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LA ESCRITURA CAROLINA

J. Arnall

5.1. Ambiente histórico-cultural

Tras la fragmentación de la estructura unitaria del Imperio romano, desde el


punto de vista cultural y también político, uno de los hechos fundamentales fue el
establecimiento de nuevos centros de cultura en la Galia bárbara y, paralelamente,
la decadencia cultural de la Galia romana. Este desplazamiento hacia el norte, en
contraste con el declive general del mundo mediterráneo, se explica por los moti-
vos siguientes:

— La expansión árabe, que, durante los siglos vii y vni, había implicado el
hundimiento relativo de la cultura latina en la Península Ibérica, y la huida
de hombres cultos a las zonas nórdicas no ocupadas.
— La evangelización de Gran Bretaña y, más tarde, de Alemania, que había
provocado el origen de nuevos focos culturales en el mundo germánico.
— El nacimiento, a principios del siglo viii, de otros centros de poder políti-
co, como, por ejemplo, los reinos franco y lombardo, que desde un primer
momento dieron una extraordinaria importancia a la cultura.

En este marco general, tuvo lugar la denominada «renovación carolingia» . Cuan-


do Carlomagno llegó al poder, se interesó por la cultura, al igual que habían hecho
sus antecesores, y sobre todo por conseguir la reforma de la Iglesia.
Aunque no se sabe casi nada de su infancia, se tienen noticias de que practica-
ba el latín y comprendía el griego y de que durante toda su vida sintió una gran
curiosidad intelectual. Sus tres viajes a Roma : primero en el 774, cuando fue coro-

90 Parte 1: Paleografía

nado rey de los lombardos ; después, en el 781, y más tarde en el 786 le impresio-
naron profundamente. A su regreso, la corte se convirtió en un centro de vida inte- a
lectual, y a ella fueron llamados destacados sabios, cuyas orientaciones serían fun- ('
damentales para la aplicación de la reforma . Entre ellos, italianos, como el gramático it
Pedro de Pisa y el historiador Paulo Diácono, los escoceses Clements y Dungal, y
Teodulfo, originario de la Marca Hispánica . En Parma se encontró en el año 781
con el monje anglosajón Alcuino de York, quien jugaría un papel considerable en
el renacimiento carolingio.
El genio político de Carlomagno, el saberse rodear de personas de renombra-
do prestigio y su voluntad centralizadora favorecieron la unificación en todos los
dominios y, más particularmente, en la expresión cultural que representa la grafía.
Carlomagno perseguía tres objetivos : continuar la reforma y la unificación de P
la liturgia ; extender la enseñanza al máximo y el retomo a la práctica de lo escri- tc
to, que fue tan esencial en la administración romana y merovingia. d(
Esto exigía una buena formación de los funcionarios y de los notarios para que
pudieran comprender, interpretar y transmitir las órdenes del rey . De ahí que se el
impusiera una gran reforma. El artículo 72 de la célebre capitular Admonitio gene-
ralis de Aquisgrán, del 23 de marzo de 789, prescribía la corrección de manuscri- u]
tos litúrgicos y alentaba la perfección textual y gráfica en la confección de los libros,
disposiciones que condujeron a una mejor formación de los escribas y a una mayor
eficacia de los scriptoria y centros escriturarios.

5.2. La cuestión del origen de la escritura carolina

Si realizamos un rápido repaso de la historia de la escritura latina hasta el siglo


VIII, nos percatamos de que el origen de un modelo escriturario es el resultado de te
una evolución de un tipo precedente, en la que convergen diferentes causas, unas d~
veces atribuidas a las condiciones materiales (soporte, instrumento, posición del a
copista) y otras a influencias culturales y políticas . Las incesantes variaciones a las
que una escritura está sometida la hacen evolucionar continuamente, pero llega un E:
momento en que estas modificaciones se agrupan para dar lugar a un nuevo tipo . Este te
sería el caso de la minúscula carolina. Vi
El origen de la escritura carolina ha sido largamente discutido y debatido y, de
como bien dice Alain de Boüard, nunca ningún problema, excepto las grandes dis-
putas del siglo xvIII, había dividido tanto como éste a los paléografos . Todavía hoy ci
presenta un notable interés, aunque los recientes estudios paleográficos hayan sub- de
sanado las discrepancias fundamentales existentes particularmente desde finales
del siglo xix y la primera mitad del actual.
Una de las teorías más claras que se barajaron fue la expuesta por el máximo 5.
codicólogo y paleógrafo francés del siglo xix, Léopold Delisle, según el cual, el
scriptorium del monasterio de San Martín de Tours, bajo la tutela de Alcuino, abad
entre los años 796 y 804, fue el centro creador de la minúscula carolina sobre la cL
base de modelos semiunciales . es

Capítulo 5 : La escritura carolina 91

Otros historiadores han visto en esta escritura una reelaboración de modelos


antiguos realizada en la corte de Aquisgrán ya en tiempos del rey Pipino el Breve
(751-768), antes de que llegaran a Francia, llamados por Carlomagno, los sabios
italianos Paulo Diácono, Pedro de Pisa y Paulino de Aquilea.
Una solución a estas cuestiones la dieron destacados paléografos, entre otros
Schiaparelli, Cencetti y Battelli, al considerar como origen de esta escritura el resul-
tado de tendencias escriturarias diversas, ejecutadas en distintos ambientes pero
dirigidas a un mismo fin, que se desarrollaron, no por obra de una persona o de una
escuela, sino en relación con un vasto movimiento cultural de índole general, como
fue el renacimiento de los estudios en tiempos de Carlomagno.
No se trata, por tanto, del nacimiento de una nueva escritura, sino de un largo
proceso de estilización de formas preexistentes que ya se desarrolló en los scrip-
toria de los monasterios situados entre el Rin y el Loira, en los últimos decenios
del siglo vnl, como es el caso de Corbie y de Tours.
La Iglesia tendrá, por consiguiente, un papel importante en su desarrollo, ya que
en las manos de los eclesiásticos estaba depositada gran parte de la cultura y la prác-
tica de la escritura . En esta segunda mitad del siglo vIn es cuando renace la idea de la
unidad del occidente cristiano, que renueva a su vez la unidad del Imperio Romano.
Es probable que en este clima de revisión que reinó en todos los monasterios
de una cierta importancia y el desarrollo de una escritura en distintos centros, uti-
lizando formas preexistentes análogas de origen común, aunque poco conocidas
por los escasos testimonios existentes, condujo en todas partes a un mismo resul-
tado, que se convertiría en el punto de partida de una corriente general . La minús-
cula carolina sería la transmisora de esta idea unificadora y recupería a su manera
la unidad de la escritura antigua.
Dicha escritura servirá al mismo tiempo para usos de la corte y de los monas-
terios. Por su simplicidad y equilibrio se impondrá como escritura única e, imita-
da por los humanistas florentinos, llegará, con ligeras variantes, hasta nuestros días
a través de la imprenta.
Nos hallamos, por consiguiente, ante un retomo puro y simple a la antigüedad.
El renacimiento de las letras y la voluntad política de renovación y de revisión de
textos canónicos fueron el motor de este resurgimiento a partir de la mitad del siglo
vIII . Es aquí, en este contexto, donde hay que buscar los principales componentes
de la minúscula carolina.
El nombre de "carolina" se le atribuye precisamente por haber hecho su apari-
ción coincidiendo con todo este renacimiento que se inició en Francia en tiempos
de Carlomagno.

