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De las normas a las obligaciones

Javier Miranda (1)

Sumario: I. Presentación y justificación. II. Derecho (objetivo). III. Nor-


ma jurídica. III.1. ¿Qué hacen las normas? III.2. ¿De qué están hechas las
normas? III.3. ¿Cómo se hace una norma jurídica? IV. Situación jurídica
obligación V. Situaciones jurídicas correlativas. Relación obligatoria. VI.
Conclusiones. Bibliografía.

RESUMEN: El presente trabajo pretende mostrar un posible


modelo teórico y su posible potencia explicativa. Se propone la
construcción del concepto de obligación a partir de la noción de
norma jurídica. El objetivo es dar una definición teórica y formal
de obligación. Se intenta realizar dicha construcción de manera
contextualizada con diversos conceptos atinentes a la obligación: la
norma jurídica; la situación jurídica; el derecho objetivo y el dere-
cho subjetivo. Se destaca la dimensión política del Derecho como
herramienta de tecnología social producto de decisiones ético-
políticas adoptadas a través del poder en la sociedad. También se
destaca la incidencia que el análisis del lenguaje y la investigación
en materia de lógica deóntica y su posible desarrollo teórico tienen
en la construcción del concepto de obligación. Se toman como mar-
co teórico los desarrollos de la corriente analítica del Derecho y, en
especial, la teoría del Derecho desarrollada por Lugi Ferrajoli. Las
normas jurídicas califican deónticamente los comportamientos
humanos; es decir, disponen que un comportamiento es faculta-
tivo o está prohibido o es obligatorio. Se propone la importancia
de considerar el proceso de creación de las normas jurídicas me-
diante la identificación y distinción de: norma de competencia;
autoridad normativa; acto normativo; disposición normativa y
norma jurídica, esta última como el contenido de significado de la
disposición normativa obtenida mediante la interpretación. Este
análisis permite explicar el carácter nomodinámico del Derecho,

(1) Profesor Adjunto (grado 3) de Derecho Privado II y III, Facultad de Derecho,


Universidad de la República.
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entre otros. A partir de la definición de “la situación jurídica” como


la posición de un sujeto respecto de una norma jurídica, se define a
“la obligación” como una situación jurídica creada por una norma
jurídica que califica la conducta del sujeto destinatario como obli-
gatoria su comisión u omisión. Ello implica la creación simultánea
y lógicamente necesaria de situaciones jurídicas correlativas entre
obligaciones y expectativas (positivas y negativas).
PALABRAS CLAVE: Sistema jurídico – Norma jurídica – Situaciones
jurídicas – Derecho objetivo – Derecho subjetivo – Obligación.

I. Presentación y justificación
La literatura civilista sobre el concepto de obligación es prácticamente
inconmensurable. Un texto estudiantil clásico uruguayo inauguraba sus
lecciones señalando: “Definiciones de obligaciones hay muchas. En realidad,
casi diríamos que hay tantas definiciones cuantos autores o Códigos se han
ocupado del punto.” (2) ¿Entonces, por qué embarcarse en una propuesta
más?
Tengo la sensación que la mayoría de las nociones y descripciones
que de obligación se realizan en los textos habitualmente manejados por
nuestra doctrina, cuando no olvidan toda referencia a la norma jurídica,
al derecho objetivo, por lo menos no le asignan un papel central en la ca-
racterización del concepto.
Probablemente ello se deba a ciertas preconcepciones, muy arraigadas
en nuestra escuela civilista, que ve en el Derecho Privado fundamentalmen-
te cuestiones que tienen que ver con las relaciones entre los particulares,
ajenas casi por completo a toda participación del Estado y de lo público.
De esta forma, la dimensión política del Derecho, como herramienta de
tecnología social producto de decisiones ético-políticas adoptadas a través
del poder en la sociedad, son habitualmente soslayadas.
Por otra parte, la construcción del concepto de obligación –junto a otras
nociones regularmente utilizadas por la doctrina privatista- suele prescindir
de los ricos desarrollos y debates que, en especial desde mediados del siglo
XX, se vienen dando en los estudios de Teoría del Derecho, particularmente
los de la Escuela Analítica. No sólo en el terreno del análisis del lenguaje
y de las definiciones y redefiniciones sino, también, con el aporte de la
investigación en materia de lógica deóntica y su posible desarrollo teórico.

