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56. – ROMA Y SU LUCHA POR HEGEMONÍA DEL MEDITERRÁNEO.

SU
REPERCUSIÓN EN LA HISTORIA DE OCCIDENTE.

A comienzos del siglo III Roma ya es una potencia mediterránea y su política


expansiva se va a centrar en dos frentes: Occidente y Oriente.

1. – EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL EN EL SIGLO III A. C.

Cartago, en las proximidades de Túnez, fundada a finales del IX, como factoría
comercial por la ciudad fenicia de Tiro, era un eslabón importante en una cadena
de establecimientos a lo largo de la costa norteafricana, que buscaban la
proximidad a las riquezas mineras de Occidente. La principal actividad económica
púnica era el comercio de metales, que pronto sufrió la competencia griega, que
también fundaron colonias en esta área mediterránea (Massalía). Pero a partir del
siglo VII los etruscos extendieron sus intereses a la Italia central y al mar Tirreno. El
juego político condujo el entendimiento entre cartagineses y etruscos frente a los
griegos en una batalla en Alalía, entre una flota etrusco-púnica y otra griega hacia
el 540 a. C. decidieron los diferentes ámbitos de influencia de las tres potencias.
Pero a partir del siglo VI se produjo un debilitamiento del poder etrusco y un
renacer político de las ciudades griegas de Sicilia, bajo la hegemonía de Siracusa.
Cartago, tras el derrumbe etrusco, necesitaba un nuevo aliado que sirviera de
contrapeso contra Siracusa en el Mediterráneooccidental: Roma, puesto que la
amenaza siracusana también interfería en sus intereses en el Lacio y Campania. La
consecuencia fue que a comienzos del siglo III, Roma se enfrentó a Tarento, que a
su vez recurrió a Pirro. La nueva alianza púnico-romana, firmada en el 279, venció
a Pirro alejando este peligro del horizonte y dio a Roma finalmente la hegemonía
sobre toda Italia. De este modo, Cartago y Roma entraban en un posible conflicto
de intereses, que se produciría en el año 264.
El imperio cartaginés debía su fortuna a la magnífica posición de su puerto, que la
convertía en potencia marítima. Su economía estaba basada en el comercio
marítimo: los productos de agricultura y de su artesanado eran cambiados por
materia primas y artículos de lujo; también contaba con una agricultura
floreciente, con métodos muy avanzados, basada en los cereales, el aceite y los
frutales. La organización política presentaba al frente del Estado a dos magistrados
anuales y el pueblo podía participar en los asuntos del Estado a través de
asambleas populares.

LA PRIMERA GUERRA PÚNICA (264- 241).

Los estados campanos, los mamertinos (mercenarios itálicos) que desde el siglo V
eran requeridos por griegos y cartagineses para prestar servicios en las luchas.
Tras su licenciamiento saqueando ciudades, apoderándose de ellas, así habían ido
formando “estados campanos”, semibárbaros, auténticos nidos de bandoleros.
Una de estas bandas logró apoderarse de Messana en el 286 y extendiósu
actividad guerrera por las regiones vecinas. Los campanos, ante el peligro de una
invasión, recurrieron al eterno enemigo de los griegos de Sicilia, Cartago. Pero la
guarnición cartaginesa llevó tan lejos la protección que los mamertinos pidieron
ayuda a Roma, que interesado en Sicilia le proporcionó el casus belli, ocupando la
ciudad en el 264. Las causas de la guerra, además de Mesana, hay que buscarlas
en la peligrosa coincidencia de interese de Cartago y Roma en una región
privilegiada por un suelo fértil, la riqueza de sus ciudades y su posición estratégica
en el Mediterráneo. Pero las ambiciones estratégicas y la política romana de
resolver cualquier conflicto con soluciones bélicas, convirtieron el incidente en una
larga guerra. Frente a la amenaza procedente de Italia, Cartago y Siracusa,
olvidaron antiguas diferencias y decidieron aliarse contra Italia; pero Roma asedió
la ciudad más débil de los aliados, Siracusa, para aislarla y forzarla a la paz: el rey
siracusano, Hierón, aceptó una paz para de Roma, quedando así los dos
verdaderos enemigos frente a frente. Romo tomó la iniciativa de asediar
Agrigento, cuartel general de los cartagineses. Si Cartago era una potencia naval,
Roma descansaba su potencial en las legiones, así Cartago se dedicó a saquear
ciudades costeras de Italia. Roma, que consiguió una flota gracias a la contribución
de las ciudades del sur de Italia, aplicó con mejoras la fuerza legionaria en esta
flota: los barcos fueron provistos depuentes móviles, rematados en un gancho, los
corvi, que al caer sobre la nave enemiga la inmovilizaba, permitiendo el combate
cuerpo a cuerpo; así el ejército romano obtuvo la primera victoria naval en aguas
de Mylae. Ahora era precisa una nueva iniciativa: un ataque directo al territorio
africano, que se saldó con la toma de Túnez, pero Cartago se preparó para
continuar la guerra con el concurso de tropas mercenarias griegas y en las
cercanías de Túnez el ejército de Régulo fue aniquilado; más aún, la flota romana
enviada para recoger a los supervivientes fue destrozada por una tempestad, al
igual que sucedió en sucesivas campañas africanas. Esto hizo que el senado
romano desistiera temporalmente de aventuras ultramarinas. Con esto, gracias a
los recursos de la confederación itálica, Roma pudo armar doscientas naves, que
se enfrentaron a la flota púnicas junto a las Islas Égates, la rotunda victoria romana
indujo a los púnicos a pedir la paz, cuyas condiciones fueron la evacuación de
Sicilia, la prohibición de hacer la guerra a los aliados de Roma, devolución de
prisioneros sin rescate y al pago de una fuerte indemnización.

LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA (218-201).

Tras la derrota en el 241 de Cartago tuvo que hacer frente a una crisis interna
desatada por la rebelión de los mercenarios, aprovechada por los romanos para
apoderarse de Cerdeña y Córcega. Ante la urgente necesidad de reconstrucción
económica, la oligarquía de Cartago, dividida en dos facciones,optaba por diversas
soluciones: los grandes propietarios agrícolas dirigidos por Annón, rechazaban
nuevos conflictos armados y abogaban por un incremento de la producción
agrícola de las tierras del interior; el estrato militares y mercantiles guiados por
Amílcar Barca, el general que había conducido el ejército en la guerra de Sicilia,
deseaban compensar la pérdida de Sicilia y Cerdeña con la expansión por
territorios al margen de las prohibiciones impuestas por Roma: la península
ibérica. La facción militarista en el 237 recibió el encargo oficial de iniciar su
conquista. El general cartaginés tras adueñarse del valle del Guadalquivir y de la
región minera de Sierra Morena, murió en el 229 en una lucha contra las tribus del
interior de la zona. El ejército aclamó como general a su yerno Asdrúbal. Con la
utilización de medios diplomáticos pudo sentar las bases de la organización del
dominio púnico, que coronó con una nueva ciudad Carthago Nova, capital y centro
administrativo. La explotación de las minas de plata de Sierra Morena y Levante
demostró al senado romano la importancia de la recuperación de Cartago. Así,
Roma, envió una embajada a tratar con Asdrúbal una línea de demarcación: “el
tratado del Ebro”, Cartago no podía llevar la guerra al norte del río Ebro.