5 .3 . Difusión y evolución

La minúscula carolina representó el primer desarrollo sistemático de las minús-


culas, que hay que considerar como el paso más importante en la historia de la
escritura desde la tipificación del alfabeto romano .

92 Parte 1: Paleografía

También se desarrolló en esta época una jerarquía de tipos de letra, que servi-
rá para indicar la importancia de la información de un texto . Mientras éste se escri-
bía totalmente en minúscula carolina, se reservaban las mayúsculas romanas, uncia-
les y semiunciales para los incipit, explicit, títulos principales y secundarios, prefacios,
primeras líneas del texto, iniciales, etc.
Desde este momento existieron ya todos los elementos de la escritura moder-
na. Las modificaciones posteriores han sido de tipo práctico o impuestas por las
modas, pero no estructurales.
Esta escritura se extendió por toda Europa, pero con una rapidez diversa según
las regiones . Es habitual que se distingan dos zonas:

— Los territorios que formaron parte del imperio de Carlomagno.


— Los países que se hallaban fuera de él, tales como : Italia meridional, Ingla-
terra y España.

5.3 .1 . Los territorios del imperio

En los territorios del imperio, esencialmente en la región comprendida entre el


Rin y el Loira, la escritura carolina se difundió, no por sustitución sino por trans-
formación, en una zona que representaba una unidad más cultural que política en
la que destacaban las antiguas ciudades romanas de Reims, Amiens, Metz y Lyon,
así como los grandes scriptoria de los monasterios de Corbie, Fleury, Saint-Denis,
Cluny y Tours.

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Figura 5 .1 . Escritura carolina anterior al a . 834 (San Martín de Tours) . Opera patrística
(París, Biblioteca Nacional, Nouv. Acq. Lat. 445, frag . del f.11).

En las regiones germánicas y helvéticas, favorecidas por las disposiciones de


Carlomagno, sobresalieron la escuela de Aquisgrán, sede imperial, Tréveris, Colo-
nia, Salzburgo, Maguncia, Ratisbona, Constanza, además de las fundaciones monás-
ticas de Fulda, Lorchs, Reichenau, Saint-Gall y Einsiedeln . En estos centros, la
nueva escritura se impuso no de manera súbita sino gradual, buscando poco a poco
las formas arcaicas hasta llegar a su grado de perfección. Antes de la mitad del siglo
1x, la minúscula carolina dominaba ya en todas partes.
En el norte de Italia se constata una multitud de tentativas locales, individuales,
no canonizadas y dispersas . En Verona, el arcediano Pacífico (t 844) mandó realizar

Capítulo 5: La escritura carolina 93

218 códices . Bobbio, fundado por san Columbano, mantuvo una relación constante
con Irlanda y fue el scriptorium más activo del reino lombardo ; destaca su rica biblio-
teca, que al final del siglo Ix contaba ya con más de 700 volúmenes . Lucca estuvo
dotado en el siglo VIII de una escuela episcopal en plena expansión, donde se hizo
sentir la influencia de formas insulares y merovingias, dando lugar a una mezcla de
diversos tipos de escrituras . Respecto a Novara, Nonantola, Vercelli y otros centros
de Italia del norte, su actividad no ha sido todavía estudiada, pero indudablemente
jugaron un papel determinante en la historia de la escritura carolingia.
En todas estas regiones europeas, la escritura se mantuvo, hasta el siglo x, bas-
tante uniforme y coherente ; pero, a partir del siglo xi, empezaron a surgir ciertas
particularidades . Un cambio técnico provocado por la aparición en el norte de Fran-
cia y Normandía de unas nuevas plumas cortadas a bisel hará que las formas redon-
deadas de las letras se conviertan en angulosas y quebradas, con marcada diferen-
cia entre los trazos finos y gruesos . Así, la carolina francesa se hace alta y estrecha,
y suavemente va sustituyendo las partes redondas de las letras por angulares, carac-
terísticas que serán llevadas al extremo en Alemania, en donde predominarán los
trazos angulosos, espesos, duros y pesados . Por el contrario, en Italia se manten-
drán las formas curvas y redondeadas.
La influencia de un estilo nuevo, que se adopta a medida que avanza el siglo
xII, hará que la escritura carolina desaparezca definitivamente en el siglo XIII para
dar paso a una multiplicidad de escrituras góticas.

5 .3 .2 . Otros territorios

En los territorios excluidos del imperio carolingio y que no formaron parte del
Sacro Imperio Romano, la situación es más compleja. En el sur de Italia, el proce-
so de evolución de la escritura carolina se centra en "villas" antiguas poderosas,
tales como Gaeta, Nápoles, Amalfi, Sorrento, Vietri, Tarento . No obstante, el cen-
tro religioso y cultural más relevante, el monasterio de Montecasino, continuó usan-
do la escritura beneventana . Dicha escritura no se vio sometida a la influencia de
la minúscula carolina y perduró hasta el siglo xii, momento en que fue sustituida
por la gótica.
En Inglaterra, la minúscula carolina fue implantada en el siglo x . Entre las dife-
rentes relaciones establecidas por este país con el continente, merecen destacarse
dos vías a través de las cuales llegó esta escritura a las islas : primero, por vía reli-
giosa, a través de la reforma monacal y litúrgica de los cluniacenses ; y sobre todo,
a fines del siglo XI, por la conquista de Inglaterra por Guillermo el Conquistador
(en 1066, batalla de Hastings) . De esta manera fue abriéndose paso la carolina en
las islas, quedando el tipo anglosajón para los textos en lengua vulgar.
En España, aunque se analizará más detenidamente la difusión de la escritura
carolina en un apartado específico dentro de este mismo capítulo, la situación es
muy parecida a la del sur de Italia, excepto la región catalana, que durante los siglos
Ix y x recibirá fortísimas influencias francesas . Será necesaria la reforma litúrgica

94 Parte 1: Paleografía

del papa Gregorio VII, promovida por los monasterios cluniacenses y los obispos
de Francia a fines del siglo x, para ver a la escritura carolina prevaleciendo en los
manuscritos . La escritura visigótica se hallaba muy arraigada, y sólo muy paulati-
namente fue sustituida por la carolina.
De todas formas, cuando la carolina se hizo habitual en estos territorios que no
formaron parte del imperio carolingio, empezó a perder la pureza y la unidad que
había mantenido en toda Europa a lo largo de los siglos Ix y x y a diversificarse
por regiones.

5.4. La escritura carolina en los códices

En relación con la época precedente, que se caracterizó por los particularismos


gráficos y provocó cierto confusionismo, el período de la minúscula carolina se
presenta coherente y poco sensible a los movimientos internos . Desde comienzos
del siglo Ix hasta los inicios del XII, el desarrollo de esta caligrafía va a reflejar la
unidad del mundo medieval.
Nació como escritura libraria, y ya a finales del siglo VIII se usó para la copia
de códices . Si se convirtió en la escritura universal de todo el Occidente es porque
respondía a una necesidad detectada en los grandes centros intelectuales para sim-
plificar las grafías entonces en uso, muy complicadas y a veces ilegibles.

