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Resumen
En este trabajo presentamos las bases conceptuales de lo que se conoce como Teoría de Conflictos (en
adelante: TdC), bajo la necesidad de ponerlos en discusión con el campo del derecho penal. En
particular, buscamos establecer una relación analítica que lleve a reconocer los puntos de contacto de
ésta con la llamada Teoría del Caso (en adelante: TC), que resulta principalmente aplicable en los
esquemas de litigación.
A partir de las distinciones que presenta la TdC, si se toma al análisis estático como el primero que se
observa en las situaciones de conflicto penal, nos encontramos con el desafío de inicio que resulta, la
identificación de los actores y terceros en el mismo. Sucede que en el tratamiento del conflicto penal a
través de un proceso institucionalizado, es el Estado quien “confisca a la víctima” y afirma: “el
lesionado soy yo”, tal como lo destacaran Raúl Zaffaroni (2006) y Julio Maier (1996). La
configuración particular de la TC en el ámbito del D.Penal, produce cambio de actores, objetivos y
terceros que produce la inquisitiva intervención del Estado.
La propuesta de este trabajo centra el estudio en las relaciones comunes y diferenciadas entre los dos
marcos referenciales y didácticos centrales. Por un lado, aquella que toma como objeto al “conflicto en
general”, como una especie o clase de relación social en que hay objetivos de distintos miembros de la
relación que son incompatibles entre sí (Entelman, 2002). Por el otro, la herramienta de la teoría del
caso, que involucra un análisis que incluye los aspectos legales de un caso (teoría jurídica), así como
también los aspectos fácticos (teoría narrativa) y los aspectos probatorios.
En la conjunción de ambos planteos, seguiremos la idea general que en el análisis tanto estático como
dinámico que propone la TdC, se identifican y ponen en juego elementos de interés para la
construcción estratégica del caso, en el que se definen en las líneas generales de la litigación en materia
penal.
El presente, resulta una primera aproximación orientada a establecer una relación lógico-didáctica en el
desarrollo de contenidos que componen la formación de abogados y abogadas de la Facultad de
Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNLP.
Palabras Clave:
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1. Introducción; 2. La teoría del conflicto en el mundo jurídico; 2.1 Una perspectiva ontológica; 2.2
Una perspectiva teleológica; 3. Elementos de la teoría; 3.1. Análisis estático; 3.2 Análisis dinámico;
4. Desafíos de la teoría en el Derecho Penal; 5. Elementos generales de la teoría del caso; 5.1.
Elementos de la TC a la luz de la teoría del conflicto; 5.2. Convergencias y divergencias; 5.3.
Aportes para el desarrollo de estrategias; 6. Conclusiones.
1. INTRODUCCIÓN
Los estudios y reflexiones sobre el fenómeno relacional “conflicto”, han tenido un interesante
y particular desarrollo en los últimos años. Las discusiones que han permitido el análisis de la
Teoría de Conflictos de Remo Entelman (2002). Esto no quiere decir que en la enseñanza del
Derecho, las facultades se hayan desvinculado absolutamente del interés que el fenómeno
social “conflicto” tiene, sino que han construido sus perspectivas fundamentalmente desde los
aportes que derivan tanto de la sociología (con largos y copiosos estudios del conflicto social)
desde la ciencia política (abocada a su estudio, aunque especialmente a partir análisis del
poder como elemento clave de su configuración) o la filosofía1.
En el avance la formación jurídica como operadores de conflictos, así como las instituciones
jurídicas que se han transformado en los últimos 20 años en el proceso judicial en general,
damos cuenta de las articulaciones y explicaciones posibles que permiten visualizar la
1
En general, en tradicionales planes de estudio de abogacía, suelen ser consideradas como “complementarias”,
distinguiéndolas de aquellas que se centran en alguna de las ramas clásicas del derecho (Civil, Penal,
Administrativo, Comercial, etc).
2
En el sentido que podemos identificar en este trabajo, se puede reconocer en demostrar la culpabilidad y
demostrar la inocencia, aplicar una u otra pena, una u otra calificación delictiva, etc. en definitiva, la imposición
de una teoría del caso sobre la otra.
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aplicación de los elementos o conceptos operacionales de trabajo, con cierta proyección, al
menos didáctico-pedagógica, sin renunciar a considerar la posibilidad de profundizar estos
estudios en ámbitos más prácticos y de campo.
La unidad básica de análisis en este trabajo es “el conflicto” que, por la consideración jurídica
de los objetivos que ponen en juego los actores, es relevante en el derecho penal y
directamente vinculado al Derecho Procesal Penal. Es por ello que el conflicto aparecerá en
primer lugar como una abstracción intelectual en la que se reconoce una relación social en la
que hay objetivos de distintos miembros de la relación que son incompatibles entre sí
(Entelmen 2002, pág. 49). Seguidamente, al salir de la abstracción y llevarlo concretamente a
una situación específica identificable en la realidad, se reconoce esa relación, identificando los
miembros de la misma así como sus metas, las cuales son incompatibles entre sí.
