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Semana 1

Teorías Del
Aprendizaje

Unidad 1
Aspectos generales
del aprendizaje

Material compilado con fines académicos, se prohíbe su reproducción total o parcial sin
la autorización de cada autor.
1. Aspectos generales del aprendizaje
Sabemos que el ser humano es capaz de aprender sin importar las condiciones
en las que esté. La mente y el cerebro humano tienen un impulso innato, una
vocación por desarrollarse, procesar y almacenar información, aún en las condiciones de
mayor privación. El hecho mismo de que existamos como una especie que tiene
lengua, tecnología, religión, ciencia, etc., es una evidencia de que aprendemos y
pensamos.

Las funciones del aprendizaje son el conocimiento del medio y la adapta-


ción a través de la adquisición de conductas y elementos que sirvan para
la resolución efectiva de problemas de la vida diaria. La mayor parte de lo
que somos, algunos filósofos y psicólogos dicen que todo lo que somos,
es producto del aprendizaje. Desde el modo de actuar, los gustos, lo que
comemos, el pensar, el lenguaje, ser líder, agresivo, tímido, delincuente,
médico, artista, etc., son conductas aprendidas
(García, 2014, p. 76)

El aprendizaje no es exclusivo del ser humano, sin embargo sí es más complejo que
el de otros organismos vivos. Además, existen diversos tipos de aprendizaje, de
forma que no es lo mismo el que implica saber hacer algo que poder recordar un
dato estadístico, o que tener una convicción moral sobre el bien o el mal.

Observa el siguiente video para conocer un poco más sobre el aprendizaje en la


infancia y la adolescencia, y cómo los mecanismos del cerebro están hechos para
aprender: Cómo aprendemos los seres humanos.

Escanea el siguiente código QR para ver el video relacionado


https://vimeo.com/372998939/9e32922263

Otro aspecto a considerar es que puede estudiarse desde diferentes disciplinas,


pues implica factores mentales, físicos, sociales, entre otros. Considera esta cita de
Montoya:

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El aprendizaje no es irreductible a la explicación biológica (p. ej., cambios
físico-químicos, actividad neuronal, factores genéticos, entre otros), o a la
aportada por las ciencias sociales (p. ej., sociología, psicología, pedagogía
o antropología); y debido a esto, no es considerado como un elemento ais-
lado o producto de aparición súbita que pueda ser subsumida dentro de la
biología o asimilable a la sociología (2017, p. 81).

Las implicaciones de esto es que debemos estudiar el aprendizaje desde varias


disciplinas. Esa irreductibilidad significa que no podemos entenderlo si lo vemos solo
desde un ángulo. Por ejemplo, definirlo solo con base en las conexiones neuronales
no nos ayuda a entender el papel de la motivación o del entorno social.

Por todo ello, no existe una definición única, consensuada, de qué es el aprendizaje.
Asimismo, las definiciones dadas han variado con el tiempo, aportando confusión y
múltiples significados a la palabra. Revisaremos aquí algunas de esas perspectivas
para que formes una opinión al respecto, y para que complementes con ellas tu
concepto personal de aprendizaje.

1.1 Definición de aprendizaje

Existen diversas posturas teóricas respecto al aprendizaje y cada una tiene una
versión de su definición. Pese a ello, hay tres cosas que todas tienen en común: se le
considera un cambio, ese cambio es inferido, es relativamente permanente y surge
por la experiencia o la práctica.

El aprendizaje se considera siempre como un cambio, un cambio inferido


más que observado, entre unas conductas o potencialidades en un momen-
to dado y esas mismas conductas o potencialidades en un momento anterior
(Castejón, 2013, p. 46)

Se considera un cambio porque se asume que hay una diferencia en las


capacidades, mente y conductas en la persona antes y después de aprender. Así,
puede ser que haya adquirido un nuevo dato que está almacenado en su memoria,
o quizá que sea capaz de hacer algo que antes no podía.

Como veremos más adelante, las teorías conductistas sobre el aprendizaje se


centraban en ese cambio observable. Conforme se avanzó en el estudio de este
tema, el foco gradualmente cambió hacia el estudio de los procesos internos que lo
generan, aunque siga haciéndose por la observación de sus efectos.