(2) PEIRANO FACIO, Jorge, Curso de obligaciones, Oficina de Apuntes del Centro
de Estudiantes de Derecho, Montevideo, 1954, p. 1.
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Ello es una lástima por dos razones. Una es, desde luego, la pérdida de ri-
queza que este debate aporta para la comprensión del fenómeno jurídico.
Por otro lado, debe tenerse presente que el de obligación es un concepto
que trasciende la estrecha órbita del Derecho Civil y responde a uno de
aquellos “conceptos jurídicos fundamentales”. Por lo tanto, entiendo que
es una actitud recomendable, acudir a la reflexión teórica general, para
luego, en su caso, ajustar las particularidades que uno de esos conceptos
fundamentales eventualmente pueda tener en un campo disciplinar es-
pecífico como el del Derecho Privado.
El presente estudio procura introducir algunos de estos elementos y
reflexiones en el debate de la academia civilista uruguaya. Tomando como
marco teórico los desarrollos de la corriente analítica del Derecho y, en
especial, la teoría del Derecho desarrollada por Lugi Ferrajoli (3), se cons-
truye el concepto de obligación a partir de la noción de norma jurídica. El
objetivo es dar una definición teórica y formal de obligación. Su carácter
teórico responde a que no refiere a ningún ordenamiento jurídico concreto,
a los contenidos de éstos. Al par, la definición y los corolarios que ha partir
de ella se puedan inferir, en tanto que formal, prescinde de los concretos
intereses que justifican los contenidos sustanciales que incorporan los
distintos ordenamientos positivos (4).
Tengo la esperanza –y también la convicción- que por ese camino es
posible postular una definición de obligación que se integra en un modelo
explicativo sencillo, consistente, riguroso y con gran capacidad explicativa
del fenómeno jurídico (5). Y tengo también la esperanza –y el deseo- que a
futuro pueda, junto a otros, seguir desarrollando este modelo explicativo,
abarcando sucesivamente, en forma coherente, las distintas áreas que
componen el derecho de las obligaciones.
II. Derecho (objetivo)
“‘Derecho’ indica típicamente un conjunto de normas sancionado
e institucionalizado” (6). Es ésta una definición de Derecho que resulta
aceptable, por lo menos operativamente.

(3) Recogida hoy en esa formidable obra que es Pincipia iuris: FERRAJOLI, Luigi,
Principia iuris, tomo I, Editorial Trotta, Madrid, 2011.
(4) FERRAJOLI, Luigi, Los fundamentos de los derechos fundamentales, Editorial
Trotta, Madrid, 2001, pp. 19-21.
(5) Son éstas, en mi opinión, notas básicas para valorar una teoría, un modelo
explicativo. No está en juego su verdad o falsedad, sino la capacidad explicativa de
su objeto.
(6) BARBERIS, Mauro, Introducción al estudio del Derecho, Palestra Editores, Lima,
2015, p. 95.
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Sea cuál sea la definición de Derecho que se adopte o prefiera, parece


plausible, intuitivamente, que todas reconozcan que éste es, por lo menos,
un conjunto de normas. Es más: habitualmente se le identificará como sis-
tema, esto es, un conjunto ordenado de normas, de acuerdo a algún criterio.
La definición propuesta es una definición por género y diferencia (7).
Dentro del género, de la clase, “conjunto de normas”, dos notas adicionales
identifican al Derecho. Primero, que el conjunto de esas normas (no cada
norma individualmente, sino su agrupación) se encuentra sancionado.
Esto significa que por lo menos una norma del sistema prevé una reac-
ción desfavorable para el agente que desobedezca lo preceptuado por lo
menos por una de las normas del conjunto. La segunda nota, adicional
a la anterior, identifica al conjunto normativo “Derecho” por su carácter
institucionalizado. Ello quiere decir que las normas son producto de actos
realizados por agentes –que más adelante identificaré como autoridades
normativas- mediante un procedimiento preestablecido. Tanto la designa-
ción del agente como la determinación del procedimiento son regulados,
establecidos, a su vez, por normas.
No pretendo, en esta instancia, detenerme en los rasgos diferenciales.
En su momento, el carácter institucionalizado del Derecho será utilizado
para aclarar el propio concepto de norma, así como para dar cuenta del
proceso de creación normativa. Por el momento, lo que me interesa es el
género, la norma.
Este conjunto de normas que es el Derecho tiene por finalidad regular
la convivencia en una determinada comunidad. Para eso inventamos el
Derecho: para hacer posible la vida en común. Básicamente, aunque no
exclusivamente, para determinar de antemano –antes de su efectivo acaeci-
miento- qué comportamientos serán aceptados por la comunidad y cuáles
no. De esta forma, el Derecho es pura tecnología social, una herramienta
de creación humana para la convivencia.

