Está en la página 1de 22

SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

SEMANA 8

EZ Y LA A

IACC
1
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

APRENDIZAJE ESPERADO
El estudiante será capaz de:

Identificar características de la adultez


mayor y elementos relevantes del
desarrollo físico, psicosocial y cognitivo
de esta etapa del desarrollo humano.

IACC
2
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

APRENDIZAJE ESPERADO ................................................................................................................ 2


INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 4
1. ANTECEDENTES GENERALES DE LA ADULTEZ MAYOR EN EL DESARROLLO HUMANO .............. 5
2. DESARROLLO FÍSICO EN LA ADULTEZ ...................................................................................... 5
2.1. ENVEJECIMIENTO............................................................................................................ 6
2.2. DESARROLLO SENSORIAL ................................................................................................ 6
2.3. SALUD FÍSICA .................................................................................................................. 8
3. DESARROLLO COGNITIVO EN LA ADULTEZ MAYOR.................................................................. 9
3.1. PENSAMIENTO ................................................................................................................ 9
3.2. MEMORIA ..................................................................................................................... 10
3.3. FUNCIONAMIENTO INTELECTUAL ................................................................................. 11
4. DESARROLLO PSICOSOCIAL EN LA ADULTEZ MAYOR ............................................................. 12
4.1. RELACIONES CON OTROS .............................................................................................. 13
4.2. DEPENDENCIA............................................................................................................... 14
4.3. JUBILACIÓN Y EMPLEABILIDAD...................................................................................... 15
4.4. DESARROLLO EMOCIONAL Y SALUD MENTAL ................................................................ 16
5. APROXIMACIÓN AL FENÓMENO DE LA MUERTE ................................................................... 18
COMENTARIO FINAL..................................................................................................................... 20
REFERENCIAS ............................................................................................................................... 21

IACC
3
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

INTRODUCCIÓN
En la sociedad actual, y particularmente en la mirada que recoja lo vivido en un ánimo de
cultura occidental, la vejez está asociada a aceptación y respeto por sí mismo.
una serie de temores: a perder la energía, el
trabajo, la vida sexual, la belleza, la Del mismo modo, emergen temores
movilidad física, la memoria e incluso la vinculados a la pérdida de autonomía, a ser
una carga para la familia y las personas
inteligencia. Sin duda, estos temores se
cercanas. Por lo mismo, en esta etapa el
asocian a la escasa valoración social que esta cariño, contención y apoyo que les
etapa tiene, a las precarias condiciones que entreguen a los adultos mayores es central
existen para hacerse cargo de las para que el proceso sea lo más tranquilo y
características propias de este período vital y satisfactorio posible.
la idealización de la juventud como elemento
articulador de estereotipos y prejuicios. Durante esta semana se revisarán las
principales características vinculadas al
desarrollo físico, cognitivo y psicosocial de
Pérdidas y ganancias, equilibrios entre los adultos mayores, así como también
continuidades y cambios. Mantener una algunos antecedentes sobre el proceso de
identidad en medio de tanta transformación enfrentamiento de la muerte.
y responder a esa necesidad de ser en medio
de un mundo que no siempre estará “La sabiduría de la madurez consiste en
adaptado a darles un rol que sea valorado. aceptar las imperfecciones de la vida y de
Los adultos, en esta etapa, están en una zona uno mismo, de los hijos y de la historia, no
de conflicto. Y dado que cada vez hay más para conformarse, sino para integrar y
adultos mayores, este desafío no es solo para asimilar que lo realizado y la vida, ha valido y
ellos, sino también para toda una sociedad vale la pena”. Erik Erikson (1974).
que debe buscar estrategias para integrar y
dar nuevos espacios para la comprensión de
este ciclo vital que continúa siendo valioso y
de cambio hasta el último de sus días.

Alcanzar la adultez mayor es un proceso que


plantea desafíos que sin duda se deben
enfrentar con herramientas claras para
poder sortear con éxito esta última etapa. En
ella se debe entonces plantear desafíos
propios para la vida, pues una mirada
integradora podría alejar al adulto tardío de
la desesperanza y de la desesperación de ver
que sus años han transcurrido sin tener una

IACC
4
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

1. ANTECEDENTES GENERALES DE LA ADULTEZ MAYOR EN


EL DESARROLLO HUMANO
Si bien se considera que desde los 65 años en adelante los adultos ingresan a una etapa de adultez
mayor, en este período no se constituye un grupo homogéneo, ya que en gran medida su estado y
calidad de vida depende de su bienestar físico y psicológico, por lo que algunos han determinado
que existen divisiones en esta etapa según la edad funcional de las personas. En este sentido, la
edad funcional corresponde a la medida de acuerdo con la capacidad de las personas de
desempeñarse eficazmente en su ambiente físico y social, en relación con otras personas de la
misma edad cronológica (Papalia, Duskin y Martorelli, 2012).

De acuerdo con lo anterior, algunos investigadores dividen la adultez en tres etapas: adultos
mayores jóvenes que se caracterizan por ser saludables y activos; los medios que tienen ciertas
dificultades de salud que interfieren en la realización de actividades cotidianas y los adultos
mayores de edad avanzada que son más frágiles en términos de salud, tanto física como mental, y
necesitan mayores cuidados que otros (Feldman, 2008).

De acuerdo con lo anterior, por ejemplo, un adulto mayor de 85 años que goza de buena salud y
es capaz de hacer por sí solo cosas domésticas, logrando cuidar de sí mismo durante el día,
mientras que otra persona de 70 años que tienen muchas dificultades y, por ejemplo, una
enfermedad como el alzhéimer, tendría una edad funcional mayor.