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El cambio que tiene lugar en la conducta es solo reflejo del cambio interno
que ha tenido lugar en la persona. Procesos internos como la memoria, la
comprensión o la toma de decisiones, constituyen ahora el objeto preferente
de estudio de la psicología, que para seguir siendo científica estudia estos
procesos internos, no directamente observables, a partir del análisis de los
estímulos y respuestas o conductas observables (Ídem).

Además, se dice que es inferido porque no podemos observarlo directamente, solo


por los efectos que produce en la conducta de la persona.

Para entender esto, piensa que estás queriendo enseñar a alguien cómo hacer una
suma. Puedes explicárselo con detalle, con ejemplos y material didáctico, pero ¿cómo
puedes saber que realmente lo comprendió? Solo lo sabrás cuando esa persona
sea capaz de demostrarlo con acciones observables, ya sea un ejercicio práctico,
explicando con sus palabras el procedimiento correcto, o algo similar.

En tercer lugar, es un cambio relativamente permanente. Esto significa que su


permanencia depende de algunos factores, es decir, que no es absoluta, sino que
puede durar más o menos. Así, “lo aprendido puede desaprenderse, bien sea por
olvido como en el caso de ciertos aprendizajes de tipo cognoscitivo, bien sea por la
modificación intencional de determinadas conductas desadaptadas” (Ídem).

El caso de olvido sería, por ejemplo, un número telefónico que alguna vez supiste
de memoria pero que, por desuso, ya no recuerdas. En cuanto a la modificación
intencional de conductas, un ejemplo sería un niño que acostumbra lidiar con su
frustración golpeando a otros niños pero que aprende una conducta distinta para
lidiar con ello, abandonando el comportamiento violento anterior.

Finalmente, el aprendizaje es resultado de la experiencia o la práctica. Esto


quiere decir que no se consideran aprendizaje los cambios naturales surgidos por el
crecimiento y maduración del individuo y que vendrán solos, independientemente
de las condiciones y las experiencias.

Refiere a todos los cambios de conducta relativamente permanentes dados


por la experiencia y que no se deben a maduración o estados temporales
del organismo. La maduración tiene que ver con cambios biológicos determi-
nados, que se llevan a cabo a lo largo de la vida de los sujetos, en los cuales
no se puede ver la influencia del aprendizaje y los estados temporales del
organismo pueden deberse a enfermedad, lesiones, influjo de fármacos o
drogas, etcétera (García, 2014, p. 76).

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Esto significa que no se produce por factores internos exclusivamente (aunque
sí parcialmente), “como puede serlo un reflejo, un instinto o la maduración, que
constituyen conductas no-aprendidas, aunque también supongan cambio o
modificación en la conducta” (Castejón, 2013, p. 46).

En general, hay dos tendencias respecto a las definiciones de aprendizaje: la


conductista y la cognitivista (o cognoscitivista), que tienen las siguientes
características:

Tabla 1. Dos perspectivas sobre el concepto de aprendizaje.

Fuente: Castejón (2013, p. 45) y García (2014, p. 84-85)

Es importante señalar que al hablar de aprendizaje estamos incluyendo una amplia


variedad de categorías o tipos de contenidos, como conocimientos, competencias,
habilidades, prácticas, aptitudes, valores, etc. (Ander-Egg, 2014, p. 19).

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Muchos de los aprendizajes no se dan en entornos escolares. De hecho, en buena
medida la psicología atiende a pacientes que presentan problemas por lo que han
aprendido o no en su vida. Ya sea sobre sí mismos, sobre otros y sobre las relaciones
entre sujetos y con el mundo.

Somos lo que somos gracias a las experiencias que hemos tenido, dentro y fuera
de las escuelas. Por ello, “la importancia del aprendizaje para el sujeto humano es
grande porque casi todo lo que el individuo hace, o puede hacer, es resultado del
aprendizaje” (Castejón, 2013, p. 45).

Hasta aquí hemos visto qué es el aprendizaje, a grandes rasgos. Ahora veremos
algunos de los factores que lo influyen y determinan, para comprender más a fondo
su complejidad y funcionamiento.

