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Proapsi080304 Uso A Largo Plazo de Antipsicóticos en La Esquizofrenia
Proapsi080304 Uso A Largo Plazo de Antipsicóticos en La Esquizofrenia
ANTIPSICÓTICOS EN LA
ESQUIZOFRENIA
Una revisión crítica de la relación
riesgo-beneficio
Dr. Nicolás Oliva
Médico Especialista en Psiquiatría
Magíster en Psiconeurofarmacología
Psiquiatra en el CeSAC n.°43 y en ADOP-ADOPI
Introducción
Son tan importantes las preguntas que indagan sobre lo que no sabemos como las que
cuestionan aquello que creemos saber.
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basada en la evidencia (MBE). Lo haremos de la manera más minuciosa posible debido a
que es una temática compleja y con diversas aristas para tener presentes.
Necesitaremos comenzar por responder varias preguntas previas: qué es la
esquizofrenia; cuál es su prevalencia; cuáles son sus características clínicas, curso y
evolución; cuál es su pronóstico; a qué llamamos remisión; qué es recuperación, y cuáles
son su tratamiento y sus etapas. Luego pasaremos al núcleo del problema, el análisis de la
literatura médica. Para finalizar, intentaremos arribar a elementos que nos ayuden a tomar
decisiones en nuestras prácticas clínicas.
Objetivos
➢ Identificar los diferentes niveles de evidencias y recomendaciones.
➢ Incorporar las definiciones conceptuales que permiten recortar el problema.
➢ Elaborar estrategias terapéuticas (p. ej.: remisión, recaída, recuperación).
➢ Ponderar en conjunto los elementos de riesgos y beneficios.
➢ Reconocer las limitaciones de las evidencias actuales.
RED CONCEPTUAL
USO A LARGO PLAZO DE ANTIPSICÓTICOS EN LA ESQUIZOFRENIA
ASPECTOS GENERALES. PREVALENCIA
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS. CURSO Y EVOLUCIÓN. PRONÓSTICO
REMISIÓN
RECUPERACIÓN
TRATAMIENTO
METODOLOGÍA
GUÍAS Y PROTOCOLOS DE TRATAMIENTO DE LA ESQUIZOFRENIA
REVISIONES SISTEMÁTICAS Y METANÁLISIS
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En cuanto a la etiología, debemos señalar que aunque es de origen multifactorial, la
información hasta el momento avala que se trataría de un trastorno con alta carga
hereditaria genética (Owen, 2017). Por otro lado, los factores de riesgo son: la infección
por virus influenza y la desnutrición en el embarazo, las complicaciones obstétricas y
perinatales, el nacimiento en invierno, la vida urbana, la edad paterna avanzada y la
migración en la época adulta (Tandon, 2008 b).
La hipótesis del neurodesarrollo ha sido el modelo dominante en el cual se ha llevado
a cabo la investigación sobre la patogenia de la esquizofrenia desde los artículos
influyentes de Weinberger y Murray y Lewis hace 30 años (Weinberger, 1987, 2011;
Murray, 1988). Existen algunas alteraciones neurobiológicas que se observan en los
pacientes con esquizofrenia: dilatación de los ventrículos, disminución del volumen
cerebral, disminución de la sustancia gris en el hipocampo, reducción o inversión de la
asimetría hemisférica, disminución de la actividad de la corteza prefrontal en estudios
cognitivos, alteraciones en los potenciales evocados (P50, P300), reducción del neuropilo,
menor expresión de subunidades del receptor NMDA en el hipocampo, reducción de N-
acetil aspartato en la corteza frontal y temporal, disminución de los fosfomonoésteres en la
corteza prefrontal y alteración de la migración de neuronas en áreas corticales y límbicas
(Keshavan, 2008). No obstante, ninguna de dichas alteraciones neurobiológicas puede
utilizarse como única causa patognomónica y no se ha podido desarrollar un marcador
biológico para lograr un diagnóstico más preciso.
Los síntomas positivos incluyen los delirios (de persecución y de referencia son los
más frecuentes) y las alucinaciones (las auditivas son las más frecuentes, pero pueden
ocurrir de cualquiera de los sentidos). El contenido bizarro del pensamiento y la
incongruencia afectiva son bastante característicos (Tandon, 2009). Son importantes, pero
no patognomónicos, pudiendo ser similares a los que se presentan en otros cuadros e
incluso los de primer orden de Schneider (robo del pensamiento, voces que dialogan entre
sí, voces de comando o que comentan sus actos) que se presentan en otras
enfermedades (Peralta, 1999).
Los síntomas negativos comprenden el embotamiento o pérdida de una gama de
funciones afectivas y conativas. Estos incluyen impedimentos en la experiencia y
expresión afectiva, abulia, alogia, anhedonia, apatía y disminución del impulso social.
Respecto de los síntomas cognitivos principalmente son: los déficits en la memoria de
trabajo y episódica, la velocidad de procesamiento, la fluencia verbal, la atención, las
funciones ejecutivas y la teoría de la mente. Se presentan en la fase premórbida y su
evolución es heterogénea.
➢ El curso de la enfermedad varía, la mayoría de los pacientes presentan un curso crónico con
exacerbaciones erráticas o recaídas con reiteradas internaciones que se asocian con decrecimiento
de la calidad de vida, una alta carga económica y fomentan la estigmatización. Las sucesivas
recaídas se asocian también con un declive progresivo de las respuestas al tratamiento (Emsley,
2013).