2. DESARROLLO FÍSICO EN LA ADULTEZ


Generalmente se asocia la vejez a una
situación de deterioro físico generalizado,
pero esto no necesariamente es así, ya que en
gran medida un buen estado físico y de salud
depende del cuidado en la juventud y madurez
más que de los procesos de envejecimiento.

Independientemente del enfoque que se


adopte, es posible evidenciar que el cuerpo y
los cambios físicos propios de la adultez tardía
no son abruptos, pero sí son inevitables. Este proceso natural que viven todas las personas a
medida que se avanza en edad se denomina envejecimiento primario y se trata de un proceso
normal, paulatino y gradual de deterioro corporal que comienza en la juventud y continúa a lo
largo de la vida como un cambio normal, sin que se pueda hacer nada para que ello no ocurra.

IACC
5
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

2.1. ENVEJECIMIENTO
Para explicar el envejecimiento existen algunas teorías que se basan en la programación genética.
Estas teorías plantean que las personas envejecen debido a que existe cierta determinación
incorporada en los genes que conlleva a un plan particular de envejecimiento (Papalia, et al.,
2012).

Asimismo, existen otras teorías que indican que el envejecimiento tiene un carácter más bien
aleatorio, variable entre personas, que implican la incidencia de los factores ambientales sobre los
organismos (Papalia, et al., 2012).

Algunos de los cambios físicos que son observables a simple vista son, por ejemplo, que la piel
tiende a tomar un color más pálido y pierde elasticidad, aparecen arrugas debido a la reducción de
la grasa y la masa muscular. Del mismo modo pueden aparecer las várices o engrosamiento de las
venas. Por otro lado, el cabello se encanece en un proceso gradual en el cual también suele
adelgazarse y el vello corporal se comienza a perder. Asimismo, la altura decrece en la vejez
porque los discos intervertebrales de la espina dorsal se atrofian y adelgazan. Los huesos se
descalcifican y suelen ser más frágiles produciendo un riesgo mayor de fracturas (Papalia, Duskin y
Martorelli, 2012).

Existen otros cambios que no son tan evidentes o que no se pueden observar a simple vista y que
son de importancia, más bien vinculados a los órganos internos y sistemas corporales,
produciendo cambios en los sistemas de funcionamiento sensorial, motor y sexual.

El sistema digestivo en el adulto mayor permanece, en general, sin mayores alteraciones, aunque
algunos presentan riesgo de desnutrición. El ritmo cardíaco se hace más lento e irregular y los
efectos del colesterol, la grasa acumulada en arterias y venas, como asimismo en las paredes
externas del corazón, a menudo elevan la presión sanguínea produciendo trastornos como la
hipertensión (Papalia et al., 2012).

Por otro lado, el cerebro se hace más pequeño y ligero con el paso de los años, aunque si no se
producen enfermedades mantiene su estructura y función, pese a que el número de neuronas se
reduce en algunas de sus partes. Del mismo modo, el flujo de sangre en el cerebro se reduce,
usando menos oxígeno y glucosa (Feldman, 2008).

2.2. DESARROLLO SENSORIAL


Los sentidos tienen un deterioro progresivo y que difiere de un individuo a otro, significando para
algunos un cambio radical y para otros un proceso casi imperceptible.

IACC
6
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

Uno de los sentidos más sensibles al paso de tiempo es la vista, ya que se ve afectada por la
pérdida natural de la elasticidad del cristalino del ojo, lo que comúnmente se conoce como
presbicia (Papalia, Duskin y Martorelli, 2012).

Dado lo anterior, se requiere más luz para tener una visión óptima, lo que dificulta el
desplazamiento en la noche y realizar actividades como la conducción de vehículos cuando
disminuye la luz solar, así como también, leer o caminar de noche. Esto también aumenta el riesgo
de caídas y accidentes domésticos, por lo que es necesario usar lentes que permitan corregir esta
dificultad.

Los trastornos visuales que podrían presentarse en la adultez mayor son los siguientes (Papalia et
al., 2012):

• Cataratas: corresponde a un trastorno visual que se produce por la presencia de espacios


o áreas opacas o nubosas en el cristalino y que impiden la visión focalizada y clara. Esta
visión borrosa puede corregirse mediante cirugía y suele tener una alta probabilidad de
éxito, siendo una de las operaciones más frecuentes en el adulto mayor.
• Degeneración macular: se refiere a la pérdida de la capacidad del centro de la retina para
distinguir detalles más finos en lo visual que es una condición irreversible, aun cuando
puede atenuar su avance con cirugías láser.
• Glaucoma: es un trastorno que, de no atenderse a tiempo, puede ocasionar ceguera
permanente, pues se trata de un daño irreversible en el nervio óptico que se produce por
el aumento de la presión sanguínea ocular. El tratamiento es preventivo y se debe realizar
desde etapas tempranas para disminuir la presión y mantenerla controlada y así retrasar
el inicio del deterioro.

Por otro lado, la audición también es un sentido que se ve altamente afectado por la edad, en
particular la capacidad para escuchar las frecuencias altas. Esto hace que para las personas
mayores sea más difícil escuchar conversaciones cuando hay mucho ruido de fondo o cuando
varias personas están hablando al mismo tiempo. Si bien existen prótesis auditivas que permiten
compensar estas pérdidas, están lejos de resolver el problema ya que estas funcionan
amplificando los sonidos en general, por lo que tanto las conversaciones como los ruidos de fondo
se oigan más fuertes, siendo igualmente difícil para las personas distinguir los sonidos (Feldman,
2008).
Es altamente relevante atender a estas dificultades de modo oportuno, ya que los problemas
visuales y auditivos pueden limitar a los adultos mayores en el desarrollo gratificante de relaciones
sociales e incluso en el ejercicio de su independencia, lo que afecta en gran medida su calidad de
vida.

