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Libro de Isaías

Reproducción fotográfica del gran rollo de Isaías, el


manuscrito bíblico mejor conservado de los
encontrados en Qumrán. Contiene todo el Libro de
Isaías en hebreo, con algunas pequeñas partes
dañadas. Fue escrito probablemente por un escriba de
la secta judía de los esenios alrededor del siglo II a. C.,
por lo tanto es al menos 1000 años más antiguo que
los manuscritos masoréticos completos más añosos.
El Libro de Isaías (en hebreo, ‫ספר ישעיהו‬,
sɛ.fɛr jə.ʃaʕ.ˈjɑː.hu) es el primero de los
Profetas Mayores en la Biblia Hebrea y el
primero de los Profetas Mayores en las
Biblias cristianas.[1] El libro es identificado
por un sobrescrito como la obra del
profeta del siglo VIII a. C. Isaías ben Amoz,
pero hay amplia evidencia de que gran
parte de este fue compuesto durante la
cautividad de Babilonia y después.[2]
Bernhard Duhm originó el punto de vista,
en consenso a través de la mayor parte del
siglo XX, que el libro se compone de tres
colecciones separadas de oráculos:[3][4]
Proto-Isaías (capítulos 1–39), conteniendo
las palabras de Isaías; Deutero-Isaías
(capítulos 40–55), el trabajo de un
anónimo autor del siglo VI a. C. escrito
durante el Exilio; y Trito-Isaías (capítulos
56–66), compuesto después del retorno
del Exilio.[5] Mientras que prácticamente
nadie hoy en día atribuye todo el libro (ni
siquiera la mayor parte) a una persona,[3]
la unidad esencial del libro se ha
convertido en un foco en la investigación
actual. Isaías 1–33 promete el juicio y
restauración de Judá, Jerusalén y las
naciones; y los capítulos 34–66 presumen
que el juicio ha sido pronunciado y que la
restauración llegará pronto.[6] Por lo tanto,
se puede leer como una extensa
meditación sobre el destino de Jerusalén
durante y después del exilio.[7]

La parte Deutero-isaiana del libro describe


cómo Dios va a hacer de Jerusalén el
centro de su gobierno en todo el mundo a
través de un salvador real (un mesías) que
destruirá a su opresor (Babilonia); este
mesías es el rey persa Ciro el Grande, que
no es más que el agente que trae el
reinado de Yahweh.[8] Isaías habla en
contra de los líderes corruptos y por los
más desfavorecidos; y las raíces de la
rectitud en la santidad de Dios antes que
en el pacto de Israel.[9] Isaías 44:6
contiene la primera declaración clara de
monoteísmo: «Yo soy el primero, y yo soy
el postrero, y fuera de mí no hay Dios».[10]
Este modelo del monoteísmo se convirtió
en la característica definitoria del
judaísmo post-exilio, y la base para el
cristianismo y el Islam.[11]

Isaías fue una de las obras más populares


entre los judíos en la época del Segundo
Templo (c. 515 a. C.–70 d. C.).[12] En los
círculos cristianos se le tuvo en tan alta
estima como para ser llamado «el Quinto
Evangelio»,[13] y su influencia se extiende
más allá del cristianismo a la literatura y a
la cultura occidental en general, desde el
libreto de El Mesías de Haendel a una serie
de frases cotidianas como «espadas en
rejas de arado» y «voz en el desierto».[14]

Estructura

Un rollo del Libro de Isaías

El consenso de los expertos que dominó


la mayor parte del siglo XX vio tres
colecciones separadas de oráculos en el
libro de Isaías. Un esquema típico basado
en este entendimiento del libro considera
su estructura fundamental en términos de
la identificación de los personajes
históricos que podrían haber sido sus
autores:

1–39 – Proto-Isaías, conteniendo las


palabras del Isaías original;
40–55 – Deutero-Isaías, la obra de un
autor anónimo del Exilio;
56–66 – Trito-Isaías, una antología de
unos doce pasajes.

Mientras una parte del consenso todavía


se mantiene (prácticamente ningún
erudito contemporáneo sostiene que todo
el libro, ni siquiera la mayor parte, fue
escrito por una persona), esta percepción
de Isaías como formado por tres
secciones bien diferenciadas sufrió un
desafío radical en el último cuarto del
siglo XX. El nuevo enfoque considera al
libro en términos de sus características
literarias y formales, en lugar de los
autores, y ve en ella una estructura de dos
partes divididas entre los capítulos 33 y
34:

1–33 – Advertencias de juicio y


promesas de la posterior restauración
de Jerusalén, Judá y las naciones;
34–66 – El juicio ya ha tenido lugar y la
restauración se ha acercado.

