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GENERALIDADES DE LA ARGUMENTACIÓN JURIDICA

I. GENERALIDADES DE LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA.

Estimado docente del curso de Argumentación Jurídica, en el apartado


denominado “Generalidades de la Argumentación Jurídica”, desarrollaremos
los temas genéricos referentes al curo, entre ellas tenemos:

Argumentación.

Si tomamos como punto de partida el Diccionario de la Lengua Española


(RAE), argumentación es la “acción de argumentar”, argumentar significa
“aducir, alegar, poner argumentos” y argumento es un “razonamiento que se
emplea para probar o demostrar una proposición, o bien para convencer a otro
de aquello que se afirma o se niega”. (Real Academia Española, 1992).

Por ende, podemos concluir que, en general, argumentar es ofrecer razones


que apoyan una determinada proposición. Argumentar es interaccionar,
estructurando textualmente unos argumentos con la fuerza ilocutiva de su
discurso. Donde todo argumento requiere de una operación mental para llegar
a unas conclusiones mediante la construcción textual que realizan el sistema
gramatical y el sistema retórico.

Argumentar es construir una realidad a través del lenguaje, mediante un


proceso, el discurso, y un producto, el texto; pero dentro de la variabilidad que
el uso de la lengua conlleva. En este marco, la lengua despliega una dimensión
argumentativa, ya que su uso tiene un rol intencionado, y éste existe de
acuerdo con las relaciones que se establecen entre los interlocutores.

Forma y materia de la argumentación.

Un argumento está conformado por materia (las proposiciones que lo integran)


y forma (su estructura, el encadenamiento entre sus partes)
Argucia

El término argucia proviene del latín “argutĭa “. De acuerdo a Eduardo de


Echegaray, forma sustantiva abstracta de “argūtus“, antiguo participio pasivo
de “argěre”.

Por ende, se entiende por argucia como una acción negativa que puede
implicar no sólo argumentos falsos, sino también trampa,
artimañas, manipulación o estratagemas censurables. Por ejemplo: “Para
obtener el contrato se sirvió de argucias como la manipulación de los precios”.

II. EVOLUCIÓN DE LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA

Desde la antigüedad clásica, la argumentación jurídica como técnica de


razonar en derecho, se entiende que tiene dos subgéneros: la argumentación
racional de los valores y la argumentación legal de la norma.

En la antigua Grecia es identificada con el término de retorica

Estando a ello, respecto de la argumentación jurídica, se puede esbozar la


siguiente evolución histórica:

El Estado Absolutista - Subordinado: Antes del siglo XIX, el juez no


motivaba porque actuaba en nombre del rey.

El Estado de Derecho - Gramatical: Surgieron los sistemas parlamentarios.


Los jueces eran simples aplicadores de la ley, solo interpretaban
gramaticalmente la ley.

El Estado Constitucional de Derecho – Sistemático: Además de interpretar


literalmente la norma lo hacía de manera sistemática

Estado Social de Derecho - Funcional: Es la interpretación funcional, en el


cual la ley se interpretará de acuerdo a sus fines, contexto histórico que se dio,
intención del legislador. Por sus consecuencias, entre otros, la legitimación de
los jueces depende de su argumentación para resolver los juicios.
Es importante señalar que en esta última evolución se rechaza la lógica formal
por el análisis del razonamiento jurídico.

Otros juristas señalan que la argumentación jurídica se divide en tres Etapas:

Primera Etapa. - Se Presencia la concepción formalista de la aplicación de


Derecho “rescatan modelos de argumentación clásicos (tópica, retorica,
dialéctica)

Segunda Etapa. - Dan a conocer las insuficiencias que representaba tanto


una concepción puramente formalista de razonamiento jurídico.

Tercera Etapa. – Encontramos a su máximo exponente Manuel Atienza, donde


considera al Derecho como una actividad argumentativa que guarda relación
con la lógica, el lenguaje y otras formas de argumentación.