En relación con lo anterior, el incremento de la esperanza de vida ha provocado que la industria


comercial haya ido reaccionando a las necesidades propias de esta etapa, disponiendo dispositivos

IACC
7
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

telefónicos móviles con números más grandes y teclas más amplias para su mejor manipulación,
marcación por voz, la posibilidad de agregar subtítulos a la televisión, o bien botones de pánico
que se activan de manera sencilla en caso de alguna crisis de angustia o pérdida de memoria.

2.3. SALUD FÍSICA


Contrario a lo que se piensa comúnmente, el incremento en la edad no significa necesariamente
que las personas mayores tengan una mala salud. En este sentido, es importante afirmar que el
envejecimiento y la enfermedad no necesariamente van asociados, puesto que si bien es claro que
se producen cambios físicos, estos cambios y las declinaciones sensoriales se pueden contrarrestar
y mantener en forma adecuada con ejercicio y vida activa y saludable.

Los trastornos más comunes derivan de caídas y traumatismos propios de la pérdida de fuerza y
de la resistencia, que exponen, junto con los problemas visuales y auditivos señalados, a una
situación de equilibrio más precario. Esto no es necesariamente absoluto; se ha demostrado que
en adultos que han desarrollado actividad física y han permanecido activos, la pérdida de masa
muscular disminuye y, por otra parte, la coordinación y la capacidad cerebral de activación
mantienen grados de plasticidad que ayudan a conservar la movilidad y la reacción. Este problema
aumenta el aislamiento y la consideración personal de limitación, por lo cual el peligro de una
depresión y la baja en la autoestima agravan la condición, con una sensación de vulnerabilidad que
se puede evitar (Papalia, et al., 2012).

Respecto a enfermedad graves y crónicas, las principales son las cardiopatías, el cáncer y la
apoplejía. Entre las enfermedades cardiovasculares las afecciones más comunes son las
cardiopatías, arteriosclerosis e hipertensión. Particularmente la hipertensión, que afecta el flujo de
sangre al cerebro, puede asociarse con deterioros de la atención, aprendizaje, memoria,
capacidades psicomotoras y habilidades perceptuales, además de constituir un factor de riesgo
para padecer apoplejía (Craig y Baucum, 2009).

Por su parte, la apoplejía es un síndrome neurológico que se debe a un trastorno vascular cerebral
y se expresa en grados de parálisis muscular. Entre los síntomas que pueden facilitar su
reconocimiento se encuentran el adormecimiento repentino de la cara, brazo o pierna, confusión
repentina para hablar o comprender, problemas visuales, dificultades para caminar, mareos o
pérdida del equilibro, jaqueca severa (Papalia, et al., 2012).

IACC
8
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

3. DESARROLLO COGNITIVO EN LA ADULTEZ MAYOR


Uno de los factores centrales del desarrollo
cognitivo en esta etapa se encuentra arraigado
en la experiencia que han adquirido las
personas producto de sus vivencias, estudios,
relaciones interpersonales, ocupaciones, entre
otras. En este sentido, las personas maduras
pueden lograr un buen desempeño en tareas
que implican resolver situaciones en que
puedan aplicar dichas experiencias o bien
relacionar conocimientos nuevos con otros
previamente adquiridos (Craig y Baucum, 2009).

Del mismo modo, es relevante considerar que las variaciones individuales son significativas en
relación con las ganancias y pérdidas cognitivas en esta etapa, ya que el efecto de estos cambios
se encuentra influido en gran medida por la capacidad y habilidades desarrolladas en etapas
anteriores, la posición socioeconómica y el nivel educativo de las personas (Feldman, 2008).

No obstante lo anterior existen algunas pérdidas que sí resultan más evidentes, las cuales se
relacionan con cambios cerebrales anteriormente descritos. De este modo existe cierta
disminución en la función ejecutiva, ubicada prioritariamente en la corteza frontal, la cual puede
limitar la capacidad para inhibir pensamientos menos relevantes o, por ejemplo, mantener
conversaciones situadas en un solo tema sin abrir otros tangenciales (Feldman, 2008).

3.1. PENSAMIENTO
Claramente las formas de pensar se van modificando con el paso de los años. Específicamente en
la adultez mayor predomina el pensamiento integrativo que corresponde a la capacidad de
integrar una nueva experiencia con otras pasadas (Papalia et al., 2012).

Este tipo de pensamiento permite a los adultos resignificar tanto las vivencias nuevas como
antiguas, en tanto articulan conocimiento reciente con experiencias pasadas, obteniendo un punto
de vista nuevo y diferente.

Cuando un adulto mayor resume una historia con una moraleja, por ejemplo, la integran con
observaciones basadas en su propia experiencia y aprendizajes del mundo real. Tan particular es el
pensamiento integrativo del adulto mayor, que resulta ser mucho más flexible que el de un joven,
pues este último, en el mismo desafío, tiende a buscar un relato apegado a la historia original,
descuidando el sentido o trasfondo del cuento.