Sin embargo, en razón a las dimensiones y objetivos del presente trabajo, en este aporte se
evitarán las ricas y actuales discusiones sobre la finalidad del proceso penal. Muchas veces las
preguntas acerca de su finalidad aparece marcada en las dicotomías: conocimiento/persuasión
y verdad/resolución del conflicto3. Por su parte, también reconocemos la incidencia de sus
postulados en los efectos de los análisis que se realizan en la interpretación de varios de los
elementos de la teoría de conflictos4.
Bajo este enfoque, parte del problema de conocimiento que nos proponemos abordar giran en
torno a preguntas tales como ¿cuáles son algunos de los puntos de contacto y divergencia entre
la Teoría de Conflicto de R. Entelman (TC), y la concepción general de la teoría del caso
(TdC) en materia penal? ¿qué comparaciones analíticas podemos identificar en los postulados
3
Como expresa Benavente Chorres, puede considerarse que frente a lo señalado, se puede afirmar que no son
excluyentes ni contrapuestos la averiguación de la verdad y la resolución de un conflicto de intereses, en la
medida que la misma no dependa de la simple persuasión –alejándonos así de toda razón pragmática– al
auditorio, sino en la armonización de los enunciados fácticos, material probatorio y decisiones basadas en la
aplicación del Derecho. Es decir, no la pura resolución del conflicto sino una respuesta justa al conflicto de
intereses que envuelve a los partes en un litigio; y el contenido de lo justo estaría conformado por la
validación de los enunciados fácticos a través de los medios de prueba, así como, de aquellos
pronunciamientos emitidos por el operador jurídico conforme a Derecho, siguiendo de esta manera a Taruffo
y a Gascón. (Benavente Chorres, H. (2011, pág. 24)
4
Un claro ejemplo de las incidencias de las preguntas que surgen de las dicotomías enunciadas puede
observarse en la interpretación de los recursos de poder que los actores ponen en juego, de acuerdo a la TC,
en relación a recursos tales como la persuasión, así como en la transformación de los objetivos de los actores
en un proceso, cuando los mismos apelan a resoluciones negociadas del proceso, entre otras.
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de ambas y de qué manera estos resultados pueden ser útiles a la hora de la elaboración de
estrategias de litigación así como de resolución de conflictos?
Así, nuestros objetivos en este trabajo son presentar las bases conceptuales de lo que se
conoce como TC, bajo la necesidad y aspiración de ponerlos en discusión con el campo del
derecho penal. En particular, buscamos establecer una relación analítica que lleve a reconocer
los puntos de contacto de ésta con la llamada TdC, que resulta principalmente aplicable en los
esquemas de litigación.
Hacia fines de los años 90 y principios de este siglo se presentaron en el mundo jurídico
desarrollos teóricos sobre la función del Derecho como mecanismo de solución o resolución
de conflictos5. En gran medida, varios de ellos nacieron desde los estudios sobre los medios de
resolución, en particular los llamados por cierta literatura como medios “alternativos”6. En
esencia presentaron fuertes cuestionamientos a las concepciones jurídicas clásicas de que la
solución judicial del juez, terminaba con el conflicto que los protagonistas le presentaban.
Por su parte, debe considerarse que el “conflicto” en tanto relación social, resulta una
circunstancia presente en cualquier actividad profesional abogadil. Sin embargo, es posible
pensar que dada la naturalización del mismo, no ha tenido una reflexión ontológica tan
5
No puede dejar de mencionarse también en este sentido, la abundante literatura crítica del orden sociojurídico
dominante en la sociedad, así como los valiosos y documentados aportes del pluralismo jurídico, las escuelas
críticas tanto europeas como latinoamericanas que cuestionan fuertemente la estructura de lógica hegemónica del
derecho y sus consecuencias en la realidad. Para profundizar en estos aspectos, puede recurrirse a autores como
B. de Sousa Santos, Rodriguez Garavito, Wolkmer, entre otros.
6
La apelación al carácter de “alternativo”, más allá de objetable desde el posicionamiento mismo de la función
de resolución de conflictos, no deja de marcar una perspectiva dominante en la función jurisdiccional, procesal y
adjudicativa de solución en cabeza del Poder Judicial. Se han propuesto denominaciones diferentes como
“complementarios”, “adecuados”, entre otros.
