Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Cuántas veces ha pospuesto hacer algo divertido como un viaje o darse un placer porque
sentía que tenía demasiado trabajo por hacer, porque pensaba que tenía que acabarlo todo
primero?
Parece instintivo. Nadie quiere estropear una experiencia placentera por tener que preocuparse
de su lista de cosas por hacer, por sentirse culpable por disfrutar antes de tiempo. Por eso, por
ejemplo, programamos un viaje para el fin de semana después de una fecha de
entrega importante y no el fin de semana anterior. Retrasamos las recompensas hasta después de
habérnoslas ganado porque creemos que así podremos disfrutar de ellas realmente.
Pero, ¿es correcta este planteamiento? Mi laboratorio llevó a cabo recientemente una serie de
experimentos para comprobar cómo se siente y afecta de verdad el "ocio primero", y
descubrimos que no es tan preocupante como parece. Nuestras conclusiones han sido publicadas
en la revista Psychological Science.
En nuestro primer experimento invitamos a 181 transeúntes del Museo de Ciencia e Industria en
Chicago (EE.UU.) -adultos trabajadores de diversos orígenes laborales- a completar dos
actividades. Una se llamaba Trabajo fijo, una batería agotadora de pruebas cognitivas; la
otra, Creador mágico, un divertido juego de iPad que implica crear y escuchar música.
¿El resultado? Aunque los participantes pensaron que el orden de las actividades importaría
mucho (los participantes de "juego primero" predijeron calificaciones de disfrute
significativamente más bajas que los de "juego después"), el orden en realidad no importaba en
absoluto. Los índices de disfrute reales fueron igual de altos en ambas situaciones. Los
participantes de "juega primero" se lo pasaron bien, sin remordimientos.
Descubrimos que, aunque los estudiantes que visitaron el balneario antes de los exámenes
predijeron que la experiencia sería menos agradable debido a lo que se les venía encima, en
realidad se divirtieron tanto como los que visitaron el balneario después de los exámenes. La
intuición, el instinto, se equivocó de nuevo.
¿Por qué pensamos que divertirse antes no será tan divertido como hacerlo después? La
respuesta tiene que ver con nuestras ideas sobre la distracción. En el experimento del balneario,
también les pedimos a los estudiantes que predijeran el porcentaje de tiempo que estarían
distraídos por los exámenes parciales frente al que podrían simplemente relajarse y disfrutar del
masaje. Luego, una vez salieron del balneario de batalla que construimos, indicaron el porcentaje
de tiempo real en que tuvieron la mente en los exámenes. Los estudiantes asumieron que
estarían muy distraídos si recibían un masaje antes de los exámenes (predijeron que las
pruebas dominarían casi el 40 % de su atención en el balneario), pero eso no fue lo que ocurrió.
Los estudiantes pensaron en los exámenes parciales menos del 20 % del tiempo. La mayoría,
simplemente, se divirtió.
Los participantes fueron asignados de forma aleatoria en tres grupos. En el primero, los
participantes completaron el estudio de recompensa y valoraron lo agradable que fue. Como en
nuestros otros estudios, estos participantes no parecían preocupados por el trabajo que se
avecinaba y calificaron la recompensa como extremadamente agradable. Este fue nuestro punto
de referencia para los otros dos grupos, en los que pedimos a los participantes que adivinaran las
calificaciones de disfrute del primero.
El tercer grupo también tuvo que predecir el disfrute del primero, pero antes respondieron a una
serie de preguntas guiadas diseñadas para recordarles el poder absorbente de la
diversión: "Piense en la experiencia de saborear ahora mismo un aperitivo sabroso. Piense
que dura 10 segundos. ¿Qué piensa y siente realmente en cada momento?". Luego se les mostró
diez líneas en blanco, una por cada segundo, y se les pidió que especificaran lo que
probablemente estarían pensando y sintiendo durante la experiencia propuesta. (Los
participantes indicaron acciones como "solo saboreando" y "relajándome y sintiendo el placer").
Este ejercicio fue diseñado para facilitarles apreciar las sensaciones gustativas a pesar de otras
distracciones.
Eso es exactamente lo que pudimos comprobar. Después de completar la tarea guiada, los
participantes del tercer grupo predijeron con mayor precisión cómo de agradable era el estudio
"recompensa" para los participantes del primer grupo. Al dividir la experiencia en momentos, al
bajar a los detalles, pudieron apreciar mejor los sentimientos que asociamos con el ocio: placer,
emoción, estimulación y relajación.
Esto es un problema, porque, entre otros beneficios, el ocio mejora nuestro trabajo. Las
personas a menudo trabajan mejor y están más satisfechas con su trabajo después de regresar de
periodos de descanso relajantes. Disfrutar del trabajo también ayuda a que las personas tengan
más compromiso con los objetivos a largo plazo. Si la gente tiende por instinto a posponer el ocio
-siempre hay más trabajo que hacer-, lo más probable es que aprovechen ninguna oportunidad
de entretenimiento y terminen sintiéndose agotados e insatisfechos en el trabajo. Podemos
postergar hacer algo divertido para "el momento adecuado", solo para darnos cuenta de que
parece que nunca llega.
Luchar contra este instinto no será fácil. Pero puedes organizar tu trabajo y tu tiempo libre para
volverte mejor en pasártelo bien ahora. Aquí hay tres pasos:
Divertirse puede parecer un trabajo duro, pero no lo es. Podría esperar al "momento adecuado"
para disfrutar de algo o simplemente disfrutarlo ahora. Lo disfrutará haga lo que haga.