IACC
9
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

La llegada de esta forma de pensamiento también le permite al adulto mayor un proceso de


resolución de conflictos generados en etapas anteriores, ya que integra las experiencias con una
visión más amplia para enfrentar y reelaborar los problemas pasados con una visión más actual. En
el fondo, más allá de los hechos, es la percepción y elaboración integrativa de la historia la que
permite al adulto mayor integrar los procesos personales de su vida. Es obvio que la sociedad en
su conjunto se ve enriquecida con esta manera de pensar de los adultos mayores, ellos son los que
traducen e integran la historia a través de los cuentos y los mitos que se transmiten de una
generación a otra, transformando experiencias personales en aprendizajes colectivos transmitidos
a otros en verdades que revelan la condición humana y su necesidad de adaptación y aprendizaje.
Se transforman en guías que, de ser escuchados, pueden entregar valores y aprendizajes a otros
(Papalia et al., 2012).

3.2. MEMORIA
La pérdida de memoria es una de las principales preocupaciones del adulto que entra en la vejez,
pues culturalmente ambos factores se han asociado fuertemente, aun cuando las investigaciones
han demostrado que un porcentaje menor de ellos sufren reales pérdidas en esta capacidad
cognitiva (Feldman, 2008).

Además de las variables individuales anteriormente descritas, la memoria también tiene una
estructura interna, algunos de cuyos componentes son más propensos a olvidos que otros. De este
modo, la memoria a corto plazo se ve afectada en el adulto mayor dado que, a pesar de que la
memoria sensorial conserva su eficiencia, la repetición o reiteración de la información en distintas
direcciones que exige la memoria de trabajo disminuye con la edad, haciendo más complejo el
proceso de manipulación de la información. Las tareas que requieren repetición o repaso
continuo, entonces, muestran poco deterioro, mientras que las que requieren una reorganización
o una elaboración mayor parecen más afectadas (Papalia et al., 2012).

Por otro lado, la memoria a largo plazo, en tanto, también se ve afectada, pero de formas
diferentes, de acuerdo con la naturaleza de los recuerdos a la que se circunscribe: episódica,
semántica y procedimental (Papalia, et al., 2012):

• Memoria episódica: vinculada a eventos específicos y sus respectivos detalles, por lo que
tiene una mayor posibilidad de deterioro con los años, ya que para recuperar los
recuerdos almacenados se requiere reconstruir la experiencia tal y como se originó. Así,
por ejemplo, un adulto mayor puede recordar una anécdota puntual que haya llamado su
atención, pero quizá no en qué lugar preciso estaba, qué otras personas se encontraban
allí además de los protagonistas de la situación, entre otros detalles.

IACC
10
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

• Memoria semántica: vinculada a información, hechos y almacenamiento de


conocimientos como historia, lugares, costumbres sociales, significados y datos y, por lo
mismo, se ve mucho menos afectada con los años pues, al no requerir de un contexto en
términos de dónde y cuándo se aprendió la información, no tiene mayor deterioro. Sí
puede sufrir complejidades la recuperación de información demasiado específica y que se
utilice poco.
Ejemplo de ello es cuando los nietos les consultan a los abuelos a qué cosas jugaban ellos
cuando eran pequeños y estos son capaces de contarles en extenso todos los juegos
típicos que ellos tenían, los elementos que usaban y los que a ellos les gustaban más.

• Memoria procedimental: está centrada en la consolidación y recuerdo aplicado de


habilidades motoras, hábitos y funciones que, cuando se han aprendido, se activan de
manera automática, casi inconsciente. Al igual que la semántica, esta memoria se afecta
mucho menos. Así por ejemplo, los adultos mayores que conducen automóviles
cotidianamente y no han sufrido mayores deterioros físicos, generalmente pueden
continuar haciéndolo hasta una edad avanzada.

Junto con lo anterior, un elemento distintivo en el adulto mayor es la velocidad con que se procesa
la información. De este modo, el tener una menor capacidad de recepción frente a la información
nueva, unida a los deterioros mencionados a nivel perceptual (vista, oído, etc.), hacen más difícil la
elaboración del recuerdo que permite su posterior almacenamiento (Feldman, 2008).

De este modo, por ejemplo, si no se oye bien una historia, es más difícil retenerla y recuperarla
luego de manera clara.

3.3. FUNCIONAMIENTO INTELECTUAL

Tal como se ha mencionado en apartados anteriores, no existe un patrón uniforme en la adultez


de cambios relacionados con la edad en todas las habilidades intelectuales. Asimismo, si bien la
inteligencia fluida disminuye con la edad, la inteligencia cristalizada tiende a permanecer estable
con el paso de los años (Feldman, 2008).

La inteligencia fluida corresponde a la habilidad para manejar problemas


y situaciones nuevas, mientras que la inteligencia cristalizada
corresponde al uso de habilidades, información y estrategias que la gente
ha adquirido fruto de su experiencia (Feldman, 2008).

IACC
11
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

Del mismo modo, diversas investigaciones han demostrado que la estimulación, la práctica y la
motivación permiten a los adultos mayores conservar óptimamente sus habilidades mentales,
gracias a que durante esta etapa continúa operando la plasticidad o posibilidad de compensación
de ciertas pérdidas con otras habilidades cognitivas más estables (Feldman, 2008).

Algunas de las potenciales pérdidas se encuentran situadas en la fluidez verbal y el razonamiento


numérico, aun cuando esto no incide necesariamente sobre otras funciones. Otras habilidades que
parecen verse limitadas durante la adultez mayor corresponden a aquellas que exigen rapidez
psicomotora o mayor agilidad en la respuesta (Craig y Baucum, 2009).

Sin embargo, como se señalaba anteriormente, aun cuando las personas pueden presentar
disminución en estas habilidades, pueden apoyarse en otras para compensarlas, logrando
desarrollar las tareas propuestas con éxito. Ejemplo de esto ocurre cuando las personas mayores
conducen automóviles y saben que sus reacciones pueden ser más lentas que años anteriores, por
lo que toman precauciones como conducir a menor velocidad o dejando más espacio con el
automóvil que les antecede, de modo de cautelar contar con tiempo suficiente para reaccionar
frente a una posible emergencia.

