Está en la página 1de 4

LIBER - HNDA Frederick Copleston Historia de la Filosofía II

CAPÍTULO XI
EL RENACIMIENTO CAROLINGIO

Carlomagno. — Alcuino y la Escuela Palatina. — Otras escuelas; bibliotecas. — Rabano


Mauro.
1. En el año 771, la muerte de Carlomán dejó a Carlos (Carlomagno) como único
gobernante de los dominios francos. La subsiguiente destrucción por Carlomagno del
reino de los lombardos, y su política general, le convirtieron, a finales del siglo, en
principalísimo soberano de la cristiandad occidental. Su coronación como emperador
por el papa el día 25 de diciembre del año 800 simboliza el éxito de su política
imperial y la culminación del poder de los francos. El Imperio franco se derrumbaría
más tarde, y la corona imperial pasaría a Germanía, pero por el momento
Carlomagno fue el dueño indisputado de la cristiandad occidental, y pudo poner en
pie la obra de reorganización y reforma que había llegado a ser una urgente necesidad
bajo la dinastía merovingia. El emperador no era simplemente un soldado, ni siquiera
una simple combinación de soldado y organizador político; sentía también en su
corazón la tarea de elevar el nivel cultural de sus súbditos mediante la extensión y
mejora de la educación. Para ese propósito necesitaba eruditos y educadores, y como
éstos no eran fáciles de obtener en el mismo reino de los francos, tuvo que importarlos
del extranjero. Ya en el siglo y, la antigua cultura de la Galia romanizada estaba en
completa decadencia, y en los siglos 6 y 7 había llegado a un nivel realmente muy
bajo; donde había escuelas, no enseñaban sino a leer y a escribir, con algún
conocimiento rudimentario de la gramática latina, aparte, desde luego, de impartir
instrucción religiosa. Para remediar ese lamentable estado del saber y de la
educación, Carlomagno se sirvió de eruditos extranjeros como Pedro de Pisa y Pablo el
Diácono, ambos italianos. El primero parece haber sido ya de edad avanzada cuando
enseñaba latín en la escuela palatina de Carlomagno, mientras que el segundo (Paul
Warnefrid, el Diácono), que había llegado a Francia en 782, en una tentativa por
conseguir la libertad de su hermano, prisionero de guerra, enseñó griego de 782 a 786,
año en que se retiró a Monte Cassino, donde compuso su Historia de los lombardos.
Otro maestro italiano en la escuela palatina fue Paulino de Aquilea, que enseñó desde
777, aproximadamente, hasta 787.
Además del grupo de gramáticos italianos podemos mencionar a dos españoles que
llegaron a Francia como refugiados: Agobardo, que llegó a ser obispo de Lyón en 816,
y Teodulfo, que fue obispo de Orleáns y murió en 821. El segundo conocía los clásicos
latinos, y fue él mismo poeta latino. Incidentalmente, el más antiguo manuscrito
medieval conocido de Quintiliano procede de la biblioteca privada de Teodulfo. Pero
desde el punto de vista de la importancia práctica en la labor educacional de
Carlomagno, italianos y españoles fueron eclipsados por el famoso erudito inglés
Alcuino de York.
2. Alcuino (730-804, aproximadamente) recibió en York su primera educación. El
saber había hecho progresos en Inglaterra desde el año 669, cuando Teodoro de Tarso,
LIBER - HNDA Frederick Copleston Historia de la Filosofía II

