Está en la página 1de 13

Colegio de Mexico

Chapter Title: LOS PRIMEROS DOCUMENTOS ROMANCE

Book Title: Historia mínima de la lengua española


Book Author(s): Luis Fernando Lara
Published by: Colegio de Mexico. (2013)
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/j.ctt14jxnvm.10

JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide
range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and
facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact support@jstor.org.

Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at
https://about.jstor.org/terms

Colegio de Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to
Historia mínima de la lengua española

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
VII. Los primeros documentos romance

Como se dice en el capítulo anterior, la tradición hispanorro-


mana visigótica, que conservó el bajo latín para los documentos
eclesiásticos y notariales —únicos testimonios lingüísticos que
se conservan de esa época— no permite notar con claridad el
largo proceso de distanciamiento entre la lengua popular —los
primitivos romances— y el bajo latín. A los ejemplos antes cita-
dos se puede agregar el siguiente, del siglo ix:

Nomina flubiorum.
Flubius qui inrigat Cordoba, qui dicitur Bete, nascitur in
campo Spanie et cadit in mare in oceanum occidentale; currit
milia ccccxii.
Flubius Tagus, qui inrigat Toleto nascit in campo Spaniae,
occidit in mare occidentale. Currit milia cccii.
Flubius Minon nascit prope Pereneum in rotunditate ver-
titur, ut Vegratium oppidum maritimum includit, et sic in
oceanum mare precipitat et currit milia cccxii.

[Nombres de los ríos.


El río que irriga Córdoba, llamado Betis, nace en el campo de
España y cae al mar en el océano occidental; corre 412 millas.
El río Tajo, que irriga Toledo, nace en el campo de España, y cae
al mar occidental. Corre 302 millas.
El río Miño nace cerca del Pirineo, da vueltas en círculo, de modo
que encierra en él a Brigantium (Betanzos), ciudad marítima, y así
se precipita en el mar océano y corre 312 millas]
(De Manuel C. Díaz y Díaz, Antología del latín vulgar.)


This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
  Historia mínima de la lengua española

El conocimiento del bajo latín que tenían los clérigos y los


notarios fue perdiéndose. Bastaría ver el modo en que escri-
ben Brigantium como Vegratium, en donde se produce una
metátesis (similar a la todavía contemporánea Gabriel / Gra-
biel), para intuir lo que estaba sucediendo con el latín. Así,
en voces como immobile, flumine, titulum alteraban la vocal
postónica —señal de que trataban de conservar la voz lati-
na— para formar inmóvele (en vez de *imoble), flúmene (en
vez de *flumne, flumme o llume (recordemos que el lat. vul-
gar prefirió rivus > río), títolum (en vez de *tidlo). Es decir, se
esforzaban por lograr una recuperación latinista para impe-
dir la  pérdida de las postónicas, la formación de la yod en
/ fl / y la sonorización de consonantes intervocálicas. A pesar
de esos esfuerzos, se daban también los casos de sonoriza-
ción de consonantes sordas: proprio > probrio, aedificare >
edivigare, cingitur > cínguidur, apud > abud, articulum  >
artígulo, accipere  > acibere; se suprimía / g / intervocálica:
reis, reliosis, etc. Lapesa llama a ese estado de los dialectos
hispánicos protorrománicos “latín arromanzado”, los mozá-
rabes los llamaban “latinum circa romancium” y al bajo latín,
como era de esperarse, “latinum obscurum”. Toda palabra lati-
na se podía romancear y toda palabra romance podía relati-
nizarse; es decir, no había conciencia clara de que se estaba
produciendo una diferenciación de lenguas, sino sólo confu-
sión; el habla vulgar se consideraba simplemente como “sermo
vulgaris” o “sermo rusticus” (habla rústica), característica del
“hablar a la manera latina” o “latine loquitur”, no como una
lengua diferente del latín. Esta expresión, “hablar a la mane-
ra latina”, con su carácter adverbial, muestra una concepción
del hablar radicalmente diferente de la contemporánea nues-
tra, en que se dice “hablar español”, de carácter sustantivo, y
no “hablar como español” (si se dijera esto, en Hispanoamé-
rica, querría decir que el acento es de un peninsular, sobre
todo de las regiones castellanas modernas).

