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“Llama la atención que estás tres décadas claves en que la sociedad generó una nueva
sensibilidad (1860-1890), sean aquellas mismas en que el Uruguay se “modernizó”, es decir,
acompasó su evolución demográfica, tecnológica, económica, política, social y cultural a la de
Europa capitalista, entrando a formar parte plenamente de su círculo de influencia directa.
Entre 1860 y 1868 ocurrió la primera gran transformación en el medio rural, su
merinización, la incorporación de la exportación ovina al lado del tradicional vacuno, y, en la
década siguiente, sobre todo entre 1876 y 1882, el segundo elemento alrededor de la estancia
tradicional, el crecimiento de los campos y la aceleración del mestizaje ovino y vacuno, todos hechos
que se hallan en el origen de la sustitución del estanciero caudillo por el estanciero empresario.
La valorización de la carne, notoria ya hacia 1890, incrementada durante la instalación de
los primeros frigoríficos (1905-1915), se unió al alambramiento para roerle a los sectores populares
rurales aquella “insubordinación” y “altanería” que había sido a pesadilla de los hacendados,
ahora si transformados en patrones. La opción de la vagancia desapareció al mismo tiempo que el
gaucho se transformaba en peón, o emigraba, o se marginaba en los “pueblos de ratas”. Así se
angostó el terreno propicio al juego “bárbaro” y al ocio del “vago”.
Entre 1860 y 1890, la primera revolución industrial, la del vapor, se apoderó de la industria
montevideana incipiente, de la agricultura y del transporte, ocurriendo el boom de la construcción
de vías férreas entre 1884 y 1892.
Barrán, J. Pedro (2014): “Historia de la Sensibilidad en el Uruguay, La cultura “bárbara” – El
disciplinamiento”. Montevideo, EBO, p. 218.
“El militarismo significó desde el ángulo político, la sustitución de las banderas tradicionales
(blancos y colorados) […], y las nuevas (los principistas), por el gobierno de los grupos de presión
más fuertes en lo económico, aliado al grupo de presión más fuerte en el poder real y coactivo: el
ejército. La incorporación, la debilidad y el tono artificial que había asumido paulatinamente la
superestructura política de la República, que tradujo pues en una asunción del poder casi directa
por parte del substractum de la sociedad uruguaya: las <<fuerzas vivas>> de su economía [alto
comercio, clase alta rural, inversionistas extranjeros]”.
Barrán, J. Pedro, Nahum, Benjamín; Historia Rural del Uruguay Moderno”. Tomo 1, p. 479
En 1879 se aprobó la Ley de Registro de Estado Civil, con lo cual pasó a manos del
Estado una función cumplida hasta ese momento por la Iglesia. Cada Juzgado de Paz
empezó a llevar cuatro registros: de nacimientos, de defunciones, de matrimonio, y de
reconocimientos y legitimaciones.
Los recién nacidos debían ser inscriptos dentro de los diez días siguientes al parto
en Montevideo, o dentro de los veinte días si el nacimiento se había producido en
campaña. Los sacerdotes no podían admitir una inscripción en sus libros sin la
presentación del respectivo certificado del Registro Civil.
Ello también valía para los matrimonios. Dentro de los tres días del matrimonio
religiosos celebrado entre los católicos, los contrayentes debían presentarse al Juzgado
de Paz para extender el acta civil del matrimonio. Entre los no católicos esa acta debía
asentarse el mismo día.
Desde el Regreso a Montevideo, José Pedro Varela con Carlos María Ramírez
publicaran en la prensa una serie de artículos que servirían de base para la fundación de
la Sociedad de Amigos de la Educación Popular.
La Sociedad de Amigos no era una entidad de beneficencia más, que se
proponía simplemente la fundación de escuelas para niños pobres; […], la meta era más
amplia y radical, ya que implicaba una reforma integra de la enseñanza en el país. Se
trataba de hombres de pensamiento, de acción. Su preparación principal era la
campaña, “[…] ya que nadie se pugnaba por una verdadera enseñanza democrática
que atacara de raíz los males sociales provenientes del atraso en que se encontraba
nuestro interior, esto hacía más tajante la división de la población en dos clases
sociales netamente diferenciadas: la clase alta, radicada casi exclusivamente en la
capital, con acceso a los centros de cultura por un lado; y por el otro, la clase pobre, a
la que pertenecía la totalidad del campesinado, sumido en la más abyecta
ignorancia”.[2]
En 1869, Varela será nombrado presidente de la Sociedad de Amigos de la
Educación Popular y el 29 de agosto de 1869, se fundará una escuela en Montevideo
que llevara el nombre Elbio Fernández, en homenaje al primer presidente de la sociedad,
fallecido unos meses antes. Esta escuela será totalmente gratuita y el reglamento
interno prohibirá: “[…] al preceptor y ayudante a pedir o recibir estipendio alguno de
los padres encargados de los niños por la enseñanza de estos bajo pena de destitución.
