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Breve apunte expositivo en diez puntos de los principales momentos del

pensamiento criminológico

Rodolfo Piccioni

Preevaluativo Nº 21 – Cát. I – Derecho Penal I – FCJyS, UNLP

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1. Por quién doblan las campanas. Cuando hablamos de criminología, estamos


hablando de discursos sobre la cuestión criminal. La criminología es un discurso de
discursos, un campo multidisciplinario que se encarga de estudiar el ser de la cuestión
criminal: la onticidad de la pena, el castigo, el delito, el delincuente, etc. Pero en este campo
no sólo confluyen los aportes de los estudiosos (la palabra de la Academia), sino que también
lo hace aquello que dicen los medios masivos de comunicación (la palabra de los Medios) y la
única realidad de la cuestión criminal: los muertos (la palabra de los Muertos).-

2. Derecho Penal y Criminología. Como ya vimos, el Derecho Penal es una ciencia o


disciplina que se encarga fundamentalmente de la interpretación de leyes penales, con una
teleología definida: la contención y limitación del poder punitivo (ZAFFARONI). En este
sentido, es la criminología la que sirve al Derecho Penal de los datos mundanos o del ser,
para que este último no sea una construcción vacua encerrado en un deber ser ilusorio.
Durante ocho siglos, el Derecho Penal y la criminología a veces irán de la mano y a veces se
encontrarán peleados; en un punto, ambas disciplinas giran en torno a la cuestión criminal,
sí, pero lo hacen e hicieron siempre desde ópticas diferentes. Lo cierto es que un discurso
penal que obvie los datos del mundo proporcionados por la criminología, está condenado a
pecar de abstracto y a no tener un asidero en la realidad de todos los días en la que se aplica.-

3. La Edad Media no ha terminado: Selva Selvaggia. La criminología es ante todo, según


ZAFFARONI, un campo de lucha por la hegemonía discursiva. A diferencia de otras
disciplinas, el conocimiento en el campo criminológico no se renueva y los discursos no se
suceden unos a otros en razón de evolución lógica, sino que los discursos simplemente se
acumulan y van ganando o perdiendo la hegemonía. Claro, el discurso inquisitivo o el
discurso positivista no permanece incólume en la actualidad, sino que adquiere una nueva
apariencia, una nueva fachada (un nuevo follaje). En el siglo XXI, las brujas usan gorra y
zapatillas deportivas.-

4. El origen: el discurso de la Inquisición. El poder punitivo no ha existido siempre.


Durante mucho tiempo, los hombres y las mujeres han sabido gestionar los conflictos (los
que ahora llamamos de relevancia penal) de otras formas: duelos, batallas, reparaciones,
etc.; y el poder punitivo ha surgido y desaparecido en forma intermitente y esporádica
(podemos señalar como ejemplo a la civilización romana en su etapa de Imperio). Lo cierto
es que, a partir de los siglos XII y XIII, la Inquisición instala permanente e irreversiblemente
el ejercicio del poder punitivo, vinculado particularmente a una forma especial de conocer,
saber y entender el mundo. Es saber para poder (BACON); es la búsqueda de la verdad a costa
de cualquier medio. La Inquisición se va a caracterizar por ser una institución de control
social total, centralizadora de todas las funciones sociales (persecución, juzgamiento,
policías, etc.).
Es hacia el siglo XV, cuando dos inquisidores (SPRENGER y KRAMER) elaboran un discurso
legitimante de estas prácticas y sintetizan lo hecho por la Inquisición en una obra
profundísima: el Malleus Maleficarum. En esta obra fundacional de la criminología, se realiza
una etiología del mal (explicación de sus causas), una descripción de sus “síntomas”,
manifestaciones, maneras para combatirlo y procedimiento. Evidentemente, este modelo
punitivo es totalmente funcional a un nuevo Estado-Nación absolutista.-

5. El discurso de la Ilustración: la Escuela Clásica. Es hacia el siglo XVII cuando va


ocurriendo un cambio que Michel FOUCAULT conceptualiza como el cambio de un Estado
administrador de la muerte (que hace morir o deja vivir) a un Estado administrador de la
vida (que hace vivir o deja morir). Es decir, los Estados se empiezan a preocupar por todos
los aspectos de la vida de los súbditos: demografía, salubridad, trabajo, etc. Es esta última,
claramente, una tarea infinitamente más difícil que la decisión vertical de hacer morir o
dejar vivir característica del período inquisitivo. Los siglos XVII y XVIII son, por excelencia,
los años de florecimiento de nuevos sectores sociales: el sector bancario, los mercaderes, los
comerciantes (la burguesía) y del surgimiento de la razón como límite al poder del Antiguo
Régimen. Es el Siglo de las Luces o la Ilustración: se empieza a construir el concepto de
dignidad humana.
En este contexto en el que se empezaban a ver las ideas fundamentales de la Independencia
Norteamericana y la Revolución Francesa, Cesare BECCARIA (1764) escribe -a los 26 años-
la obra fundacional del Derecho Penal liberal y mojón de la criminología de la Escuela
Clásica: “De los delitos y las penas” (Dei delitti e delle penne). Podemos mencionar también,
entre otros, al ideólogo británico del panóptico, Jeremy BENTHAM y su “Principios de la
moral y la legislación” (Introduction to the principles of moral and legislation) y a Francesco
CARRARA (il maestro di Pisa). Los lineamientos basales de esta escuela son que: (1) el fin de
las penas es proteger el orden social evitando la realización de infracciones; (2) la necesidad
de prevenir delitos fundamenta el derecho de castigar del soberano; (3) la pena es eficaz para
evitar la comisión de delitos porque el placer y el dolor son los motores de la acción humana;
(4) las penas deben estar dotadas de cierta y determinada severidad, es decir, que el mal
representado por la pena no exceda el mínimo necesario para evitar los delitos. Todo exceso
en esta lógica es una penal cruel por excesiva. El castigo debe ser el mínimo necesario para
contrarrestar las ganancias del delito.-

