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Estrés

¿Qué es el estrés laboral?

El estres laboral o estrés en el trabajo es un tipo de estrés propio de las


sociedades industrializadas, en las que la creciente presión en el entorno
laboral puede provocar la saturación física o mental del trabajador,
generando diversas consecuencias que no sólo afectan a su salud, sino
también a la de su entorno más próximo.

El estrés laboral aparece cuando los recursos del trabajador son superados por
uno o varios factores laborales a los que no puede hacer frente, y
puede manifestarse de diversas formas. Sus síntomas van desde la irritabilidad
a la depresión, y por lo general están acompañados de agotamiento físico y/o
mental.

Además, el estrés en el trabajo está asociado con una reducción de la


productividad de las empresas y un descenso de la calidad de vida de aquellos
que lo sufren, pudiendo incluso ser motivo de baja laboral en los casos más
graves, por lo que es conveniente aprender cómo combatirlo y
conocer técnicas eficaces para su manejo. También puede ser útil la
realización de determinados ejercicios para eliminar la tensión y la escucha
de música antiestrés u otros audios relajantes, como una buena meditación
guiada.

En cuanto a sus causas, el estrés laboral puede estar originado por factores
como una excesiva carga de trabajo, un elevado nivel de responsabilidad que
pone a prueba la capacidad del individuo o unas relaciones sociales
insatisfactorias e incluso tóxicas en el puesto de trabajo. Si bien cualquiera de
estos factores puede originar estrés laboral, en ocasiones una combinación de
los mismos puede resultar en situaciones más graves que a larga son más
difíciles de tratar. Además a estos tres factores se añaden otros que pueden
generar situaciones estresantes, como la mala planificación de turnos u
horarios o una remuneración inadecuada del trabajador.

Las reacciones negativas provocadas por el estrés laboral pueden


ser fisiológicas, cognitivas, conductuales o emocionales y suelen estar
acompañadas de una gran frustración por parte del trabajador, al verse incapaz
de controlar la situación o situaciones que generan ese estrés.

Un ejemplo clásico de estrés laboral es el Síndrome de Burnout o síndrome del


trabajador quemado, que suele darse en aquellos puestos de trabajo
relacionados con atención al público (aunque no exclusivamente). Este tipo de
puestos, en muchas ocasiones van acompañados de una sobrecarga laboral
(por ejemplo por una exposición continua a reclamaciones o quejas de
clientes), lo que genera una situación de estrés permanente y acumulativo en el
empleado. Finalmente el trabajador pierde toda motivación y se produce una
dinámica mental negativa que le hace percibir cada nueva jornada laboral como
interminable.

En realidad, el estrés es una respuesta fisiológica natural del ser humano, pues
actúa como un mecanismo de defensa que prepara nuestro organismo para
hacer frente a situaciones nuevas, que presentan un nivel de exigencia superior
o que se perciben como una amenaza. El problema se da cuando esta
respuesta natural del organismo se activa en exceso o de modo prolongado, lo
que puede dar lugar a problemas de salud en el corto, medio o largo plazo, y
determinados entornos, como el laboral, pueden ser propicios para ello. No
obstante, es conveniente señalar que no todos los trabajadores reaccionan
ante el estrés laboral de igual modo, ni un factor que genere estrés en un
individuo tiene necesariamente por qué generarlo en otro, o con la misma
intensidad.

El estrés laboral es un problema global que ocasiona pérdidas millonarias en


los países industrializados debido al ausentismo laboral y la merma de las
capacidades productivas de aquellos que lo sufren, reduciendo su Producto
Interior Bruto (PIB) y generando importantes gastos sanitarios en toda
Latinoamérica y en el resto del mundo.

En algunos lugares la gente también se refiere al estrés laboral como estrés


ocupacional o estrés organizacional.

Síntomas del estrés laboral

Los síntomas del estrés laboral pueden ser divididos en dos grandes grupos;
por un lado aquellos síntomas asociados a reacciones emocionales, y por otro,
aquellos asociados a reacciones físicas. Estos síntomas pueden
estar causados por diversos factores de los que ya hemos hablado.

Síntomas a nivel emocional:

El estrés laboral puede alterar de modo significativo nuestra reacción


emocional ante el entorno, modificando nuestro estado de ánimo y alterando
nuestro comportamiento. Algunas de estas reacciones, como el mal humor o la
irritabilidad, son fácilmente perceptibles por las personas de nuestro entorno;
mientras que otras, como en el caso de la depresión, son más difíciles de
percibir por los demás, ya que en ocasiones el individuo tiende a fingir un
estado emocional saludable, bien sea por miedo a ser rechazado o por no
querer generar preocupaciones en los demás.

El estrés laboral puede originar uno o varios de los siguientes síntomas


emocionales:

 Ansiedad
 Mal Humor
 Irritabilidad
 Miedo o temor
 Inseguridad
 Dificultades para concentrarse
 Dificultad para tomar decisiones
 Bajo estado de ánimo
 Depresión

Síntomas a nivel físico:

El estrés laboral también puede originar una serie de reacciones en nuestro


cuerpo alterando nuestro sistema motor, digestivo, respiratorio o
cardiovascular. Entre los síntomas físicos más frecuentes podemos encontrar
los siguientes:

 Problemas intestinales y/o estomacales


 Sudoración excesiva
 Hiperventilacion
 Dolor de cabeza
 Mareos y náuseas
 Temblores
 Taquicardia
 Tensión muscular y contracturas
 Hiposalivacion (Sequedad de la boca)

No es poco frecuente que además de una combinación de los síntomas vistos


anteriormente, el empleado, incapaz de manejar el estrés laboral, sufra de
insomnio. Esta dificultad para conciliar el sueño, acompañada generalmente
por un incesante ir y venir de pensamientos negativos, preocupaciones y
temores, no hace sino agravar el problema, pues la función reparadora que el
sueño tiene sobre nuestro cerebro, se realiza de modo deficiente haciendo que
el sujeto se levante cansado y malhumorado.
No conviene tomarse a la ligera ninguno de los síntomas expuestos
anteriormente, pues lo que en un principio pueda parecer algo sin importancia,
si se prolonga en el tiempo puede terminar teniendo consecuencias más
graves. Si presenta alguno de los síntomas mencionados, le recomendamos
tomar medidas cuanto antes y si es necesario, consultar con un profesional.

Manejo del estrés laboral

El manejo del estrés laboral engloba todas aquellas recomendaciones que


tienen por objeto mantener bajo control las situaciones de estrés en el entorno
laboral, así como aquellas prácticas saludables que nos ayudan a
minimizar sus consecuencias en nuestro organismo.

Aquí van algunos consejos al respecto:

Comunícate:

Si las causas del estrés están directamente relacionadas con la falta de apoyo
que el trabajador recibe por parte de sus superiores o a un entorno laboral
hostil, en el que las relaciones sociales son desfavorables, la única solución
posible es la comunicación; se amable, expón la situación y procura no
enfadarte, no tienes nada que perder y mucho por ganar. Si la otra u otras
personas continúan con su actitud, ése ya no es tu problema, y debes
mantener tu mente ocupada únicamente en aquellos asuntos que estén bajo tu
control. La comunicación también es fundamental en aquellos casos en los que
los detonantes o agravantes del estrés laboral son las propias condiciones
ambientales del puesto de trabajo, como la temperatura, la iluminación o el
volumen de ciertos sonidos.

Practica técnicas de relajación:

Para el manejo del estrés laboral, una de las mejores recomendacionesque


podemos darte es la de entrenar tu mente. No es necesario que acudas a un
psicólogo para hacerlo, ¿sabías que disciplinas como el yoga o la meditación
nos ayudan a manejar mejor el estrés? La gente que practica yoga o
meditación desarrolla una capacidad de autocontrol y gestión de sus
emociones muy por encima de la media. De hecho, varios estudios científicos
han demostrado que este tipo de prácticas aumenta la densidad y la actividad
de aquellas zonas del cerebro que se encargan de las emociones positivas.
Si necesitas una desconexión rápida para relajarte, te recomendamos nuestras
secciones sobre meditaciones guiadas y música antiestrés.

Haz deporte:

El deporte es otro de nuestros grandes aliados en el manejo del estrés laboral.


Practicar deporte de modo regular nos hace liberar endorfinas (una
potente hormona antiestrés) y nos ayuda a descansar mejor por las noches.
Uno de los mejores deportes para combatir el estrés eficazmente es la
natación, que además de ayudar a nuestro cuerpo a liberar tensiones y
contracturas, determinados estilos (como el nado a braza) nos aportan también
los beneficios de las técnicas de relajación.

Tómate un descanso:

Está demostrado que el cerebro rinde mejor si le damos un pequeño


descanso (aunque sea de un minuto) por cada hora de trabajo. Asi que ve por
un vaso de agua o un café, te vendrá bien para estirar las piernas y despejar tu
mente del estrés. Además, permanecer sentado muchas horas seguidas no es
bueno para tu espalda. Ella te lo agradecerá.

También existen determinados ejercicios para realizar en la oficina o en casa,


que te ayudarán a combatir los efectos de los malos hábitos posturales al
tiempo que relajan tu cuerpo y tu mente.

Duerme las horas necesarias:

Los expertos recomiendan entre 7 y 8 horas diarias de sueño. La actividad


reparadora que el sueño ejerce sobre nuestro cuerpo y nuestra psique es
fundamental para empezar bien el día. Una mente descansada es una
mente preparada para manejar mejor el estrés laboral. Duerme las horas
suficientes y verás como tus niveles de energía y tu salud en general mejoran.
Si tienes vecinos molestos u otros ruidos que te impiden conciliar el sueño, usa
tapones para los oídos (pero asegúrate de comprar un buen despertador).

Deja el tabaco:

Si aún no has dejado de fumar deberías empezar a planteártelo. El tabaco no


sólo no te ayuda a relajarte (la nicotina en realidad es un estimulante), además
aumenta la cantidad de toxinas presentes en tu organismo, disminuye la
concentración de oxígeno en tu sangre y puede ocasionarte graves problemas
de salud e incluso la muerte (lo que sin duda, haría aumentar tus niveles de
estrés de modo considerable). Dejar de fumar mejorará tu salud, tu nivel de
energía y tu autoestima por haberlo conseguido.

Come sano:

Las personas que tienen problemas con el manejo del estrés laboral suelen
alimentarse de modo poco o nada saludable. Son varios los estudios que
relacionan el estrés laboral con una peor alimentación, por ejemplo, científicos
argentinos han averiguado la razón de que el estrés aumente el deseo de
comer alimentos con alto contenido de grasas.

En muchas ocasiones la falta de tiempo nos obliga a ingerir alimentos


rápidamente y no prestamos especial cuidado en lo que comemos, abusando
de la denominada comida chatarra, por lo que no incorporamos al organismo
las vitaminas, minerales y fibra que éste necesita para su correcto
funcionamiento y que se encuentran presentes en gran medida en frutas y
verduras. ¿Por qué no empezar la mañana con un batido de frutas recién
exprimido? Tan sólo añade a la batidora dos o tres piezas de fruta de tu gusto,
añade un poco de agua y en menos de lo que te esperas tendrás preparado un
delicioso y nutritivo batido que mejorará tu salud y recargará tu cuerpo de
vitaminas. Un truco: en verano, prueba a añadir tres o cuatro hielos a la
batidora.

Y si nada de ésto funciona...

Si el estrés laboral hace su aparición y la ansiedad se apodera de tí ¡respira!.


Pero cuidado, ¡no debes respirar como si acabases de sufrir un ataque de
pánico!, debes respirar de modo lento y profundo, unas cuantas veces,
intentando relajar tu mente y concentrándote en tu respiración. De este
modo, obligarás a tu corazón a latir más lentamente y se reducirán tus niveles
de ansiedad. Ésta sencilla pero efectiva técnica de relajación, puede
ayudarte en caso de emergencia con el manejo del estrés laboral.

¿Qué es el síndrome de burnout?