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
VII. LOS PRIMEROS DOCUMENTOS ROMANCE   

La influencia
de la reforma carolingia

Pero antes de proseguir con las explicaciones acerca de la evo-


lución romance hay que considerar una influencia cultural
determinante para el lento reconocimiento de que se estaba
hablando ya una lengua distinta. En el capítulo anterior se tra-
tó de la llegada de la orden benedictina de Cluny a la penín-
sula en los últimos años del siglo x [VII. 1,2]. La acción cultu-
ral reformadora de Cluny tenía sus antecedentes importantes
un siglo antes de la creación de la orden, durante el imperio
de Carlomagno.
El papel de Carlomagno y su imperio fue mucho más impor-
tante para la historia de la cultura y de los dialectos romance de
la Marca hispánica y del norte que su dominio político, aunque
sin éste la influencia cultural habría sido posiblemente menor.
Carlomagno impulsó el renacimiento del interés por la literatu-
ra, el arte y las ciencias con la ayuda de muchos sabios de todas
partes de su imperio, como Alcuino de York [VII. 3]; Teodulfo, un
visigodo; Pedro de Pisa o Eginardo [VII. 4] y Waldo de Reichenau,
que eran francos. Con la actividad cultural de esos hombres, se
multiplicaron las escuelas episcopales o catedralicias antecesoras
de las universidades, se instauró en ellas el trivium y el cuadrivium
[VII. 5,6] que fueron tan importantes en la época de san Isidoro,
y se copiaron muchas obras de la Antigüedad latina que habían
sobrevivido. Gracias a Alcuino de York se introdujo un cambio
en el trazo de las letras, que dio lugar a la escritura carolingia
[VII. 7], diferente de la visigótica, pero además se hizo una revi-
sión de la gramática latina que corrigió el bajo latín y condujo
al latín reformado, como una manera de restaurar el latín clási-
co. Los efectos de este impulso a la cultura y a la recuperación
de la escritura y del latín clásico se verán más tarde en la penín-
sula, tanto en la Marca hispánica como en el reino de Castilla y
León, gracias a la influencia de los benedictinos de Cluny.

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
  Historia mínima de la lengua española

El descubrimiento
de la propia lengua

Según propone el filólogo inglés Roger Wright, clérigos educados


irlandeses o ingleses, como Alcuino, se interesaron por la escri-
tura del latín y por lograr una mejor comprensión de los tex-
tos, debido a que, hablantes originarios de lenguas muy diferen-
tes del latín, se tenían que esforzar por comprender y leer bien
esa lengua extraña, heredada del pasado romano y de la Iglesia,
cuya escritura les planteaba la cuestión de cómo se articulaba y
se pronunciaba. Les pasaba lo que a los hispanohablantes ahora,
cuando vemos un texto escrito en polaco, en húngaro o en finés
o cuando comenzamos a aprender francés o inglés: la escritura
de estas lenguas se nos presenta como problema y tenemos que
aprender la correspondencia entre escritura y pronunciación.
Para los hablantes de dialectos romance, en cambio, la escritu-
ra latina era sólo una notación en relación oscura con sus cos-
tumbres lingüísticas, pero no se preguntaban cuál sería la pro-
nunciación, pues “leían” sin preocuparse por la correspondencia
del sonido con las letras. La escritura latina era más bien una
pauta que se seguía, pero que no alteraba sus costumbres verba-
les; así, la distancia en pronunciación entre su sermo vulgaris y
los textos latinos no se convertía en un problema. Para francos,
irlandeses, ingleses, alemanes, por el contrario, la lengua latina
tenía que ser descifrada antes de ser leída. Eso llevó a la exigen-
cia, entre los monjes educados, de que se fijara correctamente
la correspondencia entre la letra y la pronunciación, es decir, el
reconocimiento del principio fonológico, según el cual la letra
debe representar el sonido. Al hacerlo, tuvieron que reformar
las costumbres de lectura de los textos latinos en los monaste-
rios y preocuparse por la gramática.
La llegada de monjes extranjeros, sobre todo irlandeses e
ingleses, a los monasterios del norte de Hispania, en particu-
lar los de Navarra, Aragón y después Castilla, porque hacían la

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
VII. LOS PRIMEROS DOCUMENTOS ROMANCE   

peregrinación a Compostela, y porque allí se fundaron monas-


terios de la orden de Cluny [VII. 8], llevó a los monjes hispáni-
cos el latín reformado por Alcuino e introdujo el problema del
principio fonológico. Por vez primera, los monjes hispanos se
asombraban con la escritura latina en comparación con su sermo.
Así que, al intentar recuperar en los monasterios el latín
clásico, siguiendo la enseñanza de Alcuino y sus descendien-
tes intelectuales, la imagen que les daba el latín reformado y la
enseñanza que comenzaban a recibir resultaban tan diferentes
de lo que sabían a partir del bajo latín eclesiástico derivado de
la Vulgata de san Jerónimo, que ponían en cuestión la lectura
y la relación supuesta entre ese latín y el sermo vulgaris, lo que
dio lugar a que los monjes se preocuparan, primero, por saber
cuál era la relación entre las letras escritas y su pronunciación;
después, por comenzar a reconocer que su sermo vulgaris ya no
correspondía al latín.

