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Curso de Capacitación Ley Micaela: Perspectiva de Género en Acción

Dirección de Políticas de Género


Dirección Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario
Secretaría de Estrategia y Asuntos Militares
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MÓDULO 1
INTRODUCCIÓN A LA PERSPECTIVA DE GÉNERO: CONCEPTOS BÁSICOS

Conceptos Base: Sexo y Género

En esta clase les proponemos estudiar algunos conceptos que nos servirán de
herramientas para entender la sociedad en la que vivimos desde una perspectiva de
género. Lo haremos para volver a mirar en base a lo aprendido, nuestros espacios de
trabajo, las políticas públicas, e incluso, porqué no, nuestras vidas personales también.

Sabemos que no son conceptos sencillos, que demandan un proceso de revisión de las
propias trayectorias, historias de vida, creencias, crianzas, y que en muchos casos
pueden significar un primer acercamiento. Por eso resultará muy importante que todas
las dudas y dificultades, se trabajen en el foro de clase con el/la tutor/a.

Género: El concepto en boca de todas/os

Escuchamos decir “la perspectiva de género”, la “violencia de género” y otras tantas


expresiones, pero ¿de qué hablamos entonces cuando decimos género?
En primer lugar, es importante saber que se trata de una categoría que no existe desde
siempre, sino que su incorporación en la teoría social se hace visible en la década de
1970 y va de la mano con los avances de los movimientos feministas.

Definición de Género: El género se refiere a los roles, comportamientos, actividades y


atributos que una sociedad determinada y en una época específica considera
apropiados para varones y mujeres.

El género se refiere a todo aquello que nos identifica como hombres y mujeres, u otras
identidades de género. Es el conjunto de características y actitudes que abarca desde
la ropa que usamos o lo que decidimos no usar, el pelo largo o corto, hasta cómo nos
relacionamos con nuestras parejas, amistades, o familias.
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El género no refiere exclusivamente a las mujeres, idea muy impregnada aún en el


sentido común, sino que es una categoría relacional de poder que involucra tanto a
mujeres como a varones.

Es habitual también escuchar la utilización de la categoría de género como sinónimo


de sexo. Pero, ¿son lo mismo?

El género no es algo natural, sino que refiere a una construcción social, esto quiere decir
que aprendemos a ser varones y mujeres según lo que las sociedades van definiendo
como lo propio de lo femenino y lo masculino.

¿Qué quiere decir esto? Históricamente, la sexualidad de los seres humanos se organiza
a partir de una estructura binaria que clasifica socialmente a las personas bajo las
categorías “varones” y “mujeres”. Esta forma particular de organización social es
presentada como algo que se define sobre la base de la “biología” y asumida como
la forma “natural”.

Veamos las diferencias:

Sexo: se define a partir de algunas características físicas y anatómicas de los


cuerpos, en especial aquellas que son visibles, asociadas a los genitales. El sexo es
asignado al nacer.

Género: son las diversas prácticas, roles y capacidades promovidas y esperadas


de forma diferencial a partir del sexo asignado al nacer. El género refiere a
atributos que no son naturales e individuales sino productos de una relación social
de poder construida históricamente a partir de las nociones de masculinidad y
feminidad.

La confusión entre sexo y género puede llevarnos a considerar que una persona,
identificada como varón o mujer al momento del nacimiento, estaría destinada por
naturaleza a cumplir un rol social acorde al sexo asignado. Esto podría impedir u
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obstaculizar que la persona se desarrolle tanto social como profesionalmente según sus
propias aspiraciones.

Socialización de género

La sociedad construye formas de transmitir, comunicar y aprender cuáles son las


expectativas que se generan sobre cada persona. Estas expectativas sociales
condicionan gran parte de las decisiones que tomamos y que, en muchas
oportunidades, no se relacionan con nuestros gustos o necesidades, sino con ese
mandato que dictamina lo que se espera de cada quien según su sexo biológico.

Por medio del concepto de género es posible interpretar lo masculino y lo femenino


como construcciones socio-históricas, múltiples y dinámicas, de modo de mostrar otras
formas posibles de relaciones entre varones y mujeres, así como las distintas formas en
que se puede ser varón o mujer.

Roles y estereotipos

Aprendemos que, según el sexo, se define que los varones deben ser fuertes, intrépidos
y valientes y las mujeres frágiles, suaves y más débiles. Por tanto, se espera que los
varones tengan la capacidad para dirigir, mandar y gobernar. Y las mujeres, la
disposición para obedecer, acompañar, atender y cuidar a las demás personas.

