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CAPÍTULO 2
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GÉNERO Y SUBJETIVACIÓN: MODOS DE VIVIR, DE AMAR Y


DE TRABAJAR ORGANIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA DE VIDA EN LA
MODERNIDAD:
VARONES PÚBLICOS Y MUJERES PRIVADAS

Este capítulo trabaja la producción de subjetividad generizada ligada a los


modelos de femineidad y masculinidad en el proyecto de la moder nidad', cuyas
necesidades sociales específicas requirió ir construyendo cierto tipo de
subjetividad. Marco en el cual lxs sujetxs han realizado sus propios procesos de
singularización.
En este sentido, la migración del campo a la ciudad que se produjo
para poder trabajar en la fábrica o taller tuvo como correlato un modo de vivir en familia
que la acompañó, que fue la constitución de la familia nuclear (papá, mamá, y lxs
niñxs).
El modelo fabril requería de mano de obra fuerte y necesitó que los
varones en edad productiva se interesaran en cumplimentar tareas que les demandaba
estar todo el día fuera de sus unidades habitacionales para vender su fuerza de
trabajo a cambio de un salario. La propuesta hacia las mujeres fue formar parte
de la retaguardia de estos varones, mediante la dedicación a las tareas domésticas
y crianza de niñxs. Estos roles social mente asignados fueron constituyendo modos
de vivir y de construir la feminidad y la masculinidad que crearon representaciones e
ideales de género que lxs sujetxs fueron asumiendo para sí, y como expectativas
hacia los otrxs. .
Se construyó así la figura de los varones públicos y las mujeres priva das, con una
relación de jerarquía ligada a una sociedad patriarcal, bajo la égida del valor del
dinero, para la cual el trabajo asalariado era pasible de otorgar más poder y
autonomía que el trabajo doméstico. En este marco,

1 Ubicamos el comienzo de la modernidad en términos políticos-sociales con la


Revolución Francesa y en términos del trabajo con el comienzo de la Revolución
industrial que introdujo el modo de producción capitalista.
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los cuales lxs sujetxs conforman su identidad y autoestima. Del mismo modo que
la posibilidad de mayor poder social y vincular para los varo nes generan estilos
específicos. Es importante destacar que estos modelos se han dado en el marco de
una matriz heteronormativa, basada en las necesidades sociales de reproducción
biológica y desde una aspiración de complementariedad entre lo femenino y lo masculino.
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Modos de subjetivación de género masculino y femenino


Partiendo de la misma matriz, no podemos hablar de un modo único
de subjetivación de género, ya que las relaciones y expectativas sociales al respecto
han presentado un cambio vertiginoso a partir de la segun da mitad del siglo
XX. En este sentido, vincularemos las variaciones del sistema de relaciones de
género que fueron sucediéndose y la producción de modos específicos de subjetivación
ligados a las mismas.
Comenzaremos definiendo los modos femeninos para lo cual toma remos como
"línea de base” un modelo al que se ha denominado tradi cional (Meler, 1994) que se
corresponde con una tipologia femenina ligada al sostenimiento de la división sexual
del trabajo de la modernidad necesitado de mujeres-madres que cuiden el espacio
doméstico en tanto retaguardia de los varones trabajadores asalariados
públicos.
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la concepción de autonomía que se construyó fue asimilable a la expe riencia de los


varones, la cual remite a la posibilidad de desplazamiento, de elección de vocación, de decisión
de compras e inversiones, pero que tiene como contrapartida en la retaguardia,
alguien que cuida, espera y "lame las heridas”. Retaguardia que aparece como un
invisible, pero cuya existencia le ha dado viabilidad al modelo. Los primeros feminismos
han tomado para sí como modelo de autonomía a aspirar. Autonomía que en la
práctica no se ha cumplido del modo anhelado, generando un sinfin de
desencuentros y desilusiones. Más recientemente se ha puesto la luz en la importancia
de la redistribución del sistema de cuidados para lograr mayores grados de equidad de
género, corrido del modelo de autonomía y retaguardía.
El comienzo del siglo XXI en Argentina, luego de la salida de la crisis del 2001, fue
acompañado de una recomposición de la inserción laboral para ambos géneros,
con desigualdad de ingresos y de distribución de las cargas del cuidado, pero
con una progresiva puesta en tela de juicio de dichas desigualdades. Fueron años de
ampliación de derechos que inclu yeron la novedad del matrimonio igualitario en 2010.
El movimiento de #Niunamenos, los debates acerca de la legalización del aborto,
las denun cias de abusos, los escraches, han conmovido las relaciones entre los
géne ros presentando en la actualidad una diversidad de modos relacionales que
coexisten con modalidades más tradicionales,
Veamos ahora el impacto que esos cambios históricos y vinculares han tenido en los
modos de subjetivación, relacionando exigencias e ideales sociales con la
conformación de los psiquismos.
lo micro
Para articular esta relación entre lo externo y lo interno, lo macro y
utilizaremos el concepto de modo de subjetivación, que es un
constructo conceptual que refiere a la relación entre las formas de repre sentación que cada
sociedad instituye para la conformación de sujetxs aptxs para desplegarse en su
interior y las maneras en las cuales cada sujetx constituye su singularidad..
En este sentido, los mandatos sociales de género y las relaciones asimétricas de
poder entre varones y mujeres, generan condiciones de sometimiento y despojo,
en el caso de las mujeres, que establecen circula ciones libidinales y constitución del
narcisismo específicas; en otras pala bras, las formas de desarrollo de los afectos y deseos
y modelos a partir de
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Género femenino
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Podemos definir como modo tradicional de subjetivación de géne ro


femenino al modo en el cual las mujeres en la modernidad han estruc turado su vida
en relación a los valores de la maternidad y la conyugali dad como áreas
fundamentales de desarrollo vital. Proyectos de vida que no han incluido el
desarrollo laboral o profesional, posibilidad reserva da únicamente para los varones
hasta casi la mitad del siglo XX. Algu nos autores (Larguía, Domoulin, 1988) han hecho
hincapié en la razón económica de este arreglo, señalando que las mujeres
(tradicionales) debían estar dispuestas “por amor” a convertir el salario masculino
en: comida hecha, casa limpia y niñxs criadxs y cuidadxs. A modo de contra prestación,
esperaban de los varones la representación de las mismas en el espacio público, la
manutención económica y la protección frente a los
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peligros y vicisitudes económicas, políticas, etc. Este modo tradicional


incluye una división asimétrica de roles y poderes por la cual los varones gozan
de mayores posibilidades y prerrogativas al mismo tiempo que se espera de
y simbólica de los
los mismos que estén encargados de la provisión económica
hogares. Según el éxito que logren en estos campos, se definirá el
lugar social que este varón pueda conseguir para sí y, por añadidura, para su
familia.
Estos roles basados en la división sexual del trabajo, están asentados en una
distribución asimétrica del poder. El espacio público del salario y la
representación social asignada a los varones se constituye en un espa cio de
acumulación de un poder que cotiza mas tanto en lo social como lo vincular que
"el poder de los afectos" asignado a las mujeres tradicionales.
Desde otro ángulo del análisis, cabe consignar que el modelo tradi cional de mujer
doméstica y sentimentalizada no se ha correspondido con la experiencia real de vida
de todas las mujeres ubicadas en el social histórico definido. Sino que ha sido
una representación hegemónica que ha tenido un fuerte impacto en la
conformación del ideal de estas mujeres.
Veamos como estas propuestas han establecido modalidades de circu laciones
libidinales y constitución del narcisismo específicas. Para el análisis del impacto de los
del psiquismo hemos escogido
modos sociales en las formas de constitución
como ejes: el despliegue libidinal (pulsión hostil y erótica), la
conformación del sistema de ideales, la estructuración narcisista,
las habilidades del yo y la representación del propio cuerpo.
Con respecto a las modalidades de circulación libidinal, podemos destacar que
estas mujeres tienden a la expresión indirecta de su hosti lidad debida a la
inhibición del despliegue de esta pulsión dada por los mandatos desde
la primera infancia ligados al sometimiento. En otras palabras, han aprendido
tempranamente que solo los poderosos pueden enojarse abiertamente y que
ellas no pertenecen a ese grupo. Por lo tanto, han recibido una crianza
para ser siempre “buenitas”, obedientes, no protestar, ser humildes, hablar en voz
baja o callarse como atributos de : la femineidad. Estos mandatos, que han
establecido canales privilegiados de despliegue de su hostilidad, las
enfrentan a sendas dificultades con el manejo de la misma en la madurez.
Dentro de estos obstáculos podemos ubicar las dificultades en el desarrollo que la
expresión de la pulsión hostil habilita (Burin, 1987). Entre las cuales ubicamos a la
obstrucción en la diferenciación entre ellas mismas y las otras personas con un
predominio de relaciones fusionales y con dificultad para el reconocimiento de
las diferencias por preeminencia de los vínculos a predominio preedipico. Y
también a la restricción en la maduración de formas sociales de expresión de las
diferencias de posición con las otras personas, lo cual limita la posibilidad de ser
escuchadas pues suelen expresarlas de un modo explosivo que genera rechazo.
Esta obstrucción en el despliegue presenta otras dificultades tales como: la vuelta
contra ellas mismas (masoquismo), la manifestación indirecta de los sentimientos
hostiles de manera “venenosa” o solapada y la descarga inespecífica y/o
masiva por falta de ligazón entre represen tación y afecto. En otras
palabras, expresan su enojo en forma diferida con respecto a la situación que
lo produjo y en forma explosiva pues lo realizan después de haberlo acumulado.
Esta forma diferida e indirecta genera perplejidad en las personas que reciben esta
expresión de afecto.
Por su parte, la sensualidad no se expresa de forma directa y activa sino
pasivizada y reprimida. Canal que han constituido a partir del
mandato social de que una “buena mujer” no debe expresar
abiertamente su deseo sexual, sino que debe convocar “pasivamente”
a la expresión del deseo masculino sobre ella. Estándar social que se
ha consolidado para asegurar la descendencia legitima para que las mujeres
no tengan hijxs engendradxs por fuera de la sexualidad con el marido, así como
la doble moral erótica para varones y mujeres en la modernidad, mediante la
cual los varones como grupo de poder se aseguran de naturalizar la idea del
"desenfreno sexual masculino” que los habilita y legitima a tener sexo con quien les
apetezca, mientras sus esposas "naturalmente" solo "deseen" hacerlo con ellos.
El destino del erotismo que no se puede expresar directamente suele
ser: la formación de síntomas neuróticos o corporales, la transformación en ternura
“maternalizando” los vínculos con los varones, la erotización de la relación
materno-filial y la reducción general del despliegue del erotismo mas allá
de la concepción de hijxs.
Debido al doble estándar de la sexualidad para varones y mujeres anteriormente
señalado, frente a un episodio de infidelidad de los mari
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ingresar en el contrato conyugal. Pero carecen de apropiación del mismo ya que es un


cuerpo para gustar a los otrxs, lo cual tiene serios efectos en su salud pues presentan
dificultades en el autocuidado al no poder priorizarse.
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dos, este tipo de mujeres han sido estimuladas a valorar más la persisten cia del vínculo y
mantener el status de mujer casada, porque perderlo puede implicar serios perjuicios con
relación a su grupo de pertenencia y su inserción económico-social.
El sistema de ideales de estas mujeres está conformado por la materni dad
y la conyugalidad basada en los valores de fidelidad y honra femenina. Las
realizaciones personales por fuera de estos ámbitos tienen un lugar secundario
en este sistema. Estas mujeres sólo trabajan rentadamente en caso de que fuera
necesario para complementar el sustento familiar. En caso contrario, no suelen
trabajar asalariadamente pues no forma parte de las representaciones por
las cuales se valoran a sí mismas y son valoradas socialmente. Es de gran
importancia para sentirse valiosas para sí mismas poder elegir “un buen marido”
sobre la base de las características de ser trabajador, exitoso, doméstico y buen
padre; y poder constituirse ellas en un “buen partido” basado en los emblemas de la
belleza en la juventud y de ser maternales y buenas amas de casa en la madurez.
Gran parte de la autoestima de estas mujeres está basada en el buen
desempeño de los roles maternales y domésticos. Los arreglos conyugales
suelen ser de tipo asimétrico y complementario, con “mundos separados”
que evitan los conflictos latentes: “De esto no te ocupas, de esto no sabes”. Cuando
los conflictos aparecen explícitamente, los maridos suelen utilizar como herramienta de
confrontación la reafirmación de las diferencias jerárqui cas entre ambxs, incluyendo la
denigración.
Poseen habilidades domésticas y maternales muy finas: prolijas, orde nadas y
empáticas. Pero con escaso desarrollo y habilidades del mundo público, en el cual
se manejan con bajo nivel de autonomía salvo cuan do trabajan de “secretarias”,
reportando a un “superior" o pareja. Desa rrollan habilidades sociales en cuanto a lazos
afectivos, pero suelen ser faltas de habilidad con relación a los códigos del mundo
público por falta de incorporación de estos aspectos en su proceso de
subjetivación. Por ejemplo, armar contratos de trabajo, establecer acuerdos, negociar
dinero, participar de reuniones por fuera de las obligatorias en las cuales se
establecen vínculos beneficiosos para el progreso laboral, entre otros.
La representación que tienen acerca de su cuerpo está ligada a ideales de
belleza y juventud. El cuidado del cuerpo es considerado fundamen talmente en
relación con poder ser bella y joven para poder ser elegidas e
Modo de subjetivación femenino transicional
Los cambios que se produjeron a partir de la mitad del siglo XX, liga dos a la
entrada masiva, pero gradual, de las mujeres al mercado laboral asalariado y un
concomitante ingreso de las mismas a los diversos nive les de la educación
formal generaron un nuevo modo de subjetivación femenino que se define
como transicional. Son mujeres que entraron en forma colectiva y con
entusiasmo al mundo público, pero conservando en su interior, y desde la
exigencia social, el modelo de mujer=madre del modelo tradicional, al que le
adicionaron la inserción laboral y profesio nal. Estos tipos de mujeres, y los vínculos
de pareja que han desarrollado, se han basado en la continuidad de la
expectativa mutua de que el varón deba ser el principal proveedor económico
y simbólico. Razón por la cual, en el ámbito familiar y de pareja se valoriza y prioriza el
desarro llo laboral del varón, muchas veces en detrimento del de la mujer. Este
modelo suele preservar el dominio masculino, aún cuando el mismo es más
atenuado que el del modo tradicional.
En relación a lo pulsional, en este modelo se observa una prevalencia de la
competitividad y la rivalidad, con mal manejo de los conflictos, el cual no tiene
como consecuencia que sean evitados, aun cuando hay mucha tendencia a hablar
largamente sobre los mismos. Hay vuelta sobre sí misma de la hostilidad
(masoquismo y depresión) y culpa. El destino de la hostilidad puede estar dirigido
indiscriminadamente hacia cual quier cosa o persona apareciendo desde la visión
exterior como "descolo cada”. El modo de aparición de los sentimientos hostiles
es vía el rencor y la envidia, los cuales son dirigidos privilegiadamente a las
parejas por la cercanía y como efecto retaliativo de la asimetría de poder con los
varo nes, aun cuando estos sentimientos pueden aparecen “trasvestidos” de
celos, quejas y reclamos.
El erotismo es valorado como un bien conyugal y el disfrute sexual es considerado
importante dentro de los vínculos que tienden a armar. No
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enojándose si “no son justxs”. Esperan que las traten bien porque “las quieren",
en vez de que las valoren por que son eficaces. Son competi tivas con las mujeres
y suelen sobrestimar a los varones. No valoran la necesidad de “hacer
política" por falta de código de funcionamiento en el espacio público, aun cuando
lleven años insertas en el mercado labo ral. Presentan rasgos de que "lo
pueden todo” e “ideales justicieros”, con obstáculos para delegar y organizar
funciones y tareas.
En relación al cuerpo, le prestan menor atención a los ideales de belle za ligados al
valor social que les otorga como mujeres y como condición fundamental de entrada a la
conyugalidad. Permanece la importancia del cuerpo joven como valor y en
competición con las otras mujeres, el cual se ha acentuado en forma creciente en
los últimos tiempos. El cuidado del cuerpo lo realizan como parte de las
expectativas dentro del contrato conyugal, que espera que se
“mantengan bien” con dificultades para la apropiación del mismo. Aún así,
vemos como apertura la presencia de representaciones ligadas al placer
personal que les puede permitir el cuer po, ausente en las más tradicionales.
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obstante, al persistir en términos vinculares el modelo de doble estándar de la


sexualidad masculina se resienten frente a la posibilidad de las rela
ciones extra-conyugales del marido. En algunas de estas mujeres, esta es una
posibilidad que, muchas veces, querrían para sí mismas y que no se permiten
por los valores en los cuales está basada su autoestima ligada a la honra y
fidelidad femenina aun cuando no tengan reciprocidad de la pareja.
Algunas veces, el destino del erotismo es la transformación en ternura de
los vínculos eróticos. Pero esta transformación, a diferencia de lo que
acontece con las tradicionales, les genera conflicto pues les hace perder
posibilidades de concreción erótica, las cuales valoran y desean
para sí.
El sistema de ideales está basado en la maternidad y la conyugali dad
como valores fundamentales pero combinados con expectativas en el
mundo público aún cuando las realizaciones personales ocupan
un lugar secundario. Estas mujeres suelen valorar y desear a los hombres
podero sos y exitosos, al mismo tiempo que les temen y los recelan pues no quie
ren sentirse sometidas o en desventaja jerárquica con los mismos. Esta atracción por
los varones dominantes, aún cuando desde el ideal no los elijan, se da por
la persistencia del modelo de la asimetría de poder entre varones y
mujeres en la constitución de su psiquismo. Son los efectos de tener
interiorizado el patriarcado y su modelo de heterosexualidad de
dominio aún vigente. Por tales motivos, suelen denigrar a la pareja "que
supieron conseguir” cuando la misma no cumplimenta con los ideales
esperados de hegemonía y triunfo masculino, apareciendo en simultanco
la competencia frente al éxito ylo la autonomía de los mismos. Presen tan
contradicciones frente al valor simultáneo de querer conseguir “un hombre
superior (y buen amo) a quien cuidar y servir” y la envidia que sea “el
otro" y no ellas, el que está en esa situación, a lo que se suele sumar la denigración
de los varones “no tan amos”.
: Tienen habilidades domésticas y maternales más instrumentales
del tipo de “resolver las cosas" y menos preocupadas por el refinamiento 1 "de que
todo esté bonito y perfecto" de las tradicionales. En el mundo público,
suelen entrar con la lógica de lo privado, motivo por el cual se les dificulta
entablar contratos y respetar roles y jerarquías, afectivizando las relaciones
laborales. Tienen limitaciones para establecer honorarios y retribución por
su trabajo, esperando que lxs otrxs los definan por ellas,
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Modo de subjetivación femenino innovador


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Con el comienzo del siglo XXI se empezaron a identificar los modos innovadores de
subjetivación de género femenino. Estos no guar dan un patrón posible
de definir más que por su diversidad. Incluyen una amplia gama de
modalidades de construcción subjetiva en la cual la maternidad y la conyugalidad
se plantean como una opción, y ya no como un mandato para el proyecto de la
feminidad. La inclusión laboral, con variaciones según el sector social, se
constituye en una condición para el auto sustento propio de este modelo sea que la
mujer viva sola, en pareja o en familia.
Estas nuevas mujeres se animan a competir, pero rivalizan menos que las de los
grupos anteriores utilizando un estilo expresivo formal o estra tégico que les
permite conseguir sus logros de manera planificada. Esto es posible dado que
presentan vías instrumentales y operativas de expre sión de la hostilidad con
concordancia entre lo que sienten y expresan. Pueden exponer de manera más
adecuada y con lógica lo que las enoja a quienes son fuente de esos
sentimientos