Asdrúbal murió en el 221 y el mando fue asumido por Aníbal Barca, hijo de
Amílcar, joven de extraordinaria capacidad intelectual y excepcional estratega que
reemprendió vigorosamente la actividad militar enla península. En el 219 Aníbal
asedió Sagunto, que aunque estaba al sur del Ebro, había firmado un tratado de
alianza con Roma. Inicialmente Sagunto resistió, pero finalmente hubo de rendirse
y entonces Roma pidió a Cartago la entrega de Aníbal y sus consejeros; ante la
negativa del gobierno púnico, Roma declaró la guerra a Cartago en la primavera
del 218.
Así se inició la segunda guerra púnica, que era el desenlace de unas relaciones
cada vez más tensas entre ambas potencias, como consecuencia de su mutuo
interés mediterráneo, que volvía a colisionar entre sí. La estrategia d Aníbal fue
llevar la guerra a Italia, dado que en el mar, los romanos contaban con clara
ventaja. Con esta acción pretendía, además de destruir Roma, atraerse con la
presencia del ejército cartaginés la alianza de pueblos aliados a Roma. A finales del
218 Aníbal ya había cruzado los Alpes y se encontraba en la llanura del Po, el
ejército del cónsul Publio Cornelio Escipión sufrió la derrota en las orillas del río
Tesino. Herido Escipión se retiró en espera de Sempronio Longo, que su
enfrentamiento con Aníbal a orillas del río Trebia se saldó con derrota romana. La
invasión de Italia no había impedido que Cneo Escipión embarcara hacia la
península ibérica con el fin de cortar el aprovisionamiento de hombres y
materiales al ejército púnico. Los nuevos cónsules del 217, Cneo Servilio y Cayo
Flaminio, acudieron a impedir el acceso del enemigo a la Italia central. Aníbal eligió
la ruta de accesoapenas practicable, a través de los pasos centrales del Apenino,
Flaminio lo siguió y Aníbal consiguió atraerlo a una trampa, a orillas del lago
Trasimeno, las tropas romanas fueron exterminadas. El senado romano veía con
profunda preocupación las continuas victorias púnicas, lo que le llevó a actuar con
desesperación, sufriendo otro descalabro en Cannas. Esta derrota provocó que
estados confederados de Roma abandonaran la alianza: Samnio, Brucio, Lucania y
Apulia. Roma, debilitada por las derrotas, tomó medidas para reforzar el aparato
bélico: duplicación del impuesto sobre la propiedad (trubutum). En la península
ibérica, los hermanos Escipión, habían logrado mantener inmovilizado a Asdrúbal,
hermano de Aníbal. Pero en el 215, éste lograba la alianza de del rey Filipo V de
Macedonia y la alianza del estado de Siracusa. Las cláusulas de la alianza preveían
la obligación de recíproca ayuda contra el común enemigo, Filipo se centró en el
asedio de las posesiones en Iliria, pero Roma estipuló un acuerdo con etolia, vieja
enemiga de Filipo, y envió tropas a Grecia (primera guerra macedonia).

En Italia la guerra asumida en el 215 por Fabio Máximo y Marco Claudio Marcelo
llevaron del lado romano operaciones decisivas en la región de Campania y su
punto culminante fue el asedio de Capua, en el 212. Aníbal, tras perder esta
ciudad, se retiró y a partir del 210 solamente mantuvo una guerra de
supervivencia. En este año se produjo un giro decisivo, Publio Cornelio Escipión
(hijo)consiguió atraerse, con notables dotes diplomáticas, a buen número de tribus
indígenas, que proporcionaron víveres y recursos humanos, con la que llevó a
cabo la conquista de la principal base púnica: Carthago Nova en el año 209; a esto
siguió la toma del control de la costa oriental, que finalizó con la expulsión de los
cartagineses del territorio hispano tras el asedio de Cádiz en el 206. Asdrúbal, que
había burlado la vigilancia en Hispania, atravesó el valle del Po y se dirigió al sur
para ayudar a su hermano, pero en el valle de Metauro, el ejército romano logró
frenarlo destruyendo el ejército púnico.

El victorioso regreso de Hispania ofreció a Escipión la propaganda necesaria para


lograr el consulado en el 205. En el 204, el joven desembarcaba en África, lo que
llevó al gobierno púnico a solicitar la presencia de Aníbal. El encuentro decisivo
tuvo lugar en Zama en el 202 que acabó con la primera derrota del cartaginés. Fue
el propio Aníbal el que aconsejó al senado cartaginés aceptar las condiciones de
Roma, y Escipión regresó a Roma recibiendo el nombre de “Africano”. Con la
victoria en la segunda guerra púnica Roma se convierte en la principal potencia del
Mediterráneo Occidental. Entonces Roma extiende sus intereses a todo el ámbito
del Mediterráneo, donde, en apenas en cincuenta años, afirma definitivamente su
dominio.

A) ROMA EN EL MEDITERRÁNEO ORIENTAL.

