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LA ESCRITURA CAROLINA
J. Arnall
— La expansión árabe, que, durante los siglos vii y vni, había implicado el
hundimiento relativo de la cultura latina en la Península Ibérica, y la huida
de hombres cultos a las zonas nórdicas no ocupadas.
— La evangelización de Gran Bretaña y, más tarde, de Alemania, que había
provocado el origen de nuevos focos culturales en el mundo germánico.
— El nacimiento, a principios del siglo viii, de otros centros de poder políti-
co, como, por ejemplo, los reinos franco y lombardo, que desde un primer
momento dieron una extraordinaria importancia a la cultura.
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nado rey de los lombardos ; después, en el 781, y más tarde en el 786 le impresio-
naron profundamente. A su regreso, la corte se convirtió en un centro de vida inte- a
lectual, y a ella fueron llamados destacados sabios, cuyas orientaciones serían fun- ('
damentales para la aplicación de la reforma . Entre ellos, italianos, como el gramático it
Pedro de Pisa y el historiador Paulo Diácono, los escoceses Clements y Dungal, y
Teodulfo, originario de la Marca Hispánica . En Parma se encontró en el año 781
con el monje anglosajón Alcuino de York, quien jugaría un papel considerable en
el renacimiento carolingio.
El genio político de Carlomagno, el saberse rodear de personas de renombra-
do prestigio y su voluntad centralizadora favorecieron la unificación en todos los
dominios y, más particularmente, en la expresión cultural que representa la grafía.
Carlomagno perseguía tres objetivos : continuar la reforma y la unificación de P
la liturgia ; extender la enseñanza al máximo y el retomo a la práctica de lo escri- tc
to, que fue tan esencial en la administración romana y merovingia. d(
Esto exigía una buena formación de los funcionarios y de los notarios para que
pudieran comprender, interpretar y transmitir las órdenes del rey . De ahí que se el
impusiera una gran reforma. El artículo 72 de la célebre capitular Admonitio gene-
ralis de Aquisgrán, del 23 de marzo de 789, prescribía la corrección de manuscri- u]
tos litúrgicos y alentaba la perfección textual y gráfica en la confección de los libros,
disposiciones que condujeron a una mejor formación de los escribas y a una mayor
eficacia de los scriptoria y centros escriturarios.
5 .3 . Difusión y evolución
92 Parte 1: Paleografía
También se desarrolló en esta época una jerarquía de tipos de letra, que servi-
rá para indicar la importancia de la información de un texto . Mientras éste se escri-
bía totalmente en minúscula carolina, se reservaban las mayúsculas romanas, uncia-
les y semiunciales para los incipit, explicit, títulos principales y secundarios, prefacios,
primeras líneas del texto, iniciales, etc.
Desde este momento existieron ya todos los elementos de la escritura moder-
na. Las modificaciones posteriores han sido de tipo práctico o impuestas por las
modas, pero no estructurales.
Esta escritura se extendió por toda Europa, pero con una rapidez diversa según
las regiones . Es habitual que se distingan dos zonas:
Figura 5 .1 . Escritura carolina anterior al a . 834 (San Martín de Tours) . Opera patrística
(París, Biblioteca Nacional, Nouv. Acq. Lat. 445, frag . del f.11).
218 códices . Bobbio, fundado por san Columbano, mantuvo una relación constante
con Irlanda y fue el scriptorium más activo del reino lombardo ; destaca su rica biblio-
teca, que al final del siglo Ix contaba ya con más de 700 volúmenes . Lucca estuvo
dotado en el siglo VIII de una escuela episcopal en plena expansión, donde se hizo
sentir la influencia de formas insulares y merovingias, dando lugar a una mezcla de
diversos tipos de escrituras . Respecto a Novara, Nonantola, Vercelli y otros centros
de Italia del norte, su actividad no ha sido todavía estudiada, pero indudablemente
jugaron un papel determinante en la historia de la escritura carolingia.
En todas estas regiones europeas, la escritura se mantuvo, hasta el siglo x, bas-
tante uniforme y coherente ; pero, a partir del siglo xi, empezaron a surgir ciertas
particularidades . Un cambio técnico provocado por la aparición en el norte de Fran-
cia y Normandía de unas nuevas plumas cortadas a bisel hará que las formas redon-
deadas de las letras se conviertan en angulosas y quebradas, con marcada diferen-
cia entre los trazos finos y gruesos . Así, la carolina francesa se hace alta y estrecha,
y suavemente va sustituyendo las partes redondas de las letras por angulares, carac-
terísticas que serán llevadas al extremo en Alemania, en donde predominarán los
trazos angulosos, espesos, duros y pesados . Por el contrario, en Italia se manten-
drán las formas curvas y redondeadas.