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Tienen mayor facultad para la expresión erótica. Diferencian en sus prácticas entre obtener
goce erótico y el establecimiento de pareja, por lo tanto, pueden obtener
relaciones sexuales satisfactorias aun con partenai res de lxs cuales no se sienten
enamoradas. Posibilidad casi inexistente en los modelos de femineidad en los
cuales el enamoramiento es la condi ción para la práctica sexual.
Basan su autoestima en el ideal del trabajo que coexiste codo a codo con la
maternidad. Cada vez es mayor el número de casos que pospo nen la maternidad como
desarrollo profesional. Y también
proyecto a desarrollar luego de haber adquirido
las que deciden voluntariamente no ser madres. Este es el primer grupo en el
cual no ser madres aparece como una opción personal y no como un castigo. También el
primer grupo que se anima a ser madre sin pareja, no solo en los casos de abandono del
genitor, sino por propia decisión. .
Un problema específico se les manifiesta como contracara de la mayor libertad sus
opciones de vida. Tener mayor libertad y menor coer ción externa les impone una
necesidad de toma de decisión que, como colectivo genérico, es aún reciente, dado
que están más acostumbradas a obedecer o resistirse, pero tienen poca
trayectoria en el campo de la responsabilidad subjetiva y la autonomía cuando
se acumula más poder.
Por lo tanto, sufren grandes padecimientos al sostener dos o más ideales
fuertemente demandantes (por ejemplo, ser excelentes madres, en
simultaneo con maravillosas parejas y excepcionales trabajadoras), en un mundo aún
patriarcal. Al mismo tiempo que presentan ideales alta mente demandantes,
sostienen una gran dificultad de renuncia a alguno de ellos o de disminución de los
grados de aspiraciones como forma de negociación interna para poder compatibilizar
los distintos deseos y posi bilidades que las habitan.
Estas habilidades de negociación se vuelven indispensables en un histórico social
que presenta al mismo tiempo un modelo de éxito con exigencias “full life” en
coexistencia con la no distribución equitativa de las responsabilidades de crianza y
tareas domésticas que permanecen aún en el predominio femenino. Esta coexistencia de
ideales antagónicos en su concreción las condena interna y externamente a una sobrexigencia
que les da una sensación de fracaso en mujeres con altos logros.
Por lo tanto, suelen colapsarse narcisísticamente por la envergadura
de los objetivos propuestos siendo que presentan un sistema de ideales más complejos,
y a veces opuestos, que los de los modelos anteriores.
Sin embargo, en comparación con generaciones anteriores y las muje res
tradicionales de la misma generación, la autoestima sí es más elevada pues tienen
más poder en el mundo público y en la pareja.
Con respecto a las habilidades, presentan desarrollos entre las habili dades para
lo doméstico-expresivo y para lo laboral-instrumental mante niendo ciertas
habilidades tradicionales e incorporando nuevas ligadas a los nuevos
roles. De este grupo, las que han sido educadas en un mode lo que valoriza
privilegiadamente el área pública, enfrentan dificultades para las habilidades
expresivas, pues se las ha educado para inhibir la afec tividad y la expresión
de la misma para el logro del éxito en lo público.
Tienen mayor apropiación de su cuerpo como fuente de placer, el cual pierde el valor
sólo como objeto de belleza. Con diferencias por clase social, éste es un grupo de
mujeres que realiza actividad física frecuente como modo de mantener el
estado de salud y la estética, cambiando de estilo de actividad de acuerdo a
las necesidades y posibilidades de cada etapa vital y muchas con alta
conciencia en el campo de la nutrición, dándose en la actualidad un gran crecimiento en esta
generación de natu ristas, vegetarianas o veganas.
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Género masculino

Denominamos modo tradicional de subjetivación de género mascu lino a la


conformación de la masculinidad de los varones que han estruc turado su vida
en relación con valores ligados a la condición de provee dores y sostenedores
económicos de la familia. Centrando, como área fundamental de desarrollo vital e
identidad, al mundo público: trabajo, política, clubes, instituciones, etc. Dada la
división asimétrica de roles y poderes entre los géneros, gozan de
mayores posibilidades y prerrogativas que las mujeres, con lo cual la
diferencia se transforma en asimetría en las relaciones poder. Por lo tanto, el modo
de subjetivación masculina tradicional está en relación con la construcción de un
tipo de subjetivi dad para el dominio y el ejercicio de poder, lo cual tendrá multiplicidad
de efectos en la vida cotidiana y en los vínculos.
En el ámbito de lo afectivo, la asimetría en las relaciones de poder se

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articula con un doble estándar moral en el campo de la sexualidad para varones y


para mujeres, tal como hemos descrito con anterioridad, pero ahora lo vemos del lado de
los que se benefician con este modelo. Pudien do estructurar su sexualidad en un
campo más amplio de opciones que las mujeres tradicionales, en el cual
diferencian las “buenas” para casarse y las “malas” para el disfrute sexual.
Este tipo de varón se construyó como modelo de masculinidad liga do a las
necesidades de la sociedad industrial que incluía la promesa de apropiarse de
un excedente económico para retribuir al interior de la pareja y la familia la
ausencia prolongada durante la jornada laboral en el hogar. Con lo cual, proveer
económicamente a la familia, compensaba en términos simbólicos la no
disponibilidad de los varones durante la jornada laboral para resolver situaciones
ligadas a acompañar enfermos, asistir a actos escolares, compañía, tareas en el
hogar, etc.
Tal como venimos desarrollando, los mandatos sociales de género basados en
relaciones asimétricas de poder entre varones y mujeres, han tenido como
efecto en los varones la prerrogativa de la hegemonia mascu lina. Por lo tanto, es
un despliegue libidinal de mayores posibilidades que el de las mujeres y un
narcisismo de género basado en otros contenidos y valores.
En lo pulsional tienen legitimada la presencia y expresión de los senti
mientos hostiles cuando no se cumplen sus prerrogativas del rol mascu lino tradicional
ligadas al dominio y la valoración del lugar social, tanto en lo que refiere a
lxs sujetxs subalternxs, mujeres, niñxs y todo tipo de subordinadxs sociales o
laborales. Pero también en relación con los pares varones o los de mayor
jerarquía, aún cuando en esas situaciones se controlan más porque temen salir
perjudicados. Usan instrumentalmen te la hostilidad para lograr lo que desean
conseguir y consideran legítimo el uso de la violencia como recurso límite frente
a una situación de afren ta a su estatus o imagen social. Valoran poder
autocontrolarse cuando se enojan’ y suelen tapar o negar la existencia de conflictos
afectivos pues tienen dificultades para resolverlos y para poder expresar lo
que sienten puesto que no han adquirido herramientas para resolverlos en su modo
de subjetivación. Presentan muchas situaciones de rivalidad, se enojan mucho y, muy
frecuentemente, como efecto de la subjetivación para el dominio. Como contracara
de esta situación, suelen no darse cuenta del daño que pueden causar en el otrx con
sus acciones y expresiones, motivo "por el cual aparece en muchos de ellos la
fantasía de temor a perder el control de la situación y los efectos que puede causar. Le
otorgan gran importancia a competir para poder sostener una imagen de si
mismos ligada al logro de objetivos, proyectos, etc.
La singularización, como proceso de diferenciación con respecto a Ixs otrxs, está
basada en el uso cotidiano del “no” y en la distancia física y afectiva.
Presentan una disociación marcada entre erotismo y ternura, sin manifestar conflicto
por la misma, dividiendo tal como hemos señalado con anterioridad, el campo de
las mujeres entre las “buenas” para casarse y las “malas” para el disfrute sexual.
Guardan expectativas de que las espo sas y compañeras se comporten maternal y
tiernamente con ellos, aun cuando más contemporáneamente comienzan a
presentar malestar por el "lado b” de este arreglo. Pues quieren además de ser mimados,
ser desea dos sexualmente por sus parejas, lo cual no esta incluido en los modelos
extremadamente maternalizados".
La sexualidad genital se presenta asociada a la degradación del obje to erótico (que
sea una puta en la cama”), con despliegue de pulsiones parciales sin censura y
con fantasías ligadas al dominio irrestricto en la escena sexual. Mantener otras
compañeras sexuales -además de la oficial-, representa un valor ligado al derecho
de dominio de los varones sobre las mujeres, que los varones tradicionales
preservan para sí, valorando negativamente una respuesta simétrica en las mujeres
que han elegido como esposas y compañeras. Asimismo, los varones del modelo
tradicio nal han presentado históricamente una falta de expectativas de que sus
parejas obtengan goce sexual, sino que las consideran como “receptoras cariñosas”
del erotismo masculino. Situación que tal como hemos descri to empieza a
causarles incomodidad propia y ajena.
Los valores a partir de los cuales basan su autoestima, están compues tos por
argumentos ligados al dominio de sí (Foucault, 1987), ser disci plinados moral e
intelectualmente y poder ser procreador (Fuller, 2000).
senta
2 Esta valoración del autocontrol presenta diferencias de gradación según el sector
social al cual pertenezca. Siendo en términos generales mas presente en los
sectores medios y medios - altos social y culturalmente.
3 Salvo cuando estos “arreglos” estallan.

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A su vez, en el hecho de que haya alguna dimensión de la vida en la que sientan que
han triunfado.
Ser un “buen hombre”, en este tipo de sujetos, está ligado a represen taciones de la
serie de ser trabajador, proveedor, ser respetado y progresar. Frente a
situaciones sociales de desesperanza o en el marco de situaciones afectivas
conflictivas, suelen sentir que su “masculinidad está amenaza da". Esto se produce
porque tienden a homologar la identidad personal con la identidad de género. Por lo tanto,
una amenaza a los valores acerca de los cuales esta ligada su identidad
suele ser vivida como una amenaza a su masculinidad. Cuando se producen
hechos en los cuales ven amena zada su masculinidad, se suelen defender mediante la
reafirmación de la virilidad de dominio que incluye mecanismos de
desvalorización de los otros en general, y de las mujeres en particular y
pueden escalar hacía la i violencia.
Son incentivados desde muy pequeños a dominarse a sí mismos para lograr, por
añadidura, el dominio del otro (Foucault, 1987), como contracara de esto,
adquieren poco desarrollo en la expresión de los afec tos, ya que tal
como se dice popularmente “los hombres de verdad, no lloran". La
sociabilidad suele desarrollarse en el ámbito laboral o en el de las instituciones de
socialización masculina de la modernidad (club, fútbol, política)
fundamentalmente entre varones, con exclusión de las mujeres (Tajer, 1998) y
basadas en los valores de la lealtad y los intereses comunes. Suelen restringir
los lazos sociales por fuera de lo laboral e insti tucional, motivo por el cual los
procesos de flexibilización laboral o de teletrabajo que afectan la filiación laboral
e institucional les suele quitar la forma privilegiada de hacer vínculos de
amistad. Relacionan calidad de amistad con tiempo de conocimiento sin
mucha renovación de vínculos amistosos (valoración de los amigos de siempre”) y
suelen no valorar la expresión verbal de afecto, sino en hechos. No se perciben
en simetría con las mujeres, estableciendo con las mismas relaciones de
jerarquía y tutela. Las cuidan cuando las quieren o si están a su cargo, pero no
las consideran como pares con igualdad de derechos y obligaciones con las
cuales se sientan en reciprocidad. De hecho, como veremos en el capítulo
6 en lo sexo afectivo suelen tomar más de lo que dan porque se lo permite su posición
“dominante" en el mercado”. Posición que muchas veces suele ser invisible a los
mismos sujetos.
Presentan distanciamiento con respecto a sus cuerpos, y se preservan frente a la
intrusión o miedo a que el/la otro se meta "adentro”. Este distanciamiento del propio
cuerpo tiene varios efectos entre los cuales se manifiesta la sensación de “ajenidad”s
del mismo presentando dificulta des para el auto cuidado, el cuidado por otros y la
consulta precoz en salud.
La representación de la virilidad, ligada al valor de asumir riesgos
físicos, genera en ellos exposición a riesgos y excesos y al no registro del cansancio.
Presentan una imagen del cuerpo como “máquina de rendi miento” ligada a las
necesidades productivas de la modernidad y a ser un hombre duro (Bonino Méndez,
1998). Por otra parte, la actividad física aparece como formando parte de la
construcción del cuerpo masculino, estableciéndose diferencias en su ejercicio ligado a
la pertenencia social y a la etapa vital en la cual se encuentren (García, 2001). Como
ejemplo de esto, vemos que los varones tradicionales de sector popular asocian
la actividad física y los deportes con su propia juventud. Actividad que abandonan con
la entrada a la conyugalidad. Mientras que, por su parte, los tradicionales de sector
más alto guardan para sí un espacio (fútbol, tenis, gimnasio), más allá de la etapa
vital y la entrada a la conyugalidad.
Los modos de subjetivación masculinos transicionales se correspon den con la forma
de funcionamiento de algunos varones mas moderniza dos, para los cuales tener
una relación de mayor paridad con las mujeres hace parte de sus expectativas
en la vida adulta. Solo a modo de obser vación empírica y sin aspiración de
generalización, se ha observado estos modos en varones que han mantenido
una conexión muy intima con sus madres durante la crianza y que no la han
inhibido como precio para la
H
5 El cuerpo no forma parte de la representación del si mismo que expresan frases
como 'yo y mi cuerpo”.
Como anécdota ilustrativa recuerdo el relato de un médico anestesista que destacó que
le hubiera venido bien tener "herramientas de género” para resolver de otro modo la
situación de un paciente varón que no se dejaba anestesiar para
no perder el control de la situación porque no confiaba en lo que le podía hacer - este
otro hombre una vez que estuviera dormido.
4 Característica de la masculinidad tradicional que adquiere mayores grados de
presencia y de sofisticación de acuerdo a cuanto mayor nivel socio-económico el
sujeto posea o logre adquirir.

40
41

12

entrada en la masculinidad social. Esto les ha permitido una identifica ción y empatía con las
mismas que los habilitó para una valoración de lo íntimo y lo afectivo por fuera de la
intentan articular con las habilidades y
masculinidad hegemónica, que
mandatos para la masculinidad pública. Lo cual les produce más de una tensión
interna entre ternura y "endurecimiento".
Estas masculinidades transicionales, por lo tanto, conservan parte del modelo de varón
público-proveedor del modelo tradicional, incorporan do la afectividad y la cercanía
cotidiana en la construcción de los víncu los familiares y de pareja, motivo por el
cual les importa desarrollarlos como parte de la conformación de su
desarrollo personal. El reparto del poder entre los géneros de este modelo
suele ser de dominio masculino atenuado, lo cual disminuye, en los varones, la
carga de la provisión, confrontándolos a nuevas y múltiples paradojas en la
articulación de áreas, proyectos y modelos tanto propios como de la pareja.
Tienen legitimada la sensación y expresión de sentimientos hostiles cuando los demás
no cumplen con las prerrogativas del rol, tal como hemos descrito para el modelo
tradicional. La diferencia con el modelo anterior es que esta modalidad aparece
en coexistencia con conexión con el dolor que puede infligir en el otro su expresión.
Efecto de esto es que ejerzan la hostilidad desde la naturalización del habitus de la
dominación masculina (Bourdieu, 1988, 1991), pero cuando se les expresa que
esta actitud puede causar daño, intentan detenerla o repararla por empatía hacia
el sufrimiento causado por la invisibilidad para si mismos del meca nismo de
dominación incorporado desde la socialización temprana?.
Tienen la habilidad del uso instrumental de la hostilidad y consideran que pueden
utilizar la violencia en situaciones límite, pero coexistiendo con una valoración de
control de la hostilidad que aparece como un rasgo de adquisición de la madurez
(“de joven era terrible”). La negación de los conflictos afectivos por déficit en la
habilidad de resolución y expre sión, se mantiene pero de forma más atenuada que
los tradicionales. Les importa competir, pero valoran el proceso más allá del
logro presentando
un menor interés en sostener una imagen de sí grandiosa. Aspecto que les permite un mayor
grado de autonomía con respecto a los ideales de género que los varones del modelo
tradicional. Se permiten ser mas como ellos son, que como "un hombre debe ser”.
En el plano erótico presentan una mayor integración entre ternura y erotismo que los
tradicionales, pero con coexistencia de expectativas de respuesta de tipo materno en la
relación con esposas y compañeras. Aun cuando, simultáneamente, valoran la
posibilidad de goce erótico en la pareja. Persiste una sexualidad asociada a la
degradación del objeto erótico, pero mas atenuada y lúdica. Tener otras
relaciones, además de la oficial, no se da como práctica constante por lo
general, sino como “fugas permitidas” frente a situaciones conflictivas con la pareja o
en situaciones puntuales que “pintan”: viajes, congresos, etc. Suponiendo
que es algo que le puede suceder también a su pareja, pero que esperan ferviente mente
que no les ocurra. La doble vida afectiva les genera más conflicto que a los varones
ción entre goce sexual y
tradicionales pues valoran, a diferencia de éstos, la rela
amor. Y además, por la empatía que les genera el posible sufrimiento que
podrían causar a sus parejas y también por la posible pérdida de las mismas.
El ideal del yo está compuesto en torno a valores ligados al esfuerzo, la voluntad y la
bondad. La autoestima, por lo tanto, presenta los conte nidos de ser un buen
hombre ligado al trabajo, la provisión material y ser respetado en su ámbito laboral.
alguien que pueda ser querido por sí
Pero también incorpora el valor de ser
mismo, más allá de quién sea en el mundo público, con una expectativa de
búsqueda de equilibrio entre el mundo público y el mundo privado.
No ven amenazantes, para su autoestima, la demostración de senti mientos tiernos y
relativizan la apreciación del éxito en relación a otros valores importantes en comparación
con los varones tradicionales.
Desarrollan habilidades basadas en la adquisición del dominio de sí, pero con menor
temor y dificultad de expresar los afectos que los varones tradicionales. Hablan del
trabajo con amigos y con las parejas y compar ten más sentimientos y afectos.
Piensan que ellos tienen la responsabili dad de ser los principales proveedores,
aunque valoran que las mujeres trabajen. Las amistades son, en su mayor parte, con
varones, sobre la base de la lealtad, intereses comunes y trabajo. Refiriendo frases
tales como
bras, pueden cau voluntad de hacten perdón y tratar
7 En otras palabras, pueden causar daño desde la naturalización del ejercicio del
poder, pero no porque tengan voluntad de hacerlo. Los más empáticos de este grupo,
cuando se les señala el daño causado, piden perdón y tratan de enmendar la situación.

