Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
casero
“Esto no es para mí, no lo voy a hacer nunca”. Cosas que uno puede decir
de adolescente y quizás desdecir de grande. Crecer es, un poco, poner a
prueba esos dichos. Y con algo de suerte, soltar algunos.
Ya les conté acerca de mis primeras experiencias con los fermentados. Que
me sonaban complicados, místicos e inabordables hace no tanto. Hoy, la
masa de avena fermentada es parte cotidiana de nuestras comidas y me
resulta tan básica como poner la pava para el mate. Esa masa viene de la
mano de un fermento inicial con vinagre orgánico sin pasteurizar (un poco
caro y un poco difícil de conseguir) o de un buen chorrito de kéfir, bebida
probiotica que hasta hace poco también me parecía complicada, mística,
inabordable.
Pero acá me tienen, tratando de dejar la adolescencia a menudo. Tomando
un kéfir riquísimo cuando me levanto y manteniendo los nódulos (algo así
como la “madre” de ese kéfir) vivitos y coleando con amor, azúcar mascabo
y agua.
¿Quién se anima?
El kéfir se puede tomar solo (empiecen con apenas medio vasito diario),
mezclado con jugo de frutas o usar para preparaciones de cocina, incluso
para el remojo de legumbres y cereales. A quienes les interese este camino
los invito a leer más en este link y en éste también. Siempre, siempre,
siempre, averigüen ustedes, pregunten, consideren sus propios cuerpos
para decidir cuánto y qué hacen. Ma’vale!
Procedimiento
Es fácil como hacer limonada. Sólo requiere constancia.
Tapar (pero no herméticamente: suave con la tapa del frasco, o con una gasa o tul limpio y
una gomita) y dejarlo 24 hs en un lugar templado y sin luz directa del sol. Pasado un día se
vuelve a revolver y a dejar reposar por 24 hs más. Luego de ese plazo (los dos reposos de 24
hs cada uno, es decir, 48 hs del inicio) está listo.
Es muy probable también que la bebida se gasifique finamente, quedando apenas
carbonatada. Eso es bueno. Si te gusta, conservalo en una botella bien hermética, y sino, se
va a ir yendo solo.
La bebida lista para tomar no es tan dulce como uno esperaría por el azúcar mascabo: los
nódulos procesan esa azúcar y la transforman. Queda fresca, levemente dulce, no piensen
que nos “tomamos” el azúcar a cucharadas.
Por favor no me pregunten a mí si pueden darle kéfir a los niños pequeños: es una pregunta
para hacer al pediatra y, en última instancia, una decisión personal basada en la información
que adquieran.