De este modo, la mayoría de los adultos mayores no experimentan disminuciones significativas en


su capacidad intelectual e incluso son capaces de aprender destrezas nuevas, aunque requieren de
mayor tiempo que las personas jóvenes, además de estrategias diferentes, lo cual se debe a un
decremento en la capacidad operacional de la memoria a corto plazo, especialmente en la
utilización de estrategias de codificación, organización y recuperación de la información (Papalia,
et al., 2012).

4. DESARROLLO PSICOSOCIAL EN LA ADULTEZ MAYOR


Enfrentados a la última etapa de la vida, se
puede asumir con claridad la frase tan
repetida de que nunca es tarde para hacer,
aprender o realizar lo que se ha postergado,
tal vez, por muchos años. Esta etapa
proporciona la oportunidad de, en la pausa
de los años y sin las urgencias del trabajo o
la crianza, poder integrar la vida, los años y
las experiencias, sin culpas y sin
remordimientos para poder transitar en este
camino final con la alegría de lo vivido. En
este proceso, la familia tiene un papel clave en el cuidado y el desarrollo de un vínculo de
contención, cuidado y apoyo.

IACC
12
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

Según lo planteado por Erikson los adultos mayores pasan a la última de las ocho etapas de la vida
del desarrollo psicosocial, denominada de integridad del yo frente a desesperación, el cual se
caracteriza por observar la vida de manera retrospectiva, evaluarla y llegar a una cierta síntesis
que conlleva a satisfacción con la propia experiencia. Por otro lado, algunas personas tienden a
experimentar frustración frente a dicha evaluación de la vida, ante lo que sobreviene una
sensación de desesperanza y desesperación por no poder cambiar ya el curso de los
acontecimientos (Feldman, 2008).

Por otro lado, existe una tendencia a pensar que la personalidad cambia en la adultez mayor, lo
que no ha sido comprobado, sino más bien se ha confirmado que, al igual que en etapas
anteriores, la personalidad sigue en un interjuego constante entre lo biológico y lo ambiental,
interacciones que van consolidando y conformando respuestas que generalmente resultan
predictibles en la conducta de alguien y, por ende, son atribuibles a rasgos estables de su
personalidad (Papalia, et al., 2012).

4.1. RELACIONES CON OTROS


Los estereotipos construidos socioculturalmente sobre la vejez hacen pensar a menudo en el
adulto mayor como una persona aislada y solitaria. Y aun cuando esta percepción está cambiando,
es interesante notar ciertos aspectos importantes. El adulto mayor tiene, ciertamente, la mitad de
contactos que los adultos jóvenes en sus redes, pero conserva en ellas un círculo cercano de
afecto y confidencialidad que a veces puede incluso ser mayor al de los jóvenes. Y estas relaciones
cercanas suelen ser más importantes que nunca para su bienestar, ayudando a mantener la
agudeza mental, la memoria y las emociones vivas en la cotidianidad (Papalia, et al., 2012).

Dado lo anterior, en esta etapa el apoyo social, entendido como aquellas redes de personas que se
mantienen preocupadas e interesados y colaboran activamente entre sí resulta central, en tanto
permite desde la contención emocional, brindar una atención comprensiva frente a los problemas,
disponibilidad de estrategias de alivio o consuelo hasta el apoyo material o económico,
dependiendo de las condiciones y necesidades del adulto mayor (Feldman, 2008).

Específicamente el apoyo emocional que el adulto mayor necesita y toma de estas redes cercanas
es crucial para mantener la satisfacción vital con la que enfrenta el estrés y el trauma de la pérdida
de amigos o familiares cercanos (esposo o esposa, amigos, etc.), la posibilidad de enfermedad que
ponga en riesgo su vida o un accidente u otras vicisitudes propias de la vida. Los vínculos positivos
son parte de la salud en cualquier etapa, pero en esta en particular, suelen mejorarla, propiciando
una sensación de bienestar, dado que las personas que están socialmente aisladas tienden a
mantener y acentuar este aislamiento en las dificultades de la salud, acrecentando entonces esta
soledad debido al deterioro físico o cognitivo haciendo que estos, en la soledad y menor
estimulación, sean más profundos y se aceleren en su progresión.

IACC
13
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

Por otro lado, para quienes se mantienen casados, la jubilación implica un cambio en la vida
conyugal, puesto que ambos pasan más tiempo en casa, lo que no siempre resulta agradable, dado
que se acentúan hábitos que al cónyuge pueden resultarle molestos o bien, se pierde el sentido
del día a día, que transcurre sin nuevos objetivos para ambos. Generalmente esta nueva situación
conlleva cambios en las tareas domésticas, las cuales comienzan a compartirse entre ambos para
mantenerse activos o compensar mutuamente la falta de fuerza o energía del otro con la
necesidad de mantenerse independientes de los cuidados del resto (Feldman, 2008).

Si bien siempre las relaciones familiares son importantes, particularmente en esta etapa resultan
esenciales, ya que además de satisfacción brindan la aceptación, ayuda y apoyo requeridos. De
este modo, los hijos suelen ser quienes sostienen las nuevas necesidades de los padres en esta
etapa, haciéndose cargo de ellos y alivianando sus tareas cotidianas y esfuerzos, así como también
ayudando al cuidado de su salud.