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uu.dekcez' nec :tunda. cfi nr , pu.pw . nec au .
*Alza. d,euurre' con 1 r-uo I'quornodo Zufti.ctafdii
Figura 5.2. Escritura carolina del siglo X (Bobbio) . Walafridus Strabon, Vita sancti Galli
(Turín, Biblioteca Universitaria).

Aunque especialistas como el alemán Bernhard Bischoff [1953 : 7-14] han dis-
tinguido dos tipos caligráficos de escritura carolina, uno para el cuerpo del texto y
otro para las glosas, y, además, han detectado en el seno de la minúscula carolina
una gran variedad de tipos locales en la primera mitad del siglo Ix, estas variantes
no alteran el aspecto uniforme de la escritura.

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Figura 5 .3 . Escritura carolina de glosas, s . 1x (San Martín de Tours) . Vergilius Turonensis
(Berna, Biblioteca Nacional, Ms . 165, frag. del f. 192).

Capítulo 5: La escritura carolina 95

La estabilidad gráfica, por tanto, es bien patente y predominó durante dos siglos.
Precisamente esta canonización de la escritura presenta a veces algún problema de
datación . Desgraciadamente, la mayor parte de los textos conservados están des-
provistos de colofón, es decir, de datos tan esenciales como el nombre del copista,
la fecha en que concluyó su labor y el lugar donde se realizó . Lo importante para
estos artesanos, que trabajaban en el silencio del scriptorium sin dar importancia
a su identidad, era que la obra estuviera copiada y pudiera ser útil.
La duda y el error en que se puede caer al datar un códice de esta época puede
incluso llegar a ser de medio siglo o más . No obstante, los escasos manuscritos que
tienen colofón o en que consta alguno de los tres elementos que lo constituyen han
sido reunidos en un corpus y editados . Su cotejo con los diplomas, en los que siem-
pre consta la fecha, puede servir de punto de apoyo para verificar la cronología de
los manuscritos no datados.
No pretendemos dar una relación exhaustiva de los códices carolinos existentes,
sino que citaremos únicamente aquellos que se pueden considerar clásicos de esta
escritura. Son de tipo litúrgico de lujo, y su ejecución fue encargada por Carlomag-
no o por algunos de los dignatarios de su corte . Destacan : el Evangeliario que por
orden del emperador fue confeccionado entre los años 781 y 783 por Godescalco,
quien le puso, en letra carolina, una dedicatoria en verso, mientras el texto está escri-
to en uncial (París, Bibl . Nac., Nouv. Acq. 1203); el Evangeliario de Ada (Tréveris,
Bibl. Nac. cod . 21), que perteneció a una abadesa de este nombre, quizá la hermana
de Carlomagno ; dos Biblias de Teodulfo, obispo de Orleans, una de ellas conserva-
da en la catedral de Puy y la otra en París (Bibl . Nac., Ms. lat. 9380) ; el Salterio escri-
to por Dagulfo entre 783 y 795 y donado por Carlomagno al papa Adriano I (Viena,
Bibl. Nac. Ms. 1861). Por otra parte, cabe destacar la Biblia de Alcuino (París, Bibl.
Nac., Ms . lat. 8847), escrita en Tours hacia el año 800, en la que parece que se qui-
so establecer una cierta gradación jerárquica entre las partes constitutivas del manus-
crito al recurrir a diferentes tipos de escrituras.

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u~►trt1,u(ts~e .st1me► rutuertsaf eCUOLAztCt
atre : Rtbf'u-r„,., e,t'COC. eás•~U :

Figura 5 .4 . Biblia de Alcuino (Zúrich, Biblioteca Cantonal, C I, frag . del f. 6).

La mayor parte de los códices son generalmente de tipo litúrgico ; a través de


sus iluminaciones, se han logrado detectar las escuelas y los scriptoria de donde
procedían y sus rasgos más diferenciales .

96 Parte 1: Paleografía

5.5 . La escritura carolina en los documentos

Aunque la escritura carolina fue pensada para ser una escritura caligráfica, se
usó también en los documentos, si bien la transición a las nuevas formas fue más
lenta, ya que la cancillería imperial estaba acostumbrada a la cursiva y sólo de una
manera pausada fue aceptando los modelos sentados o redondos . De esta forma se
desarrolló una escritura de aspecto muy característico, a la que los paleógrafos fran-
ceses han dado el nombre de "minúscula diplomática" . Con fuerte resistencia, has-
ta el siglo xi no se adoptó la carolina en aquellos lugares o instituciones que tení-
an un estamento profesional consolidado de escribas, como la cancillería pontificia,
los notarios italianos, etc . Se puede decir que el proceso unificador se vería cum-
plido cuando la cancillería pontificia decidió por fin en la undécima centuria adop-
tar la escritura carolina.
Por el contrario, en los documentos privados evolucionó más rápidamente . A
partir del siglo ix, especialmente en las regiones donde no sobrevivieron las anti-
guas formas de la minúscula cursiva o donde no existía el uso diplomático de una
escritura nacional, se escribía por completo en minúscula carolina.
En estos documentos se conservan las características librarias, con cierto aire
más libre y menos regular, pero sin dar lugar a un tipo cursivo . Su rápida difusión
se explica por el hecho de que los escribas que los redactaron eran generalmente
los mismos clérigos habituados a la copia de libros.

5.6 . Características gráficas

La escritura carolina se caracteriza por sus letras redondeadas, adaptadas a los


movimientos de la mano y de la pluma, de módulo equilibrado y uniforme y escri-
tas en un sistema de cuatro líneas . Generalmente, permanecen siempre aisladas
unas de otras, lo cual obliga a levantar cada vez la pluma del soporte y hace que
las palabras den la impresión de no estar separadas entre sí . Su trazo no presenta
contraste y está ejecutado como un dibujo aislado y completo, dividido en tiempos
y secuencias que deben inscribirse necesariamente siguiendo un orden y un senti-
do preestablecido y obligatorio.

aL 2 r r
2
1
2

Figura 5 .5 . Orden y sentido de los trazos.

Se trata de una escritura de formas claras, regulares y armónicas en su conjun-


to, que presenta un equilibrio entre el cuerpo de las letras y las astas, característi-

Capítulo 5 : La escritura carolina 97

cas que la convirtieron en un determinante esencial para la supervivencia de la lite-


ratura clásica, pues todo el mundo podía leer con facilidad y placer.