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Remisión
Durante muchos años, la esquizofrenia se consideró una enfermedad crónica con poca
o ninguna esperanza de recuperación. De hecho, una mejoría espectacular en un paciente
con un diagnóstico de esquizofrenia fue considerada por muchos médicos como evidencia
de un error diagnóstico original.
Con la finalidad de alcanzar un mayor entendimiento del curso y del tratamiento de la
enfermedad, un grupo de investigadores propuso homogeneizar los criterios de la
definición de la remisión para las futuras investigaciones. Consiste en un umbral fijo para la
gravedad de los síntomas (no más que síntomas leves en la Escala del Síndrome Positivo
y Negativo (PANSS) (Kay, 1987) y un componente de duración (mantenido durante al
menos 6 meses) (Andreasen, 2005). Definieron un puntaje de leve o menor (puntaje de
elementos de PANSS ≤ 3; puntajes de ítems de la Escala Breve de Calificación
Psiquiátrica (BPRS) (Overall, 1962) ≤ 3, usando el rango de 1-7 para cada ítem; puntajes
de ítems (SAPS y SANS) ≤ 2 simultáneamente en todos los ítems. Estos resultados son
interpretados como representativos de un nivel de deterioro consistente con la remisión
sintomática de la enfermedad. Dados el curso a largo plazo y el carácter intrínseco de la
esquizofrenia, el consenso del grupo de trabajo definió un período de 6 meses como un
umbral de tiempo mínimo durante el cual se debe mantener la gravedad del síntoma
antes mencionado para lograr la remisión (Andreasen, 2005).
Estos parámetros son de los más utilizados en los actuales estudios; sin embargo, como
mencionaremos más adelante, continúa existiendo heterogeneidad en los criterios de las
definiciones utilizadas.
Recuperación
A la mejoría sostenida de los síntomas se la denominó recuperación y aunque está
ampliamente aceptado que una proporción de los pacientes con esquizofrenia tienen un
pronóstico favorable, no se conoce con precisión dicha proporción debido a los variados
resultados. Uno de los factores de la heterogeneidad de los resultados es el uso
de diversas definiciones de recuperación.
En los últimos años se ha enfocado la definición de recuperación desde un punto de
vista multidimensional, donde se agrega la dimensión social y funcional a la
dimensión clínica (ya mencionada en la definición de remisión). Por este motivo,
Jääskeläinen y cols. (Jääskeläinen, 2013) realizaron una revisión sistemática y metanálisis
aplicando un criterio que incluía ambas dimensiones y una duración de al menos 2 años
para al menos una de estas medidas. Agregaron que los participantes deberían presentar
actualmente, como máximo, síntomas leves (p. ej., los estudios que informaron
únicamente “sin hospitalización” como un índice de recuperación clínica fueron excluidos).
Se obtuvo como resultado que la proporción mediana de individuos con esquizofrenia que
cumplieron los criterios de recuperación fue del 13,5%. Siendo un valor por debajo de los
anteriores estudios donde evaluaban “buenos resultados” (Hegarty, 1994; Menezes, 2006;
Warner, 2004), esto puede deberse a que el criterio utilizado para la definición fue más
riguroso. Otras características de los resultados fueron que los valores medios para la
recuperación fueron inesperadamente estables, sin diferencias estadísticamente
significativas según sexo, momento de la recolección de datos, duración del seguimiento,
estado del primer episodio, origen de la muestra y calidad del estudio.
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Tratamiento
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b. Enumere los síntomas positivos, negativos y cognitivos.
Metodología
Tomaremos como guía para evaluar la información seleccionada las pautas brindadas
por Bandelow y cols. sobre “Cómo calificar las categorías de la evidencia” (Bandelow,
2008) donde señalan que, mientras por un lado existe un número cada vez mayor de
opciones de tratamiento para los pacientes con trastornos psiquiátricos y un crecimiento
del cuerpo de la evidencia que describe su eficacia y seguridad, por el otro lado es notorio
un constante bombardeo con “evidencia” de que un nuevo tratamiento es más efectivo,
tiene menos efectos adversos, comienzo de acción más rápido o alguna otra ventaja. Esto
lleva a que los médicos se encuentren a menudo con la dificultad de determinar el mejor
tratamiento para cada paciente y que no solo la eficacia es importante para tomar una
decisión. Por ejemplo, para dos tratamientos con la misma eficacia, el que tenga un perfil
más benigno de efectos adversos o más bajo costo deberá ser el recomendado. Por lo
tanto, es necesario organizar los varios tipos de evidencia jerárquicamente en un
sistema de calificación según su fuerza, con ensayos controlados y aleatorizados en el
extremo superior e informes de casos u opinión de expertos en el extremo inferior del
espectro.
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ansiedad generalizada del Instituto Nacional para la Excelencia Clínica del Reino Unido
(NICE, 2007). Esto llevó a los autores a desarrollar un sistema propio de calificación que
exponemos a continuación.