Luego, de este esbozo de evolución se puede afirmar que la argumentación


jurídica es un término relativamente nuevo, nació en los años 50 del siglo XX
con los que hoy se consideran sus clásicos: Perelman, Toulmin, Recasens
Sitches y otros.

Perelman y la Nueva Retórica

Seguidos en sus inicios de la lógica formal, los estudios posteriores del filósofo
belga Chaïm Perelman respecto a la Justicia lo llevaron a proponer una serie
de criterios valorativos subjetivos, que pueden variar según el tipo de sociedad,
ideología, tiempo y ámbito de aplicación.

La lógica informal de Toulmin

Stephen Toulmin, filósofo británico, es autor de El puesto de la razón en la ética


(1950) y de la trilogía La comprensión humana, cuya publicación inició en 1972,
acerca de la idea de racionalidad.3
La tópica jurídica de Theodor Viehweg

Theodor Viehweg, filósofo alemán, conceptualizó la Tópica de Aristóteles como


una serie de puntos de vista utilizados y aceptados en todas partes, que se
esgrimen a favor o en contra y que el expositor debe seleccionar para potenciar
una determinada tesis.

En la actualidad, abogados, universidades y centros de formación jurídica están


retomando la cuestión con mucha fuerza; haciendo de la argumentación
jurídica una asignatura necesaria para el ejercicio del Derecho y una técnica de
razonar sobre la que el abogado debería instruirse para tener éxito en su
profesión.

Finalmente podemos señalar que el Derecho es un concepto de orden


sociológico respaldado por la aceptación social de unos valores comunes.
Valores que cuando son socialmente justificados se transforman en normas y
leyes. Por eso, la argumentación jurídica del abogado juega un papel crucial en
el ejercicio del Derecho ya que justifica esos valores o interpretaciones y
permite al abogado llevar al juez desde los hechos sucedidos hasta la decisión
judicial.

III. LA ARGUMENTACION JURIDICA Y LOGICA JURIDICA

3.1. ARGUMENTACION JURIDICA

El término argumentación se forma a partir del latín argumentum, y significa la


operación de la mente o el razonamiento usado para sustentar una posición o
probar la veracidad o falsedad de una proposición o premisa; también para
persuadir o convencer a alguien acerca de lo que se afirma o niega. Así pues,
se le puede definir como la exposición de razones con las cuales se intenta
probar o refutar una determinada tesis.

Según Pinto, J; La argumentación jurídica es el lenguaje del Derecho resultante


de una aplicación actual de reglas y principios a la solución de los conflictos
teóricos.
Busca brindar un plus de racionalidad y eficiencia en el concurso de las normas
en debatir las causas jurisdiccionales de los sujetos jurídicos, y otorgando
temporalmente versatilidad cuando se aplican los recursos que son apropiados,
siendo su campo de interacción desde la dación de la legislación hasta las
resoluciones de los jueces, en la interpretación y doctrina jurídica y en la propia
valoración social de las acciones de unos y de otros, se manifiesta el talante
argumentativo de la sociedad moderna.

Según Pinto, J; menciona:

Actualmente es la argumentación jurídica en la sociedad en democracia es un


logro por buscar un derecho justo, motivado y razonable, en base con el rigor y
metodología elaborada en el complejo interaccionar de las personas.

Según Martínez; manifiesta:

la teoría de la argumentación implica y exige competencias en el campo del


debate y la negociación, que permitan avanzar hacia conclusiones aceptables
de consenso. También incluye el diálogo erístico (palabra derivada del griego
Eris = disputa o conflicto y techné = arte, procedimiento, arte del conflicto y el
debate), entendido como debate en el cual la principal motivación es vencer al
oponente.

3.1.1. NOCIÓN DE ARGUMENTACIÓN JURIDICA

la argumentación jurídica es en esencia la parte activa del debate, es decir, la


intervención de argumentar (sustentar posiciones, modificar, rebatir, etc), desde
una situación de partida que incluye la elección de unas normas y la aplicación
de un procedimiento (en definitiva, el uso del discurso).