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profunda como otros conceptos jurídicos claves (VG. delito, pena, persona, propiedad privada,
entre otros)7. Es quizás en la enseñanza y el aprendizaje sobre el “litigio” -y su asociación
inmediata al derecho procesal y al juicio- el ámbito donde encontramos un tratamiento más
metódico y sistemático del conflicto en el sentido antes enunciado. Sin embargo, dicha óptica
resulta necesariamente reduccionista, en función del método de resolución. Si bien la
disciplina del derecho procesal se aboca al estudio del conflicto, lo hace entendiéndolo como
aquel que surge de pretensiones jurídicas antagónicas. Es decir, el conflicto surge cuando
existen conductas cuyos objetivos pueden ser reducidos a pretensiones jurídicas (derecho civil,
comercial, laboral, familia), o acusación y defensa (derecho penal), que a partir de su
configuración a través de la norma jurídica, se configuran el litigio.
En este orden de ideas, desde la perspectiva del derecho procesal, conflicto y litigio se
identifican. Entendemos que el estudio del conflicto como fenómeno social y jurídico -sobre
todo como objeto de análisis de la academia-, es de radical importancia para el desempeño de
las funciones de futuros operadores jurídicos. Estos y estas, serán gestores y constructores de
soluciones de los diversos problemas sociales que amenazan la paz y organización social8.
7
Esto no quiere decir que en la enseñanza del Derecho, las facultades se hayan desvinculado absolutamente
del interés que el fenómeno social “conflicto” tiene, sino que han construido sus perspectivas
fundamentalmente en los aportes que derivan tanto de la sociología, -con largos y copiosos estudios del
conflicto social-, de la ciencia política, que también se aboca al estudio del conflicto, particularmente a partir
análisis del poder como elemento clave de su configuración, o en la filosofía, como se indicará en la nota
siguiente.
8
Varias han sido las disciplinas que se han abordado al análisis y tratamientos de los conflictos. En psicología
el estudio y análisis de los conflictos intra-personales y relacionales constituye base de la formación. Por su
parte, uno de los máximos referentes de la psicología social, S. Moscovici (1984) explica que ésta es la
ciencia del conflicto entre el individuo y la sociedad. También se podría pensar en la economía, como una
ciencia que se ocupa de resolver el conflicto de la distribución de bienes escasos en un contexto determinado.
En un sentido general y abstracto, los aportes de la filosofía y particularmente de la filosofía jurídica han
planteado la problemática del conflicto presente entre “el ser” y el “deber ser”, en la relación de los hechos
con la norma desde la perspectiva Kelseniana. Por su parte, no podemos dejar de considerar que el mismo
Carlos Cossio, al definir al derecho como “las conductas en interferencia intersubjetiva”, nos está enunciando
la importancia de las conductas de los agentes, los actos de fuerza que supone el derecho y la situación de
las normas jurídicas que conceptualizan la conducta en interferencia intersubjetiva. Si bien las llamadas
ramas del derecho, particularmente los dos grandes paradigmas que fundamentan tanto al derecho privado
como al derecho público, incorporan una idea de conflicto, estas se centran en definirlo para sus propios
objetos de estudio, a partir de las instituciones que estructuran tales saberes. La mayor parte de los casos, el
conflicto sufre un necesario reduccionismo para poder ser interpretado y tratado por el derecho procesal,
dejando una idea de la complejidad del fenómeno a la simplificación del litigio, llegando muchas veces a ser
considerado en el imaginario social sólo en esos términos.
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Fue Remo Entelman quizás uno de los pocos estudiosos contemporáneos del conflicto que,
desde el Derecho, realizó un estudio sistematizado, metodológicamente ordenado y claro del
fenómeno, con una perspectiva esencialmente jurídica. Su obra “Teoría de Conflictos. Hacia
un nuevo paradigma”, cuya primera edición fue publicada en el año 2002, marcó para el
mundo jurídico argentino, un punto de inflexión en la observación de los conflictos desde la
perspectiva ontológica que propone9.
“no se ocupa de ninguna especie concreta de conflicto. No es una Teoría del conflicto
internacional, ni del racial, religioso, familiar, jurídico o social, en el amplio sentido de esta
última expresión. Es una teoría del conflicto a secas, que trata sobre el conflicto en general, y
que, lejos de ocuparse de ninguna de esas especies, trata sobre lo que es esencial a todas
ellas, porque el objeto de sus descripciones es el género conflicto...” (2005, pág. 24).
