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Argumentación.
Por ende, se entiende por argucia como una acción negativa que puede
implicar no sólo argumentos falsos, sino también trampa,
artimañas, manipulación o estratagemas censurables. Por ejemplo: “Para
obtener el contrato se sirvió de argucias como la manipulación de los precios”.
Seguidos en sus inicios de la lógica formal, los estudios posteriores del filósofo
belga Chaïm Perelman respecto a la Justicia lo llevaron a proponer una serie
de criterios valorativos subjetivos, que pueden variar según el tipo de sociedad,
ideología, tiempo y ámbito de aplicación.
la lógica jurídica es una rama de la lógica de las normas (lógica deóntica), que
tiene por objeto de estudio (objeto material) los pensamientos jurídicos, desde
la perspectiva (objeto formal) de su estructura: concepto, juicio y raciocinio,
todos de naturaleza jurídica, con la finalidad de que el pensamiento sea válido,
congruente o coherente.
Justificación:
La justificación es imprescindible en toda resolución judicial, ya que a partir de
ella se podrá comprender el criterio adoptado por el juzgador sobre
determinado proceso, en aras de que dicha decisión se adecúe a los
parámetros esenciales de respeto del principio de legalidad. Por ello, Pietro
Sanchís señala que “ciertamente, la necesidad de justificar las decisiones, que
desde un punto de vista jurídico se traduce en la exigencia de motivación,
constituye un rasgo, si no indeleble, sí al menos común al modelo judicial del
Estado de Derecho. Por ello, la justificación representa el elemento clave para
definir la posición institucional del intérprete o aplicador del Derecho, donde la
actuación racional constituya su principal fuente de legitimidad”.
a. Justificación interna
Según Atienza, la justificación a “la que se refiere la validez de una inferencia a
partir de premisas dadas es la justificación interna”. Pietro Sanchís señala que
“en la teoría jurídica tradicional se hacía hincapié sobre todo en la justificación
técnica o interna dirigida a mostrar que la decisión puede inferirse de las
premisas, pero dando por hecho que estas eran proporcionadas sin mayor
dificultad por el ordenamiento jurídico”. Iturralde considera que “la justificación
interna tiene por objeto examinar la ‘coherencia’ entre las premisas y la
conclusión, esto es, comprobar si la conclusión se sigue lógicamente de las
premisas. En este caso, y a diferencia de lo que sucede con la justificación
externa, se considera que, si existen reglas, son las reglas de la lógica”. Si bien
la coherencia ha sido asumida como otro elemento del contenido de la
motivación de resoluciones judiciales, su mención es oportuna debido a que el
nexo entre las premisas y la conclusión es la coherencia que en lo que
respecta a la justificación interna es usualmente atribuida al empleo de la
lógica. Por tal motivo, Merino y Nuyado consideran que la sola recurrencia a la
lógica es insuficiente para que se concrete la justificación interna de las
resoluciones judiciales, pues “para llegar al resultado correcto será necesario
que el juez busque una síntesis entre su decisión y su conformidad con el
Derecho, es decir, conciliar la resolución del conflicto y la seguridad jurídica. En
este punto, parece conveniente destacar la opinión contraria de quienes
sostienen que es posible que la sola observancia estricta de reglas
procedimentales conlleve la obtención de un resultado justo o correcto, ello
porque el procedimiento ha sido aplicado en forma imparcial e igualitaria para
todos los intervinientes en el proceso y con ello se ha limitado a escuchar el
debate de las partes, el cual le servirá como base sólida para una decisión
justa”. Lo señalado hasta el momento se acredita, inclusive, en la acepción
lingüística más elemental, pues como refiere Haverkate, la justificación interna
“se refiere a las causas intrínsecas del estado de cosas descrito, denotando la
relación entre causa y efecto. En cuanto al modo de representación, cabe
observar que los hablantes, en general, no parten del orden cronológico de los
fenómenos, sino que prefieren indicar primero el efecto y luego la causa. Esto
halla su explicación lógica en la distribución temática de la información, es
decir, en el momento de emitirse la aserción, el efecto del proceso descrito
suele ser deducible del contexto o de la situación, por lo que sirve de tópico. La
causa del proceso, en cambio, suele desempeñar el papel de comentario, por
lo que ocupa la posición final de la oración”
b. Justificación externa
Atienza señala que la justificación externa es “la que somete a prueba el
carácter más o menos fundamentado de sus premisas. La justificación interna