El Síndrome de Burnout (también llamado "Burnout " o "síndrome del trabajador


quemado") consiste en la evolución del estrés laboralhacia un estado de estrés
crónico.

El Síndrome de Burnout (del inglés "burn-out": consumirse o agotarse) se


caracteriza por un progresivo agotamiento físico y mental, una falta de
motivación absoluta por las tareas realizadas, y en especial, por importantes
cambios de comportamiento en quienes lo padecen. Éste cambio de actitud,
relacionado generalmente con "malos modales" hacia los demás o con un trato
desagradable, suele ser una de las características clave para identificar un
caso de Burnout.

Este síndrome suele darse con mayor frecuencia en aquellos puestos de


trabajo relacionados con atención a terceros, como docentes, personal
sanitario o personas que trabajan en atención al cliente y puede llegar a ser
motivo de baja laboral, ya que llega un momento en que el empleado se
encuentra física y mentalmente incapacitado para desarrollar su trabajo.

Origen del término

Esta patología, fue descrita por primera vez en 1969 por H.B. Bradley y al
principio se denominó "staff burnout", para referirse al extraño comportamiento
que presentaban algunos oficiales de policía que trabajaban con delincuentes
juveniles.

Posteriormente, en la década de los 70, Herbert Freudenbergerprofundizó en


dicho fenómeno e incorporó el término "Burnout" al campo de la psicología
laboral. Herbert, que trabajaba como voluntario en una clínica para drogadictos
en Nueva York, pudo observar como muchos de sus compañeros, entre uno y
tres años después de empezar a trabajar allí, sufrían una pérdida de energía y
motivación, junto con otros síntomas como ansiedad y depresión.

¿Cuáles son los síntomas del burnout?

Los síntomas del Síndrome de Burnout son muy similares a los síntomas
asociados al estrés laboral de modo general, sin embargo, en el caso del
Burnout pueden aumentar de intensidad, especialmente en lo relacionado con
cambios de comportamiento o de carácter. Entre ellos, podemos encontrar:

Síntomas a nivel emocional

- Cambios en el estado de ánimo: Se trata de uno de los síntomas principales


del Síndrome de Burnout. Es frecuente que el trabajador se encuentre irritable
y de mal humor. En muchas ocasiones los buenos modales desaparecen y se
generan conflictos innecesarios con clientes y usuarios. La suspicacia o "estar
a la defensiva" y el sarcasmo suelen ser habituales. En algunas ocasiones este
cambio de actitud se produce en un sentido totalmente diferente, en el que el
trabajador simplemente muestra indiferencia hacia los clientes o usuarios, e
incluso hacia los compañeros.

- Desmotivación: El trabajador pierde toda ilusión por trabajar. Las metas y


objetivos dejan paso a la desilusión y al pensamiento de tener que soportar día
tras día situaciones estresantes que superan sus capacidades y cada jornada
laboral se hace larga e interminable.

- Agotamiento mental: El desgaste gradual que produce el Burnout en el


trabajador, hace que su resistencia al estrés sea cada vez menor, por lo que al
organismo le cuesta cada vez más trabajo hacer frente a los factores que
generan ese estrés.

- Falta de energía y menor rendimiento: Se trata de una consecuencia lógica


del punto anterior; como el organismo gestiona de modo deficiente los recursos
de que dispone, su capacidad de producción disminuye y el rendimiento por
tanto baja. Además, toda situación de estrés laboral prolongada en el tiempo,
produce a medio y largo plazo un deterioro cognitivo, lo que puede provocar
pérdidas de memoria, falta de concentración y mayor dificultad para aprender
tareas o habilidades nuevas.

Síntomas a nivel físico

Pero el Síndrome de Burnout no nos afecta sólo a nivel psíquico, entre los
síntomas a nivel físico que produce, podemos encontrar:

- Afecciones del sistema locomotor: Es frecuente la aparición dedolores


musculares y articulares, que se dan como resultado de la tensión generada
por el estrés laboral y que por lo general están provocadas por contracturas
musculares.

- Otras alteraciones psicosomáticas: como problemas gastrointestinales,


cardiovasculares, afecciones de la piel, dolores de cabeza o cefaleas, mareos,
alteraciones del apetito sexual y mayor riesgo de obesidad entre otros.

Consecuencias del síndrome de burnout


Además de todos los síntomas vistos anteriormente, el Síndrome de Burnout
puede tener consecuencias como las siguientes:

- Aumento del riesgo de alcoholismo o consumo de drogas: El estrés


laboral aumenta el riesgo de conductas perjudiciales, como el consumo alcohol,
tabaco u otras drogas. En aquellos empleados en que el consumo ya estaba
presente, la tendencia es a incrementar el consumo.

- Alteraciones del sueño: Al igual que otros tipos de estrés laboral, el "Síndrome
de Burnout", puede producir dificultades a la hora de conciliar el
sueño (insomnio), además, es frecuente que la persona tienda a despertarse
repentinamente en varias ocasiones a lo largo de la noche, con el trastorno que
ello ocasiona a quien lo sufre.

- Bajada de las defensas: El "síndrome del trabajador quemado" repercute


negativamente sobre nuestro sistema inmunológico, haciendo que seamos más
propensos a sufrir enfermedades infecciosas provenientes del exterior. Además
un sistema inmune más débil prolongará la duración de las mismas una vez
que las hallamos contraído e incluso puede provocar situaciones más graves.

Además, las consecuencias del "Burnout" se extienden más allá del propio
empleado y llegan a afectar a su familia, amigos y pareja e incluso pueden
ocasionar importantes pérdidas económicas a las empresas.

Causas del síndrome de burnout

Cualquiera de las siguientes causas puede desencadenar una situación de


"Burnout", especialmente cuando se dan por largos periodos de tiempo y de
modo continuado:

- Puestos relacionados con atención al público, clientes o usuarios: Se da en


aquellos puestos de trabajo en los que el empleado se ve sometido a
un contacto continuo con clientes o usuarios, y por consiguiente, a un gran
número de quejas, reclamaciones o peticiones por parte de los mismos. Esto
puede generar grandes niveles de estrés en el trabajador y a la larga puede
terminar por afectar a su conducta. En la mayoría de ocasiones, un cliente
insatisfecho o descontento con el servicio prestado no suele ser demasiado
agradable y esto puede acabar "contagiando" la conducta del trabajador.

- Acoso laboral: El acoso por parte de compañeros o superiores en el lugar de


trabajo también puede favorecer la aparición de este síndrome. El acoso
laboral o "mobbing" consiste principalmente en el maltrato psicológico de la
víctima para destruir su autoestima, muchas veces con el objetivo de que
abandone el puesto por propia voluntad. Si lo desea puede saber más en
nuestra sección sobre el acoso laboral.

- Elevado nivel de responsabilidad: Algunos puestos de trabajo exigen un gran


nivel de atención y concentración sobre la tarea realizada. El más mínimo error
puede tener consecuencias desastrosas. Un ejemplo sería el del personal
médico, de cuyas manos muchas veces depende la vida de un paciente. Se
trata de profesiones sometidas a altos grados de estrés y por tanto propicias
para sufrir el Síndrome de Burnout.

- Jornadas laborales o "turnos" demasiado largos: Otra de las causas del


"Burnout" son las jornadas demasiado largas. Trabajos en los que el empleado
debe mantenerse en su puesto por 10, 12 e incluso 16 horas, pueden aumentar
drásticamente la posibilidad de padecer este síndrome.

- Trabajos muy monótonos: Paradójicamente, los puestos laborales aburridos,


repetitivos o carentes de incentivos también pueden ser causa del Síndrome de
Burnout . El trabajador no encuentra ninguna motivación en lo que hace y esto
le causa frustración y estrés. A nadie le gusta pasar cientos de horas al mes
realizando una actividad que no le motiva en absoluto y con la que no se siente
cómodo.

Tratamiento del síndrome de burnout

La clave para un tratamiento eficaz del Síndrome de Burnout esdetectarlo en


sus primeras fases, por lo que cuanto antes trabajemos en el problema tras
identificarlo, antes seremos capaces de mantenerlo bajo control.

Por supuesto, la iniciativa en cuanto a su tratamiento puede provenir tanto del


propio trabajador como de la empresa o institución para la que trabaja, por lo
que es importante que haya una buena comunicación entre ambas partes y que
se establezcan los mecanismos necesarios para detectar este tipo de casos en
una etapa temprana, ya sea mediante la realización de cuestionarios o la
medición de los niveles de cortisol del empleado.

En primer lugar, las técnicas de relajación como las meditaciones guiadas o la


escucha de música relajante han demostrado ampliamente su eficacia para
reducir la ansiedad y mejorar el modo en que los trabajadores se enfrentan al
Síndrome de Burnout. De hecho este tipo de prácticas hará que el trabajador
encare los problemas de un modo mucho más positivo y productivo.

En segundo lugar, no debemos olvidar la parte física del problema. El estrés y


el burnout tienden a generar tensión muscular en determinadas zonas del
cuerpo, como los hombros o el cuello, lo que a medio y largo plazo puede
suponer la aparición de contracturas musculares, hernias discales y otro tipo de
lesiones , agravando la situación. Por ello es importante realizar determinados
estiramientos y ejercicios antiestrés como parte de la rutina diaria (e incluso
como parte de la rutina laboral si es posible).

En tercer lugar, la práctica habitual de algún deporte (siempre adaptado a la


condición física del trabajador) ha demostrado reducir notablemente los efectos
del estrés en el organismo, como podemos ver en esta noticia. El deporte nos
mantiene activos, mejorando la salud de nuestro corazón, músculos y huesos,
además de ayudar a desconectar de nuestros problemas mientras se practica.

En cuarto lugar, conocer y utilizar estrategias asertivas puede ser una


excelente forma de combatir y prevenir el Burnout. La asertividad es una
conducta intermedia entre la pasividad y la agresividad (características típicas
en casos de Burnout), enfocada en una buena gestión de las emociones y
la comunicación con los demás. Veamos algunos ejemplos de estrategias
asertivas:

 Tratarse a uno mismo y a los demás con respeto.


 Ser educado pero firme.
 Ser directo y honesto con los demás.
 Saber expresar aquello que nos preocupa o desagrada frente a los
demás con educación.
 Saber hablar y escuchar sin enojarse.
 Ser capaz de controlar nuestras emociones.
 Ver las críticas de los demás como una oportunidad de mejorar.

En quinto lugar, no podemos olvidar los enormes beneficios que la ayuda de un


profesional puede ofrecernos. De este modo, la terapia psicológica, ya sea
individual o grupal, puede hacer que el trabajador desarrolle mecanismos
eficaces para afrontar aquellas situaciones que le producen estrés y ansiedad.

Profesiones propensas a sufrir burnout

Determinadas profesiones, como los médicos, los enfermeros y los docentes,


presentan ciertas características que las convierten en candidatas ideales
frente a este síndrome:

Síndrome de Burnout en enfermería y medicina

El Síndrome de Burnout es un mal muy común entre los profesionales


sanitarios. En general, la elevada burocratización de las instituciones sanitarias
hace que presenten una baja capacidad de innovación o cambio. Esto se
traduce en una baja flexibilidad laboral, lo que dificulta enormemente la
posibilidad de adoptar medidas orientadas a optimizar o redistribuir la carga
laboral entre los trabajadores.

Por otra parte, en muchos casos los médicos y profesionales de enfermería


sufren un "choque con la realidad" para el que su formación teórica no les ha
preparado. Esto produce un desequilibrio entre la situación real a la que deben
hacer frente y sus expectativas iniciales.

Determinadas variables del entorno, sobre todo en el ámbito hospitalario,


pueden provocar un gran nivel de estrés en estos profesionales. Factores como
la sobrecarga laboral, la presencia de ruidos molestos o el hacinamiento propio
de algunos centros sanitarios son buenos ejemplos de ello.