Resumen
Viendo a Isaías como un libro de dos
partes (capítulos 1–33 y 34–66) con un
tema general conduce a un resumen de su
contenido como el siguiente:

El libro se abre exponiendo los temas de


juicio y posterior restauración de los
justos. Dios tiene un plan que se
realizará en el «Día de Yahweh», cuando
Jerusalén se convertirá en el centro de
su gobierno en todo el mundo. Ese día
todas las naciones del mundo vendrán a
Sion (Jerusalén) para instrucción, pero
primero la ciudad debe ser castigada y
limpiada del mal. Se invita a Israel a
unirse a este plan. Los capítulos 5–12
explican la importancia del juicio asirio
contra Israel: el gobierno justo del rey
davídico seguirá después de que el
monarca asirio arrogante es derribado.
Los capítulos 13–27 anuncian la
preparación de las naciones para el
gobierno mundial de Yahweh; los
capítulos 28–33 anuncian que un
salvador real (un mesías) surgirá como
consecuencia del castigo de Jerusalén y
la destrucción de su opresor.
El opresor (ahora identificado como
Babilonia en lugar de Asiria) está a
punto de caer. Los capítulos 34–35
cuentan cómo Yahweh regresará a los
exiliados redimidos a Jerusalén. Los
capítulos 36–39 hablan de la fidelidad
del rey Ezequías a Yahweh durante el
asedio asirio como modelo para la
comunidad restaurada. Los capítulos
40–54 señala que la restauración de
Sion está ocurriendo porque Yahweh, el
creador del universo, ha designado al
rey persa Ciro el Grande como el mesías
prometido y el constructor del templo.
Los capítulos 55–66 son una
exhortación a Israel a mantener el
pacto. La eterna promesa de Dios a
David se hace ahora a los hijos de
Israel/Judá en general. El libro termina
ordenando justicia mientras suceden las
etapas finales del plan de Dios,
incluyendo la peregrinación de las
naciones a Sion y la realización del
reinado de Yahweh.

La más antigua comprensión del libro


como tres secciones relativamente
diferenciadas atribuibles a autores
identificables conduce a una visión más
atomizada de su contenido, como en este
ejemplo:
Proto-Isaías/Primer Isaías (capítulos 1–
39):
1–12: Oráculos contra Judá
principalmente de los primeros años
de Isaías;
13–23: Oráculos contra las naciones
extranjeras a partir de su edad
madura;
24–27: El «Apocalipsis de Isaías»,
añadido en una fecha muy posterior;
28–33: Oráculos del ministerio tardío
de Isaías;
34–35: Una visión de Sion, tal vez una
adición posterior;
36–39: Historias de la vida de Isaías,
algunas desde el Libro de los Reyes.
Deutero-Isaías/Segundo Isaías
(capítulos 40–54), con dos grandes
divisiones, 40–48 y 49–54, la primera
enfatizando a Israel, la segunda, a Sion y
Jerusalén:
Una introducción y conclusión
subrayando el poder de la palabra de
Dios sobre todas las cosas;
Una segunda introducción y
conclusión dentro de estos en la que
un heraldo anuncia la salvación a
Jerusalén;
Fragmentos de himnos dividiendo
varias secciones;
El papel de las naciones extranjeras,
la caída de Babilonia, y el ascenso de
Ciro como un elegido de Dios;
Cuatro «Cánticos del Siervo»
personalizando el mensaje del
profeta;
Varios poemas más largos sobre
temas tales como el poder de Dios y
las invitaciones a Israel a confiar en
él.
Trito-Isaías/Tercer Isaías (capítulos 55–
66):
Una colección de oráculos de
profetas desconocidos en los años
inmediatamente después del regreso
de Babilonia.