un monje griego, llegó al país como arzobispo de Canterbury, y, junto con el abad
Adriano, desarrolló la escuela de Canterbury y enriqueció su biblioteca. Aquella obra
fue llevada adelante por hombres como Benedicto Biscop, que fundó los monasterios
de Wearmouth (674) y Jarrow (682), y Aldhelm, que, después de estudiar bajo la
dirección de Teodoro y Adriano, organizó el monasterio de Malmesbury en Wiltshire,
del que fue abad. Pero una figura más importante de la erudición anglosajona fue el
gran exegeta e historiador Beda (674-735), un sacerdote y monje de Jarrow. Debido a
los trabajos del discípulo y amigo de Beda, Egberto, que llegó a ser arzobispo de York
poco después de la muerte de Beda, la escuela de York se convirtió en el principal
centro de educación de Inglaterra, famoso por la riqueza de su biblioteca.
Alcuino estuvo, en York, principalmente bajo el cuidado de Aelberto, en compañía del
cual viajó a Roma, y encontró a Carlos en el camino. Cuando Aelberto sucedió a
Egberto como arzobispo de York, en 767, el trabajo principal de la escuela recayó
sobre Alcuino. Éste fue enviado a Roma por Aelberto en 781, y en Parma encontró a
Carlos por segunda vez; el rey aprovechó el encuentro para insistir con el erudito
inglés en que entrara a su servicio. Después de recibir el permiso de su propio rey y
del arzobispo, Alcuino aceptó la invitación, y en 782 se hizo cargo de la dirección de la
escuela palatina, en la que se mantuvo (salvo una corta visita a Inglaterra en 786 y
otra más larga de 790 a 793) hasta 796, año en que aceptó la dignidad de abad de San
Martín de Tours, en la que pasó los últimos años de su vida.
Hacia el año 777, probablemente, Carlomagno escribió una carta a Baugulfo, abad de
Fulda1, en la que exhortaba al abad y a la comunidad a mantener vivo el celo por el
saber, y ése es simplemente uno de los ejemplos de su solicitud constante por la causa
de la educación. Pero la escuela que está particularmente asociada al nombre de
Carlomagno es la llamada escuela palatina, o de palacio, que aunque no fuese de
nueva creación del emperador, debió a éste su desarrollo. Antes de su desarrollo bajo
Carlomagno parece que la escuela existía con la finalidad de educar a los príncipes y
niños de la familia real o de la alta nobleza en el modo de vida caballeresco; pero el
emperador atendió especialmente la educación intelectual y, como un resultado de su
reforma, parece que los discípulos no procedían exclusivamente del círculo de la corte.
Muchos escritores franceses han pretendido que la escuela palatina fue el origen de la
Universidad de París; pero debe recordarse que la corte del emperador estaba en
Aachen, o Aix-la-Chapelle2, y no en París, aunque parece que fue más tarde
trasladada a París por Carlos el Calvo (muerto en 877). Como la Universidad de París
se desarrolló a partir de una amalgama de las escuelas parisinas, puede decirse que
la escuela palatina fue en algún sentido antepasada de la Universidad, si bien la
conexión es poco estrecha.
El principal instrumento de Carlomagno en la organización de la escuela palatina fue
Alcuino, por cuyos escritos podemos formarnos alguna idea del contenido de los
estudios. Indudablemente, Alcuino no fue un pensador original, y sus obras
didácticas, escritas en forma dialogada, se basan en su mayor parte en autores
anteriores. Por ejemplo, el De Rethorica utiliza a Cicerón, con añadidos procedentes
de otros autores, y en otros tratados Alcuino copia de Donato, Prisciano, Casiodoro,

1 Aunque Baugulfo no llegara a ser abad hasta 788, la carta no puede ser fechada antes de ese año.
2Los españoles la llamaron más tarde Aquisgrán, que es el nombre con el que suele aparecer en la
Historia de España. (N. del T.)

90
LIBER - HNDA Frederick Copleston Historia de la Filosofía II

Boecio, san Isidoro, Beda. Pero aunque Alcuino careciese de originalidad y fuese
mediocre como escritor, mereciendo apenas el título de filósofo, parece haber sido un
maestro eminente y eficaz, y alguna de las figuras más conocidas del renacimiento
carolingio, Rabano Mauro por ejemplo, fueron discípulos suyos. Cuando Alcuino se
retiró a la abadía de San Martín de Tours, continuó su labor de maestro, como pone
de manifiesto una celebrada carta al emperador en la que describe cómo sirve a
algunos jóvenes la miel de las Sagradas Escrituras, y cómo trata de embriagar a otros
con el vino de la literatura antigua: algunos se alimentan con las manzanas de los
estudios gramaticales, y a otros les enseña el orden de los orbes brillantes que
adornan los cielos azules. (Carlomagno sentía un considerable interés personal por la
astronomía, y los dos hombres se escribían acerca de ese tema.)
En Tours, Alcuino enriqueció la biblioteca con copias de manuscritos que llevó allí
desde York, la mejor biblioteca de la Europa occidental. También consagró su
atención a la mejora del método de copiar manuscritos. En una carta de 7993 habla de
su diaria batalla con la «rusticidad» de Tours, de lo que debemos concluir que la senda
de la reforma no era aún demasiado fácil. Es seguro que Alcuino atendió también a la
exactitud en la copia y enmienda de los manuscritos de las Escrituras, puesto que
habla explícitamente de ello en cartas a Carlomagno en 8004 y 8015; pero, no es
seguro qué parte tomó exactamente en la revisión de la Vulgata que fue ordenada por
el emperador, y que es conocida como «la revisión de Alcuino». Dada la importante
posición ocupada por el maestro en la ejecución de las reformas del emperador, es, sin
embargo, muy razonable suponer que desempeñó un papel rector en aquella
importante obra, que ayudó a frenar los progresos de la corrupción de los
manuscritos.
3. En cuanto al desarrollo de otras escuelas, aparte de la escuela palatina y de la de
Tours, pueden mencionarse las escuelas anexas a los monasterios de St.-Gall, Corbie
y Fulda. En los monasterios se proporcionaba educación no solamente a aquellos
discípulos que estaban destinados a convertirse en miembros de la orden religiosa,
sino también a otros discípulos, aunque parece que había dos escuelas separadas, la
schola claustri, para la primera clase de discípulos, y la schola exterior, para la
segunda. Así, en St.-Gall, la schola claustri estaba dentro del recinto del monasterio,
mientras que la schola exterior se encontraba entre los restantes edificios. Una
capitular de Ludovico Pío (817) ordenó que los monasterios tuviesen únicamente
escuelas para «oblatos», pero no parece que se hiciera mucho caso de esa ordenanza.
Si se considera la escuela palatina como una clase de escuelas, las otras se dividen
entonces en dos clases principales, las escuelas catedralicias, o capitulares, y las
escuelas monásticas. En cuanto al conjunto de materias de estudio, o curriculum, éste
consistía, aparte del estudio de la teología y la exégesis, especialmente para aquellos
discípulos que se preparaban para el sacerdocio o la vida de religión, en el estudio del
Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y del Quadrivium (aritmética, geometría,
astronomía y música), que comprendían las siete artes liberales. Pero era poco el
trabajo nuevo u original que se hacía en tales temas. Así, la gramática, que incluía la
literatura, debía estudiarse en los escritos de Prisciano y Donato, y en los libros de

