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influya
Cuando dejamos que los pensamientos negativos campen a sus anchas y las
emociones tomen el mando es difícil encontrar la serenidad y equidistancia necesarias
para tomar buenas decisiones. Entonces corremos el riesgo de caer en una espiral
autodestructiva.
¿Qué es la ecuanimidad?
Imagina por un segundo un parque en el que juegan unos niños. Una persona mayor
les mira desde la distancia. De repente, a uno de los niños se le rompe el juguete con
el que estaban jugando. El niño reacciona primero con sorpresa, luego se enfada y más
tarde se echa a llorar desconsolado al comprobar que no podrá reparar el juguete.
¿Crees que esa persona les dirá: “no llores, eso no es un problema, en la vida tendrás
que enfrentar cosas peores”? ¿Crees que la persona mayor se sentirá llorará junto a
los niños? ¡No!
La mayoría de las personas mayores han acumulado experiencia suficiente como para
saber que se trata tan solo de un juguete. Saben que los juguetes se rompen, es algo
normal. Y no es el fin del mundo. En la vida tendremos que enfrentarnos a cosas
peores.
Sin embargo, también son capaces de comprender que en ese preciso instante el niño
está viviendo un drama porque para él, la rotura del juguete implica un problema.
Eso significa que, aunque la persona mayor puede poner en perspectiva el problema
del niño, también es empática con sus sentimientos, pero no se deja llevar por estos,
sino que asume una distancia psicológica. La distancia psicológica necesaria para
poder ayudar.
Ecuanimidad no es indiferencia
Muchos pueden confundir esa estabilidad de los afectos con la indiferencia. Sin
embargo, la indiferencia implica cierto grado de apatía y letargo o incluso de
aversión. De hecho, puede llegar a ser un estado mental perjudicial o dañino en el que
ignoramos la verdadera naturaleza de los problemas o conflictos y, por ende, no facilita
su solución.
Cuando conducimos, por ejemplo, podemos sentir miedo si otro conductor nos corta el
paso agresivamente. Ese miedo es útil para estimular una reacción rápida que nos
ayude a frenar para evitar un accidente. Pero cuando el peligro ha pasado, es más
adaptativo recuperar la serenidad en vez de quedarnos atascados en las emociones
disruptivas.
Una persona ecuánime notará la transgresión del otro conductor y puede experimentar
miedo, pero sin los condimentos automáticos que añaden el juicio, el resentimiento y el
enojo. Por eso podrá pasar página fácilmente. Y eso le permitirá conducir mejor y evitar
posibles accidentes ya que su atención no se quedará atada al incidente, su mente no
seguirá rumiando lo que sucedió.
Nos ayudará a mantener una estabilidad emocional que nos permitirá enfrentar los
problemas, conflictos y obstáculos de manera más asertiva, a la vez que disminuye su
impacto negativo.
Esa actitud nos permite dejar ir el estímulo una vez que lo percibimos, evitando la
actividad mental que normalmente se desencadenaría tras ese estímulo. De hecho,
neurocientíficos de la Universidad de Minnesota han comprobado que la práctica de la
atención plena nos permite desconectar con mayor rapidez de un estímulo
desagradable que simplemente aplicar técnicas de relajación o proponernos
conscientemente reprimir las reacciones.
Por supuesto, estos cambios no se logran de un día para el otro. A algunos les llevará
semanas e incluso meses mientras otros necesitarán años. Alcanzar la ecuanimidad no
es un camino fácil y no faltan los retrocesos, pero es una manera más equilibrada de
enfrentar la vida.
Fuentes:
Eberth, J. et. Al. (2019) PROMISE: A Model of Insight and Equanimity as the Key
Effects of Mindfulness Meditation. Front. Psychol; 02389.
Ortner, C. et. Al. (2007) Mindfulness meditation and reduced emotional interference on
a cognitive task. Motivation and Emotion; 31: 271–28.