(7) Esta clase de definición es un tipo de definición intensional. La definición


intensional es aquella que indica las características definitorias, el criterio de uso de
la palabra cuyo significado se establece con la definición. En ésta, luego de referir las
características que explican la pertenencia a una clase (género), se identifican algunas
características que son propias de la palabra definida que la aíslan y particularizan (di-
ferencia) dentro de aquella clase general. Véase GUIBOURG, Ricardo A. - GHIGLIANI,
Alejandro M. - GUARINONI, Ricardo V., Introducción al conocimiento científico, 3ra.
edición, Eudeba, Buenos Aires, 2004, pp. 57-60.
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III. Norma jurídica


III.1. ¿Qué hacen las normas?
Esta regulación de los comportamientos en sociedad se realiza a través
de normas (8). Las normas que regulan comportamientos, las normas de
conducta, disponen que los comportamientos, o bien están permitidos
(P), o bien son obligatorios (O), o bien son prohibidos (Ph).
De un comportamiento se puede calificar tanto su comisión como su
omisión. Así se dirá que del comportamiento x está permitida su comisión
(Px, que se lee “permitido x” o “x está permitido” o “permitida la comisión
de x” o “la comisión de x está permitida”) o bien su omisión (P x, “permitida
la omisión de x” o “la omisión de x está permitida”). El mismo desarrollo se
podrá hacer con respecto a los comportamientos obligatorios y prohibidos.
Los términos P, O y Ph, que califican comportamientos, se denominan
operadores deónticos o modos deónticos (9). Estos operadores califican
comportamientos humanos, no denotan nada, son meros instrumentos
lingüísticos. Por ello se dice que los operadores deónticos no tienen re-
ferente semántico, no se refieren a cosas, acontecimientos o propiedades
observables de éstas. Es por esta razón que estos operadores no pueden
ser definidos acudiendo a términos fácticos, no deónticos. La definición
de un operador deóntico se realiza mediante otro operador deóntico.
Los operadores deónticos son (exclusivamente) interdefinibles. Así, por
ejemplo, en principio, “obligatorio x” (Ox) se define como “no permitida
la omisión de x” (“¬P x”, donde la conectiva “¬” significa la negación del
modo). Desde luego, por este camino, no hay otra alternativa que tomar
uno de los operadores como término primitivo, esto es, como término no
definido y, a partir de su noción intuitiva, en función de su uso, definir los
otros operadores (10). No existe prioridad lógica entre los distintos opera-
dores deónticos, por lo cual cualquiera de ellos puede ser escogido como
término primitivo (11).

(8) Resulta prácticamente pleonástico hablar de “normas que regulan”. Regular


supone dirigir el comportamiento a través de reglas. Y las normas son –sin entrar en
precisiones, por ahora- reglas.
(9) ECHAVE, Delia Teresa - URQUIJO, María Eugenia - GUIBOURG, Ricardo A.,
Lógica, proposición y norma, 6ta. edición, Editorial Astrea, Buenos Aires, 2002, pp.
107-111.
(10) GUASTINI, Riccardo, La sintaxis del derecho, Marcial Pons, Madrid, 2016,
p. 65. VON WRIGHT, George H., “Deontic Logic”, Mind, New Series, Vol. 60, No. 237
(Jan., 1951), § 3, p. 3.
(11) Sin embargo, creo que la elección de uno u otro modo como primitivo revela
la concepción general del Derecho y su función como herramienta social. Para quienes
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Así, tomando como término primitivo el permiso, podemos construir las


siguientes definiciones, las cuales son todas reconocibles intuitivamente:
1. Que un comportamiento está prohibido significa que no está permi-
tida su comisión y está permitida su omisión.
Phx = ¬Px . P x
2. Que un comportamiento es obligatorio significa que no está permitida
su omisión y está permitida su comisión.
Ox = ¬P x . Px
3. Ahora bien, que un comportamiento esté permitido puede significar
tanto que esté permitida su comisión (Px) como su omisión (P x) o am-
bas cosas simultáneamente (Px . P x); en este último caso se dice que el
comportamiento es facultativo (F).
Fx = Px . P x (12)
En síntesis, las normas califican deónticamente los comportamientos
humanos; esto es, disponen que dado un comportamiento, éste o es fa-
cultativo, o está prohibido, o es obligatorio, en el marco de un sistema de
regulación.
De esta forma, las normas pretenden orientar los comportamientos
humanos en la sociedad, generando emociones y actitudes respecto de
estos comportamientos así calificados. En efecto, la calificación de las con-
ductas, realizada por las autoridades sociales, habilita la valoración de las
conductas de los miembros de la comunidad. Inicialmente, esa valoración
la realiza inmediatamente el sujeto destinatario de la norma. Por distintas
razones –y principalmente por adhesión más o menos inconsciente al orden
social en el que vivimos, sedimentada en base a procesos de educación
(¿domesticación?) social- los integrantes de una comunidad ajustamos