6. El discurso de la criminología positivista. Hacia el siglo XIX, se da un claro e


importante desarrollo de las ciencias naturales. En 1859 se escribe tal vez una de las obras
más importantes de la historia del conocimiento humano: “El Origen de las Especies” (On
the Origin of the Species) de Charles DARWIN. Se da -por primera vez- una explicación
satisfactoria de un fenómeno que había interpelado a la humanidad durante siglos, a través
de un método científico basado en la observación empírica y experimentación. El
positivismo como postura filosófica, está estrechamente ligado a la búsqueda metódica
sustentada en lo experimental, rechazando nociones religiosas, morales, apriorísticas o
conceptos abstractos, universales o absolutos. Lo que no fuese demostrable materialmente,
por vía de experimentación reproducible, no podía ser científico. El positivismo se expandió
entonces exitosamente, como un pensamiento progresista, revolucionario, capaz de sacar
al mundo del atraso y del oscurantismo religioso o supersticioso de los siglos precedentes.
El hombre y la ciencia serían artífices de todas las explicaciones y los descubrimientos,
capaces de superar todas las enfermedades, los obstáculos sociales y hasta la propia
naturaleza.
También hizo eco, evidentemente, en el Derecho Penal y en la Criminología como oposición
y crítica a la Escuela Clásica, pero lo haría un poco más tardíamente, hacia fines del siglo XIX
y los primeros años del XX. Las corrientes criminológicas positivistas (positivismo
criminológico o criminología positivista), entre cuyos mayores exponentes podemos
mencionar a Cesare LOMBROSO (L’uomo delinquente) o Enrico FERRI, consideran que
existen algunas características biológicas transmisibles por herencia genética, que
predisponen a la delincuencia y que resultan tan relevantes como los factores ambientales
para explicar la actividad delictiva. Se trata de aplicar los métodos de las ciencias naturales
para explicar la delincuencia; pero su originalidad radica en defender la revolucionaria idea
de que la delincuencia está determinada biológicamente. Predomina en el pensamiento de
estos autores una versión más punitiva del positivismo criminológico, que versa sobre la
incorregibilidad de los delincuentes con esta anormalidad biológica que los sitúa en un
estado anterior de evolución. Son, en este sentido, razones biopsicológicas previas tanto a la
reacción social como al Derecho Penal.
El Derecho Penal al que asiste este discurso criminológico es, evidentemente, un Derecho
Penal de autor, peligrosista, biologicista y racista; no es entonces, extraño, pensar en cómo
este discurso ha servido de base y pie teórico para discursos penales totalitarios de principios
del siglo XX.-

7. Criminología norteamericana (a): Escuela de Chicago. En el siglo XX, esta escuela


estadounidense de entreguerras, cuyos principales expositores son Robert PARK, Ernest
BURGESS, Clifford SHAW y Henry MCKAY, investiga las consecuencias sociales y la
influencia que tienen el medio y el contexto en la delincuencia. La idea central es que en
ciertas áreas de la ciudad caracterizadas por la pobreza y la heterogeneidad cultural
(condiciones ecológicas), es más difícil que la sociedad consiga la realización de sus valores.
Es decir, que el fenómeno de la delincuencia puede explicarse a través de la distribución de
organización en las ciudades. Esta escuela ha tenido una influencia importante en otras
teorías posteriores que han seguido investigando cómo los factores de desorganización
social se vinculan con la delincuencia y propuestas de política criminal basados en la
intervención de barrios para evitar la desorganización.-

8. Criminología norteamericana (b): Teoría de la Anomia. La teoría mertoniana de la


anomia se engloba dentro de la llamada criminología sociológica. Su objetivo es explicar el
delito a partir de determinadas características de la sociedad que promueven su existencia.
En el artículo más citado de la historia de la criminología (Anomie and social structure),
Robert MERTON estudia las circunstancias que debilitan la eficacia de las normas como guía
de la acción individual. “Anomia” (ausencia de normas) se utiliza para explicar que, en
sociedades anómicas, junto a la presión que las personas reciben para obedecer las normas,
también existen presiones en sentido contrario que explican las tasas elevadas de
delincuencia. Es decir, por ejemplo, una sociedad que atribuye una importancia excesiva al
éxito económico genera una presión anómica (especialmente sobre los peor ubicados en la
estructura social) para que esos fines se consigan aún con medios ilícitos.
Se trata de una teoría dominante en la criminología norteamericana hasta los sesenta, que
tuvo una gran influencia en las administraciones de Kennedy y Johnson, que dirigieron
políticas criminales destinadas a luchar la criminalidad mediante la mejora de
oportunidades de jóvenes en barrios marginados.-