Uno de los aspectos clave del Síndrome de Burnout en médicos y enfermeros


es el hecho de tener que tratar con un gran número de pacientes a lo largo de
la jornada. Estos pacientes por lo general se encuentran de mal humor debido
a factores que escapan del control del personal sanitario, como por ejemplo
largos de tiempos de espera. Tratar con gente irritable y malhumorada, que
paga su frustración con el profesional acaba generando un "efecto contagio" en
el propio trabajador.

Otro aspecto importante, a menudo olvidado, respecto de este "efecto


contagio" es el que se produce entre los propios trabajadoressanitarios. De el
mismo modo que la ilusión, la alegría o la motivación se contagian, el
pesimismo, la desilusión y la apatía también.

Por último, no podemos olvidar que estos profesionales se


encuentranexpuestos de modo continuo al sufrimiento y al dolor ajenos, por lo
que están sometidos a una enorme presión emocional. Además, en muchas
ocasiones la vida de otra persona depende de sus decisiones y sus acciones lo
que supone una fuente de presión difícilmente igualable.

Síndrome de Burnout en docentes - El "Síndrome del profesor quemado"

El síndrome de Burnout es un mal muy frecuente en los profesionales de la


educación.

No es inusual ver profesores que siendo jóvenes mostraban una gran vitalidad
y pasión por su labor, pero que con el paso de los años han perdido toda
motivación, se muestran fácilmente irritables o muestran evidentes signos de
ansiedad y rechazo frente a cada nueva jornada de trabajo.

Al contrario de lo que mucha gente cree, el trabajo del docente no termina en el


aula; también deben corregir trabajos, exámenes, planificar sesiones, preparar
materiales para utilizar en clase o reunirse con el resto del equipo docente para
tratar diversos asuntos. Todo ello contribuye a aumentar su carga laboral de
modo considerable, lo que sin duda es un factor de estrés importante.
Por otra parte, hemos asistido a un cambio del modelo educativo, en el que el
profesor ha perdido la autoridad que tradicionalmente la sociedad le otorgaba,
pasando de ser una figura sumamente respetada (e incluso a veces temida), a
otra radicalmente opuesta (sin término medio), que carece de recursos de
autoridad y es objeto de burlas y vejacionesfrecuentes por parte de sus
alumnos. Además, en muchas ocasiones, los padres o tutores del
alumno increpan e incluso agreden físicamente al docente por suspender o
castigar a su hijo, lo que termina por generar un gran desgaste emocional.

La falta de recursos formativos para aprender a manejar a este tipo de


situaciones, como alumnos o grupos conflictivos, es otra de las causas de que
el Síndrome de Burnout sea tan popular entre el profesorado, pues el docente
se ve en ocasiones indefenso e incapaz de controlar el orden de una clase, lo
que acaba provocando una profunda frustración, que día tras día, año tras año,
va generando en él una huella psicológica difícil de borrar.

Por todo ello, no es de extrañar que el personal docente muestre unas de


las más altas tasas de ausentismo y baja laboral por depresión.

Otras formas de llamarlo

En el lenguaje coloquial suele emplearse la expresión "estar quemado"para


referirse al Burnout. Otras formas de llamarlo son las siguientes:

Burnout.

Síndrome del trabajador quemado o síndrome de estar quemado por el trabajo


(SQT).

Síndrome de quemarse por/en el trabajo.

Síndrome del trabajador desgastado o consumido.

Síndrome de desgaste ocupacional (SDO) o profesional.

Síndrome del agotamiento ocupacional o profesional.

Síndrome de la cabeza quemada.

Estrés

El estrés (del latín stringere ‘apretar’ a través de su derivado


en inglés stress ‘fatiga de material’) es una reacción fisiológica del organismo
en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una
situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
Fisiológica o biológica es la respuesta de un organismo a un factor de estrés
tales como una condición ambiental o un estímulo. El estrés es el modo de un
cuerpo de reaccionar a un desafío. De acuerdo con el evento estresante, la
manera del cuerpo a responder al estrés es mediante el sistema nervioso
simpático de activación que da lugar a la respuesta de lucha o huida. Debido a
que el cuerpo no puede mantener este estado durante largos períodos de
tiempo, el sistema parasimpático tiene tendencia a hacer regresar al cuerpo a
condiciones fisiológicas más normales (homeostasis). En los humanos, el
estrés normalmente describe una condición negativa (distrés) o por el contrario
una condición positiva (eustrés), que puede tener un efecto mental, físico e
incluso de bienestar o malestar en un ser humano, o incluso en otra especie de
animal.

En la década de 1930, Hans Selye –hijo del cirujano austriaco Hugo Selye–,
observó que todos los enfermos a quien estudiaba, independientemente de la
enfermedad que padecieran, presentaban síntomas comunes: fatiga, pérdida
del apetito, bajada de peso y astenia, entre otras posibles sintomatologías. Por
ello, Selye llamó a este conjunto de síntomas el síndrome de estar enfermo.

En 1950 publicó la que sería su investigación más famosa: Estrés. Un estudio


sobre la ansiedad. El término estrés proviene de la física y hace referencia a la
presión que ejerce un cuerpo sobre otro (la fatiga de materiales), siendo aquel
que más presión recibe el que puede destrozarse- y fue adoptado por
la psicología, pasando a denominar el conjunto de síntomas psicofisiológicos
antes mencionado, y que también se conocen como síndrome general de
adaptación. Los estudios de Selye con posterioridad llevaron a plantear que el
estrés es la respuesta inespecífica a cualquier demanda a la que sea sometido,
es decir que el estrés puede presentarse cuando se da un beso apasionado.

Selye, que fue fisiólogo, se convirtió en el director del Instituto de Medicina y


Cirugía Experimental en la Universidad de Montreal.

Eustrés y distrés

Aunque casi siempre, principalmente en los humanos, la palabra estrés suele


poseer una connotación negativa (lo opuesto quizás sería el nirvana budista o
el principio de nirvanade S.Freud) la ciencia distingue dos tipos de estrés, tanto
en animales como en humanos:

Eustrés o estrés positivo: es un proceso natural y habitual de adaptación, que


consiste en una activación durante un período corto de tiempo con el objetivo
de resolver una situación concreta que requiere más esfuerzo. En los animales
no humanos el eustrés se evidencia en los estímulos que por reacción
favorecen a la vida.

Distrés o estrés negativo: es aquel que en un animal (incluido el ser humano)


supera el potencial de homeostasis o equilibrio del organismo causándole
fatiga, mayores niveles de ansiedad, de irritabilidad y de ira. El estrés
mantenido puede provocar la aparición de consecuencias físicas, debidas al
aumento del gasto de energía, una mayor rapidez de actuación, menor
descanso del necesario y el consiguiente agotamiento de las fuerzas.

Fisiopatología

El efecto que tiene la respuesta estrés en el organismo es profundo:

Predominio del sistema nervioso simpático (vasoconstricción


periférica, midriasis, taquicardia, taquipnea, ralentización de la motilidad
intestinal, etc.).

Liberación masiva en el torrente sanguíneo


de glucocorticoides: catecolaminas (adrenalina y noradrenalina),
de cortisol y encefalina.

Aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de


coagulación, aminoácidos libres y factores inmunitarios (la sangre se
hace trombolítica con lo que aumentan los riesgos de ACV y otras trombosis).

El cuerpo desarrolla estos mecanismos para aumentar las probabilidades de


supervivencia frente a una amenaza a corto plazo, pero no para ser
mantenidos indefinidamente. A medio y largo plazo, este estado de alerta
sostenido desgasta las reservas del organismo. El estrés (especialmente
el distrés) provoca inmunodepresión. La liberación de hormonas de estrés
inhibe la maduración de los linfocitos, encargados de la inmunidad específica.

Reacciones psicológicas

Las reacciones psicológicas que causa el estrés tiene tres componentes: el


emocional, el cognitivo y el de comportamiento.El estrés y las emociones tienen
muchísima relación que hasta la definición son similares. Las emociones se
pueden definir como un estado de animo que aparece como reacción a un
estímulo. Lo que hace pensar que el estrés es una emoción ya que tiene las
características de una emoción.
Algunas respuestas de tipo emocional que se presentan en personas afectadas
por el estrés son las siguientes: abatimiento, tristeza, irritabilidad, apatía,
indiferencia, inestabilidad emocional, etc. Se dice que los agentes estresores
llegan por medio de los órganos de los sentidos (vista, oído, tacto, gusto,
olfato), que después llegan las emociones. Entonces después del estrés vienen
las emociones y viceversa.

Factores desencadenantes

Los llamados estresores o factores estresantes son las situaciones


desencadenantes del estrés y pueden ser cualquier estímulo, externo o interno
(tanto físico, químico, acústico o somático como sociocultural) que, de manera
directa o indirecta, propicie la desestabilización en el equilibrio dinámico del
organismo (homeostasis).

Una parte importante del esfuerzo que se ha realizado para el estudio y


comprensión del estrés, se ha centrado en determinar y clasificar los diferentes
desencadenantes de este proceso. La revisión de los principales tipos de
estresores que se han utilizado para estudiar el estrés, nos proporciona una
primera aproximación al estudio de sus condiciones desencadenantes, y nos
muestra la existencia de diez grandes categorías de estresores:

 situaciones que fuerzan a procesar el cerebro


 estímulos ambientales
 percepciones de amenaza
 alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.)
 aislamiento y confinamiento
 bloqueos en nuestros intereses
 presión grupal
 frustración
 no conseguir objetivos planeados
 relaciones sociales complicadas o fallidas

Sin embargo, cabe la posibilidad de realizar diferentes taxonomías sobre los


desencadenantes del estrés en función de criterios meramente descriptivos;
por ejemplo, la que propusieron Lazarus y Folkman (1984), para quienes el
estrés psicológico es una relación particular entre el individuo y el entorno (que
es evaluado por el individuo como amenazante o desbordante de sus recursos
y que pone en peligro su bienestar). Por eso se ha tendido a clasificarlos por el
tipo de cambios que producen en las condiciones de vida. Conviene hablar,
entonces, de cuatro tipos de acontecimientos estresantes:
Los estresores únicos: hacen referencia a cataclismos y cambios drásticos en
las condiciones del entorno de vida de las personas y que, habitualmente,
afectan a un gran número de ellas.

Los estresores múltiples: afectan solo a una persona o a un pequeño grupo de


ellas, y se corresponden con cambios significativos y de transcendencia vital
para las personas.

Los estresores cotidianos: se refieren al cúmulo de molestias, imprevistos y


alteraciones en las pequeñas rutinas cotidianas.

Los estresores biogénicos: son mecanismos físicos y químicos que disparan


directamente la respuesta de estrés sin la mediación de los procesos
psicológicos.

Estos estresores pueden estar presentes de manera aguda o crónica y,


también, pueden ser resultado de la anticipación mental acerca de lo que
puede ocurrir en el futuro.