42
43
"la amistad entre el varón y la mujer no existe, siempre hay otro interés”,
"la amistad entre varones y mujeres es cosas de gays”, manifestando también los
rasgos de homofobia que presenta la masculinidad hegemónica. Aunque de
manera más atenuada, siempre tienen que estar demostrando que no son mujeres, no
son niños y no son homosexuales (Badinter, 1993).
Tienen mayor facilidad para perdonar que los tradicionales pues valo ran el ser
flexibles, así como establecer nuevos vínculos ligados a cambios en las afinidades y
etapas de la vida.
En lo referente al cuerpo, coexisten valores de la construcción de una virilidad
ligada a la exposición a riesgos, excesos y no registro del cansan cio, con ideales de
mayor cuidado al cuerpo y atención a la estética. A veces, el exceso se presenta por
la vía de realización de actividad física compulsiva. Dando cuenta, asimismo, de una
representación del cuerpo como máquina de rendimiento, plausible de adquirir rasgos
de sofistica ción cuando pertenecen a grupos sociales de mayor nivel de refinamien to.
También se observa la incursión en prácticas de actividad compulsiva como
defensa frente a la angustia que les provoca el envejecimiento y el riego de
enfermedades aumentado por la edad.
Por último, podemos señalar que los modos masculinos innovadores son
variados, no constituyendo una tipología específica, e incluyen una amplia gama de
modalidades de construcción subjetiva en la cual el éxito en el mundo público, la
conyugalidad y la paternidad aparecen como una opción en la construcción de la
masculinidad y ya no como prerrogativas sobre la base de las cuales se constituye la
misma. Al mismo tiempo exis te, en estos varones, un proceso por ganar mayores
grados de cuidarse a si mismos y a los seres queridos desde una lógica de
democratización de las relaciones entre los géneros y entre las generaciones, como así
también la valoración de la ética del cuidado.
A nivel intrapsíquico, se observa legitimación de los sentimientos hostiles y de su
expresión, con clara idea de que el límite al propio dere cho es que no deben cometer
abusos, ni expresarlos de forma irrestricta. Tienen una mayor conexión tanto con el dolor
que pueden infligir como con el que pueden sufrir.
Por lo general, no temen perder el control cuando se enojan y, pues tos
frente a situaciones que impliquen competencia, deciden evitarla o
afrontarla, de acuerdo a la pertinencia de la situación, valorando otros
aspectos, más allá del ganar o perder, asumiendo que hay algunas situa ciones en las cuales
"se gana perdiendo". Lo cual evidencia una identidad menos ligada a la imagen de
varón a sostener y más conectada con valores internos y personales.
Valoran tanto al erotismo como a la ternura, con interés en el logro de la integración de
ambas corrientes. Les resulta significativa la posibili dad de goce erótico en la pareja,
lo cual puede constituirse en fuente de conflicto y eventual ruptura cuando no se logra.
La sexualidad genital está asociada a fantasías diversas y, en algunos casos, compartida
con la pareja. Mantener otras relaciones además de la oficial es valorado como parte de una
prerrogativa de ambxs miembrxs de la pareja, que puede aparecer o no a modo de
fugas a los conflictos con la pareja y son más esporádicas. En ambos casos, piensan
que son situaciones que pueden ocasionar daño a la pareja, por lo tanto, no
comunicables al otrx -salvo que se quiera romper el vínculo-. Cabe destacar que en los
últimos tiem pos han aparecido una apreciable cantidad de propuestas de
relaciones abiertas, en especial en jóvenes, con inclusión de la comunicación de lo que se hace
con la/el otrx, pero manteniendo como importante y jerar quizada la relación principal.
Otra novedad son los contratos poliamoro sos en los cuales no se mantiene la
jerarquía de relación principal/relación secundaria. Habrá que ir viendo cómo
evolucionan estas tendencias.
En este grupo de varones aparece la fidelidad como valor asociado a la
opción personal, la lealtad, al estar enamorado y/o a la satisfacción con el vínculo, a
diferencia de los grupos anteriores. Cabe destacar que los varones
homosexuales fueron el grupo precursor en considerar a la fide lidad como un
contrato explícito a asumir en caso de consolidación del vínculo, lo cual fue de
avanzada con respecto a las relaciones heterosexua les entre varones y mujeres. Esto
se debe a que todavía hay un “retraso por el cual en las propuestas de relaciones
afectivas de los varones hacia las mujeres aún no existe generalmente la idea de
las mismas como “pares políticos” en el campo de la sexualidad, aún cuando
asistimos a muchos cambios al respecto en el último tiempo. Hace algunos años
empecé a registrar en mi experiencia clínica este tipo de propuestas de parte de
mujeres hacia sus parejas varones solo en casos de mujeres que han tenido
experiencias de sexualidad con otras mujeres o que trabajan ylo investi gan en el
campo de la diversidad sexual. Pero más recientemente se ha
44
....

máquina, incorporando el yo corporal a la representación que tienen de sí mismos.


Ellos "son", también, su cuerpo.
--***:
43

10 SC

extendido un poco más en las relaciones sexo afectivas entre varones y mujeres la
idea de no tomar la exclusividad como un a priori, de hecho, el período
"no exclusivo” y basado fundamentalmente en lo sexual tiene un nombre:
“chonguear". Ese es el nombre popular para nombrar el tiempo en el cual se
tiene relaciones sexo afectivas “sin nombre” y sin expectativa de
exclusividad. Con lo cual ha ingresado al “planeta hetero” estas distin tas etapas
de manera "casi" democrática. Y es parte de lo que algunxs denominan una
queerificación de las relaciones sexo afectivas en general.
Volviendo a los varones innovadores, estos han estructurado un ideal que
incluye la belleza y la bondad como valores que coexisten con ser
proveedores y aspectos creativos sin necesidad de alienarse en el trabajo para
“ser”, en otras palabras, ellos no se perciben que son según lo que hacen, por lo
tanto la identidad no está abroquelada al trabajo como en los modelos de
masculinidad anteriores. La imagen de ser un buen hombre aparece ligada a
valores personales y no tanto a la expectativa y prerrogativas de género. Le dan
relativa importancia al éxito y se la otorgan a poder ser capaces de integrar los
sentimientos tiernos en la vida cotidiana.
La capacidad afectiva aparece como una habilidad importante y tratan de cultivarla
aún cuando no tengan mucha tradición, por ser una habilidad poco
fomentada en la constitución de la masculinidad en la modernidad.
Hablan del trabajo, de los afectos y de la diversión con amigos de ambos
sexos y también con las parejas. No se piensan con la responsabilidad de ser los
principales proveedores económicos de la familia y pareja. Establecen amistades
con varones y mujeres sobre la base de la lealtad, los intereses comunes, la
afectividad y el trabajo. Tienen vínculos de profundidad afectiva con lxs amigxs y
aprecian la construc ción de nuevos vínculos. Se perciben con buena capacidad
de perdonar y perdonarse.
Perciben su cuerpo como algo propio, con ideales de cuidado con relación a la
salud y también a la estética. Continúan con una línea de construcción de la
masculinidad ligada al riesgo, pero más atenuada, con valoración de la
exploración. Registran el cansancio y paran para descan sar,
coexistiendo en estos sujetos representaciones del cuerpo como máquina, con
representaciones del cuerpo para el placer y el juego.
El cuerpo aparece metaforizado de diversos modos, no sólo como.
¿Y ahora qué?
Este texto presenta la diversidad de modos de subjetivación de género femenino
y masculino que se han sucedido en el tiempo, pero que a su vez coexisten en
paralelo en el mismo histórico social con especificidades de generación,
clase social y lugar geográfico. Podemos incluso arries garnos a decir que
asistimos a la coexistencia de corrientes tradiciona les, transicionales e
innovadoras al interior de un mismx sujetx y de una misma relación sexo afectiva.
Sugiero que no sean tomados como modelos rígidos, sino como una posibilidad
de transmitir un "abc" de las relaciones entre lo macrosocial del sistema
patriarcal y la construcción de subjetividades generizadas, que por
supuesto son dinámicas y están en constante cambio.
Y además porque, en tiempos actuales de nuevos significantes y expe riencias sexo
afectivas, coexisten al interior de cada quien junto con los anhelos de poliamor,
la introducción del consentimiento, el amor como maldito, la posibilidad para las
mujeres de separar sexo y amor, los tránsi tos identitarios y sexuales, entre
otras prácticas de los existenciarios actua les que han ganado visibilidad
y legitimidad. Y que, como todo proceso de cambio, produce nuevos
placeres, pero también nuevos malestares. Muchos de ellos por los costos y la
angustia de la libertad, sin guión amoroso.
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46
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CAPÍTULO 3
ith

EL MODELO FAMILIAR MODERNO, SUS


ALTERNATIVAS
ACTUALES Y LOS NUEVOS DESAFÍOS?
interval

La revolución industrial y la entrada a la modernidad, introdujeron


numerosos cambios en la vida cotidiana de lxs sujetxs, entre los
cuales podemos ubicar la conformación de un nuevo modo de agrupación
familiar: la familia nuclear. Esta familia conformada por solo dos adultxs
(varón y mujer) cónyuges y sus hijxs biológicxs fue un efecto de
varios cambios que se produjeron en ese momento. A modo de
síntesis de los mismos, podemos señalar que la migración del campo a la
ciudad y la vida en la misma en unidades habitacionales más pequeñas produjo
un pasaje de la vida en familias extensas a familias más pequeñas de solo dos
generaciones unidas por lazos de alianza y sangre.
Este modo de vida, produjo un cambio en los modos de relación entre
patriarcado y vida familiar democratizando la relación entre los varones de un
mismo linaje que dejaron de estar sometidos al gran patriarca del
grupo y pasaron a ser pequeños patriarcas de su flamante familia nuclear.
Este modo de vida en familia ha tenido, como uno de sus efectos, una
producción específica e histórica de formas de la masculinidad y de la
femineidad que ya hemos descrito. A fines del siglo XIX y con
este pano
ne
1 Este capítulo tiene como antecedente una presentación con el nombre de "El
modelo familiar moderno y sus alternativas actuales. ¿Normalidad o normaliza
ción? en el espacio del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicó
logos de Buenos Aires el 29/09/11. Una primera versión del mismo se publicó
como Notas para una práctica psicoanalítica pospatriarcal y posheteronormativa. En
La crisis del Patriarcado. Topía Editorial. Cesar Hazaki (comp), 2012, 79-92. 2
Caracterizamos como patriarcado a un sistema de organización de las
relaciones de poder entre los géneros en el cual los varones tiene mayor poder social
que las mujeres. Y que a su vez establece tanto un orden jerárquico entre las
generaciones, bajo el dominio de la figura del padrel patriarca, como un ordenamiento
de las relaciones de poder de los varones entre sí (Connel R. W. 1997).
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rama socioafectivo ya consolidado hace su aparición el psicoanálisis y toma este modo


familiar a modo de “la familia”. Escenario “natural” en el cual se desarrollarán las
tramas que tomará como base para la elabora ción de sus contribuciones acerca de
la constitución de la psicosexualidad humana.
La llegada de esta disciplina y su definitiva instauración en el Río de la Plata, entre las
décadas del '40 y del '50, encontró a esta familia con un nuevo ingrediente: la
entrada a la misma vía del romance y el amor romántico. Y más recientemente a
partir de los 60/70 con una expecta tiva de goce erótico al interior de la pareja
conyugal, lo cual también es una novedad de época.
Mucha agua ha pasado bajo el puente de las constituciones familiares desde
entonces hasta la actualidad que ameritan que, en este y en otros temas nodales,
nos tomemos el serio compromiso de tomar la obra de Freud como un punto de
partida y no de llegada (o dogma) para revisar lo que hoy hay que
recomponer para no ser aliadxs, incluso involuntaria mente, de lo más
conservador de nuestra sociedad.
Y esto en psicoanálisis es un trabajo con sus dificultades específi cas dado que
este corpus ha vinculado sus construcciones más nodales (edipo, la
diferencia sexual y su relación con la castración simbólica, y la
psicosexualidad en general) con formas históricas contingentes. Lo cual suele motivar
que muchos intentos de reformulación se topen con la angustia que les provoca la
pregunta: ¿Qué quedará del psicoanálisis y de ser psicoanalistas si revisamos
incluso esos ejes nodales? Cabe alertar que no hacerse esta pregunta por temor a la
angustia que provoca no resuelve los desafíos actuales con respecto a los modos de
producción de subjeti vidad y las formas que adoptan los vínculos afectivos, porque “La
nave (de la familia) ya ha zarpado!
En este sentido, cabe asumir que los psicoanálisis que conocemos hasta hoy,
como toda disciplina humana, tiene la impronta histórica de sus
condiciones de aparición. Y en ese sentido hay que ubicarlo como lugar
de trabajo para distinguir lo que sigue vigente de lo que ha perdido
vigencia por estar ligado a los conocimientos, sentido común y formas
de la normalidad de una época.
En los años 70 Juliet Mitchell en su libro “Psicoanálisis y Feminis
mo... ” (1982), presenta una hipótesis de trabajo que propulsó un vira
je en la relación entre el feminismo y el psicoanálisis en la década del "70. Hasta
ese momento, la corriente principal del feminismo y de las izquierdas en tanto
movimientos críticos del siglo XX, desconfiaban esta
"ciencia burguesa” que
reenviaba a los y las consultantes como resul tado de "las curas” a una
forma tolerable del malestar en la cultura, pero de la cultura hegemónica.
Esta autora, vira el enfoque al destacar que se puede tomar al
psicoanálisis como lugar de trabajo “para hacer de él un muy buen
dispositivo de análisis de la producción de padecimiento subjetivo de la
sociedad burguesa y patriarcal y no solo como reproduc tor de la misma”. En
consonancia con este planteo, el desafío actual se ubicaría en ver si
podemos hacer de este corpus un modo de abordaje del sufrimiento
humano en la sociedad actual pero que no reenvíe hacia un supuesto equilibrio
anterior, sino que se proyecte hacia lo pospatriarcal, posheteronormativo y
poscolonial.
Para todo esto estamos partiendo de un planteo muy simple, pero no por eso
de poco valor para los desafios actuales, que es el hecho que la familia
“normal y deseable del psicoanálisis”, base de la mayoría de los desarrollos
familia de la
teóricos y herramientas prácticas, en la cual todo sucede es la
modernidad, la familia nuclear. Y sería muy interesante que
nuestras intervenciones se tomaran el trabajo de ser más creativas que
sostenedoras del status quo.
Si nos tomamos el real trabajo de abrir la “cajita feliz” de la familia nuclear nos
encontrarnos con varios elementos de análisis a considerar:
Que esa familia ha sido (y es) más un ideal social y una construcción
imaginaria que una realidad en la experiencia de vida de muchxs sujetxs.
Lxs cuales han vivido en la misma modernidad en gran parte en familias
extensas o las que hoy denominamos diversas?.
Que se ha constituido en el modelo /ideal desde el cual se ha medido
·la expectativa de felicidad /infelicidad en la modernidad tardía.
Que a partir de que fue incorporando como base de entrada al matri
3 En una investigación que dirigí y que luego sería publicada en mi libro “He ridos
corazones..” refiero lo que aconteció al relevar los modos familiares de origen de
lxs pacientes coronarios y no coronarios entrevistadxs que en ese mo mento
(1997-99) tenían entre 35 y 55 años. Encontramos que las familias nu
cleares eran para lxs entrevistadxs de clase trabajadora una experiencia a lo
sumo de una sola generación, pero que formaba parte del ideal social desde el cual
median sus prácticas reales.
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fundantes del psiquismo: la crianza de niñxs. Lo que he


caracterizado recientemente como homofobia sin homófobos, racismo sin
racistas, o patriarcado sin machistas.
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Athiriwel

Hacía un nuevo horizonte: vivir en familia hoy, producción de


subjetividad y sus desafíos clínicos

Para esta tarea, tomo una frase que expresa con mucha claridad lo que quiero
destacar y que es necesario que tomemos como guía del trabajo una y otra
vez:
LaCA
POL
F
T
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•f
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monio al amor romántico4 (recordemos que en forma democrática esto ocurre


solo desde principios del siglo XX) se ha validado como una insti
tución, que legitima los vínculos amorosos heterosexuales y que ha hecho que
el parentesco funcione o califique solo si adopta las formas recono cidas
de familia. Lo cual nos hace llamar la atención acerca de cómo se asiste a
los momentos importantes de la vida con relaciones fuertes, pero que no
tienen nombre o no están legitimadas por quedar fuera del dispo sitivo
legitimado (Butler, 2008).
Que la heterosexualidad sobre la cual se basa la familia nuclear es una
heterosexualidad de dominio entre varones públicos y mujeres privadas. Y
por lo tanto no es la única heterosexualidad posible.
Hasta ahí un estado al día de lo que han dicho los Estudios de
Género en estos últimos 50 años al respecto, nada nuevo para quienes
provienen de este campo, pero sí de gran novedad para la teoría y la clínica
psicoa nalítica que aún no ha revisado suficientemente su corpus a la luz de
estos conocimientos. Por lo tanto, aún es necesario llamar la atención
acerca de sus efectos vigentes en la vida cotidiana y en la práctica
clínica. En síntesis, que no sea nuevo a nivel de la producción intelectual no
implica que esté ya incorporado en los dispositivos clínicos de la
actualidad. Y me atrevo a arriesgar que lo novedoso estaría precisamente
ahí: en acercar la llegada de estas reflexiones a la práctica cotidiana de
nuestrxs colegas.
Y entiendo que es un momento con alta viabilidad de lograrlo, dado que existe
una gran cantidad de colegas que se están tomando muy en serio que deben
dar cuenta de los actuales modos de sufrimiento de lxs sujetxs que ya no viven
todxs, y ni aspiran a hacerlo, en configuraciones familiares nucleares,
patriarcales y heteronormadas. Pero lamentablemen te, en términos generales,
teórico-clínicas que
se enfrentan a estos desafíos desde herramientas
consideran a los modos patriarcales (y modernos) como únicos
modos de organización del psiquismo. Y es ahí donde radi ca uno de los
mayores problemas clínicos en la actualidad: se está a favor de la
diversidad, pero con el dogma paterno colándose como modelo de
normalidad por todos lados y fundamentalmente en los momentos
, yeh
h
.X
A

el Padre (es) una construcción histórica, solidaria de las formas tradicio


nales del dominio masculino que asegura a los padres
varones el monopolio de la función simbólica (sic). El fin de un
padre, el del patriarcado occidental, es el fin de un mundo, no el
fin del mundo. Las formas de devenir sujeto y el ejercicio de las
funciones que participan en el son históricas y constitu yen el lugar de las
este
relaciones de poder entre los géneros. Y establecerá según
modelo lo esperable y lo no esperable en la producción de
subjetividades ‘normales" (Tort, 2008).
Siguiendo esta línea de pensamiento, es necesario hacer revisión de
el
las herramientas conceptuales de trabajo para que no nos pase el ser desde
espíritu amigable a los cambios, pero desde lo profesional forma
parte de la “policía psicológica", guardiana de la moral dominante. O bien,
unx analista políticamente correctx que no modifica teoría y clínica de
acuerdo a su praxis.
Lo cual nos puede pasar si frente a los desafios que implican las nuevas
formas familiares, incluyendo las producidas por sexualidades no hetero
sexuales o lo que se denomina campo de la diversidad sexual, no nos
ocupamos de implicarnos en la producción de conocimientos necesarios
para identificar y actuar frente a los nuevos modos de aparición del
dolor y de la felicidad e infelicidad humana.
Si optamos por esta última posición, nos daremos cuenta que como punto de
partida nuestras herramientas y teorías estén en muchos aspec tos
fraguadas fundamentalmente para trabajar con los malestares y pato
logías de lxs sujetxs conformadxs en el patriarcado y la heteronormati
vidad. Y que aún sin quererlo, muchas veces estamos actuando como
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M
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I
I-'. V

4 Ubico esta diferencia porque previa a la entrada al matrimonio por amor,


esta institución como vía de constitución de la familia legitima no tenía
aspiraciones de consagración de lo amoroso, sino sólo de lo patrimonial, de
la fuerza de tra bajo y de lo reproductivo.
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vale la pena analizar no como "naturales" sino como producción histórica


de modos deseantes: la degradación de la vida erótica masculina
desta cada por Freud (erótico con la prostituta, tierno con la mujer
legitima) (Freud, 1910,12). Y dos aspectos sobre los que nos daba luz Silvia
Blei chmar (2005,2006): la erotización vía la relación entre varones de dife
rentes generaciones y la masculinización vía la pasivización al varón mas
grande como parte de constitución de la masculinidad “hetero". Por lo
tanto, la necesidad ética de reformular la relación entre edipo y sexuali dad
masculina de dominio mediante la incorporación de la interdicción en lxs
adultxs, fundamentalmente en los varones, del acceso a la sexuali dad
infantil como modo de interdicción del abuso sexual infantil.
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“Lecho de Procusto”: adaptando a lxs sujetxs, al dispositivo más que creando


nuevas herramientas.
Es muy importante que tomemos esto como tarea, para que no nos ocurra que,
por abstenernos de repensar frente a los nuevos desafíos, nos quedemos siendo
lxs guardianes de lo que en un momento fue vanguar dia, y hoy puede
convertirse en reliquia.
De estos planteos se desprenden varios interrogantes y necesidades de
desarrollos específicos, para lo cual es deseable no esencializar
lo que son modos históricos de producción de sujetos deseantes al darles
estatus de invariantes transhistóricas.
En relación a la constitución de los deseos heterosexuales hoy, tene mos el
imperativo ético de identificar que con lo que nos encontramos no es con
“la” heterosexualidad, sino un tipo de heterosexualidad que es la
producida en el marco del patriarcado que implica una produc ción
deseante en relación con la diferencia desigualada. Incluyo además el pequeño
detalle, de que aún estamos en un régimen heteronormati yo, con lo cual
ser heterosexual es aún portar la sexualidad adecuada Sería muy interesante
prestar atención a como pudiera desarrollarse una heterosexualidad por fuera de
la desigualación, la predeterminación y la hegemonía.
Dicho esto, necesitamos identificar los siguientes ejes de trabajo:
Los relativos a la constitución del deseo heterosexual en mujeres, en el marco
de las relaciones patriarcales. Lo cual implica un amor no solo al que
está del otro lado de la diferencia sexual, sino que incluye,
relaciones de género mediante, el amor al amo social y al que
tiene más privilegios, de los cuales ella no goza. Tal como veremos
en el próximo capítulo, parte de ese desafío está relacionado con el trabajo
psíquico que implica inves tir el ser el “género devaluado". Desear
pertenecer al género devaluado le imprime un trabajo específico al
psiquismo de las mujeres que no es capturado metapsicológicamente
por la figura de la resolución edípica tradicional que refiere que el
gran trabajo femenino es el abandono del primer objeto de amor que es
hasta ahora la madre en los modos genera lizados de crianza que hasta
ahora conocemos.
Los relativos a la constitución del deseo heterosexual en varones en el
marco de las relaciones patriarcales. Que implica un tipo de deseo
conformado en torno a ser el amo social. Con algunas tendencias que
.
.
.::

Lo cual implica dejar de dar a la organización edípica como garanti zada de


antemano estructural o psicogenéticamente, sacándola del “rela to
histórico" de la crianza en la familia nuclear. Para conferirle su real
dimensión estructurante en tanto triunfo de lo mejor de lo social sobre
el egoísmo individual actuando como interdictor de la imposición de la
sexualidad adulta sobre la infantil y por lo tanto como ordenador de
las relaciones intergeneracionales y regulador de la sexuación.
Lo cual implica entender de un modo más complejo, no escencialista
y ligado a las prácticas de crianza la conformación de los
deseos (hetero sexuales o diversos) en sus formas históricas, pero no por
eso menos reales que derivaran o no en la constitución de las nuevas familias
basadas en parejas (hetero o diversas) o monoparentales.
Y a la vez comenzar a ver cómo podemos pensar la constitución de
modalidades deseantes por fuera del modelo hegemónico
heteronormati vo, hasta ahora necesario socialmente para poder
garantizar la reproduc ción biológica de la especie humana.
Y aquí debemos ubicar uno de los desafíos que los Estudios
Queers le plantean a los Estudios de Género en el campo de la
subjetividad: dejar de pensar la relación entre lo hetero/homoerótico con
discontinuos. Pareciera a esta altura de los acontecimientos que afirmar que la
sexua
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5 Cuya raíz es el movimiento LGTTBI+ y trabaja académicamente en


los estu dios sobre la diversidad sexual e identitaria. 6 Que tiene su raíz
es el feminismo académico y trabaja sobre la asimetría de poder entre
varones y mujeres.