es tan solo cuestión de lógica deductiva, pero en la justificación externa hay
que ir más allá de la lógica en sentido estricto”. Es por ello que dicho autor
considera que “es necesario presentar argumentos adicionales razones a favor
de las premisas, que probablemente no serán ya argumentos puramente
deductivos, aunque eso no quiera decir tampoco que la deducción no juegue
aquí ningún papel. Por ello, este tipo de justificación consiste en mostrar el
carácter más o menos fundamentado de las premisas”. En efecto, la
justificación externa deberá revestirse de un adecuado criterio que no deje
dudas en torno a los criterios de los que se vale el juzgador para sustentar el
contenido de una resolución judicial. Por ello, Iturralde señala que “a la
justificación externa le compete el análisis de las razones sustantivas en apoyo
de cada una de las premisas que forman el razonamiento judicial. El problema
que la justificación externa plantea es que no puede establecerse a priori
cuáles son las ‘buenas razones’”. No obstante, consideramos que la autora, al
referirse a las buenas razones, lo hace en torno a los fundamentos que resulten
pertinentes para justificar la decisión a la que arriba el juzgador. Para ello, el
juez deberá valerse de los métodos de interpretación, a través de los cuales
contrastará los argumentos expuestos en la resolución judicial, conforme
expresa Vilarroig, quien considera que tal como señalan Maccormick y Alexy–
la justificación externa ropone unas normas y formas de la interpretación:
interpretación semántica, interpretación genética, interpretación histórica,
interpretación teleológica, interpretación sistemática e interpretación
comparativa. Tantos argumentos pueden dar un hablante en un proceso de
deliberación de una norma, como formas de interpretación se puedan aplicar.
Así, un jurista puede defender determinada interpretación de la norma
apelando a la intención del legislador (interpretación genética) o apelando al fin
buscado por la ley (interpretación teleológica)”. Por tal motivo, para que la
justificación externa se sustente deberá recurrir “a la dogmática jurídica, cuyas
funciones son la estabilización, progreso, descarga, técnica, control y heurística
del Derecho”. En tal sentido, Cabra Apalategui argumenta que la justificación
externa “se concibe como una suerte de diálogo hipotético en el que el
intérprete presenta al auditorio o destinatario de la decisión/interpretación los
argumentos en que se sustenta la misma y rebate los contraargumentos que se
le opongan. Se trata de un ejercicio de convicción, no de persuasión, es decir,
se busca la aceptabilidad (que implica aceptación bajo condiciones de
racionalidad) y no la mera aceptación de hecho. Por ello, define este diálogo en
que consiste la justificación externa como ‘un procedimiento discursivo que
sigue los principios del discurso (práctico) racional’. Se hace depender así la
racionalidad de la decisión/interpretación del seguimiento de la argumentación
racional o racionalidad, esto es, la idea presenta una dimensión procedimental”.
Ello determina que la verdad de la oración causal los hechos y sus efectos
jurídicos se presupone, mientras que la de la oración principal la que explica el
sentido de la decisión se asevera. De esto se sigue que el interlocutor que no
acepte la aserción, no pondrá en duda el valor verídico de la razón indicada,
sino que combatirá la implicación afirmada por el hablante sobre los hechos y
sus efectos jurídicos”.
“La Constitución [...] requiere del Juez que este motive sus decisiones,
pues, de ese modo se permite que la ciudadanía realice un control de la
actividad jurisdiccional, y que las partes que intervienen en el proceso
conozcan las razones por las cuales se les concede o deniega la tutela
concreta de un derecho o un específico interés legítimo; (...) los jueces
deben expresar el proceso mental que los ha llevado a decidir una
controversia, asegurando que el ejercicio de la potestad de impartir justicia, se
haga con sujeción a la Constitución y a la ley y, asimismo, facilitando un
adecuado ejercicio del derecho de defensa de los justiciables”.
Del texto de esta sentencia se observa que los Vocales Supremos han
resaltado el carácter imperativo de ciertas normas constitucionales,
específicamente aquellas relacionadas con la justificación de las
resoluciones judiciales, al indicar que la Carta Magna requiere de los Jueces el
deber constitucional a motivarlas decisiones jurisdiccionales. Este deber de
justificación se infiere como correlato del derecho que gozan las partes
procesales a la motivación de las decisiones jurisdiccionales regulado en el
artículo 139° inciso 5 de la Carta Magna y reconocido también a nivel legal.