1.2 Factores que intervienen en el aprendizaje

Conforme las ciencias han avanzado en la comprensión del mundo y del ser
humano, ha evolucionado nuestro entendimiento sobre los factores que influyen en
el aprendizaje.

En algún momento se pensó que lo principal eran los estímulos, hoy sabemos que
depende también de la memoria y la atención, los conocimientos y estructuras
cognitivas previas, la motivación, técnicas de estudio, la práctica, factores
socioambientales, factores biológicos y físicos, entre otros.

Veremos este tema con más profundidad conforme veamos las teorías sobre
el aprendizaje, pues cada una tiene ideas distintas al respecto. Sin embargo,
abordaremos cinco factores clave:

1. Procesos cognitivos
2. Motivación
3. Disposición
4. Práctica
5. Factores socioambientales

Los primeros cuatro refieren a aspectos del individuo, se presentan en su mente o


surgen de él. En cambio, los factores socioambientales son externos, yendo desde
el exterior hacia el interior del alumno, quien los procesa. Veremos en este bloque
los internos, y en el siguiente bloque los socioambientales.

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Comencemos con los procesos cognitivos. En general, podemos describirlos
como aquellos que nos permiten recibir, procesar y almacenar la información. La
cognición puede definirse como la “actividad mediante la cual la información se
recibe, selecciona, transforma y organiza por parte del sujeto cognoscente, de
manera que genera en él un tipo de conocimiento” (Ander-Egg, 2014, p. 44).

Estos procesos son uno de los factores clave en el aprendizaje, y cada individuo
puede tener más o menos desarrollados algunos de ellos. Así, por ejemplo, hay
quien tiene mayor facilidad para la abstracción y la generación de conceptos, o para
estructurar información.

Al inicio del estudio del aprendizaje, con las teorías conductistas, los procesos
cognitivos no fueron abordados a profundidad, pues solo se estudiaban las
respuestas de los organismos ante ciertos estímulos.

Uno de los principales es la memoria. Hemos dicho que el aprendizaje es un


cambio con relativa permanencia en el sujeto. La memoria es justamente lo que le da
permanencia, por el tiempo que dure. Simplemente no hay aprendizaje sin algún
tipo de memoria.

Por ejemplo, ante una conducta inapropiada de un niño se podía establecer un


programa basado en premios y castigos a fin de corregirla. Pero no se profundiza-
ba en qué estaba ocasionándola ni en qué sucedía dentro de su mente cuando se
presentaba el aprendizaje de la nueva conducta.

Hoy, aún dentro de los teóricos que retoman ideas conductistas, los procesos
cognitivos ya no pueden ser ignorados, por el contrario, son el centro del estudio
psicológico del aprendizaje.

Abordaremos este tema por medio de una lectura base. Por favor dirígete a
ella ahora: Estructuras y procesos cognitivos, de Castejón (2013, pp. 95-112).

Una de las áreas de actuación para los psicólogos es el de la psicología educativa.


Desde ella se pueden estudiar y atender problemas en los procesos cognitivos,
su desarrollo en los niños y el fomento de una adecuada enseñanza basada en su
comprensión.

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El aprendizaje depende de estos procesos, pero no es lo único que lo determina.
Hay otros factores, como el de la motivación, que veremos a continuación.

1.3 Motivación

La motivación es algo que generalmente todos hemos sentido. Antes de


seguir con el tema, por favor tómate unos momentos para recordar cómo
es estar motivado. Cuando tengas clara la sensación, trata de definirla con
tus palabras. Reflexiona y escribe tu respuesta en tu libreta u otro medio.

La motivación es una disposición o construcción interna que sentimos en algún


momento de nuestra vida, y que igualmente extrañamos cuando debemos hacer
una tarea que nos parece poco importante o excesivamente tediosa. Aun así, pese
a lo universal del sentimiento, es un concepto que ha resultado difícil de definir,
adquiriendo diversos significados. En palabras de Trianes:

La motivación es una construcción psicológica que sirve para dar nombre,


definir y estudiar aquello que la experiencia fenomenológica nos hace sentir
como una especie de «fuerza interior que nos impulsa y mantiene a hacer
algo». Al igual que el resto de los procesos psicológicos, no se ve, pero to-
dos tenemos la percepción subjetiva de su existencia (2013, p. 248).