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12 C

ción ubica a lxs sujetxs claramente y para siempre de uno u otro lado
de estas opciones sexuales no es tan indudable.
Y por su parte, los Estudios de Género deben seguir insistiendo a los Estudios
Queer, que en este viraje no debemos invisibilizar que las subjetividades
sexuadas actuales aún se constituyen en el marco de las asimetrías de poder
entre los géneros.
A modo de síntesis, podemos decir que es necesario que podamos pensar en
simultáneo cómo se constituyen los psiquismos en relación a:
- La diversidad de las prácticas de sexualidad .- Las aún relaciones
asimétricas de poder entre los géneros
- Las relaciones entre los géneros que intentar fugar del paradigma
patriarcal.
Con el objeto de poder escuchar a las otras formas de femineidades,
tituyéndose
masculinidades y diversidades identitarias y sexuadas que están cons
y que no necesariamente están queriendo reproducir los estándares
patriarcales y heteronormativos. Fundamentalmente para no reenviarlos desde la
"psicopatología” al lugar desde el cual han decidido, enhorabuena,
fugar.
En esta propuesta de actualización del psicoanálisis a los desafíos
contemporáneos, hay problemas más complejos que otros.
Uno de los problemas complejos, como fue mencionado con ante rioridad, está
teórico que es el estatus
constituido por uno de los núcleos duros" de este campo
de la diferencia sexual en la constitución del psiquismo. Que consiste
en sostener que el reconocimiento de la diferen cia sexual, en otras palabras,
la adquisición de la representación psíquica de que existen solo dos posiciones
en el deseo (femenina o masculina) apuntaladas en las diferencias biológicas y que cada
quien solo se puede ubicar en una de ellas, es la que habilitaría al infante humano
al atravesa miento por la castración simbólica y de este modo, su acceso al
lenguaje y a la ley.
Estas concepciones que continúan como nodales en el corpus
son las que impiden que desde el campo del psicoanálisis se pueda
avanzar, por ejemplo, en identificar cuáles son las realidades a las cuales se
enfren tan por ejemplo lxs hijxs de parejas gays o lesbianas desde sus
escenarios concretos y no desde una psicopatologización a priori de las formas
de crianza de parejas y deseos de parentalidad no basados ni convocados por
"esa” diferencia.
Y en este sentido, entiendo que nuestra contribución debe ubicarse en identificar
cuáles son los problemas reales en la clínica que incluya el modo en el cual está
configurado lo metapsicológico de las nuevas confi guraciones familiares existentes
hasta el momento.
Es un trabajo necesario de hacer aceptando con honestidad, que como
punto de partida contamos con una caja de herramientas para ayudar con el
padecimiento humano, que ha sido construida desde una perspectiva heteronormativa
con una naturalización del sexo y una esencialización del género. Por lo tanto,
nosticar para desligar los
sabemos aún muy poco acerca de cómo diag
aspectos de producción de subjetividad, de los psicopatológicos para
el campo de las prácticas de la diversidad sexual e identitaria y para todos
los modelos de lazos familiares que difieren del modelo de la familia moderna
fundamentalmente en lo que refiere a la crianza. Y esto es parte de nuestro desafío
actual.
En esa línea de sentido, otros de los conceptos a revisar son los de función
materna y función paterna. Se ha descripto a la primera como la capacidad
de sostenimiento, amparo y contención por parte de un adultx que permita la
integración psíquica del infante. Y a la segunda, como la que habilite la
tolerancia a la frustración, la singularización y la posibili dad de afrontar las
dificultades de la vida, o en otras palabras, el acceso a la cultura y al orden
simbólico.
Claramente estas son funciones que deben ejercer quienes oficien de cuidadorys
primarixs para propiciar el acompañamiento para la consti tución de las
instancias psíquicas necesarias en la primera infancia. Pero que se las siga
denominando como funciones maternas y paternas y que estén divididas por
género hace parte de reflejar un estado histórico de las cosas correlativo a un
modo de vida, que ha sido la crianza en el marco de la familia nuclear durante la
modernidad.
Hay muchxs que, advertidxs de estas marcas de época, señalan que estas
funciones son indiferentes al sexo biológico y al género de quien la ejecute. Pero
considero aún así, que seguir llamándolas de este modo, hace que de alguna
manera se filtre como efecto normalización no inten cional una idea/expectativa
del género “verdadero” de quien debe ejecu tar esa función. De este modo estoy
diciendo, que más allá de los deba tes teóricos, me interesa ver el efecto
práctico que estas formulaciones
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Por otra parte, hay que abrir también el espectro para escuchar que
no solo se trata de presencia o ausencia de deseo de maternidad. En
la actualidad empezamos a identificar deseos de maternidad de "baja
inten sidad”. Mujeres que identifican y lo pueden expresar si son
escuchadas, que la maternidad es algo que puede o no acontecer en
sus vidas. Un deseo entre otros deseos posibles. Y a veces, si se da en cierto
marco y si no, prefieren no ser madres. Es decir, no de cualquier modo,
ni a pesar de todo. Esto nos enfrenta a la necesidad de abrir en los
análisis la posi bilidad de indagar sobre cómo se usará o no la
capacidad en el lapso que esta acontece. No como destino, sino como
posibilidad. Un espacio para ver qué lugar tendrá o no, esa potencia del cuerpo.
Que pueda ser pensada.
Y también la reflexión acerca de que en las mujeres que "aman y trabajan” la
etapa de mayor "fertilidad” laboral/ intelectual coincide con la etapa
de mayor fertilidad reproductiva) Lo cual posiblemente redunde
en que si se quiere desarrollar ambos caminos, alguno de los dos no se dará
posiblemente en el momento de mayor potencia y fertilidad. Lo cual
es importante que pueda ser pensado y elegido.
Desde un psicoanálisis pospatriarcal, posheteronormativo y posco lonial
es importante revisitar muchos temas para traerlos a los desafíos
contemporáneos de sus coordenadas actuales. En este caso, la materni
dad como un deseo entre otros, como trabajo, como transformación del propio
cuerpo. Como un intento de trasvasar narcisismo para no morir
inundada de amor propio.
A Patitud

adquieren en los dispositivos clínicos.


En este sentido, valoro el aporte de Leticia Glocer (2016) cuando plantea que
cuando se denomina función paterna a cortar la relación del hijx en tanto falo
de la madre para permitir que ingrese a la cultura, homologando
paternidad con función simbólica, se ubica a la madre en el terreno de
la naturaleza, del déficit y del campo narcisista. Se desconoce de este
modo que la madre puede promover la separación del hijo como
deseo propio. Por estas y otras razones, propone llamar a esta función
como tercera. Señalando que seguir denominándola como paterna es una
forma de universalizar lo que es en realidad una operación simbólica atada
a un determinado tipo de sociedad y de ideología.
·Del mismo modo, considero que seguir llamando función materna a la
capacidad de apego y sostén, opera de manera análoga. Con lo cual,
habría que ponerle otro nombre, o llamarla directamente: apego y sostén.
Y que estas funciones a su vez, deben ser puestas a jugar con mira
mientos fundamentales desde estxs cuidadorxs hacia la infancia
que son: la renuncia a la apropiación del cuerpo del niñx como cuerpo de
placer ilimitado, lo cual es independiente de la identidad de género y
la elección sexual del adultx en cuestión, en virtud de la asimetría de
poder y saber que constituye "el caldo fundamental en el cual se
genera la subjetividad” (Bleichmar, 2007).
lar para
Considero importante además dejar de hablar de la madre en singu
hablar de maternidades en plural. Para poder acompañar
a las mujeres en sus deseos o no deseos de maternar en un
momento histó rico donde afortunadamente se empieza a "derretir” la
soldadura entre ser mujer y mandato de maternidad y en el cual se puede
comenzar a pensar la maternidad no como "algo" que suplirá de modo
sublimatorio la carencia de otra cosa que nunca se tendrá. Para
poder desarmar la idea bloque de que se tienen hijxs solo para
suplir lo que no se es ni se será, para poder empezar a escuchar y
contemporáneas tienen
conceptualizar que también las mujeres
la posibilidad y el deseo de trascender la propia vida y la
propia obra y dejar a otrxs: vida y enseñanza.
Todo esto en tensión de promover lo necesario para la producción del
psiquismo infantil en la crianza, pero no a costa del malestar en plus materno: la
madre y el niñx. Nunca la madre o el niñx. Y nunca el/la niñx
a costa de la madre.
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Nuevas familias, nuevos desafios


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En los últimos años, ha habido nuevas producciones sobre la crianza en


familias que hoy denominamos diversas.
Un primer avance ha sido en relación a las familias ensambladas. Familias
constituidas luego de una primera o segunda unión de algunx de lxs
cónyuges o de ambxs. Panorama que se ha visto favorecido en nuestro país
después del cambio legal que en 1987 permitió el divorcio y la posibilidad
de contraer nuevas nupcias, lo cual hasta ese momento no era posible.
En nuestro medio, Irene Meler (2013), ha hecho una muy impor
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tante contribución en este tema, incorporando la perspectiva de género.


En su trabajo, presenta las complejidades específicas de este tipo de
familias, mostrando también la heterogeneidad al interior de las mismas. Este
análisis hace hincapié en el modo en que la situación de las mujeres se ve
favorecida o perjudicada en los nuevos arreglos familiares. En ese sentido,
identifica que muchos de los modelos en la práctica real están basados en la
sobrecarga de las mujeres y el desentendimiento de los varones como efecto
de las marcas específicas de las relaciones entre los géneros en el marco del
patriarcado, fundamentalmente en los períodos monoparentales luego del divorcio en el
cual muchas mujeres son las cuidadoras primarias y al mismo tiempo
sostenedoras económicas casi exclusivas del hogar. Luego, ya en la
consolidación de los nuevos víncu los, otro de los aspectos identificados es la
mayor carga de hostilidad de varones hacía hijxs no propixs, que de las mujeres
en igual condición.
Otro aspecto identificado es el de imposición-transgresión, confor mada por una
combinación entre autoritarismo y contravención, deri vada de una falta de
acuerdo acerca de las normas que deben regir el hogar. Esto está basado en
situaciones donde el poder está a cargo del varón y la mujer
"supuestamente acata esta situación, pero hace alian zas clandestinas con
lxs hijxs de su primer matrimonio, desde las que contraría las disposiciones
de su actual marido. Esta distinción fina de detalle que señala Meler, la he
observado en otros modelos de familias como estrategia de no confrontación de las
mujeres con varones a los que consideran, en términos generales o en
algunos rasgos, autoritarios o patriarcales. Prefieren, a modo de estrategia
para poder estar en pareja en el aún vigente patriarcado, evitar el conflicto, fingir
que supuestamente acatan normas que no comparten y hacen alianzas
clandestinas, pero más democráticas, también con hijxs comunes.
Lo que puede dar como efecto un modelo de imposición-trasgresión
con efectos clínicos. Pero es importante que sea registrado como estra tegias
de supervivencia y marcas psíquicas de la impronta patriarcal al interior de
los vínculos heterosexuales de dominio y no meramente en su vertiente de
ruptura del pacto de transparencia y confianza con quien en realidad no hay
paridad para pactar.
Uno de los hallazgos en lo que refiere al parentesco muestra como al estudiar estas
familias se identifica la crisis de la consanguineidad y la
alianza y la valoración de las afinidades, que permite la consecución de un
vínculo con un ex suegrx o cuñadx luego de un divorcio cuando se han creado lazos
afectivos a los cuales se ha decidido no renunciar. Aún cuan do valora el
avance de los lazos por afinidad, la autora se pregunta si de seguir
avanzando esta tendencia hará que el futuro vaya hacia la arbitra riedad o el
abandono en momentos de mayor necesidad de amparo como la vejez o si
permitirá fundar nuevos lazos de solidaridad genuina frente a los
requerimientos de cuidados que implica la vulnerabilidad humana.
Llama la atención sobre un tema nodal: la tensión entre las necesida des
de lxs niñxs para quienes las relaciones de apego y la continuidad de los
vínculos es de gran importancia y los deseos de lxs adultxs que valoran la
sexualidad pasional y el éxito individual, lo cual lxs lleva a la
disolución y búsqueda de nuevas parejas en aras de conseguirla cuando
ya no existe en el vínculo que tienen. Tema que a mi entender atraviesa
una de las tensiones contemporáneas más importantes entre las
relaciones de pareja y las relaciones de crianza y parentalidad.
Más recientemente, han comenzado a aparecer trabajos sobre fami lias
homoparentales, así como trabajos con familias de diferente confor
mación que recurren por alguna razón a la reproducción asistida. En
este último caso, sea cual fuera el marco de parentalidad, la intervención
médica separa concepción de acto sexual. Y además, cuando se suma la inclusión
de gametas, esperma u óvulo externos incluye el material bioló gico y
genético de unx donante, todas estas nuevas prácticas ameritan que
indaguemos los desarrollos específicos en relación a sus modos de proce
samiento psíquico de cada una de estas situaciones aún cuando se
den combinadas. El modo de procesamiento que se produce en la
persona ylo pareja dispuesta a gestar y luego, en el psiquismo infantil.
Dado que mi trabajo clínico es fundamentalmente con adultxs y
adolescentes, me ha tocado acompañar diferentes situaciones de estas
características en quienes tienen deseo de ahijar. Los efectos en los
psiquismos infantiles los he podido acompañar en el marco de supervi
siones clínicas a colegas que trabajan con niñxs.
En mi propia práctica, he recibido parejas heterosexuales con dona ción de esperma y
otras de óvulos y mujeres solas y parejas lésbicas con donación de esperma.
Hasta aquí mi experiencia. He escuchado las fanta sías acerca de esx tercerx
que aporta su material genético. Fantasías de
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ajenidad, de extrañeza, de agradecimiento y de extracción de dividendos de


clase, tomando en cuenta que al igual que en las adopciones, la direc ción de la
vía es de niñez o material genético que aportan los sectores más desposeídos a
los deseos de parentalidad de los sectores más acomodados. Pero no solo es
apropiación de clase, sino que los sectores populares que "aportan” hijxs para
la adopción y material genético para la transferencia fundamentalmente de
óvulos, aparecen con sus rasgos de clase racializada en estxs hijxs cuidadxs por los
sectores más acomodados. Y confronta de este modo con la necesidad de
investir una cría humana que no se le parece a quien cría, lo cual implica un
trabajo subjetivo específico y una posible discriminación en las grupalidades
escolares altamente segmenta das por clase de nuestro país en la actualidad. Lo cual
también aparece en las adopciones internacionales.
Todos estos deseos con su conflictividad específica necesitan ser abor dados
clínicamente desde sostener el investir con deseo esa posibilidad desde la voluntad
procreacional de con quién o de qué modo se ha deci dido procrear, más allá
del modo. Lo cual permite armar una escena de recepción del/x infante a advenir
(en caso de fertilización) y de recepción amorosa del/a ya existente, en caso de
adopción.
Quiero compartir aquí el trabajo de la colega analista infantil Gracie la Woloski
(2016) que plantea un ejemplo en la conformación de una teoría sexual infantil en
una niña concebida por reproducción asistida. Ella nos recuerda que más allá
del modo de concepción, estas teorías siempre tienen como función darse
alguna respuesta frente a la incógnita del deseo inconsciente del otrx. En la
situación de esta niña, aparece una formulación frente a la explicación que le han dado
acerca de su concep ción: "antes de estar en la panza de mi mamá estuve en un hornito".
Valoro también su aporte en el análisis de un niño criado en el marco de una
monoparentalidad homosexual masculina (Woloski, 2011,12), en la cual la autora
analiza el modo en el cual el refugio en una vida de ficción, le sirve al niño de
soporte simbólico para sobrellevar la falta de un apego constante. Esto debido a
que en su historia particular fue criado por un papá con modelo tradicional de
proveedor y los cuidados primarios fueron realizados por el compañero del
padre, que luego de una separación fue privado del contacto con el niño,
y esos cuidados fueron continuados por una empleada doméstica. Este trabajo permi
te identificar una situación específica en la cual se incluyen: la elección erótica del
progenitor, su posición genérica (en este caso masculinidad tradicional) que
colaboró a que no haya asumido él mayoritariamente la función de apego y
sostén, los avatares de pareja y su labilidad y también la especificidad de que
quien cuida primariamente, luego de la distancia con el primer cuidador, sea alguien
que cumple esa función mediada por un contrato laboral. Es un trabajo que muestra algo
que quiero transmitir como idea fuerza: la importancia de pensar las prácticas reales y no
dete nernos en especulaciones metafísicas.
Otra cuestión que me parece importante poner en consideración es la tensión entre el
valor de lo genético y la voluntad procreacional. Hace unos cuantos años fui a dar una
clase a colegas del área de salud mental de la Sociedad de Medicina Reproductiva”. En
ese espacio me hicieron una pregunta que en nuestro país adquiere una dimensión
específica: ¿Porqué le damos un valor importante al análisis genético en el caso
de los hijxs o nietxs apropiadxs en la dictadura de 1976 y al mismo tiempo
hablamos de la voluntad procreacional mas allá de la carga genética en el caso de la
reproducción asistida? En otras palabras: ¿Cuál es la “verdad”? ¿La
gené tiça o la crianza? Frente a esta fuerte interpelación, pudimos pensar
en conjunto que no hay una sola respuesta a esa pregunta y la misma formu lada
como dilema elude una realidad atroz que es la apropiación. En este caso, la genética
es solo una herramienta, no una verdad última, que permite rearmar nuevamente de un
modo posible familias que fueron expropiadas de su voluntad procreacional.
Por su parte, Patricia Porchat (2019) nos plantea la importancia de que el dispositivo
psicoanalítico colabore a darle inteligibilidad a lxs niños de familias “abyectas”8,
las cuales al ser consideradas al margen de la sociedad y sobre las cuales
abundan los prejuicios, son comúnmente encaminadas por la escuela,
lxs médicxs o el trabajo social al dispositivo "psi”. Y también colaborar a
que lxs adultxs que decidieron formar estas familias puedan sostener la
resistencia a las normas dominantes. Para lo cual, hay que estar culturalmente
preparado. Y esta es una de las razo nes por las cuales muchxs analizandxs traducen esta
necesidad pidiendo

7 Agradezco a la colega Silvia Jadur por la invitación. 8 Termino utilizado por Judith
Butler para hablar de lo rechazado, lo que no se le da carácter de humano.
62
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CAPÍTULO 4

GÉNERO Y DIVERSIDAD EN LA TEORÍA Y


EN LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA
terapeutas con perspectiva de género. Y tienen razón aún cuando cause escozor en
muchxs colegas.
Otro aporte de mucho valor que nos trae esta autora es acerca de la necesidad de colaborar
a construir una novela familiar no tradicional para estas familias forjando su
propia historia de minoría. Lo cual es un paso lógico previo a poder trabajar con
la novela familiar de lxs niñxs de esta familia en tanto dispositivo que permite el
desasimiento de la auto ridad familiar, tal como nos propuso Freud (1908). Esta novela
familiar no tradicional se arma con las ideas y fantasmas de padre, madre, genitor,
donante, etc. permitiendo que se desarrolle la imaginación personal y familiar. Es
después de armada esta novela familiar no tradicional activa da por el análisis que se
puede recorrer el camino para confrontar con la generación parental y separarse de ella.