Cuadro
CATEGORÍA DE DESCRIPCIÓN
EVIDENCIA
A La evidencia completa de estudios controlados se basa en:
-Dos o más estudios controlados y aleatorizados (ECA), doble ciego, de
grupos paralelos, que muestran superioridad al placebo (o en el caso
de los estudios de psicoterapia, superioridad a un "placebo psicológico"
en un estudio con cegamiento adecuado) y
-Uno o más ECA positivos que muestran superioridad o eficacia
equivalente en comparación con el tratamiento de comparación
establecido en un estudio de tres brazos con control con placebo o en
un ensayo de no inferioridad bien activado (solo se requiere si existe
dicho tratamiento estándar)
En el caso de estudios negativos existentes (estudios que muestran no
superioridad al placebo o inferioridad al tratamiento de comparación),
estos deben ser superados por al menos dos estudios positivos
adicionales o un metanálisis de todos los estudios disponibles que
muestren superioridad al placebo y no inferioridad a un tratamiento de
comparación establecido. Los estudios deben cumplir con los
estándares metodológicos establecidos. La decisión se basa en la
medida de eficacia primaria
B La evidencia positiva limitada de los estudios controlados se basa
en:
-Uno o más ECA que muestran superioridad al placebo (o en el caso de
los estudios de psicoterapia, superioridad a un "placebo psicológico")
o
-Una comparación controlada aleatorizada con un tratamiento estándar
sin control con placebo con un tamaño de muestra suficiente para una
prueba de no inferioridad
y
-No existen estudios negativos
C Evidencia de estudios no controlados o informes de casos /
Opinión de expertos
-C1 Estudios no controlados. La evidencia se basa en:
uno o más estudios abiertos naturalistas positivos (con un mínimo de 5
pacientes evaluables)
o
una comparación con un medicamento de referencia con un tamaño de
muestra insuficiente para una prueba de no inferioridad
y
no hay estudios controlados negativos
-C2 Informes de casos. La evidencia se basa en:
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uno o más informes de casos positivos
y
no hay estudios controlados negativos
-C3 Evidencia se basa en la opinión de expertos en el campo o
experiencia clínica
D Resultados inconsistentes
Los ECA positivos son superados por un número aproximadamente
igual de estudios negativos
E Evidencia negativa
La mayoría de los estudios controlados aleatoriamente o estudios
exploratorios muestran no superioridad al placebo (o en el caso de
estudios de psicoterapia, superioridad a un "placebo psicológico") o
inferioridad al tratamiento comparador
F Falta de evidencia
Se carece de estudios adecuados que prueben la eficacia o la falta de
eficacia
Grado de Basado en:
recomendación
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• de mantenimiento con antipsicóticos de primera generación en comparación con
los de segunda generación
• de mantenimiento con dosis altas de antipsicóticos en comparación con dosis
moderadas y bajas de antipsicóticos
• de mantenimiento con antipsicóticos de vía oral en comparación con los de vía
inyectable de acción prolongada
➢ El diagnóstico preciso, según mencionan, tiene enormes implicaciones para la planificación del
tratamiento a corto y largo plazo, y es esencial tener en cuenta que el diagnóstico es un proceso en
lugar de un evento de una sola vez. A medida que se disponga de nueva información sobre el
paciente y sus síntomas, se deberá volver a evaluar el diagnóstico del paciente y, si es necesario,
se modificará el plan de tratamiento.
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niños) son áreas que los clínicos de atención de la salud mental pueden explorar
periódicamente [II].
Fase estable
Los objetivos del tratamiento durante la fase estable son garantizar que:
➢ Se recomienda un control regular de los efectos adversos [I]. Los medicamentos antipsicóticos
reducen sustancialmente el riesgo de recaída en la fase estable de la enfermedad y se recomiendan
encarecidamente [I].
Las dosis más bajas de antipsicóticos de primera generación se pueden asociar con una
mejor adherencia y un mejor estado subjetivo y quizás un mejor funcionamiento en última
instancia. Los antipsicóticos de segunda generación generalmente pueden administrarse
en dosis que son terapéuticas, pero muy inferiores al umbral de síntomas extrapiramidales.
➢ Las ventajas de disminuir las dosis de antipsicóticos para reducir los efectos secundarios deben
sopesarse contra la desventaja de un riesgo algo mayor de recaída y exacerbaciones más
frecuentes de síntomas esquizofrénicos. En general, es más importante prevenir la recaída y
mantener la estabilidad del paciente [III].
Los antipsicóticos están asociados con el riesgo diferencial de una variedad de efectos
secundarios, incluidos los efectos secundarios neurológicos, metabólicos, sexuales,
endocrinos, sedantes y cardiovasculares. Se justifica el control de los efectos
secundarios basados en el perfil de efectos secundarios del antipsicótico recetado.
Durante la fase estable del tratamiento, es importante controlar rutinariamente a todos los
pacientes tratados con antipsicóticos para detectar efectos secundarios extrapiramidales y
el desarrollo de discinesia tardía [I]. Debido al riesgo de aumento de peso asociado con
muchos antipsicóticos, se recomienda la medición regular del peso y el índice de masa
corporal (IMC) [I]. Se recomienda el control rutinario de los problemas de salud
relacionados con la obesidad (p. ej., presión arterial alta, anomalías lipídicas y síntomas
clínicos de diabetes) y la consideración de intervenciones apropiadas, particularmente para
los pacientes con IMC en los intervalos de sobrepeso y obesidad [II]. Los médicos pueden
considerar un control regular de los niveles de glucosa en ayunas o de hemoglobina A1c
para detectar diabetes emergente, ya que los pacientes a menudo tienen múltiples factores
de riesgo para la diabetes, especialmente los pacientes con obesidad [I].
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El tratamiento antipsicótico a menudo resulta en una mejora sustancial o incluso en la
remisión de los síntomas positivos. Sin embargo, la mayoría de los pacientes siguen con
problemas funcionales debido a los síntomas negativos, los déficits cognitivos y la función
social limitada. Es importante evaluar si los síntomas negativos residuales son de
hecho secundarios a un síndrome parkinsoniano o depresión mayor no tratada, ya
que las intervenciones están disponibles para abordar estas causas de síntomas negativos
[II].