Solo será necesario […] que el niño tuviera seis años de edad y no padecería
enfermedad contagiosa.”[3] También introducirá notables adelantos como por
ejemplo: la clasificación de alumnos por grado; la sustitución del silabeo por el sistema
fonético; las lecciones sobre objetos, la supresión de las lecciones de memoria; la
abolición de los castigos corporales y afrentosos. Roque Faraone señalará a este
respecto que: […] hace eclosión el ‘laicismo’ consecuencia de esta nueva orientación
científica de la enseñanza (eso produce desde ese momento el choque con la Iglesia) y
se difunde la nueva metodología fundada en el ‘raciocinio’ […] y en la adaptación a
una ‘psicología infantil’, consecuencia ambas de la misma incidencia que el avance de
la ciencia tiene en la sociedad del siglo XIX.[4]
En 1877 el gobierno del Coronel Latorre, promulgará por Decreto Ley, La Ley de
Educación Común, estructurada por Varela quien será nombrado a partir de ese
momento, inspector Nacional de la Dirección de Instrucción Primaria, cargo que
conservara hasta su muerte.
La Educación del Pueblo “[…] es la primera en el país destinada a analizar
rigurosamente la educación como actividad social y científica, y a promoverla […] Ha
sido vista también conjuntamente con la otra obra pedagógica de Varela, como
promotora, en el Uruguay del positivismo en diversos planos del pensamiento, y en tal
sentido su relevancia pasa a ser mucho mayor. Y todavía, por corresponder a la época
de surgimiento de la primera producción cultural verdaderamente nacional, es que
puede hablarse con piedad de Varela: la conciencia cultural”
FARAONE, Roque: Varela: La conciencia cultural. Montevideo, Enciclopedia Uruguaya, Nº32
“En todas las naciones, y en todas las edades del mundo, la ignorancia, no sólo
ha privado a la humanidad de infinitas alegrías sino que, creándole innumerables
infundadas alarmas, ha aumentado, con ellas, la suma de la miseria humana. En las
edades primitivas del mundo, un eclipse de sol o de Luna era considerado como signo
de temibles calamidades, como si anunciara imprevistas catástrofes, que deberían
venir a pesar sobre el universo. Aun hoy tan absurda opiniones no han desaparecido
por completo del espíritu de los hombres ignorantes. […] La difusión, pues, de los
conocimientos útiles, destruye los males de la ignorancia, males que han causado
pesares y desgracias sin cuento a la familia humana”
VARELA, José P. (1910): La Educación del Pueblo. Montevideo, pp. 23 y 29
“Las leyes sobre educación […] habrán de tener en cuenta las siguientes
condiciones: (1) Dar rentas especiales a la educación, para ponerla al abrigo de las
agitaciones políticas y de las crisis financieras; (2) descentralizar la administración
para estimular el interés y la actividad local, y dar independencia a las autoridades y
a la administración escolar (…); establecer un sistema gradual, que comprenda las
escuelas infantiles, escuelas primarias y secundarias, escuelas normales, y, si acaso,
colegios y universales”.
VARELA, José P., Ob. Cit. p. 12
Cuadro Nº 1 EVOLUCIÓN DE LA ENSEÑANZA
Años Nº de Escuelas Nº de alumnos Nº de maestros Costo por alumnos
1877 196 17.541 - $ 21.72
1890 470 45.953 1.041 $ 18.27
1900 571 52.474 1.131 $ 13.33
E. Acevedo, Anales, tomo 4. p. 227
EL CÓDIGO RURAL
A- El alambrado fijaba con claridad la extensión de la tierra que cada uno poseía.
B- Se consolidaba la propiedad en manos de sus ocupantes del momento.
C- Se ahorraba mano de obra (no había estampidas ni pérdidas de ganado).
D- Favorecía la cría del ovino porque permitía la cruza controlada; y
E- Favorecía la cría del vacuno porque permitía el mestizaje controlado y la subdivisión en
potreros (para cría, engorde, etc.)
F- Impedía que el campo fuera recorrido por intrusos, evitando así robos, fugas, corridas.
En esta época también incidieron varios motivos coyunturales para explicar su rápida
difusión
En primer lugar, la crisis económica que se desarrolló entre 1869 y 1875 hizo que
muchos hacendados tomaran conciencia de la necesidad de mejorar la productividad
del campo. Ellos sólo se podía lograr mestizando, y para mestizar era necesario el
mestizaje.
En segundo lugar, la crisis política de esos años, y la acentuación del desorden
interno que casi llegó a la anarquía con la gran Revolución de las Lanzas, intensificó los
robos. Una forma de combatirlos consistía en alambrar.
En tercer término, cuando se produjo la recuperación de la economía a partir de
1876, las ganancias aumentadas pudieron ser utilizadas en la compra de alambre y de
ganado fino. Para ello la ley aduanera de 1875 había eximido de impuestos la
importación de alambre.
Además, el Código Rural, reformado en 1879, impuso la medianera forzosa: si
un estanciero alambrado, el lindero tenía que compartir sus costos, con lo que el
interesado veía descender los suyos a la mitad.
[1] En María Guadalupe López Filardo (2004): Proyecto de la Figura de José Pedro Varela en
la construcción del Uruguay moderno. Biblioteca Pedagógica Central. CEP.
[2] DE GIORGI, Diógenes (1942): El impulso educacional de José Pedro Varela.
Montevideo. pp.63 y ss
[3] Ibid., pp. 86 y ss
[4] FARAONE, Roque: Varela: La conciencia cultural. Montevideo, Enciclopedia Uruguaya,
Nº32