A modo de reflexión final


Si entendemos parentesco como un conjunto de prácticas que esta blecen relaciones de
varios tipos que negocian la reproducción de la vida y las demandas de la muerte,
entonces las practicas de parentesco son aquellas que emergen para dirigir las
formas fundamentales de la depen dencia humana, que pueden incluir el
nacimiento, la crianza de niñxs, las relaciones de dependencia y apoyo emocional,
los vínculos de gene raciones, la enfermedad, el fallecimiento y la muerte (por
citar algunas) (Butler, 2009). Tomo esta cita de Butler que también toma Porchat, para hacer
hincapié en la necesidad de cuidado de lxs demás que implica el vínculo familiar,
dada las dependencias afectivas y la necesidad de protec ción y cuidados
necesarios en ciertas etapas de la vida: la infancia y la vejez, pero también en la
enfermedad, la discapacidad, la vulnerabilidad y la tristeza que pueden acontecer a
cualquier edad.
Y entiendo que es necesario que utilicemos nuestro mejor saber para poner
palabras que validen subjetivamente los modos actuales en los cuales las
personas están (y estamos) configurando las relaciones fami liares en tanto
necesidad de mutua protección frente a la vulnerabilidad, humana.
En este capítulo me interesa especialmente referirme a algunos deba tes actuales en torno a la
relación entre las subjetividades sexuadas y la clínica psicoanalítica.
En ese sentido, trataré de focalizar en los posibles aportes de la arti culación entre el
psicoanálisis y los estudios de género, en relación con varios de los desafíos que se nos
presentan en la clínica psicoanalítica en la actualidad:
a-Los cambios producidos en la configuración de las femineidades y masculinidades, en sus
roles, ideales y conformaciones deseantes, que establecen conflictos
históricamente específicos.
b-Las transformaciones en las relaciones de poder entre los géneros en la
vida cotidiana, que han creado mayores libertades, pero también, nuevos modos
tanto de sufrimiento como de placeres.
c-La aparición de una multiplicidad de configuraciones y situaciones familiares
que ponen en cuestión la relación entre formación de pareja y parentalidad: las
familias ensambladas, las separaciones en el curso de embarazos, separaciones
y tenencias compartidas de niñxs muy pequeñxs (incluso menores de 1 año), la
monoparentalidad por opción, la homo parentalidad, la parentalidad compartida sin
constituir una pareja, la triple parentalidad, la co-maternidad, entre otras.
d- La visualización del campo de las prácticas de la diversidad sexual,
1 Capítulo basado en una ponencia del mismo nombre en el 1o Simposio Inter nacional
“Políticas Queer y Subjetividades” en el XI Congreso Internacional de Salud Mental y
Derechos Humanos de la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo. Buenos
Aires, 20 de noviembre de 2010. Una primera versión del mismo se publicó como
“Diversidad y Clínica Psicoanalítica. Apuntes para un debate". En Fernández AM Siqueira
Peres W (comp.), 2013.

65
64
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que incluye las prácticas de sexualidad por fuera de lo


heteronormativo y de la bipartición identitaria en géneros. Todo lo cual desde el
campo de lxs propixs actorxs se denomina LGBTIQ (Lesbianas, gays, bisexuales,
travestis, transexuales, intersexuales y queer).
e-La visualización de la diversidad identitaria de género. Que incluye los tránsitos
entre géneros con la constitución de femineidades y mascu linidades trans, las
personas género fluido y las de género no binario.
f- El nuevo panorama que se abre a nivel de la procreación en la arti culación entre
las posibilidades de las técnicas reproductivas (fertilización asistida, subrogación
de vientre, donación de óvulos, esperma y embrio nes, entre otras) y las
decisiones reproductivas: alargamiento de la edad de procreación en
mujeres, la opción por la monoparentalidad y en el campo de la
diversidad sexual, permite separar el deseo de hijx biólogicx de la existencia de una
pareja basada en la diferencia sexual.
de poder entre los géneros.
Esa cuestión también entra en juego en los debates sobre la reasigna ción de
sexo de lxs sujerxs intersex (XXY) y en los cambios de identidad de género de lxs
sujetxs trans. Tradicionalmente el psicoanálisis ha partido de la idea de que
todo psiquismo normal y sano debe articularse en torno al reconocimiento de la
diferencia sexual y ésta se conforma de manera binaria, con sólo dos
casilleros: femenino o masculino. Sin embargo, es posible pensar formas
diversas de desarrollo de la psicosexualidad que no estén en relación de subalternidad con
las “buenas formas", ni necesaria mente en el campo de la psicopatología, que están
proponiendo en acto un desquiciamiento de la diferencia.
Si nos enfocamos en la línea de las relaciones de poder entre los géneros y la
construcción de la subjetividad femenina en ese entramado vincular,
podemos tomar como acervo las reformulaciones de las concep ciones
psicoanalíticas sobre la feminidad que ha hecho el psicoanálisis desde la
perspectiva de género:
De hecho, más allá de que intentemos tapar el sol con las manos, ha habido
cambios en la vida cotidiana y en los horizontes de los proyectos de vida de lxs sujetxs
actuales que tienen impacto en la clínica y estable cen nuevas demandas y
conflictos.
Una primera reflexión a modo de recaudo epistemológico y ético que
plantearía es que estos desafíos presentan dos caras.
Una de ellas se refiere a no dejar que el prejuicio, o las concepciones anteriores
a los problemas actuales, nos hagan ver como psicopatológicos per se a los cambios
señalados. La otra es que tampoco resignemos el poder identificar las formas que
pudiera ir adoptando la psicopatologia en lo nuevo.
Deslindar estas dos caras de la problemática es un imperativo ético para poder seguir
sosteniendo lo que a mi modo de ver es el compromiso básico del psicoanálisis con
la sociedad: trabajar con las formas en las cuales se expresa el malestar
humano, poniéndole palabras al dolor. Es muy importante que tomemos esto
como tarea, para que no nos ocurra que, por abstenernos de repensar frente a los
nuevos desafíos, nos quede mos siendo lxs guardianes de lo que en un
momento fue vanguardia, y hoy puede convertirse en reliquia.
A modo de síntesis, podemos decir que el desafío principal es poder pensar en
simultáneo cómo se constituyen los psiquismos en relación con la diversidad de las
prácticas sexuales y de las relaciones asimétricas
como núcleo
a- El cambio de punto de vista de la consideración del masoquismo
de la feminidad (Freud, 1924) (Deutsch, 1981), a la concep ción del
masoquismo en la feminidad como un tipo de desarrollo de erogeneidad que se
constituye en el marco de relaciones de dominación (Meler, 1996).
b- La revisión de la idea de la insuficiencia del súper yo femenino y el supuesto menor
aporte a la cultura de las mujeres por dicha razón. Concepción que fue
pioneramente desarrollada por Carol Gilligan (1993) en su revisión acerca de
los modos específicos de la formación de la conciencia moral en mujeres. Y
que más cercanamente fue sistematiza da por Nora Levinton (2000).
C- La envidia del pene, la cual ha pasado a ser considerada como envidia
al lugar social masculino, y no al atributo a través del cual se lo imaginariza.
d- El cambio en la concepción acerca de la histeria femenina. De una idea de la
misma como la forma “normal” de ser mujer a comenzar a considerarla como una
solución de compromiso entre el narcisismo de género femenino y las prácticas de
sexualidad en un histórico social patriarcal. Solución de compromiso cuya
resolución tiende a un ejercicio de la seducción por parte de las mujeres con
una inhibición de la práctica

66
concreta de la sexualidad en el momento anterior de la caída de la estima hacía las
mujeres en el sistema patriarcal: la consumación de la relación sexual (Dío
Bleichmar, 1985). En síntesis, seducir y no consumar para mantenerse valiosas.
e- La revisión de la idea de la constitución del deseo de hijo como modalidad
privilegiada de constitución de la adultez normal en una mujer, que permite, por una
parte, considerar esta modalidad de deseo de hijx como un efecto imaginario de la
relación entre maternidad y feminidad construida históricamente en la modernidad
(Badinter, 1981) (Chodorow, 1984), y, por otra, visibilizar los diversos modos de
entrada en la adultez de las mujeres que por opción o por imposibilidad no
ejer cen la maternidad.
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Otro de los aspectos revisados desde la perspectiva de género en


psicoanálisis es la identificación de la ausencia de una enunciación expli cita de una
teoría acerca de la masculinidad. Hasta muy recientemente, en el psicoanálisis
han existido teorías acerca del sujeto y acerca de “la femineidad”. Esto es efecto de
lo que muchxs teóricxs consideran como falologocentrismo, es decir la
homologación de la experiencia de los varo nes a la de todos los seres
humanos, mediante la constitución de un sujeto universal. Y lo que no entra en ese
paradigma, será misterio, continente negro y habrá que estudiarlo aparte: la feminidad.
Más recientemente han comenzado a verse aportes en este campo vacante por
parte de varixs psicoanalistas contemporánexs de diversas líneas.
De todos modos, esto no quita que aún cuando en la obra de Freud no haya una
teoría explícita acerca de la constitución de la masculini-' | dad, puedan leerse en
esa clave artículos como “Sobre la más generaliza da degradación de la vida
amorosa” (Freud, 1912, 1988) que señala los modos particulares del erotismo
cisheterosexual masculino en el marco de las relaciones de dominación en la
modernidad patriarcal, proponien do como “objetos” dos tipos de mujeres: las
“malas” para el disfrute, y las “buenas” para la conyugalidad, o Tótem y
Tabú (1913,1988) releído infinitas veces como escrito social y político que analiza
la constitución
de la grupalidad, pero que también puede ser leído como la forma de
armado de la fratría de varones en el patriarcado, con respecto a un padre que se
coloca como la ley y no se subsume a la misma y como relato de los efectos del
pasaje del patriarcado feudal al patriarcado de la modernidad en la relación entre
varones. También, varios de los casos clínicos de varo nes, que son propuestos
como ejemplos de un problema psicopatológico, pueden ser leídos como análisis de los
modos de la constitución psíquica de una masculinidad de época”: el caso Juanito
(1909, 1980), el hombre de las ratas (1909, 1988), el hombre de los lobos (1918, 1988)
y el “caso” Schreber (1911, 1988).
Otro aporte del campo de los Estudios de Género al psicoanálisis es el hincapié en el
vínculo entre relaciones de dominación y construcción de los modos de subjetivación.
Retomando los aportes de Michel Foucault (1987) en el campo de la sexualidad y
su relación con el poder, con base en una tradición no lo suficientemente explorada
de Freud que postula desde el comienzo de su obra el tema del poder como un
problema psico lógico, ubicándolo fundamentalmente en la asimetría entre
generaciones, en las relaciones entre padres e hijos (Benjamin, 1996). Freud ha
produ cido grandes aportes acerca de la obediencia frente al temor a la pérdida del
amor del otrx, que no han sido lo suficientemente exploradas en la teorización
psicoanalítica respecto de las relaciones de dominación que excedan las
intergeneracionales, tales como las de género, por ejemplo. Y en caso de hacerlo,
reenvían constantemente a la semejanza con las relaciones de filiación.
Hay dos autoras que se fugan de esta tendencia y que han hecho desarrollos
específicos en un tema fundamental para los desafíos que nos
estamos planteando. En nuestro medio, Gilou García Reinoso (1998) ha i hecho
especial hincapié en describir cómo se establece el amor al amo,
los efectos en la clínica de éste amor y la necesidad del desasimiento de la relación
con el otro como amo absolutos. Y luego, en Estados Unidos, Jessica Benjamin (1996),
da cuenta de cuál es la especificidad de la rela ción entre poder y la constitución del
psiquismo desde las etapas más tempranas en cada género en el marco de un
histórico social jerárquico y patriarcal, y su posterior desarrollo en la vida infantil y
adulta. Ella presenta un desarrollo de la constitución de los psiquismos en el marco
+ 44

2 Solo por citar algunxs: Michel Tort, Silvia Tubert, Sergio Rodriguez- Ricar do
Estacolchic, Ernesto Sinatra, Silvia Bleichmar, Juan Carlos Volnovich, Mabel Burin,
Irene Meler y Facundo Blestcher.
3 Veremos más en extenso su contribución en el capítulo 8.

68
de las relaciones de poder entre los géneros, incluyendo en simultaneo la
asimetría de poder entre las generaciones, en lo que denomina "los lazos del amor".
En concordancia con esta línea de conceptualización de la constitu ción psíquica de varones
y mujeres en el marco de las relaciones patriar cales, podemos destacar que gran parte
de la tarea diaria en el campo de la clínica psicoanalítica se dirime en términos de
constitución de la autonomía en mujeres y deconstrucción de la hegemonía en varones
(Fernández, 2000). Si bien estos procesos suelen expresarse de múltiples
modos, en muchos casos de clínica con varones es necesario remarcar el hecho de que
las mujeres son sus pares y que existen como semejantes*. ; Y en el caso de las mujeres,
cuando desde una ubicación subjetiva en la diferencia desigualada plantean el
deseo de "cortar la cabeza del rey acéfa lo” (Rosenberg, 1996), se trata de que
puedan captar la diferencia entre la imagen de “ese” varón "amo en la ilusión" y
cada varón real con sus contradicciones, miedos y conflictos, sin desmentir con
esto la realidad de los modos de subjetivación masculina en el marco de la pertenencia a un
colectivo con mayor prerrogativa social.
sobre su psicosexualidad, las reenviaban “en la dirección de la cura” a la reproducción
y adaptación a su rol en la sociedad patriarcal. Hay muchas evidencias de estos
efectos en la práctica. Marie Langer, una de las funda doras de la Asociación
Psicoanalítica Argentina, refiere que durante años había tenido en análisis a una mujer que
se debatía entre cómo equilibrar sus deseos de consolidar un matrimonio y la maternidad
y sus deseos de desarrollo profesional y laboral. Luego de unos años de ya no atender
a esa mujer, se encontró con un colega que le comentó que en ese momen to estaba
asistiendo a esa mujer que había sido su paciente. Langer le preguntó acerca de las
vicisitudes de ese momento en la articulación de ambas corrientes deseantes en la
mujer en cuestión, a lo que su colega le respondió que ya no presentaba para ella
ningún conflicto, pues había dejado de trabajar dedicándose sólo a su familia (Volnovich,
Werthein, 1989).
Tal como señalamos, el libro Psicoanálisis y feminismo, (Mitchel, 1982), destrabó una
relación tensa y de mutua desconfianza entre los dos campos. Viraje que recogió algo
del “aire de los tiempos” de ese momento, al afirmar que el psicoanálisis podía
utilizarse como dispositivo de análisis de la producción de padecimiento subjetivo en la
sociedad patriarcal y no sólo como reproductor de la misma. Este cambio de
perspectiva fundó una línea de debates contemporáneos sobre la relación entre
psicoanálisis y feminismo, que puede leerse tanto en la corriente del psicoanálisis y
género (línea anglosajona) o en la corriente del psicoanálisis de la dife rencia sexual
(línea francesa) y la escuela argentina que abreva de ambas y ha hecho su propio
desarrollo.
Repensar esos momentos de la historia de las ideas y las prácticas en la actualidad puede
iluminar algunos aspectos de las formulaciones psicoanalíticas sobre el campo de la
diversidad sexual, de manera de no correr el riesgo de hacer del psicoanálisis
un aparato de reproducción de las bases heteronormativas de la sociedad
patriarcal. En este punto, lxs analistas debemos escoger entre alinearnos del lado de la
“policía psicoló gica”, guardiana de la moral dominante, o bien ocuparnos en develar los
nuevos modos de aparición del dolor humano.
Si optamos por esta última posición, podemos comenzar a interro garnos acerca de la
posibilidad de que nuestras herramientas y teorías estén en muchos aspectos fraguadas
fundamentalmente para trabajar con
Ilusiones de las primeras feministas con el psicoanálisis
Aun cuando planteamos estos dilemas, hay algunas marcas históricas que nos
obligan a mantener una vigilancia epistemológica en relación a ciertas ilusiones. Es
importante tener presente y tomar como lección histórica lo que les pasó a las
primeras feministas frente al nacimiento del psicoanálisis. En aquel primer
momento, la nueva disciplina en el campo de lo mental, al señalar la represión en
plus de la sexualidad como causante de la “nerviosidad moderna”, fundamentalmente
en mujeres, fue acogida como aliada científica para las reivindicaciones de los dere
chos de las mujeres, y de hecho lo fue en algunos aspectos (Tubert, 2000). Luego esta
ilusión cayó al identificarse que en la práctica los análisis de mujeres, aún cuando le
otorgaban un espacio al despliegue del relato
4 Ver un mayor desarrollo de cómo esto opera en la clínica y en la vida en el capítulo 6
de este libro. 5 Tema que retomaremos en el capítulo 9.

70
los malestares y patologías de lxs sujetxs conformadxs en la heteronor
matividad. Y aún sin quererlo, podríamos estar actuando como “Lecho de
Procusto", adaptando a lxs sujetxs al dispositivo existente más que creando
nuevas herramientas, con lo cual podríamos encontrarnos en la paradoja de
ser “progres” ideológicamente, en cuanto a la intención, pero no técnicamente.