3.2. LOGICA JURIDICA

la lógica jurídica es una rama de la lógica de las normas (lógica deóntica), que
tiene por objeto de estudio (objeto material) los pensamientos jurídicos, desde
la perspectiva (objeto formal) de su estructura: concepto, juicio y raciocinio,
todos de naturaleza jurídica, con la finalidad de que el pensamiento sea válido,
congruente o coherente.

Manuel Atienza manifiesta que:

a. las palabras "lógica de óntica" refieren al análisis lógico de las normas


(jurídicas, morales, de trato social y otras) y sus relaciones; y, los términos
"lógica de los juristas" aluden al análisis de los razonamientos o
argumentaciones que los juristas efectúan en la interpretación, aplicación y
explicación del derecho. La primera lógica responde al lenguaje del derecho, y
la segunda al de los juristas.

Al respecto, Norberto Bobbio determina que:

los vocablos "lógica de los juristas" significan la aplicación de la lógica a los


procedimientos empleados por los juristas en la interpretación, integración y
sistematización de un ordenamiento jurídico dado, así como el estudio de las
reglas de la inferencia válida entre las normas; y, la expresión "lógica deóntica",
que comprende los estudios de la estructura y lógica de las proposiciones
normativas, de las cuales la norma jurídica es una especie, que se caracteriza
por la utilización de la lógica moderna.

3.2.1. OBJETO DE ESTUDIO

La determinación del objeto de estudio de la lógica jurídica es también un


problema teórico.

José Fernando Velásquez Carrera denomina:

"definición y campo de aplicación de la lógica jurídica". Dicho pensador coteja


el criterio de varios filósofos del derecho, los cuales se dividen en dos posturas:
a. Ulrich Klug, Francisco Miró Quezada y George Kalinowski, entre otros,
determinan que la lógica jurídica estudia el únicamente raciocinio jurídico (es
una teoría de la deducción); y, b. Eduardo García Máynez y Luis Alberto
Padilla, entre otros, expresan que la lógica jurídica, al igual que la lógica
general, estudia los elementos generales del pensamiento: el concepto, el juicio
y el raciocinio, pero de naturaleza jurídica. Al respecto se estima que la lógica
jurídica tiene por objeto de estudio (objeto material) todas y cada una de las
formas generales del pensamiento jurídico: concepto, juicio y razonamiento
jurídicos, porque este necesariamente se integra de juicios y conceptos
jurídicos.

3.2.3. PRINCIPIOS LÓGICOS SUPREMOS APLICADOS AL DERECHO

Los principios lógicos-jurídicos se enuncian de la siguiente manera:

1. Principio lógico-jurídico de identidad

El principio lógico-jurídico de identidad establece: el juicio jurídico que permite


lo que no está jurídicamente prohibido o prohíbe lo que no está jurídicamente
permitido es necesariamente válido. El principio en consideración establece: a.
la identidad entre los conceptos de "jurídicamente permitido" con el de "no
jurídicamente prohibido", y los conceptos de "jurídicamente prohibido" con el de
"no jurídicamente permitido"; y, b. dos tipos de juicios jurídicos, los permisivos y
los prohibitivos.

2. Principio lógico-jurídico de no-contradicción

Este principio determina que: dos juicios jurídicos contradictorios entre sí no


pueden ambos ser válidos. De lo anterior se infiere que solamente uno de los
juicios jurídicos opuestos carece necesariamente de validez.

3. Principio lógico-jurídico de tercero excluido

El principio lógico-jurídico de tercero excluido, al igual que el lógico jurídico de


no contradicción, se refiere a la oposición contradictoria entre juicios jurídicos, y
establece que: dos juicios jurídicos contradictorios no pueden ambos carecer
de validez. De 10 anterior se infiere que solamente una de las normas jurídicas
opuestas es necesariamente válida.

Los principios lógico-jurídicos de no-contradicción y de tercero excluido, por ser


principios, no constituyen un criterio para decidir, en un caso concreto, cuál de
los juicios jurídicos es válido o inválido, tal razón para solucionar antinomias
está contenida en las leyes.

