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¿Qué aspectos de lo expuesto en este artículo- que le resultan novedosos- introduciría en su

quehacer en el trabajo con familias? Identifique y justifique tres.

Dentro del texto analizado estos tres aspectos incluirían en mi quehacer diario:

- Adoptar un cambio de modelo o enfoque que fomente estrategias para una intervención
que considere el “trabajar con la familia, más que para la familia”. (modelo colaborativo
v/s modelo de experto), en la búsqueda de mejorar su calidad de vida.
- Implementar líneas de actuación que permitan llevar a cabo una intervención centrada en
la familia.
- Trabajar con el equipo de profesionales en torno a los principios actitudinales que
fomenten una relación de colaboración.

Como se puede apreciar, se rescataron el cambio de mirada, el cómo llevar a cabo ese cambio de
mirada, tomando en cuenta que no solo debemos abordar habilidades para el logro de los
objetivos, sino que éstas, deben ir acompañadas de actitudes que logren una relación entre
profesionales y familia que se fundamente en la confianza y colaboración.

Considero que es indispensable trabajar la mirada en que estoy considerando a la familia en la


intervención con el niño/a que se atiende. Creo importante reflexionar las concepciones que uno
tiene sobre la participación familiar, ya que sin este ejercicio, por más que se nos presenten
lineamientos de trabajo, de poco servirán si no creemos en lo que estamos haciendo. El trabajo
centrado en la familia es más una filosofía, unas creencias y valores (Giné, C., Grácia, Vilaseca, y
Balcells , 2009) , lo que nos dicen los autores refuerza la idea y comprenden que es importante
que como profesionales, o más bien como sistema profesional, entendamos que poseemos
sistemas de atribuciones y cuando enfrentamos “al quiebre” de algunas de esas creencias y
logramos reconstrucción de las mismas incluyendo nuevas ideas, valores , conocimientos y
actitudes, nos situamos desde una mirada diferente. La invitación de los autores aclaran que no
nos solo basta con saber hacer, sino que debemos tener claridad en desde que modelo nos
situamos para atender a lo que se nos presenta, invitándonos a no poner el foco de atención
desde el, ““individuo con problemas” a la unidad familia”, desde una mirada de aceptación,
reconociendo sus fortalezas y acompañándolos a identificar y satisfacer sus necesidades.

Los lineamientos de acción que plantea el autor dentro del trabajo centrado en la familia:
Identificar las necesidades de la familia, Identificar los puntos fuertes y los recursos de las familias,
identificar las fuentes de apoyo y capacitar y habilitar a las familias, son pilares que entregan
claridad desde donde enfrentar la atención a las familias, los mismos aclaran que este no es un
itinerario lineal, sino que estas acciones se pueden ir dando de manera simultánea.

Aunque pareciese no tener importancia, incluir esta hoja de ruta en mi quehacer diario, permite
poner nombre a los objetivos y acciones que se establecen .El “bautizo de los procesos” me
posibilita hacer consiente el ejercicio profesional en la intervención familia, ya que no solo puede
dar sistematización a la intervención y elaboración de instrumentos de evaluación que apunten a
entregar información sobre la efectividad de la intervención. Estos procesos se encuentran muy
debilitados en mi quehacer diario, ya que siendo una escuela, debemos atender bajo el
funcionamiento de una estructura establecida que no considera la intervención de la familia, pero
la realidad exige atenderle, por tanto como profesionales estamos siempre en el abordar las
necesidades desde la inmediatez , sin seguimiento ni proyección.

Finalmente y coherencia con el primer punto (establecer un enfoque), es importante trabajar en


la actitudes que nos acompañan cuando abordamos a la familia, de ello dependerá que se logre
una relación de corresponsabilizarían, transformándose en fundamental cuando nos embarcamos
juntos en los procesos de búsqueda de una calidad para la familia. Me parece interesante el
listado de siete actitudes sus respectivos indicadores, éste puede convertirse en un buen material
de trabajo del equipo de profesionales de la escuela donde trabajo, ya que nos orienta en el
diseño de la intervención, planteamiento de estrategias y nos permiten la autoevaluación.

Tal como se plantea en el texto, la relación entre la familia y los profesionales debe ser promovida
a una interacción que fomente el logro de los objetivos que se plantea. Desde la integralidad del
ser humano y sobre todo desde la convicción de la importancia de reconocernos como seres
sociales, no podemos dejar de lado nuestras actitudes, ya que tienen una gran influencia en lo
que construimos. Esta mirada nos obliga a dejar de lado nuestro “orgullo experto” y permitirnos
reconocernos con el otro en una relación de horizontalidad y construcción mutua.

El modelo centrado en la familia le abre un espacio al profesional para no solo desarrollar


conocimiento, sino que crecimiento personal.

¿En qué medida o sentido estos planteamientos pueden enriquecer lo que usted hace hoy en
día? Explicité cómo es que se vería enriquecido su quehacer profesional si usted incorpora esos
aspectos. Comparta una reflexión personal que permita identificar aspectos actitudinales y/o
conductuales que usted podría cambiar en pos de una mejora en el desempeño de su rol?

Si pudiese decir a groso modo lo que aprendí en este módulo, es que adquirí herramientas para
relacionarme con el otro. Esto puede sonar simple, pero implica un cambio en la mirada
profesional, ya que adquirí habilidades que me permitieron validar lo importante que es
atender a las emociones, actitudes y pensamientos cuando abordo al niño/a y su familia.

Actualmente me desempeño como docente en una escuela especial que atiende personas con
TEA. En el proyecto educativo la familia aparece con un rol protagónico en la intervención, y así
me parecía antes de trabajar en este módulo. Después de finalizar el módulo, me dí cuenta que la
institución efectivamente destaca la participación familiar, pero las prácticas distan mucho de lo
que se pretende obtener e incluso se convertirían en limitantes para el logro de ese objetivo. Creo
que la problemática nace en el cómo miramos a la familia, ya que en nuestras prácticas la
vemos como una unidad a parte del desarrollo de nuestros alumnos, la que se activa solo cuando
de la escuela se le “demanda”, estableciendo un rol de “entrada y salida” de los procesos de
aprendizaje. Bajo el modelo de atención centrada en la familia, deberíamos reconocer el carácter
integral del desarrollo, estableciendo una relación de trabajo distinta con la unidad familiar, en
una dinámica colaborativa y de acompañamiento en la detección de sus necesidades y en la
búsqueda de la satisfacción de las mismas.

A partir de este “darme cuenta” de la incoherencia que existía en los principios que fundamentan
la institución donde trabajo, me desafié a poner en práctica algunos cambios en mi ejercicio
profesional que permitan mediante el modelado contribuir a un cambio de mirada. Partí
dándome cuenta que en la intervención, desde el diseño del plan individualizado (plan donde se
platean los aprendizajes a desarrollar en el año) me centraba en mis alumnos, más que desde la
unidad familiar, es por ello que incorporé a la familia en la construcción en conjunto en las
estrategias de intervención para la escuela y hogar. Reconocí en mí que ejercía un rol de juez de
las familias, muchas veces analizando las situaciones desde las” limitaciones familiares”, así me
propuse trabajar en el día a día la actitud de compromiso, atendiendo las emociones, de la
familia (trabajar bajo principios de regulación emocional), incorporé en este punto el atender a la
variable tiempo , atendiendo prontamente o dando tiempo, poniendo cuidado en el cómo y
cuándo hacer sugerencias.

Referencias

Giné, C., Gràcia, M., Vilaseca, R. y Balcells, A. (2009) Trabajar con las Familias en Atención
Temprana, Revista Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 65 (23,2), 95-113.

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