La influencia de un estilo nuevo, que se adopta a medida que avanza el siglo
xII, hará que la escritura carolina desaparezca definitivamente en el siglo XIII para
dar paso a una multiplicidad de escrituras góticas.
5 .3 .2 . Otros territorios
En los territorios excluidos del imperio carolingio y que no formaron parte del
Sacro Imperio Romano, la situación es más compleja. En el sur de Italia, el proce-
so de evolución de la escritura carolina se centra en "villas" antiguas poderosas,
tales como Gaeta, Nápoles, Amalfi, Sorrento, Vietri, Tarento . No obstante, el cen-
tro religioso y cultural más relevante, el monasterio de Montecasino, continuó usan-
do la escritura beneventana . Dicha escritura no se vio sometida a la influencia de
la minúscula carolina y perduró hasta el siglo xii, momento en que fue sustituida
por la gótica.
En Inglaterra, la minúscula carolina fue implantada en el siglo x . Entre las dife-
rentes relaciones establecidas por este país con el continente, merecen destacarse
dos vías a través de las cuales llegó esta escritura a las islas : primero, por vía reli-
giosa, a través de la reforma monacal y litúrgica de los cluniacenses ; y sobre todo,
a fines del siglo XI, por la conquista de Inglaterra por Guillermo el Conquistador
(en 1066, batalla de Hastings) . De esta manera fue abriéndose paso la carolina en
las islas, quedando el tipo anglosajón para los textos en lengua vulgar.
En España, aunque se analizará más detenidamente la difusión de la escritura
carolina en un apartado específico dentro de este mismo capítulo, la situación es
muy parecida a la del sur de Italia, excepto la región catalana, que durante los siglos
Ix y x recibirá fortísimas influencias francesas . Será necesaria la reforma litúrgica
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del papa Gregorio VII, promovida por los monasterios cluniacenses y los obispos
de Francia a fines del siglo x, para ver a la escritura carolina prevaleciendo en los
manuscritos . La escritura visigótica se hallaba muy arraigada, y sólo muy paulati-
namente fue sustituida por la carolina.
De todas formas, cuando la carolina se hizo habitual en estos territorios que no
formaron parte del imperio carolingio, empezó a perder la pureza y la unidad que
había mantenido en toda Europa a lo largo de los siglos Ix y x y a diversificarse
por regiones.
Aunque especialistas como el alemán Bernhard Bischoff [1953 : 7-14] han dis-
tinguido dos tipos caligráficos de escritura carolina, uno para el cuerpo del texto y
otro para las glosas, y, además, han detectado en el seno de la minúscula carolina
una gran variedad de tipos locales en la primera mitad del siglo Ix, estas variantes
no alteran el aspecto uniforme de la escritura.
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Figura 5 .3 . Escritura carolina de glosas, s . 1x (San Martín de Tours) . Vergilius Turonensis
(Berna, Biblioteca Nacional, Ms . 165, frag. del f. 192).
La estabilidad gráfica, por tanto, es bien patente y predominó durante dos siglos.
Precisamente esta canonización de la escritura presenta a veces algún problema de
datación . Desgraciadamente, la mayor parte de los textos conservados están des-
provistos de colofón, es decir, de datos tan esenciales como el nombre del copista,
la fecha en que concluyó su labor y el lugar donde se realizó . Lo importante para
estos artesanos, que trabajaban en el silencio del scriptorium sin dar importancia
a su identidad, era que la obra estuviera copiada y pudiera ser útil.
La duda y el error en que se puede caer al datar un códice de esta época puede
incluso llegar a ser de medio siglo o más . No obstante, los escasos manuscritos que
tienen colofón o en que consta alguno de los tres elementos que lo constituyen han
sido reunidos en un corpus y editados . Su cotejo con los diplomas, en los que siem-
pre consta la fecha, puede servir de punto de apoyo para verificar la cronología de
los manuscritos no datados.
No pretendemos dar una relación exhaustiva de los códices carolinos existentes,
sino que citaremos únicamente aquellos que se pueden considerar clásicos de esta
escritura. Son de tipo litúrgico de lujo, y su ejecución fue encargada por Carlomag-
no o por algunos de los dignatarios de su corte . Destacan : el Evangeliario que por
orden del emperador fue confeccionado entre los años 781 y 783 por Godescalco,
quien le puso, en letra carolina, una dedicatoria en verso, mientras el texto está escri-
to en uncial (París, Bibl . Nac., Nouv. Acq. 1203); el Evangeliario de Ada (Tréveris,
Bibl. Nac. cod . 21), que perteneció a una abadesa de este nombre, quizá la hermana
de Carlomagno ; dos Biblias de Teodulfo, obispo de Orleans, una de ellas conserva-
da en la catedral de Puy y la otra en París (Bibl . Nac., Ms. lat. 9380) ; el Salterio escri-
to por Dagulfo entre 783 y 795 y donado por Carlomagno al papa Adriano I (Viena,
Bibl. Nac. Ms. 1861). Por otra parte, cabe destacar la Biblia de Alcuino (París, Bibl.