➢ Los antipsicóticos de mantenimiento indefinido se recomiendan para los pacientes que han
tenido múltiples episodios previos o dos episodios en 5 años [I].
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La prescripción de dosis bajas y el uso de estrategias de dosificación intermitentes (con
medicamentos provocados por la aparición de los signos tempranos de recaída
característicos de un individuo) se han sugerido en el pasado como formas de reducir los
efectos secundarios a largo plazo; sin embargo, cuando se probaron en ensayos
controlados, los riesgos, particularmente en términos de recaída aumentada, superaron
cualquier beneficio (Dixon y cols., 1995; Hirsch y Barnes, 1995).
Al estudiar la recuperación en las personas que están en remisión los autores destacan
una serie de estudios: un metanálisis (Davis y cols., 1993) de 35 estudios doble ciego que
comparó el tratamiento de mantenimiento usando aleatoriamente APG contra placebo en
más de 3500 usuarios del servicio, informó una recaída en el 55% de los pacientes que
recibían placebo, pero solo en el 21% de los que recibieron medicamentos activos. Gilbert
y cols. (1995) revisaron 66 estudios de abstinencia de antipsicóticos, publicados entre
1958 y 1993, e involucraron a más de 4000 usuarios del servicio. La tasa media
acumulada de recaída en los grupos de abstinencia de medicación fue del 53% (período
de seguimiento de 6 a 10 meses) en comparación con el 16% (seguimiento de 8 meses)
en los grupos de mantenimiento antipsicótico. Durante un período de varios años,
la continuación del tratamiento con antipsicóticos convencionales parece reducir el
riesgo de recaída aproximadamente dos tercios (Kissling, 1991).
➢ Las definiciones de recaída utilizadas en esta revisión fueron las adoptadas por los estudios
individuales. Esta definición varió entre los estudios; por lo tanto, se debe tener precaución en la
interpretación de los resultados.
Debemos subrayar que la duración de los ECA seleccionados no supera los 2-3 años.
Los autores señalan que la esquizofrenia es una enfermedad crónica que se puede
dividir arbitrariamente en tres fases: aguda, de estabilización y estable del trastorno.
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➢ En la fase estable, los síntomas y la desorganización se han reducido todo lo posible y se
pueden implementar estrategias psicosociales y de rehabilitación a más largo plazo.
Un tema importante que surge para el paciente con un primer episodio de psicosis es
la duración de la profilaxis para la prevención de recaídas. Las dificultades para llevar
a cabo estudios aleatorizados y controlados de la retirada de la medicación hacen que sea
difícil proporcionar recomendaciones precisas y basadas en la evidencia. En uno de los
primeros estudios aleatorizados y controlados con placebo de antipsicóticos de
mantenimiento, el 62% de los pacientes con recaída recayeron durante 2 años, en
comparación con el 46% de los que recibieron farmacoterapia de mantenimiento (Crow,
1986). Sin embargo, una revisión de estudios longitudinales de cohortes de pacientes en
entornos de tratamiento natural mostró tasas de recaída del 60% a los 2 años (Ram,
1992).
Una recomendación pragmática para los pacientes y sus familias es que los pacientes
que han realizado una recuperación funcional y han estado en remisión con medicamentos
durante al menos 1 a 2 años pueden considerarse candidatos para un ensayo sin
medicación.
No hay pautas para identificar a los pacientes que pueden permanecer libres de
recaídas.
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➢ Se debe observar un mínimo de 5 años de estabilidad, sin recaída y con un funcionamiento
adecuado, antes de considerar una retirada lenta de la medicación antipsicótica durante 6 a 24
meses.
Luego apuntan que tres metanálisis recientes han confirmado los beneficios del
tratamiento antipsicótico en la prevención de recaídas (Leucht, 2012 a; Leucht, 2012 b;
Kishimoto, 2013). Esto también se asoció con tasas más bajas de hospitalización y
evidencia limitada de una mejor calidad de vida (Leucht, 2012 a; Leucht, 2012 b). Sin
embargo, el beneficio de SGA frente a FGA no se identificó o, en el mejor de los casos, fue
modesto (Leucht, 2012 b; Kishimoto, 2013). Como era de esperar, los que recibieron
tratamiento activo informaron una mayor incidencia de efectos secundarios relacionados
con los antipsicóticos (p. ej., aumento de peso, trastornos del movimiento) (Leucht, 2012
b). Cabe destacar que los estudios de mantenimiento/recaída generalmente representan
períodos de seguimiento de no más de un año (Leucht 2012 b; Kishimoto, 2013). Sin
embargo, se ha establecido que varios años de estabilización no confieren inmunidad
a la recaída. En un estudio de seguimiento de 5 años de pacientes con un primer episodio
con esquizofrenia o trastorno esquizoafectivo que se habían estabilizado al final de un año
de tratamiento antipsicótico (n = 104), 81,9% presentaron recaída al cabo de 5 años
(Robinson, 1999).
En relación con las vías de administración de antipsicóticos los autores destacan que
los pacientes deben tener la opción de antipsicóticos orales o de depósito en línea con
su preferencia (SIGN; Punto de buenas prácticas. Mejores prácticas recomendadas
según la experiencia clínica del grupo de desarrollo de la guía).