Para construir las categorías de análisis, Entelman ha entendido que el conflicto es una clase
de relación social en los términos de Weber, que se da cuando los individuos realizan
conductas recíprocas entre sí, y estas conductas resultan conflictivas (o de competencia) para
ellos o para alguno de ellos. Ahora bien, lo que hace conflictiva la conducta de un individuo
para otro, no son las normas jurídicas. Sino el hecho de ser antagónica con la del otro miembro
de la relación social. Entonces bajo estas consideraciones, Entelman sostiene que en una
sociedad los individuos establecen relaciones sociales, algunas de ellas son conflictivas por el
hecho de que resultan incompatibles para el otro miembro de la relación social. Con lo cual,
el conflicto es para este autor una clase o tipo de relación social en la cual los actores tienen o
creen tener objetivos incompatibles entre sí. De esta manera, al observar el fenómeno
9
Los continuadores de sus estudios, como Rubén Calcaterra (“El Sistema Conflicto”, 2016), desde el
Seminario Permanente de Teoría del Conflicto en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos
Aires han avanzado en esta línea de trabajo, poniendo en revisión los aportes del maestro Entelman y
muchas veces señalando nuevos avances y conclusiones. También en otras facultades de Derecho y Ciencias
Jurídicas han tomado sus aportes, conformando materias que trabajan aspectos de esta perspectiva, con
perfiles particulares: en la UNC existe la materia “Teoría del Conflicto y de la Decisión”, en la UNS la
materia es “Teoría del Conflicto y Métodos de Resolución”, en la UNLP “Teoría del Conflicto”.
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conflictual desde este lugar, poniendo la mirada en la relación y no en la norma, rompe con la
idea de que el conflicto se reduce a la idea de litigio, y abre a la consideración de otras formas
de tratamiento de los conflictos además del proceso judicial.
A su vez, Entelman recurre a esta matriz de estudio, la cual, a partir del análisis estático del
conflicto y sobre la dinámica del mismo, resulta un instrumento sumamente didáctico e
interpretativo de este fenómeno de todas las sociedades. Como se explicará más adelante, en
su teoría ofrece dos análisis simultáneos de un mismo conflicto, conforme el proceso de
evolución del mismo. En este sentido, el autor se refiere al análisis estático del conflicto, como
aquel que permite observar los elementos que integran el conflicto a analizar. Para ello, se
recurre a la idea de “tomar una fotografía” del conflicto, para representar esta idea de lo
estático y que nos permite ubicar algunos elementos del fenómeno, tales como los actores, los
objetivos que cada uno plantean, la conciencia de estos en la situación objetiva y sus
subjetivas respecto del conflicto. Asimismo, este análisis también permite integrar el estudio
del poder como, así como los terceros y las tríadas que pueden establecerse en la relación.
Seguidamente, propone un análisis dinámico del mismo fenómeno el cual permite verlo como
un proceso, con una vida, un ciclo que incluye diferentes niveles conforme el tiempo en el
cual transcurre. Bajo este análisis incorpora el estudio de la intensidad (escalada, desescalada,
etc.), dimensiones y variables.
Otra de las bases teóricas bajo las cuales se sustenta la teoría, principalmente desarrollada por
R. Calcaterra, es la apelación a las teorías de sistemas para describir y explicar el fenómeno10.
10
Al respecto puede consultarse Calcaterra (2008) “El Modelo de Análisis y Gestión Estratégica de Conflictos.
Del objeto conflicto al sistema conflicto” (Rev. Electrónica de Teoría y Práctica de la Elaboración de Normas
Jurídicas, Año IV – Número VI (2008), así como “El sistema Conflicto: Análisis y Gestión Estratégicas de
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Considerando al conflicto como un sistema abierto y complejo, presenta las consecuencias de
estas concepciones en relación a la comunicación con el entorno o contexto, las causalidades
lineales y no lineales, la cibernética, entre otras.
Se parte del conflicto como un fenómeno que resulta natural y propio de toda organización
social, de todo grupo o institución, sobre los cuales se pueden identificar ciertos patrones
comunes y matrices de análisis. En consecuencia, en las reflexiones analíticas e
investigaciones que realizan los operadores sobre los conflictos, están bien presentes la
finalidad de reconocer, entender e interpretar los elementos de la disputa y el contexto en el
que los actores conflictuales despliegan sus acciones.
Conflictos. Hacia un nuevo Paradigma en la Administración de Justicia”, Ed. Ibañez (2016), Bogotá,
Colombia.
11
La aplicación bajo criterios de fractalidad de la teoría de Entelman es una las perspectivas que se está
utilizando en algunos de los estudios sobre el tema en la cátedra de Teoría del Conflicto en la UNLP.
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Se analizan también las consecuencias y efectos que emergen de la relación conflictual. En
esta línea, la mirada deja de ser completamente objetiva y se involucra en el mismo análisis, la
perspectiva del operador de encontrar posibilidades de acción sobre el conflicto o su entorno.
El objetivo de esta óptica es que directa o indirectamente, se disminuya la violencia, gestione
u oriente hacia una solución en su caso. Que sea menos neutral, bajo ningún punto de vista
quiere decir que el análisis pueda ser parcial. Por el contrario, la objetividad en este caso está
dada por la imparcialidad o equidistancia que la aplicación de la teoría debe guardar en
relación a las partes conflictuantes.