“a la Kelsen” ven en el Derecho una función básicamente sancionatoria, parece natural


que el término primitivo sea el de obligación. Para otros –entre los que me cuento- la
razón que justifica el Estado y, en consecuencia, el Derecho, es la realización de los
derechos fundamentales de las personas; por lo tanto, escogeremos como término
primitivo la permisión.
(12) En relación a estos operadores y, en consecuencia, a los comportamientos por
ellos calificados, se pueden establecer relaciones lógicas de contradicción, implicación,
incompatibilidad y disyunción, que se expresan en un cuadrado de oposición deóntico
–véase ECHAVE - URQUIJO - GUIBOURG (n 9), p. 127- o en un hexágono deóntico –v.
FERRAJOLI (n 3), p. 121-. Estas relaciones y su expresión gráfica son de suma utilidad
para identificar antinomias en los ordenamientos jurídicos.
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espontáneamente nuestro comportamiento a las prohibiciones, obliga-


ciones o permisiones dispuestas por esas normas. Asimismo, otros sujetos
también valoran, por iguales razones, nuestro comportamiento a la luz de
esas normas. En su caso, aprobarán o reprobarán nuestra actuación en
función de aquellas. De esta forma, también influyen sobre nuestra forma
de actuar en sociedad, por una cierta “presión social”. Simultáneamente,
ese juicio arraiga en el juzgador la norma como parámetro de lo bueno
y lo malo en sociedad, incorporándose como parámetro de su propia
conducta. Este proceso se refuerza, adicionalmente, por los mecanismos
institucionalizados de sanción en caso de desobediencia de obligaciones y
prohibiciones. Este esbozo del funcionamiento de las normas como orien-
tadoras de los comportamientos –que en absoluto pretende ser exhaustivo-
se ve reforzado por una suerte de ideología social, un conjunto de valores
y principios compartidos socialmente, un universo simbólico. También
hay que decirlo, hay que asumirlo: sin adhesión emocional y actitudinal,
el sistema de reglas y su institucionalidad no funcionaría.
III.2. ¿De qué están hechas las normas?
Una norma es una expresión lingüística, está hecha de palabras. Es -en
una primera aproximación y sin perjuicio de lo que se dirá más adelante-
un enunciado, esto es, una expresión lingüística construida de acuerdo a
las reglas sintácticas de una lengua, con un significado. Es una expresión
lingüística que se presenta en una forma gramaticalmente completa (13),
una oración significativa (14). Típicamente, ese enunciado significativo
tiene por función orientar -mediante las calificaciones descriptas ante-
riormente- los comportamientos humanos.
De aquí podemos extraer distintos elementos de análisis, relevantes a
los efectos de construir una noción de norma. Tal análisis debiera recoger
las tres dimensiones de la semiosis, entendida como proceso en el que algo
funciona como signo (15), es decir, como un algo que tiene un significado

(13) TARELLO, Giovanni, Diritto, enunciati, usi. Studi di teoria e metateoria del
diritto, Il Mulino, Bologna, 1974, pp. 143-144.
(14) BULYGIN, Eugenio, “Dogmática jurídica y sistematización del Derecho”, en
ALCHOURRON, Carlos E. - BULYGIN, Eugenio, Análisis lógico y Derecho. Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1991, p. 468.
(15) MORRIS, Charles, Fundamentos de la teoría de los signos, Paidós, Buenos Aires,
1985, p. 27. Precisa MORRIS en esta obra fundacional: “Pueden estudiarse las relaciones
de los signos con los objetos a los que son aplicables. Esta relación recibirá el nombre de
dimensión semántica de la semiosis (…); el estudio de esta dimensión se denominará
semántica. Pero el objeto de estudio también puede ser la relación de los signos con los
intérpretes. En ese caso, la relación resultante se denominará dimensión pragmática
de la semiosis (…); el estudio de esta dimensión recibirá el nombre de pragmática. Nos
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que incide de alguna manera en su intérprete. Un primer elemento material


