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ISAIAS II Y III

El profeta anónimo del exilio, cuyos oráculos se encuentran en el libro de Isaías, se le ha llamado
“deuteroisaias” o “segundo Isaías”. Solidario con sus compatriotitas los consuela y alimenta, piensa en
en un próximo retorno a Jerusalén.
Por el inicio de sus oráculos: “consuelen, consuelen a mi pueblo…” se le ha llamado el profeta de la
consolación. Es el portavoz de salvación para su pueblo exiliado. El deuteroisaias no es el del siglo VIII,
al que le llamamos primer Isaías, ya que hay argumentos que lo comprueben.
El primer Isaías denuncia los pecados, anuncia el castigo, ve a asiria como el instrumento de juicio
divino, menciona los reyes de Judá: Ajaz y Ezequías; en cambio la tónica del deuteroisaias no es el de
denunciar pecados, sino el consuelo en medio del exilio, habla ya del castigo que se ha cumplido y
pagado doble por los pecados; no menciona a Siria sino a Babilonia y a Ciro, impulsor del imperio
persa; todo estos elementos cuadran con el periodo del exilio en el siglo VI.
Algunos de los temas más significativos que aparecen en el profeta es, el de Yahvé como señor de la
historia y el creador de Israel; a Israel como siervo del señor, que está llamado a ser testigo y mediador
de la salvación del señor; el nuevo éxodo como el profeta que pregona la salida de babilonia y la vuelta a
Jerusalén como un segundo éxodo, guiados por el señor; el universalismo religioso; el siervo de Yahvé,
allí por medio de cuatro canticos nos refleja la importancia singular del siervo de Yahvé.
El tritoisaias o tercer Isaías nos habla de la santidad de Dios, la protección de Jerusalén y la polémica
contra los ídolos son los temas presentes en todo el libro de Isaías, este tercer Isaías surge como fruto de
una recopilación de varios profetas anónimos del postexilio. La situación reflejada no es la del periodo
inmediato al postexilio, sino poco más tarde. Hay problemas en la comunidad que no alcanza a ver el
cumplimiento de las promesas divinas y experimenta la debilidad del poder divino. El culto no es
sincero; en ocasiones se practican cultos idolátricos. Hay injusticias y abusos contra los más débiles.
Sus once capítulos se pueden sintetizar en los siguientes aspectos: la restauración de Sión y Jerusalén,
donde Jerusalén se convertirá de nuevo en la esposa del señor; los pecados, diversos pecados
denunciados por los profetas: idolatrías, culto falso, pecados de los dirigentes, injusticias, tenciones y
rupturas; las exigencias; la misión del ungido, que es el anuncio y la realización de la liberación de los
pobres y desolados; y el tema político y escatológico.
Los aspectos que presentan en el segundo Isaías sobre la salida de babilonia como un nuevo éxodo son:
abriré un camino en el desierto, alumbrare ríos en el páramo, me honraran los animales campestres, los
chacales y los avestruces; pues llenare de agua el desierto, alumbrare los ríos en el yermo, para abrevar a
mi pueblo, mi elegido, ese que yo he formado. Él proclamara mis alabanzas.

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