1. EL ORIENTE A FINALES DEL SIGLO III A. C.

La desmembración del imperio creado porAlejandro Magno originó una serie de


estados, cuyas relaciones políticas se mantenían en un equilibrio internacional
muy inestable. Tres grandes reinos – Macedonia, Egipto y Siria- se disputaban el
control del Mediterráneo oriental. Egipto y Siria estaban enfrentadas por la
posesión de las costas de Levante y Asia Menor. En esta competencia, Macedonia
se inclinaba del lado sirio, pues chocaba con los egipcios por la común aspiración
al control del Egeo y de los accesos al mar Negro. Macedonia continuaba con el
control de las viejas poleis de la Grecia continental. Las ciudades insulares y de la
costa oriental del Egeo se mantenían en una autonomía egipcio y seléucida; sólo
Rodas se mantenía independiente. En Asia Menor había surgido una seria de
reinos secundarios, el de Pérgamo sobresalía en ellos y anhelaba la conquista de
toda la península.
Con la muerte de Ptolomeo IV en el 204 (le sucedió un niño Ptolomeo V) Filipo IV
(macedonio) y Antíoco III (seléucida) firmaron un secreto pacto en el 203 para
repartirse las posesiones egipcias en Asia y el Egeo. Mientras Antíoco se dirigía
hacia Siria meridional, Filipo se lanzó hacia el litoral de Asia Menor. Esto
perjudicaba a Egipto y en especial a Rodas y Pérgamo, que acudieron al senado
romano para pedir ayuda contra la amenaza macedonia. El senado decidió
mandar una comisión a oriente que solicito la retirada de las tropas macedonias,
ante la negativa de estos Roma declaró la guerra en el 200.

Así se iniciaba un proceso queiba a cambiar radicalmente la situación del


Mediterráneo. Las causas que empujaron a Roma a involucrarse se ha intentado
resolver mediante diversas explicaciones: la decisión romana de una política de
“protección” de sus aliados; otras de “imperialismo defensivo” ante el temor de ver
peligrar la integridad de su territorio ante la política expansiva de Macedonia;
también se ha hablado de razones de política “imperialista” encaminadas al ansia
expansionista de la clase dirigente; ambiciones de poder, gloria, prestigio y riqueza
de la nobilitas; deseo de un botín inmediato.

La Segunda Guerra Macedónica y la Liberación de Grecia.

Un ejército romano dirigido por Galba, desembarcó en Iliria (199) iniciando


acciones contra Filipo que, aunque logró mantener bloqueados los accesos a
Macedonia, en el 198 el curso de la guerra de un giro brusco con la alianza de
Roma con la liga etolia, confederación aquea y el rey de Esparta, dejando aislado a
Filipo. Las duras condiciones impuestas al rey macedonio a entablar una lucha que
se produjo en la línea de las colinas de Cinoscéfalos en Tesalia (197). La victoria
romana marcaría al final de Macedonia como potencia griega.

Más difícil resultaría materializar la consigna de liberación de los griegos,


esgrimida por Roma durante la guerra. Los griegos comprendieron pronto que su
libertad proclamada era “vigilada”. Flaminio, obligado a arbitrar conflictos
seculares, hubo de intervenir militarmente en conflictospuramente griegos, lo que
provocó una división de Grecia en dos campos: el de los aliados y protegidos de
Roma, y el de los enemigos y descontentos que traerá nuevas intervenciones.
La política expansiva del rey seléucida Antíoco III cometió el error de pensar que el
vacío político dejado por Macedonia en el Egeo podía ser llenado con su presencia
y en consecuencia comenzó el asedio de numerosas plazas costeras. La reacción
romana no se hizo esperar: se exigió a Antíoco que respetara la libertad de las
ciudades griegas, pero éste se fortificó en Tracia. Esto provocaría un conflicto
armado, pues la actitud de la liga etolia fue aclamar a Antíoco como “liberador”. En
191 tuvo lugar la batalla de las Termópilas que llevó a la victoria romana y forzó a
Antíoco a abandonar Europa. El peligro había pasado, pero una facción del senado
(Escipión el Africano) pretendía una victoria definitiva, que exigía llevar la guerra a
Asia. Con anterioridad Aníbal se había refugiado en la corte de Antíoco; magnífico
pretexto para que se votara una expedición y confiaran el mando al clan de los
Escipiones. La campaña siria, con la ayuda militar de Rodas y Pérgamo, se resolvió
definitivamente en el 189 en Magnesia donde Antíoco fue vencido. La paz se firmó
en 188 en Apmea y significó la desaparición de Siria como potencia mediterránea.
La paz de Apmea señala un hito fundamental en la historia del mundo helenístico
y de sus relaciones con Roma, pues se encontraba debilitado Egipto yvencidas Siria
y Macedonia.
La política romana, tras Apmea, se vio acorralada entre el difícil equilibrio de
contentar las exigencias de los estados sobre los que había reconstituido el nuevo
equilibrio y cumplir el papel de patrono de Oriente. La intervención romana en los
asuntos domésticos griegos se inclinaba invariablemente hacia la protección de las
clases acomodadas, asentadas en el poder, en perjuicio de las más débiles,
contribuyó a abrir más hueco entre ricos y pobres. Esto provocó una oposición
antirromana que culpaba al estado romano de la miseria social. Pero aún quedaba
la solución en Grecia del problema etolio; Macedonia y la liga aquea en concierto
con Roma reemprendió la lucha contra la confederación, que tras la derrota etolia,
hizo que la liga aquea se convirtiera en el Estado más poderoso de Grecia
continental. Los aqueos lo aprovecharon para incluir en su confederación a
Esparta y Mesenia.

