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Síndrome de Marshall
Caso clínico
Niño de 3 años, hijo único, nacido a término, con buen estado de salud hasta los dos
años y solo interrumpido por algunos cuadros de diarrea y otros trastornos digestivos
tratados puntualmente con probióticos. Peso y altura normales para su edad. Mucosas y
piel un poco pálidas. Buen estado de atención y comportamiento tranquilo.
Antecedentes familiares sin relevancia clínica.
Desde hace unos seis meses, y con una frecuencia aproximada de una vez al mes, ha
empezado a presentar cuadros de fiebre alta acompañados de astenia, dolor de cabeza y
dolor abdominal.
De forma tópica recomiendo gárgaras con zumo de granada, usado popularmente para
las afecciones de garganta por sus propiedades astringentes y antiinflamatorias. Este
niño no sabía aún hacer gárgaras, así que recomendé mantener en la boca un trago de
jugo de granada después de cada comida y luego tragarlo.
Por otro lado, y teniendo en cuenta los antecedentes de molestias digestivas del niño,
que evidencian una alteración crónica de la microbiota intestinal, procedo a instaurar
una dieta exenta de gluten y de lácteos y a suministrar un aporte de probióticos que
incluyen Lactobacillus acidophillus, Bifidobacterium longum y Saccharomyces
boulardii, así como un suplemento a base de enzimas digestivas, y recomiendo evitar
beber agua del grifo con cloro.
La microbiota puede ser definida como los microorganismos que se suelen encontrar en
varias partes del cuerpo en individuos sanos, los cuales protegen contra la colonización
de otros microorganismos patógenos, determinando la susceptibilidad a las infecciones
microbianas y la sensibilidad a los antígenos o alergenos.
En los niños en particular, el equilibrio entre las comunidades microbianas existentes en
el tracto gastrointestinal y la mucosa otorrinolaringológica es de vital importancia para
su salud, pues afecta al funcionamiento normal del sistema inmunológico.
Este niño no come mucho y decido introducir la quinoa en su dieta diaria pues ofrece un
alto valor alimenticio, contiene todos los aminoácidos esenciales y posee dos tipos de
flavonoides, la quercetina y el kaempferol, antioxidantes con propiedades
antiinflamatorias y antiinfecciosas que pueden coadyuvar con el tratamiento prescrito.
A los 3 meses el paciente vuelve a revisión y los padres refieren que no ha vuelto a
presentar el cuadro febril inflamatorio y que sus molestias digestivas han remitido
totalmente. Mantengo la fórmula EID y las pautas dietéticas tres meses más, durante los
cuales el niño sigue absolutamente asintomático y con buen estado de salud.
Luego de una tercera revisión tras otro trimestre donde se mantiene la mejoría,
recomiendo tomar la fórmula EID como apoyo al inicio del curso escolar en septiembre
y mantenerla durante los meses invernales. A fecha de hoy el niño ingiere ya una dieta
normal y crece y se desarrolla muy satisfactoriamente tanto en casa como en el colegio.
Conclusión
Este caso clínico refleja como, en la mayoría de las patologías, lo más importante es
regular la inmunidad, que a veces está francamente alterada en su funcionamiento
debido a factores fundamentalmente ambientales. La causa del síndrome PFAPA se
desconoce en la actualidad y en los casos estudiados hasta ahora no ha sido posible
identificar mutaciones en genes del sistema inmunitario.
Por otro lado, los datos disponibles hasta el momento sugieren la hipótesis de que el
síndrome PFAPA sería debido a una respuesta inmunitaria adaptativa anormal a un
agente infeccioso, probablemente localizada en órganos linfoides, y capaz de inducir
una rápida pero desordenada activación de las células de la inmunidad natural. La buena
respuesta que hay a veces al tratamiento con prednisona sugiere que la disregulación en
la producción de citoquinas sería un factor implicado en el desarrollo de los brotes.
Bibliografía
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