Endocrinología

Los aportes filogenéticos más antiguos y los mecanismos de la reacción de


estrés neuroendocrina del ser humano son prácticamente idénticos a los de
todos los demás mamíferos. La percepción de nuevas constelaciones de
estímulos, clasificados como amenazadores por procesamiento asociativo,
corre pareja con la generación de un patrón de actividad inespecífica
en estructuras corticales y subcorticales asociativas. Un papel especial lo juega
aquí la corteza prefrontal y, sobre todo el complejo amigdalino, la corteza o
córtex prefrontal es una región principalmente responsable de la interpretación
de las entradas multimodales sensoriales y de los fenómenos anticipatorios.
Sin embargo aún más relevancia que cualquier zona cortical (ya que el estrés
es una respuesta orgánica a estímulos primitivos y su respuesta se encuentra
en casi todos los animales dotados de un sistema nervioso central o SNC
tengan o no desarrolladas sus áreas corticales es que en la activación de estas
áreas de la corteza asociativa influye en la generación de un patrón de
activación característico desde sistema límbico y principalmente desde las
"primitivas" y subcorticales áreas del circuito de premio-recompensa y
del sistema amigdalino(responsable en gran medida en los humanos del miedo
e incluso terror y, por contrapartida, la ira); el estrés procedente del exterior e
incluso el endosomático inicialmente provocan sus estímulos de un modo
vegetativo e inconsciente o subsceptivo (en realidad, si de sujetos humanos
hablamos, muchos no saben que están distresados hasta que no saben qué es
el estrés recién descubierto a mediados de s. XX). En el interior del sistema
límbico se encuentra la amígdala y el ya mencionado complejo amigdalino, la
cual tiene una importancia especial, pues aquí los patrones de excitación más
minuciosos se dotan de calidad afectiva mediante la activación de redes
neuronales innatas, filogenéticamente más viejas. Mediante proyecciones
descendentes, en especial en los núcleos centrales
noradrenérgicos del troncoencéfalo, se llega a la simulación del sistema
simpático y adrenomuscular (SAM). Filamentos ascendentes de las neuronas
noradrenérgicas localizadas en el locus coeruleus y en
el troncoencéfalo refuerzan la activación en la zona de la amígdala y en
el núcleo central hipotalámico, así como –a través de la activación de
proyecciones dopaminérgicas mesocorticales– en la zona de la corteza
prefrontal. De este modo surge un patrón de excitación que va subiendo por
entre la corteza cerebral, el sistema límbico y los núcleos centrales
noradrenérgicos, el cual –si no se ve reprimido por otras entradas– conduce a
la activación de las células neurosecrecionales en el núcleo paraventricular y
con ello a la estimulación del sistema hipotalámico-hipofíseo-
adrenocortical(HPA).

El sistema noradrenérgico se activa ya mediante estímulos nuevos,


inesperados, es decir, también mediante agentes estresantes que no corren
parejos con ninguna activación, o una activación solo débil, del eje HPA. Una
controlable reacción de estrés de este tipo se produce siempre que están
disponibles estrategias de conducta (y también de represión) para la evitación y
eliminación del agente estresante; pero la eficiencia de estos mecanismos
(aún) no basta para superar la nueva exigencia mediante una reacción
convertida en rutinaria, ni para evitar la activación de una reacción de estrés.
Estas sobrecargas controlables producen una activación preferencial del
sistema SAM noradrenérgico y periférico central y (si acaso) solo una
estimulación breve del eje HPA.

Cada reacción a un agente estresante psíquico empieza con una activación


inespecífica de estructuras del cerebro corticales y límbicas que conduce a la
estimulación del sistema noradrenérgico central y periférico (arousal). Tan
pronto como, de resultas de esta activación inespecífica, se encuentra una
posibilidad para la solución del cambio respectivo, con la activación de las
conexiones neuronales participadas en esta reacción de la conducta, se deslíe
la activación inicial. Ante todo, la secreción reforzada de noradrenalina en las
regiones del cerebro corticales y límbicas activadas produce toda una serie de
cambios funcionales y metabólicos en las células nerviosas y gliales, que
contribuyen directa o indirectamente a la estabilización y canalización de las
conexiones neuronales implicadas en la respuesta. Cuando aparece una
sobrecarga para la que determinada persona no ve ninguna posibilidad de
solución mediante su propia acción, o para la que no sirve ninguna de las
reacciones y estrategias anteriores, entonces se produce la denominada
«reacción de estrés incontrolada». Esta se caracteriza por una duradera
activación de las estructuras corticales y límbicas, así como del sistema
noradrenérgico central y periférico, una activación que aumenta tanto que al
final desemboca en la activación del sistema HPA, con una estimulación
masiva y persistente de la secreción de cortisona a través de las glándulas
suprarrenales. Tales sobrecargas incontrolables tienen otras consecuencias
importantes en las conexiones del cerebro distintas a las reacciones de estrés
controlables antes descritas.

La comprobación de receptores de glucocorticoides en el cerebro ha ayudado a


ver mejor un fenómeno que hasta ahora apenas se había tenido en cuenta en
el estudio del estrés; a saber, que el cerebro no es solo un punto de partida,
sino también un importante órgano de destino de la reacción de estrés
neuroendocrina, se ha visto asimismo con mayor claridad que las reacciones
desencadenadas en el SNC (sistema nervioso central) mediante un agente
estresante (por ejemplo, una reforzada secreción de catecolamina de resultas
de la activación de núcleos centrales noradrenérgicos, una secreción múltiple
de CRF y vasopresina mediante axones intra y extrahipotálamicos, como por
ejemplo mediante células de la adenohipófisis que producen AHTH) pueden
influir de múltiples maneras durante la reacción de estrés en los procesos de
elaboración centra-nerviosos. También de la inducida estimulación del estrés
del sistema simpático y de la secreción de noradrenalina y adrenalina desde la
glándula suprarrenal surge toda una serie de efectos directos e indirectos en el
SNC. Estos van desde cambios en el riego sanguíneo cerebral y la múltiple
disposición de substratos para el metabolismo de enertías hasta cambios en la
disponibilidad de fases previas para la síntesis de catecolamina y serotonina.
Gracias a un ascendente nivel de glucocorticoides en circulación, no solo se
llega a una activación directa de receptores de glucocorticoides en el SNC con
consecuencias de suma importancia y a menudo de largo plazo para la función
de las respectivas células nerviosas y gliales. También los efectos indirectos y
periféricos transmitidos por glucocorticoides (disminución del nivel de hormona
sexual, represión de la síntesis y secreción de mediadores de la comunicación
intracelular tales como la prostaglandina y la citoquina, cambios en el
suministro de substrato, etcétera) pueden influir de manera múltiple en la
función del SNC durante una sobrecarga de estrés.

Los mecanismos arriba indicados que se activan en el curso de una sobrecarga


de estrés y los cambios a largo plazo resultantes dependen de la clase de
sobrecarga a la que se ve expuesta una persona determinada; es decir,
dependen de la valoración individual de la controlabilidad del agente
estresante. Una reacción de estrés controlable se produce siempre que las
conexiones implantadas hasta ahora no apropiadas en principio para la
eliminación de la perturbación, pero no son lo bastante eficientes para
responder a ésta de manera plena y rutinaria en cierta medida. Una tal
sobrecarga de estrés se describe mejor con el concepto de «reto».
Las activaciones del eje HPA de larga persistencia y para los aumentos de
largo plazo del nivel de glucocorticoides en circulación se producen siempre
que la sobrecarga de estrés resulta incontrolable, es decir, cuando ninguna de
las estrategias de conducta (ni tampoco de represión) disponibles es apropiada
para restablecer el equilibrio original. En animales de laboratorio se observa en
tales condiciones un fenómeno que se llama behavioural inhibition. La repetida
confrontación con varios agentes estresantes incontrolables conduce a un
estado de learned helpplessness y sirve de modelo animal para las
enfermedades producidas por estrés.

Son muchas las cosas que abogan por que las nociones adquiridas con
animales de laboratorio sobre los mecanismos de la activación central-nerviosa
de la respuesta de estrés neuroendocrina valen también para los seres
humanos. Las particularidades de la reacción de estrés en éstos son fruto de la
enorme dilatación de la corteza asociativa y de lal resultante capacidad para el
almacenamiento a largo plazo de contenidos de memoria mucho más
complejos, así como para la valoración y control de las emociones y el pilotaje
de la conducta apropiada. Factores importantes que determinan la respuesta
de estrés estudiados en los animales en los últimos años, como por ejemplo la
importancia de la experiencia previa de un individuo con determinado factor
estresante o del influjo de factores sociales (apoyo social, estatus social) en la
respuesta de estrés, en el ser humano desempeñan un papel mucho mayor
que en los animales de laboratorio y son decisivos para la enorme varianza
interindividual de su respuesta de estrés. Una cuestión de la que se ha
ocupado poco hasta ahora el estudio del estrés experimental es la de los
desencadenantes normales y la frecuencia de la activación de la reacción de
estrés bajo las condiciones de vida de una especie en cuestión. En todos los
mamíferos socialmente organizados, y en particular en los seres humanos, el
conflicto psicosocial es la causa principal y más frecuente de la activación de la
reacción de estrés, la cual puede volverse fácilmente incontrolable. Esto
concierne particularmente a individuos con un repertorio insuficientemente
desarrollado de estrategias de conducta (y de coping) sociales. Pero también
cambios bruscos, inesperados del marco social, para el que se desarrollaron
estrategias de coping exitosas, como por ejemplo cambios en las relaciones
sociales por la pérdida de la pareja o por un brusco cambio de normas
culturales y sociales, son causa de sobrecargas incontrolables en las personas
afectadas. Una ulterior causa frecuente de estrés incontrolable es el no poder
alcanzar las metas propuestas o no satisfacer necesidades y deseos
experimentados en el marco de contextos socioculturales dados. Así como un
déficit de información relevante constituye la causa de una conducta
inadecuada y, por consiguiente, del estrés psicosocial, un superávit de
información puede conducir también a una incapacidad para la acción y, por
consiguiente, a sobrecargas de estrés incontrolables al no conseguir clasificar
las informaciones disponibles respecto a su relevancia actual. Finalmente, solo
el ser humano, sobre la base de sus capacidades asociativas, está en
condiciones de representarse un escenario que no solo contenga una
sobrecarga de estrés, sino que también produzca de hecho la correspondiente
reacción neuroendocrina. Como el escenario que origina el miedo solo existe
en el mundo de las ideas, no es posible una reacción adecuada y resulta
inevitable una reacción de estrés incontrolable.

Cuadro clínico

Estados de adaptación

Selye describió el síndrome general de adaptación como un proceso en tres


etapas:

 alarma de reacción: cuando el cuerpo detecta el estímulo externo;


 adaptación: cuando el cuerpo toma contramedidas defensivas hacia el
agresor;
 agotamiento: cuando comienzan a agotarse las defensas del cuerpo.

El estrés incluye 'distrés', con consecuencias negativas para el sujeto sometido


a estrés, y 'eustrés', con consecuencias positivas para el sujeto estresado. Es
decir, hablamos de eustrés cuando la respuesta del sujeto al estrés favorece la
adaptación al factor estresante. Por el contrario, si la respuesta del sujeto al
estrés no favorece o dificulta la adaptación al factor estresante, hablamos de
distrés. Por poner un ejemplo: cuando un depredador nos acecha, si el
resultado es que corremos estamos teniendo una respuesta de eustrés (con el
resultado positivo de que logramos huir). Si por el contrario nos quedamos
inmóviles, presas del terror, estamos teniendo una respuesta de distrés (con el
resultado negativo de que somos devorados). En ambos casos ha habido
estrés. Se debe tener en cuenta además, que cuando la respuesta estrés se
prolonga demasiado tiempo y alcanza la fase de agotamiento, estaremos ante
un caso de distrés.

El estrés puede contribuir, directa o indirectamente, a la aparición de trastornos


generales o específicos del cuerpo y de la mente.

En primer lugar, esta situación hace que el cerebro se ponga en guardia. La


reacción del cerebro es preparar el cuerpo para la acción defensiva. El sistema
nervioso se centra en el estímulo potencialmente lesivo y
las hormonas liberadas, activan los sentidos, aceleran el pulso y la respiración,
que se torna superficial y se tensan los músculos. Esta respuesta (a veces
denominada reacción de lucha o huida) es importante, porque nos ayuda a
defendernos contra situaciones amenazantes. La respuesta se programa
biológicamente. Todo el mundo reacciona más o menos de la misma forma,
tanto si la situación se produce en la casa como en el trabajo.

Los episodios cortos o infrecuentes de estrés representan poco riesgo. Pero


cuando las situaciones estresantes se suceden sin resolución (es decir, en
casos de distrés), el cuerpo permanece en un estado constante de alerta, lo
cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico y carga alostática lo cual conlleva
a la fatiga o directamente al daño físico, y la capacidad del cuerpo para
recuperarse y defenderse se puede ver seriamente comprometida. Como
resultado, aumenta el riesgo de lesión o enfermedad.