Los nietos también juegan un rol central, ya que en la mayoría de las ocasiones los abuelos sienten
satisfacción por brindar todo tipo de atenciones y privilegios que no necesariamente otorgaron a
sus hijos. De este modo, el compartir con los nietos les permite disfrutar de su cariño y su
crecimiento sin centrarse en poner reglas y normas.

4.2. DEPENDENCIA
Uno de los mayores temores que se generan en las personas que comienzan a envejecer
corresponde al no ser autónomas en la realización de actividades cotidianas que les permitan
cuidar de sí mismas y que impliquen un esfuerzo adicional para sus familiares.

En este sentido, los adultos mayores que tienen algunos impedimentos básicos de salud
generalmente pueden vivir solos, contando con ayuda permanente y específica por parte de sus
familiares y ayudas médicas en el hogar (Feldman, 2008).

De ese modo, las familias suelen hacer adecuaciones para evitar que las personas mayores sufran
accidentes en el hogar, contando por ejemplo con barras de apoyo en la ducha, rampas u otras
modificaciones necesarias que los ayudan a enfrentar la vida cotidiana con relativa independencia.

No obstante, frente a problemas más severos de salud física o psicológica generalmente las
personas cercanas toman decisiones que implican hacerse cargo por completo de las personas
mayores, lo que muchas veces implica que trasladan a la persona a su hogar, lo que implica un
cambio de vida para ambos, debiendo aprender a convivir en una familia extendida, generalmente
con niños, el cónyuge del hijo o hija, entre otros. Este ajuste puede llegar a ser irritante para la
persona adulta, ya que la adaptación a un escenario multigeneracional implica no solo una pérdida
potencial de independencia y privacidad, sino también de los roles y las normas que rigen el hogar

IACC
14
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

al que se integran, por lo que deben aceptar las que los dueños de la casa han determinado, lo que
conlleva potencialmente a conflictos (Feldman, 2008).

Ejemplo de lo anterior lo constituye cuando los abuelos que viven en casa de sus hijos reclaman
por los permisos hasta altas horas de la noche que se les dan a los adolescentes, o bien porque la
esposa no atiende a su marido, lo que da cuenta de normar y reglas que a ellos les parecen
adecuadas pero que simplemente ya no están vigentes y no son compartidas por la generación
actual a la que ellos deben adaptarse.

Frente a lo anterior, lo central es que la decisión de acoger al adulto mayor en casa de los hijos
debe ser consensuada por todos los miembros del hogar y entendida como una necesidad mayor.
Asimismo, los problemas deben ser abordados con franqueza y respeto por la dignidad y
autonomía del otro, buscando comprenderse en las diferencias (Papalia, et al., 2012).

4.3. JUBILACIÓN Y EMPLEABILIDAD


Terminar con el espacio laboral es, en muchos casos, una situación de conflicto y duelo. Está ligado
profundamente a lo que se señalaba en términos de una sociedad y cultura ligadas a la
productividad como útil y la pasividad como poco valorada. Por ello, la decisión de retirarse y
cuándo hacerlo es una de las más cruciales al acercarse la adultez tardía. El cambio en lo financiero
y emocional suele ser intenso y, por ello, se debe preparar de manera adecuada.

En Chile, la edad de jubilación masculina es a los 65 años y la de las mujeres a los 60, situación que
ha generado bastante controversia en este último tiempo debido a las bajas pensiones que se
reciben una vez que se finalizan las actividades laborales, lo que implica un desmedro económico
tremendamente significativo para el adulto mayor, lo que implica que en muchas ocasiones las
personas deban continuar desarrollando alguna actividad al no ser suficiente el dinero recibido
para solventar los costos de la vida.

Una de las teorías sobre el proceso de jubilación en la adultez tardía corresponde a la del
psicólogo del desarrollo estadounidense Robert Peck, que sugiere que el desarrollo de la
personalidad en los adultos mayores se sustenta por tres desafíos importantes. El primero de ellos
consiste en una redefinición del yo frente a preocupación por el rol laboral, dado que dejar de estar
laboralmente activo supone un efecto importante sobre al autopercepción, las personas se ven
interpeladas a ajustar su valoración personal dirigiéndolas a ámbitos que no tienen relación con el
trabajo, sino con otros que siempre han estado allí pero que no habían atendido u otros nuevos,
como por ejemplo ser abuelo, o aprender a pintar (Papalia, et al., 2012).

Teóricamente se han mencionado una serie de etapas por las que pasarían las personas que
jubilan (Feldman, 2008):

IACC
15
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

• Luna de miel: corresponde a la etapa en que las personas valoran este nuevo espacio de
tiempo vital y realizan diversas actividades que antes no habían podido tener oportunidad
de realizar, como viajar, descansar, visitar amistades, etc.
• Desencanto: en esta etapa las personas sienten que la jubilación no ofrece los beneficios
que esperaban y comienzan a extrañar el trabajo y las ocupaciones anteriores. Les cuesta
encontrar actividades que les motiven y en las que ocupar su tiempo.
• Reorientación: en esta etapa los jubilados reconsideran sus opciones y comienzan a
desarrollar actividades nuevas que les permitan sentirse más satisfechos.
• Rutina de jubilación: esta etapa no es alcanzada por todas las personas, sino más bien por
aquellas que logran reorganizarse y encontrar nuevas actividades que les resulten
satisfactorias. En ella, las personas se sienten tranquilas y contentas con su nueva vida.
• Terminación: corresponde a cuando las personas ya no pueden continuar desarrollando
las actividades que desempeñaban, tanto por limitaciones de salud física o mental y deben
comenzar a destinar tiempo al descanso y cuidado.