Origen del nombre


El libro suele atribuirse a Isaías, gran
profeta hebreo llamado a interpretar a la
luz de la fe una triple forma de violencia
acaecida en la segunda mitad del siglo VIII
a. C.:

1. las invasiones militares del reino de


Israel primero y del reino de Judá
después, por parte de Asiria (Isaías
5:26-30; si bien no se menciona en el
pasaje a los asirios, muchos biblistas
relacionan el pasaje con las grandes
invasiones asirias en tiempo de Isaías);
2. las diferentes modalidades de
opresión de la clase dirigente sobre los
pobres (Isaías 1:21-23); y
3. la ofensa ingrata del pueblo que se
dirige a Dios con cultos superficiales,
desvinculados de la vida (Isaías
29:13).[15]

Isaías fue hijo de Amoz. No debe


confundirse con el profeta Amós, pues
este fue contemporáneo de Isaías y por lo
tanto no pudo haber sido su padre. Nació
alrededor del 765 a. C. Fue llamado al
profetismo en el año de la muerte del rey
Ozías (Is. 6:1) y se convirtió en asesor de
los reyes siguientes.

Tuvo dos hijos a los que puso nombres


simbólicos: el del primero (7:3 ) alude a la
liberación de Judá y el segundo (8:3 ) a la
destrucción de los reinos de Siria e Israel.

Traducción del Libro de


Isaías al griego
Según la Carta de Aristeas, durante el
reinado de Tolomeo II Filadelfo
(285 a. C.-245 a. C.), setenta sabios judíos
de Alejandría (Egipto) realizaron la ahora
llamada Septuaginta, la traducción al
griego de la Torá (los primeros cinco libros
del actual Antiguo testamento), a la que
llamaron Pentateuco (‘cinco libros’).

El resto del Antiguo testamento fue


traducido al griego paulatinamente y los
expertos estiman actualmente que la
traducción del Libro de Isaías fue hecha
entre los años 150 y 130 a. C..[16]

Hay algunas diferencias entre la


traducción griega de la Septuaginta y las
versiones hebreas y a su vez se han
detallados las variaciones entre el texto
masorético y la versión hebrea más
antigua conocida del Libro de Isaías
encontradas en Qumrán, entre los rollos
llamados manuscritos del Mar Muerto.[17]

Traducción al griego del


«Tanaj»

Isaías 7:14

En Isaías, La Septuaginta utiliza la palabra


hebrea "parthenos" para traducir el hebreo
"almá" y sitúa la concepción de Emmanuel
como si tuviera lugar en un futuro cercano.
Sin embargo, en el texto masorético -Tanaj
hebreo-, este hecho está narrado en
pasado:
Versión masorética hebrea
Versión de la Septuaginta
(Tanaj).

«Por tanto el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen «La joven HA CONCEBIDO
CONCEBIRÁ, y parirá un hijo, y llamarás su nombre ''(harah)'', y tendrá [en unos
Emmanuel». meses] un hijo»
διὰ τοῦτο δώσει Κύριος αὐτὸς ὑμῖν σημεῖον• ἰδοὺ ἡ ‫אות ִה ֵנּ֣ה‬
ֹ ֑ ‫יִתּן ֲאד ָֹנ֥י ֛הוּא ָל ֶ ֖כם‬
ֵ֨ ‫֠ ָל ֵכן‬
παρθένος ἐν γαστρὶ ἕξει, καὶ τέξεται υἱόν, καὶ καλέσεις τὸ ‫מו‬
ֹ ֖ ‫ָה ַע ְל ֗ ָמה ָה ָרה֙ וְ י ֶ ֹ֣ל ֶדת ֵ ֔בּן וְ ָק ָ ֥ראת ְשׁ‬
ὄνομα αὐτοῦ ᾿Εμμανουήλ• ‫ ִע ָ ֥מּנוּ ֵ ֽאל‬.

Las diferencias entre estas versiones


pueden ser vistas también incluyendo los
manuscritos hebreos más antiguos del
Libro de Isaías, los rollos encontrados en
Qumrán, especialmente el texto completo
4Q55 (Qa).[18]

Las principales diferencias son:

1. Aunque tanto en el texto masorético


como en la Septuaginta quien da la señal
es «el Señor» (‫ ֲאד ָֹנ֥י‬adonai o Κύριος
kyrios), el rollo de Qumrán se refiere a él
como YHVH.[19] La Septuaginta traduce
muchas veces YHVH (Yahvéh o Jehová en
las biblias en castellano), como «el Señor»,
por considerar que no hay un equivalente
griego al nombre de Dios es "el que es" y
parece que la forma de Qumrán es la
original.
2. Tanto el texto masorético como la
Septuaginta anteceden el versículo con
«...el mismo Señor os dará señal: he
aquí...». Sin embargo en los rollos de
Qumrán faltan las palabras equivalentes a
«una señal: he aquí», lo cual podría ser una
laguna[17] o podría leerse «el mismo Yahvé
mismo os dará, una joven ha concebido y
dará a luz un hijo».
3. El hebreo ha'almah (‫)ה ַע ְל ֗ ָמה‬
ָ se traduce
en la Septuaginta como παρθένος
parthenos (‘virgen’). Para muchos
comentaristas este es simplemente un
error, porque ha'almah significa
literalmente ‘una joven’. Sin embargo
algunos comentaristas discrepan y creen
que la traducción es correcta, por el
contexto: Ireneo de Lyon argumentó que
en cuanto la traducción griega de Isaías
fue hecha en Alejandría (Egipto) mucho
antes de la aparición del cristianismo, es
ese el significado aceptado anteriormente
por los expertos judíos y no hay por qué
cambiar la traducción.[20] Para Orígenes es
obvio que los traductores judíos creyeron
que aquel que sería llamado ‘Dios con
nosotros’ requería ser concebido de una
virgen y consideraban que ha'almah en ese
caso significaba ‘virgen’ y no una joven en
general;[21] por lo cual no hicieron una
traducción literal sino contextual. Hugues
Cousin, quien estima que la traducción
griega de Isaías ocurrió hacia el 150 a. C.,
da varios ejemplos que muestran que la
Septuaginta traduce reptidamente
ha'almah como parthenos, sin que ello
implique el significado actual de
‘virgen’.[16]
4. La traducción (y versión con puntuación
masorética) más probable del ‫ הרה‬es ‘ha
concebido’, en tiempo perfecto (pasado),
pues el imperfecto (futuro), ‘concebirá’,
requeriría un prefijo si la conjugación fuera
regular, aunque porque los verbos
guturales terminados en h tienen muchas
excepciones[22]y como la forma con
puntuación masorética ‫ ָה ָרה‬harah es
posterior, varios traductores mantienen el
futuro.[17]
5. Mientras que en el texto masorético es
la mujer la que da el nombre a su hijo
(Génesis 4:1-25), en la Septuaginta es el
oyente del mensaje (es decir, el rey Acaz)
(«tú») quien dará el nombre al hijo de la
joven. En la versión griega citada en Mateo
1:23 el nombre lo ponen «ellos».[16] En los
rollos de Qumrán, podría leerse «él se
llamará» o «será llamado».[19]
6. En el texto masorético se lee «immanu
el» ‫[‘ ִע ָ ֥מּנוּ ֵאל‬Dios] Ël con nosotros’ o 'Dios
está con nosotros', mientras que en los
rollos de Qumrán, el nombre Immanuel
está escrito como una sola palabra.[23]
Aunque en este caso no varía el
significado, esta diferencia atestigua
frente a las diferencias entre la versión
masorética y las más antiguas.

Política de la época
En el siglo VIII a. C., Israel estaba atrapada
entre las dos grandes potencias del
mundo de su época: Babilonia y Egipto.
Era un país pequeño y débil que se debatía
en su papel de tapón entre las dos
grandes esferas dominantes.

Para su fortuna, ambas estaban en


decadencia. Sin embargo, otro gran poder
estaba apareciendo en la escena
geopolítica del Asia de 700 a. C.: el
imperio asirio. Sargón II había saqueado a
todas las civilizaciones circundantes y
poco faltaba para que se autodenominara
Señor del Mundo. Ahora, las únicas vallas
entre Asiria y su gran enemigo, Egipto,
eran los pequeños reinos independientes
de Edom, Filistea, Amón, Moab, Damasco,
Hamat, Samaria y Jerusalén.

Así como Amós y su continuador Oseas


predicaron en Israel, Isaías profetizó en
Judá. En realidad, Israel había caído en
decadencia luego del reinado de
Jeroboam II y, tras la toma de Samaria
(722 a. C.), en la práctica ya no existía. Las
tribus hebreas que habían querido
separarse de Judá habían sido
deportadas.

Estos acontecimientos podían


denominarse ajenos a Judá, pero
inevitablemente repercutían allí. Luego del
reinado benévolo, próspero y pacífico del
rey Jotán (740-736 a. C.), degradado por la
relajación de las costumbres de las clases
dirigentes de la sociedad, comenzó una
larga serie de enfrentamientos entre Judá
e Israel que continuaron bajo el rey Acaz.
El mismo Isaías narra cómo este
soberano, agobiado por las amenazas de
varios ejércitos aliados contra él,
despreció el auxilio de Yahvéh para pedir
ayuda a Sargón, motivo por el cual Dios lo
castigó severamente (Is. 7:2-16).