Nac., Ms . lat. 8847), escrita en Tours hacia el año 800, en la que parece que se qui-
so establecer una cierta gradación jerárquica entre las partes constitutivas del manus-
crito al recurrir a diferentes tipos de escrituras.
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Aunque la escritura carolina fue pensada para ser una escritura caligráfica, se
usó también en los documentos, si bien la transición a las nuevas formas fue más
lenta, ya que la cancillería imperial estaba acostumbrada a la cursiva y sólo de una
manera pausada fue aceptando los modelos sentados o redondos . De esta forma se
desarrolló una escritura de aspecto muy característico, a la que los paleógrafos fran-
ceses han dado el nombre de "minúscula diplomática" . Con fuerte resistencia, has-
ta el siglo xi no se adoptó la carolina en aquellos lugares o instituciones que tení-
an un estamento profesional consolidado de escribas, como la cancillería pontificia,
los notarios italianos, etc . Se puede decir que el proceso unificador se vería cum-
plido cuando la cancillería pontificia decidió por fin en la undécima centuria adop-
tar la escritura carolina.
Por el contrario, en los documentos privados evolucionó más rápidamente . A
partir del siglo ix, especialmente en las regiones donde no sobrevivieron las anti-
guas formas de la minúscula cursiva o donde no existía el uso diplomático de una
escritura nacional, se escribía por completo en minúscula carolina.
En estos documentos se conservan las características librarias, con cierto aire
más libre y menos regular, pero sin dar lugar a un tipo cursivo . Su rápida difusión
se explica por el hecho de que los escribas que los redactaron eran generalmente
los mismos clérigos habituados a la copia de libros.
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1
2
Los enlaces que se advierten en la ejecución de esta escritura son los deriva-
dos de las formas cursivas (ct, et, nt, rt, st), trazados de forma caligráfica y, por
consiguiente, desprovistos de espontaneidad . De éstos, los más típicos correspon-
den a la unión de las letras c-t y s-t que se mantuvieron en la imprenta hasta el siglo
xviu . Además, el nexo formado por las letras e-t, que ha llegado hasta nuestros
días sobre todo en el dominio comercial .
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5.6.3. Abreviaturas
Son varias las razones históricas que testimonian la rápida influencia francesa
en Cataluña . Es bien sabida la intervención que los francos tuvieron en la libera-
ción de las tierras catalanas después de la invasión musulmana, así como que estas
tierras hispánicas pasaron, a causa de aquella intervención, a formar parte del rei-
Cabe señalar que del siglo ix se conservan más de ochenta documentos origi-
nales y que no sólo su número, sino también su calidad, es muy superior a la de los
códices . Su distribución, no obstante, es muy irregular, tanto en lo que concierne
al ámbito geográfico como al cronológico, cuyas fechas van del año 815 al 900.
Gracias a las últimas investigaciones llevadas a cabo [A .M. Mundó-J . Alturo:
1987, 132], se pueden detallar con una periodización bastante precisa las caracte-
rísticas concernientes a la escritura carolina en esta zona durante la novena centu-
ria. Destaca la presencia de tres tipos de grafías : visigótica pura, mixta visigótico-
carolina, con mayor o menor predominio de un tipo o de otro, y minúscula carolina
con escasas reminiscencias visigóticas.
Anteriores al año 850 sólo se conservan ocho documentos, la mayor parte urge-
litanos . El más antiguo es del año 815 y muestra uno de los más primitivos ejem-
plos de visigótica cursiva catalana . A pesar de que en esta primera mitad del siglo
ix predomina la escritura visigótica con sus variantes cursiva y semicursiva, cabe
señalar que a partir del año 833 se muestra algo alterada por la presencia de algu-
nos elementos carolinos, tanto en el trazado de las letras como en las abreviaturas.
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vua-v-.LLL . Lt.D>QPe-J
Figura 5 .8 . Fragmento de escatocolo de un documento en el que constan firmas
autógrafas (Arenys de Mar, Archivo Histórico Fidel Fita, perg . 23).