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Equipo de Investigación de Resultados del Paciente con Esquizofrenia
(PORT) 2009. Recomendaciones de tratamiento farmacológico y
declaraciones resumidas (Buchanan, 2010)
➢ Señalan que a las personas con esquizofrenia de múltiples episodios que responden al
tratamiento y que experimentan alivio agudo y sostenido de los síntomas con un antipsicótico se les
debe ofrecer tratamiento antipsicótico continuo para mantener el alivio de los síntomas y reducir el
riesgo de recaída o empeoramiento de los síntomas positivos.
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Guía para el tratamiento biológico de la esquizofrenia, Parte 2:
Actualización 2012 sobre el tratamiento a largo plazo de la
esquizofrenia y el tratamiento de los efectos secundarios inducidos
por antipsicóticos. Federación Mundial de Sociedades de Psiquiatría
Biológica (WFSBP) (Hasan, 2013)
➢ En relación con los objetivos de la terapia a largo plazo, los autores indican que deben discutirse
con el paciente en el contexto de la información básica adecuada, así como de sus objetivos
personales, a fin de encontrar un terreno común que fomente una estrategia de medicamentos a
largo plazo eficaz (toma de decisiones compartida). En este sentido, se debe formular e implementar
un plan de tratamiento.
Los principales objetivos del tratamiento durante la fase estable son para asegurar
que la remisión sintomática o el control continúen, que el paciente mantenga o mejore su
nivel de funcionamiento y calidad de vida, y controlar que continúe el tratamiento para los
efectos adversos y para evitar las recaídas. La terapia farmacológica antipsicótica debe ser
acompañada de intervenciones psicosociales.
El tratamiento a largo plazo es necesario para todos los pacientes con esquizofrenia.
Los antipsicóticos reducen sustancialmente el riesgo de recaída en la fase estable de la
enfermedad y se recomiendan fuertemente para duraciones de 1 a 2 años en pacientes de
primer episodio, 2 a 5 años en pacientes que han experimentado una recaída y por más de
5 años (tal vez incluso durante toda la vida) en pacientes con múltiples episodios.
Los antipsicóticos están asociados con diferentes niveles de riesgo de diversos efectos
secundarios, incluidos los efectos secundarios neurológicos, metabólicos, sexuales,
endocrinos, sedantes y cardiovasculares. Estos efectos secundarios pueden tener una
influencia aún mayor en la elección de la medicación a largo plazo que en la fase
aguda del tratamiento.
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Jeste y cols., 1993; Gilbert y cols., 1995; Leucht y cols., 2003). La terapia antipsicótica
debe continuar como parte de una estrategia integral de atención que atiende las
necesidades clínicas, emocionales y sociales del individuo (NICE, 2002).
➢ Señalan que las diferencias entre las APG y las ASG deben considerarse en el contexto de la
eficacia o la efectividad, los efectos secundarios, la sintomatología y la experiencia del paciente.
Una terapia antipsicótica moderna debería proporcionar un régimen terapéutico personalizado con
gran atención a los efectos secundarios. En el caso de las terapias de mantenimiento a largo plazo,
los efectos secundarios intolerables son un factor importante relacionado con la mala adherencia al
tratamiento (Goff, 2010).
En varias partes del estudio CATIE (excepto en la Parte 3) (Lieberman y cols., 2005;
Essock y cols., 2006; Stroup y cols., 2006, 2007) se encontraron pruebas que sugieren que
la olanzapina puede ser superior a la perfenazina (APG), así como a otros ASG, en el
tratamiento de mantenimiento de la esquizofrenia.
El estudio EUFEST (Kahn y cols., 2008) se realizó en pacientes con un primer episodio
de esquizofrenia y comparó haloperidol con cuatro ASG diferentes (amisulprida,
olanzapina, quetiapina, ziprasidona) con respecto a la interrupción del tratamiento como la
medida de resultado primaria. La interrupción del tratamiento por cualquier motivo fue
significativamente más alta en los pacientes tratados con haloperidol. La interrupción del
tratamiento como consecuencia de la insuficiencia de la eficacia también fue mayor en el
grupo de haloperidol, pero la diferencia entre haloperidol y quetiapina no fue significativa
(Kahn y cols., 2008).
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Otro aspecto importante para el tratamiento de mantenimiento de la esquizofrenia es el
tratamiento del suicidio y existe cierta evidencia de que ciertos antipsicóticos son mejores
que otros para reducir el comportamiento suicida en la esquizofrenia (Meltzer y cols., 2003;
Crocq y cols., 2010).
➢ El tratamiento de mantenimiento debe seguir las reglas básicas del tratamiento agudo: una
terapia de mantenimiento antipsicótica debe equilibrarse entre la eficacia, el cumplimiento, el perfil
de efectos secundarios individuales del paciente y la experiencia del paciente con ciertos
antipsicóticos.
El riesgo de desarrollar discinesia tardía después del tratamiento con APG está
bien establecido, pero las complicaciones a largo plazo después del tratamiento con
ciertos ASG aún no se conocen por completo. Los estudios actuales no pueden negar el
riesgo de desarrollar síndrome metabólico, diabetes y enfermedad coronaria asociada con
el tratamiento a largo plazo con ciertos SGA (Hasan, 2013).
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• Se recomienda un antipsicótico continuo durante al menos un año para los
pacientes de primer episodio (categoría de evidencia C, recomendación de grado
4).
• Para pacientes con episodios múltiples, debe tenerse en cuenta la duración del
tratamiento de mantenimiento de al menos 2 a 5 años (en casos graves,
tratamiento de por vida) (categoría de evidencia C, recomendación de grado 4).