El estrés de trabajo se puede definir como un conjunto de reacciones nocivas,


tanto físicas como emocionales, que concurren cuando las exigencias del
trabajo superan las capacidades, los recursos o las necesidades del trabajador.
El estrés de trabajo puede conducir a la enfermedad psíquica y hasta
física,llegando a generar desde dolores de cabeza hasta úlceras de estómago.
El concepto del estrés de trabajo muchas veces se confunde con el desafío
(los retos), pero ambos conceptos son diferentes. El desafío nos vigoriza
psicológica y físicamente, y nos motiva a aprender habilidades nuevas y llegar
a dominar nuestros trabajos. Cuando nos encontramos con un desafío, nos
sentimos relajados y satisfechos. Entonces, dicen los expertos, el desafío es un
ingrediente importante del trabajo sano y productivo.

En la actualidad existe una gran variedad de datos experimentales y clínicos


que ponen de manifiesto que el estrés, si su intensidad y duración sobrepasan
ciertos límites, puede producir alteraciones considerables en el cerebro. Estas
incluyen desde modificaciones más o menos leves y reversibles hasta
situaciones en las que puede haber muerte neuronal. Se sabe que el efecto
perjudicial que puede producir el estrés sobre nuestro cerebro está
directamente relacionado con los niveles de hormonas (glucocorticoides,
concretamente) secretados en la respuesta fisiológica del organismo. Aunque
la presencia de determinados niveles de estas hormonas es de gran
importancia para el adecuado funcionamiento de nuestro cerebro, el exceso de
glucocorticoides puede producir toda una serie de alteraciones en distintas
estructuras cerebrales, especialmente en el hipocampo, estructura que juega
un papel crítico en muchos procesos de aprendizaje y memoria. Mediante
distintos trabajos experimentales se ha podido establecer que la exposición
continuada a situaciones de estrés (a niveles elevados de las hormonas del
estrés) puede producir tres tipos de efectos perjudiciales en el sistema nervioso
central, a saber:

Atrofia dendrítica Es un proceso de retracción de las prolongaciones


dendríticas que se produce en ciertas neuronas. Siempre que termine la
situación de estrés, se puede producir una recuperación de la arborización
dendrítica. Por lo tanto, puede ser un proceso reversible.
Neurotoxicidad. Es un proceso que ocurre como consecuencia del
mantenimiento sostenido de altos niveles de estrés o GC (durante varios
meses), y causa la muerte de neuronas hipocampales.

Exacerbación de distintas situaciones de daño neuronal. Éste es otro


mecanismo importante por el cual, si al mismo tiempo que se produce una
agresión neural (apoplejía, anoxia, hipoglucemia, etc.) coexisten altos niveles
de GC (glucocorticoides), se reduce la capacidad de las neuronas para
sobrevivir a dicha situación dañina.

Estrés postraumático

Una variación del estrés es el trastorno por estrés postraumático (TEPT), un


trastorno debilitante que a menudo se presenta después de algún suceso
aterrador por sus circunstancias físicas o emocionales, o un trauma (accidente
de tránsito, robo, violación, desastre natural, entre otros). Este acontecimiento
provoca que la persona que ha sobrevivido al suceso tenga pensamientos y
recuerdos persistentes y aterradores de esa experiencia. Puede ocurrir en
personas que han vivido la amenaza, la han presenciado o han imaginado que
podría haberles pasado a ellas. El TEPT se puede dar en todas las edades,
siendo los niños una población muy vulnerable para este trastorno.

Datos de estrés postraumático:

El trauma se convierte en postraumático cuando no se trata. La clave para


prevenirlo es teniendo intervención clínica y psiquiátrica.

Es necesario que las imágenes traumáticas reprimidas en lo inconsciente se


traigan a la conciencia, para evitar que su represión tenga efectos nocivos
sobre el psiquismo e incluso sobre el organismo, desde la
escuela psicoanálisis se consideran muy importantes descargas del distrés
acumulado en el psiquismo la verbalización y la abreacción (o catarsis).

Se considera un episodio postraumático si el mismo se mantiene como máximo


un mes (es decir poco tiempo), aunque si el distrés es psíquico puede quedar
enmascarado durante varios años con efectos nocivos sobre el organismo.

Pesadillas, flash back, culpabilidad de sobreviviente.

Volumen hipocampal pequeño.

Hipersensibilidad al cortisol, que es la principal hormona derivada del estrés y


se encuentra principalmente de un modo frecuente en el distrés, tal hormona
en dosajes elevados durante un tiempo relativamente prolongado daña al
organismo.
Estrés laboral

En el estrés laboral se combinan las respuestas físicas y emocionales nocivas


que se producen cuando los requisitos del puesto no coinciden con las
capacidades y los recursos o las necesidades del trabajador, o bien, cuando las
demandas del trabajo sobrepasan por mucho los límites de capacidad,
conocimiento y habilidad de quienes intervienen en la empresa, desde el nivel
directivo hasta la planta trabajadora. El estrés laboral puede afectar a la salud
mental y física, ocasionando daño. Hay reacciones agudas, como el estrés
mismo y la fatiga, conductas contrarias a la conservación de la salud, como el
tabaquismo, alcoholismo, apnea y dolencias crónicas, que se pueden
manifestar de diversas formas, desde un resfriado-alergia, hasta disfunción de
algún órgano; un ejemplo son los trastornos cardiovasculares que se asocian a
los horarios ampliados e irregulares, entre otros factores.

Para poder actuar preventivamente e incluso responder efectivamente al factor


estrés, se sugiere que las empresas contraten especialistas o acudan a
instancias externas que puedan diagnosticar en tiempo y forma las corrientes
que podrían tomar las exigencias del mercado (incrementos-decrementos de la
demanda del producto o servicio, alza de precio de insumos, oferta del
producto-servicio de regiones no usuales, etc.), así como ofrecer talleres,
conferencias, cursos o seminarios de actualización a todo nivel y para todo el
personal, comenzando por quienes tienen la responsabilidad directiva.

Una de las principales fuentes de estrés es el ambiente de trabajo, el cual se


ha destacado por ser una fuente de satisfacción de las necesidades humanas,
como lo pueden ser la autorrealización, las relaciones interpersonales, así
como también representar una fuente de enfermedad para los trabajadores,
amenazando las necesidades de realización personal y profesional, así como la
salud física y mental.

Siegrist asocia al estrés laboral con el desequilibrio entre el esfuerzo y la


recompensa en el trabajo, haciendo referencia a que el trabajo se da mediante
un proceso social cuya recompensa sería el estima y las oportunidades de
crecimiento, pero cuando se da un desequilibrio entre un alto control y una baja
recompensa, se produce un estado de estrés.

Cano define el estrés laboral como una percepción subjetiva producto de la


interacción entre la persona y su ambiente de trabajo. Desde esta perspectiva
el estrés se genera cuando se produce una diferencia entre las demandas del
ambiente, y los recursos de la persona para hacerles frente. El estrés es una
respuesta adaptativa por parte del individuo, que en un primer momento le
permite responder más rápida y eficazmente a situaciones que lo requieren.
Delboni describe que los niveles altos de estrés en un ambiente de trabajo
ocasionan un menor desempeño, enfermedades y sufrimiento en el trabajador.
En la vida de un trabajador pueden surgir ciertas consecuencias negativas
cuando no se consigue lidiar con situaciones estresantes, como ansiedad,
insomnio, depresión, indecisión o pérdida de eficiencia en el trabajo.

Tratamiento

Encarar memoria sobre el trauma que origine el estrés. Para combatir el estrés
se suelen recomendar los ejercicios respiratorios de relajación. El objetivo es
ejercer un control voluntario sobre la respiración de manera que la utilicemos
como calmante cuando nos abrumen las situaciones de estrés.

Otras acciones para evitar el estrés son las siguientes:

Realizar ejercicios físicos y de recreación.

Evitar situaciones que causen estrés.

Planificar las actividades diarias.

Mantener una dieta saludable.

Tener al menos dos ataques de risas al día (permite la liberación


de endorfinas).

Mantener un clima agradable durante el almuerzo, evitando preocupaciones.

Tomarse un tiempo para la relajación mediante los juegos de mesas (se


comprobó que estos tipos de juegos tranquilizan la mente).

Existen terapias preparadas para combatir el estrés y la ansiedad en la


tendencia actual hacia todo lo natural, las corrientes sobre cuidados de salud
de las distintas culturas, unidas a las recomendaciones de la OMS sobre la
necesidad de utilizar los "métodos tradicionales y complementarios" para
conseguir mejorar la salud de la población. Su construcción se caracteriza por
una vasta red de interacciones, tanto como para promover la salud, como para
prevenir la enfermedad y establecer nuevos procesos en el tránsito del
malestar que ella produce hacia la recuperación del bienestar. Entre ellas
podemos encontrar una gran variedad a utilizar de acuerdo a gustos y
necesidades de cada persona, solo por mencionar algunas esta la: risoterapia ,
aromaterapia y auriculoterapia.

La resistencia al estrés

Las variables que confieren a la personalidad las características que la hacen


más resistente ante las demandas de las situaciones y que han recibido mayor
atención, son aquellas que hacen referencia a las creencias, ya que en su
mayor parte son tendencias generalizadas a percibir la realidad o a percibirse a
sí mismo de una determinada manera (Lazarus, 1991). Contreras Chavez y
Aragón, (2012), "La baja autoestima es el factor de mayor peso para la elección
de estrategias de afrontamiento al estrés improductivas, como auto inculparse,
ignorar el problema o abuso de sustancias nocivas.

En general, se trata de un conjunto de creencias relacionadas, principalmente,


con la sensación de dominio y de confianza sobre la realidad del entorno, que
van desarrollándose a lo largo de la vida, y que están muy relacionadas entre
sí. El núcleo de creencia de una persona incidirá sobre el proceso de estrés,
modulando los procesos de valoración sobre las condiciones estresantes.

Entre dichas características se incluyen:

el sentimiento de autoeficacia (Bandura, 1977, 1997)

el locus de control (Rotter, 1966)

la fortaleza (Maddi y Kobasa, 1984)

el optimismo (Scheir y Carver, 1987)

el sentido de coherencia (Antonovsky, 1987)

Síndrome de fatiga crónica

El síndrome de fatiga crónica (SFC) también conocido como encefalomielitis


miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC) o enfermedad sistémica de
intolerancia al esfuerzo (ESIE) es una enfermedad crónica aún no del todo
conocida y compleja que se caracteriza por la fatiga persistente y la presencia
de dificultades cognitivas, sin una causa clara.

Puede afectar de manera gradual al sistema inmunitario, el neurológico,


el cardiovascular y el endocrino, y cuya peculiaridad nociva causar fatiga
intensa, febrícula o fiebre, sueño no reparador, intolerancia a la luz (fotofobia),
al sonido (hiperacusia) y a los cambios de temperatura, cefalea, dolor muscular
y en las articulaciones, sensación de estado gripal permanente, faringitis
crónica, dificultades de concentración y pérdida de la memoria reciente,
desorientación espacial, intolerancia al estrés emocional y a la actividad física,
entre otras manifestaciones.

Considerada en el pasado como una supuesta condición psicosomática,


actualmente se reconoce que no es una enfermedad psicológica ni psiquiátrica,
sino un trastorno con base orgánica, cuyas causas exactas todavía no se
conocen.
Clasificación

Existe una corriente para englobar la fibromialgia, el síndrome de fatiga crónica


y otros síndromes relacionados dentro de una categoría llamada síndromes por
sensibilización central, también conocida por sus siglas en inglés CSS, en las
que se da una hiperexcitación de ciertos grupos de neuronas, especialmente
aquellas relacionadas con la sensación de dolor. Los defensores de esta tesis,
abogan por la utilización del concepto de CSS como un nuevo paradigma que
sería de utilidad para enfocar la explicación y el diagnóstico de la
encefalomielitis miálgica y de enfermedades como la fibromialgia que se
presentan con frecuencia como comorbilidades en estos pacientes.