Las Glosas
emilianenses y silenses

Los primeros documentos encontrados en España, en los que se


puede documentar el distanciamiento entre latín vulgar y pri-
mitivos romances, son las Glosas emilianenses, encontradas en
el monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja [VII. 9-12]
y las Glosas silenses, del monasterio de Santo Domingo de Silos,
al sur de Burgos [VII. 13]. Son escritos de los siglos x y xi, obra
de monjes provenientes de Aragón, según lo ha demostrado
la investigación reciente. Se ha encontrado que muchas de
estas glosas coinciden con otras de la misma época, por ejem-
plo con las famosas Glosas de Reichenau, uno de los documen-
tos francos más antiguos, elaboradas probablemente a partir
de un glosario latino-latino escrito previamente. De ser ­cierta
esta idea, sería un dato más para poder afirmar la comunica-

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
  Historia mínima de la lengua española

ción que había entre los monasterios europeos y la in­fluencia


transpirenaica que recibieron los monasterios de Navarra, Ara-
gón, La Rioja y Castilla. Así por ejemplo, bellum siempre se glo-
sa como pugna, criminis como peccatos, solliciti como ansiosu,
inermis como sine arma, etcétera.
Se trata de textos religiosos, generalmente anotaciones en
los márgenes a colecciones de sermones, oraciones y peniten-
ciales latinos [VII. 14-16]. En cada página de los textos, en escritu-
ra visigótica, hay anotaciones de cuatro tipos: correspondencias
en romance de vocablos latinos que se habían vuelto oscuros o
incomprensibles; explicaciones del significado de muchos voca-
blos; comentarios sobre el significado de los textos y marcas para
explicar la estructura gramatical de las oraciones bajolatinas a
hablantes de romance que manejaban ya una gramática diferen-
te de la latina. Heinz Jürgen Wolf (las Glosas emilianenses) sos-
tiene que cada uno de esos tipos de anotaciones tienen fechas
diferentes: son más antiguas las glosas y las explicaciones del
texto; posteriores las anotaciones gramaticales; y más recientes,
las anotaciones de la secuencia de la estructura gramatical. Se
piensa que estas anotaciones se hacían para enseñar latín a los
monjes, una práctica común en varios conventos ingleses e irlan-
deses; incluso se supone que tal práctica se aprendió de monjes
irlandeses.
He aquí un ejemplo del códice 60 de las Glosas emilianen-
ses (tomado de la Crestomatía del español medieval), que habla de
un consistorio de demonios, en que varios ministros del diablo
refieren las maldades que hacen en el mundo; entre corchetes
se pone la glosa contenida en el códice; en la traducción, la glo-
sa va entre paréntesis:

Quidam [qui en fot] monacus filius sacerdotis ydolorum…Et ecce


repente [lueco] unus de principibus ejus ueniens adorabit eum.
Cui dixit diabolus ¿unde uenis? Et respondit: fui jn alia prouincia
et suscitabi [lebantai] bellum [pugna] et effuſiones [bertizioneſ]

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
VII. LOS PRIMEROS DOCUMENTOS ROMANCE   

sanguinum…Similiter respondit: jn mare fui et suscitabi [leban-


taui] conmotiones [moueturaſ] et submersi [traſtorne] naves cum
omnibus… Et tertius ueniens [elo terzero diabolo uenot]… jnpug-
naui quemdam monacum et uix [ueiza] feci eum fornicari.
[Cierto (quien lo hizo) monje, hijo del sacerdote de los ído-
los… Y he aquí que de repente (luego) uno de los príncipes suyos
viene a adorarlo. Le dijo el diablo: ¿de dónde vienes? Y respondió:
estuve en otra provincia y suscité (levanté) guerra (pugna) y efu-
siones (derramamientos) de sangre… Del mismo modo respon-
dió: en el mar estuve y suscité (levanté) conmociones (agitaciones)
y hundí (trastorné) las naves con todos …Y el tercero que viene
(vino el tercer diablo) …ataqué a cierto monje y una vez (veiza)
los hice fornicar.]