Visto desde una perspectiva eminentemente teleológica, el Derecho Penal es una rama o
disciplina jurídica encargada de la interpretación de leyes penales, que tiene por finalidad
otorgar un marco decisorio a los operadores jurídicos (proyecto de jurisprudencia) para
contener y reducir el poder punitivo, para así impulsar el Estado constitucional de Derecho e
impedir el avance de las contra-pulsiones del Estado de Policía (Zaffaroni, Alagia, Slokar,
2006).
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Nación (art. 75 inc. 12 CN) de un programa político de prohibiciones -criminalización
primaria-. Es decir, ¿qué consideramos delito y bajo qué supuestos? También, está presente en
la segunda decisión: la prevención de la generación de conflictos con relevancia penal. Es
decir ¿cómo prevenimos la comisión de delitos? O mejor dicho, frente a situaciones de
conflicto, ¿cómo evitamos que adquieran relevancia penal? Y en tercer lugar, la noción de
conflicto como presupuesto se encuentra presente en un tercer momento: la determinación de
la existencia de un delito y la respuesta estatal que debe adoptarse.
La TC es necesaria entonces para el entendimiento de esta base óntica que sirve como límite a
la determinación de la existencia de un delito, pero fundamentalmente, para su prevención. La
perspectiva ontológica del conflicto permite vislumbrar las relaciones y las lógicas de
cualquier conflicto, para así actuar antes de que sea tarde: intervenir en el conflicto previo a
que adquiera la relevancia penal que abre al ejercicio punitivo del Estado. Esto no sólo tiene
sentido desde la lógica constitucional de un derecho penal de ultima ratio, sino que también
tiene un fin práctico: evitar un innecesario dispendio de actividad coercitiva y jurisdiccional.
La perspectiva de la TC permite así penetrar la lógica binaria tradicional del Derecho Penal
(delito-no delito, castigo-no castigo) y adentrarse en la naturaleza y esencia de los conflictos
penales, que no es otra que las de relaciones sociales de objetivos incompatibles. Abrir esta vía
es animarse a las resoluciones horizontales de conflictos penales, tradicionalmente reservados
al ejercicio vertical y estatal del ius puniendi.
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3. ELEMENTOS DE LA TEORÍA DE CONFLICTOS (TC)
Como fuera mencionado, el primero de los elementos que se analizan desde una perspectiva
estática son los actores: se trata de los seres humanos involucrados en la relación social,
titulares de los objetivos que resultan incompatibles. Enseña Entelman que las relaciones
sociales conflictivas tienden a la bipolaridad, es decir, se inclinan a separar sólo dos bandos o
campos conflictuales enfrentados. Sin embargo, consideramos necesario señalar la
inconveniencia que presenta para el operador del conflicto, el circunscribirse a una de los dos
opciones que genera la bipolaridad, evitando así la consideración de terceras vías. Además, se
aporta una esencial y rudimentaria clasificación de los actores, que permite una primera
aproximación a su entendimiento: individuales y colectivos; siendo este último de crucial
estudio la cuestión del liderazgo.
12
Desde la pedagogía, el ejemplo de la película es de una implacable claridad. Sin embargo, la vastísima cantidad
de información que modernamente se tiene acerca de las nuevas tecnologías, permiten afirmar que,
matemáticamente, lo digital es siempre discreto, nunca continuo. Si aplicamos una minuciosa consideración
(dejando de lado el valor pedagógico, está claro), tal vez el ejemplo de la película sea cada vez menos feliz para
hablar de las propiedades y principios de las perspectivas analíticas de la TC.
13
Se trata de una cuestión eminentemente matemática. El desarrollo de la interacción social es continuo en el
tiempo. Naturalmente, las unidades en las que el tiempo se mide son números reales, por lo cual estos pueden ser
divididos con tendencia al infinito. Es decir, se podría realizar un análisis estático correspondiente a cada hora,
cada minuto, cada segundo, cada milésima de segundo, cada millonésima de segundo, y así sucesivamente. Esto
es así porque para cada análisis estático corresponde sólo uno de los infinitos puntos de un continuo (en este caso,
el período de tiempo que dura el conflicto).
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En relación a los objetivos de los actores, bajo el esquema de la TC, en un sentido amplio, son
objetos materiales o espirituales, a los que cada actor les agrega un valor. Son objetos
culturales, con un sustrato y un sentido axiológico. Recurriendo a la distinción de Rickert
sobre objetos naturales y culturales, distingue a los objetivos de los actores como concretos,
simbólicos y trascendentes14. Los objetivos constituyen aquellas metas a alcanzar por los
actores, que además de ser en principio incompatibles entre sí, son puntos en función de los
cuales se ponen en juego los recursos de poder para obtenerlos.