3 Ep., 4, 172.
4 Ep., 195.
5 Ibid., 205.

91
LIBER - HNDA Frederick Copleston Historia de la Filosofía II

texto de Alcuino, por ejemplo, aunque fueron compuestos algunos comentarios sobre
obras de los gramáticos antiguos por Esmaragdo, por ejemplo, y se escribieron
algunas obras gramaticales poco destacadas, como el Ars grammaticae de Clemente
Escoto, que comenzó a enseñar en la Escuela Palatina en los últimos años de
Carlomagno. La lógica era estudiada también en los manuales de Alcuino, o, si se
deseaba algo más, en las obras de los autores en que se basaba Alcuino, Boecio, por
ejemplo. En geometría y astronomía se trabajaba poco en el siglo 9, pero la teoría de
la música progresó con la Musica enchiriadis, atribuida a Hoger, abad de Werden
(muerto en el año 902). Las bibliotecas, por ejemplo, la biblioteca de St.-Gall,
recibieron un considerable incremento en el siglo 9 incluían, aparte de las obras
teológicas y religiosas que constituían el grueso de los catálogos, obras jurídicas o
gramaticales y un cierto número de autores clásicos; pero está claro que, por lo que
respecta a la filosofía, la única materia estudiada era la lógica o dialéctica, que, según
Aristóteles, es una propedéutica a la filosofía, no una rama de la filosofía misma.
Solamente hubo un verdadero filósofo especulativo en el siglo 9, Juan Escoto
Eriúgena. El renacimiento carolingio se propuso propagar el saber existente, y el que
lo consiguiese fue ya algo verdaderamente notable; pero no condujo a pensamiento o
especulación original, excepto en el único caso del sistema de Escoto. Si el Imperio y
la civilización carolingia hubieran sobrevivido y continuado su florecimiento, habrían
provocado a la larga, indudablemente, un período de creación original; pero de-hecho
estaban destinados a hundirse en la nueva Edad Oscura, y sería preciso un nuevo
período de renacimiento antes de que pudiera cumplirse la obra positiva, constructiva
y original, de la Edad Media.
4. En razón de su importancia para la educación en Germania debemos mencionar, en
conexión con el renacimiento carolingio, el nombre de Rabano Mauro, que nació hacia
el año 776 y, después de haber sido discípulo de Alcuino, enseñó en el monasterio de
Fulda, del que llegó a ser abad en 822. En 847 fue nombrado arzobispo de Mainz, y
continuó en tal puesto hasta su muerte, en 856. Rabano Mauro se interesó por la
educación del clero, y con tal finalidad compuso su obra De Institutione clericorum, en
tres libros. Además de un tratamiento de los grados eclesiásticos, la liturgia, el
aprendizaje de la predicación, etc., la obra trata también de las siete artes liberales,
pero Rabano no dio en ella mayores muestras de originalidad que en su De rerum
naturis, una enciclopedia derivada en gran parte de la de san Isidoro. En general, el
autor germano dependió casi enteramente de escritores anteriores, como san Isidoro,
Beda o san Agustín. En cuestiones exegéticas fue partidario de las interpretaciones
místicas y alegóricas. En otras palabras, el Praeceptor Germaniae fue un fiel producto
del renacimiento carolingio, un erudito verdaderamente entusiasta de la educación y
celoso de la formación intelectual del clero, pero marcadamente falto de originalidad
en su pensamiento.

92

También podría gustarte