4. Principio lógico-jurídico de razón suficiente


Este principio establece que todo juicio jurídico, para ser válido, requiere un
fundamento suficiente.

IV. JUSTIFICACIÓN INTERNA Y EXTERNA

Justificación:
La justificación es imprescindible en toda resolución judicial, ya que a partir de
ella se podrá comprender el criterio adoptado por el juzgador sobre
determinado proceso, en aras de que dicha decisión se adecúe a los
parámetros esenciales de respeto del principio de legalidad. Por ello, Pietro
Sanchís señala que “ciertamente, la necesidad de justificar las decisiones, que
desde un punto de vista jurídico se traduce en la exigencia de motivación,
constituye un rasgo, si no indeleble, sí al menos común al modelo judicial del
Estado de Derecho. Por ello, la justificación representa el elemento clave para
definir la posición institucional del intérprete o aplicador del Derecho, donde la
actuación racional constituya su principal fuente de legitimidad”.

a. Justificación interna
Según Atienza, la justificación a “la que se refiere la validez de una inferencia a
partir de premisas dadas es la justificación interna”. Pietro Sanchís señala que
“en la teoría jurídica tradicional se hacía hincapié sobre todo en la justificación
técnica o interna dirigida a mostrar que la decisión puede inferirse de las
premisas, pero dando por hecho que estas eran proporcionadas sin mayor
dificultad por el ordenamiento jurídico”. Iturralde considera que “la justificación
interna tiene por objeto examinar la ‘coherencia’ entre las premisas y la
conclusión, esto es, comprobar si la conclusión se sigue lógicamente de las
premisas. En este caso, y a diferencia de lo que sucede con la justificación
externa, se considera que, si existen reglas, son las reglas de la lógica”. Si bien
la coherencia ha sido asumida como otro elemento del contenido de la
motivación de resoluciones judiciales, su mención es oportuna debido a que el
nexo entre las premisas y la conclusión es la coherencia que en lo que
respecta a la justificación interna es usualmente atribuida al empleo de la
lógica. Por tal motivo, Merino y Nuyado consideran que la sola recurrencia a la
lógica es insuficiente para que se concrete la justificación interna de las
resoluciones judiciales, pues “para llegar al resultado correcto será necesario
que el juez busque una síntesis entre su decisión y su conformidad con el
Derecho, es decir, conciliar la resolución del conflicto y la seguridad jurídica. En
este punto, parece conveniente destacar la opinión contraria de quienes
sostienen que es posible que la sola observancia estricta de reglas
procedimentales conlleve la obtención de un resultado justo o correcto, ello
porque el procedimiento ha sido aplicado en forma imparcial e igualitaria para
todos los intervinientes en el proceso y con ello se ha limitado a escuchar el
debate de las partes, el cual le servirá como base sólida para una decisión
justa”. Lo señalado hasta el momento se acredita, inclusive, en la acepción
lingüística más elemental, pues como refiere Haverkate, la justificación interna
“se refiere a las causas intrínsecas del estado de cosas descrito, denotando la
relación entre causa y efecto. En cuanto al modo de representación, cabe
observar que los hablantes, en general, no parten del orden cronológico de los
fenómenos, sino que prefieren indicar primero el efecto y luego la causa. Esto
halla su explicación lógica en la distribución temática de la información, es
decir, en el momento de emitirse la aserción, el efecto del proceso descrito
suele ser deducible del contexto o de la situación, por lo que sirve de tópico. La
causa del proceso, en cambio, suele desempeñar el papel de comentario, por
lo que ocupa la posición final de la oración”

