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¿Qué tiene el sistema escolar que nos saca las ganas de aprender?
Para realizar este ensayo filosófico decidí empezar tratando de dar algunas de
mis posibles respuestas a esta pregunta. Si bien es una pregunta que formaba
parte del trabajo, pero creo que es una pregunta que comenzó a surgir no
solamente en mi vida, sino en la vida de mis compañeros, y en la vida de
muchos estudiantes. A lo largo de esta materia hemos leído algunos autores
importantes de los cuales eh sacado algunas conclusiones, aunque de todos
modo no creo que sea “la respuesta” a esta pregunta.
Según el libro El grito manso por Paulo Freire una de las cuestiones por la cual
el alumno pierde el interés por aprender es por el simple hecho que no hay
curiosidad en él “no podemos despertar la curiosidad, si no hallamos la
utilidad…” No por el hecho de que cree saberlo todo sino por el hecho de que
cree saber el proceso del mismo. Entonces el alumno ya no recorre caminos
nuevos, ya no busca para encontrar eso nuevo, ya no tiene el interés de poder
ver que hay del otro lado. Este es uno de los factores que influyen mayormente
en los estudiantes a lo largo de su proceso de aprendizaje.
Pero en este mismo sentido no podemos obviar que el problema erradica
simplemente de la perdida de interés por el contenido o el conocimiento. Paulo
Freire también nombra otros elemento presente en el proceso de enseñanza y
aprendizaje, los cuales son, por un lado el docente, el espacio y el tiempo. El
docente es una figura muy importante en este sentido ya que es el quien debe
facilitar que los conocimientos puedan llegar a los estudiantes. Muchas veces
como docentes creo que también perdemos la motivación seguir aprendiendo y
seguir descubriendo, y creo que esto influye de manera muy notablemente a la
hora de dar nuestras clases.
¿Qué motivación debe tener un docente? Creo que el principal motivado por
aprender algo nuevo es el profesor, creo que para que el docente pueda
transmitir no solo conocimiento en el aula (espacio) sino también el sentido de
descubrir, las expectativas de clases, y la curiosidad, debe ser el primero en
experimentar este universo. Los docentes no pueden esperar algo que los
estudiantes, no han recibido durante el proceso. En este sentido no solo es
deber del docente llevar el conocimiento al alumno sino despertar en el la
curiosidad por adquirirlo, los estudiantes jamás tendrán este sentir tratándose
de conocimientos científicos dictados en un aula, con una persona que les grita
por largas horas. Esto se lleva a lo largo de los años como docente y como
alumno por lo cual el proceso entra en un estado de monotonía quizás
consiente o inconscientemente. El tiempo educativo ya deja de estar al servicio
de la producción del saber y se usa en contra de los estudiantes. “Las jornadas
escolares entran en una rutina cotidiana, no se la piensa solo se la vive…” –
Paulo Freire.
De esta manera creo que entramos en un tiempo donde deja de importarnos el
despertar curiosidad por los conocimientos, en cada estudiante. El docente
solo se enfoca en terminar unidades curriculares, no piensa más que llegar a
dar los contenidos explícitos en un papel. Teme a cambiar el formato de sus
clases quizás por una cuestión de inseguridad, quizás por temor a obtener
resultados negativos, o por cuestiones de comodidad. Pero realmente ¿los
resultados obtenidos son buenos? O será que nos estamos conformando solo
con lo “bueno” sin buscar los mejor, o nuevos objetivos. Creo que desde el
momento que el docente pierde la pasión por enseñar es el momento que ha
dejado de ser docente, solo para transformarse en un empleado más del
sistema.
Pero también creo que cada uno es responsable de entrar en este estado de
inmovilidad como docente, creo que la docencia no puede ser abordado desde
este estado. Esta es una amenaza que esta vigente durante toda nuestra vida,
no solamente como docente dentro de un aula sino como personas. La
ideología inmovilizadora. Esta ideología nos habla y nos dice constantemente
que ya no hay nada que aprender, que ya no hay nada por hacer, que ya no
hay caminos por descubrir, por recorrer, que ya no hay metas por alcanzar y
que la realidad es inmodificable. Es la peor mentira que podemos creer.
