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Si trato de hacer una retrospectiva de todo el curso, encuentro un mapa para reconocer la

otredad. Desde la creación del I.D., ha estado enfocado en tratar de pensar en el otro y, sobre
todo, en dos preguntas fundamentales: ¿cómo se enseña?, ¿cómo se aprende? De esa forma,
desde el texto El oficio del maestro, así como la creación del contexto, saber qué es sensación,
percepción y cuántos sentidos hay, así como la exposición del contexto y, por último, la explicación
de una actividad, me han hecho volver al primer trabajo y preguntarme ¿qué falló en la enseñanza
del profesor. Quizá, puedo pensar en que falló en responder las preguntas; no supo enseñar y
tampoco tomó en cuenta cómo podríamos aprender. Sin embargo, decir esto no es para nada
sensato porque a lo mejor tampoco hubo mucho interés de mi parte por aprender. Reconocer que
enseñar es un acto de gran compromiso, pero no anclado y estático es, en suma, aceptar que,
tanto aprender como enseñar son procesos dialógicos y, principalmente, dialécticos.

Responder a estas dos preguntas fundamentales es, creo yo, primero reconocer que no se sabe
nada y que, por ende, se aprende constantemente. Asumir la ignorancia puede ser quizá una de
las mayores virtudes de un educador y, naturalmente, del estudiante. Desde este punto partida,
pensar en la experiencia pasada, en ese maestro que, supuestamente “no quiero ser”, es asumir
que lo pude hacer mejor. Este error es común. Porque lo que importa no es, a fin de cuentas, creer
que yo lo pude haber hecho mejor o que estoy en una posición moral más arriba como para juzgar
su forma de enseñanza. Todo lo contrario. Ahora pienso que, si él no supo enseñar, yo no supe
aprender.

Reconocer la otredad, es también reconocerme a mí como otredad. En otras palabras, en ese


número de identificación también deben ir mis datos. ¿Qué es lo que quizá dejé de lado para
poder aprender? ¿Qué es lo que aprendí de esa experiencia? Creo que lo más valioso de repensar
esta cuestión al final del curso es que lo aprendí que ser docente requiere de responsabilidad y de
compromiso como ese otro que es desconocido. Es decir, el docente tiene un compromiso
constante con lo que sabe que desconoce y, esto es, en resumen, un compromiso con el
conocimiento.

No sé cómo se cómo se enseña y cómo se aprende. Pero creo que la respuesta no importa mucho
en tanto que las preguntas continúen ahí, en tanto que las experiencias y la ignorancia nos
motiven a aprender más sobre los otros. Creo que al final del curso sólo es posible esta única
verdad: el camino comienza y, tal vez, seamos nosotros los que seamos juzgados por nuestros
futuros alumnos.

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