realidad
escolar. Nietzsch e y Sartre posibilitan la com pren sión de la posm odern idad.
Nuestra Posm odern idad se desinteresa de lo nuevo -idolatr ía que definía
la M oder n idad-, del progreso, y se refugia en el eclecticismo. El n ih ilism o lo
acecha. La Modernidad, tal como aquí se la entiende, se inició con la Ilustración.
La Posm odern idad com en zó durante los años sesenta del siglo XX en Estados
Unidos. En trazos generales se distingue este movimiento por el hecho de rene
gar una historia con sentido, con dirección, según h abíamos heredado del con
cepto bíblico de tiempo histórico. Ya no hay discursos que legitimen la Verdad,
la Bon dad y la Belleza. N o existe el futuro en tusiasm an te; n o con tam os con
M esías algun o. El presen te, en el m u n do occiden tal, satisface lo suficien te
com o para prescin dir de todos los gran des porven ires. N ad a merece la pena
de que un o se sacrifique por ello. H an m uerto las gran des em presas colecti
vas; lo interesante es estim ular los sen tidos para no aburrirse del todo.
Rasgos de la Posm odernidad:
Re s u m e n
Re f l e x io n e s pr á c t ic a s
P l a t ó n (ss. v - i v a. C .)
M a r x (s . x i x )
Ma ka r en ko (ss. x i x -x x )
Cuanto más reflexionaba en ello, más analogías descubría entre los procesos
educativos y los procesos de producción material... La personalidad h um an a con
tinuaba siendo ante mis ojos la personalidad h umana en toda su complejidad, en
su riqueza y en su belleza, pero así mismo me parecía que por esta razón, conve
nía abordarla con instrumentos de medición precisos, de forma seria y científica,
en vez de llevarlos a cabo con un talante tenebroso de vulgar posesión histérica.
No solamente la analogía entre producción y educación no insultaba la idea que
me hacía del ser h umano, sino que, todo lo contrario, me inspiraba un particu
lar respeto ante dicho ser humano, pues no es posible dejar de respetar una máqui
na complicada y bien articulada. {Poem apedagógico)
M o u n i e r (s . x x )
Lo que tiene que hacerse en una sociedad en transición como la nuestra, en ple
no proceso de democratización fundamental en el cual el pueblo emerge, es inten
tar llevar a cabo una educación que sea capaz de colaborar con el pueblo en la indis
pensable organización reflexiva de su pensamiento. Un a educación que coloque a
su disposición los medios con los que sea capaz de superar la captación mágica o
ingenua de la realidad adquiriendo una percepción crítica de la misma. Esto supo
ne colaborar con el pueblo a fin de que asuma posiciones cada vez más identifica
das con el clima dinámico de transición. {L a educación com o p ráctica de la libertad)
B a k u n i n ( s . XIX)
F e r r e r i G u a r d i a (s s . x i x - x x )
BO U R D IEU (s . XX)
5. P ed agogías fr e u d ian as
F r e u d (s s . x i x - x x )
N e i l l (s . x x )
CO M EN IO (s. XVII)
LO CKE ( s . XVII)
Con los niños somos deudores de una reparación, más que de un a lección.
Ten em os que curarles las heridas de su in con scien te y las en ferm edades an í
m icas que el ambien te artificial h a producido en ellos.
La educación escolar fijará la aten ción del pequeñ o en objetos particula
res que le concreten su am or por el m un do n atural...
El n iñ o, que es el mayor observador espon tán eo de la n aturaleza, n ecesi
ta in evitablem en te tener a su disposición un m at e rial adecuado con el cual
actuar. {E l descu brim ien to d e l n iñ o)
P lA G ET (s. XX)
M O N O D ( s . XX)
SKIN N ER (s . XX)
S a r t r e (s . XX)