Los docentes no pueden esperar otros resultados, si lo que se transmite más
allá del conocimiento es solamente información. No hay posibilidades que el
alumno razone, no hay posibilidad que el alumno se emancipe, es una locura
pensar que el docente se quede sin ideas, es imposible pensar que el docente
se equivoque, es imposible pensar que el docente necesite del concejo de un
estudiante. De esta manera nos formamos, de esta manera nos mentimos a
nosotros mismo, el docente no y solo el docente es el apto para realizar
preguntas y responderlas al mismo tiempo.
¿Cómo puedo educar sin estar envuelto en la comprensión crítica de mi propia
búsqueda y sin respetar la búsqueda de los alumnos?
Esta es la raíz de nuestro problema como docente. Durante nuestra formación
nos enseñan a realizar planes de clases para que las mismas tengan una
“dirección”. En estos planes de clases colocamos nuestros objetivos de la
misma, la meta del docente al finalizar la clase. Y en base a el cumplimiento del
mismo será la calidad de la clase. No digo que no sea importante nuestros
objetivos como maestros o nuestras metas pero pocas veces en las clases de
residencia reflexionamos sobre si conocemos realmente cuales son los
objetivos y las metas de nuestros estudiantes. ¿Qué espera el estudiante de
nosotros como docentes? ¿Qué espera el estudiante de la materia? ¿Qué
espera que se le evalué? Entonces como conclusión, pero no como respuestas
a estas preguntas creo que no hay una buena educación sin curiosidad. Los
niños durante sus primeros años son felices aprendiendo ya que tienen intacto
la curiosidad, el poder descubrir que hay realmente detrás de cada libro, detrás
de cada cuento, de cada juego, de cada historia por ser contada. Creo que a
medida que vamos creciendo esto se va perdiendo y es donde la educación
pierde el valor que debería tener.
“Las maestras y los maestros dramáticos intervenimos en el mundo a través del
cultivo de la curiosidad y de la inteligencia esperanzada” El grito manso -
Paulo Freire.
Justamente en la medida que nos tornamos capaces de cambiar el mundo a
través de la educación, a través del arte, a través de la música, de las pinturas
como medios de expresión nos tornamos seres éticos. La educación debe
despertar curiosidad primeramente en la vida del maestro y el maestro debe
despertar esta curiosidad en la vida de cada estudiante.
Debemos elaborar una pedagogía crítica. Debemos ser capaces de poner a
juicio lo que estamos haciendo, debemos ser capaces de dudar realmente de
nuestras capacidades, de nuestra labor, de nuestra intención, de nuestras
metas, de nuestra realidad. Crítica + Esperanza + Búsqueda + Motivación
El docente debe estar dispuesto a cambiar, como dice Paulo Freire el docente
debe deshacer toda inmovilidad, debe, más allá de crear una pedagogía crítica,
ser capaz de crear una pedagogía inmóvil. Esto es no quedarse quietos.
Aprender a escuchar, a aceptar otras opiniones, otras formas de razonar, otras
visiones y posturas. El docente siempre tiende a caer en la tentación de
rechazar a que piensa diferente. Esto lógicamente ya produce un rechazo una
distancia, una brecha entre los estudiantes y el maestro. Inconscientemente
caemos en una pedagogía conductista, mintiéndonos a nosotros mismos,
creyendo que nuestra forma de impartir los conocimientos es constructivista.
-“Pretender educar sin memoria es pretender ser sin estar. Pretender educar
sin horizonte es pretender estar sin animarse a ser. La sabiduría consiste en
estar, meramente estar, pero estar siendo, o si quiere, ser sin dejar de estar.”
Calos Cuellen.
TRABAJO PRÁCTICO
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
Año: 2019