Epidemiología

Actualmente, se estima que la enfermedad afecta a alrededor de un 0,5% de la


población mundial y que la proporción por sexos es del 90% de mujeres y el
10% de varones. Se trata de una enfermedad que puede manifestarse desde
formas leves hasta extremadamente graves. Suele presentarse en
comorbilidad con fibromialgia, síndrome de Ehlers-Danlos síndrome del
intestino irritable, síndrome de Sjögren y sensibilidad química múltiple

Aunque no se considera una enfermedad mortal en sí misma, es probable que


exista un número elevado de decesos debidos a ella, ya que las causas de la
muerte de estos enfermos suelen estar ligadas a fallo
cardíaco, cáncer o suicidio, por lo que es difícil reconocerlas en su origen.

Etiología

A pesar de los numerosos estudios realizados a nivel internacional, tanto


la etiología como la patogénesis del síndrome de fatiga crónica están lejos de
ser aclaradas. No obstante, actualmente una serie de estudios han demostrado
que el estrés oxidativo es un componente de la enfermedad, aunque no se ha
determinado si los daños oxidativos son la causa o el efecto.

En el año 2001, un estudio publicó que la elevación de peroxinitritos y del óxido


nítrico (NO) podría ser el nexo común en la etiología del síndrome de fatiga
crónica, la sensibilidad química múltiple y el estrés postraumático.

En octubre de 2009 un estudio estadounidense comunicaba la posibilidad de


que un retrovirus denominado XMRV fuera el agente desencadenante,
concitando el interés de la comunidad científica internacional. Estudios
independientes realizados en diversos países han concluido que no hay
ninguna asociación entre el virus y el síndrome de fatiga crónica y atribuyen los
primeros resultados a una contaminación de las muestras en el laboratorio y
errores en el protocolo .

Hace veinte años se le llamó la gripe del yuppie, pues se pensó que afectaba
especialmente a jóvenes profesionales urbanos, entre 20 y 40 años, que
sufrían de agotamiento por estrés. Posteriormente se pensó que se trataba de
una infección crónica del virus de Epstein-Barr, causante de la
llamada mononucleosis infecciosa o "enfermedad del beso".

Más tarde se propuso un sobrecrecimiento intestinal infeccioso


del hongo Candida albicans (candidiasis), fruto del estilo de vida estresante, la
inadecuada alimentación rica en azúcares e hidratos de carbono de absorción
rápida, el exceso de consumo de antibióticos y corticoides, etc. No obstante, no
existen datos objetivos sobre esta hipótesis. Sus defensores asumen que las
toxinas producidas por los hongos pueden desencadenar el síndrome de fatiga
crónica y que tales infecciones crónicas o recurrentes pueden ser causadas por
un reservorio intestinal de levaduras. Los opositores de esta teoría, sin
embargo, señalan que no hay datos concretos sobre el
significado patogénico de un reservorio intestinal de levaduras. Asimismo, los
estudios controlados no han demostrado la eficacia del tratamiento antifúngico.

Otras teorías señalan a los pesticidas o agentes químicos tóxicos ambientales


y alimentarios excesivos en las sociedades industrializadas (intoxicaciones por
insecticidas organofosforados, disolventes y por monóxido de carbono).

También se ha considerado asociado a situaciones de alteración del ritmo o


calidad del sueño y de estrés psicológico intenso como el mobbing y
el trastorno por estrés postraumático. Incluso a situaciones de hipersensibilidad
ambiental como la sensibilidad química múltiple, el síndrome del edificio
enfermo y el síndrome de la Guerra del Golfo.

En años anteriores se ha buscado una relación entre el SFC con los siguientes
microorganismos, si bien actualmente no hay evidencias claras de la
asociación del síndrome de fatiga crónica con virus específicos:

 Epstein-Barr.
 Citomegalovirus.
 Toxoplasma gondii (Toxoplasmosis)
 Herpesvirus tipo 6 y 7.
 Parvovirus B19.
 Chlamydia
 Mycoplasma.
 Hepatitis B y C.
 Borrelia burgdorferi (Enfermedad de Lyme).
 Brucelosis humana (Fiebres de Malta).
 Sífilis venérea (Lúes).212223
Cuadro clínico

Los afectados suelen declarar que se sienten como si hubieran contraído "una
gripe que nunca se cura". La sintomatología es muy variable en cuanto a su
grado de gravedad y presentación temporal, desde estados de anormal fatiga
prolongada con diversos síntomas de gripal a muy incapacitante enfermedad
crónica con multitud de síntomas que pueden llegar a afectar a todo el cuerpo y
postrar al enfermo en cama durante períodos muy largos, e incluso a una
completa incapacidad de realizar actividad alguna durante años. Muchos
pacientes terminan por salir muy poco de su casa por el alto grado de
enfermedad y debilidad que sienten.

En casos graves, toda esta sintomatología puede presentarse: agotamiento


muy profundo, dolores generalizados, sensación de debilidad al menor
esfuerzo físico o mental, insomnio, pesadillas, sueño no reparador, despertar
con frío, sudoración, tiritonas, intolerancia al frío y al calor, a los cambios de
tiempo atmosférico o del grado de humedad, a la sequedad, intolerancia al
alcohol, hipersensibilidad a alimentos previamente tolerados, a olores fuertes, a
perfumes, a vapores químicos como gasolina y disolventes, a aromas
artificiales, a medicamentos o a sus excipientes, migraña, vértigo, sensación de
mareo permanente, náuseas, diarreas, síndrome del intestino irritable,
inflamación de vejiga, próstata, infecciones y molestias urinarias, genitales,
infecciones respiratorias, de senos, rinitis crónicas, frecuentes alteraciones
hepáticas y problemas de digestión de las grasas y los hidratos de
carbono, taquicardias, síntomas y signos de fatiga cardíaca, empeoramiento
grave al hacer ejercicio, incapacidad de permanecer de pie, o de caminar
durante periodos cada vez más cortos,(intolerancia ortostática) con sensación
de síncope, asfixia o taquicardia, normalmente a causa del fallo en el sistema
nervioso autónomo que estos pacientes suelen presentar (disautonomía),
normalmente confirmado en pruebas de mesa basculante.

Los síntomas cognitivos, mentales y emocionales pueden ser muy variados


también. Pueden presentar importantes déficits en la capacidad de
concentración, la atención, el aprendizaje, las habilidades matemáticas; pueden
perder sus capacidades en pruebas psicotécnicas y mostrar un cociente de
inteligencia muy inferior al que tenían antes de enfermar. Emocionalmente
pueden mostrarse deprimidos, angustiados, experimentando gran ansiedad y a
veces crisis de angustia al sentirse incomprendidos. Todos estos trastornos son
consecuencia de la enfermedad y no al contrario.

Evolución

El inicio puede ser súbito, similar a un brote vírico o de gripe "que nunca se
cura" o insidioso. Es frecuente que inicie tras un período de estrés emocional,
un accidente con traumatismo o una intoxicación. La evolución hacia el
empeoramiento puede durar años, hasta que llegan al mismo punto que los
que adquirieron la enfermedad súbitamente y comparten toda la
sintomatología, características y peculiaridades sin distinción ninguna. Tanto
unos como otros suelen demorar años en obtener un diagnóstico, y mientras
son maldiagnosticados
de depresión, ansiedad, insomnio, astenia, neurastenia o estrés.

Hay casos en que los síntomas desaparecen durante algún tiempo, días o
semanas, pero la enfermedad es crónica y recurrente, y apenas un 5% de los
enfermos se recupera completamente. Normalmente cuanto más tiempo
transcurre sin mejoría peor es el pronóstico de recuperación. También la edad
del paciente es un factor importante y tienen mejores perspectivas de
recuperación los pacientes más jóvenes. Normalmente los pacientes visitan
múltiples especialistas, terapeutas alternativos, prueban todo tipo de
medicamentos, remedios, suplementos, hierbas, vitaminas, modifican su dieta,
viajan maltrechos a visitar otros médicos y terapeutas lejanos de los que les
han hablado, gastan mucho dinero en todo ello, y suelen obtener poco
rendimiento pues apenas logran mejorías significativas.

Diagnóstico

El enfoque general de un paciente con fatiga crónica incluye la realización de


una historia clínica completa y un examen físico, centrándose en la
identificación de los síntomas más molestos y aquellos que pueden indicar una
enfermedad subyacente más seria, según las directrices del Instituto Nacional
de Excelencia para la Salud y los Cuidados (NICE, por sus siglas en inglés).
Otra parte importante es el examen del estado mental, incluyendo la evaluación
de la depresión, que está presente en el 39-47 % de los pacientes con SFC.

No hay pruebas de laboratorio que se puedan utilizar para diagnosticar el SFC.


No obstante, son necesarias para descartar otras causas de fatiga. Los Centros
para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés)
y el NICE recomiendan un conjunto mínimo de pruebas para los pacientes que
presentan fatiga crónica.

El CDC recomienda la realización de análisis de orina, hemograma completo,


panel metabólico integral y medición de los niveles de fósforo, hormona
estimulante de la tiroides(TSH) y proteína C reactiva.

El NICE también recomienda la determinación de los niveles de anticuerpos


antiendomisio del tipo IgA para la detección de la enfermedad celíaca, la cual
puede cursar principalmente con síntomas neurológicos y sin ningún síntoma
digestivo. No obstante, la negatividad de los anticuerpos no descarta la
enfermedad celíaca. Asimismo, la fatiga crónica es un síntoma que puede ser
provocado por la sensibilidad al gluten no celíaca, en la que todas las pruebas
para enfermedad celíaca son negativas pero el paciente mejora al retirar
el gluten de la alimentación.

Si se indica por la historia o el examen físico, el NICE también recomienda la


detección de drogas en orina, pruebas de factor reumatoide y niveles
de anticuerpos antinucleares(ANAs). Los títulos virales no se recomiendan a
menos que la historia del paciente sea sugerente de un proceso infeccioso,
puesto que no confirman ni descartan el diagnóstico de SFC.

Criterios diagnósticos

Ocho conjuntos de criterios diagnósticos se han publicado a lo largo de los


años para el diagnóstico del síndrome de fatiga crónica. Entre ellos, destacan
los criterios de Fukuda de 1994 (que han sido los más ampliamente utilizados
tanto en investigación como en la práctica clínica diaria) y los más
recientes, elaborados por la Academia Nacional de Medicina de Estados
Unidos en 2015. Sin embargo, no existe consenso sobre qué conjunto de
criterios de todos los publicados hasta la fecha describe con más precisión a
las personas que sufren este síndrome. Asimismo, ninguno de ellos ha sido
probado adecuadamente para determinar si se está realizando un correcto
diagnóstico diferencial con otras enfermedades que producen síntomas
similares a los encontrados en las personas con el síndrome de fatiga crónica.

Criterios diagnósticos de Fukuda (1994)

Presencia de los dos criterios siguientes:

Fatiga crónica persistente (duración de 6 meses como mínimo), o intermitente,


no explicada, que aparece de nuevo o con un inicio definido, y que no es el
resultado de esfuerzos recientes. Dicha fatiga no mejora claramente con el
descanso, y ocasiona una reducción considerable de los niveles previstos de
actividad cotidiana del paciente.

Exclusión de otras enfermedades potencialmente causantes de fatiga crónica.

De forma concurrente, deben estar presentes cuatro o


más signos o síntomas de la siguiente lista, todos ellos con una duración de 6
meses o más, y posteriores a la presentación de la fatiga:

Trastornos de concentración o memoria.

Odinofagia (dolor de garganta producido al tragar).


Adenopatías axilares o cervicales dolorosas.

Mialgias (dolores musculares).

Poliartralgias (dolor de varias articulaciones), sin signos inflamatorios.

Cefalea (dolor de cabeza) de inicio reciente o de características diferentes de lo


habitual.

Sueño no reparador.

Malestar postesfuerzo de duración superior a 24 horas.

Criterios de consenso canadiense (2006)

Según estos criterios, un paciente con EM/SFC tiene que presentar fatiga,
malestar y/o fatiga postesfuerzo, disfunción de sueño y dolor; debe tener dos o
más manifestaciones neurológicas/cognitivas y uno o más síntomas de dos de
las categorías de manifestaciones autonómicas, neuroendocrinas e inmunes; y
cumplir el ítem 7.