Precisamente esas últimas dos características son las que hacen difícil su
conceptualización: no es directamente observable, y además su percepción es
subjetiva. De hecho, es tan subjetiva que lo que motiva a unos puede fácilmente
desmotivar a otros.

Imagina por ejemplo un salón de clases en el que el docente organiza un


concurso para repasar conceptos. Será más atractivo para alumnos competitivos y para
quienes gusten de la materia en cuestión, y menos motivante para quienes se
angustian con las competencias o quienes tienen dificultades con los temas a
repasar.

A grandes rasgos, podemos definir motivación, de la siguiente manera:

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Conjunto de elementos o factores que están activamente presentes, en un
momento dado, en la conciencia ser humano, y que configuran fuerza la psí-
quica y los mecanismos de estímulo que conducen a la acción. [...] Se trata
de los factores internos (necesidad, instinto, aspiraciones) o externos (valor
de un objeto o de un logro), que intervienen en la elaboración de una inten-
ción, dando motivo, razón adecuada, estímulo suficiente y energía necesaria
para inducir a una acción deliberada y voluntaria, encaminada a satisfacer
alguna necesidad individual o social (Ander-Egg, 2014 p. 164).

Según esta definición, un punto clave de la motivación es que conduce a la acción.


Aunque aquí se menciona que dicha acción se encamina a satisfacer una necesidad,
habría que entender necesidad en un sentido amplio, incluyendo no solo aspectos de
supervivencia, sino también los intereses personales y la autorrealización. Veremos
más sobre necesidades al final de la materia, con Maslow y Rogers.

De hecho, diversas teorías psicológicas le han dado características diferentes, con-


forme a sus postulados sobre el aprendizaje. Veremos aquí tres de ellas, correspon-
dientes a las corrientes teóricas que analizaremos más adelante en la materia: el
conductismo, el cognoscitivismo (o cognitivismo) y el humanismo, según Castejón
(2013, pp. 204-205).

• Conductismo. La motivación parte de las necesidades del organismo


que actúa para obtener un incentivo que satisfaga dicha necesidad, es
extrínseca. “Motivar es incentivar, e incentivar es ofrecer refuerzos exter-
nos para el sujeto” (Ibídem, p. 204).
• Cognoscitivismo. Por el contrario, es intrínseca. Parte de percepciones,
atribuciones y expectativas; no es una respuesta automática a un estí-
mulo sino más bien una respuesta a las cogniciones sobre ese estímulo.
• Humanismo. Se origina en la satisfacción de necesidades, libertad de
elección del individuo y de su necesidad de autorrealización. Establece
una jerarquía de necesidades que permiten, progresivamente y mientras
se van satisfaciendo, que el individuo realice su proyecto de vida, según
su personalidad, alcanzando su potencial.

Así, el conductismo la define como algo que va de afuera hacia adentro del individuo.
El cognitivismo, como algo que surge del interior de la persona por medio de sus
procesos cognitivos. El humanismo reconoce que tiene origen en las necesidades,
pero no todas ellas tienen la misma importancia entre sí en todo momento.

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Todas las perspectivas aportan algo, no necesariamente se anulan mutuamente.
“Lo que necesitamos es entender la compleja dinámica de interacciones que se
producen entre los distintos factores explicativos de la conducta de las personas”
(Ibídem, p. 205).

La acción que es impulsada por la motivación tiene un objetivo, por ello se dice
que parte de necesidades. Al activarse determinada conducta, se dice que está
motivada si es que tiene una meta. Además, nos permitirá persistir en esa acción,
incluso demorando la adquisición de la recompensa o beneficio esperado (Ibídem,
p. 203).

Como fenómeno psicológico, la motivación impacta todas las áreas de la vida


humana. Es por ello que se ha estudiado a fin de desarrollar estrategias que
promuevan su aparición, pues es uno de los factores que inciden directamente en el
rendimiento escolar, laboral, la curación de pacientes, la supervivencia, etc.

Por ejemplo, dice Castejón que “ayuda a entender las causas de los logros de los
alumnos; o lo que es lo mismo, ante dos alumnos de nivel intelectual semejante aquél
más motivado es el que tendrá un mayor rendimiento académico” (2013, p. 203). Es
decir, hay otros factores que influyen (como la inteligencia), pero la motivación puede
ser determinante en el éxito o no cuando hay igualdad de circunstancias.