Otro de los elementos del análisis estático de la TC lo constituye la conciencia del conflicto
por parte de los actores. Se indica como el producto de un acto intelectual en el que un actor
admite encontrarse con respecto a otro actor en una relación en que ambos tienen o creen tener
objetivos incompatibles. Se hace también una distinción entre conflicto objetivo y subjetivo,
entendiendo al primero como aquel en el que objetivamente hay un enfrentamiento debido a la
propia estructura de la relación (Ej. fiscal y defensor), en tanto que el segundo apunta al
reconocimiento de los actores de encontrarse en dicha relación antagónica. Entelman,
Calcaterra y otros hacen una adecuada distinción entre conciencia y percepción del conflicto.
Uno de los aspectos que en el ámbito de la investigación penal se presenta es la asincronía en
la conciencia de los objetivos de aquella conciencia sobre el o los actores que se enfrentan a la
posición del Estado.
El elemento de lo que la TC denomina poder de los actores para alcanzar sus objetivos, tiene
diferentes aristas. Advirtiendo el carácter polisémico del concepto, se identifica como el
conjunto de recursos de cualquier índole de que dispone cada actor, o cree disponer, para
procurar su objetivo (Entelman, 2002). En función de esto, se considera el carácter relativo del
concepto, enmarcado en la propia relación conflictual y mencionan las diferentes fuentes del
poder de los actores, así como también los efectos que su utilización tiene para el propio actor
y para el adversario en acercar o alejarlos de sus objetivos. Para el análisis se pone en juego la
14
De acuerdo a la clasificación que propone el autor, los objetivos pueden clasificarse en concretos, simbólicos o
trascendentes. En los primeros, es el objeto, en su sentido “material” y/o su “funcionalidad” lo que está puesto en
juego. Su satisfacción se logra con su concreción misma. Los objetivos “simbólicos” se reconocen cuando se
observa que aquello que manifiesta o plantea el actor que busca obtener, es sólo una representación
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situación del cálculo del poder (relación costo/beneficio), así como medición y aquella
relatividad referida15.
El análisis sobre los terceros también constituye uno de los aspectos más ricos y nutridos de la
TC. En función de autores como Simmel, Freund y los propios planteos de Entelman se
realizan distinciones en función del carácter y su participación en el conflicto16. Uno de los
aspectos más interesantes que se plantean es la idea de magnetismo conflictual, referido como
una fuerza de atracción ejercida por el centro de cada campo del conflicto, que atrae a los
terceros hasta una zona que bordea los límites del sistema social en conflicto. En esta misma
línea, siguiendo a Freund utiliza la expresión “implotar” para referirse a un tercero que se
aproxima demasiado a uno de los bandos del conflicto y termina por caer en él.
Finalmente el análisis estático se completa con un modo particular de observar las relaciones
sociales en torno al conflicto: las tríadas. Siguiendo a Theodore Caplow (1974), indica que
una tríada es un sistema social formado por tres miembros relacionados entre sí en una
situación persistente. A partir de este modo de observación, a partir de Caplow presenta un
conjunto de ocho posibles coaliciones que se pueden desarrollar en un esquema triádico17, a
partir de los equilibrios y desequilibrios de poder que poseen sus miembros.
La otra cara fundamental del estudio sobre el conflicto lo constituye el análisis dinámico. Este
análisis indica que se interpreta el objeto de investigación “conflicto” como un proceso, en el
cual se produce la interacción de los actores vinculados en el tiempo18. Esta interacción
implica, por un lado, una relación de causalidad (a veces lineal y otras no lineal), en los que
las conductas conflictuales de uno de los actores genera una reacción o respuesta por parte del
otro actor. Claramente en estas conductas conflictuales se ponen en juego recursos de poder
para alcanzar los objetivos. A medida que estas se generan, incrementando los recursos de
15
El análisis de este elemento requiere una profundidad mucho mayor que la que se puede realizar en estas
páginas, no obstante lo cual consideramos necesario mencionarlo y dar algunas de sus aristas principales.
16
Siguiendo a Simmel, habla de tercero imparcial, ventajista y “divide para gobernar”; de Freund utiliza las
categorías de terceros que participan en el conflicto (los aliados, protectores y beneficiarios) y terceros que
intervienen en la resolución sin participar en la contienda (disuasor, persuasor y moderador)
17
Estas coaliciones son clasificadas en revolucionarias, conservadoras e impropias.
18
Esto también se explica desde la interpretación como sistema, en el cual existe un input - proceso - output.
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poder, aumenta la variable de intensidad del conflicto. La TC indica que su ponderación se
mide a partir de la percepción de estas conductas por parte del otro actor, en relación a lo más
cercano o lejano que los coloquen de alcanzar sus propios objetivos.