Pero el nudo del problema en Grecia continental seguía siendo Macedonia que
tras la derrota de Cinoscéfalos, Filipo se había concentrado en la recuperación
interna; tras su muerte en 179, subió al trono su hijo Perseo que se esforzó en el
seguimiento de la política paterna, aunque con métodos conciliadores y abiertos
que le granjearon las reivindicaciones de los débiles contra las clases acomodadas,
detentadoras del poder. La desconfianza de Roma por Perseo necesitaba un
pretexto para intervenir militarmente y lo obtuvo al creer una serie de absurdos
cargospresentados ante el senado romano. Roma declaró la guerra a Macedonia
en el 171, con la evidente determinación de eliminar a Macedonia. La tercera
guerra macedónica, que en un principio se resistía a la victoria romana. Pese a la
victoria de Perseo, éste se apresuró a iniciar tratos de paz, sobre condiciones más
propias e vencido que de un vencedor. Finalmente, en 168 el cónsul Emilio Paulo
forzó a Perseo a la batalla definitiva en Pidna, donde el ejército macedonio fue
aplastado. Entonces, el estado romano adoptó una mayor dureza y una fuerte
desconfianza hacia amigos y enemigos. Así, Pidna representa un momento crucial
de la política exterior romana, en el que el antiguo patronazgo se convierte en
intervención directa con métodos imperialistas, que conducirán a la creación de un
imperio.
Como consecuencia, tanto aliados como enemigos a Roma pasaron por la criba
política. Así, Macedonia, Iliria y el Epiro fueron divididos en distritos territoriales
independientes. En Grecia se produjeron continuas denuncias de posturas
antirromanas de unos conciudadanos contra otros, lo que significó una ola de
crímenes y de deportaciones. Las ciudades de Rodas y Pérgamo, aliadas a Roma,
recibieron duros reveses, pues Delos (Rodas) fue considerado puerto franco de
Roma; Siria, en manos de Antíoco IV que en principio se mantuvo al margen,
comenzó a mostrar intereses por Egipto que fueron apagados por Roma, con lo
que Egipto también pasó a formar parte de los territorios protegidos por
Roma.Finalmente, el gobierno romano dejó libres a varias ciudades de la
confederación en el 147, entre ellas a Esparta. La liga, ignorando las exigencias
romanas, declaró la guerra a Esparta. Así el senado invadió en el 146 Corinto. La
confederación fue disuelta y la ciudad saqueada. La destrucción de Corinto tiene el
valor de un punto final el la trayectoria de política exterior romana en Oriente.

B) ROMA N EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL.


Paralelamente a la progresiva presencia de Roma Oriente, la presencia de Roma
en Occidente tiene unos presupuestos, móviles y objetivos heterogéneos.
La invasión de Aníbal (guerras púnicas) destruyó el sistema defensivo de Italia,
extendido entre los Alpes Marítimos t el Adriático. En el 197, tras la segunda guerra
macedónica, se decidió una intervención en el valle medio del Po y se inició una
incipiente colonización de la región transpadana, en torno a Mediolanum. El
territorio de la Galia cisalpina, al sur del Po, fue objeto de una fundación de
colonias y de tendido de vías de comunicación; así, el estado romano ganaba una
fértil llanura, la Galia cisalpina. Si el avance de tropas romanas se inició por
exigencia de defensa, pronto se convirtió en una política consciente de expansión.
A esto siguió una emigración espontánea y numerosa, de ahí la rapidez y la
extensión del proceso de romanización en el territorio.

Paralelamente, se llevaron campañas militares contra los ligures, pues el territorio


que extendía desde el Arnohasta los Alpes marítimos, era vital para proteger el
límite occidental de su frontera norte.