Los estereotipos de género son generalizaciones simplistas de las diferencias y los roles
de las mujeres y los hombres. Las características estereotipificadas sobre los hombres los
describen como competitivos, autónomos, independientes, beligerantes, interesados
en los bienes privados. Los estereotipos sobre las mujeres las representan como
cooperadoras, acogedoras, atentas, comunicativas, orientadas al grupo, interesadas
en los bienes públicos.

Con frecuencia los estereotipos se usan para justificar la discriminación de género y


pueden reflejarse y reforzarse con las leyes y las prácticas institucionales. Los mensajes
que refuerzan los estereotipos de género y la idea de que las mujeres son inferiores
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vienen en una variedad de "envases" que van desde canciones y anuncios publicitarios
hasta proverbios tradicionales.

División sexual del trabajo. Desigualdades en el acceso laboral

A continuación, nos interesa abordar el impacto que tiene esta estructura social en el
mundo del trabajo y por lo tanto en la estructura económica de la sociedad en la que
vivimos.

Cuando hablamos de división sexual del trabajo, nos referimos a cómo se distribuyen
las tareas entre varones, mujeres y otras identidades no binarizadas, Es decir, quién
hace qué cosas. ¿Quién cocina? ¿quién cuida? ¿quién es la persona que toma
decisiones? ¿Cuál es la tasa de desempleo de mujeres? ¿Y de varones?

Existen dos categorías para clasificar los trabajos:

Trabajo Remunerado: Se caracteriza por realizarse en el mundo público, necesita de


formación o preparación, se le da un valor económico y un reconocimiento social.
Dentro de esta categoría, podemos pensar los trabajos de producción, tanto de bienes
como de servicios.

Trabajo No Remunerado: Este se suele realizar en la esfera de lo privado como el hogar.


Se considera que quienes realizan estas tareas nacen con las capacidades para
hacerlo. No cuenta con un rédito económico ni una visibilización social, aunque sin
estos, no se podría sostener el sistema social.

Por eso, hagamos el ejercicio de hacernos estas preguntas:


● ¿Cocinar todos los días en casa es un trabajo socialmente valorado?
● ¿Cuidar de adultos/as mayores y niños/as en el cotidiano es valorado
económicamente?
● ¿Quiénes son las personas que mayormente se preparan para ser enfermeras/os o
docentes?
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Estas tareas están asociadas generalmente a las mujeres. Es decir que la división sexual
del trabajo da por natural la “feminización” de los cuidados y tareas reproductivas, y,
por otro lado, la “masculinización” de la producción establece el predominio de los
varones en el mundo laboral.

Introducción al concepto de Patriarcado

El “patriarcado” se refiere a una forma tradicional de organización social que suele ser
la base de la desigualdad de género. Según este tipo de sistema social, se les confiere
más importancia a los hombres o a lo que se considera masculino, que a las mujeres o
a lo que se considera femenino.

Tradicionalmente, las sociedades han sido organizadas de tal manera que la


propiedad, la residencia, y la descendencia, así como la toma de decisiones con
respecto a la mayoría de las áreas de la vida, han sido dominio de los hombres.

Se suele identificar al hombre con lo racional, lo cultural, lo activo, con el pensamiento,


con el poder. En cambio, a las mujeres o a lo femenino se les han asignado valores
como lo pasivo, lo irracional, la sensibilidad, la naturaleza, la emoción.

Además, a estos valores no solamente se los sexualiza y jerarquiza, sino que además se
los explica a través de lo biológico, cuando en realidad se van construyendo desde
que la persona nace y a lo largo de los años.

Esta narrativa fomenta roles y estereotipos para los varones y para las mujeres. Se trata
de un modelo binario, que además excluye a todas las otras categorías de la diversidad
sexual y de identidades de género. O sea, les otorga a los varones heterosexuales
ciertos privilegios económicos, políticos, sociales, culturales que no tienen las mujeres,
gays, lesbianas, trans.

Esta organización patriarcal brinda a los varones autoridad, liderazgo y dominio sobre
otros.
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Jerarquías y relaciones de poder

En el sistema patriarcal hay un conjunto de instituciones que se articulan para mantener


y reforzar un orden social, económico, cultural, religioso y político, que determina que
las mujeres, como categoría social, siempre estarán subordinadas a los hombres. A
pesar que pueda haber una o varias mujeres tengan poder, hasta mucho poder, o que
todas las mujeres ejerzan cierto tipo de poder en algo específico, como las madres
sobre los y las hijas.

La masculinidad tradicional o hegemónica es muy importante para entender el sistema


patriarcal porque son los mandatos de género, ideales, que pesan sobre los varones,
estableciendo cómo debe ser su expresión de género y cómo deben comportarse.
También establece de qué manera tiene que ser su sexualidad y cómo deben
vincularse erótica, sexual y afectivamente con otras personas.