Dentro de esta observación se incluyen las consideraciones sobre las llamadas variables que
prevalecen en el conflicto: acuerdo versus desacuerdo19; actos positivos versus actos
negativos20; amistosidad versus hostilidad21. Las ideas de esta distinción las ubica en el
antecedente en el triángulo conflictivo de Galtung (1971) que coloca en los vértices de su
figura la situación incompatible, las actitudes como tensión y hostilidad y la conducta
conflictual (Entelman 2002).
Es importante remarcar que siguiendo la TC, es posible realidad tantos análisis estáticos como
creamos convenientes a lo largo del proceso penal. Cada corte, pausa o fotografía, nos podrá
dar resultados diferentes en los recursos de poder, terceros, tríadas y coaliciones, así como
algunas variaciones en los objetivos de los actores.
“existe un supuesto básico elemental para poder aproximarse a la tarea de elaborar una teoría del
caso, el cual es el conocimiento acabado y en detalle que debe poseer el litigante del caso
particular, tanto desde la perspectiva fáctica, como también de la normativa sustantiva y adjetiva
aplicable. Además, la jurisprudencia y posiciones dogmáticas aplicables al caso”.
19
En este plano habrán de darse los intercambios que posibiliten las soluciones negociadas por los actores o a
través de la participación de terceros.
20
Los actos positivos facilitan el alcance de las metas del otro actor en tanto que los negativos lo dificultan.
21
Dada en el plano de lo afectivo. Debe destacarse que el movimiento en una de las variables, genera una
inducción directa en el movimiento de las demás
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La TdC comprende, en el marco de la litigación penal, una versión sobre qué pasó, cómo se
prueba lo que se dice pasó y cómo encuadra en la normativa lo que se prueba que pasó.
Señalan Baytelman y Duce (2004) que esta metodología de trabajo es la idea básica y
subyacente de toda presentación en juicio. En definitiva, se trata de la posición de la acusación
y de la defensa, la pretensión en el marco del proceso.
La postura clásica en relación a la TdC señala que los elementos estructurales son tres: (a) lo
fáctico (los hechos que dan cuenta del caso a plantear); (b) lo jurídico (el derecho aplicable:
normativa legal, jurisprudencia y dogmática); (c) lo probatorio (los elementos que acreditan
aquellas posturas fácticas y legales).
Es evidente cómo conocer la onticidad del conflicto que es sometido bajo el molde del
proceso, ayuda y permite desarrollar una TdC que posea no sólo un fin práctico y beneficioso
para quien la propone y sostiene, sino también para la generación de opciones de solución
alternativas en el proceso penal.
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Durante la etapa de juicio, existe una definición más exacta de los elementos del conflicto.
Esto implicará que cada actor (fiscal de juicio y defensa), establezca su propia TdC,
estableciendo estrategias de litigación en orden a ellas. El objetivo en cada uno de los actores,
estará puesto en lograr la convicción del juez (o jurado), sobre la TdC que se imponga en la
sentencia.
Como sabemos, la TdC se sostiene por medio de tres elementos básicos: el fáctico (o
narrativo), en el que la identificación de los hechos relevantes o conducentes que deben ser
reconstruidos durante el debate oral, a través de las pruebas. No obstante, en la etapa de
investigación constituyen objetivos de los actores. Los hechos contienen la acción o
circunstancias de tiempo, modo o lugar, los instrumentos utilizados, y el resultado de la acción
o acciones realizadas. Se puede contar con múltiples proposiciones fácticas para cada uno de
los elementos legales, o solo con una.
El probatorio que sustenta lo fáctico; permite establecer cuáles son las pruebas convenientes
que soporten la conducta punible y de responsabilidad del acusado, o la ausencia o falla de
estos requisitos en el caso de la defensa. En esta línea, cada uno de los elementos probatorios,
constituirán seguramente recursos de poder de cada uno de los actores para la TC.
La relación entre los elementos de la TdC es de continuidad: primero se encuentran los hechos
(teoría fáctica), tienen relevancia penal. Esos hechos son encuadrados dentro de las normas
penales que los actores que planifican su TdC creen que resultan aplicables (teoría jurídica), y
posteriormente se contrastan tales hechos con la prueba (teoría probatoria). De esta manera, la
teoría jurídica mejor estructurada y más coherente no será eficiente si no tiene una buena base
fáctica que la sostenga o si no tiene una fundamentación probatoria que la haga creíble,
orientada a los propios objetivos.
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Básicamente podemos identificar una construcción estratégica de litigación en base a los
siguientes puntos:
A los efectos didácticos y expositivos del planteo que aquí se realiza, se presenta una primera
versión de un cuadro comparativo entre ambas teorías, de modo tal que se puedan reconocer
puntos de convergencia y divergencia entre ellas.