Hay algunos elementos clave del sujeto que influyen en el nivel de motivación,
determinando si será suficiente para llevar a la acción, o no. Tres de ellos son: las
expectativas que se tienen sobre la tarea, el autoconcepto y el éxito/fracaso que se
puede obtener.

Tabla 2. Factores influyentes en la motivación.

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Fuente: Castejón (2013, pp. 209, 212, 224-225).

Estos factores actúan de manera conjunta. Por ejemplo, alguien puede tener la
expectativa de que la tarea será difícil, que no está del todo preparado para ella,
y aun así tener una motivación al éxito grande porque su necesidad a cubrir es
imperante y su vida depende de ello.

Por el contrario, un individuo puede creer que la tarea es manejable, pero


simplemente no se considera apto y prefiere evitar el fracaso. Puede tener buena
autoestima pero estar convencido de que sus aptitudes son distintas a las requeridas.
Como su necesidad no es urgente, aunque haya una buena recompensa al final, esta
no le es suficiente para actuar.

Estos factores, en conjunción con la motivación misma, generan en las personas


determinada disposición que influye en el aprendizaje. Tal disposición no es lo mismo
que la motivación, pero están muy cercanas.

1.4 La disposición

La disposición es una actitud respecto a algo. Es un estado mental que nos lleva
a pensar y percibir las situaciones y los objetos de cierta manera, generando una
tendencia cognitiva. Esta actitud “es adquirida y organizada a través de la propia
experiencia individual, de la integración de los modelos sociales, culturales y morales
del grupo” (Ander-Egg, 2014, pp. 9).

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Una de sus principales características es que generan predisposiciones,
tendencias a reaccionar de cierta forma constante frente a algo, ya sean personas,
situaciones, ideas, objetos, valores, etc. (Ibídem, p. 10). Al ser constante, se presenta en
circunstancias similares y modifica la percepción del sujeto frente a ellas, motivándolo
hacia una conducta y no otra. Influye en la motivación, pero no es la motivación en
sí misma.

Por ejemplo, una persona puede tener una disposición favorable hacia el
aprendizaje escolar presencial, pero una disposición renuente ante la versión en línea. Sin
embargo, ante una necesidad grande (por ejemplo, tomar un curso virtual para
actualizarse y mantener su trabajo), es posible estar motivado aún pese a la
disposición negativa.

No obstante, mientras más positiva sea la disposición, más fácilmente se presentará


la motivación, la constancia y la conducta o acción necesaria. Decimos por ello que
la disposición es un factor de influencia, incluso puede ser un determinante relativo
de gran importancia, aunque no podemos decir que es un determinante absoluto.

Como factor, la disposición es responsable de buena parte de la motivación y del


aprendizaje de los individuos. Una de las principales disposiciones a considerar, es
la que se relaciona directamente con aprender: “Piaget entendía que la adquisición
de conocimientos no es algo que le sucede al niño de forma pasiva, destacando la
importancia de la disposición activa del sujeto al aprendizaje” (Trianes, 2013, p. 225).
Montoya y Betancour afirman que el aprendizaje infantil (y puede extenderse a otras
edades) deben considerarse desde la disposición de los niños (o individuos) hacia
varias acciones:

[...] Aprender, reflexionar sobre la acción, encontrar relaciones y/o utilidades


entre conocimiento previo, conocimiento cotidiano situado y conocimiento
científico o social contextualizado; comparar e interpretar entre sí las cosas,
los objetos, las situaciones y las relaciones para hallar similitudes, diferencias
o equivalencia (2017, p. 152).

Si analizas esa cita, notarás que la disposición se describe con verbos activos, con
acciones que deben ser llevadas a cabo deliberadamente. Aunque la disposición
no es en sí una acción, sí se manifiesta en la actitud que tiene la persona hacia esas
acciones y su deseo o no de llevarlas a cabo.

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Así, para la adquisición de conocimientos el individuo debe estar dispuesto a
aprender de forma activa, completa y satisfactoria. Activa porque se requiere que
tome acciones para el aprendizaje; completa para ganar extensión y profundidad en
los conocimientos; satisfactoria en cuanto a que debe llevar a cubrir sus necesidades
y promover en el futuro una mayor motivación y una mejor disposición.