Para el autor Luis Bonino, la masculinidad hegemónica se sustenta en:


1. Autosuficiencia prestigiosa: los varones deben resolver los problemas sin necesidad
de ayuda.
2. Belicosidad heroica: se festeja lo heroico, mientras más épica sea la andanza, mejor,
siempre que termine con una victoria. Los conflictos suelen resolverse mediante el
uso de la violencia, perder está mal visto.
3. Respeto al valor de la jerarquía: su autoridad no puede ser cuestionada, respetan la
de su propio padre.
4. Superioridad sobre las mujeres y los varones “menos masculinos” y diferenciación
respecto de todos ellos: los varones tienen que diferenciarse de lo “no masculino”,
como inferior.

Este sistema que produce y reproduce relaciones de poder asimétricas, afecta a los
varones en la carga de fuertes presiones culturales y sociales que les exige sean
proveedores, valientes y además que tengan comportamientos de riesgo.
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Identidad de género. Orientación sexual

Llegado a este punto, seguramente estén pensando: ¿Todo lo que somos está
atravesado por el género? Y la respuesta es indudablemente: SÍ.

A partir de esto es que cobra mucha relevancia el concepto de identidad de género,


pues es la identidad que tenemos, que mostramos, que nos asignan, que habla de
nosotros/as mismos en todos los ámbitos.

La identidad de género se refiere a la experiencia de género profundamente interna e


individual de una persona, que puede o no corresponder con la fisiología de la persona
o su sexo al nacer.

Incluye el sentir personal del cuerpo, que puede implicar, si así lo decide, la
modificación de la apariencia o función física por medios quirúrgicos, médicos u otros,
así como otras expresiones de género que incluyen la vestimenta, la forma de hablar y
los gestos.

La orientación sexual se refiere a la capacidad de cada persona de sentir atracción


emocional, afectiva y sexual por otras personas de diferente sexo/género o del mismo
sexo/género o más de un sexo/género, y de entablar relaciones íntimas y sexuales con
ellas. Básicamente hay tres orientaciones sexuales predominantes: hacia el mismo
sexo/género (homosexualidad), hacia el sexo/género opuesto (heterosexualidad) o
hacia ambos sexos/géneros (bisexualidad).

Expresión de género

Las expresiones de género refieren a la vestimenta, el modo de hablar, el lenguaje, la


apariencia, gestos, actitudes o construcciones de género socialmente asociadas a
masculinidades o a feminidades culturalmente establecidas.
Cada persona, en su experiencia y vivencia personal elige de qué manera expresar su
género sea en sus modos de hablar, en la forma en la que se viste, en cómo usa su pelo
e incluso en sus características corporales.
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Esto quiere decir que una persona (sea trans o no) puede elegir tener el pelo largo o
corto, vestirse de tal o cual manera o realizarse cirugías sin que esto ponga en cuestión
su identidad de género.

Binarismo, cisexismo y heteronormatividad

Para comprender cabalmente la estructura social que llamamos patriarcado, es


necesario también que le demos nombre a la estructura social que se conforma en
base a las violencias y opresiones a identidades trans y no binarias, y orientaciones
sexuales no heterosexuales.

La heteronormatividad se refiere al hecho de dar por supuesto que todas las personas
son heterosexuales. Esta fijación de roles, identidades y conductas heterosexuales va
de la mano con el rechazo y la violencia que conlleva no adecuarse a la orientación
sexual, la identidad de género que se espera según el sexo asignado al nacer.

Llamamos cisnormatividad al sistema que estructura las expectativas, las prácticas y las
instituciones sociales sobre el supuesto de que todas las personas son cis(género), es
decir que aquellas que en base a sus genitales fueron asignadas al sexo masculino al
nacer son varones y que aquellas personas que nacieron con vulva serán mujeres.

Tanto una como otra son normas que el patriarcado da por sentado produciendo
prejuicios y discriminaciones que expresan rechazo a la comunidad LGBT. Este tipo de
discriminaciones o “fobias” no son un problema de salud mental sino una “expresión de
discriminación por orientación sexual, identidad de género y/o diversidad corporal”.

En este módulo hemos trabajado conceptos e ideas que nos permiten visibilizar las
desigualdades y comenzar a poner en relieve las formas en que se manifiestan las
violencias por razones de género, entendiendo que no responden a un orden “natural”
sino que son producto de cuestiones sociales, de decisiones humanas, personales y
colectivas. Como sociedad, tenemos el compromiso de alcanzar un mundo con
igualdad y justicia, donde todos/as tengan las mismas posibilidades, sin ser
discriminados por su género.

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