El profeta intervino en la política interna de


la corte de Acaz para apartarlo del torcido
camino en que se estaba internando,
aliándose con los asirios en la así llamada
Guerra Siro-Efraimita. Logrado su objetivo,
el vocero de Dios se alejó de la corte para
regresar solamente cuando Acaz fue
reemplazado por Ezequías (716-687 a. C.).

El profeta Isaías tuvo también influencia


en la política internacional: enemigo de los
egipcios, preconizó mantener la alianza
con los asirios cuando un sector de la
sociedad hebrea pretendió asociarse con
el faraón.

Ambiente religioso
Como fue una constante en la historia
israelita, la afluencia de riquezas y la
llegada del bienestar precipitó una crisis
de idolatría bajo el reinado de Jotán. Más
tarde, Acaz intentó, mediante el
sincretismo religioso, asimilar al Dios judío
con otros extranjeros. Fue capaz de
sacrificar su hija al dios Moloch e incluso
de introducir rituales paganos en el
Templo.

Ezequías, por el contrario, comenzó su


gobierno con una gran reforma religiosa
que expulsó el paganismo y restauró el
culto verdadero de Yahvéh que había sido
atropellado por sus antecesores. La
destrucción del reino de Israel llevó a
Jerusalén a todos los sacerdotes del norte
que huían del invasor, lo que produjo, bajo
este rey, la fusión y asimilación de las
costumbres religiosas de ambos reinos en
la capital meridional.

Realidad social
El ambiente social en tiempos de Isaías
sigue tal cual como nos lo describen los
profetas menores Amós y Oseas: se había
constituido una poderosa clase social de
nuevos ricos —propietarios y latifundistas
— cuyas tierras se extendían por
interminables distancias. Esta clase
oligárquica se había establecido gracias a
la prosperidad comercial generada
durante los reinados de Jotán en Judá y
de Jeroboam II en Israel.

Estructura del libro


El Libro de Isaías se encuentra dividido en
dos partes perfectamente diferenciadas
(la segunda dividida a su vez en dos),
separadas por un apéndice histórico. Este
último consiste en dos capítulos tomados
de II Reyes (2R. 18-20).

Los contenidos podrían describirse de la


siguiente manera:
Primera parte:
Noticias biográficas (Is. 6:1-13; 8:1-
4; 7:1-16 y 20:1-6).
Promesas y amenazas contra el
reino de Judá (Caps. 1-12).
Oráculos contra pueblos
extranjeros (13-23).
Profecías apocalípticas sobre el
Juicio Final (24-27).
Más amenazas (28-33).
La sección llamada «Pequeño
apocalipsis» (34-35).
Segunda parte
Primera sección: promesas para los
exiliados en Babilonia (40-55) y
cánticos del Siervo de Yahvéh
Segunda sección: promesas para
los dolientes de Sion (55-66).

Especialmente en esta última sección,


Isaías explica por qué la salvación tarda
en llegar, pero asegurando que Sion y
Jerusalén llegarán a ser los centros
religiosos más grandes del mundo y que
gentes de todas las naciones llegarán a
ellas en peregrinación solemne.

Autoría y atribución
A finales del siglo XI, el rabino y exégeta
sefardí Ibn Samuel ha-Cohen ibn Chikatilia
(llamado también Chiquitilla) fue el
primero en afirmar, que, en el texto de
Isaías, existen dos autores
completamente distintos.[24]
Posteriormente, los estudiosos
coincidieron en que el Libro de Isasías,
largo y complejo como es, no pudo haber
sido escrito por un solo autor, ni aún por
dos. Los especialistas consideran
evidente que la obra se fue formando a lo
largo de muchos años, con partes
provenientes de tiempos y lugares muy
distintos.

Isaías desempeñó su ministerio profético


durante más de cuarenta años: ¿fue él el
compilador de tantos y tantos fragmentos
distintos o en verdad escribió todo el libro,
que hoy nos parece dividido y
fragmentario gracias a la intervención de
escribas posteriores que lo modificaron
hasta dejarlo irreconocible?