5.6.1. Morfología de la letra

Si tenemos en cuenta el largo período vital de la carolina desde sus orígenes en


el siglo VIII hasta su transformación en letra gótica en el siglo xIII, no es extraño
que especialistas como el Prof . Battelli [1949 : 193-197] se hayan esforzado en el
transcurso de este tiempo en hallar algunos elementos de datación.
Las letras presentan siempre formas minúsculas, excepto la n, que en los pri-
meros tiempos puede ser mayúscula . En este primer período (ss. viII-Ix) utiliza
pocos nexos y enlaces y está desprovista de abreviaciones ; en el siglo X se intro-
duce la e con cedilla para representar el diptongo ae, siendo más raros los elemen-
tos cursivos ; en el siglo xi, se advierte un mayor cuidado en su ejecución ; las pala-
bras se hallan bien separadas y empieza a usarse el guioncito a final de línea para
indicar que un término prosigue en la línea siguiente ; las variantes de la carolina
se implantan en las diferentes regiones de Europa . En la duodécima centuria las
abreviaciones se multiplican; la e cedillada es reemplazada por e simple ; se intro-
duce el uso del signo diacrítico en la doble i para distinguirla de la u ; en este momen-
to, la escritura adquiere un aspecto particular en su transformación hacia la gótica.
Se puede decir que los caracteres morfológicos de la minúscula carolina son muy
parecidos a los de nuestra minúscula actual, a excepción de algunas particularidades,
como : la sustitución de la s mayúscula de doble curva por la s alta ; la b, se compone
de dos trazos bien diferenciados (asta y ojo) ; la d puede ser de dos tipos : minúscula
y uncial ; la e se realiza en tres trazos (base redonda, curva superior y trazo mediano
que la cierra y se prolonga hacia fuera) ; la f y la s, en tres o dos trazos respectiva-
mente ; la t prolonga muy débilmente el astil por encima del travesaño.

5.6.2 . Enlaces y nexos

Los enlaces que se advierten en la ejecución de esta escritura son los deriva-
dos de las formas cursivas (ct, et, nt, rt, st), trazados de forma caligráfica y, por
consiguiente, desprovistos de espontaneidad . De éstos, los más típicos correspon-
den a la unión de las letras c-t y s-t que se mantuvieron en la imprenta hasta el siglo
xviu . Además, el nexo formado por las letras e-t, que ha llegado hasta nuestros
días sobre todo en el dominio comercial .

th.
ct st et

98 Parte 1: Paleografía

5.6.3. Abreviaturas

La línea o una pequeña rayita se convierte en el signo general de abreviación por


excelencia en la escritura carolina, que tanto puede designar una contracción como
una suspensión. Según sean su uso en determinadas letras y su forma (horizontal, ondu-
lada, oblicua), pasará a tener un significado especial . Sirvan de ejemplo : per y pro con-
tinentales, pre, quod, que, qui y la desinencia -ruin de los genitivos plurales.
Cabe señalar la introducción durante el desarrollo de la carolina del sistema de abre-
viación por letras sobrepuestas . Estas aparecen escritas en la parte alta del renglón sobre
otra letra u otras letras y representan la existencia de una abreviatura por contracción,
que puede indicar tanto la ausencia de una sola letra como de más de una . La letra sobre-
puesta puede ser vocal o consonante, aunque es mucho más frecuente la vocal.

5.7. La escritura carolina en la Península Ibérica

En el origen de la escritura carolina en la Península Ibérica hay que distinguir


dos fases bien diferenciadas y separadas por dos siglos.
La primera fase se sitúa hacia la mitad del siglo ix y afecta a los territorios gra-
dualmente arrebatados por los francos al poder musulmán, que constituyeron la deno-
minada Marca Hispánica . Se trata de los condados de Barcelona, Gerona, Osona,
Besalú, Cerdaña, Urgel, Ampurias, Pallars y Ribagorza, mientras en los territorios
restantes de Cataluña que formaban parte de la España musulmana, como eran Léri-
da, Tarragona y Tortosa, se usó todavía en el siglo xi la escritura visigótica.
La segunda fase tiene lugar en Asturias, Castilla, León y Toledo hacia finales
del siglo xi y comienzos del xII ; en Aragón y Navarra, hacia la mitad del siglo xII;
lo mismo sucede en Galicia y Portugal, aunque subsisten aquí hasta el siglo xm algu-
nos casos aislados escritos todavía en visigótica . De las zonas de Al-Andalus que
se fueron reconquistando, poca cosa se sabe . Sólo hay constancia de que en las parro-
quias que formaban el cinturón de Toledo, habitadas por mozárabes del Sur, se con-
servó la escritura "nacional" hasta el final del siglo XIII.
El hecho de que llegara con mucho más retraso la escritura a esta parte occi-
dental de la Península obedece a varios motivos : la resistencia a la innovación de
la escritura ; el deseo de no abandonar las formas gráficas que durante tantos siglos
los escribas habían aprendido y, finalmente, la situación geográfica, más alejada
de los centros escriturarios francos.

5.7.1. La escritura carolina en Cataluña

Son varias las razones históricas que testimonian la rápida influencia francesa
en Cataluña . Es bien sabida la intervención que los francos tuvieron en la libera-
ción de las tierras catalanas después de la invasión musulmana, así como que estas
tierras hispánicas pasaron, a causa de aquella intervención, a formar parte del rei-

Capítulo 5: La escritura carolina 99

no franco . Carlomagno llegó hasta Gerona y Urgel en 785, y la ciudad de Barce-


lona fue entregada a su hijo Ludovico Pío en el año 801, con lo cual se lograba la
coronación de aquella empresa liberadora.
A partir de estos momentos, la Marca Hispánica queda bajo el dominio políti-
co y la administración de los reyes francos, con todas las consecuencias naturales
de sujeción que una situación parecida supone . Los condes del país, delegados de
la autoridad francesa, tendrán que acudir regularmente a las asambleas del reino.
A su vez, los territorios que los francos iban reconquistando dentro de Catalu-
ña pasaban a depender de la provincia eclesiástica de Narbona . De esta forma, los
obispos y los abades, acompañados de la alta clerecía, serán convocados a los con-
cilios generales francos.
Unos nexos estrechos de relación se establecen a consecuencia de estos fre-
cuentes contactos, y los sectores dirigentes de la denominada pre-Cataluña vivirán
inmersos en la atmósfera general de la comunidad cultural difundida por aquella
gran construcción de unidad que fue el imperio carolingio.
Este hecho conllevó una serie de cambios en muchos terrenos, entre ellos la
escritura y la forma de datar los documentos . Efectivamente, con motivo de las
constantes relaciones establecidas entre la administración imperial y los condados
catalanes, la escritura carolina se va haciendo familiar en la Marca Hispánica, así
como la forma de fechar los documentos según el reinado de los reyes francos.
Si, por una parte, una gran cantidad de documentos iban y venían de la corte a
la Marca Hispánica, o viceversa, escritos todos ellos en escritura carolina, tampo-
co se hizo esperar la llegada de códices litúrgicos y culturales con el fin de susti-
tuir el culto visigótico o mozárabe por el rito francés o galicano, como consecuen-
cia del renacimiento cultural carolingio.

A) La escritura carolina en los documentos

Cabe señalar que del siglo ix se conservan más de ochenta documentos origi-
nales y que no sólo su número, sino también su calidad, es muy superior a la de los
códices . Su distribución, no obstante, es muy irregular, tanto en lo que concierne
al ámbito geográfico como al cronológico, cuyas fechas van del año 815 al 900.
Gracias a las últimas investigaciones llevadas a cabo [A .M. Mundó-J . Alturo:
1987, 132], se pueden detallar con una periodización bastante precisa las caracte-
rísticas concernientes a la escritura carolina en esta zona durante la novena centu-
ria. Destaca la presencia de tres tipos de grafías : visigótica pura, mixta visigótico-
carolina, con mayor o menor predominio de un tipo o de otro, y minúscula carolina
con escasas reminiscencias visigóticas.
Anteriores al año 850 sólo se conservan ocho documentos, la mayor parte urge-
litanos . El más antiguo es del año 815 y muestra uno de los más primitivos ejem-
plos de visigótica cursiva catalana . A pesar de que en esta primera mitad del siglo
ix predomina la escritura visigótica con sus variantes cursiva y semicursiva, cabe

100 Parte 1: Paleografía

señalar que a partir del año 833 se muestra algo alterada por la presencia de algu-
nos elementos carolinos, tanto en el trazado de las letras como en las abreviaturas.