Si bien las condiciones de jubilación varían mucho de una persona a otra, el cese de la actividad
laboral sin una debida preparación psicológica y social puede que conlleve a frustración, ansiedad,
además de la participación y vínculo social.

A través de la siguiente noticia le invitamos a conocer algunos de las principales


modificaciones que el gobierno busca realizar a la ley de pensiones en Chile.

https://www.emol.com/noticias/Economia/2018/09/08/919995/Reforma-de-
pensiones-Incluira-seguro-para-lagunas-previsionales-y-permitira-retiro-parcial-
de-fondos-a-quienes-retrasen-su-jubilacion.html

4.4. DESARROLLO EMOCIONAL Y SALUD MENTAL


Como se ha expresado anteriormente, no todos los adultos mayores tienen problemas en la salud
física o mental. No obstante, en caso de presentarse, las enfermedades mentales en esta etapa
tienen consecuencias más profundas, lo que hace más compleja su resolución. Además suelen
traer asociado un impedimento funcional importante que impide el enfrentamiento
independiente y autónomo en la vida cotidiana y también un deterioro en las funciones cognitivas,
que van haciendo que el adulto se vuelva cada vez más dependiente de un cuidador.

En relación a los problemas más comunes de salud mental que se pueden encontrar en la adultez
mayor, se encuentra la depresión, las demencias seniles y la demencia de tipo Alzhéimer.

IACC
16
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

La depresión es un trastorno mental que se caracteriza por una profunda tristeza, decaimiento
anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo —incluso por aquello que resultaba
placentero— y disminución de las funciones psíquicas, incluidas la atención, la concentración y la
memoria (Feldman, 2008).

La depresión se vuelve más frecuente en esta etapa debido principalmente a los cambios vitales
que acontecen, tales como la jubilación sin una preparación psicológica adecuada, la falta de redes
de contención, la muerte del cónyuge y amigos o el deterioro de la salud y capacidad física. Por lo
mismo resulta tan relevante que las personas en esta etapa cuenten con apoyo y compañía, así
como también con el apoyo médico y psicológico necesario (Papalia, et al., 2012).

Del mismo modo, un factor de surgimiento de depresión en adultos mayores que se ha dado con
frecuencia este último tiempo tiene que ver con el abuso de antidepresivos en la edad juvenil o
mediana. Esto es grave cuando los procesos depresivos se han sobrellevado con medicaciones
auto recetadas o en condiciones no adecuadas de seguimiento. Un proceso farmacológico contra
la depresión no asegura que esta enfermedad no se repita en el futuro, por lo cual se requiere, en
la mayoría de los casos, de un trabajo compartido entre los psicofármacos y un procedimiento
terapéutico que integre nuevas respuestas conductuales y comprensivas a los fenómenos que se
viven, de tal manera que, ante situaciones similares en el futuro, no se tengan las mismas
respuestas.

Otra enfermedad de gran prevalencia tiene relación con la demencia, que corresponde al
deterioro cognitivo y conductual debido a causas fisiológicas que interfieren en las actividades
cotidianas. Las personas que padecen demencia tienen poca capacidad para comprender las
abstracciones, carecen de ideas coherentes, repiten las mismas cosas en varias ocasiones y
piensan con mayor lentitud (Craig y Baucum, 2009).

Dado lo anterior, las personas que padecen demencia tienen dificultad para realizar actividades
cotidianas como asearse, cocinar o hacer actividades domésticas sencillas, lo que las hace
dependientes del cuidado de otros (Craig y Baucum, 2009).

La mayoría de las formas de demencia son irreversibles, pero con un oportuno diagnóstico y
tratamiento es posible recuperar alrededor del 10% de los casos. Alrededor de dos tercios de los
casos de demencia son causados por la enfermedad de Alzhéimer (Papalia et al., 2012).

El alzhéimer es un trastorno cerebral progresivo y degenerativo que produce pérdida de memoria


severa, confusión, desorientación respecto al tiempo y al espacio, cambios en personalidad,
cambios conductuales, dificultad para encontrar las palabras y alteración de la comunicación,
problemas para finalizar ideas o pensamientos y para seguir indicaciones y alteraciones en el
juicio, entre otros (Feldman, 2008).

IACC
17
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

La condición degenerativa de esta enfermedad provoca que su estado de avance llegue a un punto
que les imposible cuidar de sí mismos.

La causa de la enfermedad es desconocida y, aunque actualmente se trabaja en ello, se han


detectado posibles orígenes en daños neurológicos, deficiencias químicas, anormalidades
genéticas, virus tóxicos ambientales y problemas en el sistema inmune, pero no se ha logrado
determinar causalidades concretas. Específicamente las neuronas que controlan la memoria y el
pensamiento se deterioran, interrumpiendo la conexión entre sí. Se desarrollan en ellas algunos
cambios complejos y distintivos, formándose las llamadas placas seniles, lo que ocasiona
degeneraciones del tejido cerebral. La corteza cerebral, centro integrador y origen de las funciones
intelectuales, se atrofia y encoge, agrandándose los espacios en el centro del cerebro, lo que
reduce su superficie (Papalia, et al., 2012).

La sobrevida de las personas que padecen alzhéimer es variable y va de 2 a 20 años a partir de los
primeros síntomas, aunque dependerá del grado de avance que alcance. En estado terminal, se
presentan dificultades para tragar, caminar y hablar, así como incontinencia. Asimismo, las
personas permanecen postradas, por lo que su piel puede desarrollar heridas, asumen posición
fetal y las enfermedades broncopulmonares se hacen frecuentes (Papalia, et al., 2012).