No se puede contestar con certeza a estas


preguntas, hay diversas hipótesis y
muchos críticos, incluso católicos y
protestantes, creen que el libro «no fue
escrito por un solo hombre, sino por tres».
A falta de nombres mejores, se conoce al
primer autor como «proto Isaías», al
segundo como «deutero Isaías» y se llama
al tercero «trito Isaías». Es por ello que es
frecuente hallar en la bibliografía
alusiones al «segundo Isaías» o al «tercer
autor de Isaías», por ejemplo.

Tres Isaías

La primera parte del libro es obra de un


poeta y está escrita con estilo brillante,
precisión, composición armoniosa e
imágenes novedosas. Los críticos
coinciden en que este autor redactó con
seguridad los capítulos 1 a 12, 15 a 24 y
33 a 35, en tanto que se discute sobre la
autoría del resto del libro. Los capítulos 36
a 39 están escritos en tercera persona y
posiblemente fueron redactados por
discípulos del primer autor. También
podrían ser añadidos posteriores los
capítulos 13 y 14, 24 a 27 y 33 a 35. La
segunda parte del libro, capítulos 44 a 55,
es muy diferente al resto.[25] El tercer
Isaías es probablemente un autor
postexílico[26] y se le atribuyen
especialmente los capítulos 56, 68 y 66[25]
(después del 538 a. C.). Ciertos críticos
consideran que la introducción y las
autobiografías (narradas en primera
persona) no pertenecen a ninguno de los
tres autores principales, sino que parecen
haber sido añadidas por un redactor
postexílico.
Así y todo, el padre Pedro Franquesa,
profesor de Antiguo testamento,
manifiestamente afirma que los primeros
35 capítulos pertenecen a la pluma del
Isaías histórico original (con algunas
reservas).[27]

Apertura del debate

El rabino Joseph H. Hertz (1872-1946)


afirmó que la cuestión de la autoría del
libro no afecta su interpretación por los
judíos.[28] La PCB (Pontificia Comisión
Bíblica) del Vaticano dictaminó mediante
su decreto del 28 de junio de 1908 que la
segunda parte del Libro de Isaías no
parecía ser obra del deutero Isaías sino del
primero, pero que a pesar de la opinión de
la PCB no era posible descartar de plano
la hipótesis de los tres Isaías.[25]

El citado decreto expresa que esa teoría


no podía enseñarse hasta que fuera
completamente demostrada, pero dejó en
libertad a los científicos particulares para
que la pongan a prueba e investiguen
como deseen. Desde que la PCB se
pronunció al respecto, se han ido
acumulando las pruebas en favor de la
falta de autenticidad de largos pasajes del
libro (desde el capítulo 36 en adelante)
que, si bien no demuestran la verdad de la
teoría de los tres autores, al menos
sugieren con indicios firmes que fueron
más de uno.

Argumentos por la unidad de


Isaías

A pesar de los cuestionamientos que ha


sufrido, la atribución tradicional de toda la
obra al profeta Isaías se ve apoyada por
diversas fuentes comprobables: la
tradición judía, la versión griega de los
Setenta y la afirmación del Libro de
Eclesiástico (48:17-25) y los Manuscritos
del Mar Muerto, aunque en estos últimos,
el libro de Isaías está seccionado en dos
rollos diferentes, uno hasta el capítulo 39 y
otros desde el capítulo 40,[29] cosidos
después de haber sido transcritos, lo cual
podría evidenciar su origen dispar.

Por otro lado, existen razones de peso


para mantener que el libro de Isaías es
obra de un solo escritor. Una de ellas es el
uso constante de ciertas expresiones. Por
ejemplo, el apelativo divino «el Santo de
Israel» aparece doce veces en los
capítulos 1 a 39 del libro, y trece veces en
los capítulos 40 a 66. Sin embargo, en el
resto de las Escrituras Hebreas solo se
emplea en seis ocasiones. El uso repetido
de esta designación, infrecuente en los
demás libros, es una prueba a favor de
que hubo un único escritor.

Entre los capítulos 1 a 39 y 40 a 66. En


ambas secciones se utilizan con
frecuencia las mismas figuras retóricas,
como la de una mujer con dolores de
parto y un «camino» o una «calzada».
También se hace referencia a Sion
repetidamente: veintinueve veces en los
capítulos 1 a 39 y dieciocho en los
capítulos 40 a 66. De hecho, en Isaías se
menciona a Sion en más ocasiones que en
cualquier otro libro de la Biblia. Tales
pruebas, según The International Standard
Bible Encyclopedia, «imprimen al libro una
individualidad que sería difícil de explicar»
si hubiera tenido dos, tres o más
escritores.