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Figura 5 .6. Acta de consagración de Santa María de Lillet (a . 833) (Archivo Capitular
de la Seo de Urgel, Consagraciones de iglesias).

Durante la segunda mitad del siglo, se multiplican los ejemplos conservados,


aunque no varía demasiado la zona de procedencia . En ellos se observa que la escri-
tura visigótica va cediendo terreno a la carolina, sobre todo a partir de la década de
los 70, y da lugar a una escritura totalmente mixta . Por estas fechas se sitúa la famo-
sa y tan discutida acta de consagración de la Seo de Urgel, cuya escritura puede ca-
lificarse de visigótica semicursiva documental influida por la carolina.
De los últimos diez años del siglo, nos han llegado ejemplos claros de una caro-
lina bien consolidada, persistiendo en casos aislados, sobre todo en diplomas de Urgel
y Berguedá, algunos elementos típicamente visigóticos, como por ejemplo el Crismón
o invocación monogramática, más frecuente precediendo la subscripción del escri-
bano.
En concreto, pues, las dos modalidades de escritura, visigótica semicursiva y
la mixta visigótico-carolina, continuarán usándose todavía en los primeros años del
siglo x, aunque su desarrollo quedará restringido al ámbito rural . Mientras en los
ambientes eclesiásticos de las catedrales y los monasterios y en círculos sociales
de los condes de Barcelona y de Urgel, se adaptó sin dificultad el tipo más puro de
carolina, en las parroquias rurales, por el contrario, persiste alguna forma de letra
visigótica más por inercia que por conciencia de tradición . En este período, la
escritura de estos últimos ambientes, en contacto con el pueblo sencillo, es des-
cuidada y anárquica . En un principio, F . Udina Martorell propuso denominarla
"carolina condal", expresión que, si bien era adecuada para una parte del período
cronólogico, no así para el ambiente en que se desarrollaba . Por ello, Mundó
(L'escriptura i la codicologia, p . 101) no dudó en bautizarla más tarde con el nom-
bre de «carolina rural».
La carolina pura domina totalmente desde mediados del siglo x hasta comien-
zos del x11, excepto en la zona de Ribagorza, en que la visigótica perduró muy con-
taminada hasta alrededor del año 1000.
Durante este período no habrá distinción alguna entre la minúscula libraria y
la cursiva documental, ya que códices y documentos serán escritos por los mismos
copistas, la mayor parte de ellos eclesiásticos . La única diferencia se hallará en el

Capítulo 5: La escritura carolina 101

tamaño de las letras, menor en los documentos, y un cierto descuido en la docu-


mentación rural.

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Figura 5 .7 . Fragmentos de un códice del s . x y de un documento del a . 983 escritos por el


mismo copista (Gerona, Archivo Capitular, a) Ms . 4. b) Perg . 23).

Dos características especiales en el escatocolo o parte final del diploma cabe


destacar en la documentación carolingia catalana. Por un lado, la fecha, que, como
se ha dicho, sigue el cómputo del reinado de los reyes francos hasta aproximada-
mente el año 1182, en que este sistema será sustituido por el de la Encarnación.
Por otro lado, la presencia de firmas autógrafas de personajes que actuaron de
testigos o confirmantes nos informa de que la mayor parte de ellos eran eclesiásti-
cos, pues consta a continuación de su nombre, su condición de presbiter, sacerdos,
clericus, sacrista, etc.

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vua-v-.LLL . Lt.D>QPe-J
Figura 5 .8 . Fragmento de escatocolo de un documento en el que constan firmas
autógrafas (Arenys de Mar, Archivo Histórico Fidel Fita, perg . 23).

Estos mismos términos que suelen aparecer, ya escritos con todas sus letras, ya
en forma de monograma o empleando otro sistema de abreviación, acompañando
el nombre del escribiente, constatan que la cultura del momento estaba básicamente
en manos de la Iglesia, aunque en algunos testigos figura sólo su nombre, sin espe-
cificar su condición . En este caso, podría tratarse de un laico o, más particular-
mente, de algún juez.
Estas menciones, sin rasgos de vinculación eclesiástica alguna, se harán más
frecuentes a medida que avance el tiempo, mientras se va desarrollando poco a
poco una escritura documental claramente cursiva y diferenciada de la libraria, aun-
que las dos fueran trazadas por la misma persona.
102 Parte 1: Paleografía

Estos cambios se introducen en la cancillería real en los últimos decenios del siglo
xii, como fruto de la cursivización que se produjo en toda Europa entre los años 1160
y 1170, y tal vez procedentes del notariado italiano . Este tipo de escritura, según Mun-
dó (L'escriptura i la codicologia, p. 103), pasaría a denominarse "cursiva gótica inci-
piente de cancillería o notarial", según su uso tuviera lugar en uno u otro ambiente.

B) La escritura carolina en los códices

Mientras las piezas documentales escritas en Cataluña son, como acabamos de


ver, abundantes en la novena centuria, no ocurre lo mismo con los códices.
Los más antiguos conservados, escritos inmediatamente después de la recon-
quista, se presentan en una visigótica que podríamos considerar pura en cuanto a
las formas, pero con un ductus peculiar que a medida que avanza el siglo IX reci-
birá una paulatina influencia de la escritura carolina.
Ya a partir de mediados de esta novena centuria, la carolina no sólo afectará al
ductus, sino que ciertas de sus letras típicas se irán introduciendo en los textos y
contaminarán las formas visigóticas.
Entre los ejemplos librarlos más antiguos de origen catalán merece destacarse un
grupo de textos del Liber Iudicum, conservados actualmente en París (Bibl . Nac. Lat.
4667) y Barcelona (ACA, Ripoll 46, hojas de guarda), los dos procedentes con toda
probabilidad de Gerona, y un tercero que pertenece a una colección particular de Vic.
La escritura pasa de visigótica en el primero a una visigótica con fuertes influencias
carolinas en el segundo y a una mixta visigótica-carolina en el tercero.
No habrá acabado el último decenio del siglo ix cuando ya predomina la escritura
carolina, con escasos elementos visigóticos, como se puede observar en dos frag-
mentos, el primero de los cuales contiene un texto isidoriano y está conservado en la
Biblioteca del Monasterio de Montserrat (1104-I) ; el segundo es un Commentarium
in Matthaeum y se halla custodiado en la Biblioteca Nacional de Cataluña (2541).
A partir del siglo x ya se incrementa el número de fragmentos e incluso de códi-
ces enteros en perfecta carolina, como la magnífica Biblia románica de la Seo de
Urgel, de mediados de siglo, o el célebre Martirologium Adonis escrito en la cate-
dral de Gerona por el copista Riquer entre los años 960 y 980 . Pero tendremos que
esperar el siglo xi para alcanzar el máximo apogeo escriturario . Entre los códices
catalanes de esta centuria se sitúa en primer lugar el escurialense Z .II.2, que lleva
por título Liber iudicum popularis y fue acabado en Barcelona el 11 de julio de
1011 por el juez y clérigo Bonushomo, según se desprende de la lectura de una nota
inicial que hace la función de colofón.
Nos extenderíamos demasiado si diéramos tan sólo una lista de los códices más
sobresalientes de esta centuria . Gran parte de ellos están provistos de una peculiar
decoración románica, sobre todo en lo que concierne a las letras iniciales, basadas
en formas geométricas combinadas con elementos vegetales y animales, cuyas
características han sido ampliamente estudiadas por Pedro Bohigas (La ilustra-
ción . . .).
Capítulo 5: La escritura carolina 103