Ahora bien, la justificación interna de las resoluciones judiciales se aprecia en


términos prácticos en lo que expresa Panduro Reyes, debido a que en la
justificación interna se “parte del esquema de silogismo judicial, el cual consiste
en expresar como premisa mayor, la norma aplicable al caso controvertido
según el criterio del juez; después, como premisa menor, la adecuación de los
hechos concretos a la norma prevista para tal efecto (aplicada en la premisa
mayor), dando como resultado la conclusión esperada, que es en sí la
resolución que dicta el juez. Esto se explica en que lo que el juzgador realiza
primero es la selección de la norma aplicable al caso; después, la valoración de
los elementos probatorios adecuados a la norma establecida para que
coincidan; y, por último, analiza las consecuencias que se acarrean tras emitir
la resolución trabajada silogísticamente”.

b. Justificación externa
Atienza señala que la justificación externa es “la que somete a prueba el
carácter más o menos fundamentado de sus premisas. La justificación interna
es tan solo cuestión de lógica deductiva, pero en la justificación externa hay
que ir más allá de la lógica en sentido estricto”. Es por ello que dicho autor
considera que “es necesario presentar argumentos adicionales razones a favor
de las premisas, que probablemente no serán ya argumentos puramente
deductivos, aunque eso no quiera decir tampoco que la deducción no juegue
aquí ningún papel. Por ello, este tipo de justificación consiste en mostrar el
carácter más o menos fundamentado de las premisas”. En efecto, la
justificación externa deberá revestirse de un adecuado criterio que no deje
dudas en torno a los criterios de los que se vale el juzgador para sustentar el
contenido de una resolución judicial. Por ello, Iturralde señala que “a la
justificación externa le compete el análisis de las razones sustantivas en apoyo
de cada una de las premisas que forman el razonamiento judicial. El problema
que la justificación externa plantea es que no puede establecerse a priori
cuáles son las ‘buenas razones’”. No obstante, consideramos que la autora, al
referirse a las buenas razones, lo hace en torno a los fundamentos que resulten
pertinentes para justificar la decisión a la que arriba el juzgador. Para ello, el
juez deberá valerse de los métodos de interpretación, a través de los cuales
contrastará los argumentos expuestos en la resolución judicial, conforme
expresa Vilarroig, quien considera que tal como señalan Maccormick y Alexy–
la justificación externa ropone unas normas y formas de la interpretación:
interpretación semántica, interpretación genética, interpretación histórica,
interpretación teleológica, interpretación sistemática e interpretación
comparativa. Tantos argumentos pueden dar un hablante en un proceso de
deliberación de una norma, como formas de interpretación se puedan aplicar.
Así, un jurista puede defender determinada interpretación de la norma
apelando a la intención del legislador (interpretación genética) o apelando al fin
buscado por la ley (interpretación teleológica)”. Por tal motivo, para que la
justificación externa se sustente deberá recurrir “a la dogmática jurídica, cuyas
funciones son la estabilización, progreso, descarga, técnica, control y heurística
del Derecho”. En tal sentido, Cabra Apalategui argumenta que la justificación
externa “se concibe como una suerte de diálogo hipotético en el que el
intérprete presenta al auditorio o destinatario de la decisión/interpretación los
argumentos en que se sustenta la misma y rebate los contraargumentos que se
le opongan. Se trata de un ejercicio de convicción, no de persuasión, es decir,
se busca la aceptabilidad (que implica aceptación bajo condiciones de
racionalidad) y no la mera aceptación de hecho. Por ello, define este diálogo en
que consiste la justificación externa como ‘un procedimiento discursivo que
sigue los principios del discurso (práctico) racional’. Se hace depender así la
racionalidad de la decisión/interpretación del seguimiento de la argumentación
racional o racionalidad, esto es, la idea presenta una dimensión procedimental”.

Ello se fundamenta incluso en la acepción lingüística básica, pues la


argumentación externa, tal como afirma Haverkate, “la segunda clase de
justificaciones asertivas es la que indica relaciones causales externas. Para
ello, nos valdremos de la pregunta ¿por qué? la cual encierra aquí una
ambigüedad inherente. Por un lado, el que la formula puede estar pidiendo
información sobre la causa interna de la circunstancia advertida. Por otro lado,
la misma pregunta puede servir también para elicitar al interlocutor una
justificación de su acto verbal en el caso de los jueces, de su fallo. En este
caso, lo que desea saber el que hace la pregunta es en qué argumentos se
fundamenta la aserción. En términos de la interacción argumentativa, podemos
sostener que la razón especificada en la oración causal es la razón por la que
se emite la aserción. Mediante esta especificación el hablante hace explícita la
condición previa de razonabilidad.

