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Envejecer no es sólo tranquilidad y disponer de tiempo libre para realizar todo aquello que
no se hizo antes de la jubilación. De hecho, los cambios, el nuevo estilo de vida y el tiempo
libre que hay que ocupar de alguna manera, pueden provocar estrés en personas mayores.
Incluso mucho tiempo después de la jubilación, se dan situaciones estresantes y agotadoras o
situaciones que provocan descontento.
Se puede diferenciar entre estrés agudo y estrés crónico. El estrés agudo aparece como
reacción a una situación determinada. Este tipo de estrés se desvanece en cuanto desaparece
la situación que lo provoca. El estrés crónico se mantiene de forma prolongada en el tiempo
provocando ansiedad y nerviosismo permanentes.
Las técnicas de relajación pueden ser una gran ayuda. En función de la personalidad
del individuo y de su estado de salud se elegirá el método de relajación adecuado.
Entre otros, encontramos la relajación muscular progresiva, el entrenamiento autógeno
y la meditación. Los ejercicios de relajación, una vez incorporados a la vida diaria,
pueden reducir el nivel de estrés a largo plazo.
Hacer deporte es una buena forma de combatir el estrés. Asociaciones deportivas
locales ofrecen diversas actividades acordes a las necesidades de las personas
mayores.
La actividad física al aire libre ayuda a despejar la mente y poder respirar hondo. Está
demostrado que las personas mayores que pasan mucho tiempo al aire libre pueden
afrontar mejor las situaciones de estrés.
Las técnicas de relajación son también muy recomendables contra el estrés agudo. La
relajación progresiva muscular consiste en ir tensando los músculos de cada parte del
cuerpo para luego relajarlos. Con la práctica, se puede realizar una versión rápida para
hacer más llevaderas situaciones diarias que generen estrés.
Los ejercicios de respiración ayudan a reducir el estrés. A menudo, basta con
concentrarse un par de minutos en la propia respiración y olvidar todo lo que nos
rodea. Con un poco de entrenamiento conseguiremos realizar esta técnica en la caja
del supermercado, permitiendo a cuerpo y mente enfrentarse a la situación de estrés de
manera más relajada.
También puede ser útil repasar mentalmente determinadas situaciones de antemano.
De este modo, se pueden considerar las conductas apropiadas que ayuden a que la
situación sea lo menos estresante posible.
Las personas mayores, con sus limitaciones, se enfrentan a menudo en su vida diaria a
situaciones estresantes. Las técnicas para combatir el estrés ayudan a facilitar la vida diaria
en la tercera edad.
Algunas enfermedades causadas por el estrés
Los problemas diarios, la rutina acelerada y el estilo de vida tan ajetreado que llevamos
provocan que vivamos enfermos y bajo una constante tensión emocional.
Aunque es difícil deshacerse por completo del estrés, lo ideal es aprender a controlarlo. Los
problemas diarios, la rutina acelerada y el estilo de vida tan ajetreado que llevamos provocan
que vivamos en una constante tensión emocional que repercute en nuestra salud.
¿Quieres saber cuáles son algunas de las enfermedades más comunes que provoca el estrés?
Dermatitis
La inflamación de la piel es uno de los problemas más comunes ocasionados por el estrés.
También las ronchas, descamación, resequedad, picazón, cambios de color y escozor.
Amenorrea
Los trastornos menstruales también pueden ser consecuencia. En los casos más serios puede
presentarse amenorrea, que es la ausencia total de la menstruación (sin que exista embarazo
o alguna enfermedad previa).
Colitis
Mucho estrés afecta la salud del intestino grueso. Cuando estamos muy ansiosos, tensos y/o
estresados podemos sufrir colitis, que es la inflamación —y en algunos casos hasta
ulceración— de nuestro intestino grueso y colon.
Migraña
Si constantemente sufres de dolores de cabeza, quizá debas revisar qué tan ajetreado vives.
La migraña y la rigidez del cuerpo (que se refleja en dolores de espalda y extremidades) es
una de las consecuencias de permanecer en tensión nerviosa.
Hipertensión arterial
Tener la presión alta puede acarrear otros problemas como enfermedades cardiovasculares,
daños en el sistema nervioso central y en los riñones. El constante estrés, acompañado de
malos hábitos alimenticios y sedentarismo, puede dar lugar a la hipertensión.