La máxima ornamentación en los códices de este período la podemos apreciar


en las dos Biblias escritas en Ripoll, una de ellas denominada erróneamente "de
Farfa" y conservada en la Biblioteca del Vaticano, y la otra conocida como "Biblia
de Rodes", por hallarse en el monasterio de San Pedro de Rodes en el siglo XII, de
donde la sustrajo el mariscal Noailles cuando invadió Cataluña en 1693, y que
actualmente está custodiada en la Biblioteca Nacional de París.

Figura 5 .9. Detalle de una inicial (Barcelona, Archivo de la Corona de Aragón,


Fondo de Ripoll, Ms. 52, f. 140).

La carolina totalmente pura que se trazó en Cataluña en este período no pre-


senta casi ninguna distinción de la usada en el resto de Europa.
Por otra parte, tampoco existen, como se ha dicho, muchas diferencias entre la
carolina de los códices y la de los documentos, según se desprende de su cotejo en
ejemplos escritos por la misma persona, cuya procedencia se vincula particular-
mente al monasterio de Ripoll o a la catedral de Vic, donde actuaban el monje Arnau
o el canónigo Ermemir Quintiliá, respectivamente, bajo las órdenes del gran abad-
obispo Oliba. Los ejemplos se repiten en otros escritorios, como en el de la cate-
dral de Gerona, o en los grandes centros de Barcelona, San Cugat, Urgel, Roda de
Ribagorza, Elna y Cuixá, que tuvieron una gran actividad escrituraria.
Como en el resto de Europa, se dejan sentir también en Cataluña las modifica-
ciones provocadas por el corte de la pluma en forma de bisel, que tuvo lugar aquí
antes de la mitad del siglo x11 . A partir de este momento, y hasta el siglo XIII, será
difícil poner un nombre a esta escritura de transición que a veces tendrá más carac-
terísticas nuevas que tradicionales o al contrario . Mundó (L'escriptura i la codi-
cologia, p. 103) ha sugerido la terminología de "minúscula postcarolina" en los
textos que datan de principios del siglo XII hasta la mitad del mismo, en cuyo perí-
odo la escritura no presenta todavía bien definido el contraste entre los trazos grue-
sos y los finos, y los términos "pregótica" o "protogótica" para aquellos ejemplos
desde la mitad del siglo XII a los primeros años del XIII en que se advierte mejor
dicho contraste y los trazos aparecen más quebrados y angulosos .
104 Parte 1: Paleografía

Una muestra de esta escritura de transición la hallamos en el célebre Liber feu-


dorum maior, cartulario conservado en el Archivo de la Corona de Aragón, com-
pilado por orden del rey Alfonso I de Cataluña-II de Aragón, del cual se conocen
el copista, Ramón de Sitges, y la datación (1192).

5.7.2 . La escritura carolina en Castilla y León


A lo largo del siglo xi se desarrollaron cambios importantes que afectaron a la
España cristiana del Norte y también a la musulmana . Por una parte, Castilla se con-
virtió en reino, uniéndose con León en la persona del mismo monarca . Y por otra, en
el año 1036 desaparece el califato de Córdoba . Entretanto, los reyes cristianos harán
avanzar la Reconquista, poniendo sus fronteras en los valles del Tajo y del Ebro.
La introducción de la escritura carolina y su posterior desarrollo, hasta llegar
a la culminación, tuvo lugar entre los reinados de Alfonso VI (1072-1109) y Alfon-
so VII (1126-1157).
Son varias las causas que se atribuyen al cambio de escritura de la "nacional"
a la carolina : las influencias francesas que llegaron a la corte del rey Alfonso VI,
básicamente con motivo de sus matrimonios con sus dos primeras esposas, Inés y
Constanza ; la Cruzada borgoñona que ocasionó la introducción en la corte de per-
sonas francesas ; la atracción del Camino de Santiago, que dio lugar a continuas
peregrinaciones a Compostela, y la llegada de los monjes cluniacenses, al servicio
de la política del papa Gregorio VII (1071-1083), para ocuparse del problema del
cambio de rito mozárabe por el romano y también de la monarquía castellano-leo-
nesa . Cada uno de estos aspectos contribuyó en el terreno gráfico, ya que las per-
sonas que llegaban de más allá de los Pirineos dominaban la carolina y continua-
mente introducían libros y documentos en esta escritura.
También se ha dicho que el cambio fue tajante, debido a una decisión sobera-
na, apoyada por las disposiciones del concilio de Burgos del 1080, que decretó la
desaparición del rito mozárabe, y por las del supuesto concilio de León de 1090,
que prohibió el uso de la visigótica como escritura de libros litúrgicos.
No obstante, la crítica moderna pone en entredicho la existencia del concilio
de León por el hecho de que no nos han llegado sus cánones y, de que además, se
continuó escribiendo en visigótica con posterioridad a sus decretos . De manera que
el cambio a la nueva escritura no se produjo de forma súbita, sino que fue asimi-
lándose paulatinamente desde finales del siglo xi.

A) La escritura carolina en los documentos

En lo que hace referencia a la escritura documental castellano-leonesa del ciclo


carolino, al igual que se ha hecho en el apartado de Cataluña, también se comien-
za por el análisis de los documentos que, por conocerse con seguridad su fecha
tópica y crónica, permiten seguir mejor la evolución de la escritura. En primer lugar,
Capítulo 5 : La escritura carolina 105

hay que advertir que la implantación de la carolina en ambas coronas fue tan tar-
día que no faltan autores que la hayan tildado de escritura gotizante o gotizada.
La transición se inicia en los diplomas reales de Alfonso VI en la segunda mitad
del siglo XI, aunque con pleno predominio de la escritura "nacional" . Efectivamen-
te, mientras en los documentos de Alfonso VI dominan las escrituras cursiva visigó-
tica y minúscula visigótica, esta última con alguna contaminación de elementos caro-
lingios, sobre todo en el sistema abreviativo, en los de la reina doña Urraca (1109-1126),
alterna la minúscula visigótica, muy contaminada, con la carolina.
Con Alfonso VII se acaba definitivamente el período de duración de la visigó-
tica, entonces ya impura, influida también por la nueva escritura . Cabe señalar en
este reinado que con la llegada a la cancillería real de dos personajes franceses, el
maestro Hugo, como canciller, y Giraldo, como notario, se desarrollan rápidamente
las formas carolingias.
A partir de este momento, se inicia un período, hasta comienzos del reinado de
Alfonso X el Sabio, en que tanto en la cancillería castellana como en la leonesa, ten-
drá lugar una escritura uniforme de la que se distinguen dos tipos diferentes (M a Jose-
fa Sanz Fuentes (Paleografía . . ., p. 529) : la carolina común, usada en los documen-
tos particulares y en los cancillerescos no solemnes, y una escritura carolina de astas
alargadas, con los extremos curvados, que recibe el nombre de "minúscula diplomá-
tica" y que se trata de la interpretación cancilleresca del alfabeto de la carolina común.
Este tipo se usará en la cancillería real para los documentos de mayor solemnidad,
en las cancillerías eclesiásticas y también en la documentación privada.