Ello determina que la verdad de la oración causal los hechos y sus efectos
jurídicos se presupone, mientras que la de la oración principal la que explica el
sentido de la decisión se asevera. De esto se sigue que el interlocutor que no
acepte la aserción, no pondrá en duda el valor verídico de la razón indicada,
sino que combatirá la implicación afirmada por el hablante sobre los hechos y
sus efectos jurídicos”.

¿Por qué dividir la justificación en interna y externa? Fundamentalmente a


efectos de dividir la decisión en 2 planos: por la justificación interna,
apreciamos si el juez ha seguido un ejercicio de sindéresis lógica y revisamos,
con insistencia, si el juez ha seguido las reglas de la lógica formal. Analizamos
en el plano de justificación interna, si el fallo ha sido cuidadoso en no entrar en
contradicciones manifiestamente incongruentes. Verificamos si las premisas
fácticas de vulneración de un derecho fundamental se adecuan y tipifican
dentro de la norma tutelar constitucional o infraconstitucional. En realidad, la
decisión constitucional muchas veces constituye un conjunto considerable de
premisas mayores o principios, valores y directrices, a cuyo ámbito se remiten
igual número de hechos o circunstancias fácticas vinculadas a vulneraciones.
En tal sentido, podemos apreciar un número considerable de razones que
exigen ser delimitadas a través de un ejercicio lógico que denote que
efectivamente hay una secuencia de congruencia, de íter procedimental lógico
y que no se han producido cuando menos contradicciones entre las premisas
mayores y las premisas fácticas, o entre los principios rectores de tutela y las
circunstancias de hecho expuestas.

La tarea del juez constitucional, en estos casos, es acometer con mucho


cuidado su tarea de construcción de argumentos y no podrá, en vía de ejemplo,
resolver de forma desestimatoria una pretensión vinculada al derecho
fundamental a la salud, unida a la norma principio del derecho a la vida, si ya
existe un antecedente jurisprudencial que sienta doctrina constitucional
respecto a una tutela. El juez no podrá alegar que conoce el antecedente pero
que considera restarle validez. ¿Por qué? Porque en caso de una sentencia
denegatoria, en la cual desestima la pretensión, cuando menos una de las
construcciones lógicas que no existe tutela del derecho fundamental a la salud
cuando sí existe en otro caso resuelto por el supremo intérprete de la
Constitución devendría falsa. Veamos esto con objetividad: creeríamos que el
juez, al denegar el caso, infringiría un principio de la lógica formal: daría como
cierto un hecho falso. En consecuencia, se consolida una manifiesta
contradicción en su razonamiento y esa decisión es susceptible de ser atacada
por un problema de justificación interna. En otro ámbito, la justificación externa
se acerca mucho más a una justificación material de las premisas: implica un
ejercicio de justificación que bien podría ser óptimo, cuando justifica su decisión
en base a la ley, la doctrina y la jurisprudencia, o bien cuando recurre a un
ejercicio mínimo suficiente de la justificación, es decir, aporta cuando menos
una sustentación que satisface los requisitos liminares de una justificación
suficiente. En la justificación externa, atendemos fundamentalmente a que en
los casos en sede constitucional, los principios que justifican la decisión
hubieren sido óptimamente delimitados, y que los hechos que rodean el caso,
hubieren correspondido a una adecuada enunciación fáctica. Solo en esos
casos, puede entenderse debidamente cumplido el ejercicio de justificación
externa. Por tanto, toda decisión judicial debe satisfacer los estándares de
justificación interna y externa, en tanto la ausencia de una u otra, no permite la
validez de la misma, asumiendo que la validez es en rigor, un ejercicio de
compatibilidad con la Constitución, es decir, con los principios, valores y
directrices de la Carta Magna.