Si bien existen investigaciones al respecto, ninguna estrategia ha demostrado constituir una línea
eficaz contra su aparición, aunque puede incidir en su retraso o grado de avance. Así se han
propuesto como elementos preventivos planes de alimentación saludable, ricos en antioxidantes y
cuidados en azúcares, como también entrenamientos permanentes en ejercicios de rapidez y
respuesta intelectual como, por ejemplo, realización de actividades aritméticas, puzles u otros
programas más detallados y específicos de estimulación, con atención a la percepción e
integración de información (Papalia, et al., 2012).

5. APROXIMACIÓN AL FENÓMENO DE LA MUERTE


La muerte es, sin duda un hecho biológico ineludible, pero su significación difiere de una cultura a
otra. Independientemente de las creencias, la muerte es una experiencia universal.

Generalmente, a quienes se encuentran cerca de este proceso final acontece un proceso de


declive terminal que corresponde a un deterioro acelerado de las habilidades cognitivas, en
específico como la memoria (Feldman, 2008).

La mayoría de las personas prefiere enfrentar su muerte en su propio hogar, rodeado de sus seres
queridos y con cuidados médicos domiciliarios, aunque esto puede ser complicado para las
familias, tanto médica como emocionalmente (Feldman, 2008).

IACC
18
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

Uno de los mecanismos más comunes que se activan en relación a la muerte, tanto la posibilidad
de la propia como de otros cercanos, corresponde a la negación. Este mecanismo no permite
hacerse cargo de las circunstancias reales y, por lo mismo, dificulta comprender los hechos y
reaccionar a tiempo manteniendo los cuidados necesarios y, por otro lado, afrontar de modo más
directo y natural este proceso de finalización de la vida (Craig y Baucum, 2009).

Posteriormente sobrevienen la ira e impotencia sumadas al cuestionamiento sobre por qué esto le
pasa a la persona, además de acompañarse, en ocasiones, de sentimientos de envidia de quienes
gozan de salud o no se encuentran en este trance (Papalia, Duskin y Martorelli, 2012).

Luego, generalmente acontece un proceso de negociación, que está marcado por una aceptación
parcial de la situación. De este modo, se presentan cognitivamente ideas de compensación o de
pensar en las cosas que sí se han logrado realizar durante la vida (Papalia, et al., 2012).

La depresión también es otra etapa normal como expresión de la pena profunda por el fin de la
vida, ya que implica dejar de estar con las personas que se aman y sentir además su propio dolor
frente a la propia partida.

Finalmente, la aceptación constituye una forma de resignación ante la inminencia del fin que
permite enfrentar con paz este proceso, pese a todas las emociones encontradas que esto
conlleva. La aceptación permite resolver las cosas pendientes, disfrutar todo momento con
quienes se ama y poder despedirse de los seres queridos para cerrar de manera íntegra los
vínculos que se han atesorado durante la vida.

IACC
19
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

COMENTARIO FINAL
Llegar a la vejez es una realidad para todas las personas. Asumir este proceso no es fácil en un
contexto social donde la vida productiva está sobrevalorada como la única vida válida y, por cierto,
deja un espacio muy pequeño para el desarrollo de otros roles.

La vida, como continuo, exige constantes adaptaciones en la forma de enfrentar las diversas
necesidades y obstáculos, ante lo cual las personas intentan mantener una identidad personal
íntegra que articule las conductas y las decisiones de manera coherente en el transcurso de las
diversas etapas.

El éxito de esta etapa está, como en las anteriores, no solo en una fortaleza personal, sino también
en una serie de apoyos y vínculos que hacen notar con claridad la centralidad de las relaciones
cercanas y espacios de apoyo social y contención familiar que ayudarán en los tránsitos más
difíciles que conforman procesos de deterioro naturales o producto de enfermedades tanto de
carácter físico como psicológico.

La vejez está acompañada de una serie de mitos, en los cuales la salud y el deterioro físico son una
constante. Pensar en el adulto mayor como absolutamente dependiente y postrado es una
inconsistencia que tiene más bien que ver con el temor que con la realidad. Es real que algunos
cambios físicos son propios de un deterioro o declive normal producido por el paso de los años,
pero no existe un índice invalidante que tenga que ver con el paso del tiempo. La salud del adulto
mayor depende más bien de su cuidado en las etapas anteriores.

De cualquier manera, la salud mental se puede deteriorar y, cuando los cuidados no han sido
resueltos ni adecuados, los trastornos se presentan. Conocer y apropiarse de un cuidado
informado es, entonces, un deber. Evaluar y estar atentos a los cambios que escapan a los
considerados propios del desgaste o del envejecimiento secundario, será también importante para
concentrar los cuidados adecuados y pertinentes que permitan prevenir cronicidad y situaciones
que lleven a un proceso de deterioro mayor.

IACC
20
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

REFERENCIAS
Craig, G. & Baucum, D. (2009). Desarrollo psicológico. 9.ª edición. México: Pearson Educación.

Feldman, R. (2007). Desarrollo psicológico. 4.ª edición. México: Pearson Educación.

Papalia D., Duskin, R. & Martorell, G. (2012). Desarrollo humano. 12.ª edición. México: McGraw-

Hill.

PARA REFERENCIAR ESTE DOCUMENTO, CONSIDERE:

IACC (2018). Adultez: juventud, adultez intermedia y adultez mayor III. Psicología de la

Niñez y la Adultez. Semana 8.

IACC
21
SEMANA 8 – PSICOLOGÍA DE LA NIÑEZ Y LA ADULTEZ

IACC
22

También podría gustarte