–por designarlo de alguna forma (16)- es el conjunto de signos, ordenados
de acuerdo a reglas de construcción de la lengua en que se formula el enun-
ciado. Ésta refiere a la dimensión sintáctica de la norma. En segundo lugar,
un significado, esto es, el contenido del enunciado, a lo que éste refiere,
significa, qué sentido tiene. Es ésta la dimensión semántica de la norma.
Finalmente, de regla, aquello a lo que llamamos norma tiene por función
influir sobre el comportamiento humano, orientándolo, mediante la cali-
ficación deóntica antes vista. Ésta es la dimensión pragmática de la norma.
III.3. ¿Cómo se hace una norma jurídica?
A los efectos de aproximarnos al concepto ya no de norma en general,
sino al de norma jurídica, en este punto me interesa detenerme no ya sobre
el enunciado y su significado y fin, sino sobre el origen del enunciado. Se
asigna el nombre de norma jurídica a enunciados provenientes de ciertas
autoridades, esto es de autores calificados. Desde luego, todo enunciado es
el producto, el resultado (objetivado) de un acto: el acto de enunciación(17).
Este acto es proferido, realizado, por un autor (actor). Pero el autor del acto
de enunciación de un enunciado jurídico es una autoridad, es decir, un
sujeto de derecho al cual el ordenamiento jurídico le confiere la investidura
y el poder de crear enunciados jurídicos mediante actos.
Siguiendo un modelo explicativo fermental (18), llamaré autoridad
normativa al sujeto al cual el ordenamiento jurídico inviste del poder de
crear, mediante actos (jurídicos), enunciados jurídicos. Designaré con el
nombre de acto normativo, al acto de enunciación creador del enunciado.
Finalmente, denominaré al producto de ese acto, a la “materia” resultante,
al enunciado, disposición normativa.
Resulta conveniente, todavía, realizar un par de precisiones adicionales.
La autoridad normativa es un sujeto, un centro de imputación (de si-
tuaciones jurídicas). Luego, existe una norma jurídica que designa a esta
persona (por ello, persona jurídica) como sujeto idóneo para crear, me-

queda todavía una importante relación de los signos que no hemos considerado: la rela-
ción formal de los signos entre sí. (…) Esta tercera dimensión se denominará dimensión
sintáctica de la semiosis (…) y su estudio recibirá el nombre de sintaxis” (pp. 31-32).
(16) Esta manera de designarlo responde al hecho que el enunciado, la formulación
lingüística, es constatable empíricamente.
(17) TARELLO (n. 13), pp. 144-146.
(18) GUASTINI, Riccardo, Teoria e dogmatica delle fonti. Trattato di Diritto Civile
e Commerciale, giá diretto da ANTONIO CICU e FRANCESCO MESSINEO, continuato
da LUIGI MENGONI, I, t. 1, Giuffré, Milano, 1998, § 40, p. 69.
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diante actos jurídicos, disposiciones normativas. Esta norma, no solamente


designa esa persona, sino que, además y simultáneamente, le confiere el
poder de crear disposiciones normativas a través de actos. Y algo más: esta
norma establece la forma y los límites del ejercicio válido de ese poder
creador de disposiciones normativas. El ejercicio de aquel poder fuera de
la forma y límites establecidos tendrá como consecuencia la no validez
jurídica del enunciado creado. Llamaré a esa norma atributiva del poder
normativo, norma de competencia (19).
En resumen, la norma de competencia dice quién-puede-cómo crear
una norma. Ésta designa la autoridad normativa, le confiere el poder (nor-
mativo) y fija la forma y límites de contenido del ejercicio válido de ese
poder, es decir, los límites formales y sustanciales del acto normativo válido.
A partir de este modelo explicativo se comprende el carácter institu-
cional asignado al conjunto normativo identificado como Derecho en la
definición que inaugura este estudio. La institucionalidad está definida por
normas que designan autoridades y establecen formas y contenidos para
el ejercicio de poderes a través de actos y sus efectos. (20)

(19) Véase MORESO, José Juan – VILAJOSANA, Josep María, Introducción a la


teoría del derecho, Marcial Pons, Madrid, 2004, pp. 81-86.
(20) Una institución se define como un conjunto de normas y de fuentes; conjunto
delimitado por una regla de reconocimiento, creado por un acto institutivo. Véase
FERRAJOLI (n. 3), § 8.13, pp. 439-440.
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Se habrá notado que en el discurso precedente al identificar el pro-