 LA JUSTIFICACIÓN DE LAS DECISIONES JUDICIALES:

¿CÓMO ENTIENDE LA CORTE SUPREMA DEL PERÚ EL DERECHO-


DEBER DE “MOTIVAR” LAS RESOLUCIONES JUDICIALES?

Para responder dicha interrogante, analizaremos la parte pertinente del texto


de la Casación Nro. 2799-2005, publicada en el Diario Oficial el Peruano el 05
de Enero de 2007, y que a continuación transcribimos:

“La Constitución [...] requiere del Juez que este motive sus decisiones,
pues, de ese modo se permite que la ciudadanía realice un control de la
actividad jurisdiccional, y que las partes que intervienen en el proceso
conozcan las razones por las cuales se les concede o deniega la tutela
concreta de un derecho o un específico interés legítimo; (...) los jueces
deben expresar el proceso mental que los ha llevado a decidir una
controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de impartir justicia, se
haga con sujeción a la Constitución y a la ley y, asimismo, facilitando un
adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables”.

Del texto de esta sentencia se observa que los Vocales Supremos han
resaltado el carácter imperativo de ciertas normas constitucionales,
específicamente aquellas relacionadas con la justificación de las
resoluciones judiciales, al indicar que la Carta Magna requiere de los Jueces el
deber constitucional a motivarlas decisiones jurisdiccionales. Este deber de
justificación se infiere como correlato del derecho que gozan las partes
procesales a la motivación de las decisiones jurisdiccionales regulado en el
artículo 139° inciso 5 de la Carta Magna y reconocido también a nivel legal.

Artículo 139.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional: la


motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias,
excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley
aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan.

Además, los jueces supremos han señalado como una de las finalidades del
deber de justificación, que las razones que sustenten la decisión
jurisdiccional sean de conocimiento de las partes procesales; sin embargo,
consideramos que la sola alusión al término “razones” es insuficiente; y
que lo correcto hubiera sido indicar que la justificación implica expresar
razones tanto de hecho como de derecho. Es más, no solo basta que el Juez
manifieste dichas razones, sino que sean calificadas por el auditorio como
correctas o buenas y se observen los principios del razonamiento practico que
postula la Teoría de la Argumentación Jurídica.

Hechas estas precisiones, nos avocaremos en lo que sigue a analizar el


problema central del presente artículo sobre la base de la Teoría de la
Argumentación Jurídica que estudia tanto el contexto de Descubrimiento como
el de Justificación de la decisión judicial.

Recordemos que en la parte introductoria hemos indicado que los Vocales


Supremos ubican erróneamente el deber de justificar las resoluciones
jurisdiccionales en el contexto de descubrimiento y no en el contexto de
justificación.

Cuando la Corte Suprema señala que los Jueces tienen el deber de expresar el
proceso mental que los ha llevado a adoptar una determinada decisión sobre
un caso en concreto, están en el fondo confundiendo el contexto de
descubrimiento con el contexto de justificación; dado que, en el primer contexto
sólo confluyen motivaciones o causas de orden psicológico, sociológico,
antropológico, etc.; que influyen al momento de tomar o adoptar una decisión
respecto del caso materia de sub litis. A modo de ejemplo: el Juez puede tomar
la decisión de condenar o absolver al acusado por el temor de sufrir una
agresión personal ante las constantes amenazas. Ciertamente, podrán existir
razones que expliquen la decisión, pero que por sí solas no lleguen a
justificarla, como por ejemplo el deseo del juez de que su fallo no sea anulado.
Estas causas o motivaciones si bien forman parte del proceso de
elaboración de la decisión judicial, constituyen una etapa previa e
independiente del contexto de justificación, el que se caracteriza porque en
él se expresan las razones (buenas y correctas) destinadas a justificar una
resolución jurisdiccional. Razones que están dirigidas a mostrar el carácter
aceptable o correcto de esa decisión; es decir, que se sustenten en el
ordenamiento jurídico y que gocen de legitimidad.