arma mal . oono m JOMn0 adeon!o unbande peas

1., ~ 1.4,, 3 ,5, uw aoLImae o r. at CO t 1111 Jotwi1 n18

a) b)

Figura 5 .10. Fragmentos de dos documentos castellano-leoneses que muestran los dos tipos de escritura
en uso en la segunda mitad del siglo xu (Madrid, Archivo Histórico Nacional, a) ordenes Militares,
caja 358, frag . del doc . núm . 3 (año 1185) . b) Clero (Sahagún), carpeta 903, frag . del doc . núm. 12
(año 1186).

Faltan todavía muchos estudios relacionados con la implantación de la escritura


carolina en el campo documental, sobre todo en los scriptoria monásticos caste-
llano-leoneses, al estilo del que realizó M a Isabel Ostolaza [1987] en lo que con-
cierne a los cenobios de Sahagún, Eslonza, Escalada, Espinareda y Carbajal . Sus
investigaciones detectan que la sustitución de la escritura visigótica por la caroli-
na se produjo por una captación de la estética carolina, que los escribas fueron asi-
milando desde fines del siglo xI, en Sahagún a comienzos del siglo xII. Dicha asi-
milación no se limitó a la escritura, sino también a la presentación y la disposición
106 Parte 1: Paleografía

del texto, a los espacios en blanco y a la separación de signos de validación en rela-


ción con el resto del documento.
Este tipo de documento fue adquiriendo una mayor simplicidad, que se mani-
fiesta asimismo en el formulario y en los gustos decorativos, especialmente en los
crismones, y en las vacilaciones en el trazado del monograma de los amanuenses,
que unas veces sigue la tradición visigótica y otras se ejecuta a la manera francesa.
En este aspecto, es de interés señalar los relevantes reinados de los inmediatos
sucesores de Alfonso VII, tanto en el campo escriturario como en el diplomático.
En la segunda mitad del siglo xll, con Fernando II (1157-1188) y Alfonso IX (1188-
1229) de León, por una parte, y con Alfonso VIII (1158-1214) de Castilla, por la
otra, se completa y perfecciona la organización de la cancillería y se establece una
diferencia definitiva entre documentos solemnes y no solemnes.
En efecto, fue durante el reinado de Fernando II cuando hizo su aparición el
denominado «privilegio rodado», que se convirtió en el documento más solemne
típicamente español de la cancillería castellano-leonesa, en el que destacaba la rue-
da o «rota» que desde el pontificado de León IX (1048) caracterizaba las grandes
bulas pontificias . Contrastan con este tipo instrumental otros documentos de for-
mulario más simple que han sido calificados con el nombre de «cartas abiertas» y
«mandatos».
Mientras los documentos de mayor solemnidad fueron escritos con la citada
minúscula diplomática, en los tipos más sencillos la escritura se presenta como un
anticipo de la cursiva que habría de desarrollarse desde mediados del siglo siguien-
te en el ciclo gótico.
Una última consideración digna de señalarse es que en los textos diplomáticos
de carácter particular la adopción de la carolina se retrasó de veinticinco a cincuenta
años y que, a medida que avanzaba el siglo xil, el latín fue cediendo terreno a la
lengua vulgar . Este cambio, no obstante, no significará una transformación de la
escritura, sino que supondrá la creación de nuevas abreviaturas.

B) La escritura carolina en los códices

Los paléografos, cuando han de hablar de la escritura carolina libraria en el


occidente peninsular, dice Floriano, lo hacen como un prólogo brevísimo al desa-
rrollo de la escritura gótica.
El hecho se explica por la escasez de códices que nos han llegado, debido —como
queda dicho— a la perduración hasta el siglo XII de la escritura visigótica, de mane-
ra que cuando aparece la carolina en Castilla, en otros lugares se hallaba ya esta
escritura en plena fase de transformación hacia la gótica.
Mientras algunos códices de principios del siglo xii revelan claras influencias
carolinas, sobre todo en lo que concierne al uso de letras sobrepuestas, como es el
caso del denominado Becerro gótico de Sahagún, escrito por el calígrafo Munio
en 1110, otros, por el contrario, como el famoso Liber testamentorum ecclesiae
Ovetensis o Libro de los testamentos, que ha venido teniendo como marco crono-
Capítulo 5 : La escritura carolina 107

lógico el episcopado de don Pelayo (1101-1130) y que —entre las fechas más pro-
bables que se barajan– fue terminado entre los años 1109 y 1112, mantienen una
escritura visigótica pura, sin influencias extrañas.
Conviene indicar que en un ejemplar de las Homilías de san Agustín, el códi-
ce español más antiguo en letra carolina con fecha conocida de la región occiden-
tal, que fue escrito en Toledo en el año 1105 por orden del arzobispo don Bernar-
do, ya se detecta vagamente alguna tendencia a las formas angulosas.
A partir de la segunda mitad del siglo xII, la transformación de la escritura hacia
los cánones góticos se acentuará en un número considerable de manuscritos con fecha
segura. En todos ellos su escritura manifiesta trazos quebrados y geométricos de tal
forma que a veces ha sido más bien denominada pregótica y no carolina.

5.7.3. La escritura carolina en Navarra y Aragón

La historia nos explica que con Sancho Garcés III el Mayor (1000-1035), el
reino de Navarra adquirió una verdadera importancia . Sus relaciones con los esta-
dos europeos occidentales facilitaron la introducción en León, Castilla y Navarra
del léxico y las instituciones típicamente feudales y permitieron la llegada de mon-
jes cluniacenses . A ellos se debió la supresión del rito mozárabe y la adopción de
la liturgia romana, que es el símbolo de esta apertura de España a la Europa medie-
val . Sancho III facilitó también el paso por sus reinos de los peregrinos europeos
que se dirigían a Compostela. De esta forma nació el camino de Santiago, que se
convirtió bien pronto en ruta comercial y vía de intercambio entre la economía
europea y la hispano-musulmana.
Mientras la hegemonía lograda con Sancho III desaparece con su muerte en
1035, el pequeño condado de Aragón, que se había incorporado a Navarra duran-
te el siglo x, recuperó su independencia . Efectivamente, Sancho III de Navarra, al
morir, dividió sus estados entre sus hijos legítimos y cedió el condado de Aragón
aun primer hijo bastardo, Ramiro I (1035-1063), el fundador de la dinastía arago-
nesa independiente (1054), que había de durar más de un siglo.
A partir de este momento, surge una nueva etapa política y en cierta manera
institucional, pues el antiguo condado se transformó en el nuevo reino de Aragón
por obra del hijo de Ramiro I, Sancho Ramírez (1063-1094) . Además, en 1076, al
morir asesinado Sancho IV de Navarra en Peñalén, Sancho Ramírez se convirtió
en rey de Aragón y de Navarra, unión que duró hasta 1134.
Durante este reinado tuvieron lugar acontecimientos importantes, tales como la
infeudación del reino aragonés a la Santa Sede, la introducción de la liturgia romana, la
influencia decisiva de algunos monasterios, especialmente el de Siresa, en el valle de
Hecho, que desde la primera mitad del siglo ix había sido un centro cultural reflejo del
renacimiento carolingio, y la intensificación del comercio por vía terrestre aragonesa,
lo que lo convirtió en uno de los territorios peninsulares más abierto a Europa.
A pesar de estas circunstancias y de la proximidad de los dos reinos con los
territorios del reino franco, la escritura carolina se resistió a entrar y la escritura
108 Parte 1: Paleografía