En este ejemplo, la primera glosa indica al sujeto de la


o­ ración (qui en fot); las demás ofrecen vocablos romance para
comprender los latinos ya olvidados. Varios de esos vocablos
del primitivo romance también han pasado a la historia del
español y, al contrario, se han recuperado varios latinismos
en es­pañol moderno.
Del estudio de Wolf se puede ahora tomar un ejemplo del
modo en que se ordenan las glosas en la página 65v. de las Glo-
sas emilianenses:

…et elongabitur amicitia. Et diuiditur cor hominis…


Inmediatamente encima del texto, se escribió la explicación de la
secuencia gramatical:
A b c d
y debajo de esa anotación, indicaciones de los complementos:
qui qui cujus
[…y será alargada la amistad. Y dividido el corazón del hombre…].

Ahora véase otro ejemplo con las mismas características, en


cuya línea más alta se agregan correspondencias de las palabras:

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
  Historia mínima de la lengua española

partitjones uerecundia
ke qui
e f + a a c
per multas divisiones. Et pudor nullus
[…por muchas divisiones. Y el pudor ninguno…];
o el siguiente caso:

ke qui mulier. Alexander


b d e f
erit jn muliere. Tacetur ego fabulo.
[…será en la mujer. Es callada yo (el obispo Alejandro) digo.

Aquí se notan: los pronombres interrogativos qui (para el suje-


to), ke (para señalar el objeto), cujus (para el genitivo), destinados
a reconocer funciones sintácticas; las letras a, b, c, d para indicar el
orden en la oración; glosas para palabras ya desconocidas, como
partitjones en vez de divisiones, verecundia en vez de pudor; acla-
raciones acerca de quién están hablando: la mujer de Alejandro.
En los textos latinos de las glosas aparecen las siguientes grafías:
k en karissimi y raramente ydolo, ydolorum, pero se encuen-
tran martirum y presviteres en vez de martyrum, presbyter (un
fenómeno que ya el Appedix Probi había señalado); se escribe
<ę> con cedilla para sustituir tanto la <æ> latina: cęlo, prędicas,
pręcepta, como -ae del plural en animę, angustię, doctrinę, y la
confusión completa en ętęrnam, en donde la primera <ę> corres-
ponde a <æ> y la segunda revela sólo la pronunciación abier-
ta de la e tónica; lo mismo sucede, por ejemplo, en ęclęsia. La
letra jota se utiliza como escritura de <i> en principio de pala-
bra: <jn>; perdida la aspiración de <h> latina, se lee geena, com-
preendet, abitat, ospitalis, abebat en vez de gehena, comprehen-
det, habitat, hospitalis y habebat. En algunos casos, en vez de
<h> hay <c>: mici, nicil en vez de mihi, nihil. Desaparece el uso
de la letra <v> y hay frecuentes confusiones entre <b> / <u>: sibe
bonum siue malum, adjubante, grabiter, adorabit, dominauitur,

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
VII. LOS PRIMEROS DOCUMENTOS ROMANCE   

uideuit, presuiteres; se escribe <c> en lugar de <qu>: anticus,


secuntur, corum; se sigue distinguiendo las consonantes dobles.
No se produce asimilación regresiva, por lo que se conservan los
prefijos: adtenta, adquirere, conmotiones.
La morfología latina se conserva en general, salvo que el
trueque <b> / <u> confunde los morfemas de futuro con los de
pretérito: amabo /amavi. Se escribe desto, desta en vez de lat. is,
hic: et memoria abebunt desto uenturo seculo. Hay errores de
concordancia en los géneros: los neutros se vuelven masculi-
nos: escriben magnus est lumen en vez de magnum est lumen.
Se intercambian formas en la sintaxis preposicional: jn mare, en
los ablativos: ad populo, intrantes in domo, en los acusativos: in
diem judicii. Las correspondencias romances de vocablos lati-
nos, como se vio en los ejemplos, abundan.
Antonio Alatorre (Los 1001 años de la lengua española) repro-
duce un fragmento del mismo códice, publicado por Menéndez
Pidal, en donde el fraile que hace la glosa de un sermón de san
Agustín añade en romance unas cuantas oraciones:

…cono ajutorio de nuestro dueño, dueño Christo, dueño Salba-


tore, qual dueño ye tena honore, e qual dueño tiene tela manda-
tjone con patre, como Spiritu Sancto, enos sieculos delos siecu-
los. Facanos Deus omipote[n]s tal serbitjo fere ke denante ela sua
face gaudioso segamus. Amen.