Podemos distinguir tres elementos incluidos en la disposición por aprender (Trianes,


2013, p. 239):

1. Estrategias de aprendizaje. Tener las habilidades y las actitudes necesarias


para interrelacionar ideas, prestar atención al detalle, detectar y utilizar evi-
dencias, y pensar críticamente.
2. Deseo de invertir en el aprendizaje. Aquí hablamos de una inversión de
tiempo, esfuerzo y concentración para hacer un esfuerzo organizado (uso
efectivo de estrategias de aprendizaje).
3. Alerta al contexto. Es la atención al aprendizaje en el presente y el futuro, en
cuanto a demandas, oportunidades, tendencias. También es buscar modos
de pensar y practicar lo aprendido en nuevos contextos.

En resumen, una adecuada disposición al aprendizaje no es solo una emoción,


sino que implica activamente al sujeto en la búsqueda y utilización de recursos y
contextos que se tienen y que son alcanzables. Por ello, es menos probable que un
alumno aprenda si:

1. No está dispuesto a utilizar (o no posee) sus estrategias de aprendizaje ac-


tivamente.
2. No quiere invertir tiempo ni esfuerzo en adquirir conocimientos.
3. No es consciente del contexto de aprendizaje y no busca nuevas maneras
de aplicar lo que ya sabe.

Actualmente estás cursando una licenciatura. Date la oportunidad de leer esos tres
puntos y preguntarte en qué medida los cubres o no. Piensa en ellos uno por uno
antes de seguir leyendo.

Una adecuada o inadecuada disposición a aprender puede manifestarse de la


siguiente manera:

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Tabla 3. Ejemplo de adecuada e inadecuada disposición a aprender

Fuente: creación propia

El afán de reflexionar sobre la tabla anterior es que tomes conciencia sobre estos
factores psicológicos que han sido estudiados y definidos como algo que afecta tu
aprendizaje. Al conocerlos puedes ayudarte a ti mismo, desarrollarlos y buscar una
mejor disposición para que tus estudios sean más fructíferos.

Finalmente, recuerda que la disposición es una actitud ante algo. Para cambiar dicha
actitud es útil preguntarse de dónde viene, por qué está ahí. Conocer las causas abre

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la puerta a analizar críticamente nuestras ideas, creencias y actitudes para mejorar
la disposición y la motivación.

Puesto que las disposiciones en muchas ocasiones son transmitidas por el contexto
y las experiencias previas, hacer conciencia sobre ellas permite identificar prejuicios
sociales o familiares, experiencias negativas que impacten nuestro aprendizaje hoy,
y medios para cambiarlos.

1.5 Papel que desempeña la práctica

Uno de los factores que determinan el aprendizaje es el de la práctica, entendiendo


esta como aquello que se lleva a cabo, que puede ejecutarse en una actuación u
operación. Es un “ejercicio, de cualquier arte o facultad, realizado conforme a sus
reglas u operaciones particulares, destreza adquirida con este ejercicio” (Ander-Egg,
2014, p. 187).

La práctica es hacer, implica tomar cierta información y utilizarla para algo. Esa
información puede ser teórica o de otro tipo, pero con ella deberemos poner en
marcha una acción o varias con un objetivo determinado. Por medio de la práctica
podemos ganar conocimiento sobre dicho procedimiento o desarrollar alguna
habilidad.

La práctica no es algo exclusivo de la educación formal, es más bien parte de


nuestra evolución. Piensa en un bebé que está comenzando a gatear, por medio de la
repetición de los movimientos ganará conocimiento sobre su propio cuerpo y el
entorno, al tiempo que mejora su habilidad para desplazarse a voluntad.

La relación entre aprendizaje y práctica es tan cercana, que a veces son definidos
en términos uno del otro. Considera, por ejemplo, esta cita de Montoya:

En un sentido general desde lo biológico, el término aprendizaje es emplea-


do cuando se quiere expresar cualquier cambio que se produce en los seres
vivos como consecuencia de la práctica, con el fin de adaptarse al medio,
modificándolo o modificándose (Montoya, 2017, p. 119).