Estos mismos términos que suelen aparecer, ya escritos con todas sus letras, ya
en forma de monograma o empleando otro sistema de abreviación, acompañando
el nombre del escribiente, constatan que la cultura del momento estaba básicamente
en manos de la Iglesia, aunque en algunos testigos figura sólo su nombre, sin espe-
cificar su condición . En este caso, podría tratarse de un laico o, más particular-
mente, de algún juez.
Estas menciones, sin rasgos de vinculación eclesiástica alguna, se harán más
frecuentes a medida que avance el tiempo, mientras se va desarrollando poco a
poco una escritura documental claramente cursiva y diferenciada de la libraria, aun-
que las dos fueran trazadas por la misma persona.
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Estos cambios se introducen en la cancillería real en los últimos decenios del siglo
xii, como fruto de la cursivización que se produjo en toda Europa entre los años 1160
y 1170, y tal vez procedentes del notariado italiano . Este tipo de escritura, según Mun-
dó (L'escriptura i la codicologia, p. 103), pasaría a denominarse "cursiva gótica inci-
piente de cancillería o notarial", según su uso tuviera lugar en uno u otro ambiente.
hay que advertir que la implantación de la carolina en ambas coronas fue tan tar-
día que no faltan autores que la hayan tildado de escritura gotizante o gotizada.
La transición se inicia en los diplomas reales de Alfonso VI en la segunda mitad
del siglo XI, aunque con pleno predominio de la escritura "nacional" . Efectivamen-
te, mientras en los documentos de Alfonso VI dominan las escrituras cursiva visigó-
tica y minúscula visigótica, esta última con alguna contaminación de elementos caro-
lingios, sobre todo en el sistema abreviativo, en los de la reina doña Urraca (1109-1126),
alterna la minúscula visigótica, muy contaminada, con la carolina.
Con Alfonso VII se acaba definitivamente el período de duración de la visigó-
tica, entonces ya impura, influida también por la nueva escritura . Cabe señalar en
este reinado que con la llegada a la cancillería real de dos personajes franceses, el
maestro Hugo, como canciller, y Giraldo, como notario, se desarrollan rápidamente
las formas carolingias.
A partir de este momento, se inicia un período, hasta comienzos del reinado de
Alfonso X el Sabio, en que tanto en la cancillería castellana como en la leonesa, ten-
drá lugar una escritura uniforme de la que se distinguen dos tipos diferentes (M a Jose-
fa Sanz Fuentes (Paleografía . . ., p. 529) : la carolina común, usada en los documen-
tos particulares y en los cancillerescos no solemnes, y una escritura carolina de astas
alargadas, con los extremos curvados, que recibe el nombre de "minúscula diplomá-
tica" y que se trata de la interpretación cancilleresca del alfabeto de la carolina común.
Este tipo se usará en la cancillería real para los documentos de mayor solemnidad,
en las cancillerías eclesiásticas y también en la documentación privada.
a) b)
Figura 5 .10. Fragmentos de dos documentos castellano-leoneses que muestran los dos tipos de escritura
en uso en la segunda mitad del siglo xu (Madrid, Archivo Histórico Nacional, a) ordenes Militares,
caja 358, frag . del doc . núm . 3 (año 1185) . b) Clero (Sahagún), carpeta 903, frag . del doc . núm. 12
(año 1186).
lógico el episcopado de don Pelayo (1101-1130) y que —entre las fechas más pro-
bables que se barajan– fue terminado entre los años 1109 y 1112, mantienen una
escritura visigótica pura, sin influencias extrañas.
Conviene indicar que en un ejemplar de las Homilías de san Agustín, el códi-
ce español más antiguo en letra carolina con fecha conocida de la región occiden-
tal, que fue escrito en Toledo en el año 1105 por orden del arzobispo don Bernar-
do, ya se detecta vagamente alguna tendencia a las formas angulosas.
A partir de la segunda mitad del siglo xII, la transformación de la escritura hacia
los cánones góticos se acentuará en un número considerable de manuscritos con fecha
segura. En todos ellos su escritura manifiesta trazos quebrados y geométricos de tal
forma que a veces ha sido más bien denominada pregótica y no carolina.
La historia nos explica que con Sancho Garcés III el Mayor (1000-1035), el
reino de Navarra adquirió una verdadera importancia . Sus relaciones con los esta-
dos europeos occidentales facilitaron la introducción en León, Castilla y Navarra
del léxico y las instituciones típicamente feudales y permitieron la llegada de mon-
jes cluniacenses . A ellos se debió la supresión del rito mozárabe y la adopción de
la liturgia romana, que es el símbolo de esta apertura de España a la Europa medie-
val . Sancho III facilitó también el paso por sus reinos de los peregrinos europeos
que se dirigían a Compostela. De esta forma nació el camino de Santiago, que se
convirtió bien pronto en ruta comercial y vía de intercambio entre la economía
europea y la hispano-musulmana.
