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LOS LOGROS CULTURALES DE LOS SIGLOS XII Y XIII

Durante la Alta Edad Media la cultura es básicamente monástica y arcaizante, en el


sentido de que se basa en la conservación. Además, el rígido control que la jerarquía eclesiástica
mantiene sobre los centros monásticos y episcopales, hace que la enseñanza se equipare a la
predicación y aleja de estos centros a los laicos. Cuando se habla de renacimientos culturales en
esta época (época de Alfonso III, monasterio de Ripoll) se mira siempre al pasado latino: cultura
visigótica que recogía a la latina clásica.
A partir de finales del XI se produce una renovación, un despertar cultural que se traduce
en la primera madurez intelectual y artística de Europa:
- Enseñanza: surgen escuelas urbanas y Universidades que ponen fin a la larga época
monástica de la cultura europea.
- Recepción de la cultura clásica: filosofía (por primera vez se conoce la totalidad de la
obra de Aristóteles), ciencia, pensamiento jurídico, etc., muchas veces enriquecidos
con los comentarios de intermediarios islámicos y judíos.
- Creación artística y literaria: Las primeras influencias importantes en el terreno de la
estética llegaron a Cataluña desde Provenza y Lombardía. Luego fueron seguidas por
el románico (siglo XII), el gótico (siglo XIII-XV) son nuevas soluciones. Auge de la
literatura en latín y por primera vez, en lenguas vernáculas, juzgadas dignas de ser
puestas por escrito: épica, romances caballerescos. En la P.I., con Alfonso X toma
carta de naturaleza el castellano: traducciones, obras históricas, jurídicas, líricas
(cantigas en galaico portugués).

Las causas de esta renovación son complejas y tienen que ver con el ambiente general de
la época:
- Contactos con la cultura griega a través de al-Andalus y la P. Itálica.
- Apoyo de las monarquías y de determinados poderes –urbanos- que ven sobre todo
en el derecho romano y apoyo a sus pretensiones políticas.
- Expansión económica europea que permite, por un lado, el abandono de las
ocupaciones tradicionales para dedicarse al estudio y, por otro, el desarrollo del
comercio permite el trasvase de ideas por toda Europa.
- Expansión de la cristiandad, que supone gracias sobre todo a las cruzadas y a la
reconquista Española, poner en contacto oriente con occidente, favoreciendo el
intercambio de ideas y de personas.
- El papel de la iglesia: época de reforma monástica y sobre todo de reforma
gregoriana (fines del XI), influyente en el renacer del derecho romano y, sobre todo,
en la unificación litúrgica, obediencia a Roma y con ella intensificación de relaciones
en Europa Occidental.

El movimiento intelectual se inicia en los círculos eclesiásticos, pero un espíritu más


laico y más abierto va impregnando los centros del saber europeos y españoles. A pesar de todo,
en una sociedad dominada por caballeros y clérigos, las manifestaciones culturales son obra de
estos dos grupos o están dirigidas a ellos y, desde el XIII, a los dirigentes concejiles o al Rey,
que junto con los anteriores tiene el poder en el reino. La renovación cultural plenomedieval se
fundamenta en los siguientes puntos:

TRADUCCIONES
Uno de los logros culturales más destacados de la Hispania medieval fue la transmisión
del saber clásico y los conocimientos del mundo islámico a la Europa cristiana de raíz latina.
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Los estados cristianos tradujeron y transmitieron muchos de esos conocimientos del árabe al
latín y las lenguas romances. Esta labor comenzó en el siglo X en algunos monasterios catalanes
y alcanzó su apogeo en el XI, cuando numerosos centros eclesiásticos (Toledo) recogieron y
tradujeron las antiguas obras judías y musulmanas de Filosofía, Filología, Matemáticas,
Medicina, Derechos Botánica, Astronomía y Geografía.
Estudiantes europeos acudían a las principales escuelas catalanas y a los centros
religiosos de Pamplona y Tarazona, contribuyendo a la difusión del saber musulmán al otro lado
de los Pirineos. Eruditos viajeros de Europa occidental regresaban a sus países con estas copias
que cambiaron el curso de la cultura medieval europea.
En el XII destacó la Escuela de traductores de Toledo, que floreció durante el reinado de
Alfonso X. El arzobispo de Toledo D. Raimundo, organizó a partir de 1125 una escuela de
estudios árabes, traduciendo al latín gran cantidad de tratados filosófico.científicos, que de la
misma forma que ante lo fue Ripoll, sirvieron de transmisor y enlace entre el pensamiento
griego en su interpretación árabe, y occidente, coincidiendo este renacer cultural con un
momento de apogeo en la España musulmana, pues en este siglo vivieron Averroes y
Maimonides.