ducto del acto normativo, inicialmente se habló de “norma” y luego de
“disposición normativa”.
Un modelo explicativo bastante extendido en teoría del Derecho
distingue estas dos entidades con diversa designación (21). El enunciado
normativo, el resultado objetivado del acto normativo, recibe el nombre
de disposición normativa o texto normativo. Ese enunciado es el resultado
de la actuación de la autoridad normativa; por ello se le identifica como
el lenguaje de las fuentes (normativas). Ahora bien, ese texto es el objeto
de interpretación de sus destinatarios. La norma es, en esta propuesta, el
resultado de la interpretación de ese texto normativo, su significado. De
esta forma puede explicarse, entre otras cosas, que una misma disposición
normativa exprese (signifique) más de una norma, así como que una norma
sea el resultado de la interpretación de más de una disposición normativa.
Hasta aquí hemos identificado dos tipos de normas que integran aquel
conjunto normativo al que al inicio identificamos como Derecho: a) las
normas de conducta, que son significados de enunciados que califican los
comportamientos humanos como facultativos, prohibidos u obligatorios –
en breve: califican deónticamente los comportamientos-; b) las normas de
competencia, que son significados de enunciados que invisten autoridades
a las que confieren poderes de creación de normas jurídicas a través de
actos jurídicos reglados en su forma y límites de contenido para el ejercicio
válido de aquel poder normativo (22) .
IV. Situación jurídica obligación
¿Qué hacen las normas de conducta? Califican deónticamente los com-
portamientos humanos. Es decir, orientan la conducta de sus destinatarios,
calificándola en términos de facultativa u obligatoria o prohibida. Cabe

(21) Véase por todos, GUASTINI, Riccardo, Das fontes as normas, Quartier Latin,
São Paulo, 2005, pp. 23-43.
(22) Los ordenamientos jurídicos contemporáneos correspondientes a las de-
mocracias constitucionales incluyen otros tipos de normas. Son particularmente
relevantes, entre otras, las normas constitutivas, esto es, las normas que atribuyen
estatus; no ya que califican deónticamente comportamientos, sino que son modos
de calificación óntica, de una forma de ser, tanto de sujetos como de cosas. En esta
especie se encontrarán las normas que establecen que un ser humano es una perso-
na jurídica, o que esa persona es mayor de edad, soltera, ciudadana, etc., así como
aquellas que definen bienes, bienes del dominio público, etc. V. FERRAJOLI (n. 3), §
4.6, pp. 225-226, y § 8.2, pp. 401-402. Para un estudio exhaustivo de la tipología de las
normas, v. ATIENZA, Manuel - RUIZ MANERO, Juan, Las piezas del Derecho. Teoría
de los enunciados jurídicos, 2da. edición, Ariel, Barcelona, 2004.
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decir, entonces, que la norma coloca, ubica, al sujeto de esa conducta,


destinatario de la prescripción, en una de esas situaciones (deónticas).
Así, el sujeto estará facultado, obligado o impedido de realizar u omitir la
conducta prescrita por la norma (23). Visto desde esta perspectiva, la del
sujeto destinatario –ya no desde la norma que califica su conducta- cabe
representar esta relación sujeto-norma bajo la metáfora de la situación: la
norma jurídica sitúa al sujeto. Situación jurídica es la posición de un sujeto
respecto a una norma jurídica (24).
De esta forma, en principio, la norma jurídica, el Derecho objetivo,
coloca al sujeto destinatario en la situación jurídica subjetiva de obligado,
o de impedido (prohibido) o de facultado.
Entonces, cabe definir “obligación”, como la situación jurídica, creada
por una norma jurídica que califica la conducta del sujeto destinatario de
aquella, como obligatoria. Y, de acuerdo a lo dicho más arriba, la califica-
ción deóntica “obligatorio” significa que no está permitida la omisión de
esa conducta y que está permitida su comisión (Ox = ¬P x . Px).
En igual sentido, cabe definir “prohibición”, como la situación jurídica,
creada por una norma jurídica que califica la conducta del sujeto destina-
tario de aquella, como prohibida. Y, de acuerdo a lo dicho más arriba, la
calificación deóntica “prohibido” significa que no está permitida la comi-
sión de esa conducta y que está permitida su omisión (Phx = ¬Px . P x).
Ahora bien, como también fuera dicho, los modos deónticos son inter-
definibles. Luego, también la prohibición puede definirse en términos de

(23) Debe hacerse notar que en el texto se hace referencia a “la conducta prescripta
por la norma”. Esa conducta es la mencionada en el consecuente de la norma de estruc-
tura condicional, no la eventualmente descripta en su antecedente. Habitualmente se
reconoce que las normas jurídicas (prescriptivas) son reconstruibles bajo la fórmula
lógica del enunciado condicional: “Si H, entonces C”. “H” es la hipótesis (por eso el
condicional se designa también como enunciado hipotético), las circunstancias de
hecho descriptas en el antecedente del enunciado, que desencadenan la consecuencia
jurídica “C”. Esas circunstancias de hecho descriptas en el antecedente, bien pueden
consistir en conductas (“Si alguien da muerte…”); no es ésta “la conducta prescripta
por la norma” a la que nos referimos en el texto. El consecuente, en las normas pres-
criptivas, es la calificación deóntica de un comportamiento (el x de Ox, Phx o Px), la
prescripción de un comportamiento. Ésa es “la conducta prescripta por la norma”
referida en el texto.
(24) Situación jurídica subjetiva, si se quiere, a los efectos de destacar la perspectiva
desde el sujeto, ya no desde la norma. Cfr. MIRANDA, Javier, “Notas para la construc-
ción del concepto ‘patrimonio’”, Revista Crítica de Derecho Privado, No. 2-2005, Carlos
Álvarez Editor, Montevideo, 2005, p. 95. BARBERO, Domenico, Sistema del Derecho
Privado, tomo I, EJEA, Buenos Aires, 1967, §§ 50-51, pp. 149-152 (quien en lugar de
“situación jurídica” la designa “relación jurídica”).
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obligación. Una conducta prohibida es aquella cuya omisión es obligatoria