La principal prueba de que Isaías fue obra


de un solo escritor se encuentra en otros
libros inspirados: las Escrituras Griegas
Cristianas. Estas indican claramente que
los cristianos del siglo primero creían que
el profeta había compuesto la totalidad del
libro. Lucas, por ejemplo, habla de un
funcionario etíope que estaba leyendo
parte de lo que ahora constituye el
capítulo 53 de Isaías, el cual, según los
críticos modernos, se debe a la pluma del
Deutero-Isaías. Sin embargo, Lucas dice
que el etíope «leía en voz alta al profeta
Isaías» (Hechos 8:26-28).

Otro ejemplo lo hallamos en el evangelista


Mateo, quien explica que el ministerio de
Juan el Bautista cumplió las palabras
proféticas que ahora leemos en Isaías.
Mateo identificó al escritor sencillamente
como «Isaías el profeta» (Mateo 3:1-3). En
otra ocasión, Jesús tomó un rollo y leyó
las palabras que actualmente aparecen en
Isaías. Lucas indica en su relato que «se le
dio el rollo del profeta Isaías» (Lucas
4:17). En su Carta a los romanos, Pablo
cita tanto de las primeras secciones como
de las últimas del libro profético, y en
ningún momento da a entender siquiera
que no las haya redactado una misma
persona: Isaías (Romanos 10:16,20;15:12).
Es obvio, que los cristianos del siglo
primero no creían que el libro de Isaías
fuera obra de dos, tres o más escritores.

Veamos también el testimonio de los


Rollos del mar Muerto. Muchos de estos
documentos antiguos son anteriores a
Jesucristo. El manuscrito conocido como
el Rollo de Isaías, que data del siglo II a. C.
En este documento antiguo, aunque está
cosido precisamente en este punto, lo que
ahora conocemos como el capítulo 40
empieza en la última línea de una
columna, y la oración inicial concluye en la
columna siguiente. Está claro que el
copista no tenía conocimiento de que en
ese punto del libro hubiese un supuesto
cambio de escritor o división.

Examinemos el testimonio del historiador


judío del siglo I Flavio Josefo. Este no solo
señala que las profecías de Isaías acerca
de Ciro se escribieron en el siglo VIII a. C.,
sino también que aquel monarca estaba al
tanto de su contenido. «Ciro conoció esto
al leer el libro en que Isaías emitió
profecías relativas a él y que su autor
había legado doscientos diez años antes»,
escribe Josefo. Según él, es posible que el
conocimiento de tales profecías incluso
haya contribuido a la buena disposición de
Ciro para enviar a los judíos de regreso a
su patria, pues señala que a este rey «lo
embargó una suerte de ímpetu y pasión
por cumplir lo escrito» (Antigüedades
Judías, libro XI, cap. I, sec. 2 [5, 6]).

Muchos críticos señalan que del capítulo


40 en adelante se habla de Babilonia
como el imperio dominante y de los
israelitas como si ya estuvieran en el
exilio. Hay que tener en cuenta que aún
antes del capítulo 40 se presenta a veces
a Babilonia como la potencia mundial
dominante. Por ejemplo, en Isaías se la
llama «la decoración de reinos» o, como lo
traduce la Versión Reina-Valera actualizada,
«el más hermoso de los reinos». Estas
palabras son claramente proféticas, ya
que Babilonia no se convirtió en potencia
mundial hasta más de un siglo después.
Un crítico «resuelve» esta aparente
dificultad afirmando que el capítulo 13 de
Isaías pertenece a otro escritor. Pero lo
cierto es que en las profecías bíblicas es
bastante común que se hable de sucesos
futuros como si ya hubieran tenido lugar.
Este recurso literario recalca de forma
eficaz la certeza del cumplimiento de la
profecía en cuestión (Apocalipsis 21:5-6).
La Escuela Isaiana

Sin embargo, parte de la crítica considera


demostrado que toda una escuela de
escribas se derivó de la prédica del Isaías
histórico.[25] En Isaias 8:16;9:1, el mismo
libro habla de la inteligencia de los
discípulos del profeta en contraposición a
la ignorancia de las masas populares que
le respondían con la indiferencia.

La existencia de una «escuela isaiana» de


escribas formados y conducidos por
Isaías puede, entonces, entenderse como
una solución intermedia al enigma de la
autoría: ni un autor único ni tres autores
independientes. La segunda y la tercera
partes del Libro de Isaías muy bien pueden
haber sido escritas por dos de sus
discípulos luego de la muerte del profeta.