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contenido con que acceden a nuestro Desde la fiscalía, en la etapa de
intelecto” los datos de la realidad investigación o instructoria, no
externa; la conciencia “menciona el necesariamente hay un conocimiento
producto de un acto intelectual en el de quien es el otro actor. Si tiene
que un actor admite encontrarse con conciencia del conflicto y reconoce
respecto a otro actor en una relación sus metas, pero no necesariamente
en que ambos tienen o creen tener reconoce al otro actor. De hecho, parte
objetivos incompatibles”. de sus objetivos es identificarlo,
– La falta de conciencia, por parte de hacerlo parte de su teoría jurídica,
alguno o de todos los actores, narrativa y probatoria. Se puede
dificulta la gestión del conflicto. considerar la faz de “conflicto
(Calcaterra, 2013) objetivo” que presenta Entelman.
Por parte del otro actor (infractor de la
ley penal), es natural y necesario que
tenga conciencia (comprenda la
criminalidad del acto), y lógicamente
identifique al adversario22.
En la etapa de acusación y defensa, la
faz objetiva y subjetiva tienden a
igualarse, y el requerimiento de
elevación a juicio, alegatos de
apertura, etc. dan plena conciencia y
percepción del conflicto.
Poder El poder en la teoría tiene diferentes Los recursos de poder se centran en
aristas. Ello marca diferentes fuentes, fortalecer la faz probatoria del caso
así como efectos. que quieren presentar como
Se pone en juego la situación del “verdadero”, o que mejor convenza, o
cálculo del poder (relación genere una duda razonable, etc. en la
costo/beneficio), así como medición y decisión.
relatividad.
Terceros Hay de diverso tipo y depende del Quien primeramente aparecería como
marco teórico que en la propia teoría tercero es la autoridad decisoria (juez,
desarrolla, para considerar su jurado).
participación. Al analizar la faz probatoria, los
terceros lo podrían constituir también
los testigos, peritos, etc.
Triadas Una característica principal de las Siguiendo los estudios de Caplow
triadas sería que se descomponen o (1974), las triadas tendrían propensión
degradan con el paso del tiempo, a transformarse en coaliciones de dos
transformando “la fuerza en debilidad actores contra uno, lo que establece
y la debilidad en fuerza” (Caplow, las condiciones mínimas para explicar
1974: 15). Las coaliciones pueden ser: procesos de cambio dinámico en las
revolucionarias, cuando subvierten la correlaciones que se pueden dar en el
posición dominante de A y trastocan proceso de múltiples sujetos (fiscal,
la jerarquía interna entre los actores; particular damnificado, víctima,
conservadoras, cuando mantienen la defensor. imputado, juez, peritos,
posición dominante de A (pero testigos).
además A resulta fortalecida) y
mantienen intacta la jerarquía interna
22
Por los límites de este trabajo, no abordamos la situación del conflicto que implica a la víctima.
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entre los actores;e impropias, cuando
mantienen inalterada la posición
dominante de A y trastocan la
jerarquía interna entre los actores.
5. CONCLUSIONES
6. BIBLIOGRAFÍA
- Baytelman, Andrés; Duce, Mauricio, “Litigación Penal Juicio Oral y Prueba”, Santiago:
Ediciones Universidad Diego Portales, (2005)
- Barmat, N. “Toma de decisiones racionales en el tratamiento de los conflictos”. Ed. Advocatus. Córdoba
(2010)
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- Calcaterra (2008) “El Modelo de Análisis y Gestión Estratégica de Conflictos. Del objeto conflicto al sistema
conflicto” (Rev. Electrónica de Teoría y Práctica de la Elaboración de Normas Jurídicas, Año IV Número VI
(2008).
- Calcaterra (2016) “El sistema Conflicto: Análisis y Gestión Estratégicas de Conflictos. Hacia un nuevo
Paradigma en la Administración de Justicia”, Ed. Ibañez (2016), Bogotá, Colombia.
- Caplow, T. “Dos Contra Uno. Teoría de Coaliciones en las Triadas”. Ed. Alianza. Madrid (1974)
- Entelman, R. “Teoría de Conflictos. Hacia un nuevo Paradigma”. Ed. Gedisa. (2002)
- Lezcano, J.M. y Forastieri, M. J. “Perspectivas sobre el Conflicto”. Material de Cátedra. FCJyS - UNLP
- Moreno Holman, Leonardo, “Teoría del Caso”. Colección Litigación y enjuiciamiento penal adversarial
Director Dr. Alberto Binder. Ediciones Didot.
- Zaffaroni, E. “Manual de derecho penal. Parte general” Buenos Aires, Ediar (2006).”
- Zaffaroni, Eugenio Raúl; Alagia, Alejandro, y Slokar, Alejandro (2002): “Derecho penal. Parte
general” Buenos Aires, Ed. Ediar (2002)
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