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Un pequeño relato

A mediados del 2018 tuve la mejor clase de mi vida. Estudiaba un tecnólogo. Afortunadamente,
tuve grandes profesores. Me acuerdo de uno en específico. Johann, se llama. Y es, si no el personaje
principal de este relato, uno de los que implantó en mí la inquietud por la literatura, sobre todo por
el género del cuento.
Ese día, todos asistimos como de costumbre. La clase anterior habíamos comenzado con
unas exposiciones y, en principio, el plan era terminarlas ese día. Sin embargo, Johann nos
sorprendió diciendo que no, que veríamos un video y leeríamos un cuento. Cuando puso el video,
me percaté que era sobre Horacio Quiroga. Yo no había leído nada sobre él, pero sabía que era un
clásico. Me conmovió su vida, su suicidio, sobre todo. Terminamos de ver y Johann nos dijo que
hiciéramos grupos de trabajo. Íbamos a leer “A la Deriva”.
Me di cuenta que era un texto de cuartilla y media. Estaba entretenido. Muy sombrío y la
historia era interesante. Cuando acabamos una primera lectura, Johann nos preguntó sobre su
significado. Todos comenzamos a divagar. Le contamos la historia, el contenido más superficial.
Pero él quería que fuéramos más allá, así que nos puso a leer de nuevo. No hubo gran cambio.
Sosteníamos los mismos argumentos, pero Johann volvía a preguntar sobre cuál era el significado.
Hicimos una segunda lectura, luego una tercera y, si mi memoria no falla, una cuarta y una quinta.
Nadie supo responder de qué se trataba A la Deriva.
Nos rendimos. La clase se acababa y el día también. Johann solo se burlaba. No le quedó
otra cosa que explicarnos. El cuento es un género que tiende a la precisión. Los grandes textos,
además de precisos, cuentan siempre dos historias. Durante esa clase no solo aprendí de qué trataba
A la Deriva o porqué Horacio Quiroga es un clásico o teorías formales sobre el cuento. Fue algo
más. Creo que ese día aprendí para qué se escribe y para qué se lee, y la libertad que se puede
encontrar en cuartilla y media.

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