En este sentido cobra especial importancia el aperturismo hacia Europa de los reinos
cristianos en la plena Edad Media. Aunque desde el X los reinos cristianos peninsulares están
vinculados a Europa a través de los monjes cluniacenses y de los peregrinos de Santiago, sólo a
fines del XI se puede hablar de la incorporación de los reinos hispánicos al mundo europeo y lo
hacen a través del mundo eclesiástico. Gregorio VII será uno de los principales impulsores de
este cambio al introducir la iglesia hispánica al rito romano. (1080, Concilio de Burgos),
Bernardo, cluniacense, en Sahagún y luego primer arzobispo de la sede Toledana. (Impulso de
Alfonso VI).

LITERATURA E HISTORIA
Uno de los grandes cambios de esta época es el avance, lento, de las lenguas romances
que van imponiéndose al latín, aunque éste conserve durante siglos su importancia como lengua
filosófica, científica y litúrgica. El impulso de la monarquía a estas lenguas (Alfonso X y Jaime
I) es importante pues el uso de un idioma propio es una nota diferencial que permite a los reyes
acentuar sus diferencias frente a los dos poderes universales: el pontificado y el imperio. Una
lengua nacional frente al universalismo del latín.
Cataluña, gracias a la influencia Provenzal fue una de las primeras regiones que
incorporó la poesía en lengua autóctona, con poetas como Moncada en el XI y Arnau de
Vilanova en el siglo siguiente. Ya a principios del XIII, la moda provenzal de la lírica cortés y la
poesía satírica, tal como la habían difundido los trovadores y juglares, se practicaba
ampliamente al sur del Pirineo y los certámenes poéticos llegaron a ser una institución. La
crónica de Jaime I es la primera gran obra narrativa en catalán. A fines del XIII, Ramón Llull fue
el primer escritor de Europa occidental que utilizó la lengua vernácula para redactar obras
científicas y filosóficas. Lull desarrolló un hábeas teológico que difería del tomismo por su
insistencia en que la filosofía no tenía función fuera de la teología y que todos los principios
teológicos pueden ser comprendidos por la razón. Fue poeta, místico y pensador.
En literatura, Castilla fue una de las primeras regiones de Europa que utilizó la lengua
romance para documentos oficiales ya en el XI. Hacia el XIII se habían definido ya los tres
dominios lingüísticos principales de la P.I.: el castellano en el centro, el galaico portugués, y el
catalán. Galicia proporcionó el lenguaje literario a la corte.
El siglo XII, y en concreto el reinado de Alfonso VII supone un cambio profundo en la
sociedad castellanoleonesa. Las campañas de Alfonso VI han abierto nuevos objetivos y han
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creado un espacio geográfico de dominación cristiana, en el que las peregrinaciones, el comercio
y las ciudades facilitan la aparición de núcleos de población burguesa a la vez que se extiende el
ideal de caballería (forjado en las cruzadas) entre la nobleza feudal que adopta formas jurídicas
de corte feudal clásico según la tradición franca. Naturalmente el ambiente cultural refleja esta
situación y en el XII surgen los primeros poemas épicos a imitación de los catares de gesta
franceses apareciendo el legendario Roldan y el Cid como caballero modelo. En la segunda
mitad del XII aparece ya una verdadera literatura romance española. Es la época de la poesía
épica que fueron la fuente de información de las principales crónicas: poema del Cid. En las
crónicas del XIII se conservan noticias y fragmentos de otras epopeyas: poema de Roncesvalles,
el de Bernardo del Carpio, el de Fernán González, escrito hacia 1250, etc. Junto a los poemas
épicos hay también temas religiosos: poemas hagiográficos, p.e.

