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Muerte absoluta o real

 Desaparición total de toda actividad vital


 Esta muerte definitiva produce la aceleración de la tanatomorfosis, que ya puede
comenzar a manifestarse en las etapas precedentes.
 Tres categorías:

En el nivel clínico, arreflexia total (Ausencia total de reflejos neurológicos, ya sea centrales


(como los pupilares) o periféricos (como los osteotendinosos) hipotermia progresiva,
(La hipotermia es una afección que ocurre cuando la temperatura del cuerpo desciende a
menos de 35º C). apnea definitiva, (significa literalmente "sin aire" o "parar de respirar")
midriasis bilateral, (La dilatación del ojo se mantiene a pesar de que se encuentran expuestos
a una luz brillante) ausencia de respuesta a los cardioestimuladores, (s on fármacos que
aumentan la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria y la actividad cerebral)

En el plano radiológico, detenimiento circular en la arteriografía carotidiana. ( son procedimientos


para abrir arterias obstruidas para restablecer el flujo de sangre al cerebro)

Por último, desde el punto de vista eléctrico, se realiza un electroencefalograma bajo estímulos, en
registros de varios minutos repetidos. (durante 24 a 48 horas).

 Es posible discernir signos precoces, contemporáneos del “deceso”;


 Signos semitardios y signos tardíos

 Signos semitardíos (algunas horas después de la muerte)

o Los primeros se explican por la pérdida de las funciones cerebrales.

o De ahí la desaparición de las facultades instintivas e intelectuales,

o De la sensibilidad en todas sus formas,

o De la motricidad: El cuerpo queda en la situación que impone la pesantez


(“inmovilidad de la muerte”), es decir, “en decúbito dorsal, o decúbito supino,
(Es una posición anatómica del cuerpo humano que se caracteriza por:
Posición corporal acostado boca arriba, generalmente en un plano paralelo al
suelo. Cuello en posición neutra).

o Miembros semiflexionados,

o La cabeza inclinada

o La punta del pie vuelta hacia fuera

o El pulgar flexionado hacia el hueco de la mano

o La mandíbula inferior caída

o La boca y los ojos abiertos”.


 Signos tardíos en relación con la descomposición.
 Positivos: Atañen a todas las modificaciones que desembocarán en el tejido cadavérico.
Negativos: Abolición precoz de las funciones vitales (corazón-pulmones-cerebro).

o Los signos semitardíos, en relación estrecha con los efectos físicoquímicos que
provoca el detenimiento de las funciones vitales, atañen más especialmente:

o Al enfriamiento del cuerpo (acelerado en los niños, los viejos, los accidentados, los
ahogados, los operados; lento entre los obesos y los crónicos)

o La deshidratación o pérdida de agua (disminución sensible del peso en los recién


nacidos

o Aparición de placas apergaminadas en el cuerpo entre los adultos (derrames


linfáticos subcutáneos).

o La rigidez cadavérica que sigue al relajamiento muscular (especialmente del


músculo masticador y de los diversos esfínteres)

o Entre algunos minutos y algunas horas después de la muerte, la rigidez comienza


por la cara, la nuca, se extiende en seguida al tronco y a todo el cuerpo, luego
desaparece por el mismo camino 36 a 48 horas después.

 A todo esto, se agregan diversos signos biológicos, entre los cuales los principales son:
hipoglicemia y del corazón, acidosis generalizada y albuminuria, aumento del nitrógeno,
de los ácidos aminados y del ácido láctico (es éste el que sustituye al medio alcalino del
viviente, lo que explica la rigidez).

 Alargamiento rápido del tiempo de incoagulabilidad de la sangre (entre una y ocho horas
después del deceso)

 Dr. Quillet, habla de “fin de la vida o cesación definitiva de las funciones corporales”

 Dr. Claude Bernard: “Si quisiéramos expresar -escribió en 1875- que todas las funciones
vitales son la consecuencia necesaria de una combustión orgánica, o que la vida es la
muerte y la destrucción de los tejidos. Donde las alteraciones tienen un efecto
acumulativo y son irreversibles.
Conclusión

El concepto de muerte no se discute si es pérdida de oxígeno, de movimiento, de respiración, de


coloración o de algo que se va y no se sabe dónde. Ella se decreta oficialmente desde el discurso
médico dando cuenta de las señales electromagnéticas del cerebro. Lo que sí se mantiene es la
promesa, como todo lo de la modernidad, que si hacemos esto y a tal hora con tal producto, la
situación cambia respecto de la muerte y así salud y vida quedan unidas.

Es por ello que cuando escuchamos hablar de la muerte se da la tendencia a caer en frases
comunes: “Llega y no avisa, de allí donde ella manda no se regresa, los que estuvieron cerca de
ella aprenden a valorar la vida”. “Uno no sabe por qué se mueren siempre los buenos” “Feliz el
que muere porque no sigue viviendo en la crisis” Es difícil sacarles el cuerpo a esas percepciones
populares sobre la muerte. Desde mi perspectiva teórica, hay muerte porque antes hubo vida.

En ese proceso de lucha de fuerzas entre lo vivo y lo muerto y nada fácil de encerrar en un único
discurso o sensibilidades lastimeras, la vida y la muerte conviven y coquetean. Ya el poeta Hesíodo
lo anunció así: “! ¡OH, si el cielo me hubiese concedido no vivir en esta quinta generación de
hombres, o si hubiese muerto antes o nacido después!, porque ahora es la edad de hierro! El
hombre vive en medio de trabajos, miserias y amarguras que le prodigan los dioses. El mundo, tal
como está, es una mezcolanza de bienes y males, pero se agravará todavía más antes de que Zeus
aniquile a la raza infeliz de los mortales. Andarán enfrentados los hijos a los padres, el amigo al
amigo, el hermano al hermano.” Pardo

Según Platón, decía: “Quién sabe si vivir es morir, y si, por otra parte, morir sea vivir”.

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