Balance de los aportes del psicoanálisis con perspectiva de género


El avance más importante ha sido en la línea de la constitución de los psiquismos
respecto a la asimetría de poder entre los géneros. El momen to actual nos ubica en
una nueva tarea, que está en proceso, que es la de tensar cada vez más la matriz del
pensamiento binario que aún perma nece como resabio en las díadas a partir de las
cuales aún se piensan algunos aspectos de los géneros (masculino/femenino) y la
opción sexual (homo/heteroerótica) como discontinuidad. Nuestra clínica cotidiana que
desborda estas limitaciones así lo amerita..
En el campo psicoanalítico, para poder avanzar en los nuevos desafíos es
necesario cuestionar uno de los núcleos duros de esta disciplina, que es el modo en el
cual ésta piensa a la diferencia sexual y su estatuto en la conformación del psiquismo que
ya desarrollamos en el capítulo 3. Es decir, necesitamos cuestionar los modos de
pensar la sexuación cuan do la consideramos determinada fundamentalmente
en el campo de lo intrapsíquico, para poder incluir la dimensión política que incluye las
diferencias culturales e históricas en la determinación de los
fenómenos psíquicos para luego avanzar en la reconceptualización de lo
metapsicólo gico. Y esto lo digo en especial acerca de cómo se está leyendo la parenta lidad
homosexual. Cuando abordamos estas realidades de manera metap sicológica y no
meramente fenoménica, identificamos que lejos están de desconocer y renegar de la
diferencia sexual. Lo que acontece es que el erotismo no está causada por ella. Lo
cual son dos realidades diferentes.
Demás está decir que representar a la paternidad y maternidad homo sexual “como
organizadora de un verdadero delirio que comprometería los procesos psíquicos
fundamentales, por medio de los cuales el sujeto puede formar la representación de
su propio origen, sus teorías sexuales infantiles” (Tort, 2008), hace parte de no
revisar nuestras herramientas conceptuales para estar a la altura de las configuraciones
vinculares de época y sus desafíos específicos.
Me ha resultado de sumo interés como contribución a un psicoa nálisis contemporáneo que
incluya las novedades de los existenciarios actuales el planteo frente a estas
problemáticas que propone Rosi Brai dotti (2000). Ella parte de la idea de los
sujetos nómades, basándose en la teoría de Deleuze. Y sostiene la posibilidad de un
atravesamiento del sujetx de los modos deseantes y de los niveles de experiencia, pero
acep tando la responsabilidad de la contingencia de sus recorridos. De este
modo, se sale de la diada deseo hétero/homo y la existencia de una sola posición
frente a la diferencia sexual. Pero lo hace retomando lo acumu lado por el
feminismo en lo referente a las relaciones de poder entre los géneros. En ese sentido
retoma críticamente algunos aspectos de la obra de Deleuze al señalar que la
propuesta de este autor de devenir minoría o de “devenir mujer” no implica un proceso
similar para quien, como punto de partida, está incluidx en una mayoría o en una
posición hege mónica, que para quien tiene como punto de partida la pertenencia a
una minoría o a un grupo subalterno. Pues esta segunda posición implica desde el inicio
haber tenido que lidiar con las marcas de la subordinación en la constitución del
psiquismo. Son dos puntos de partida desigualados para embarcarse en un
proceso de transformación que hoy denominaría mos de deconstrucción subjetiva de la
hegemonía.
Por todo lo señalado, quienes trabajamos en psicoanálisis y género,
nos enfrentamos a varios de los dilemas a los cuales se han enfrentado a lo largo de la
historia del psicoanálisis lxs denominadxs culturalistas. Pero también aportamos
una marca propia de camino recorrido en el desarrollo creativo de qué hacer
con estos dilemas para avanzar en lo que describimos al principio como nuestros
desafíos actuales en el campo del psicoanálisis.
Uno de estos aportes es haber evidenciado la tríada desde la cual podemos partir para
pensarlos: género, sexo y sexuación. Si considera
6 En mi consulta es muy común acompañar devenires sexo afectivos de alguien con
personas de ambos géneros sin pensar que ese tránsito amerita una denomi nación
específica. Así como en los aspectos identitarios personas que se conside ran: no binaries,
masculinidades trans, femineidades trans, entre otras posibili dades.

72
73
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mos al género en el campo de la teoría social, podemos ubicarlo como la


construcción cultural y social del sexo en tanto "conjunto de significados contingentes
que los sexos asumen en el contexto de una sociedad dada" (Lamas, 1996). Esta construcción
incluye relaciones asimétricas de poder y el establecimiento de roles diferenciados entre esos
sexos en el marco del patriarcado. Por su parte, con relación al género en el campo de la
subjetividad, existe un consenso en ubicarlo en los aspectos identitarios, funcionando como
uno de los ejes de armado de la conformación de los procesos de identificación?.
Otrxs autorxs avanzan en sus postula ciones, señalando qué hay más instancias
que intervienen ampliamente en la conformación de los modos de subjetivación
generizados: destinos pulsionales, conformación de ideales, modos del
narcisismo, entre otros8.
Por su parte, el concepto de sexo refiere al orden biológico y sus espe cificidades y
diferencias. Sin embargo, esta noción de sexo biológico se ve problematizada, en
principio, por tres factores. El primero es que la noción misma de lo biológico
como un orden ligado a lo inmutable ha entrado en crisis en los últimos tiempos
en relación con las operaciones de reasignación de sexo, las tecnologías
reproductivas, la implantación de hormonas y diversos implantes, la
extirpación de caracteres sexuales, etc. El segundo, que la existencia de sujetos
biológicamente intersex pone en tela de juicio el hecho de que toda la
humanidad sea dimorfa existien do sólo dos casilleros, masculino y femenino. Y el
tercero, que desde el comienzo el sexo y la biología están significadxs. No
hay acercamiento "natural” sin matriz significante.
Luego estaría el eje de la sexuación. Aquí también habría al menos dos corrientes: a)
lxs que conciben a la sexuación como lo fundamen tal y propio del campo
psicoanalítico en estos temas, señalando que la misma remite a la pulsión
que habita y determina el espacio de la reali dad psíquica, dimensión subjetiva
inconciente tributaria de la diferencia sexual simbólica en la que se constituye el
sujeto hablante, que no debe confundirse con la realidad de lo biológico,
ni con la realidad social y b) quienes consideran que también el género es
una categoría del campo del psicoanálisis y entienden a la sexuación
constituyéndose en el marco más amplio de los modos de subjetivación que
mencionamos con anteriori
dad que incluyen lo histórico social.
En la primera corriente se ubican parte de las reflexiones feministas que articulan con
la escuela lacaniana de psicoanálisis. Desde mi pers pectiva, aquí podemos ubicar
precisamente uno de los problemas que necesitan mayor trabajo y debate
para que no nos encontremos encorse tadxs en conceptos fraguados en el marco
del paradigma heteronorma tivo a la hora de pensar los desafíos que la diversidad sexual le
plantea al psicoanálisis. Pues, como destacamos, algunas teorizaciones que nos
permiten pensar las prácticas heterosexuales podrían estar obstaculizando el
pensamiento de lo diverso, sin patologizarlo. ¿Cómo pensar las prácti cas
que exceden lo “normativizado”? ¿Y cómo pensar las nuevas
prácticas y modos deseantes que vayan constituyéndose a medida que el mundo
deje de ser “tan rosa y celeste”?
De todas formas, más allá de las diferencias señaladas, hay un acuer do entre
los psicoanálisis que dialogan con el feminismo (tanto el que se define de la
"diferencia sexual” como el que se define "de género”) es que ninguna de estas
dimensiones puede ser aislada ni es suficiente por sí misma para aprehender las
determinaciones de la dinámica de las relaciones entre los géneros y su
subjetivación. Pero también, para iden tificar en qué campo se han producido los
cambios y cómo estos afectan la articulación.
Cabe destacar aquí que la articulación de estas dimensiones siempre corre el peligro
de inclinarse hacia los respectivos enfoques reduccionis tas;
-El sociologismo; cuando se pretende explicar sin resto la sexuación por obra de la
asunción de roles sociales prescriptos.
-El biologismo: que incluye la naturalización, la medicalización y la sexologización
conductista de lo sexual ignorando la dimensión incon ciente del deseo.
-El psicologismo: que considera al sistema simbólico que sustenta y determina los
lugares sexuados como una estructura ahistórica y la domi nación masculina como
expresión invariante y necesaria de esa estructu ra" (Rosenberg, 1996).
Luego de estas nuevas vueltas y reflexiones sobre los debates vigentes, veremos a través de
algunos ejemplos cómo estas cuestiones operan en el día a día de la clínica:
WW
W

7 Ver capítulo 5 de este libro. 8 Como ya desarrollamos en el capítulo 2 de este libro.

74
75
A. Perversión
eroharte
V

Algunxs colegas en la actualidad continúan definiendo la perversión como aquellas


prácticas que se apartan de la moral dominante. La noción de perversión sigue
siendo indentificada con las prácticas sexuales no hegemónicas y no
heterosexuales. Aún que se diga que no se hace esto, es un no pero sí. Se sigue
insistiendo en una línea de dirección única acerca del estatuto de la diferencia
sexual y su relación con la castración simbó lica en la constitución del psiquismo,
generando per se una perspectiva que impide en un mismo movimiento aprender a
percibir lo patológico en lo nuevo, transformando, de hecho, a todo lo nuevo” en patológico.
modo lo perverso hoy.
En ese sentido, rescato dos aportes contemporáneos para mirar de otro
Uno es el de Louise Kaplan (1995) que plantea la articulación actual entre
género y perversión, señalando que los estereoti pos de género son
"lugares" en los cuales se puede esconder, depositar (ço "apuntalar”?) las
perversiones. Y un segundo aporte, de Silvia Bleichmar (2005) que ha propuesto
identificar lo perverso con relación al estatuto del otrx en el psiquismo, en la
instancia en la que el otrx, más allá de la práctica en sí, aparece objetalizadx y no
como unx semejante. Más allá del tipo de práctica sexual que se realice. Es una
apuesta a menos feno menología y más metapsicología. Lo cual coincide con los
desarrollos en nuestro medio de Carpintero (2015).
niñxs haya más homosexuales que en lxs concebidxs en parejas hetero. Lo cual
a mi criterio es muy probable que suceda, dado que caído el manda to
heteronormativo posiblemente abra a un panorama general de mayor diversidad sexual.
La cuestión aquí es si esto necesariamente constituye un problema. Y en caso de que
así sea, ¿para quién lo sería? De todos modos, la evidencia científica hasta la fecha
señala que no hay compa rativamente mayor presencia de hijxs diversxs
sexualmente de familias homoparentales que de heteroparentales (Patrerson,
2014). Hay algunxs colegas que hablan del “mal menor" con respecto a la adopción
de chicxs más grandes bajo el supuesto de que “mejor en ese marco que
institucio nalizadxs”.
Hay que señalar que el universo de la homoparentalidad es muy amplio y diverso, y
va desde niñxs concebidxs en uniones heterosexuales que viven con la nueva
pareja homosexual de la madre (mayoritariamen te) o el padre, a niñxs concebidxs en
familias de inicio homoparentales con aporte de las técnicas de reproducción
asistida o subrogación de vien tre. Todo lo cual plantea situaciones que van
juntas, pero que no son per se inherentes a la homoparentalidad. En el primer
caso, pasaron también por un divorcio parental, con lo cual son además hijxs de
familias ensam bladas. En los otros casos, haber sido concebidx por reproducción
asis tida, presenta sus complejidades específicas, más allá de la orientación sexual
de quienes conciben (Ormart, 2018). Y en subrogación de vientre, que
no muy restringida en nuestro país y que se hace mayoritariamente en el
extranjero, implica dinero y viajes al exterior solo posibles para un universo muy pequeño de
personas, además de que la concepción y el nacimiento de hecho se da en otro país
con lo cual incluye además una migración.
Volvamos al "planeta psi” y debatamos con algunas de las preocupa ciones que
hemos observado en los discursos de colegas, más allá de los rasgos comunes, que se
presentan según la pareja esté conformada por mujeres o varones y veamos cómo
podemos ir configurando una paleta más amplia de escucha e intervención pospatriarcal,
posheteronormativa y pospatriarcal en psicoanálisis.

Maternidades lésbicas: llama la atención el hecho de una especial


articulación entre reivindicaciones de la diversidad y conceptualizaciones
de la escuela francesa de psicoanálisis (Torres Arias, 2005). La cual valora
B. Deseo de hijx en parejas del mismo sexo
La homoparentalidad se ha instalado como un tema de discusión y como una
realidad avalada y legitimada en el país por la Ley de Matri monio Igualitario a partir
del 2010 que la contempla, tanto en la socie dad en general y en el ambiente "psi”
en particular. Entre lxs colegas que se encuentran preocupadxs por el impacto en
la crianza de lxs niñxs concebidxs en ese marco deseante hay quienes se preguntan
si estxs chicxs presentarán patologia mental, por haber sido concebidxs y criadxs
en una pareja que reniega “la diferencia sexual". Otrxs, temen que entre estxs 9
Leyendo como renegación a la “no” causación del deseo hacia alguien que esté del otro lado
de la “diferencia sexual”. Aún cuando se señala que no entran a cuestionar el campo de la
moral, esta acción aún sin voluntad explícita, se cons tituye en un “insulto
diagnóstico” (Ayouch, 2015).
76
niñas, no siendo los varones homosexuales los del grupo del cual haya que tener
mayores prevenciones.
Por otra parte, ya tenemos años de existencia de paternidades gays, mono, bi y
triparentales con lo cual nuestra tarea actual, más que debatir prejuicios,
merecería estar encaminada a narrar las experiencias existentes y sus
modos específicos tal como hemos hecho en el Capítulo 3.
el derecho de las lesbianas a concebir un hijx en pareja pero simultánea mente plantea
la necesidad de la búsqueda de un hombre significativo (no necesariamente pareja)
que oficie de "corte”. Considero que es un precio muy alto a pagar en el altar del
dogma. Si asumimos que "el padre del corte” es una construcción histórica,
solidaria de las formas tradicio nales del dominio masculino que asegura a los
padres varones el mono polio de la función simbólica. Con lo cual avanzar en el
alojamiento y acompañamiento de maternidades lésbicas al mismo tiempo que sostener
la necesidad de una presencia/función masculina de corte se constituye es
un peaje patriarcal muy alto e innecesario de seguir pagando en aras de seguir
sosteniendo como dogma la existencia de un solo simbólico posible y una
sola vía regia de acceso al mismo. Tal como decíamos en el capítulo 3
nuestro trabajo es importante que se encamine también en estas situaciones en
colaborar a organizar la “novela familiar de minoría” que luego podrá colaborar a
la construcción de la propia escena primaria. Nuevamente, no “en menos”,
sino en especificidad.
C. Deseo de hijo solx
Here
the

Paternidades gay: la idea de la homosexualidad como perversa en sí se acentúa


cuando esta es masculina. Por otra parte, existe en el imagina rio una idea de
que “no es bueno” que los varones manipulen el cuerpo infantil en la
infancia desde una representación de la sexualidad mascu lina como algo
imparable y sin ética que pervertiría el cuerpo infantil al estar a cargo de los
cuidados primarios (Volnovich, 2000). De hecho, este autor señala que
los varones para generar nuevas prácticas de paterni dad deberán vérselas, al
igual que han hecho históricamente las mujeres, con abstenerse de imponer la
sexualidad adulta en los cuerpos infantiles. Imposición que, en caso de
producirse, introduce en el psiquismo infantil un plus imposible de tramitar
facilitando la instalación traumática (Blei chmar, 2005). Por lo tanto, la
desconfianza general que aún hay acerca del efecto en lxs niñxs de que los
varones adultos realicen los cuidados primarios, sumado a que se sospecha
doblemente de los varones homo sexuales, debe ser discutida para
avanzar seriamente en la comprensión de estas nuevas prácticas. Lo cual
lleva nuevamente a ponderar el eje central de este trabajo, que es la diferenciación
crítica entre patologia, prejuicios y resistencias. De hecho, las investigaciones
realizadas en EEUU (Patter son, 2014) que demuestran lo que nos plantea
nuestra práctica: que la mayor parte de abusos infantiles intrafamiliares son de
varones hetero a
Mujeres buscando tener hijos solas: cabe consignar que siempre hubo mujeres
que criaron hijos solas, lo nuevo consistiría en que ahora la elección
aparece como manifiesta y parecería que es lo que aún sigue siendo
insoportable es la autonomía femenina. Por lo tanto, desde la matriz
patriarcal es posible que se confunda aún lo que pudiera ser un acto de autonomía
con narcisismo. Y este acto de autonomía hay que leerlo en relación a
uno de los todavía núcleos duros de poder de los varo nes sobre las
mujeres: negarse a "darle un hijo" a una mujer en los tiem pos en los cuales el
reloj biológico femenino hace posible la concepción por vía sexual. Toda
demora masculina de esa posibilidad, en un marco de potencia
reproductiva más amplia en términos cronológicos, coloca a las mujeres
actuales cada vez más en una toma de decisión de escindir reproducción de
pareja para no verse sometidas a esta encerrona. Una vez dicho esto, me
gustaría compartir otras líneas de sentido de la misma realidad que tiene
múltiples aristas. Recuerdo que uno de mis primeros aprendizajes en el
campo del psicoanálisis con perspectiva de género fue el identificar “mujeres
narcisistas” que deciden tener unx hijx solo para sí pueden existir en
familias “externamente nucleares y heterosexuales”, en las cuales el varón
es sólo valorado como inseminador y quizás proveedor. También aprendí
en la práctica, que puede acontecer que “políticamente” simpaticemos con
que una mujer decida tener unx hijx sola, y podamos llegar a identificar algo
psicopatológico en ella o simplemente identifi car dificultades subjetivas para
llevar adelante una crianza temprana. Por ejemplo, cuando nos encontramos
con personas que escasamente o con mucha dificultad alcanzan a cuidarse a sí
mismas y que cuidar a unx otrx
las desbalancearia negativamente su delicado equilibrio psíquico.
DIC
-
13:4

78
tri
s

o separación que encuentra a muchos varones teniendo que desarrollar


habilidades de cuidados primarios no desarrollados hasta ese momento.
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D. Personas trans e intersexuales


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Varones buscando tener hijos solos: tampoco es un nuevo fenó meno el


hecho de que existan varones que quieran tener unx hijx para ellos, más allá
de con quién lo tengan y esto es más allá de su orientación erótica. Lo
nuevo en la actualidad es el sinceramiento de ese deseo y la posibilidad
que ofrecen las técnicas reproductivas, la co paternidad con mujeres que
quieren criar, pero no armar pareja o la subrogación de vientre para la
materialidad de esta situación. Tal como lo señalamos con anterioridad,
debido al alto costo de este último procedimiento junto a las dificultades para
realizarlas en nuestro país lo cual implica que se haga en el extranjero estas
prácticas en la actualidad solo se producen en varones de alto poder adquisitivolo. Para
ver el impacto en lxs niñxs y los modos de crianza tendremos que ir observado cómo
evoluciona esta tendenciali. La realidad más extendida de varones solos
buscando empezar a paternar, suele ser la adopción de niñxs grandes o
adolescentes o ofrecerse como familias de guarda lo cual implica una
parentalidad más extendida, de lo cual empieza a conocerse buenas
experiencias. Y la reali dad más extendida aún, es la paternidad en
soledad luego de un divorcio
hoty,

Desde las propias voces, las personas trans se definen como tales cuan do a
nivel identitario y de forma de vida pasan de un género a otro dife rente del asignado
primariamente en virtud de su sexo biológico original. Desde la psiquiatria
norteamericana que es quien define lo que se conoce como DSM2, se la
considera como trastorno o disforia de género, diag nóstico a partir de cual se
debe obtener la autorización para una reasig nación civil de género que
comúnmente incluye cirugía de reasignación de sexo y hormonización. Este
diagnóstico hecho por especialistas del campo de la salud mental, permite el
cambio de identidad de género legal (mediante la clásica homologación entre sexo
genital e identidad de género). Este criterio fue replicado como modelo en
nuestro país hasta la formulación de la Ley de Identidad de Género en
2012. Ley que se ubica en el campo del derecho a la identidad, no en el
campo de la psico patologia como acontece en otras latitudes, lo cual
genera un abanico de posibilidades que analizaremos en el capítulo
5.
Y es una ley que, en ese punto, permite el cambio de identidad civil por la solicitud
de quien lo demande y garantiza el acceso a hormoni zación y cirugía en
el sistema de salud para quien lo solicite. No como requisito, sino como
derecho. Y esta ley es sintónica con la realidad de lxs existenciarixs trans' en la
coexistencia de quienes desean hacerse cirugías
de reasignación de sexo o de cambio de rasgos, quienes realizan trata :
mientos hormonales y quienes solicitan el cambio de identidad de género
conservando sus genitales de origen. La deuda aún vigente en lo legal, es
que define un cambio, pero dentro del binarismo hombre/mujer aún
cuando inscribe la posibilidad de una masculinidad trans y una
feminei
10 Véase los casos de los famosos Ricky Martin, Ricardo Fort y Marley. Y más
recientemente el caso de Luciana Salazar. Caso que nos hace reflexionar no solo a la
posibilidad de que otra ponga el cuerpo que no se puede poner, sino que otra
ponga el cuerpo que no se quiere exponer al riesgo que todo embarazo
implica. Lo cual abre una multiplicidad de debates sobre la relación entre
cuerpo, poder, clase y riesgo que vale la pena poder dar. 11 Hay un caso
paradigmático que podemos destacar en el análisis que apareció profusamente
en los medios de comunicación. Es el de un cordobés residente en España de
aproximadamente 40 años que sacó en su momento un aviso en Internet buscando
un alquiler de vientre de una mujer argentina. Se ofreció una mujer más joven y
pobre que él aceptó y fue elegida con dicho fin. Refieren que al conocerse se
"enamoraron" y decidieron tener el hijo en pareja. Dos años después, se
separaron. Ella quedó en España sin papeles, él sosteniendo que ella es una
“mala madre” por razones de “juventud” y además carece de recursos eco
nómicos y legales para criar al niño. Por lo cual él se arroga el derecho a la
crianza y la tenencia. Una primera reflexión sobre la situación nos indica que tenemos
que creerle a alguien cuando dice que quiere tener unx hijx solo más allá del
ropaje que esta situación asuma. Denegarlo en aras del altar del amor romántico
nos inhibe de visualizar los efectos que estas elecciones tendrán con posteridad. Y
pone nuevamente sobre el tapete la relación entre cuerpo, poder, capacidad
reproductiva, clase y riesgo.
1
12 Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, conocido
por sus siglas DSM, que está en su quinta edición. Es un manual
elaborado por la Sociedad Norteamericana de Psiquiatría y que es usado
internacionalmente para clasificar los trastornos” y problemas de salud mental,
aun cuando existe un capítulo del tema elaborado por expertxs internacionales
de la Organización Mundial de la Salud conocido como CIE-10.