• Sin embargo, la duración del tratamiento debe determinarse de forma individual,
teniendo en cuenta la motivación del paciente, la situación psicosocial y la atención
adicional que se brinda. Se recomienda la continuación indefinida de
antipsicóticos para los pacientes con antecedentes de intentos de suicidio
graves o comportamiento violento y agresivo y recaídas muy
frecuentes (categoría de evidencia C, recomendación de grado 4).
• Se recomienda el tratamiento antipsicótico continuo para la prevención de recaídas
(categoría de evidencia A, recomendación de grado 1) y se deben evitar las
estrategias intermitentes. Esto último solo podría ser apropiado para personas
con esquizofrenia que no están dispuestas a aceptar un régimen de mantenimiento
continuo o si existen contraindicaciones para la terapia de mantenimiento continuo
(NICE, 2010).
• Los antipsicóticos mejoran la calidad de vida en pacientes con esquizofrenia, pero
no se pueden encontrar pruebas a favor de un antipsicótico en particular o un
grupo (categoría de evidencia A, recomendación de grado 1).
• Sin embargo, debe mencionarse que los efectos secundarios influyen en la calidad
de vida y que tanto la reducción como el manejo cuidadoso de los efectos
secundarios son importantes para mejorar la calidad de vida (categoría de
evidencia C, recomendación de grado 4).
• Existe alguna evidencia de que el bienestar subjetivo es mayor luego del
tratamiento con ciertos ASG (categoría de evidencia B, recomendación grado 3).
Los antipsicóticos con el mejor equilibrio entre los efectos secundarios pueden tener un
beneficio en el tratamiento a largo plazo, pero no hay suficientes datos basados en
evidencia para hacer una declaración concluyente. Incluso hoy en día, hay evidencia
insatisfactoria en relación con las diferentes preguntas en el tratamiento a largo plazo de la
esquizofrenia y estas preguntas deben abordarse en grandes ensayos clínicos bien
diseñados. En los últimos años, se han publicado algunos ensayos importantes, pero cada
uno de ellos tiene importantes limitaciones metodológicas.
Varios aspectos, como el conocido vínculo entre patrocinio y resultado del estudio,
el uso de diversos rangos de dosis entre los estudios, la publicación poco popular de
resultados negativos, diferentes criterios de exclusión (especialmente cuando se investiga
esquizofrenia resistente al tratamiento), así como muchos otros factores, podrían sesgar
los resultados de los estudios publicados (Hasan, 2013).
➢ Queremos destacar que desde las primeras páginas de la guía los autores establecen que la
gestión psicofarmacológica debe adaptarse (“entallarse, trabajo de sastrería”) individualmente a las
necesidades y las preferencias del paciente, centrándose en la prevención de recaídas, la supresión
de síntomas y la mejora del bienestar subjetivo y de la calidad de vida.
A modo de cierre
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Mencionan la importancia y el efecto que tienen las guías, a partir de tomar ventaja de la
evidencia acumulada en la práctica clínica (Weinmann, 2008). Agregan que, al contrario de
lo que sucede con la fase aguda, las guías y algoritmos son más diversos acerca del
tratamiento de mantenimiento (Bhanji, 2002) debido a que hay menos evidencia para
basar las recomendaciones. Su búsqueda incluyó trabajos publicados o actualizados
desde el 2000 hasta julio de 2011, obtuvieron 14 guías y algoritmos. De cada uno
evaluaron primero qué definición de tratamiento de mantenimiento utilizaron, luego
investigaron qué recomendaciones otorgaron a discontinuar, terapia intermitente y
reducción de dosis con antipsicóticos (interpretando los puntos de vista como:
“recomendado”, “parcialmente recomendado o sin argumentos explícitos en contra” y “no
recomendado”).
Las guías y los algoritmos indican de forma verosímil que el equilibrio entre la eficacia
y los efectos secundarios debería tenerse en cuenta en la fase de mantenimiento. Sin
embargo, mientras muchos mencionan que cambiar los antipsicóticos es uno de los
enfoques para contrarrestar los efectos secundarios, presentan flaquezas ya que no
abordaron si el cambio a un nuevo medicamento o la reducción de la dosis del régimen
actual es un enfoque relativamente mejor. Es probable que un esfuerzo por reducir los
efectos secundarios de los antipsicóticos conduzca a una mejor adherencia a la
medicación en los pacientes con esquizofrenia.
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participantes que comparaban antipsicóticos frente a placebo y que fueron publicados
entre 1959 y 2011. Obtuvieron como resultado que los antipsicóticos fueron
significativamente más efectivos que el placebo en prevenir las recaídas a los 7 a 12
meses (resultado primario: fármaco 27%, placebo 64%, 24 ECA, n = 2669; RR 0,40; IC
95%: 0,33 a 0,49; número necesario para tratar un beneficio adicional resultado (NNTB 3;
IC 2 a 3). La hospitalización también se redujo; sin embargo, el riesgo inicial fue menor
(fármaco 10%, placebo 26%, 16 ECA, n = 2090; RR 0,38; IC 95%: 0,27 a 0,55; NNT 5; IC 4
a 9).
Por otra parte, más participantes en el grupo con placebo que en el grupo con
antipsicótico abandonaron los estudios temprano por cualquier motivo (a los 7-12 meses:
fármaco 38%, placebo 66%, 18 ECA, n = 2420, RR 0,55; IC 95%: 0,46 a 0,66; NNTB 4; IC
3 a 5) y debido a la ineficacia del tratamiento (a los 7-12 meses: fármaco 20%, placebo
50%, 18 ECA, n = 2420; RR 0,36; IC 95%: 0,28 a 0,45; NNTB 3; IC 2 a 4).