El siglo XIII es el siglo de la historia, del renacimiento alfonsí con la redacción de la


Primera Crónica General y la General e Grand estoria, escritas ambas en castellano y que
supones una renovaciones en fines, método, etc. Alfonso X es considerado como el creador de la
prosa literaria castellana, aunque con anterioridad a las obras escritas por él o por el círculo de
letrados que lo rodeaban se escribieron algunas obras en romance castellano. Su mérito
fundamental es haber reunido el saber de su época en el idioma hablado por sus súbditos. Para él
trabajan sabios musulmanes y judíos que traducen las obras árabes y hebreas y cristianos que
colaboran y escriben en castellanos obras jurídicas como las Siete Partidas, tratados científicos
(libros del saber de astronomía, lapidario, tablas alfonsíes, libro de las cruces), los Libros de
ajedrez, dados e tablas...

UNIVERSIDADES Y ESCUELAS EPISCOPALES


El movimiento intelectual se inició en el ámbito eclesiástico. El concilio de Letrán de
1179 y 1215 ordenaron que en cada catedral hubiera un maestrescuela que se encargara de la
enseñanza gratuita de los clérigos. Concilios peninsulares como los de Valladolid de 1228 y
1322 hacen obligatorio el estudio para los beneficiados que no saben hablar o no entienden el
latín: “en todas las diócesis, donde y como creyeren los prelados... se establezcan maestros de
gramática. En las ciudades más importantes se pondrán profesores de lógica, asignándoles los
prelados sus salarios de las iglesias más inmediatas. En los lugares mayores en donde existen
monasterios opulentos o colegiatas se pondrán maestros de gramática...”. Se trataba de una
preocupación tradicional del las jerarquías eclesiásticas: la de formar a su clero, impulsada ahora
por los papas reformadores y por el impulso que dieron al derecho canónico.
En este ambiente de instrucción y de fomento de la cultura, los eclesiásticos ven ya muy
lejano el peligro de la cultura griega y romana y se acercan a ella impulsados por la necesidad de
aprender y comprender el derecho canónico. Las escuelas se sitúan no sólo en catedrales y
monasterios, sino también en todo lugar donde hay alguien que enseñe. Maestros y discípulos no
se contentan con la repetición, sino que utilizan la dialéctica y el razonamiento. De la tradicional
sumisión cultural, lógica si se tiene en cuenta que antes la enseñanza se limitaba a la verdad
revelada, se pasa a la libertad de pensar, aunque su triunfo no sea total.
. Sin prescindir de la fidelidad a las autoridades, se pone el acento en la razón. En el seno de la
Iglesia se extiende una corriente de opinión, Los dialécticos, que defienden el uso de la
dialéctica aristotélica para el estudio de la Sagrada Escritura. En la P.I. destacan las escuelas
catedralicias de Toledo, Sigüenza, Burgo de Osma, Palencia León, Santiago, etc. con estrecha
conexión con los centros de Francia- La misión de las escuelas catedralicias era enseñan a los
clérigos y laicos pobres.