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dad trans. En la actualidad para acceder a una identidad civil no binaria hay que
hacer un recurso de amparo. Por otra parte, la Ley también habi lita a
que, en el ámbito educativo, de salud y laboral se llame a la persona por su nombre
y su género autopercibido, aún cuando no haya hecho los cambios en su
documento. Lo cual para el campo de la subjetividad y los derechos en lo cotidiano
es un tema de alta significación y efectos subjetivizantes.
La primera reflexión es que más allá de todos aquellos que plantean que la
pregunta por la propia identidad ha pasado de moda y que es un puro espejismo,
vemos como en el mismo momento histórico hay quie nes están dispuestxs a
una “adecuación” entre
operarse sus órganos de placer sexual en torno a
genitales e identidad de género. También están quienes se oponen
a estas operaciones señalando precisamente que es un precio que no
desean pagar por la normativización y plantean su derecho a vivir y ser
reconocidxs en su identidad sexual y de género sin operacio nes.

Mas allá del respeto que toda decisión sobre el propio cuerpo amerita, cabe
reflexionar sobre una de las dimensiones de las cirugías de reasig nación de
sexo como un modo de adaptación a lo hegemónico discipli nador de los
cuerpos. Dado que muchas veces el cuerpo operado pierde la
posibilidad de placer con lo que tiene y adquiere una cavidad o una
prótesis (según sea el caso) sin posibilidad orgásmica. Actualmente hay mucha
experiencia en el tema con personas que se han sentido bien con la reasignación
quirúrgica que en muchos casos requiere más de una inter vención. Y
personas que no, que tenían puesto en lo quirúrgico ideales que no se lograron con
la o las operaciones. En este campo es importante ubicarse acompañando las
decisiones de cada quien y ayudando a clarifi car que se espera con cada paso y
que posibilidad de que eso que se espera se logre de ese modo.
Por otra parte, se denomina intersex cuando los caracteres sexuales biológicos no
están tan definidos o cuando se trata de alguien con carga genética xxy o xo. En este
sentido, es interesante de destacar como en la película "XXY”, sobre unx
adolescente intesex, se plantea la decisión de los padres de no operar en la
infancia. Esta propuesta coincide con lo que plantean les militantes intersex
en la actualidad. En el caso de la pelícu la, la protagonista deviene en una
adolescente con identidad de género
femenina, con formas de la pulsión de la sexuación ligada al empuje
de su genital masculino y elección de compañero erótico heterosexual
según la identidad de género y homosexual de acuerdo al genital. Con lo cual
podemos decir que estamos en un momento en el cual las categorías estallan y nos
hacen más pensar en una realidad cercana a lo que Paul B. Preciado (2003)
caracteriza como "multitudes queer”.
De todos modos, esta reflexión no prima ni excluye la legitimidad de
quienes apuestan por las cirugías de reasignación de sexo como modo de
adecuar su identidad de género con las formas de su cuerpo. Y la impor tancia
de que no sea la medicina, sino la propia persona la que tome las
decisiones. No es lo mismo operar lo que no se puede volver a reconstruir
que un cambio de identidad civil y de nominación simbólica, que tiene sus
efectos, pero también posibilidades de reelaboración y cambio. Tal como veremos en el
próximo capítulo.
Todo esto en el marco de la multiplicidad de posiciones que lxs suje txs
asumen en su propia experiencia en torno a la relación entre sexo, género y sexuación.
. En síntesis, tenemos que estar advertidxs de que una disciplina (o campo)
como el psicoanálisis, que fue pionera en dislocar la relación entre
psicosexualidad y biología, no reenvíe a anudar nuevamente sexualidad y
biología repitiendo los esquemas más homófobos de la práctica psiquiátrica (Sanz,
2004). Ya que podemos estar siendo parte, sin quererlo, del pensamiento y la
práctica conservadores, que psicopatol gizan per se toda sexualidad por fuera de lo
heteronormativo. Asimismo, podemos ser parte, sin quererlo, de los grupos que
prometen curar la homosexualidad, la bisexualidad, la transexualidad y la
transgeneridad y el travestismo.
Quizás sea más honesto admitir que en la actualidad las herramientas clínicas y
teóricas con las cuales contamos están en su mayoría cons truidas para
aliviar el padecimiento humano, pero desde una perspectiva heteronormativa con
del género. Estamos
una naturalización del sexo y una escencialización
aprendiendo a saber cómo diagnosticar para desligar los aspectos
de producción de subjetividad y sexuación histórica, de los psicopatológicos en el
campo de las prácticas de la diversidad sexual e identitaria. Y ese es parte de
nuestro desafío actual en el cual se inscribe este escrito.
1.
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CAPÍTULO 5

LAS INFANCIAS TRANS COMO

INFANCIAS POSIBLES

Es necesario ponerle pensamiento desde el psicoanálisis con perspec tiva de género a las
infancias trans. Pensamiento que se aleje de la tenta ción de hacer un
psicoanálisis “especial” para “lxs especiales” y que pueda contribuir a
extender sus alcances más allá de su población habitual y conformar un psicoanálisis
inclusivo en el que quepan todxs.
Las infancias trans se definen en relación con las experiencias de niñxs que
tempranamente manifiestan una "discordancia” entre el género atri buido al
nacimiento ligado al sexo biológico y la identidad de género autopercibida.
Este pensamiento y compromiso ético está situado. Se enmarca en monitorear cómo,
en este sur del planeta, están cambiando los imagina rios de lxs sujetxs sobre
algunos temas, en relación con las nuevas prácticas subjetivas y vinculares, así
como las nuevas legislaciones que las legitiman socialmente. Para este caso en
particular, las regulaciones conocidas como leyes de identidad de género? y de
matrimonio igualitario3 sancionadas en los últimos años.
Propongo relacionar este cambio en los imaginarios colectivos con el horizonte
de anhelos y proyectos vitales personales, en este caso infanti les, que como
el horizonte, van cambiando a medida que avanzamos. Del mismo modo, hacer una
revisión de cómo podemos entender este campo de problemáticas desde un
psicoanálisis contemporáneo a la altura de los

1 Una primera versión de este texto se publicó como "Algunas consideraciones éticas y
clínicas sobre las infancias trans”. En Meler I. (comp.) 2017. 2 La Ley 26743 fue sancionada
el 9 de mayo de 2012 y promulgada el 23 de mayo del mismo año. 3 En julio de 2010, la
Ley 26618 de Matrimonio Civil fue modificada y exten dió la posibilidad de unión
legal a personas del mismo sexo.
desafíos de época.
Me propongo pensar las infancias trans en el marco de una tríada propia de
estos tiempos en el país:
1. Los avances en los marcos legales en relación con el género que
han ampliado la agenda de derechos. 2. Los nuevos modos de ser, estar y
desear. 3. Los desafíos clínicos que se desprenden de esta nueva situación.
dad, incluyendo la definida tempranamente. En esos otros países, en los cuales el
cambio de identidad es posterior al diagnóstico psiquiátrico y la reasignación quirúrgica de
sexo, los imaginarios posibles, son otros. Debo señalar que si elijo tomar lo que
acontece en esos dos países y sus realidades jurídicas lo hago con la intención de
identificar su impacto sobre los desarrollos en el campo de la psiquiatría (el DSM
IV/V y su clasificación de la disforia de género) y del psicoanálisis (fundamental
mente de orientación lacaniana) que tanto impacto tienen en la forma
ción de profesionales del campo psi en Argentina.
AP

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tos

1. Los avances en los marcos legales


La ley de identidad de género que rige en Argentina es sumamente progresista. Postula
el derecho al cambio de identidad civil ligada a la autopercepción y en el marco del
derecho a la identidad, línea de larga y avanzada trayectoria en nuestro país, ligada al
campo de los Derechos Humanos. Esto implica que no debe necesariamente ser
precedida de autorización psiquiátrica psicológica y no requiere de una
operación previa de reasignación de sexo, a diferencia de lo que
sucede en otros países, donde es ubicada en el campo de la psicopatología.
Como dere cho a la identidad, crea un escenario muy interesante de
ampliación de derechos y promueve la reflexión sobre las respectivas
exigencias y situa ciones que se derivan. En muchos países, se necesita un diagnóstico y
se permite a quien es diagnosticadx por especialistas en Salud Mental por "ese
problema", cambiar la identidad. Previo paso o no por una cirugía de
reasignación, según el país. Nuestra Ley al igual que la ley de Salud
Mental“, tienen otro espíritu. Ambas fueron sancionadas en la misma época,
y son herederas de la importancia que el derecho a la identidad ha adquirido en la
Argentina como efecto de la lucha de los Organismos de Derechos Humanos
por la restitución de los nietxs apropiadxs y también de la búsqueda de
verdad y justicia en relación a las desapariciones forza das (Tajer 2018).
Quiero destacar que pensar estos temas en nuestro contexto establece una
particularidad que nos diferencia de lo que sucede, por ejemplo, en Estados Unidos y
Francia, dado que permite otros horizontes imagina rios ligados a la ampliación de
derechos locales, en este caso, a la identi
2. Los nuevos modos de ser, estar y desear
Propongo asociar la emergencia de infancias trans que demandan ser escuchadas
tempranamente con el nuevo marco de prácticas sociales y de legitimidad
legal, que permiten que aparezcan y sean alojadas como infancias posibles por
familias y terapeutas. Siguiendo la línea que hemos explorado hace más de una
década (Fernández y Tajer, 2006), median te la cual asociamos imaginarios
acerca de las prácticas del aborto en contextos de clandestinidad con la emergencia de
posibles sentimientos de culpa y que he reformulado en trabajos más recientes (Tajer,
2019).
Para entender esta relación, retomo como aporte lo que los estudios queer en el campo
de la clínica psicológica nos han enseñado como pade cimientos propios del “closet”.
El clóset, es un fuerte dispositivo de regulación de la vida social que actúa sobre
las sexualidades y cuerpos disidentes (Siqueira Péres, 2013) (Sedgwick, 1998). De
este modo, las prácticas de sí, las conformaciones identitarias y los amores que
están por fuera del paradigma heteronorma tivo y binario no están autorizados a
vivirse bajo la luz del día, y solo se despliegan en los espacios intimistas de los
baños, habitaciones y gueros. Como dispositivo biopolítico participa así de los
procesos de subjetiva ción generando angustias, depresiones y ansiedades
específicas.
Respondo de este modo a parte de la inquietud de muchxs colegas

5 Se utiliza este concepto para definir la vida de los existenciarios de la diversidad sexual e
identitaria sin expresión pública por razones de discriminación social. Se define como salida del
closet o coming out al momento en el cual se decide hacer pública la posición identitaria o
erótica diversa.
4 Ley 26657.

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cuando melse preguntan a propósito de casos como el de Lulú, que es el que dio
inicio a estas reflexiones: ¿No es muy temprano para reclamar un cambio de
identidad? ¿Podría ser dañino “cerrar” tan tempranamente algo que debiera
dejarse “abierto"?
A lo que comienzo respondiéndome/les: son los desafíos que nos impone a la
clínica, en este y en otros casos, esta nueva etapa post clóset. Entiendo
que "aparece más temprano” lo que en otros momentos histó ricos
aparecía “más tardíamente porque había sido inhibido o recondu cido
a la domesticación estratégica del closet para no padecer un plus
de sufrimiento por la incomprensión y la discriminación. Y posiblemen te,
porque no había palabras asequibles para significar esa experiencia temprana
para la propia persona y sus seres cercanos.
Quiero compartir aquí también la contracara o “lado bo de este dejar abierto "el tema"
en la infancia. En el testimonio de Lohana Berkins sobre su propia infancia
como niñx trans es ilustrativo el relato acerca del modo en que su familia
“toleró" durante su niñez que quisiera vestirse de mujer como una cosa que
“ya se le iba a pasar”. Lo cual le permitió vivir una infancia tranquila. Pero que
en la adolescencia esa tolerancia se volvió intolerancia con altos niveles de
ferocidad con lo cual tuvo que abandonar su casa de clase media pueblerina
a los 13 años para irse a la capital de su provincia y sobrevivir mediante la
prostitución.
Por lo tanto me animo a señalar que lo que se tolera y no se aloja y
reconoce, más tarde que temprano, se deja de tolerar y recibe
ferocidad, crueldad y desalojo. Fundamentalmente porque esa tolerancia
en reali dad esconde la idea de que se espera que “eso” sea algo que
desaparezca en la adolescencia o adultez. Y la ferocidad aparece
frente a la persistencia de “eso” que se intentó negar.
Por otra parte, es importante señalar que no todxs lxs niñxs trans piden hacer un
cambio de identidad civil. Muchxs solo piden que se les aloje hospitalariamente, se les
reconozca sus identidades autopercibidas, se les nombre con sus nombres
elegidos y con el pronombre de acuerdo a su identidad autopercibida. Nada
más, ni nada menos. Que se les reco nozca existencia.
Llegado a este punto, me parece importante compartir uno de los hallazgos de una
investigación que realizamos en infancia, salud y género (Tajer y otros,
2015). Lxs profesionales indagadxs de diversas disciplinas en el campo de
la salud infantil ubicaban los temas de infancias trans y diversidad sexual por
fuera del campo de la psicopatología, y considera ban que los padecimientos
de esta población se debían fundamentalmen te a la discriminación. En una
investigación posterior, al abordar estas temáticas en la adolescencia, nos
encontramos con que el grupo entre vistado ubicaba las temáticas de la
adolescencia trans en el campo de la psicopatología. No así con los casos de
diversidad sexual, para los cuales tienen una mirada despatologizante y lo
que les preocupa es el padeci miento por discriminación (Tajer y otrxs, 2016). Lo
que nos permitió pensar que existe una nueva mirada profesional en salud y
salud mental que aloja sin psicopatologizar a priori la diversidad sexual y
que acoge hospitalariamente la flexibilidad en los juegos y roles por fuera de los este
reotipos “rosa” y “celeste” en la niñez. Pero a la vez se evidencia un gran
peso en la insistencia en que “siempre” hay que ver cómo se desarrolla en
el futuro”, lo cual en muchos casos es un resguardo cuidadoso, pero que en otros
identificamos que produce aún un verdadero “escozor terapéuti co” cuando se
producen tempranamente maneras de ordenamiento más estables que impliquen
alojar lo diverso en cuanto a identidad y expre sión de género. Y pareciera
que esto es más difícil en quienes trabajan en adolescencia, posiblemente por
algo parecido a lo que aparece en el relato de Lohana, el lado b de la tolerancia en
la infancia, que no es lo mismo que el alojamiento. Lo cual aparece más
fuertemente cuando lxs niñxs se convierten en adolescentes.
Inquieta el hecho que un aparato psíquico haya conseguido estabili dad en torno a una
manera de constituir la identidad, de un modo que no acople identidad de
género y sexo biológico (Paván, 2016).
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3. Los desafíos clínicos que se desprenden de esta nueva


situación
.

6 Véanse Mansilla (2013); Paván (2016); Aramburu y Paván (2014). 7 Ver


Historias Debidas en Canal Encuentro https://youtu.be/eYSQGokci Z8 8 El padre le
dijo: o te haces hombre de verdad o te vas. Y se fue.
Desde la perspectiva de una clínica pospatriarcal y posheteronormati va que nos
estamos proponiendo sistematizar, podríamos decir que existe
una necesidad de seguir desanudando modos históricos de la identidad
· y la psicosexualidad con respecto a los criterios de normalidad, y poder
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pensar seriamente en la frase que postula que (mucho de) “la psicopato logía de hoy,
es la (psico) sexualidad del mañana” (Barzani, 2015).
Una vez dicho esto, desde qué lugar y con qué herramientas interve nir
desde este campo. Para que podamos alojar de manera hospitalaria a quienes
transitan infancias trans, vamos a avanzar un poco más en aspec tos que colaboren a
la clínica.
Es importante que la clínica de las infancias trans incluya la perspec tiva de
derechos y una escucha pospatriarcal. Que se cuide especialmente de no
o bajo la forma de
deslizarse incluso involuntariamente hacía lo "para" ciudadano
un “espiritualismo deseante”10. Esto último aconte ce cuando se
enfatiza de modo exclusivo la determinación intrapsíquica y se
conceptualiza la constitución de ese psiquismo en el marco de la introducción del/a
infante en un solo simbólico posiblell, al cual se atri buye un carácter universall2 en el
marco de las relaciones tempranas y la crianza. Perspectiva que establece como
determinación principal en este proceso a los deseos parentales acerca del sujeto a
advenir. Pero pensando a estos deseos como partiendo solo de la propia fantasmática, que
para el caso de las infancias trans, vendría a demostrar el carácter patógeno de estos
padres, y de la madre en particular, por haber deseado niña donde
hay niño o viceversa. Lo que se invisibiliza de este modo es que la madre es en
realidad, alguien que habla. Y en tanto ser parlante, es portadora de las
significaciones imaginarias específicas de esa sociedad, así como la portavoz
actuante de miles de generaciones pasadas (Castoriadis, 1994). Esto resulta válido para
todas las propuestas identificatorias y no solo para aquellas que no encajan".
En contraposición, pensarlo desde un psicoanálisis pospatriarcal nos permite
incorporar una mirada de las infancias trans, que ubique a los deseos parentales
en la constitución del psiquismo temprano y en la conformación de la identidad de
género de lxs infantes en el marco de un contexto sociohistórico.
En nuestro caso un sociohistórico que incluye:
• Los impactos de la existencia de una Ley de Identidad de Género
inscripta en el marco del derecho a la identidad. Lo cual posi blemente habilite y
legitime el alojamiento por parte de padres y madres de la posibilidad de
registrar y contener la expresión de vivencias tempranas infantiles, en este período
social post clóset. Que esta existencia este creando la demanda temprana de
niñxs trans de ser reconocidxs de acuerdo con su identidad genérica, la cual
está siendo aceptada por algunxs progenitores luego de un recorrido,
posiblemente no como punto de partida. La posibilidad de que padres y madres dejen
fluir más libremente y fuera del clóset, propuestas identificatorias no tan "rosas y
celes tes” para niños y niñas. Los desafíos acerca de cómo entendemos lo que
resulta de "todo
esto”, según la posición teórica y la escucha en psicoanálisis. ¿Cómo
sería abordar estos temas desde una perspectiva que se deslice a lo
“para ciudadano" en psicoanálisis? Incluye poder sostener el argu mento de que
la sexualidad disloca las nominaciones para todxs lxs suje txs, y la importancia de la
dimensión inconsciente en la sexuación. Y de este modo explicar, cómo se ha hecho
en nuestro medio, que las afirma ciones de una mamá 3 que formula que no se
reconoce habiendo deseado
9 Usamos el concepto de "para ciudadano” para referir a la práctica de profesio nales,
en este caso del campo de la Salud Mental, que consideran que los marcos legales
vigentes no atraviesan ni tienen que ver con las problemáticas con las cuales trabajan.
Muchxs de lxs cuales también sostienen que no tienen que ver con las reglas de su práctica,
que entienden se definen autónomamente en la comunidad profesional a la cual
pertenecen. 10 Que conlleva la idea de una subjetividad desamarrada de los cuerpos y
de la historia. 11 Llamo la atención sobre una operación de sentido mediante la cual se
con funde lo simbólico con una única versión, trato de introducir la idea de que hay
muchos simbólicos posibles. 12 Usualmente se le da carácter de universal, en algunas
versiones del psicoaná lisis, a un modelo simbólico ahistórico, que borra las huellas del
contexto que permitirían identificarlo un tipo posible de simbólico relacionado con el orden
patriarcal y heteronormativo que le da a los padres varones el monopolio de esa
función, que es la de introducción de lxs infantes en la humanización y concibe como
“normal y deseable” solo a la heterosexualidad y, en relación con la identi dad de
género, aquella que se corresponda con los caracteres sexuales biológicos.
13 Tal como aparece en los testimonios de Gabriela Mansilla sobre su hija Lulú tanto en
lo escrito (Mansilla, 2013) como en lo audiovisual (Aramburu y Paván, 2014).