A pesar de que expresan que los resultados son robustos, mencionan que hay una
excepción principal: la diferencia entre antipsicóticos y placebo en ensayos de mayor
duración fue menor que en los estudios de más breves.
21
Los autores finalizan el estudio señalando que los resultados de esta revisión apoyan la
evidencia de que el tratamiento antipsicótico intermitente no es tan efectivo como el
tratamiento antipsicótico continuo para prevenir la recaída en las personas con
esquizofrenia.
De Hert y cols. publicaron su investigación en 2015 (De Hert, 2015). Estos autores
realizaron una revisión sistemática y metanálisis de estudios aleatorizados y controlados
que incluían a pacientes con esquizofrenia estabilizados para comparar el uso continuo de
antipsicóticos (de primera y segunda generación) contra el placebo o un tratamiento
intermitente. Efectuaron una búsqueda en la base de datos MEDLINE desde 1950 hasta
noviembre de 2014 de trabajos que cubrieran al menos un seguimiento de 6 meses.
También identificaron estudios adicionales a través de listas de referencia de otras
revisiones y reportes Cochrane. Incluyeron 46 ensayos que cumplían los criterios de la
búsqueda.
En la discusión los autores exponen los resultados y afirman que su revisión sistemática
y metanálisis demostró que los pacientes estabilizados con esquizofrenia que fueron
tratados continuamente tuvieron un menor riesgo de recaída en comparación con
los pacientes asignados al placebo, como también con tratamiento intermitente. Los
pacientes estabilizados expuestos por al menos 6 meses a estrategias intermitentes o al
placebo tienen unas 3 (FEM, OR 3,36; IC 95%: 2,36 a 5,45; p < 0, 0001) a 6 (REM, OR
5,64; IC 95%: 4,47 a 7,11; p < 0,0001) veces incrementado el riesgo de recaída,
respectivamente, en comparación con los pacientes con tratamiento continuo.
Además, realizaron un análisis descriptivo que mostró que con el tratamiento continuo
los pacientes no solo tienen un menor riesgo de recaída, también se pueden mantener sin
recaídas durante un tiempo más prolongado.
También analizan otros estudios con similar objetivo de investigación y manifiestan que
el hecho de que los antipsicóticos son claramente superiores al placebo en reducir el
riesgo de recaída en pacientes con esquizofrenia ha sido demostrado por diversas otras
investigaciones (Ciompi, 1980; Kane, 2011; Hough, 2010; Gaebel, 2004).
Concluyen que la eficacia del tratamiento continuo frente al placebo y las estrategias
intermitentes a través de los estudios es consistente, por lo que el tratamiento continuo
22
con antipsicóticos continúa siendo la piedra angular del tratamiento para los
pacientes con esquizofrenia.
Zhao y cols. llevaron a cabo hace muy pocos años una investigación (Zhao, 2016)
acerca del tratamiento a largo plazo con antipsicóticos en esquizofrenia que aporta la
novedad de realizar (es el primero), además de una revisión sistemática, un metanálisis
en red de ensayos controlados y aleatorizados. Esta última metodología permite la
comparación entre distintos antipsicóticos entre sí para prevenir recaídas y su tolerabilidad.
➢ A diferencia de los metanálisis tradicionales por pares, los métodos de red permiten las
comparaciones indirectas entre los tratamientos llevados a cabo en diferentes ensayos, en
condiciones presumiblemente, si no demostrables, altamente comparables.
Con el objetivo de evaluar si los antipsicóticos pueden tener un efecto negativo sobre el
curso clínico de la esquizofrenia a largo plazo se reunió un panel de expertos (Goff,
2017) en farmacología antipsicótica, neuroimágenes y neuropatología para revisar la
evidencia preclínica y clínica. En el estudio los autores realizan una serie de preguntas:
¿cuál es la evidencia clínica de que el tratamiento inicial con antipsicóticos afecta los
resultados a largo plazo?, ¿cuál es la evidencia desde las neuroimágenes y de los
estudios preclínicos de que los antipsicóticos son “neurotóxicos” o “neuroprotectores”?,
¿cuál es la evidencia de estudios preclínicos y clínicos con respecto a la posible
sensibilización a la dopamina relacionada con los antipsicóticos?
Por último, la pregunta que nos interesa, ya que se vincula directamente a nuestra
investigación, ¿cuál es la evidencia clínica de que el tratamiento de mantenimiento con
antipsicóticos afecta los resultados a largo plazo? Mencionan que la pregunta acerca del
valor del tratamiento continuo se puso sobre el tapete a partir de estudios naturalísticos
longitudinales realizados por Harrow y cols. (Harrow, 2014) y por Moilanen y cols.
(Moilanen, 2013), en los Estados Unidos y Finlandia respectivamente. En ambos estudios
encontraron resultados superiores en los individuos que previamente habían sido tratados,
pero que no estaban tomando la medicación antipsicótica en el momento de la evaluación
23
comparado con los pacientes que estaban recibiendo antipsicóticos. Sin embargo, los
pacientes no medicados tenían características premórbidas más favorables en el estudio
llevado a cabo por Harrow y cols. y tenían enfermedad menos severa en el trabajo de
Moilanen y cols., lo que indicaría que en los estudios naturalísticos no controlados el
estado de la medicación puede ser en parte la consecuencia de si los pacientes están bien
o mal en lugar de la causa. También citan otros estudios naturalísticos (Tiihonen, 2006;
Tiihonen, 2009) donde el resultado es el opuesto, es decir, los pacientes que realizan
tratamiento de mantenimiento presentan mejores resultados que aquellos que no lo hacen,
sobre todo con la clozapina. Por lo que afirman Goff y cols., no es posible arribar a
conclusiones desde estos estudios debido al riesgo sustancial de confusión.