Fatiga: El paciente tiene que tener un grado significante de fatiga física y


mental de comienzo nuevo, inexplicada, persistente o recurrente que reduce
substancialmente el nivel de actividades.

Malestar y/o Fatiga postesfuerzo: Hay una inapropiada pérdida del vigor físico y
mental, rápida fatigabilidad muscular y cognitiva, malestar y/o fatiga y/o dolor
postesfuerzo y una tendencia a que empeoren los otros síntomas asociados
dentro del conjunto de síntomas del paciente. Hay un periodo de recuperación
patológicamente lento, usualmente 24 horas o más.

Trastorno del sueño: Existe un sueño no reparador y/o se presentan


alteraciones de la cantidad o ritmos invertidos o caóticos de sueño diurno

Dolor: Hay un grado significante de mialgias. Se puede experimentar dolor en


los músculos y/o articulaciones y a menudo es de naturaleza generalizado y
migratorio. A menudo se presentan significativos dolores de cabeza de un
nuevo tipo, patrón o graveddad.

Manifestaciones neurológicas/cognitivas: Dos o más de las siguientes


dificultades deben estar presentes: confusión, deterioro de la concentración y
de la consolidación de la memoria a corto plazo, desorientación, dificultades
con el procesamiento de información, catalogación y encuentro de palabras y
alteraciones perceptuales y sensoriales p.ej. inestabilidad espacial y
desorientación e incapacidad para enfocar la vista. Son comunes la ataxia,
debilidad muscular y fasciculaciones. Pueden haber fenómenos de sobrecarga
cognitiva, sensorial –p.ej. fotofobia e hipersensibilidad al ruido y/o sobrecarga
emocional, que puede llevar a periodos de “crash” y/o ansiedad.

Al menos un síntoma de dos de las siguientes categorías:

Manifestaciones autonómicas: intolerancia ortostática–Hipotensión


Neuralmente Mediada (HNM), síndrome de taquicardia ortostática postural
(POTS), hipotensión postural retardada; inestabilidad cefálica; palidez extrema;
nausea y síndrome del intestino irritable; frecuencia urinaria y disfunción de
vejiga; palpitaciones con o sin arritmias cardiacas; disnea postesfuerzo.

Manifestaciones neuroendocrinas: pérdida de la estabilidad termostática–


temperatura corporal baja y con marcadas fluctuaciones diurnas, episodios de
sudoración, recurrentes sensciones de fiebre y extremidades frías; intolerancia
de las extremidades al frío y calor; marcados cambios de peso anorexia o
apetito anormal; pérdida de adaptabilidad y empeoramiento de los síntomas
con el estrés.

Manifestaciones inmunes: nódulos linfáticos sensibles y/o dolorosos, dolor de


garganta frecuente, síntomas similares a la gripe, malestar general, nuevas
sensibilidades ante alimentos, medicamentos y/o productos químicos.

La enfermedad persiste al menos durante seis meses.

Criterios de Jason (2007)

En niños y adolescentes, existen los criterios de Jason (2007) para el


diagnóstico clínico, si bien son necesarios estudios adicionales para su
valoración. Desde el punto de vista práctico, es aconsejable utilizar también en
estas edades criterios de adultos.

Criterios del Consenso Internacional (2011)

En estos criterios, se establece que el término "encefalomielitis miálgica" es


más adecuado que la denominación de síndrome de fatiga crónica, basándose
en las fuertes evidencias que apuntan a la existencia de una inflamación
generalizada y una neuropatología multi-sistémica.

Estos criterios se desarrollan como sigue:

A. Síntoma obligatorio: Agotamiento neuroinmune postesfuerzo

Una o más opciones dentro de la lista siguiente, según los criterios descritos
arriba, indica que tienes agotamiento neuroinmune post-esfuerzo:
Marcada y rápida fatigabilidad física y/o cognitiva en respuesta al esfuerzo, que
puede ser mínimo, como las actividades de la vida diaria o simples tareas
mentales; puede ser debilitante y provocar una crisis.

Exacerbación de síntomas postesfuerzo: por ejemplo, agudos síntomas estilo


gripe, dolor y empeoramiento de otros síntomas.

Agotamiento postesfuerzo que puede ocurrir inmediatamente después de la


actividad, o no aparecer hasta horas o días más tarde.

El período de recuperación es prolongado, por lo general precisa 24 horas o


más. Una crisis puede durar días, semanas o más.

Bajo umbral de fatigabilidad física y mental (falta de aguante) que se traduce en


una reducción sustancial del nivel de actividades previo a la enfermedad.

B. Deterioro neurológico

Al menos un síntoma de tres de las cuatro categorías de síntomas siguientes

Deterioros neurocognitivos

Dificultades para procesar información: pensamiento más lento, deterioro de la


concentración ej. confusión, desorientación, sobrecarga cognitiva, dificultades
para tomar decisiones, el habla más lenta, dislexia adquirida o por esfuerzo.

Pérdida de memoria a corto plazo ej. Dificultades para recordar que uno quería
decir, que estaba diciendo, encontrar palabras, recordar información, pobre
memoria de trabajo.

Dolor

Cefaleas

Dolor significativo en músculos, uniones músculo-tendón, articulaciones,


abdomen o pecho. Es de naturaleza no inflamatorio y a menudo migra.

Alteraciones del sueño

Alteración de los patrones del sueño: ej. insomnio, prolongado sueño


incluyendo siestas, dormir la mayor parte del día y estar despierto la mayor
parte de la noche, frecuentes despertares, despertar mucho más temprano que
antes de enfermar, sueños vívidos/pesadillas.

Sueño no reparador

Alteraciones neurosensoriales, perceptuales y motoras


Neurosensorial y perceptual: ej. Incapacidad para enfocar la visión, sensibilidad
a luz, ruido, vibraciones, olores, sabores y tacto; deterioro de la percepción de
la profundidad.

Motora: ej. Debilidad muscular, espasmos, pobre coordinación, sentirse


inestable sobre los pies, ataxia.

C. Alteraciones inmunes, gastrointestinales y genitourinarias

Al menos un síntoma de tres de las cinco categorías de síntomas siguientes

Síntomas estilo gripe pueden ser recurrentes o crónicos y se activan o


empeoran típicamente con el esfuerzo. ej. dolor de garganta, sinusitis, nódulos
linfáticos cervicales y/o axilares pueden agrandar o ser sensibles a la
palpación.

Susceptibilidad a infecciones virales con prolongados periodos de


recuperación.

Tracto gastrointestinal: ej. náusea, dolor abdominal, hinchazón, síndrome del


intestino irritable.

Genitourinario: ej. Urgencia o frecuencia urinaria, nocturia.

Sensibilidades a alimentos, medicamentos, olores o productos químicos.

D. Alteraciones de producción/transporte de energía: Al menos un síntoma

Cardiovascular: ej. Incapacidad para tolerar postura vertical – intolerancia


ortostática, hipotensión mediada neuralmente, síndrome de taquicardia
ortostática postural, palpitaciones con o sin arritmias cardiacas, ligereza en
cabeza/mareos.

Respiratorios: ej. Hambre de aire, dificultad para respirar, fatiga de los


músculos de la pared torácica.

Pérdida de estabilidad termostática: ej. Temperatura corporal por debajo de lo


normal, marcadas fluctuaciones diurnas; episodios de sudoración, recurrentes
sensaciones febriles con o sin febrícula, extremidades frías.

Intolerancia a extremos de temperatura.

Criterios de la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos (2015)

En 2015, la Academia Nacional de Medicina de Estados Unidos realizaba un


informe para los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en el
que se sugería un cambio de nombre hacia una representación más fidedigna
del síndrome y se recalcaba el carácter orgánico de la enfermedad, en
contraposición a las teorías de una supuesta condición psicosomática. El
nombre propuesto fue “Systemic Exertion Intolerance Disease” (SEID) que se
traduce como Enfermedad Sistémica de Intolerancia al Esfuerzo. Esta
definición respondía a la realidad común de los pacientes, clave en la
enfermedad, el “Malestar post-esfuerzo” (PEM) también llamado bajo la
clasificación de los consensos internacionales “Agotamiento Neuroinmune
Post-Esfuerzo”. Este síntoma clave es recogido por los criterios diagnósticos
presentados por la IOM como necesario para el diagnóstico.

La revisión concluye: "Está claro por la evidencia recopilada por el comité que
el síndrome de fatiga crónica es una enfermedad seria, crónica, compleja y
múltisistémica, que frecuente y dramáticamente limita las actividades de los
pacientes afectados."

Establece que hay evidencia científica suficiente en estos aspectos:


enfermedad discapacitante, fatiga profunda que no se alivia con descanso,
malestar post-esfuerzo, problemas cognitivos y procesamiento lento de la
información, intolerancia ortostática, dolor, disfunción inmunitaria y respuesta
anormal al Virus de Epstein-Barr.

Criterio diagnóstico propuesto para el SFC/EM:

El diagnóstico requiere que el paciente tenga los siguientes tres síntomas:

Una reducción o impedimento sustancial en la habilidad de realizar actividades


ocupacionales, sociales o personales a niveles previos a la enfermedad, que
persiste por más de 6 meses y es acompañada de fatiga, que es a menudo
acusada, es de nueva aparición (no se ha sufrido en toda la vida), no es el
resultado de extenuación por excesiva actividad y no se ve sustancialmente
aliviada por el descanso.

Malestar post-ejercicio

Descanso no reparador

Al menos una de las dos manifestaciones siguientes es requerida también:

Impedimento cognitivo

Intolerancia ortostática

(La frecuencia y gravedad de los síntomas deben ser evaluadas. El diagnóstico


de la EM/SFC debería ser puesto en duda si los pacientes no presentan estos
síntomas al menos la mitad de las veces con intensidad moderada, sustancial o
fuerte.)

Tratamiento
El tratamiento del síndrome de fatiga crónica se centra inicialmente en la
identificación y tratamiento de las enfermedades asociadas o subyacentes y el
alivio de los síntomas, entre los cuales los más comunes son trastornos del
sueño, depresión y dolor. Los pacientes precisan tomar períodos de descanso
cuando sea necesario y practicar técnicas de relajación. Aunque no hay
evidencia de que estas modalidades sean eficaces, es poco probable que sean
nocivas y pueden ser beneficiosas.

No hay evidencia sustancial sobre la efectividad de dos de los tratamientos


generalmente prescritos para el síndrome de fatiga crónica: las terapias
cognitivo-conductuales (TCC) y la práctica de ejercicio físico gradual. Los
efectos del primero suelen ser moderados y rara vez conducen a la resolución
del SFC. El segundo de ellos puede incluso empeorar los síntomas si no se
monitoriza adecuadamente para no alcanzar el nivel
anaerobio.[cita requerida]No hay, sin embargo, evidencias claras con respecto
al beneficio de la terapia con medicamentos en pacientes que no
muestran depresión o trastornos de ansiedad comórbidos.

Terapia cognitivo conductual

Existe suficiente evidencia sobre el efecto beneficioso de la terapia cognitivo-


conductual (TCC) en la reducción de síntomas, mejora de la función y de la
calidad de vida de los pacientes con SFC.

Un gran ensayo aleatorizado controlado en adultos con SFC confirmó que


impartida por psicoterapeutas entrenados tiene efectos positivos sobre los
niveles de fatiga, el trabajo y la adaptación social, la depresión, la ansiedad y el
malestar post-esfuerzo.Una revisión Cochrane de 2008 también apoyó el uso
de la TCC para CFS. Varios otros estudios han mostrado resultados similares,
incluyendo adolescentes.

No obstante, estas terapias evidencian una pérdida de eficacia a largo plazo.