(Phx = O x). La prohibición puede ser definida, entonces, como obligación
de no hacer.
De aquí puede concluirse en definir obligación como la situación
jurídica, creada por una norma jurídica que califica la conducta del sujeto
destinatario de aquella, como obligatoria su comisión u omisión. Y “obli-
gatoria la comisión u omisión” significa que no está permitida la omisión
o la comisión de esa conducta (Ox = ¬P x v ¬Px) (25).
Con este desarrollo, del que se deriva, a partir del concepto de norma
y su función, la anterior definición de obligación, podría culminarse este
estudio. Sin embargo, resulta oportuno continuar el análisis, a fin de clari-
ficar el concepto de “relación obligatoria”, el que suele, a veces, distinguirse
del de obligación y, las más de las veces, confundirse (26).
V. Situaciones jurídicas correlativas. Relación obligatoria
Según viene de decirse, la norma de conducta coloca al sujeto por ella
designado en una situación jurídica de obligación, prohibición o permi-
sión. Llamaremos a estas situaciones “modalidades” (27). Ahora bien, dada
una norma que constituye una modalidad –insisto: una obligación, una
permisión, una prohibición- necesariamente, en términos de implicación
lógica, ésta crea también una situación jurídica correlativa. Si alguien, por
ejemplo, está obligado a realizar un comportamiento (por así disponerlo
una norma, desde luego) entonces otro sujeto, que tiene interés en la
realización de esa conducta, está en situación de esperar que ese sujeto
realice ese comportamiento.

(25) La conectiva “v”, que se lee “o”, cumple la función de disyunción lógica. En
relación a la conducta, puede ser obligatoria su comisión u obligatoria su omisión,
pero no las dos cosas simultáneamente, esto es incompatible en términos lógicos.
Pero sí pude suceder que la conducta no sea obligatoria en ningún sentido, esto es,
que sea facultativa. Cf. el modo deóntico “vinculado” definido por FERRAJOLI (n. 3),
§ 1.5, pp. 118-123, contradictoria en términos lógicos con la situación de conducta
facultativa (Px .P x)
(26) Ello permitirá, adicionalmente, dirigir la mirada hacia el término correlativo
a obligación, el “derecho subjetivo”. Y, por la mencionada correlación, afinar más la
noción de obligación. Esto será objeto de un futuro estudio.
(27) El modo deóntico califica el comportamiento: el comportamiento es obliga-
torio, prohibido o facultativo. La modalidad generada por ese modo u operador, es la
permisión, la prohibición, la facultad. No es ya el comportamiento calificado deónti-
camente, sino la figura de calificación deóntica. La situación jurídica, propiamente. El
comportamiento, desde el punto de vista de la modalidad, será ejercicio, obediencia
o desobediencia de esa modalidad, de esa situación jurídica. FERRAJOLI (n. 3), § 2.1,
pp. 138 y § 6.1, pp. 286-288.
De las normas a las obligaciones 333

Así, si un sujeto D, en virtud de la norma n, está obligado a desarrollar


la conducta x, entonces, como consecuencia lógica de la misma norma,
otro sujeto A, interesado en que D se comporte de la forma ordenada por la
norma n, estará en situación de expectativa respecto del comportamiento
de D. A espera, tiene la expectativa de que D realice la conducta de la ma-
nera dispuesta por la norma n (porque por alguna razón, tiene interés en
que así se comporte). Las situaciones de D y de A son correlativas, puesto
que la misma norma, simultáneamente, al colocar a uno de los sujetos en
una modalidad, en una situación jurídica (D = modalidad o A = expectativa)
coloca al otro en otra situación jurídica (A = expectativa o D = modalidad).
La modalidad obligación, la situación jurídica obligación, tiene como si-
tuación correlativa la expectativa de la realización de una conducta positiva,
un hacer, una expectativa positiva. La modalidad prohibición, la situación
jurídica prohibición, tiene como situación correlativa la expectativa de la
omisión de una comportamiento, un no hacer, una expectativa negativa. Si
retomamos aquí la interdefinibilidad de los modos deónticos y la definición
que diéramos de obligación en el apartado anterior, la situación jurídica
obligación tiene como correlativa una situación jurídica de expectativa
positiva o negativa, de comisión u omisión de una conducta (28).