En un sentido simplificado, podemos decir que puede existir aprendizaje sin


práctica, pero no práctica deliberada sin aprendizaje. Es decir, toda práctica
deliberada, consciente y voluntaria, genera mejoras o cambios en las capacidades
del individuo para realizarla y/o en su comprensión sobre la acción o el contexto.

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Dentro de las teorías del aprendizaje, el conductismo da especial énfasis a la práctica
como ejercicio de repetición, en el que se busca fortalecer el vínculo (asociación)
entre un estímulo y una respuesta (que será reforzada). Así, hay una relación estrecha
entre asociación, práctica y refuerzo (Trianes, 2013, p. 183).

Esto significa que el conductismo presentará un estímulo al individuo, buscando


como respuesta cierta conducta. Si la respuesta es la esperada, se refuerza por
medio de algún premio o algo similar. De esa forma, a través de la práctica, las
personas aprenden las conductas adecuadas en las circunstancias específicas.

Por otra parte, los cognitivistas pondrán más énfasis en los procesos
cognitivos del individuo frente y durante la práctica, así como en el entorno social y las
oportunidades que este ofrece al individuo para aprender, experimentar, aprender
de sus propias actuaciones y practicar algo.

Para esa corriente, la práctica por sí misma no es suficiente, pues el aprendizaje


requiere que el individuo sea consciente de sus propios procesos. Para ello, se
vuelve crucial la retroalimentación (feedback):

El método de instrucción por excelencia es la práctica, con feedback infor-


mativo, en una variedad de situaciones, para que el aprendiz pueda adquirir
una amplia comprensión de conceptos en numerosos contextos. También
puede ser particularmente útil un material de toma de decisiones o solución
de problemas (Trianes, 2013, p. 201).

De esta cita podemos destacar dos elementos cruciales para la efectividad de la


práctica:

• Retroalimentación informativa. Puesto que la persona está en proceso


de aprender, es necesario que se dé cuenta de lo que hace bien y lo
que debe mejorar. Normalmente es necesario que alguien más ofrezca
la retroalimentación, y que esta sea informativa en un sentido honesto,
útil y aplicable.
• Variedad de situaciones. Al practicar en diversas situaciones y contex-
tos se fomenta la transferencia de conocimiento, es decir, que el alumno
sea capaz de utilizar un conocimiento o habilidad en problemas y áreas
que antes no había enfrentado. También es más fácil identificar lagunas
y dudas, así como fomentar la creatividad.

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Imagina que un niño está aprendiendo a multiplicar y, para ello, está haciendo
varios ejercicios de práctica en su libreta. Idealmente, alguien debería decirle si sus
resultados son correctos y, en caso de que no, ayudarle a identificar y corregir en qué
se está equivocando. Hacer cien ejercicios sin guía alguna, sin saber si está bien o
mal y sin que nadie los revise, le aportará mucho menos aprendizaje.

Además, será más enriquecedor practicar la operación en contextos variados, no solo


en la libreta sino por medio de situaciones reales, juegos, casos, y otras estrategias
didácticas. Al presentar esa variedad de contextos, el alumno puede dar sentido a
lo que hace, buscar mejores soluciones a los problemas y comprender su uso en la
vida no escolar.

No obstante, aunque la práctica es esencial en el aprendizaje de muchos contenidos


y en el desarrollo de habilidades, hay que relacionarla con la teoría en la medida
de lo posible. De esa forma se complementan las acciones y situaciones con los
modelos y teorías:

Cuando se utiliza de manera apropiada, la teoría proporciona un marco de


referencia para la toma de decisiones educativas. Por el contrario, la expe-
riencia sin teoría a menudo puede ser inútil e incluso dañina. La experiencia
sin un marco de referencia que la guía implica que cada situación se consi-
dere única y que se tomen decisiones con base en el ensayo y error hasta
que una funcione (Schunk, 2012, p. 20).

Por ello, en el aprendizaje son importantes ambas cosas. Cuando hablamos de


teoría podemos hablar de modelos, no necesariamente de una corriente de
pensamiento científica que tenga nombre y apellido. Los modelos y las teorías ayudan a
sistematizar la práctica, analizarla de forma que tengamos un marco de referencia
para tomar decisiones.