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Las Universidades surgen bien por la evolución de la escuela catedralicia preexistente
(Paris, Palencia, Salamanca) o por iniciativa laica (Bolonia, Nápoles, Lérida). Surgen en el
nuevo ambiente de la época: despertar intelectual, expansión urbana (la universidad es un
fenómeno típicamente urbano), instituciones municipales, intercambios culturales y comerciales,
burguesía, etc. En la P.I. las Universidades surgen como en el resto de Europa cuando estos
centros son capaces de atraer a estudiantes de otros lugares y toma el carácter de estudios
generales (no solamente religiosos: gramática, medicina, derecho, etc.); sin embargo, esto no
significa que desaparezcan las antiguas escuelas episcopales: la universidad no asume todas las
funciones de las escuelas y crea por otra parte nuevos cometidos académicos..
Las universidades son en sus orígenes asociaciones de intelectuales, surgidos del mundo
clerical y en contacto con el mundo clásico llegado a Europa a través de las obras árabes y de las
traducciones realizadas en Italia o en la P.I. La tendencia a integrarse en un organismo específico
de todos aquellos que tienen la misma profesión da origen en el XIII a las Universidades:
corporaciones de maestros y estudiantes que nacen en este contexto cultural, donde a las
enseñanzas tradicionales se le suman otras: derecho, gramática, medicina, etc. Centros de
enseñanza con diversos tipos de financiación que son capaces de atraer a estudiantes de lugares
lejanos y que por este motivo sirvieron a la difusión cultura y a la relativa unificación jurídica y
cultural de Europa.
Estudiantes y profesores tienen la condición de clérigos y como tales estás subordinados
al obispo diocesano al que compete otorgar las licencias de enseñanza; también los reyes
pretenden controlar y utilizar en su beneficio a la organización naciente para poner los nuevos
saberes al servicio de su política centralizadora y los municipios no se resignan a permanecer al
margen de las escuelas surgidas en su territorio. Frente a estos poderes, la Universidad se
defiende acogiéndose al alto patrocinio de Roma, menos peligroso por mas alejado, y los papas
favorecen las pretensiones universitarias y convierten sus corporaciones en pontificias, lo que les
permite controlar la enseñanza y servirse de la Universidad para afirmar la hegemonía papal
sobre los obispos y reyes.
En el ámbito territorial, las Universidades surgen en un principio en las ciudades con
carácter local y personal (en torno a un maestro) supera rápidamente esta limitación y adquiere
amplitud nacional y en algunos casos internacional, al aceptar profesores y alumnos de toda la
cristiandad a cuyo servicio está. Pero al pedir la protección política pierde la orientación laica de
los primeros tiempos y se convierte en una corporación eclesiástica en la que no adquieren toda
la importancia que cabía esperar en los primeros tiempos a las ciencias profanas, a excepción de
la Medicina y del Derecho, que son ciencias eminentemente prácticas. Los estatutos otorgados
por Roma, si de un lado favorecen a las Universidad al garantizar sus derechos, del otro la fijan e
impiden su progreso, contribuyen a anquilosar una institución surgida de la vitalidad de
Occidente en los siglos XII y XIII.
La primera de las universidades se fundó en Palencia en 1212 (confirmación de Alfonso
VIII), aunque ya funcionaba a finales del XII, luego se trasladó a Valladolid (mediados del Xii)
La Universidad de Palencia, instituida por Alfonso VIII atrajo maestros de Francia e Italia,
pagándoles con largueza lo que la dotó de éxito en la época (Rodrigo Jiménez de Rada). Más
tarde es protegida por el Papa que cedió las tercias de los diezmos de las iglesias diocesanas para
financiarla. En la segunda mitad del XIII entró en decadencia eclipsada por Salamanca... En
1218 se creó esta universidad de Salamanca y posteriormente surgieron la de Sevilla (1254), los
Studium Generale de Lisboa-Coimbra (1290), posteriormente conocida como Universidad de
Coimbra. En Cataluña destacó la Universidad de Lérida en 1300 y la de Perpiñán en 1350; y en
Aragón la de Huesca en 1354.
La más importante de todas fue la de Salamanca. Alfonso IX de León, llamó en 1218 a
maestros en Sagrada Escritura y fundó la Universidad de Salamanca. Se estudió leyes, siguiendo
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el modelo de Bolonia. Alfonso X refrendó estos estudios en las Partidas, estableciendo un plan
completo de lo que debería ser un estudio general: ayuntamiento de maestros e de escolares para
enseñar y aprender artes, gramática, lógica, retórica, aritmética, geométrica, música y
astronomía (al Trivium y Quadrivium clásicos) a las que se añade la novedad del Derecho: que

“haya maestros de decretos e señores de leyes”.

A los escolares se les permite reunirse y elegir entre ellos un mayoral o rector que los
defienda y también castigue a quienes susciten peleas, anden de noche o vayan armados. El
rector es un estudiante, aunque no tenga las atribuciones de los rectores actuales, cuyo
equivalente serían los conservadores del estudio, cargo que recae en 1254 en el deán de
Salamanca y en Arnal de Sensaque, recibiendo un salario anual de 200 maravedís, el mismo que
cobran los maestros. Los escolares están sometidos a la autoridad del deán y el obispo de
Salamanca pues son clérigos que pueden meter en prisión o expulsar de la ciudad a los
“peleadores o bebedores”.
El estudiante medieval es un clérigo, protegido como tal por el fuero eclesiástico, pero su
vida y su forma de actuación distan mucho de lo que hoy entendemos como tal. En las Partidas
se reconoce el derecho a los estudiantes a constituirse en ayuntamiento o cofradía y a elegir un
mayoral que llaman en latín Rexctor del Estudio cuya misión no es otra que

“evitar los bandos y peleas entre ellos o con los hombres de los lugares do fueren, evitar
simismo que causen daños a la población y conseguir que permanezcan tranquilos en sus
posadas y se esfuercen por estudiar e aprender e fazer mida honesta e buena ca los Estudios para
esto fueron establecidos e non para andar de noche nin de dia armados tratándose de pelear e de
fazer otra locura o maldad, a daño de sí e estorbo de los lugares do viven”.