visigótica tuvo en Navarra y en Aragón tanto arraigo o más que en León o Casti-
lla . La permanencia de lo mozárabe resulta aún más evidente en Aragón si se tie-
ne en cuenta su situación geográfica, rodeado por Francia y Cataluña, que, como
se ha dicho, aceptó la escritura carolina muy pronto, siendo además ejemplo de
gran resistencia el hecho de que después de la unión con Cataluña no prevalecie-
ran en la documentación aragonesa las costumbres escriturarias catalanas.

A) La escritura carolina en los documentos

Por lo que respecta a Navarra, las informaciones histórico-diplomáticas duran-


te el siglo x son muy escasas, y son difíciles incluso las precisiones cronológicas,
debido a que la mayor parte del material conservado se halla en copias posterio-
res, a veces de dudosa autenticidad.
La documentación del siglo xl, algo más amplia, no permite conclusiones segu-
ras, aunque se detecta el uso normal de la escritura visigótica trazada por los mis-
mos escribas que redactaron tanto los documentos reales como los privados. De
ahí que unos y otros presenten muchos puntos de semejanza.
La transición de una escritura a otra se sitúa en las postrimerías del siglo xl y
buena parte del siguiente, dando lugar a una escritura mixta, de trazo carolingio,
pero con formas típicamente visigóticas.
Hasta la mitad del siglo x11 no aparecerá un documento real esencialmente dife-
rente del privado, y esa progresiva singularización de aquel documento será la
herencia que recibirá la cancillería navarra del siglo x11.
Tendremos que esperar al reinado de Sancho el Sabio (1150-1194) para ver en
los documentos reales la neta escritura carolina, que también se generalizará en la
documentación privada durante esta segunda mitad del siglo x11.

Figura 5.11 . Fragmento de un documento del rey Sancho el Sabio de Navarra


en escritura carolina (Estella, Archivo Municipal, a . 1164).

En Aragón, al contrario que en Navarra, se conservan bastantes documentos rea-


les originales que permiten ver la evolución de la escritura entre los siglos xl y xlu.
Desde el reinado de Ramiro I predomina la escritura visigótica redonda o minúscu-
la, con variedad de ductus según los escribas . A partir de Sancho Ramírez, se apre-

Capítulo 5: La escritura carolina 109

cian ya leves influencias carolinas hasta que se acepta esta nueva caligrafía bajo
Ramiro II el Monje (1134-1137), aunque con resabios visigóticos.
Con la unión de Cataluña y Aragón en las personas del conde de Barcelona,
Ramón Berenguer IV (1131-1162), y doña Petronila (1137-1162), hija de Ramiro
II, los documentos posteriores a este enlace responden a una dualidad de costum-
bres según su procedencia : por una parte, el estilo tradicional de los condes de Bar-
celona, y, por otra, los usos diplomáticos del reino aragonés . Mientras en los docu-
mentos catalanes se usaba la escritura carolina, en los aragoneses predominaba la
visigótica redonda . También la forma de datación era distinta . En Cataluña era habi-
tual el sistema de los reyes francos ; por el contrario, Aragón se hallaba dentro del
dominio de la Era Hispánica.

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1 á~i • Ttlnil mon— ne►f . aqu},
j ~
Figura 5 .12. Fragmento de un documento del rey Alfonso II de Aragón en escritura carolina.
Madrid, Archivo Histórico Nacional, Clero (Montearagón), carp . 625, núm . 12 (año 1175).

Por consiguiente, cada estado, en sus documentos, mantendrá en un principio


las características propias, para, poco a poco, ir unificandolas . La unificación será
efectiva a finales del reinado de Alfonso II (1162-1196), en cuyo período se pro-
pagó definitivamente la minúscula carolina . Cabe señalar que algunos documen-
tos de este monarca y de su sucesor Pedro II (1196-1213) anuncian la escritura
semicursiva que se desarrollará en tiempos de Jaime I (1213-1276).
En cuanto a la introducción de la carolina en la documentación privada, sigue
una cronología muy próxima a la de los documentos reales . Al final del siglo xI
comienzan las influencias francesas, advirtiéndose en las postrimerías del siglo XII
un trazado menos cuidadoso y con acentuadas tendencias a la cursividad que pre-
sagian la escritura del período siguiente.

B) La escritura carolina en los códices

Debido a la escasez de códices conservados tanto en Navarra como en Aragón,


poca cosa se puede decir sobre el uso de la carolina con finalidad libraria.
Hay probabilidades de que el manuscrito de C . Sallustius Crispus, Bellum Iugurt-
hinum (XLII-XLV), escrito a finales del siglo xi en una carolina de trazos anchos,
verticales, con acusados gruesos y perfiles, y actualmente conservado en El Esco-
110 Parte 1: Paleografía

rial (Ms . M .III .11), procediera de la región de Huesca . Se sabe que dicho códice
perteneció a la biblioteca del Conde duque de Olivares y que anteriormente había
sido propiedad del cronista Jerónimo Zurita.
Por otra parte, existe otro ejemplar de carácter misceláneo que contiene la obra
Adversus paganos historiarum libri septem, de Paulo Orosio, conservado en la
Biblioteca Nacional de Madrid (Ms . 8831), que fue escrito en el siglo x11, segura-
mente en la misma zona que el anterior, más concretamente, en Roda de Isábena.
Es bastante factible esta procedencia, ya que en el f. 176r. consta el colofón que
menciona a los copistas con una onomástica de ambiente totalmente aragonés pire-
naico: «Lector scriptoris rogo sis memor omnibus horis . Iungens Guillermum pre-
ce Xemenumque supernis» . Su escritura carolina presenta angulosidades y fuertes
contrastes en los trazos, lo que hace que se lo sitúe entre los ejemplares de transi-
ción hacia las grafías góticas.

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Figura 5 .13. Cartulario de San Juan de la Peña (Zaragoza, Facultad de Derecho,


Fondo de San Juan de la Peña, frag . del f. 110).

Por último, no se pueden obviar los dos cuadernillos escritos en carolina muy
caligráfica que conforman el cartulario visigótico del célebre monasterio de San
Juan de la Peña . Dicho códice es el resultado acumulativo bajo la misma encua-
dernación de una serie de primitivos cartularios independientes . Los folios que
constituyen la parte carolina (ff . 97-112) contienen documentos que van del año
959 al 1095.

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