De lo expuesto en el punto anterior podemos colegir que existe un camino que


el Juez debe recorrer con la finalidad de adoptar una decisión judicial, la
misma que deberá ser expresada con argumentos correctos; trayectoria
que va desde el contexto de descubrimiento al contexto de justificación.
En todo caso, ex post a la toma de la decisión, el Juez deberá dar razones
correctas o aceptables; y que el límite entre ambos contextos lo constituye la
decisión jurisdiccional.

Debemos señalar en forma breve que para resolver un caso fácil los Jueces
tiene que justificar internamente la decisión judicial aplicando el silogismo
judicial de la Teoría Legal; mientras que para los casos difíciles la justificación
tiene que ser además externa a través de los principios (o criterios del
razonamiento práctico) que postula la Teoría de la Argumentación Jurídica
como son: La Universalidad o el Precedente, Consistencia Coherencia y el
Consecuencialismo, que moderan la discrecionalidad del juez. Los casos
trágicos se resuelven a través de la Teoría de la Excepción y la decisión
judicial que se emita en estos casos siempre vulnerara un derecho o un
principio dada la naturaleza y esencia del conflicto a resolver.

Por último, también se menciona en dicha sentencia que cuando las partes
tomen conocimiento de las razones de la decisión, recién podrán ejercer el
derecho de defensa. Consideramos errada esta afirmación, por cuanto el
derecho de defensa se caracteriza por el hecho de que una vez efectuadas las
alegaciones y valorados los medios probatorios en el proceso, estos tendrán
que ser tomados en cuenta al momento de la justificación de la decisión
judicial, que como tal constituye obligación de los tribunales. En consecuencia,
el instrumento mediante el cual se protege el derecho de defensa, es el
derecho-deber de la motivación de las resoluciones judiciales.

Conclusiones:
el juez deberá evaluar el caso llegado a su despacho, formulando premisas que
serán argumentadas, a fin de justificarlas y concatenarlas con las que vayan
brotando como resultado del estudio del caso, asumiéndolas como un todo
coherente que fundamente el sentido en el que resolvió el conflicto jurídico.
Para ello, el juzgador tendrá en consideración que la motivación de
resoluciones judiciales, consagrada en el artículo 139º inciso 5 de la
Constitución Política, está definida por un contenido compuesto por elementos
como la motivación interna y externa, la razón suficiente y la coherencia
narrativa, los cuales deberán ser tutelados en aras de que la resolución judicial
sea expedida conforme a Derecho y respete los derechos procesales de las
partes en conflicto.

Los Vocales de la Corte Suprema consideran que el deber de justificar una


decisión judicial conlleva a explicar y mostrar el iter mental que ha
llevado al Juez a tomar una decisión (en el que concurren causas de orden
psicológico, antropológico, sociológico etc., y que influyen en la decisión
judicial); sin embargo, como hemos establecido líneas arriba la justificación no
guarda relación con el proceso mental; por el contrario, implica dar
razones correctas que sean aceptadas a su vez por el auditorio al cual se
dirigen. El propio García ha señalado que “Desde el contexto de Justificación
se prescinde del proceso mental que ha conducido a la decisión”.

BIBLIOGRAFIA

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abogados/61607la-argumentacin-jurdica-racional-del-abogado-como-
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(4) Pinto, J. Tesis La Teoría de a Argumentación Jurídica en Roben Alexy,


Universidad Complutense de Madrid Facultad de Derecho, pag. 100 –
(5) Lógica Jurídica, (capitulo III). pág. 108 párrafo 2 y 3, pág. 116, 120
http://biblio3.url.edu.gt/Publi/Libros/Logica-Juridica/04.pdf

(6) Alexy, Robert. Teoría de la argumentación jurídica. Palestra Editores.


Lima 2007. Alexy, Robert. Teoría de los derechos fundamentales. Centro
de Estudios Políticos y Constitucionales. Madrid, 2002.

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