Mientras la hegemonía lograda con Sancho III desaparece con su muerte en
1035, el pequeño condado de Aragón, que se había incorporado a Navarra duran-
te el siglo x, recuperó su independencia . Efectivamente, Sancho III de Navarra, al
morir, dividió sus estados entre sus hijos legítimos y cedió el condado de Aragón
aun primer hijo bastardo, Ramiro I (1035-1063), el fundador de la dinastía arago-
nesa independiente (1054), que había de durar más de un siglo.
A partir de este momento, surge una nueva etapa política y en cierta manera
institucional, pues el antiguo condado se transformó en el nuevo reino de Aragón
por obra del hijo de Ramiro I, Sancho Ramírez (1063-1094) . Además, en 1076, al
morir asesinado Sancho IV de Navarra en Peñalén, Sancho Ramírez se convirtió
en rey de Aragón y de Navarra, unión que duró hasta 1134.
Durante este reinado tuvieron lugar acontecimientos importantes, tales como la
infeudación del reino aragonés a la Santa Sede, la introducción de la liturgia romana, la
influencia decisiva de algunos monasterios, especialmente el de Siresa, en el valle de
Hecho, que desde la primera mitad del siglo ix había sido un centro cultural reflejo del
renacimiento carolingio, y la intensificación del comercio por vía terrestre aragonesa,
lo que lo convirtió en uno de los territorios peninsulares más abierto a Europa.
A pesar de estas circunstancias y de la proximidad de los dos reinos con los
territorios del reino franco, la escritura carolina se resistió a entrar y la escritura
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visigótica tuvo en Navarra y en Aragón tanto arraigo o más que en León o Casti-
lla . La permanencia de lo mozárabe resulta aún más evidente en Aragón si se tie-
ne en cuenta su situación geográfica, rodeado por Francia y Cataluña, que, como
se ha dicho, aceptó la escritura carolina muy pronto, siendo además ejemplo de
gran resistencia el hecho de que después de la unión con Cataluña no prevalecie-
ran en la documentación aragonesa las costumbres escriturarias catalanas.
cian ya leves influencias carolinas hasta que se acepta esta nueva caligrafía bajo
Ramiro II el Monje (1134-1137), aunque con resabios visigóticos.
Con la unión de Cataluña y Aragón en las personas del conde de Barcelona,
Ramón Berenguer IV (1131-1162), y doña Petronila (1137-1162), hija de Ramiro
II, los documentos posteriores a este enlace responden a una dualidad de costum-
bres según su procedencia : por una parte, el estilo tradicional de los condes de Bar-
celona, y, por otra, los usos diplomáticos del reino aragonés . Mientras en los docu-
mentos catalanes se usaba la escritura carolina, en los aragoneses predominaba la
visigótica redonda . También la forma de datación era distinta . En Cataluña era habi-
tual el sistema de los reyes francos ; por el contrario, Aragón se hallaba dentro del
dominio de la Era Hispánica.
rial (Ms . M .III .11), procediera de la región de Huesca . Se sabe que dicho códice
perteneció a la biblioteca del Conde duque de Olivares y que anteriormente había
sido propiedad del cronista Jerónimo Zurita.
Por otra parte, existe otro ejemplar de carácter misceláneo que contiene la obra
Adversus paganos historiarum libri septem, de Paulo Orosio, conservado en la
Biblioteca Nacional de Madrid (Ms . 8831), que fue escrito en el siglo x11, segura-
mente en la misma zona que el anterior, más concretamente, en Roda de Isábena.
Es bastante factible esta procedencia, ya que en el f. 176r. consta el colofón que
menciona a los copistas con una onomástica de ambiente totalmente aragonés pire-
naico: «Lector scriptoris rogo sis memor omnibus horis . Iungens Guillermum pre-
ce Xemenumque supernis» . Su escritura carolina presenta angulosidades y fuertes
contrastes en los trazos, lo que hace que se lo sitúe entre los ejemplares de transi-
ción hacia las grafías góticas.
Por último, no se pueden obviar los dos cuadernillos escritos en carolina muy
caligráfica que conforman el cartulario visigótico del célebre monasterio de San
Juan de la Peña . Dicho códice es el resultado acumulativo bajo la misma encua-
dernación de una serie de primitivos cartularios independientes . Los folios que
constituyen la parte carolina (ff . 97-112) contienen documentos que van del año
959 al 1095.