Este pequeño texto da más idea de lo que era el romance en


esos primeros tiempos. En los textos romance, es decir, en las
glosas, se nota que ĕ y ŏ breves regularmente diptongan: aluen-
ge, buena, duenno, lueco, muestra, nuestro; ō larga > ue sola-
mente en quomodo>quemo. Aunque hay numerosas -um>-u
(en muchos casos están escritos con abreviatura), lo normal es
ya -o: loco, quando; lo mismo -os en plural.
En las consonantes se conservan -p- (apostolo), -t- ganato,
peccato, -c- dico, lueco, -b- como única grafía para b y v; -d-

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
  Historia mínima de la lengua española

kaderat, felicitudine, -g- castigo. Pero además la letra -g- repre-


senta / ž / : segamus > sedeamus > sedjamus. No hay distinción
entre las letras <c> y <z>: certe, zerte, face, fazen, dulce, endre-
zaran; tampoco hay distinción gráfica que señale diferencias
entre /s / sorda y / z / sonora.
Hay indicios de que se buscan grafías para los nuevos fone-
mas, formados por acción de la yod: escriben bruina, seingna-
le, aluenge para / ñ /; spillu, uello para / ll /; ljsces, tueleisco para
/sh /, segamus para / ž /. Todo indica que había un esfuerzo por
representar los sonidos que oían.
Aparecen los artículos: ela, elo, elos; dela, delos; ena, eno
(en la); aparecen también los pronombres jo, tu, nos, uso, nues-
tro, sua; los relativos qui de sujeto, ke de objeto y qual; los inde-
finidos: qualbis, alquandas (veces). Ya aparecen los morfemas
de persona en la conjugación de los verbos: -o, -s, -t: conjuro,
dico, jerras, siedes, dat, se parat; parece conservarse, en cam-
bio, el morfema latino de primera persona del plural -mus, pero
como se abrevia en la escritura, podría tratarse ya de -mos; no
hay registro de la segunda persona del plural; para la tercera, el
morfema -n fazen, parescen.
Se registran las preposiciones: de y a, con, denante, sine y
ata (hasta). Igualmente los adverbios ances (antes), lueco, de
fueras, aluenge (lejos), obe (donde), plus.
El análisis de las grafías, según propone Wolf, indica que
<ñ> en la época era característica del uso de Aragón y La Rio-
ja; la diptongación de ŏ breve > ue / ua era propia de Aragón; la
conservación de las oclusivas sordas era más común en Aragón
y en parte de La Rioja; la conservación de f- inicial correspon-
día a Navarra y Aragón; el paso de —ct- > -it— es igualmen-
te característico de Navarra y Aragón, así como el de —cl- >
-ll— y también en La Rioja, todo lo cual lo lleva a concluir que
las Glosas emilianenses no documentan un primitivo castella-
no, sino un estado fluido de romance hispánico que, por cier-
to, también sería característico de Castilla, al fin y al cabo tierra

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
VII. LOS PRIMEROS DOCUMENTOS ROMANCE   

de aluvión demográfico, pero que no se puede distinguir como


propiamente castellano. Así que, en contra de la idea tradicio-
nal, muy publicitada en España, de que las Glosas emilianenses
son los primeros documentos del castellano, hay que reconocer
que son documentos, más bien, de una situación de los roman-
ces en la península en la época, en que hay constantes vacila-
ciones, ultracorrecciones e ignorancia. Son documentos, por lo
tanto, de lo que debe haber sucedido por todas partes y en ese
sentido tienen su verdadero valor. El sermo rusticus estaba cada
vez más distanciado del latín, al punto de que éste comenzaba a
dejar de entenderse, tanto en su construcción como en su voca-
bulario.
Las Glosas silenses, por su parte, son una copia de las emi-
lianenses, quizá obra del mismo monje que copió las emilianen-
ses. A partir de la época en que se escribieron y de la actitud que
llevó a los monjes a comenzar a reconocer que había diferencias
importantes entre el bajo latín y el sermo vulgaris, la evolución
de los dialectos romance en la península se ve cada vez mejor
plasmada y, a la vez, la conciencia de la propia manera de hablar
está en crecimiento.

This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms
This content downloaded from 157.253.50.50 on Mon, 16 Sep 2019 13:57:26 UTC
All use subject to https://about.jstor.org/terms

También podría gustarte