Está en la página 1de 3

Qué sucede cuando negamos nuestros sentimientos

No tengas miedo de tus miedos. No están ahí para asustar. Están ahí para hacerte saber que algo vale la
pena. C. JoyBell C.

La negación es un mecanismo de defensa que hace que evitemos la ansiedad y las situaciones
frustrantes. Cuando negamos un sentimiento o un hecho, es porque percibimos un problema en las
raíces de estas emociones y tendemos a evitarlas. Sin embargo, al hacerlo conseguimos todo lo
contrario: los problemas no solo no se han ido, sino que se van acumulando e interponiendo en nuestro
camino de manera cada vez más complicada.

Las consecuencias de negar nuestras emociones

Reprimir nuestras emociones y sentimientos puede convertirnos en personas ansiosas, nerviosas e


irritables. Cuando negamos aquellos sentimientos que nos producen un desgaste de energía
terminamos, sin darnos cuenta, gastando mayor energía aún en el intento. Esto incide en nuestro estado
de animo e incluso en nuestra salud mental provocando un ciclo de negativo de pensamientos
recurrentes sobre nosotros mismos y nuestra realidad.

Nos han educado para esconder nuestras emociones y por ello nos cuesta mucho expresarlas. Esto tiene
un sentido adaptativo, ya que no podríamos mantener nuestras relaciones sociales, nuestro trabajo o
nuestras parejas si expresáramos constantemente todas las emociones fuertes que sintiéramos. Sin
embargo, esto nos ha dado la sensación errónea de necesitar controlarnos constantemente. Sentimos
que debemos controlarlo todo, pero esto es algo imposible. Algunas cosas escapan de nuestro control y
darnos cuenta de esto puede generar mucha ansiedad. Contra más tratamos de controlar y cambiar
nuestra situación, más nos autoboicoteamos y más ansiedad terminamos padeciendo, sintiéndonos cada
vez más atrapados.

Como consecuencia de esta necesidad de control, podemos terminar desconectando de nuestras propias
emociones y enterrándolas como si se trataran de trastos sucios que no queremos tener. Pero las
emociones nos comunican información. Una información a la que debemos prestar atención, ya que no
hacerlo puede provocar problemas mayores.

Aunque a corto plazo, evitar estos sentimientos puede parecer una buena idea, a largo plazo puede
generarnos incluso problemas físicos causados por el estrés y la ansiedad que esta situación nos impone.
La negación emocional es de hecho, una de las principales causas de muchos problemas psicológicos.

Negar nuestras propias dificultades y culpar a los demás

Una forma muy corriente de negación es la de no asumir nuestras propias dificultades culpando a
personas o circunstancias externas. Por ejemplo, imaginamos que nos presentamos a un examen que no
hemos podido preparar bien. Tras suspender, algunas personas asumirán su responsabilidad tratando de
corregir el error, mientras que otras tenderán a negar las emociones negativas que les genera la idea de
no haber hecho las cosas bien culpando a circunstancias externas, como la dificultad del examen o a la
mala suerte.

hombre-cruz

Esto ocurre porque afirmar que no hemos estudiado lo suficiente, genera una tensión y una culpabilidad
en la persona que no es capaz de afrontar. La misma circunstancia puede ocurrir en cualquier faceta de
la vida, como en una pelea de parejas en la que uno nunca asume su responsabilidad y culpa al otro.

La negación también es común en personas alcohólicas y adictas, cuando se autoconvencen de que


volver a consumir en pequeñas cantidades aquel producto que les ha generado el problema, no les
supondrá ninguna consecuencia negativa.

Liberándonos de la negación

Para manejar las emociones negativas, tenemos que comprender la función de las emociones en
general. La palabra emoción procede del término latino “emotio”, que significa “movimiento” o
“impulso”. Las emociones son estados afectivos, reacciones psicofisiológicas que tienen una función
adaptativa para el organismo y su medio ambiente. Podemos concebirlas como una fuente de
información, un impulso que nos avisa de que algo sucede, pero que no nos incapacita para poder
evaluar qué acción tomar al respecto.
Por ejemplo, sentir que estamos enamorados puede llenarnos de miedo por culpa de experiencias
pasadas. Este miedo puede bloquearnos, pero también puede servirnos para ser más precavidos a la
hora de buscar ciertas características en una nueva relación. Si conseguimos que nuestro razonamiento
supere la sensación de bloqueo, tal vez podamos hacer frente a la situación y usar esta emoción para
decidir qué es lo mejor para nosotros sin dejarnos llevar por la parálisis a la que nos condiciona.

No se trata de evitar la emoción que percibimos como negativa o la situación que nos la provoca, sino de
vivirla y hacerle frente para poder sentirnos liberados y vivir en plena estabilidad y salud mental. Si te
sientes identificado/a con esta situación, quizás sea hora de preguntarte a ti mismo/a qué es aquello a lo
que temes enfrentarte o qué beneficios podrías obtener si consigues aceptar tus sentimientos como algo
que nos hace simplemente humanos y vulnerables.

También podría gustarte