Desde sus orígenes, los estudiantes dieron muestras de su interés por el conocimiento y
por la vida mundana.
La protección a los estudiantes, su defensa a través de un fuero, aparece ya en las
Partidas que recomienda a los ciudadanos de los lugares donde radicara la Universidad

“guardar e honrar a los maestros e a los escolares y a todas sus cosas”

y pone a maestros, escolares y sirvientes bajo la protección real mientras se dirigen al Estudio,
están en él o regresan a su lugar de residencia. Los pleitos entre estudiantes serán juzgados por
los maestros que muestran las ciencias en los Estudios y su jurisdicción se extiende a disputas
con terceros en causas menores, aunque el estudiante puede llevar el pleito ante el obispo o ante
el juez del fuero.
El estudio ha de estar situado en lugares de

“buen aire e de fermosas salidas para que maestros y escolares vivan sanos en él e puedan folgar
e recibir placer en la tarde cuando se levantaren cansados del estudio, al que se da facilidad al
ordenar que las Escuelas estén situadas fuera de la villa, pero cerca unas de otras porque los
escolares que hubieren sabor de aprender, aún puedan tomar dos lecciones o más si quisieren, y
como la asistencia a las clases no basta, en el Estudio ha de haber un estacionario o librero que
tenga en sus estaciones buenos libros e legibles e verdaderos de texto e de glosas, que los loguen
a los escolares para facer por ellos libros de nuevo –recordemos que aún no existe la imprenta- o
para enmendar los que tuviesen escritos, alquiler que es fijado por el Estudio”.
El bedel es un mensajero que tiene como misión
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“andar por las Escuelas pregonando las fiestas por mandato del mayoral, intervenir en la
compraventa de libros y pregonar las reuniones de los escolares para ver e ordenar algunas cosas
de su pro comunalmente, o por fazer examinar los escolares que quieren facer maestros”.
En las partidas también se insiste, al igual que en el decreto fundacional de Salamanca en
1254, en la dependencia eclesiástica de los escolares:
“mandó que la sentencia de dexcomunión del obispo de la villa que se aguardada e tenida entre
los escolares y se ordena a los alcaldes de la villa que no impidan la entrada en Salamanca de
pan, vino o alimentos, o que guarden y hagan guardar los privilegios de la Universidad y
castiguen severamente a los legos de la ciudad que causen daño a los estudiantes”

El castigo de los escolares corresponde en cambio al obispo y al maestrescuela que deberán


prender, encarcelar o expulsar de la ciudad a los estudiantes peleadores o volvedores e que
embarguen el Estudio por alguna manera.
Los privilegios universitarios causan graves daños a los laicos que carecen de medios
legales para sancionar a quienes no dependen de ellas, ej. Tienen privilegio a entrar vino y
alimentos en la ciudad sin pagar aranceles.
Junto a los perjuicios económicos destacan también los políticos: maestros y estudiantes
intervienen en los bandos que enfrentan a los salmantinos:

“Los catedráticos, ni rigen las dichas catedras nin las leen según que quieren e mandan las
constituciones del dicho Estudio, y los estudiantes se distraen de sus estudios a que
principalmente vienen a entender ende e porque fueron enviados por sus padres e parientes,
gastando en los dichos bandos aquello que debían gastar en la adquisición de la ciencia y en las
cosas a ella necesarias” (Cortes de Toledo de 1462).
Las peleas entre estudiantes eran constantes, sobre todo cuando hay que elegir rector o se
provee una catedra

