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PRIMERA PARTE
CAPÍTULO UNO
Tomaremos como perspectiva para el estudio del derecho procesal civil aquella
que centra su atención en el conflicto a solucionar. Observar el derecho procesal civil
desde la perspectiva que ofrece un determinado tipo de conflictividad a la que está
destinado a dar respuesta en una sociedad democrática, tiene como consecuencia
concentrar el objeto de estudio en el problema que se intenta solucionar o al cual sirve.
El conflicto al que aludimos no lo caracterizamos como aquel que ocurre a partir de la
diferencia de posiciones que se manifiestan a través de los distintos intereses que
defienden las partes en un proceso judicial. Es decir, dentro de los límites del debate en
un proceso civil desarrollado ante un juez, sino como situación previa al mismo.
Nos referimos al conflicto en su forma externa al proceso civil, que tiene lugar
antes del debate frente a un juez. Ello nos ayuda a ver con claridad que se trata de
necesidades de individuos que se presentan insatisfechas y que requieren atención. La
situación a solucionar cobró vida antes del proceso judicial civil y éste último es uno de
los métodos a los que se acude para brindarle respuesta.
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“Lecciones de Derecho Procesal”, inédito
Extracto del capítulo I
tercero tendrá atribuciones para decidir sobre las consecuencias del conflicto. El Estado,
también, regula formas para determinar la existencia de derechos en una instancia de
decisión dentro de la propia administración e intenta limitar la conflictividad mediante
decisiones de tipo general de carácter normativo.
Tratar el derecho procesal civil desde el conflicto supone reconocer que estamos
ante un fenómeno jurídico cuya finalidad es ayudar a la convivencia pacífica de las
personas. Adoptar como perspectiva de estudio del proceso civil una visión que
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identifique el problema que se intenta superar por su intermedio nos coloca en posición
de indagar sobre su finalidad. El foco central de los desarrollos que aquí realizaremos
estará en descubrir cómo las nociones que describen el campo en el cual el derecho
procesal civil se desenvuelve, dan respuesta o dejan de darla a los problemas de los
hombres y mujeres que reclaman su auxilio para superar sus diferencias sobre
cuestiones de relevancia jurídica.
Existe consenso sobre el origen del nacimiento de la tradición del derecho civil a
partir del 450 a.c. con la adopción de las XII Tablas en Roma. De esos primeros tiempos
se destacan: el sistema ordinario (ordo iudiciorum privatorum- ordenamiento de los
juicios privados), que rigió hasta el siglo III d.C., y el extraordinario (extraordinaria
cognitio), cuya vigencia se prolongo hasta el final del imperio. El ordo iudiciorum
privatorum, tuvo a su vez dos períodos: el de las legis actionis y el del proceso
formulario. Las legis actionis procuraron conceder eficacia al derecho quiritario, cuyo
nombre se relaciona con la denominación de ciudadano romano: quirite. El proceso se
desarrollaba en dos etapas. La primera, in iure, dirigida por el pretor, que consistía en el
intercambio entre las partes de determinadas palabras solemnes comunicadas oralmente
en presencia de testigos, concluía con la litis contestatio, mediante la cual se acordaba el
conflicto que se sometería a un juez privado designado por las partes, ante el cual se
sustanciaba la segunda etapa conocida como in iudicio. El juez (iudex) romano era
un lego que asumía una función de acuerdo con los mandatos del pretor. Tenía un poder
limitado y recurría al jurisconsulto en busca de asesoría legal. Con la adopción del
proceso formulario a partir del 130 a.C. se comienza a utilizar una formula escrita por la
cual el pretor enuncia los hechos (demostratio), sintetiza la pretensión del demandante
(intentio) y autoriza al juez a condenar o absolver de acuerdo con la prueba producida
por las partes (condenatio). Paulatinamente el debate deja de ser sólo de derecho
quiritario, ya que el pretor podía en la formula fijar los límites de lo pretendido más allá
de los términos formales de las legis actionis. Esta facultad que le posibilitaba al pretor
adaptar el derecho al conflicto dio origen a la expresión: interpretación pretoriana. El
procedimiento extraordinario o extraordinaria cognitio reemplaza las figuras del pretor
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y del juez privado por un juez con competencia derivada del poder central. Si bien se
mantiene la litis contestatio, ella pierde el sentido contractual y eminentemente privado
asignado durante el ordo iudiorum privatorum. El proceso deja de ser una cuestión que
sólo incumbe a las partes al reconocerse su carácter público.
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actos y etapas del proceso se desarrollaban frente a sus auxiliares desalentando las
posibilidades de inmediatez. El juez quedaba aislado y reducía su actividad a la
decisión, que era tomada en base a la prueba que sus auxiliares recolectaban por él.
Todas las notas comentadas nos hablan de jueces con escaso poder, alejados de
las partes, que actuaban en un proceso fragmentado, en el que todo debía contar con un
registro escrito para permitir la revisión por quien si contaba con capacidad para emitir
un juicio final. La suma de estas características son tributarias de los sistemas políticos
de la Edad Média y del Renacimiento. Ellas determinaron la existencia de un proceso
en cuya dinámica primaba la lentitud.
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nosotros iremos sobre él ni mandaremos ir sobre él, si no media juicio en legal forma
efectuado por sus pares o conforme a la ley del país [law of the land o ley del reino].
La frase law of the land constituye el antecedente directo del concepto due process of
law (debido proceso legal). A finales del siglo XIV la Carta Magna se constituyó en el
símbolo de constitución Británica.
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los jueces de paz, que debían intentar conciliar los intereses de las partes en casos de
menor valor económico. Las reformas se daban así tanto en la base como en las
jerarquías superiores de la estructura judicial.
Los Códigos Civil (1804) y Procesal Civil (1806) del período napoleónico
representaron la fe del iluminismo en la creación de regulaciones precisas que
consolidaran el derecho en la creación normativa del legislador, en un cuerpo ordenado
y unificado al cual debieran ceñirse los jueces. Ese ordenamiento permitiría operar sin
siquiera contar con abogados ya que su lectura se asumía que era tan clara que los
ciudadanos podrían fácilmente conocer su alcance.
La finalidad del código procesal francés fue lograr una correcta aplicación de las
normas del código civil. En su redacción intentaron adaptar los viejos contenidos a la
forma codificada. El proceso civil resultaba lento, formal, con una gran numero de
nulidades por omisión de formalidades, apegado a la expresión escrita y una regulación
detallada de las resoluciones intermedias o interlocutorias. Su impulso quedaba por
completo relegado a las peticiones de las partes.
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Extracto del capítulo I
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Extracto del capítulo I
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Extracto del capítulo I
Insistimos en que la respuesta del proceso civil debe ser eficiente, rápida,
permitir una interrelación adecuada entre las partes y el juez, tomar en consideración las
desigualdades que enfrentan quienes debaten, tener un costo razonable, permitir
encontrar un razonable grado de certeza sobre los hechos y el derecho.
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