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que su hijo, biológicamente varón, sea una mujeg, se ubica en el campo de lo


consciente, que no es solo lo que determina la sexuación, sino que también
corresponde reconocer la operatividad de los aspectos incons cientes. Hasta
ahí, nada nuevo ni objetable. El problema comienza cuan do de eso se
deriva que los derechos a la identidad son una problemática menor y de
poca entidad. Cuando se considera que adoptar una nueva identidad de
género, social y legal no cambiaría en absoluto el malestar en plus de una
niña trans, dado que tanto para ella como para el resto de Ixs seres
parlantes, la sexualidad excede las nominaciones posibles.
Ahí podríamos empezar a argumentar algunas diferencias, basadas en el hecho
de que es muy fácil decir que “nada cambiaría, para todos por igual”, cuando
esta afirmación se enuncia desde una identidad (en este caso cis) que se
habita con mayores goces de derechos ciudadanos. Lo cual constituye una
realidad muy diferente a la experimentada cuando no se tiene acceso a los mismos.
Aquí la supuesta igualdad, en la práctica, inferioriza la diferencia.
Otro punto de divergencia se refiere al supuesto de que el encuentro de alguien
con una verdad propia temprana (en este caso, la identidad trans en un niñx)
sea necesariamente homologado a algo innato, con lo cual "el género" sería innato.
Si no fuera innato, tampoco es necesa riamente fruto del “estrago materno”. Lo
impensable es una asunción temprana de un niñx de “su” identidad de género
diversa.
Y aquí, aún cuando coincidamos en que la sexuación viene desde el
exterior, estamos hablando de identidad, no de sexuación. Salvo que se
siga homologando elección de objeto y posición sexuada con identidad de
género, lo cual desde nuestra perspectiva ya es un debate saldado, dado
que desde un psicoanálisis con perspectiva de género diferenciamos sexo
biológico, identidad de género, elección de objeto y posición sexua da. Las cuales
pueden presentar multiplicidad de combinaciones entre sí.
gos de John Money, responsable del traslado del término género de las ciencias del
lenguaje a las ciencias de la vida y la salud (Money y Erhard, 1982).
Ese autor, al trabajar con problemas ligados al hermafroditismo en el Departamento
de Psiquiatría y Pediatría del Hospital de la Universidad John Hopkins, situada en
Baltimore, llamó la atención acerca de lo que llamó gender core, que en español se
comenzó a traducir como identidad de género. Esto es el sentimiento de sí con
respecto a la identidad feme nina o masculina de un niñx, que se correspondía con
la creencia que los padres tenían sobre el sexo que atribuyen a ese cuerpo que criaban. Aun
cuando luego, por tratamientos o por razones de maduración, se evidenciaba
que el cuerpo biológico correspondía al “otro sexo", el senti miento de sí, o la
identidad de género, quedaba conformada en relación con la creencia de la
crianza temprana en la cual los padres (o criadores) de acuerdo a sus fantasmas y a
sus convicciones proponían como imagi narios para la adquisición de la
identificación primaria. Luego, Robert Stoller, tomando estos hallazgos en 1963
en el Congreso de la IPA de Estocolmo, diferenció identidad de género de identidad
sexual, usando el primer término para referirse a “aquellas personas que, aunque
poseían un cuerpo de hombre, se sentían mujeres” (Stoller, 1964). Lo uso solo
para cuerpos masculinos pues esa era su casuística y quedó instalado el
concepto para referirse a aspectos de la identidad ligadas al sentimiento de ser mujer
o varón.'
Por lo tanto, es un concepto que, partiendo de la psiquiatría infantil, se trasladó a las
se apropió de él y, luego,
ciencias sociales. El feminismo académico y militante
les llegó a muchxs colegas del campo psi que lo consideran como un
concepto fuera del campo aun cuando se creó dentro de estel4
En términos de constitución intrapsíquica, la identidad de géne ro comienza a
adquirirse en el proceso de identificación primaria. Este movimiento identificatorio
es al cuidadorx primarix del mismo sexo, 15
Infancia e identidad de género
¿Cómo se conforma entonces la identidad de género?
Si seguimos la línea trazada por Emilce Dio Bleichmar (1996), que consiste en
genealogizar la comprensión de la relación entre identidad de género y constitución
del psiquismo, nos encontramos con los hallaz
14 Genealogia que es interesante de elucidar desde la mirada de los Estudios de
Recepción (García, Macchioli y Talak, 2014), que permiten, para este caso, ver como
algunos "desencuentros y malentendidos” se relacionan más con los modos de
llegada y apropiación de los conceptos que en relación con los conceptos en sí. 15 Hoy
diríamos generalmente. Y muy posiblemente en relación con la propues
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y complementaria al fantasma “sobre el sexo propio” del cuidadorx "del sexo al cual no
se pertenece”. Identificación que se efectúa con aspectos parciales de lxs
cuidadorxs primarixs en esta construcción del yo, que es desde su origen, una
representación del sí mismx genérico. En otros términos, el "género es uno de los
atributos constitutivos del yo desde su origen" (Dio Bleichmar, 1996).
No es por la vía de la sexualidad, sino del narcisismo, del ideal de género al que se
toma como modelo. Luego, en un segundo tiempo, a la salida del Edipo,
adquiere su carácter sexual, mediante la identifica ción secundaria con la
incorporación de la identificación al cuidadorx en tanto ser sexuado. Ahí recién
se definirá, de algún modo, su modalidad deseante predominante y la
elección de objeto erótico, el cual no definirá su identidad genérica,
conformada previamente.
Por lo tanto la identidad de género se constituye intersubjetivamente en los cuidados
primarios, mediante los proyectos identificatorios cons cientes e inconscientes
sobre la femineidad/masculinidad de quienes cuidan, sobre el cuerpo y la psiquis
del sujeto infantil. Pero también, dado que este proceso es interactivo (Benjamin,
1997), Ixs infantes toman para sí los rasgos y aspectos identitarios de lxs
cuidadorxs primarixs que por alguna razón les interesan y captan su atención,
para ser ubicados en el lugar del ideal del yo.
Con lo cual, para todas las infancias, incluidas las trans, existe una propuesta
identificatoria con contenidos de género, conscientes e incons cientes, emanada
desde lxs cuidadorxs primarixs, pero también existe un proceso de apropiación
activa por parte del/a infante. La identidad de género resultante será un precipitado
del interjuego intersubjetivo.
Volviendo luego de este recorrido a la pregunta sobre “lo innato”, ¿puede
"algo” ser temprano en la constitución del psiquismo y venir "desde afuera”? Por
supuesto que sí. Vuelvo a aclarar que estamos hablan do de identidad de género, no de
posición sexuada.
A mi modo de entender, el problema no reside allí, sino en el hecho de que
cuando esto que viene desde afuera y no es como esperamos que fuera”
se tiende a culpabilizar al deseo parental y fundamentalmente
MULLERVALLA

al "deseo materno” por generar "eso” (queer). Entonces no es afuera o


adentro, sino que afuera, es casi sinónimo de que tiene que ser “culpa de
alguien".
Por lo tanto, pareciera que lo que es “igual para todos” es que siempre
viene de afuera y que solo molestaría y, por lo tanto, hay que “calpabili
zar/responsabilizar" y "explicar” cuando se trata de identidades divergen tes. Ahí
sí, no sería “igual para todos".
Si retomamos el argumento señalado con anterioridad de que el reclamo por la
identidad es un tema solo imaginario, lo cual equivale a decir que es un tema
menor, tal como hemos destacado, cuando se lo hace por lo general
acontece desde una posición cis y por lo tanto, en nuestro histórico social es una
posición hegemónica con respecto a lo trans. Desde habitar una identidad que encaja” el reclamo
del otrx puede presentarse como meramente imaginario, e incluso argumentar que
está basado en una enunciación desde un yo solo consciente que desconoce sus
propias tendencias”.
Esta presunción, despolitiza y deshistoriza el suceso, al circunscribirlo solo al
malentendido estructural. Dado que son cosas de orden distinto que es oportuno
no confundir, puesto que cada una tiene implicancias diferentes..
Lo cierto es que a todxs la sexualidad se nos presenta a modo de malentendido,
para el cual las palabras no alcanzan. Pero tiene implican cias diversas según
sea la posición del sujeto en las relaciones de poder social y la legitimidad
de su identidad de género y sus prácticas.
Por lo tanto, hablar de “la igualdad de lxs desiguales”, aloja un deba te
sumamente interesante, pero lo hace a modo de la negación, “sí... pero aun así,
¡no!", lo cual se constituye en un obstáculo epistemológico
· (Mannoni, 1997). . Otro aspecto a destacar es que quienes hemos atravesado las
aguas del
psicoanálisis con perspectiva de género, y nos animamos a poner a traba jar las
certezas que vamos adquiriendo de cara a la realidad que nos traen Ixs
sujetxs con lxs cuales vamos trabajando, ya no hablamos de identi dades
fijas e inmutables. Para estudiar cómo han sido algunos procesos de cambio,
que nos han abierto nuevas perspectivas, se sugiere analizar los testimonios de
la propia transformación de teóricxs del campo tales como Paul B. Preciado o
Raewyn (Robert W.) Connell. Ambxs han ido
ta heteronormativa y la crianza por una pareja constituida a predominancia por
varón y mujer. Los años próximos nos dirán como transcurren estos procesos en contextos
diversos de crianza.

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de lo "cis” a lo “trans”. Y en esta manera de ir entendiendo las


realidades propias y de lxs otrxs.
Desde esta perspectiva, también una identidad legitimada en la infan cia (en este caso
“trans”) no tiene por qué ser inevitablemente una y la misma para siempre. Lo cual no
quita el derecho a legitimarla social y jurídicamente cada vez que sea necesario. 16
Es importante destacar la importancia de rescatar el tema de la dimensión
inconsciente en la sexuación, sobre la sexualidad proviniendo del Otro, del linaje, y
recordando que siempre existe un resto, un real que insiste. Pero la cuestión en
ese punto no es resolver el enigma que plan tea lo sexual para cualquier sujeto, o
que el goce deje de agitar el cuerpo de modo inquietante. Esa tampoco es la
perspectiva de género. El punto es si algo
propuesta del psicoanálisis con
de la palabra logra pacificar o aliviar el malestar sobrante reinante en
las configuraciones sociales injus tas, inequitativas, propias de un
sociohistórico determinado. Lo estructu ral fundante que anuda el goce al devenir
del sujeto plantea otros debates.
Parte de estos debates es que la agitación de la sexualidad no se resuel ve con
las políticas de la identidad y el logro de derechos. Pero esta no resolución no
le quita valor, sino que destaca, los logros de estas políticas en términos de
dignidad y de alivio de malestares en plus.
Butler (2005) se refiere de manera muy lúcida acerca de la tensión entre las
luchas por los derechos y las estrategias para sostenerse deseante. Para lo
cual pone como ejemplo la existente entre apoyar la promulgación del
matrimonio igualitario, y la decisión personal de no entrar en rela
ciones de conyugalidad, por el impacto que sobre el deseo sexual tienen las
parejas estables y monogámicas. Plantea la legitimidad del derecho a casarse
para elegir no casarse, pudiendo hacerlo, elige no hacerlo, porque le
importa tener vínculos sexo afectivos que no necesariamente tengan nombre. Es el
derecho a no entrar a una institución a la que se puede : entrar, que es diferente
a no entrar porque no te lo permiten.
Del mismo modo, podemos destacar que la actual Ley de Identidad
de Género resuelve algunos problemas de legitimidad identitaria, pero
persisten otros no contemplados por la misma. Lohana Berkins (2013) gustaba
decir que había apoyado la ley por razones estratégicas, pero que este
marco legal daba solo la posibilidad de dos identidades: masculina o femenina.
Lo cual, si bien constituía un avance, no reflejaba la realidad de la vida de la
población trans en su totalidad, caracterizada y necesitada de una tercera
ubicación, con amplios matices que incluya el abanico de necesidades sociales,
educativas, de salud que implica un existenciario trans (Radi, 2019).
concepto
También, es muy relevante retomar el sentido de la experiencia, el
de psiquismo abierto y el ser con otros. Cuando Butler (1990)
sostiene que el género es una actividad incesante y performada sin la
propia voluntad, subraya el hecho de que el género propio no se hace en soledad,
sino que siempre se está haciendo con o para otrx. Que unx cree su propio
género no significa que efectivamente este le pertenezca, puesto que los
términos que lo configuran se hallan fuera de unx mismx. Somos
constituidxs por un mundo social que nunca escogimos (Butler, 2009).
Para concluir, podemos decir que desde que John Money describió a la
identidad de
género como el resultado de una serie de relaciones inter subjetivas
entre los padres y familiares cercanos y la cría humana que, a su vez, da como
resultado que el sentimiento intimo de ser nene o ser nena se constituya en el
psiquismo, ha pasado mucha agua bajo el puente. El lo describía como
ligado a la interrelación del/a niñx con sus padres y hermanxs, y de estxs
hacia él/ella. Pero lo utilizaba para explicar cómo alguien con caracteres
sexuales secundarios no tan definidos adquiría la identidad de género en
concordancia a como había sido significado por sus adultxs significativxs.
co
errow

Ahora, en nuestra actualidad se nos plantean nuevos desafíos:


16 Nótese que para el caso de Lulú la insistencia en el DNI estuvo relacionada con una
afección respiratoria que la hacía consultar frecuentemente al sistema de salud, en el cual
era nominada por el nombre de su DNI original. Lo cual constituía una fuente de
malestar específico de esta niña trans, no generalizable a todas las experiencias trans.
Cómo pensar las identidades de género en las infancias trans, en las cuales se
nominó desde el principio de un modo diferente al autopercibido. Escuchar
respetuosamente cuando una madre padre señala que no reconoce haberlo/la
deseado mujer (en vez de varón) y vice versa, según sea la situación. . Ser
consecuentes en diferenciar el "yo oficial” de las madres y

96
97
minimum pont
.. 5
voinnin
motivom
.....

De este modo, aun cuando hay que cuidar que lxs niñxs no tengan
por qué tomar sobre sí la responsabilidad de ser lxs "héroes de un movi
miento”, es necesario considerar que necesitan que la respuesta
social y terapéutica no se limite a plantear solo a que
esperen y se mantengan indefinidxs hasta la adolescencia y
adultez en todos los casos. Se requie re distinguir qué es lo apropiado
en cada situación, porque también es una responsabilidad que no han
elegido, el ser héroes (o víctimas) de un dispositivo terapéutico sin haber
aceptado ese rol.
.

los padres, a lxs cuales les creemos. Pero también identificar que
en todos los casos (cis y trans) hay dimensión înconsciente en la
propuesta identificatoria que siempre es conflictiva para cual quier
sujeto parlante. Destacar el trabajo activo del infans, que no es tabla
rasa ni agente pasivo de lo que recibe. Sino que este proceso que es de
incorpo ración preobjetal incluye un trabajo activo del infans con aspec
tos que le llaman la atención. Valorar la parte de la propuesta consciente e
inconsciente paren tal y familiar cercana, que el/la niñx no solo incorpora en
copia, sino en traducción propia de lo que le es interesante o
relevante. Que entre la propuesta primaria de lxs progenitores y los
modos de constitución subjetiva hay vicisitudes que producen transtor
mación y metábola. Es decir, hay creación y neogénesis, dado que no
hay una reproducción término a término en la constitución de la
subjetividad respecto de los términos de partida (Bleichmar,
....

Algunas reflexiones finales

1979)
:
:
:
:.
.::

Hay algún nivel de verdad en señalar que no se puede legislar


sobre aquello que irrumpe e insiste sin responder ni acatar
ninguna ley. Reto mo aquí desde otro lugar la paradoja que nos
plantea Butler en relación al matrimonio igualitario, en este caso con
relación a suscitar erotismo amparándose en tener "derechos sexuales” (Klein,
se puede ir a demandar a ninguna oficina, sino
2000). Tener sexo no
que hay que conseguirlo e implica otra estrategia.
Por lo tanto, tampoco el nominalismo de género (el DNI) le da un
sentido al malentendido y al malestar de una niña trans y obviamente no
garantiza que el goce cese de agitar los cuerpos de modos inquietantes a
lo largo de toda la vida. Esto está muy bien planteado por
Gabriela Mansilla en su texto cuando señala que esto es para resolver los
temas “hasta ahora”, pero que entiende que con el empuje de la
adolescencia, al mantener el miembro sexual masculino, pasarán otras
cosas y se reabrirán nuevos problemas??
Hay mucha pregunta en el campo psi acerca de si los existenciarios trans
entrarían per se al campo de las psicosis al ser ubicadas allí desde
algunos marcos teóricos interpretando la “no adecuación" como
desmen tida. En este sentido, es interesante diferenciar en infancias
trans cuando se trata de identidades logradas ubicadas en el campo
de las neurosis y cuando de procesos de mimesis, tomando el
concepto de Meltzer, ubica das más en el campo de lo psicopatológico y
lo restitutivo (Blestcher, 2017).
De todos modos, aun cuando estos conceptos nos sirvan para sacar
a los existenciarios trans en su homologación per se con el campo de la
psicosis, no implica la inexistencia de infancias trans en el campo de
lapsicosis. Y las que, si están en el campo de la psicosis,
no implica tampoco que no sean infancias trans verdaderas.
Todo esto nos lleva a concluir sobre la necesidad de poder
asumir a los existenciarios trans, en todas sus variedades, como parte de
la diver sidad humana.
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17 Pudiera conservar su identidad femenina o devenir una identidad travesti;


entre otras posibilidades, tal como relata Lohana Berkins sobre sí misma. La
cual relata que de niñx de autopercibía como mujer, pero entrada en la
adolescencia
y al conocer la existencia de una identidad travesti, se dio cuenta que esa
era su identidad y su modo de relación con un órgano sexual que no
le interesaba cambiar.
..

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