Esta teoría se apoya en la lógica y se


encuentra actualmente muy extendida
entre amplios sectores de los estudiosos.

Mensajes contenidos en el
libro

Joven leyendo y meditando el comienzo del libro de


Isaías en la versión española de la Biblia de Jerusalén.

El castigo de Dios contra el pueblo infiel es


una de las ideas centrales del Libro de
Isaías. Es el único y verdadero creador del
mundo y por lo tanto dueño del mismo; ha
hecho una alianza indisoluble con el
pueblo de Israel y, al verla traicionada, ha
llamado con un silbido a los ejércitos
egipcios y asirios —como se llama a un
perro— para que castiguen en Su nombre
a los impíos.

Los puntos fundamentales que recalca el


libro son los siguientes:
Dios es santo e Isaías su profeta;
Las tribulaciones del pueblo son
consecuencia de sus pecados;
El verdadero judaísmo saldrá de los
sobrevivientes a este castigo;
Isaías canta para las generaciones
sucesivas la gloria de este renacimiento;
Solo Dios salvará a Israel y no las
alianzas políticas;
La injusticia social es repugnante a los
ojos del Señor; y
La justicia perfecta solo se logrará
después de la llegada del Mesías.

Mesianismo en Isaías
Uno de los puntos centrales alrededor de
los que giran las ideas de Isaías, es que la
verdadera paz, la justicia y la equidad solo
serán accesibles al ser humano cuando
llegue el Mesías.

La profecía isaiana habrá de cumplirse


inexorablemente:

El Mesías será descendiente de la Casa


de David (Is. 9:6 y 11:1-10);
Reinará sobre Judá (8:8);
En su reinado,el Templo será un lugar de
oración para todos los pueblos (2:2)
Fundará un imperio de paz (11:1-9).

Influencia en el cristianismo
Algunos pasajes del libro de Isaías han
conocido una gran fama debido a su uso
en la teología cristiana. Son famosos, en
particular:

Isaías es la cita empleada por el autor


del evangelio de Mateo para probar que
el nacimiento de Jesús a través de una
virgen fue anunciado por los profetas.
Isaías es la cita preferida por católicos y
ortodoxos para enumerar los Dones del
Espíritu Santo.
Isaías es el texto más empleado para
probar la idea de que el mesías debía
sufrir por los pecados de la humanidad
y es ampliamente citado tanto por los
evangelistas, como en las epístolas.
Isaías es citado por San Pablo en
Gálatas y también en la Segunda
epístola de Clemente.

Referencias
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2. Sweeney, 1998, p. 75-76.
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11. Coogan, 2009, p. 335-336.
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14. Sawyer, 1996, pp. 1–2.
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great Isaiah scroll».
18. Fred P. Miller: «The great Isaiah scroll» ,
2001.
19. Fred P. Miller: «The great Isaiah scroll»
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20. Ireneo de Lyon: Libro III, capítulo XXI.
21. Origen Contra Celcus XXXV.
22. «Analysis of the Biblical Hebrew of
Isaiah 7:14».
23. Fred P. Miller: «Assyrian destruction of
Israel is not the end, God will bring the
messiah to the same territory and the same
restored people» (capítulos 7-8).
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Sefarad: Los judíos de España (3ª edición).
Madrid: Sílex. p. 127. ISBN 84-7737-163-6.
25. R. De Vaux: «Introducción a los
profetas. Isaías»; en la Biblia de Jerusalén:
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26. José Severino Croatto: «La inclusión
social en el programa del tercer Isaías», en
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27. Sagrada Biblia (edición manual),
traducida por Pedro Franquesa y José
María Solé, misioneros claretianos.
Barcelona: Editorial Regina, 1968.
28. «This question can be considered
dispassionately. It touches no dogma, or
any religious principle in Judaism; and,
moreover, does not materially affect the
understanding of the prophecies, or of the
human conditions of the Jewish people that
they have in view» (rabino Joseph H. Hertz).
29. Fred P. Miller: «The great Isaiah scroll»
(columna XXXIII) 40:2 a 40:28.

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Sirácides ortodoxo

Precedido por: Sucedido por:


Biblia Hebrea
Cantar de los Cantares Jeremías

Precedido por:
Antiguo Testamento protestante
Reyes

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