Ejercicio físico gradual

Esta terapia implica un aumento gradual de la actividad física, con la esperanza


de una mejora creciente de la función.Hay evidencias suficientes sobre su
eficacia para mejorar las medidas de cansancio y funcionamiento físico en
pacientes con SFC. Varios estudios concluyeron que la terapia de ejercicio
gradual fue tan eficaz como la terapia cognitivo-conductual (TCC) para la fatiga
y otros aspectos del deterioro funcional, a excepción de los participantes
con depresión.
Sin embargo, es importante considerar que realizar un sobreesfuerzo puede
empeorar la evolución del SFC. Asimismo, existe alguna evidencia de que los
efectos positivos de la terapia de ejercicio gradual no se correlacionan con el
aumento de la capacidad de ejercicio, lo cual sugiere que los beneficios de esta
técnica, como en el caso de la TCC, tienen más que ver con la influencia sobre
el comportamiento.

La combinación del ejercicio físico gradual con otras estrategias, tales como
tratamiento farmacológico sintomático, educación y TCC ha mostrado una
efectividad moderada.

Controversia: Terapia cognitivo-conductual y ejercicio gradual

El estudio clave para la difusión y consagración de estos tratamientos ha sido


el polémico ensayo PACE, un ensayo que comparaba cuatro posibles
tratamientos para el SFC/EM entre los que destacaban por sus resultados
positivos tanto la Terapia Cognitivo-Conductual como el Ejercicio Gradual. Este
ensayo se ha enfrentado a un Acta para la Libertad de Información en un juicio,
tras la demanda de uno de los pacientes que participaron en él. Tras años de
litigio, el juez resolvió a favor de los pacientes (que no estaban de acuerdo con
los resultados y denunciaban daños que se hacían patentes en una serie de
encuestas) los datos brutos del ensayo fueron puestos a disposición pública,
dando lugar a unos resultados muy inferiores a los que los autores del ensayo
habían comunicado en sus conclusiones.

Acerca de esta polémica el Coordinador Académico del Master en Salud


Pública y Periodismo de la Universidad de Berkeley, David Tuller, ha escrito
una serie de artículos denunciando los aspectos fraudulentos del ensayo PACE
y los fallos en su metodología científica, que se hacían patentes incluso antes
de la resolución del juicio.

Éste es el principal de una larga lista de críticas bien fundadas por parte de
Tuller al ensayo y otros proyectos similares de sus autores: TRIAL BY ERROR:
The Troubling Case of the PACE Chronic Fatigue Syndrome Study

Los fallos en la metodología no sólo fueron identificados por Tuller, y el inflado


de las cifras pudieron ser fácilmente predichos desde algunas páginas que
denunciaban al PACE trial como ejemplo de mal diseño de un ensayo
científico, como fue el caso de Stats.org: PACE: The research that sparked a
patient rebellion and challenged medicine

Uno de los aspectos más graves en el fallo metodológico que ambos análisis
denunciaron fue el cambio de los criterios de mejoría mientras se realizaba el
ensayo. Sólo con este cambio algunos enfermos que al entrar se consideraban
enfermos, pasaban a ser considerados en la nueva escala como recuperados,
pues los criterios de evaluación de su funcionalidad se hicieron mucho más
laxos y así se expresaba en los resultados, sin avisar del cambio de criterio.

En la actualidad y con los datos que los autores del ensayo PACE fueron
obligados a aportar (tras una inversión de 250.000 libras de dinero público en
su defensa legal ante el acto de libertad de información) se ha publicado un re-
análisis en diciembre de 2016 demostrando lo que parecía ser evidente, una
inflación enorme de los resultados positivos para los tratamientos de Ejercicio
Gradual y Terapia Cognitivo-Conductual: Can patients with chronic fatigue
syndrome really recover after graded exercise or cognitive behavioural therapy?
A critical commentary and preliminary re-analysis of the PACE trial

Y como refiere el artículo publicado el 10 de enero de 2017 en el Journal of


Neurology and Neurobiology Sci Forschen, en el que el autor concluye
contundentemente: “El análisis de los datos individuales de los participantes en
el PACE Trial ha demostrados que la TCC y el Ejercicio Gradual son ineficaces
y (potencialmente) dañinos, lo que invalida la asunción del modelo
biopsicosocial, que está basado en opiniones. En consecuencia, la TCC y el
Ejercicio Gradual no deberían ser utilizados como tratamientos (preceptivos)
para el SFC/EM. Esto evitará el sufrimiento innecesario infringido a los
pacientes por parte de sus médicos, que es el peor de todos los daños, como
concluye Spence, y que es totalmente evitable.”

El equipo del Vall d’Hebron del Doctor José Alegre publicaba este meta-análisis
sobre la eficacia de los tratamientos ofrecidos a pacientes de SFC/EM en el
que concluía que ni el Ejercicio Gradual ni la Terapia Cognitivo-conductual son
terapias con validez probada.Treatment and management of Chronic Fatigue
Syndrome/Myalgic Encephalomyelitis: all roads lead to Rome

Alimentación

Aunque son necesarias más investigaciones, actualmente las conclusiones de


varios estudios apuntan a que la dieta juega un papel importante en el
desarrollo de los síntomas del SFC, contrariamente a conclusiones de años
anteriores.

Antioxidantes

Las recientes evidencias de la existencia de algún grado de estrés oxidativo en


los pacientes con SFC sugieren que varios antioxidantes podrían ejercer un
efecto beneficioso. En esta línea, la suplementación con los
antioxidantes glutatión, N-acetilcisteína, α-ácido
lipoico, proantocianidinas oligoméricas, Ginkgo biloba y Vaccinium myrtillus se
muestra prometedora, si bien son necesarios estudios clínicos para demostrar
su eficacia pacientes con SFC.

Intolerancias alimentarias

La intolerancia a los alimentos parece estar implicada en el desarrollo de los


síntomas del SFC, si bien la información sigue siendo limitada. Las
intolerancias alimentarias son procesos diferentes de las alergias
alimentarias (mediadas por anticuerpos del tipo IgE), en los cuales la respuesta
inflamatoria no es ni inmediata ni tan extrema como en la alergia alimentaria
clásica, lo que hace muy difícil al paciente identificar los alimentos causantes.

En 2001, se presentó un estudio en el que se mostraba que el 54 % de una


muestra de pacientes con SFC había intentado modificaciones dietéticas no
especificadas, de los cuales el 73 % obtuvo efectos beneficiosos en la
reducción de la fatiga. Permanece sin aclarar si estas mejoras eran debidas al
aumento de la ingesta de antioxidantes en la dieta o a la eliminación de ciertos
alimentos.

Una investigación publicada en The Lancet sugiere que la modificación de la


dieta mediante la eliminación de alimentos que provocan intolerancias puede
reducir la liberación de citocinas inflamatorias. Los investigadores demostraron
que las personas con intolerancias alimentarias tenían niveles
significativamente elevados de las citocinas inflamatorias interleucina-
, interferón gamma (IFN-γ) y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) tras la
administración de productos lácteos y trigo. Los autores señalaron que esta
elevación de citocinas puede ser la responsable de la aparición de los síntomas
experimentados por los pacientes, tales como dolor de
cabeza, mialgias (dolores musculares), dolor en las articulaciones y trastornos
digestivos, y niegan la relación con patologías neuropsiquiáticas.

Estos resultados desmontan estudios previos, en los que se habían hecho


suposiciones falsas con respecto a la relación entre la intolerancia a los
alimentos y el SFC, en los cuales sin realizar pruebas de eliminación y
exposición a alimentos ni evaluar la presencia de marcadores inflamatorios, se
concluyó que los pacientes con fatiga crónica que notaban intolerancias
alimentarias simplemente manifestaban rasgos de somatización.

Teniendo en cuenta que el SFC es un trastorno por exclusión y que se ha


documentado la mejoría de los síntomas con la eliminación del trigo de la dieta,
todos los pacientes deben ser evaluados sobre la presencia de
una enfermedad celíaca (EC) no diagnosticada. La EC es una enfermedad
subdiagnosticada en la población general, que cursa frecuentemente
con anticuerpos negativos, únicamente con enteropatía leve y sin ningún
síntoma digestivo. Las afectaciones neurológicas y las dificultades cognitivas
pueden ser sus primeras o únicas manifestaciones.

Terapias alternativas y/o complementarias

La evidencia sobre la eficacia de las terapias alternativas o complementarias,


tales como la homeopatía, la acupuntura y la fitoterapia, es insuficiente.

Trastorno del sueño

Los trastornos del sueño o desórdenes del sueño (también conocidos con el
nombre de enfermedades del sueño o incluso trastornos del dormir, según el
país hispanohablante de que se trate) son un amplio grupo de padecimientos
que afectan el desarrollo habitual del ciclo sueño-vigilia. Algunos trastornos del
sueño pueden ser muy graves e interferir con el funcionamiento físico, mental y
emocional del individuo.

Desarrollo de los trastornos de sueño

Pueden afectar el curso del sueño directamente, o hacerlo de manera


secundaria.

Los trastornos más frecuentes son:

Apnea del sueño: Donde la persona hace una o más pausas en la respiración o
tiene respiraciones superficiales durante el sueño.

Enuresis: Es cuando la persona se orina en la cama durante el sueño;


generalmente le pasa a los niños.

Insomnio: Es un sueño insuficiente, intranquilo, de mala calidad, o no


restaurador.

Síndrome de piernas inquietas: Este es un trastorno en el cual se desea o


necesita mover las piernas para interrumpir sensaciones molestas.

Parálisis del sueño: Este es un trastorno en el cual se despierta en medio de la


fase REM cuando tu cerebro está activo pero tu cuerpo no, este trastorno te
impide mover tu cuerpo a excepción de los ojos, en este se pueden presentar
alucinaciones causadas por el miedo.
Terrores nocturnos: Este trastorno se caracteriza por el despertar abrupto y
aterrorizado de la persona.

Sonambulismo: Las personas caminan o realizan otra actividad estando aún


dormidas.

Narcolepsia: Es cuando la persona sufre un gran sueño durante todo el día


aunque haya dormido sus horas completas la noche anterior. De repente, uno
se duerme sin querer a cualquier hora del día.

Somnolencia durante el día

Es la forma más habitual de hipersomnia. Este trastorno se caracteriza por una


somnolencia más o menos permanente, en el cual, el paciente se queja de no
estar nunca verdaderamente despierto o de estarlo en muy pocas ocasiones.
Duerme largos períodos durante el día, y, cuando se despierta, se encuentra
en un estado de somnolencia aún más evidente, en algunos casos, que antes
de dormirse; experimenta este sueño como no reparador. Por la noche, duerme
largo tiempo y se despierta tarde y con dificultad. El paciente tiene la impresión
de funcionar «con radar»; piensa y habla lentamente. A veces, su conducta
resulta inadecuada. También puede sufrir dolor de cabeza o accesos de calor.

Desafortunadamente, es una enfermedad que si no es detectada a tiempo


puede causar un grave daño en su aspecto social y familiar, ya que su
convivencia disminuye, así como su desarrollo escolar y laboral, pues no capta
de la misma manera la información.

Otros trastornos del sueño

Hipersomnia idiopática: Se trata de una alteración en el curso de la cual el


paciente, además de dormir durante la noche, duerme de 1 a 4 horas durante
el día.

Hipersomnia recurrente: Es un trastorno menos frecuente que el anterior. Se


caracteriza por episodios de sueño de 18 a 20 horas durante 3 a 10 días, en los
cuales el paciente no se levanta ni para comer.

Insomnio idiopático.: Esta forma de insomnio es bastante infrecuente; puede


manifestarse desde el nacimiento. Se debe a un trastorno neurológico del
sistema de control vigilia/sueño (hiperactividad del sistema de despertar,
hipoactividad del sistema de regulación del sueño).

Generalmente los pacientes acuden al médico por tres razones principales:


incapacidad crónica para dormir adecuadamente durante la noche;

fatiga crónica;

una manifestación conductual anormal en el sueño mismo

En la evaluación y posterior diagnóstico es importante seguir un registro


cuidadoso de la historia del paciente, donde la estimación del paciente, y la de
los compañeros de cuarto es esencial para el diagnóstico.

Las personas privadas del sueño se vuelven agresivas, y sufren episodios de


alucinaciones,olvidos y delirios.

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