DERECHO ROMANO
Junto con la literatura y la historia, uno de los aspectos más destacados de la expansión
de los estudios fue el resurgimiento del Derecho romano justinianeo. Una de sus consecuencias
fue un movimiento en favor de la sistematización y codificación escrita de las leyes.
Los monarcas pretendían sustituir el derecho local por el nacional, es decir reforzar la
unidad del reino mediante la uniformidad jurídica de sus dominios, y, por otro lado, pretendían
sustituir el viejo derecho, que refleja el predominio de unos grupos sociales, por el derecho
romano, que ofrece a los reyes poderes más amplios. Ya en el siglo XI, Cataluña gozó de cierta
uniformidad jurídica con los Usatges de Barcelona, extendidos a Urgel y Tortosa en el XII, al
Rosellón, Cerdaña y Ampurias en el XIII y a Besalú en el XIV. En León, el Liber Iudiciorum
visigodo, se adapta y transforma en el fuero juzgo desplazando a los fueros locales. El derecho
castellano aparece unificado en el XIII en las colecciones de Fazañas (sentencias dadas por los
jueces en casos concretos a los que se da valor general) o en el Fuero Viejo (1248). En Navarra a
principios del XIII aparece el Fuero General de Navarra y algo más tarde el de Aragón (1247).
Esta tendencia a uniformar el derecho de cada reino será impulsada por los reyes en el
XIII que deseaban también adaptarlo a sus puntos de vista. En 1255, Alfonso X hizo el Fuero
Real, compendio de leyes que trataba de armonizar el Derecho común castellano con los nuevos
estatutos reales, sin mucho fundamento en el Fuero Juzgo tradicional. Se trataba de unificar las
leyes generales y aumentar la autoridad de la Corona. Sin embargo, la revuelta nobiliaria de
1272 llevó a la confirmación de los fueros antiguos e impidió la aplicación en la corte castellana.
La coexistencia de normas jurídicas tan dispares daría lugar a dudas que serán resueltas en las
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Leyes Nuevas y en las Leyes del Estilo, compendio de dudas legales y de decisiones judiciales.
En 1265 salieron a la luz las siete Partidas (se redactaron entre 1258-60), un sistema
racionalizado de justicia general bajo el poder centralizado de la monarquía y que, además, fue
el primer clásico de la literatura didáctica en lengua castellana. Su aplicación hubiera eliminado
gran parte del Derecho común y los fueros locales. Esto dio lugar a sonadas protestas por parte
de la nobleza y las villas. En consecuencia, las Siete Partidas no llegaron a ser promulgadas
hasta casi un siglo más tarde (Cortes de Alcalá de 1348 con Alfonso XI), aunque sus
disposiciones nunca llegaron a ponerse en vigor, sin embargo, prueba del poder del rey, éste
consiguió el derecho de mejorar y enmendar los fueros y de dictar nuevas leyes para salvar las
contradicciones y para resolver cosos imprevistos.
En contraste con esta situación, en Aragón, el derecho aparece codificado y unificado ya
en el siglo XIII de acuerdo con las normas tradicionales de la Alta Edad Media. El derecho
tradicional es recopilado en 1247 por el obispo de Huesca, Vidal de Canellas. Se trata de un
derecho ancestral pero que puede ser modificado por las Cortes o por la costumbre, cuando
difiere del fuero. Junto a los fueros de 1247, destacan las observancias de 1428, es decir,
colecciones de decisiones del Justicia de Aragón, institución judicial personificada en un
aragonés sin conocimientos jurídicos que vela por el mantenimiento de las costumbres.
En Cataluña, el derecho romano, aunque tampoco consigue arrinconar a las antiguas
normas jurídicas, si influye en ellas y las modificó.
En Navarra, el derecho local subsiste y sin perjuicio de estas normas se crea en el XIII un
derecho común a todo el reino, similar al aragonés.
En general, como vemos, los deseos unificadores de reyes chocan con los intereses y
derechos específicos de nobles, clérigos y con el derecho local, propio de una sociedad feudal,
fragmentada y mal comunicada, en la que cada aldea, villa y ciudad crea sus propias normas.
Los fueros locales o cartas pueblas regulan las condiciones de asentamiento de los campesinos y
las obligaciones de los pobladores hacia el señor, suelen aparecer también exenciones y
privilegios y normas simples de derecho procesal.. A medida que los concejos adquieren
importancia, las normas jurídicas se completan y terminan recopilándose en los llamados fueros
extensos: privilegios, costumbres, sentencias, etc.

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