La expulsión de los cartagineses de la península ibérica no significó el abandono


de los territorios hispanos, más bien todo lo contrario. Las tribus indígenas pronto
presentaron problemas y el senado romano tomó la iniciativa de romanizar toda
Hispania, lo que no entraba en sus cálculos era que pasarían más de un siglo hasta
el total sometimiento de la resistencia. El senado consideró que un sistema de
provincias (197) en Hispania supondría un mejor control sobre las posibles
revueltas con la creación de dos provincias, la Hispania Citerior y la Hispania
Ulterior, al norte y al sur, respectivamente, del río Júcar. Esto fue un pretexto para
explotar sus recursos, pero el carácter indomable de las tribus indígenas
provocaron continuos enfrentamientos con el ejército romano, que no lograba
someter finalmente a estos pueblos. Tras algún breve período de paz, las
ambiciones de los romanos asentados en Hispania provocaron el recrudecimiento
de las hostilidades, en especial, con celtíberos y lusitanos. Tras la resistencia de
estos el senado romano lograba, primero pactar el asesinato del caudillo lusitano
Viriato, y segundo asediar Numancia, principal foco de resistencia celtíbero. Has
finales de siglo Roma siguió con la progresiva romanización de Hispania que se
realizó en medio de algunos focos de rebelión.

LA TERCERA GUERRA PÚNICA.


Cartago, tras la derrota deZama, se mantuvo fiel a los pactos de Roma. La paz del
201 también había incluido a otro estado africano, Numidia, irreconciliable
enemigo de Cartago, que se dedicó a desarrollar una política de agresiones contra
las fronteras púnicas. Hacia mitad de siglo, el fracaso de la política exterior romana
y las sospechas y temores de una Cartago que había renacido de las cenizas, hizo
que un sector del senado la considerase como un potencial peligro. El pretexto lo
propició Cartago al declarar la guerra a Numidia sin permiso romano (151), así
Roma, a través de Catón declaró la guerra a Cartago (149).
Conscientes de su inferioridad los cartagineses se apresuraron a pedir la paz y
aceptar las condiciones que impusiera Roma, pero Roma dispuesto a liquidar el
problema aprobó la destrucción de Cartago que finalmente en el 147 fue
totalmente destruida, sometiendo el territorio de Cartago a una administración
directa, convirtiéndolo en la nueva provincia de Africa.

CONSECUENCIAS DE LA EXPANSIÓN.
La conquista Oriental y Occidental influye directamente en las costumbres del
pueblo romano, en especial, la fue el lado oriental el que más ha influenciado.
Desde el punto de vista económico a Roma llegaban productos desde todo el
Mediterráneo, que su política de organización en provincias provocó una política
de pillaje; la afluencia de trigo de Sicilia y después de Hispania y del Nilo provoca
que el cultivo del trigo desaparezca de Roma y valla cediendo su lugar al de lavid y
del olivo. Empieza a desaparecer de Roma la economía de subsistencia, a favor de
un comercio de trueque, que se va incrementando a medida que Roma se
expande; se convierte en intermediaria entre el Occidente y el Oriente, es uno de
los principales centros financieros. Las clases patricias empiezan a participar en las
actividades comerciales marítimas, que después serán reguladas por ley. En
consecuencia, hay, en general, un enriquecimiento de las clases sociales lo que
provoca que las diferencias entre patricios y plebeyos se van equiparando.

Todo esto va provocando que en las magistraturas vayan entrando a formar parte
los plebeyos, antes exclusivo de patricios; los pequeños campesinos y los
artesanos se van arruinando, con lo que a partir del s. II ya aparecen plenamente
desarrollados los grandes latifundios.

BIBLIOGRAFÍA.

FATÁS, G., El período de las primeras guerras púnicas, Madrid, 1990.


MUÑOZ, F. A., los inicios del imperialismo romano. La política exterior romana
entre la primera y la segunda guerra púnica, Granada, 1986.
AA. VV., Cambridge Ancient History, vol. VII, part 2: The rise of Rome to 220 B. C.;
vol. VIII: Rome and the Mediterranean to 133 B. C., 2° edición, Cambridge,1989.
HOBSON, J. A: Estudio del imperialismo, Madrid, 1981.
ROLDÁN, J. M., El imperialismo romano. Roma y la conquista del mundo
mediterráneo (264-133 a. C.), Madrid, 1994.
ID., Historia de Roma, Universidad de Salamanca, 1995.

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