(28) También las modalidades de permisión “generan” situaciones correlativas de


expectativa. Que de una conducta está permitida su comisión, implica que no hay ex-
pectativa de su omisión (Px → ¬E x); que de una conducta está permitida su omisión,
implica que no hay expectativa de su comisión (P x → ¬Ex).
334 Javier Miranda

A la relación (rectius: correlación) entre la situaciones jurídicas, las


denominaremos relación jurídica (29). La relación jurídica obligatoria se
define, entonces, como la correlación entre la situación jurídica obligación
y la situación jurídica expectativa positiva o negativa.
VI. Conclusiones
1. Tomando como punto de arranque una noción básica y comparti-
ble de Derecho en sentido objetivo, se puede identificar la función de las
normas de conducta en la regulación de los comportamientos humanos
en la comunidad.
2. Partir desde la norma es una asunción teórica que responde, también,
a un posicionamiento ético-político en cuanto a la concepción del Derecho
y su función en las sociedades contemporáneas.
3. Para identificar aquella función social, resulta una herramienta
idónea, precisa y de uso sencillo –aunque las más de las veces temida por
presunta y no real dificultad- el empleo de operadores deónticos y herra-
mientas de lógica deóntica.
4. Así, se afirma que las normas califican deónticamente los comporta-
mientos humanos; esto es, disponen que dado un comportamiento, éste o
es facultativo, o está prohibido, o es obligatorio, en el marco de un sistema
de regulación.
5. Puesto que el Derecho es, en alguna de sus dimensiones insoslaya-
bles, un universo lingüístico, sus piezas, las normas, se identifican tanto
por su función pragmática antes indicada, como por sus dimensiones
sintácticas y semánticas.
6. A partir del “material” del que están hechas las normas (signos,
enunciados), es posible identificar el proceso de creación de las normas
jurídicas. Ello permite, entre otras cosas: a) diferenciar el acto normativo
(enunciación) de la disposición normativa (producto de aquél, enunciado);
b) igualmente, distinguir la disposición normativa de la norma, y definir esta
última como el contenido de significado de aquella, el que se obtiene a tra-
vés de interpretación; c) reconocer la existencia de una autoridad normativa,
que es la actora (autora) del acto normativo; d) dicha autoridad normativa
es designada e investida de poder normativo por una norma denominada
norma de competencia; e) ella da cuenta del Derecho como un fenómeno

(29) CAFFERA, Gerardo – MARIÑO LÓPEZ, Andrés, “Norma, situación y contrato”,


Revista del Colegio de Abogados, 1994, pp. 39 a 54.
De las normas a las obligaciones 335

institucional. Este análisis permitirá, en otros contextos de estudio, explicar


el carácter nomodinámico del Derecho, el concepto de poder normativo, los
límites de su ejercicio válido, el concepto e identificación de las fuentes de
situaciones jurídicas, etc. De esta forma, se muestra la potencia explicativa
del modelo teórico que se propone y se justifica su asunción.
7. De acuerdo a la conceptualización hecha de la norma jurídica y su
función de calificación del comportamiento humano, se define situación
jurídica como la posición de un sujeto respecto de una norma jurídica. Y,
a partir de allí, se define obligación como una situación jurídica, creada
por una norma jurídica que califica la conducta del sujeto destinatario de
aquella, como obligatoria su comisión u omisión. Y obligatoria la comisión
u omisión significa que no está permitida la omisión o la comisión de esa
conducta, tal como fuera caracterizado previamente.
8. Finalmente, se pone de relieve la creación simultánea y lógicamente
necesaria de situaciones jurídicas correlativas, entre obligaciones y expec-
tativas (positivas y negativas). Así se distingue la relación obligatoria, como
la correlación entre la situación jurídica obligación y la situación jurídica
expectativa (positiva o negativa).
9. A partir de aquí, a futuro, se desarrollará el análisis del tradicional-
mente llamado “lado activo de la relación obligatoria”, la situación jurídica
identificada aquí genéricamente como expectativa, que permitirá una
redefinición rigurosa de “derecho subjetivo”. Por este camino, se definirá el
concepto de crédito y, una vez más, acudiendo a los correlativos y opuestos
de las situaciones jurídicas postuladas por Hohfeld (30), definir el concepto
de obligación estrictamente como es usado en sede del Derecho Privado.
Pero esto, es lo que vendrá.
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336 Javier Miranda

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