En cambio, en los estudios controlados con placebo la evidencia es más clara acerca de
que el tratamiento de mantenimiento con antipsicóticos reduce el riesgo de recaída. Se
apoyan en los resultados del estudio ya comentado de Leucht y cols. (Leucht, 2012 a) y
agregan que la efectividad de los antipsicóticos en la prevención de recaídas fue
consistente independientemente de la duración de la enfermedad, duración de la
estabilidad clínica anterior a la discontinuación de la medicación o al uso de
antipsicóticos de primera o segunda generación.
Goff y cols. resaltan un metanálisis (Uchida, 2011) donde hallaron que el tratamiento de
mantenimiento con dosis moderadas y bajas (50-100% de las dosis estándares de la
Organización Mundial de Salud) presentó resultados similares en la prevención de
recaídas que las dosis estándares, aunque las dosis muy bajas (menos del 50% de la
dosis estándar) incrementaron el riesgo de recaída.
24
Tratamiento de mantenimiento en el primer episodio psicótico
Al mismo tiempo, indican que la longitud del seguimiento en los estudios analizados
también puede ser importante. En el ensayo de mayor duración de seguimiento (7 años)
donde arribaron al resultado de mayor recuperación funcional en el grupo de reducción de
dosis la tasa de recaída fue la misma luego de los 3 años entre los dos grupos (reducción
o mantenimiento), aunque señalan que esta investigación presenta algunos defectos
metodológicos.
➢ Los autores finalizan su trabajo indicando que son necesarios más estudios para establecer la
relación riesgo-beneficio a largo plazo de la medicación antipsicótica en un primer episodio
psicótico. A pesar de que no cuentan con evidencia concluyente recomiendan que los pacientes
jóvenes que no reúnan los criterios para el diagnóstico de esquizofrenia, que logran la remisión
clínica durante al menos 3 meses, que alcanzan una temprana recuperación funcional y que tienen
una buena red de contención social pueden ser eventuales candidatos para discontinuar los
antipsicóticos, aunque siempre adicionando las intervenciones psicosociales efectivas.
Actividad 2
25
a. ¿Cuáles de las guías y protocolos de tratamiento de la esquizofrenia desarrollados en
esta Unidad didáctica utiliza más en su consultorio? Justifique su preferencia.
Caso clínico 1
Se trata de un paciente de 19 años que convive con sus padres y estudia en la facultad.
Mantiene buen vínculo entre pares. Hace 8 meses comienza a aislarse socialmente y ser
más introvertido. Luego se agregan insomnio y malestares corporales inespecíficos.
Posteriormente presenta alucinaciones auditivas complejas e ideación delirante de
persecución no sistematizada. A partir de este cuadro es evaluado por Salud Mental y se
le indica la internación. El paciente acepta y es acompañado por su familia. La internación
dura 3 semanas, allí recibe tratamiento con olanzapina 10 mg/día, con buena respuesta
terapéutica a los síntomas psicóticos positivos. Luego continúa el tratamiento de manera
ambulatoria. Actualmente retomó los estudios universitarios.
Ejercicio de aplicación
Caso clínico 2
Ejercicio de aplicación
26
Conclusiones
Si bien es cierto que los estudios naturalísticos indicarían que existe un subgrupo de
pacientes que luego de un primer episodio psicótico pueden permanecer estables sin
medicación por un período prolongado, aún no contamos con criterios clínicos o
biomarcadores que nos permitan identificarlos.
Por otro lado, debemos agregar que las recaídas y las demoras en el inicio del
tratamiento con antipsicóticos están asociadas con tratamientos con pobres resultados, por
lo que podría existir un riesgo asociado a la discontinuación de la medicación con
antipsicóticos. La evidencia clínica sobre posibles efectos negativos a largo plazo del
tratamiento de mantenimiento con antipsicóticos no es concluyente.
27
Mejores prácticas recomendadas según la experiencia clínica del grupo de desarrollo de la
guía).
Otra cuestión para mencionar es que en la práctica del mundo real no es infrecuente el
uso de polifarmacia antipsicótica, pero esta práctica controvertida no se encuentra
presente en los estudios analizados. La mayoría de los autores insisten en que la etapa
de mantenimiento del tratamiento es un momento propicio para mejorar las condiciones de
este, reducir la polifarmacia y disminuir las dosis excesivas de antipsicóticos (Correll, 2018;
Emsley, 2018).
Como señalan Isohanni y cols. (Isohanni, 2019), las guías de práctica clínica actual
son inespecíficas en lo que respecta a las dosis óptimas, la reducción gradual de la
dosis, el mantenimiento de una dosis baja y la suspensión de antipsicóticos, no especifican
cómo realizar la reducción gradual (es decir, en qué momento en la evolución clínica de la
enfermedad y durante qué período). Estos autores aportan la importancia del manejo
óptimo de la medicación: toma de decisiones compartida, seguimiento y vigilancia a
intervalos regulares; y documentación cuidadosa de la respuesta, continuidad y
coordinación del tratamiento. Todo esto realizado por un equipo interdisciplinario.
28
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