Además, los jueces supremos han señalado como una de las finalidades del
deber de justificación, que las razones que sustenten la decisión
jurisdiccional sean de conocimiento de las partes procesales; sin embargo,
consideramos que la sola alusión al término “razones” es insuficiente; y
que lo correcto hubiera sido indicar que la justificación implica expresar
razones tanto de hecho como de derecho. Es más, no solo basta que el Juez
manifieste dichas razones, sino que sean calificadas por el auditorio como
correctas o buenas y se observen los principios del razonamiento practico que
postula la Teoría de la Argumentación Jurídica.
Cuando la Corte Suprema señala que los Jueces tienen el deber de expresar el
proceso mental que los ha llevado a adoptar una determinada decisión sobre
un caso en concreto, están en el fondo confundiendo el contexto de
descubrimiento con el contexto de justificación; dado que, en el primer contexto
sólo confluyen motivaciones o causas de orden psicológico, sociológico,
antropológico, etc.; que influyen al momento de tomar o adoptar una decisión
respecto del caso materia de sub litis. A modo de ejemplo: el Juez puede tomar
la decisión de condenar o absolver al acusado por el temor de sufrir una
agresión personal ante las constantes amenazas. Ciertamente, podrán existir
razones que expliquen la decisión, pero que por sí solas no lleguen a
justificarla, como por ejemplo el deseo del juez de que su fallo no sea anulado.
Estas causas o motivaciones si bien forman parte del proceso de
elaboración de la decisión judicial, constituyen una etapa previa e
independiente del contexto de justificación, el que se caracteriza porque en
él se expresan las razones (buenas y correctas) destinadas a justificar una
resolución jurisdiccional. Razones que están dirigidas a mostrar el carácter
aceptable o correcto de esa decisión; es decir, que se sustenten en el
ordenamiento jurídico y que gocen de legitimidad.
Debemos señalar en forma breve que para resolver un caso fácil los Jueces
tiene que justificar internamente la decisión judicial aplicando el silogismo
judicial de la Teoría Legal; mientras que para los casos difíciles la justificación
tiene que ser además externa a través de los principios (o criterios del
razonamiento práctico) que postula la Teoría de la Argumentación Jurídica
como son: La Universalidad o el Precedente, Consistencia Coherencia y el
Consecuencialismo, que moderan la discrecionalidad del juez. Los casos
trágicos se resuelven a través de la Teoría de la Excepción y la decisión
judicial que se emita en estos casos siempre vulnerara un derecho o un
principio dada la naturaleza y esencia del conflicto a resolver.
Por último, también se menciona en dicha sentencia que cuando las partes
tomen conocimiento de las razones de la decisión, recién podrán ejercer el
derecho de defensa. Consideramos errada esta afirmación, por cuanto el
derecho de defensa se caracteriza por el hecho de que una vez efectuadas las
alegaciones y valorados los medios probatorios en el proceso, estos tendrán
que ser tomados en cuenta al momento de la justificación de la decisión
judicial, que como tal constituye obligación de los tribunales. En consecuencia,
el instrumento mediante el cual se protege el derecho de defensa, es el
derecho-deber de la motivación de las resoluciones judiciales.
Conclusiones:
el juez deberá evaluar el caso llegado a su despacho, formulando premisas que
serán argumentadas, a fin de justificarlas y concatenarlas con las que vayan
brotando como resultado del estudio del caso, asumiéndolas como un todo
coherente que fundamente el sentido en el que resolvió el conflicto jurídico.
Para ello, el juzgador tendrá en consideración que la motivación de
resoluciones judiciales, consagrada en el artículo 139º inciso 5 de la
Constitución Política, está definida por un contenido compuesto por elementos
como la motivación interna y externa, la razón suficiente y la coherencia
narrativa, los cuales deberán ser tutelados en aras de que la resolución judicial
sea expedida conforme a Derecho y respete los derechos procesales de las
partes en conflicto.
BIBLIOGRAFIA
(1) https://www.legaltoday.com/gestion-del-despacho/marketing-para-
abogados/61607la-argumentacin-jurdica-racional-del-abogado-como-
representante-de-los-intereses-de-su-cliente-frente-a-la-otra-parte-y-ante-
el-juez-y-la-justicia-2008-04-07/
(2) https://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_de_la_argumentaci%C3%B3
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entaci%C3%B3n,de%20los%20operadores%20del%20Derecho.