9. Criminología norteamericana (c): Labeling Approach. La teoría del etiquetamiento o


Labeling Approach surge en Estados Unidos a mediados de los sesenta y sus principales
expositores son LEMERT, BECKER, ERIKSON y SCHUR. Pero, ¿qué pasaba en esta época en
el contexto norteamericano? Es la etapa final del baby boom, proliferan las manifestaciones
críticas a la intervención norteamericana en Vietnam y a los sistemas de segregación racial
y se produce el asesinato de John Kennedy. Empiezan a surgir nuevos movimientos
feministas reclamando la igualdad de oportunidades, el cese de la discriminación, el
reconocimiento del derecho al aborto, etc. Florece el flower power y el hippismo, un nuevo
estilo de vida no consumista, liberal y hedonista (al cual se reacciona criminalizando). En
este nuevo contexto, el discurso que venía siendo más tradicional entra en crisis: el nuevo
delincuente no se parece en nada a la imagen de delincuente con la que la criminología se
había manejado hasta el momento.
Hasta ese entonces, la criminología había estudiado las causas de la delincuencia (etiología
del crimen); sin embargo, los teóricos del labeling approach defienden la importancia de
estudiar el proceso de definición por el cual la sociedad atribuye a una conducta el carácter
de desviada y reacciona frente a ella. Su aporte más original y trascendental estriba en
considerar que no existen comportamientos intrínsecamente desviados, sino que es la
sociedad la cual atribuye ese carácter según cómo se reacciona frente a él (reacción social).
De acuerdo a esta idea, los teóricos del etiquetamiento también estudian cuáles son los
efectos que tiene para la persona el hecho de que se la etiquete de desviada; es decir, si la
etiqueta genera que asuma una nueva identidad y si esta nueva identidad facilita la
continuación de sus actos desviados.-

10. Criminología crítica. La corriente criminológica de la criminología crítica se


desarrolla fundamentalmente en los setenta. En Estados Unidos, se empieza a hablar ya
corrientemente racismo, guerra y imperialismo. Es una época caracterizada por la etapa
final de la guerra de Vietnam, las marchas por los derechos civiles y los derechos de la mujer.
Su represión y criminalización marca un punto de crisis de legitimidad del sistema; y surgen
dirigentes encarcelados que protestan por los derechos de los privados de la libertad,
dirigentes afroamericanos (Mandela seguía preso), y la línea entre delito y derecho se va
difuminando (crime is politics).
Esta corriente de base marxista se va a caracterizar por (a) el escepticismo respecto de las
teorías que pretenden explicar la delincuencia a partir de defectos personales o defectos de
socialización; (b) el convencimiento de que el sistema penal funciona defectuosamente y de
manera estructuralmente injusta; (c) el rechazo de que el Derecho Penal represente
consenso social y (d) la sospecha respecto de las estadísticas penales oficiales. La
criminología crítica tiende a caracterizarse por estudiar el delito en un contexto histórico,
social y económico; y esto lleva a hablar de lo que se llama proceso de criminalización, es decir,
el cómo, por qué y cuándo determinados comportamientos devienen delitos. También, es
una premisa de la criminología critica que ciertos tipos penales respondan u obedezcan a
una cosmovisión de algunos sectores de la sociedad. Esta corriente se caracteriza, al igual
que el labeling approach, por girar su atención al funcionamiento del sistema penal y a la
interrelación de sus agencias para entender así el funcionamiento del delito; y por el
descreimiento de que las formas más criminalizadas (delito común) sean las
manifestaciones más graves (estas son los “delitos de cuello blanco”). La criminología crítica
a servido al desarrollo de la corriente del penalismo conocida como garantismo, con Luigi
FERRAJOLI en Italia.
Con la perspectiva de la criminología critica, la criminalidad no es ya una cualidad
ontológica de determinados comportamientos y de determinados individuos, sino que se
revela como un estatus asignado a determinados individuos por medio de una doble
selección: (1) la selección de bienes protegidos penalmente y de los comportamientos
ofensivos a estos bienes considerados en las figuras legales; y (2) la selección de los
individuos estigmatizados entre todos los individuos que comenten infracciones a normas
penalmente sancionadas. La criminalidad es un “bien negativo” distribuido desigualmente
según la jerarquía de intereses fijada en el sistema socioeconómico y según la desigualdad
social entre los individuos (BARATTA).-

Han sido expuestos en estos diez puntos, algunos discursos criminológicos que alcanzaron
hegemonía discursiva, que resultan curiosos o interesantes o que pueden servir para el
mejor entendimiento del panorama actual de lo que se dice de la cuestión criminal.-

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