Cuando alguien ha asimilado la teoría y es capaz de aplicarla en una situación, se


dice que está haciendo praxis. Los conocimientos y la práctica se colocan así al
mismo nivel. Hay quien añade un tercer elemento estrechamente vinculado a la
motivación y la disposición: lo afectivo. De esa forma, la educación se compone de
tres esferas, que deben determinar los contenidos de aprendizaje, una de las cuales
es la práctica:

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Figura 1. Esferas de los contenidos de aprendizaje. Fuente: elabo-
ración propia con base en Ander-Egg (2014, p. 54).

Veamos un ejemplo para articular esto: una persona debe aprender a utilizar un
nuevo programa informático. Tendrá frente a esta necesidad cierta disposición y
motivación que lo impulsará a tomar acciones de aprendizaje (la parte afectiva). Si
tiene éxito, posiblemente refuerce disposiciones positivas respecto a la experiencia
y esa tecnología.

Además, debe tener claros ciertos conceptos respecto al software, por ejemplo, para
qué debe servirle, cómo debe integrarlo a su trabajo, incluso ha leído el manual (la
cognición). Lo cognitivo es útil para darle intención a las acciones, un propósito y
una guía, en este caso, por ejemplo, para saber qué puede o no hacer el programa
Finalmente, deberá tomar la computadora y practicar con el programa, hacer
ejercicios y pruebas para encontrar cómo usarlo, cómo moverse en él, de qué
forma hacerlo una herramienta eficiente. La práctica será la determinante del éxito
si logra una praxis, integrando lo cognitivo con lo aplicado, y si logra transferencia
de conocimiento.

Es posible y frecuente encontrar en los contenidos educativos información que


aparentemente no requiere práctica. Por ejemplo, aprenderse los nombres de
las capitales de todo el país. En este caso, la práctica será de memorización. Sin
embargo, sería más efectivo vincular ese contenido a un uso real, una situación,
contexto o circunstancia en la que el alumno pueda usar la información para
reforzarla.

El conocimiento se construye con conexiones neuronales. Imagina que cada una de


ellas es una línea en un papel, y que la práctica es hacer un repaso con un plumón

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sobre esa raya entre las neuronas; mientras más se practique más gruesa será la
línea, más duradero será el aprendizaje y más fácil será encontrarlo (acceder a él).

Para concluir con este tema, hagamos un pequeño ejercicio. Trata de encontrar un
tipo de aprendizaje que no requiera práctica, sino que se consiga a la primera de
manera cognitiva o afectiva, sin acciones. Es posible que encuentres alguno. Para
asegurarte, piénsalo y luego responde estas preguntas:

¿Es necesario escucharlo, verlo o sentirlo repetidamente? Si no, ¿qué lo hace tan
poderoso que con una sola vez se aprende? Si se hicieran prácticas (o praxis)
respecto a ese aprendizaje, ¿lo reforzaría / mejoraría / haría más profundo o
permanente?

Reflexiona sobre lo que la práctica puede aportar y si consideras que en ocasiones


no es aplicable. Comenta esto con tus compañeros y tu asesor en la clase de la
semana.

En el siguiente bloque hablaremos sobre un factor más, que en realidad es un


conjunto de elementos que se estudian juntos, los factores socioambientales. A
diferencia de los vistos hasta ahora, estos son externos al individuo, no dependen
tanto de él sino que más bien son condicionantes externos que van a determinar,
modificar o influir en los factores que ya hemos visto en este bloque.

Finalmente, de manera opcional puedes dirigirte a la lectura complementaria


Factores que intervienen en el aprendizaje (Raya, 2010) para conocer sobre
algunos otros factores, positivos y negativos, que influyen en el aprendizaje
y el rendimiento escolar. Es un estudio de caso.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Ander-Egg, E. (2014) Diccionario de educación. España: Editorial Brujas. Recuperado


de https://ebookcentral.proquest.com/lib/ieusp/reader.action?docID=3227159

Castejón, J. L.; González, C.; Gilar, R.; Miñano, P. (2013) Psicología de la educación.
España: Editorial Club Universitario. Recuperado de https://ebookcentral.proquest.
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