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Introducción
Este modelo plantea esencialmente que la atención e interpretación de eventos influyen
en nuestras emociones y comportamientos. De esta manera, la duración y frecuencia de
una emoción va a depender en gran medida de la atención e interpretación que
realicemos de diferentes estímulos. Asimismo, las acciones que llevemos a cabo van a
depender en gran medida de nuestros juicios cognitivos, y no sólo de los factores
contextuales involucrados.
Los procesos cognitivos son los responsables en la etiología y mantenimiento de
diversos trastornos psicológicos. De esta manera, algunos patrones cognitivos pueden
hacer que emociones normales y saludables como estar triste o sentir miedo se vuelvan
muy intensas y crónicas, afectando la calidad de vida de las personas, su funcionalidad y
sus relaciones sociales. Por ejemplo, tener miedo de cometer un error frente a otra
persona o sentirme triste en una situación de exclusión social, son emociones naturales
y saludables. Sin embargo, procesos cognitivos tales como catastrofizar (“seguro que si
me equivoco todos van a pensar que soy un idiota”), autoinculparse (“me dejan de lado
porque no soy deseable”), pueden hacer que esa emoción saludable adquiera una
intensidad y duración que afecte negativamente nuestro bienestar. Sumado a ello, los
estados emocionales intensos favorecen la aparición de pensamientos polarizados y
disfuncionales, generando un patrón de mantenimiento que puede derivar en un
trastorno emocional (para conocer con mayor detalle el proceso por el cual un estado
emocional favorece la aparición de procesos cognitivos disfuncionales ver Medrano,
Cognición: Cognición:
Emoción: aumento Emoción: aumento
pensamientos pensamientos
del miedo de la tristeza
catastróficos negativos
Por otra parte, los procesos cognitivos también pueden contribuir a que desarrollemos
patrones de comportamientos disfuncionales. Por ejemplo, es probable que al
catastrofizar una situación de examen (“seguro que el profesor me pregunta algo que
no sé y desapruebo el examen”), las personas tengan una conducta evasiva. El hecho de
evitar situaciones de examen de forma sistemática impide tener experiencias de éxito
que aumenten la confianza, lo cual provoca un refuerzo de las preocupaciones y
pensamientos catastróficos. Asimismo, puedo ocurrir que pensamientos negativos
sobre uno mismo (por ejemplo, “no sirvo para nada… soy un inútil”), generen un estado
de ánimo negativo que lleven a una reducción de la actividad. El hecho de no realizar
actividades reforzantes puede llevar a que se refuerzan las creencias de incapacidad y
poca valía personal. Nuevamente, se observa cómo se inicia un patrón de
mantenimiento de procesos disfuncionales que pueden deteriorar significativamente el
bienestar y la funcionalidad de las personas.
Como puede observarse, los procesos cognitivos tienen un rol central al momento de
explicar nuestras emociones y conductas frente a la ocurrencia de eventos (tanto
externos como internos). Tal como se expone en la figura 3, frente a la ocurrencia de un
evento (situación estresante, sensación corporal, un recuerdo, por ejemplo), los seres
humanos realizamos una interpretación cognitiva que genera una reacción emocional y
una acción conductual. A su vez, nuestras reacciones emocionales pueden favorecer la
aparición de ciertos pensamientos y nuestras acciones pueden llevar a reforzar ciertas
creencias generando patrones de mantenimiento que en algunos casos pueden ser
disfuncionales.
Conducta Cognición
Emoción
Para ilustrar este sistema imaginemos el caso de José, una persona que padece ataques
de pánico. Luego de subir una escalera, José se siente agitado y tiene un ritmo cardíaco
acelerado. Frente a este evento José comienza a pensar: “Que me está pasando! No
estoy respirando normalmente”. Este pensamiento genera una emoción de miedo y una
reacción fisiológica asociada que aumenta su ritmo cardíaco. El aumento en su ritmo
cardíaco lleva a reforzar el pensamiento catastrófico: “Me estoy sintiendo cada vez
peor! Me está por dar un infarto!”. En ese momento José comienza a pedir ayuda de
forma desesperada.
Cognición: «Qué
Conducta: pedir me esta
ayuda pasando?!ME está
dando un infarto!»
Emoción: miedo
y taquicardia
O imaginemos el caso de Carolina, una paciente con ansiedad social. Ella fue invitada a
una fiesta, pero cuando se acerca la hora de ir comienza a pensar: “No voy a saber que
decir… nadie va a querer conversar conmigo… soy muy aburrida”. Estos pensamientos
le generan tanta ansiedad que prefiere no ir a la fiesta. Estas conductas de evitación
refuerzan sus creencias de incapacidad social.
Emoción:
ansiedad
Pensamiento Emoción y
Evento
Automático Conducta
Todo esto ocurre de forma automática y autónoma. Esto significa que frente a algunos
eventos experimentaremos pensamientos, emociones y conductas incluso sin desearlo.
Por ejemplo, supongamos que debo rendir un examen para el que me preparé
adecuadamente. A pesar de que sé que estudié y que en el pasado he aprobado
muchas materias, al acercarse la fecha del examen no podemos evitar que se dispare el
pensamiento automático de “voy a desaprobar” y sentimos miedo (emoción) y ganas de
no ir al examen (conducta de evitación).
Aunque todas las personas tenemos pensamientos automáticos, se ha observado que
pacientes con trastornos mentales tales como ansiedad o depresión experimentan una
mayor prevalencia de pensamientos disfuncionales. Incluso se observa que el contenido
de estos pensamientos determina en gran medida el tipo de trastorno experimentado.
Por ejemplo, se ha observado que las personas que padecen trastornos de ansiedad
Esquemas
Cognitivos
Pensamiento
Evento Emoción y Conducta
Automático